KINGDOM TVXQ!

CLOSE 2U
Arualthings

Memorias Prohibidas - Cap. 10

Esa soledad alimentada por la desesperación.


Changmin de pronto sentía que la mañana se había tardado en llegar, que las emociones no estaban funcionando igual, que si se levantaba entonces podría ver un poco de su ser levantado hacía el mañana.

Pero igual que los últimos días eso no ocurría y sus ojos se abrían de repente, fijos en el techo que le era prestado, su cuerpo sobre la cama como si no terminara de sentir el lugar como suyo y esperara todavía por una clase de milagro.

Puede escuchar el pequeño escándalo de Minho, sabe que se ha levantado más temprano de lo habitual, que prepara un delicioso desayuno que sabe a regalo y que sus ojos esperan con ansia, porque el menor puede ser en realidad talentoso.

Sin embargo está ahí, esperando que la vida le regale ese mundo que no le fue otorgado, que por más que intenta no puede recordar, en momentos como ese aprieta con fuerza la sábana bajo su cuerpo y suspira, cerrando los ojos y pretendiendo que nada pasa.

Así que cuando abre los ojos otra vez, trata de que el mundo pinte mejor, que la sonrisa de Minho sea su bálsamo para esa locura que es su vida ahora, para esa ausencia que todavía resuena y no lo complace.

Por eso cuando sale, con una pequeña sonrisa entre sus labios, la imagen de Minho moviéndose de un lugar a otro es lo primero que recibe, el desayuno está servido otra vez, ese es su día a día ahora. Su presente. Y la sonrisa de Minho lo saluda.

—Changmin, pensé que aún dormías.
—Te escuché andar de un lado a otro— Se acercó, con esa confianza que todavía sabía a desconocimiento —Quise ayudar un poco.

Rozó suavemente su brazo, mirando curioso lo que había en la cocina, pero Choi lo miraba, esperaba algo y Changmin sintió su corazón acelerarse, latía apresurado, porque sabía lo que Minho esperaba, porque sabía que en algún momento tenía que suceder.

—Hyung…

Fue como un llamado de atención, Minho apretó su brazo, todavía dentro de la cocina, suavemente como si quisiera dejar pasar el tiempo a través de él. Changmin sintió que su boca no podía, que sus intenciones morían ahí, pero Minho era esa esperanza que se balanceaba en medio de la soledad.

Así que dejó que sus manos subieran por ese cuello, largo y níveo que estaba a su disposición, acarició la extensión de su piel que lo esperaba, miró sus labios y la altura del otro que era por apenas centímetros menor. Pero sus ojos se encontraban y su aliento golpeaba contra él. Esperaba, Minho no parecía dispuesto a adelantarse y Changmin todavía luchaba contra esa voz que le pedía calma, tiempo y paciencia.

Era como morder a la vergüenza en su lugar. Como si las buenas intenciones se marcharan, como si agotado de pensar Changmin se rindiera ante él y juntara sus labios en un contacto desconocido, un beso sencillo y complicado a la vez.

Participaba como si fuera la primera vez que su boca buscaba a otra, como si le ardiera la conciencia y los gritos resonaran todavía en su cabeza, se acercó a él un poco más porque si lo besaba, era con la firme esperanza de extinguir esa voz que lo decía amar en su cabeza.

Porque Minho era real.
Estaba junto a él.

Descendió su mirada a él, sus frentes pegadas como si quisiera capturar la esencia de esa sensación en medio de sus recuerdos. Changmin quería recuerdos que retener. Egoístamente quería que ese amor se quedara en él, que sus palabras que sonaban a promesas más tarde le rompieran el corazón, para que Minho se convirtiera en un todo, para que cubriera todos los espacios en su vida que le hacían falta más y más.

—Vamos a desayunar— Sonrió Minho luego de un rato, como si hubieran hecho desaparecer esa brecha que antes había entre los dos, juntó sus manos y caminó con él hasta el comedor, como si explorara ese camino y sintiera junto aun el sabor de sus besos.






Mir apretó el pasaporte entre sus manos otra vez.

—Solo creo que se apresuró— Pronunció de repente, frente a sus padres a unos pasos de abordar el avión y con la mira condecente de los dos —Debió darse su tiempo para dejar que la muerte de hyung reposara en su corazón. Al irse así… Solo parecía huir.

