Deadman Walking - prólogo

“Ya estoy roto, ya me he ido, ya sé que nos hemos separado… Respiro, hablo, pero no recibo ninguna respuesta… Oigo a los Ángeles hablando, ahora soy un hombre muerto andando…”

Jung YunHo era un prestigioso fotógrafo de - “KDT – Korean Dream Times” - la mejor revista de sucesos y reportajes fotográficos de Corea. Después de terminar su carrera y trabajar por su cuenta fotografiando paisajes, personajes y sitios a los que cualquier persona normal no podría llegar a apreciar, Yunho fue contratado por el mismo presidente de esta revista, después de ver una de sus exposiciones en ese mismo país. Ya hacía cuatro años que Yunho estaba trabajando para la revista, en los que había sido galardonado por su maravillosa fotografía durante todos los ejemplares en los que había trabajado aportando maravillosos reportajes. Alguna veces, también, se ocupaba de fotografiar a los personajes famosos de Corea en eventos importantes tales como presentaciones de productos, conciertos, premieres de series de televisión o películas, etc etc…

Gracias a todo esto, se podía decir que Yunho llevaba una vida tranquila, en la que disfrutaba de su trabajo y de paso, podía conocer a muchísima gente sin necesidad de tener que comprometerse al cien por cien con esa persona. Era un hombre libre, afectuoso, atractivo, que disponía de una buena cuenta bancaria y que caía bien a todo el mundo. No podía quejarse de la vida que llevaba, incluso gracias a ello había sido libre de ir a sitios que jamás habría soñado visitar si no hubiera sido por su trabajo. En definitiva, la vida de Yunho, era perfecta en todos sus sentidos, tan perfecta, que jamás imagino, que una fotografía, un simple flash, cambiara el rumbo de su vida para siempre…

15 de Junio de 2010.
- Yunho, tengo un trabajo para ti.

- Dime jefe – contestó este girando su mirada del ordenador donde estaba editando algunas de sus fotos.


- ¿Has visto las noticias?

- No, ¿por qué? – preguntó Yunho.


- Ha habido un accidente grave en el Distrito 53 del centro de Seúl. Joon no está, así que quiero que vayas tú a fotografiar con detalle el lugar del accidente.

- Pero jefe, eso no es algo de lo que yo me encargo ahora – rechistó Yunho – Hace tiempo que yo sólo me encargo de los eventos importantes y mis reportajes de siempre allá donde viajo. ¿Es que no hay otro que pueda ocuparse o qué?


- Yunho, no te creas que por ser uno de los mejores fotógrafos de Corea estas en disposición de quejarte cuando se te ofrece un trabajo, así que, coge tu cámara, ve allí y haz tu trabajo.

- Ashh… está bien, pero que conste que esto no es para nada de mi agrado.

Era cierto, desde que Yunho se convirtió en lo que ahora era, aceptar este tipo de trabajos para él había llegado incluso a ser un insulto para su persona. La única pega de que estuviera en lo más alto, es que a veces, por no decir siempre, era un tipo arrogante y orgulloso al que no quería que lo bajaran de su “estatus” en esa revista. Pero como su jefe había dicho, podía quedarse en la calle, y aunque eso no afectara ni mucho menos a su carrera, ya que al año disfrutaba de más de cinco ofertas de trabajo entre revistas y exposiciones, era algo que no se podía permitir. “Jung Yunho, despedido…” No, era una frase, que no quería permitirse llevar en sus espaldas.

Sin muchas ganas, cogió su coche y se presentó en el lugar del accidente. La verdad es que en todos los años que llevaba fotografiando millones de cosas, jamás había visto tanta locura, desolación y desesperación junta en un mismo lugar. Sus ojos quedaron asombrados ante el tumulto de gente que había llorando y gritando, intentando salvar la vida de sus seres queridos e incluso la suya propia. Yunho cogió su cámara y comenzó a fotografiar todo aquel lugar, pleno en llamas, con varios coches estrellados entre sí y un gran edificio que se calcinaba debido a la explosión de uno de esos coches cerca de él. Tal era la desesperación que la gente corría sin cesar para evitar correr peligro, todo el mundo se marchaba de aquel lugar, menos él, que embaucado no hacía mas que apretar el botón de su cámara y montar casi una película en cada uno de los rincones de aquella calle.

