Autor: Aemin
Pareja: YooMin
Extensión: Oneshot
Género: Lemon
Todos pasamos la vida buscando alguien con quien conectarnos, con quién tener un lazo; y cuando lo encontramos, le perdonamos todos sus pequeños defectos.
Pero hay defectos contra los cuales es difícil hacerse el ciego. No para siempre al menos.
Toda esa pasión, esa fuerza. Intenté resistirme pero…bueno, al final resultó irresistible. Perdona si esta carta hace uso de este lenguaje tan… ¿exquisito? Es el único que puedo y sé usar. Es mi idioma.
Necesito exhumarme con algo, necesito algo catárquico, que alguien más lo sepa, no me importa si eres tú o quién sea, lector querido. Sólo… te ruego… sé paciente y, sobre todo, antes de salir huyendo, toma en cuenta que yo lo vi todo esto en primera fila, todo lo que ahora tú lees; la bestia arrastrándose, las garras produciendo ese siseo en el suelo, y el dolor, sí, sobre todo el dolor de todo. Quisiera terminar esta historia con esperanza, pero sólo el tiempo dirá si lo logré.
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Era uno de tantos simples campesinos que tuvieron que encerrar a sus vacas, temiendo verlas despedazadas a la mañana siguiente. Y uno de tantos que desesperaba al ver que sus esfuerzos no podían salvar al ganado.
Igual que todos, suspiró resignado, pensando que sólo las vacas y cabras eran las víctimas de aquélla extraña peste, y pensó con agria ironía que lo de menos sería vivir de pollos, patos y lechugas. Así lo creyó hasta que apareció el primer cadáver despedazado de una mujer; a ella le siguió una joven embarazada desangrada del vientre, otras doncellas, y no pasó mucho tiempo cuando jóvenes y niños, tanto mujeres como varones, fueran víctimas también. Los padres de los supervivientes se encerraron en sus casas, el pánico corriéndose por el pueblo como una fiebre. Él ocultó a su hijita, su tesoro, el regalo que su esposa le había dado con su propia vida, en su sótano, bajo llave, y montó guardia hasta que sus ojos enrojecieron. Pero a pesar de sus heroicos esfuerzos, la niña fue desgarrada y su blanca piel se manchó de escarlata cuando la abrazó al hallarla a las orillas del río.
Fue llorando, inclinado frente a las tumbas de su esposa e hija, que lo encontró por primera vez. En el límite entre el cementerio y el bosque, recargado en un árbol, un joven de tez morena lloraba, lloraba en silencio, sin cesar. ¿A quién habría perdido? Recobró un poco la compostura y caminó lentamente hacia él pero el joven, al verlo, se escabulló entre los árboles, como un venado asustado.
Volvió a encontrarlo en el pueblo, viendo los panes en sus cestos como un cachorro ve los filetes en la carnicería. Se acercó a donde estaba y sin preguntarle compró un bolillo y se lo ofreció. El muchacho miró el pan, luego al hombre de piel blanca como leche que se lo ofrecía y de nuevo al pan.
-Tómalo- le dijo. El joven dudó, - es un regalo, tómalo por favor. Sé que tienes hambre.
El muchacho tomó el pan casi con violencia y lo devoró. El hombre sonrió. En cierto modo le recordó a su niña cuando comía pan dulce.
-¿Estás solo?
El muchacho alentó la velocidad con que masticaba el último trozo de pan, tragó lentamente y asintió sin mirarlo. El hombre pensó mencionarle el suceso en el cementerio, pero prefirió callarlo.
-Gracias. Por el pan- dijo el joven, dando media vuelta y caminando despacio. Era la primera vez que escuchaba su voz.
-¡Espera! –le llamó.
Pero el joven había desaparecido entre la gente. Al hombre le pareció una actitud algo extraña y solitaria. Se encogió de hombros y volvió a casa.
Por esas mismas fechas, el gobernador de la región convocó a junta. Había que dar fin a las masacres encontrando y matando al asesino, lo que sea que fuera. Para ello, cualquier varón mayor de 20 años podría enlistarse junto con los soldados en una brigada especial de protección y vigilancia. Él se enlistó de inmediato, pensado que no tenía nada más que perder y mucho que ofrecer al servicio de sus vecinos y semejantes.