Para ese momento su madre lo abrazó, tan cálidamente como solía hacerlo cada que sus ojos se perdían entre los recuerdos y nadie más podía entender.

—Yoochun tal vez necesitaba huir o terminaría hundido ¿por qué no lo ves así?
—Porque todavía es difícil para mí.

Para ese instante Mir volvió a suspirar y el abrazo de su padre llegó agradable y cálido mientras el anuncio de su vuelo se volvía a escuchar.

—Ve a Japón y descansa un poco, nosotros te estaremos esperando.
—Cuídense mucho.

Tomó las manos de sus padres y sonrió, apenas un poco antes de ajustar la maleta a su espalda y que esas miradas tranquilas lo vieran alejarse. Pensaba que era lo mejor, que cuando pudiera volver, en unas semanas más, su mente se hubiera podido aclarar.

Giró una vez más y agitó su mano un poco antes de sonreír.
De intentar al menos, que sus padres no se preocuparan más por él.






Jaejoong llegó aquella vez como si los pies le fueran ligeros y necesitara en realidad llegar hasta él, sorprendió a todos con su sonrisa, y esperó, como se supone debe esperar por verlo a él, porque claro hoy no era día de su cita y él parecía encontrarse en otro piso.

Mordió su labio sentándose a esperar, sabía que Boa había perdonado su ausencia y la de Yunho en el aeropuerto, simpatizaba tan bien con la hermana de Yunho que su pecho se inflaba de orgullo y sentía incluso calma al recibir la aprobación.

Miró el reloj otra vez, su hora de descanso con Mirah estaba a punto de terminar y Jung no daba señas de aparecer todavía, pero cuando vio las puertas del ascensor abrirse por quinta ocasión, sus ojos se alzaron de inmediato cuando divisó su porte y su rostro, canalizó su voz tan rápido que sus sentidos despertaron y él incluso se levantó.

—Jaejoong, no te esperaba por aquí— La voz de Yunho parecía calmada, sus pasos amortiguados y su expresión suave como en antaño —Baje apenas pude, estaba un poco ocupado.

—Está bien, no debía caerte de sorpresa— Sonrió levemente, porque el tono de Yunho era tan cordial, que no parecía ni siquiera ínfimamente especial —Pero quería darte algo— Levantó un poco la pequeña caja entre sus manos y Yunho por instinto asintió, abriendo la puerta de su consultorio y luego dejándolo entrar.

El beso llegó bajo presión, Jaejoong no tuve opción a respirar, esos brazos lo rodearon tan pronto estuvieron dentro, sabía a deseo matizado con letargo de un amor correspondido, Jaejoong sonrió, porque sentirse entre sus brazos era reconfortante y solo Yunho le proporcionaba esa sensación.

—Vaya…— Sonrió —Yo también te extrañaba Yunho.
—Apuesto que no tanto como yo— Yunho rio bajito, con un suspiro extraño mientras acaricia su rostro y lo mira más allá de sus ojos —Es todo tan complicado.

—¿A qué te refieres?
—No pueden vernos juntos Jaejoong— Susurró despacio —No así.

No es como si no lo hubiera manejado sin cuidado, sus propios espacios se reducían a él y Jaejoong sintió ese extraño motín en la boca de su estómago, sonriendo despacio y bajando la mirada otra vez.

—Lo sé… Puedo comprometer tu trabajo.
—No me siento avergonzado de ti ¿me oyes?— Yunho tomó su rostro, lo obligó a que lo mirara, esos ojos cálidos y avellana —Pero la policía puede creer cosas raras.

—¿La policía?— De repente los rumbos de Jaejoong se vieron complicados —¿Por qué la policía tendría que estar al pendiente de mí?
Yunho mordió su labio inferior de repente —Olvídalo Jae es solo…

—Yunho— Las manos de Kim rodearon su brazo con fuerza —¿Qué me estás ocultando?

No podía… Si se lo decía, era comprometer las investigaciones.
Si Jaejoong era el asesino, estaría quebrantando tantas reglas al mismo tiempo que cometería alguna estupidez.

—Yunho.

Sus manos lo tocaron otra vez y él cerró los ojos.

—Jaejoong debes tener cuidado ¿sí? Esa gente sigue detrás de ti.