- ¡Ey, ten cuidado! – grito Yunho al recibir el choque de un chico que corría sin cesar.

Yunho volvió con su cámara hacía el lugar que ahora estaba fotografiando y una imagen, una silueta, algo incluso que se volvía más claro aunque estuviera bañado en tinieblas, llamó su atención.

- Pero… ¿qué?, ¡Ey, oigan, allí hay un superviviente! – gritó a uno de los policías mientras le agarraba del brazo y señalaba al lugar.

- ¿Pero que dice señor? Allí no hay nadie, no ve que tan sólo hay humareda. Debería de marcharse, corre peligro de dañarse, los coches pueden explotar de un momento a otro.

- Pero yo he visto… - siguió diciendo Yunho.

- Hágame caso señor, márchese.

- Está bien.

Yunho guardó su cámara y empapado completamente de sudor por el calor que había en aquel lugar, subió a su coche y se dirigió de nuevo al edificio donde estaba la sede de la revista. En su cabeza no dejó de ver por ningún momento aquella silueta que había visto entre aquella humareda. No estaba loco, sabía muy bien que allí había alguien aunque aquel policía le hubiera dicho que no había supervivientes, por tanto, aceleró más con su coche y a toda prisa, fue a revelar aquel carrete de fotos.

- ¿Ya estás aquí Yunho? – le preguntó su jefe.

- Sí, aquel lugar era zona de peligro, así que un policía me dijo que me marchara.

- Bueno, mientras hayas echo el mayor número de fotos posible, por mí esta bien.
Dame la cámara, mandaré a revelar las fotos.

- ¡No! – grito Yunho ante la sorprendida mirada de su jefe – Esto…, perdone, es que… prefiero revelar yo las fotos, no tengo nada que hacer así que, no me importa hacerlo.

- Muy bien, pero no tardes Yunho, las quiero para que salgan a primera hora de mañana en una edición especial.

A toda prisa, sin ni siquiera cambiarse de ropa, Yunho fue con su cámara a la sala de revelado. Se pasó allí prácticamente toda la tarde revelando más de cien fotos, pero tan sólo buscaba una en concreto, una foto que le dijera que de verdad no estaba loco, que lo que había visto, era real. Después de revelar todas esas fotos, aún muerto de cansancio por fin dio con la foto que estaba buscando.

- Lo sabía – se dijo para sí mismo mientras veía como aquella silueta aparecía en el revelado de su foto – Es un chico, sabía que allí había alguien, pero…

Hubo una cosa, que a Yunho le resultó muy extraña, cuando el había tomado la foto en aquel lugar, ese chico permanecía de pie delante de la puerta de una casa. Pero después de revelar la foto, lo que pudo observar es que ese mismo chico, estaba en el interior de esa casa, escribiendo algo en una ventana.

- No, no, debo de estar volviéndome loco, este chico estaba fuera, no dentro de esa casa… pero… ¿qué es lo que esta escribiendo? A… ¿ayuda?

Yunho cogió la foto y lo primero que hizo, fue salir de aquella sala e ir a ver a su mejor amigo y compañero de trabajo, KiBum , que había asistido a la misma universidad que el.

- KiBum, ¿mira esto?

- Dime Yunho.

- Mira esta foto, hoy he ido a fotografiar el accidente del Distrito 53 y mientras estaba sacando fotos, vi a un chico fuera de una casa, parado… pero ahora… he revelado la foto y esta dentro, mira.

- ¿Pero que dices Yunho? A ver enséñamela – Kibum cogió la foto y miró atentamente – Yunho… ¿has dormido hoy bien? En esta foto no hay nadie.