Mentir a medias después de todo no era completamente malo.

—¿Quieren asesinarme?
—No sabemos mucho de ti, por eso necesitamos progresar. Tengo que protegerte a cómo de lugar.

Sonaba a promesas extrañas viniendo de su boca mientras lo abrazaba, el cuerpo de Jaejoong ligeramente más bajo que el suyo, Jaejoong había recuperado un poco de peso, el suficiente como para no hacerlo verse tan extremadamente delgado como antes.

Tenía esas promesas inconclusas todavía y Jaejoong no comprendía que aferrarse a él no era la mejor opción, esconder el rostro en su pecho sintiéndose aún más perdido no era solución a sus problemas, pero Yunho lo estaba acostumbrando, en medio de ese vacío que era su cabeza, que confiar ciegamente en Jung era su única solución.






—Te ves mejor Changmin.

El doctor era un hombre de edad reflejada en sus canas, de sonrisa pequeña y ojos brillantes, de esos que transmitían confianza y tranquilidad. Por eso cuando el hombre se dirigió a él, Changmin asintió complacido. Feliz de saber que al menos su salud física se mantenía ahora intacta.

—¿Aún no recuerdas algo?
—Solo voces…— Dijo, sacudiendo sus manos sobre la cabeza —Hay un nombre que se me aparece de repente, pero es solo eso, ni siquiera veo a alguien más que a él.

—Pero ¿Quién es él?
—No lo sé— Masculló contrariado —Solo recuerdo su nombre, se repite una y otra vez.

Como si su pobre pasión entusiasta hubiera muerto, Changmin se encogió y mordió el interior de sus labios.

—Está bien— Lo consoló el hombre —No fuerces las cosas, pronto recobraras todos esos recuerdos. Solo hay que tomarse las cosas con calma, el cerebro así como es poderoso y controlador, también es muy delicado ¿de acuerdo?— Changmin apenas asintió —Sé que es difícil pedirte que te lo tomes con calma, pero al menos no entres en desesperación ni te obligues a recordar ¿sí?

Changmin murmuró un par de cosas, no sin antes suspirar pesadamente y mirar hacía el techo del lugar. El doctor únicamente sonrió y golpeteó suavemente su espalda.

—Ve a cambiarte, te esperamos afuera.
—De acuerdo.

Cuando el hombre salió del pequeño consultorio, Minho se encontraba en la sala de espera, jugando con el celular en sus manos, despegándose de él apenas lo vio salir.

—¿Todo bien?

—Supongo que sí, al menos físicamente— Tomó por los hombros a Minho, suavemente para que se volviera a sentar —Escucha, Changmin se ve muy atormentado por esa parte incompleta de su vida, aparentemente no podrá seguir adelante sin recordar. Es algo que lo atormenta por completo y tú pareces haberlo olvidado.

—No es cierto, yo…

—Minho escucha. Changmin puede tener muchas ganas de seguir adelante. Pero si él no calma esos fantasmas de su pasado, sencillamente no va a moverse del lugar en el que se encuentra anclado. Changmin está desesperado por recordar, tiene una voluntad muy fuerte y creo que necesita ver a un profesional.

—¿Un profesional?— Los ojos de Choi se agrandaron de repente —¿Qué clase de profesional?

—Un psicólogo estaría bien, alguien que calme todo ese proceso de angustia y desesperación por el que está pasando. Changmin perdió la memoria Minho, es como un niño perdido en un lugar ajeno, y ni siquiera tiene la esperanza de regresar a algún lugar, porque no sabe dónde está ese lugar. No lo está llevando bien, necesita ayuda.

Minho jugó con sus manos de repente —Pero él parece tranquilo en casa.
—¿Sabes si está durmiendo bien? ¿No has notado esas ojeras que tiene?

La puerta se abrió de repente, con la imagen de Changmin arreglando un poco mejor su camisa recién puesta. El doctor únicamente se apoyó en el hombro de Minho y susurró —Piensa en lo que te dije.

—Muchas gracias, doctor.

Changmin procuró ser amable, con una sonrisa pequeña en su rostro mientras emprendía camino junto a Minho fuera de ahí, los ojos de Minho visiblemente preocupado.

—¿Sucede algo?
—No— Respondió autómata —Solo estoy cansado.

Changmin asintió, inseguro de creerle o no, pero en cuanto se alejó un momento a contestar una llamada, decidió esperarlo un rato ahí, con las manos en los bolsillos y su mirada perdida en el lugar, en aquella pareja sentada a unos metros de ahí.

—Pronto será el cumpleaños de mi hermano menor.
—¿Van a hacerle algo?
—Una pequeña reunión. Papá quieres que vaya.

Sonrió inconsciente, mirándolos aún, como si la escena le resultara mortalmente volátil y llamativa, pero las manos de Minho otra vez sobre él lo hicieron despertar.

—¿Nos vamos?— Preguntó curioso —¿Qué ves?
—Nada. Solo te esperaba.

Minho pareció sonreír un poco y pronto lo jaló del brazo para que empezaran a caminar, Changmin se perdió un momento dentro de su mente otra vez, sabían a paz las voces en su cabeza. Sutilmente agraciadas de repente.

—¿El cumpleaños de tu hermano?
—Sí, ¿vendrás cierto? De ningún modo puedes faltar Yoochun, aunque te odie, en el fondo sé que le simpatizas.






—Eres extraño— Yoochun bufó, cruzado de brazos frente a él —Desde que te conocí, todo en mi vida es extraño— Le reprochó también, aunque Junsu solo se cruzara de brazos y prefiriera dejarlo hablar —Siempre me tengo que andar disculpando y muchas de las veces ni siquiera sé por qué es. Por ejemplo ¿por qué te fuiste de mi habitación el otro día que quedamos en salir a cenar?

Junsu por fin se permitió moverse un poco, suspirar y dejar que las personas a su alrededor, dentro de la compañía de viajes que se movían de un lado a otro, no notaran su estado cansado e incómodo.

—No es tú culpa, no tienes por qué disculparte.
—¿Entonces?
—Solo no me sentí bien.

Esta vez fue el turno de Yoochun para cruzarse de brazos y alzar una de sus cejas en señal de incredulidad.

—¿Y te fuiste sin siquiera avisar?
—No era un dolor físico— La voz de Junsu era ligeramente suave y baja —No querrás saberlo.

—Siempre dices lo mismo— Le recriminó Yoochun, sentándose en un pequeño bloque junto al ventanal —Según tú hay muchas que no sé y que es mejor no las sepa y ya me harté. Necesito que me hables de frente Junsu.

Los ojos de Kim lo analizaron por un largo rato, como si contara sus posibilidades y luego solo decidiera sentarse frente a él, confundido y con muy pocas fuerzas en sus ojos como para seguir hablando.

—En el fondo siempre supe que te irías— Susurró impulsivamente —Cuando vi tus pasajes, me percaté que dejarte ir implicaría no verte más por un largo periodo de tiempo, si es que no es para siempre. Entonces me di cuenta de lo estúpido que soy…

Los ojos de Junsu bajaron, se desviaron de los de Yoochun que no variaban ni un poco en medio de su indirecta declaración. Esa expresión madura y seria que de repente Park había puesto frente a él.

—¿Estás enamorado de mí?

Abrió sus ojos de par en par, sintiendo la vergüenza en cada poro de su piel. Como si el calor en su rostro se esparciera tan rápido y tan profundo que los latidos de su corazón marcaban el compás de su propia inseguridad.

—¡Junsu!— Llegó como una salvación inestable, una de sus compañeras desde el piso superior —La junta ya va a empezar, te estamos esperando. Apresúrate.
—Ya subo.

Asintió despacio y regresó a Yoochun, que todavía esperaba una respuesta, sin embargo sabía que no podía demorar, que esos ojos continuaban con la duda y tan poco podría apresurarse a algo que merecía un poco de tiempo que dirigir.

—Tengo que subir— Pronunció a pesar de que la mirada descolocada de Yoochun le pedía quedarse ahí —Te llamo después, mi jefe se molestará.
—¡Kim Junsu!

Atinó al destino, el grito fuerte y masculino se escuchó desde el piso superior y Junsu tan solo se encogió.

—Lo siento, hablamos después.

Y apresurado por subir las escaleras empezó a caminar sin mirar atrás, sin volverse a encontrar con esos ojos, que lo hacían sumirse en la vergüenza, tan descubierto y patético que solo quería cerrar los ojos y desaparecer.