- ¿Pero como no va a haber nadie? Trae aquí. – y efectivamente, la silueta de aquel chico, había desaparecido de aquella foto. – Pero, esto es imposible… si yo… a lo mejor, me he equivocado de foto.

- Yunho, deberías de irte a casa, tomar un baño relajante e ir a dormir, me parece que la situación del accidente te ha afectado un poco.

- Sí… - dijo Yunho en voz baja mientras seguía mirando perplejo aquella foto – Debería de marchar a casa.

En diez minutos, Yunho recogió todas las fotos para dárselas a su jefe, todas menos donde minutos antes había aparecido aquel chico y segundos después, desaparecido otra vez. Se marcho a casa sin poder dejar de pensar en todo aquello. Quizás, sólo había sido fruto de su imaginación, de su falta de sueño de esos últimos días, pero aún así, no podía dejar de imaginarse aquel chico que tan claramente había visto con sus propios ojos, ¿qué significaba todo aquello? Era una pregunta, que ahora para él, no tenía respuesta.

Después de casi media hora conduciendo por el tráfico que se había generado en el Centro de Seúl debido al accidente, llego a su casa, dejo los negativos y aquella foto en su mesita de noche, fue a darse un baño y después se metió en la cama. Estaba tan cansado que cayó dormido apenas dos minutos después de haberse tumbado, cayendo en un sueño, que sería el principio de una historia que el mismo, sin saberlo, tendría que resolver.

15 de Junio de 1955.
- ¿Do… dónde estoy?
En aquel sueño, Yunho había aparecido en una casa antigua, como de los años 50, totalmente desconocida para el. Parado, en un mismo sitio, observo cada uno de los rincones de esa casa para asegurarse que efectivamente, ese lugar no le era familiar. Se decidió a caminar, pero allí, no había nadie. ¿De verdad todo aquello era un sueño? Se le paso esa pregunta por su cabeza cuando de repente, escucho como alguien gritaba.

- ¡Changmin, te he dicho que lo nuestro no va a ir más allá de lo que hemos tenido!

- Pero yo te quiero, podemos irnos a cualquier lugar, nadie tiene porque enterarse.

- ¡He dicho que no! Yo no te quiero Changmin, para mí, sólo has sido un pasatiempo, algo con lo que entretenerme en mis horas de aburrimiento.

- ¡Mentira! No digas eso, yo se que me has querido.

- Jaja, pero que estúpido eres Changmin, ¿acaso no te diste cuenta de como he fingido durante este tiempo? Mira que eres estúpido. Márchate, lejos de aquí, y búscate otra persona que te quiera, yo no seré quien pase vergüenza ante toda la sociedad por ti. Soy demasiado prestigioso como para eso, si alguna vez pensaste que yo me iba a fugar contigo, tan sólo ha sido fruto de tu imaginación.

- ¿Por qué? ¡¿Por qué?! - gritó aquel chico entre sollozos – Sí… he sido un estúpido, un estúpido por pensar que tú tenias corazón, y sí… me has engañado, que tonto he sido, me has engañado, pero te prometo que sufrirás, sufrirás la vergüenza de haberme echo esto, sufrirás el desprecio de todos, así como me has despreciado a mí.

Yunho, ante aquellos gritos, camino sin hacer ruido hasta aquella habitación, donde la puerta, estaba tan sólo unos dedos abierta y de repente, escuchó tres disparos y el fuerte golpe de un cuerpo cayendo al suelo.

Aterrado, se quedó paralizado en aquel lugar, mirando por aquel pequeños espacio y observando como un hombre, bien vestido, alto, con pelo corto y castaño, arrastraba a otro chico por aquella habitación, dejando una enorme estela de sangre en aquel suelo de madera. Ante sus ojos, se clavo aquella cara, esa cara, la misma cara, que había fotografiado aquel día en aquel accidente. Ese chico, el de aquella foto, ahora, había muerto ante sus ojos.

- Yunho… Ayúdame… - susurró una voz. – Ayúdame.

Y Yunho, despertó empapado de sudor.

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