¿Cómo podía Yoochun preguntar algo así con tanta soltura?
¿Cómo podía él con su edad, comportarse como un estúpido adolescente enamorado?






Heechul rara vez conducía y cuando lo hacía era porque necesitaba necesariamente estar solo, recordaba aquellos días de adolescencia, de ego inflado cuando el mundo estaba a sus pies y la vida no lo había cacheteado todavía, anclándolo al suelo con las cadenas más crueles que había logrado encontrar.

Pero cuando la luz del semáforo detiene su camino, solo puede pensar en un buen cigarrillo que calme un poco su estado de ánimo precario de los últimos días, comandados por las apariciones inconstantes de Siwon. Haciéndolo desear cosas que no debería, como la libertad que era intocable para él.

—Pero ¿qué…?

Sus ojos se agrandaron de repente: pasando frente a él, con su cabello un poco más largo del habitual, con sus ropas sencillas y comunes, con un bolso simple y sin gracia colgando a un costado de su cuerpo.

Kim Jaejoong cruzaba la calle sin preocupaciones, con esa sonrisa que no había tenido la oportunidad de ver antes. Parecía que la vida lo hubiera soltado de repente frente a él y Heechul solo estuviera divagando por un instante.

—¿No que estaba desaparecido?

Arrancó en cuanto el resto de carros empezó a pitar, se apresuró en seguirlo y dar vuelta en los lugares indicados, aquellos que Jaejoong caminaba tarareando una canción tonta mientras mordía su labio a ratos cuando revisaba el celular y de repente aceleraba el paso.

Ese no era Jaejoong…
No podía serlo.

Ese muchacho que repentinamente se había encontrado siguiendo no podía ser Jaejoong. Parecía tan natural, tan despojado de lujos y ego que Heechul solo pudo saciar su curiosidad cuando llegaron al dichoso restaurante y él logró apenas estacionar su auto sin ser descuidado.

—¿Qué hace él aquí?

Miró el lugar con desinterés, como si no hubiera pisado un lugar así en años. Memorias de su época adolescente cayeron como golpes bajos y certeros mientras atravesaba la puerta desconfiado todavía.

—Oh, Jaejoong querido atiende al cliente por favor.

Giró en cuanto la anciana mujer tras la caja hubiera hablado y la sonrisa presta y atenta de Jaejoong fuera lo primero que lo recibió.

—Enseguida señora Dong— Jaejoong caminó hasta él, con una sonrisa brillante y sus ojos transparente como nunca antes, teniéndolo enfrente como si no lo reconociera y su mirada no reflejara odio y hermetismo —Bienvenido ¿desea algún platillo en especial?

—Yo…— Miró sus ojos con temor de verse como un idiota —Kimchi— Soltó despacio —Un poco de kimchi estaría bien.
—De acuerdo, tome asiento por favor. En unos minutos le traeré su orden.

Jaejoong señaló una de las mesas educadamente, sonriendo otra vez. Dejándolo estupefacto una vez más. Pero solo se sentó y decidió esperar, sin terminar de comprender, si se trataba en verdad de Jaejoong o no.

—Creo que le gustaste.

Susurró Mirah una vez Jaejoong estuviera a su lado de nuevo.

—¿De qué habla?
—Del muchacho que entró— Rio bajito la mujer —No dejaba de verte, míralo parece que lo dejaste en shock.

Jaejoong solo frunció un poco el ceño y negó de inmediato. Volviendo a doblar las servilletas sobre el mesón y despreocupándose del asunto en absoluto.

—Pues espero que no haga nada raro. No estoy interesado en nadie más.

Mirah solo chasqueó su lengua un poco y sonrió divertida, viendo a Jaejoong serio mientras hacía su pequeño encargo y parecía concentrado en ello.





—¿A qué te refieres Donghae?

Yunho alzó la mirada en cuanto vio la expresión seria de Shindong, dejando la comida de lado y desviando la mirada de la mesa. La conversación se prolongó por un tiempo más. Antes de que Shindong finalmente suspirara y hablara en monosílabos.

—Está bien, ten cuidado. Que no te vean y trata de averiguar que sucede.

Vio al otro cortar la llamada y dejar el celular sobre la mesa, con una exhalación profunda mientras pasaba las manos por su rostro.

—¿Qué pasó?
—¿Recuerdas a Heechul?

La mente de Yunho trató de calibrar rápido —¿El otro sujeto que rivalizaba con Jaejoong en ser la mascota favorita de Leesang?— La boca de Jung de repente tuvo un sabor amargo, como si el pasado de Kim lo golpeara de repente, como si lo hubiera olvidado. Cortándole el apetito por completo.

—Exactamente— La voz de Shindong se agravó —Al parecer encontró a Jaejoong.

Yunho alzó la mirada otra vez.
¿Se le estaba acortando el tiempo?

—¿Cómo?

—No lo sé, Donghae seguía a Heechul y al parecer de pronto empezó a seguirlo, cree que simplemente lo vio en la calle y lo siguió. Heechul más bien parece confundido de verlo ahí. Lo más seguro es que sea porque Jaejoong no lo reconoció o algo.

Yunho sintió otro golpe en su estómago.
No era tiempo lo que le faltaba, eran pruebas que quitaran a Jaejoong de en medio de toda esa hoguera que el mismo, antes del accidente, creara a su alrededor.






Yoochun no terminaba de llegar a su habitación de hotel, cuando revisó su celular y el buzón de voz se encontraba con un mensaje de Junsu guardado. Ni siquiera había escuchado el teléfono sonar y dejó entonces un suspiro salir de sus labios antes de sacarse los zapatos y sentarse en la cama aún contrariado por culpa de él.

—Yoochun… Siento haber sido tan cobarde— La voz de Junsu era única, Yoochun juraba poder distinguirla como ninguna otra, como nunca antes —Pero… ¿es tan malo haberme enamorado así de ti? Sé que es estúpido e ilógico, pero… Lo siento. No quería incomodarte, ni siquiera sé por qué estoy diciendo todo esto, avergonzándome a mí mismo. En serio, lo siento.

La llamada terminaba corta y silenciosa luego de un rato antes de escuchar el suspiro alargado de Kim que después de todo solo cortó y dejó su voz grabada en la memoria de Yoochun, no había emociones claras en su cuerpo, solo ese dolor de estómago raro que se alojaba en su interior y se extendía a su pecho.

¿Cómo… pudo?

Ni siquiera quería pensar demasiado, sentirse culpable era predecible y lamentable. Era preferible no sentir nada. Quedarse vacío un rato como si las consecuencias de Junsu repercutieran en él y justificaran sus disculpas.

Tomó el celular velozmente —¿Aló?— Escuchaba la voz de la mujer al otro lado mientras sus pasos se movían de un lado a otro dentro de la habitación —Si, por favor me gustaría cancelar mi pasaje de avión para Corea. Mi nombre es Park Yoochun y mi número de vuelo es…

Ni siquiera sabía porque lo hacía, estaba inseguro todavía, pasaba la mano por su rostro sin que ese dolor desapareciera y la incomodidad de su pecho le auguraba pasar la peor noche de todas, con sus impulsos de por medio, y con ojeras seguramente al día siguiente.

Pero eran sus instintos los que gritaban, por un poco de calma antes de regresar a su pasado.





—¿Estás bien?

Junsu ni siquiera se tomó la molestia de levantar la mirada de su celular, todavía apoyado en el poste del edificio y con el humor desapareciendo.

—No lo sé…
—Es tarde, deberías ir a casa.

La mujer dio cortos pasos hasta él y Junsu sonrió un poco.

—Sí, tienes razón— Suspiró cansado y se permitió caminar junto a ella una vez más —Tal vez debería dejar de esperar que cosas buenas me sucedan.
—¿De qué hablas?— Preguntó divertida —Últimamente actúas extraño, pareces en las nubes.

—Pues estoy entre las nubes incorrectas— Comentó divertido mientras pasaba un brazo por los hombros de la mujer y ella negaba entretenida en su celular.
—Entonces deberías dejar de volar entre ellas.

—Si, tal vez…

Murmuró inconsciente, pasivo y cansado.

1 Comentarios:

  1. Me gusta mucho las historias d todos, esta muy interesante!!! por favor pronto actualiza siiiiiiii

    ResponderEliminar

Deja tu comentario \(*O*)/ ♥ ♥
o más bien... deja tus pensamientos pervertidos grabados en esta entrada XD