En las rondas encontraron más cadáveres de ganado, de niños y de adolescentes, todos desgarrados, sangrantes. Y una vez vieron, no muy lejos del pueblo, una gran bestia, peluda, de brillantes ojos negros, acechando desde los límites del bosque. Armados de escopetas, palos y rocas, corrieron hacia la bestia, y al oír el crujido de sus pasos ésta volteó hacia ellos, gruñó con puntiagudos colmillos asomando en su hocico escurriendo escarlata y salió corriendo. Uno de sus compañeros se acercó a ver lo que el animal devoraba.
-El joven de la señora Im. O lo que queda de él, pobrecillo, -dijo con pesadez. Cuando él lo vio casi devuelve la cena.
Al menos ya sabían lo que estaba causando esas masacres. Lo complicado ahora era saber cómo deshacerse de la bestia. Habían creído que los aullidos eran de los perros de caza, o de las víctimas, gritos desgarradores de las noches de terror. Una noche se probaron equivocados. Terriblemente equivocados.
Siguiendo la pista dieron con el asesino una noche y le dieron caza. La bestia corrió y corrió y de pronto se detuvo, haciendo que algunos, al detenerse de golpe, tropezaran o resbalaran con el fango y el suelo húmedo. Apuntaron con sus escopetas y la bestia irguió la cabeza al cielo y luego aulló, largo y agudo; en pocos segundos, otros aullidos no muy lejanos se unieron a coro. Todos miraron alrededor y no todos volvieron a la persecución cuando la bestia volvió a correr. Pocos metros adelante, la bestia se reunió con otras dos o tres de su talla y siguieron corriendo, separándose después. Él fue con un compañero tras dos de las bestias, pero doblando tras un grupo de árboles se encontró sólo. Dando algunos pasos escuchó, más adelante, ruidos extraños, no muy lejos. Algo como crujidos, arrastre de algo sobre ramas, arañazos, tierra removida, y el aroma a musgo arrancado. Se acercó al sonido, ayudándose con el aroma que le llenaba la nariz, escuchándolo cada vez más y más fuerte, y cuando casi todos los sonidos cesaron excepto el siseo y el arrastre, de pronto, aceleró el paso hacia allí. Llegó junto a un árbol de enorme tronco, como muchos, con gruesas y largas raíces, algunas lo suficientemente salidas de la tierra para formar arcos; entre las raíces una figura se quejaba y arrastraba. Se acercó para cerciorarse y la figura volteó a verlo. Luego, como relámpago, su compañero cazador apareció del otro lado del árbol, apuntando con la escopeta a la persona de abajo, y así de rápido él bajó hasta la figura y se interpuso, gritando:
-¡No! ¡Espera!
-¿Qué te pasa, Yoochun? ¡Muévete de ahí!
-¡Es un ser humano!
La figura, ciertamente un humano, miraba a uno y otro, algo temeroso.
-¡Está cubierto en sangre!
-Eso sólo lo hace una víctima más – sentenció Yoochun, quitándose el abrigo y posándoselo sobre la espalda al joven, el mismo del pan y del cementerio.
La circunstancia podría haberlo probado como todo menos víctima, pero…cierto…cariño, o cierta… necesidad de protegerle se puso delante de cualquier otra cosa, cualquier otro sentimiento o sospecha.
-¿Estás bien?- le preguntó.
-¿Yoochun?- el joven murmuró.
-Ése es mi nombre; ¿estás bien?
El joven asintió e intentó levantarse con rodillas temblorosas. El compañero cazador se marchó, resoplando. Yoochun sostuvo al joven.
-¿Estás herido, cierto? – le preguntó pero no respondió, - ¿puedes caminar? Te llevaré al pueblo a que te curen tus heridas…
-¡No! – el muchacho se apartó de él y se tambaleó. Yoochun pudo notar algunas heridas en sus brazos y piernas que la ropa desgarrada permitía ver, y quién sabe cuántas más tendría debajo.
-En el pueblo estarás protegido. Nadie te hará daño, lo prometo –le aseguró Yoochun, ofreciéndole su mano. El muchacho miró su mano y luego su rostro antes de dar un paso hacia él, sujetando la chaqueta con una mano para mantenerla puesta, cubriéndole. Yoochun pasó su brazo por sus hombros y le ayudó a caminar, despacio, sonriéndole con confianza.
-Gracias. Por el pan. Y la chaqueta – dijo el muchacho en voz baja poco después. Yoochun sonrió más.
Entraron al pueblo y sólo las luces seguían encendidas. Mujeres y niños dormían con sus maridos y padres mientras la brigada jugaba al héroe en el bosque. Nadie vio entrar al joven harapiento de piel morena que caminaba encorvado al lado de Yoochun.
El hombre lo llevó a su casa, le dio medicamento para sus heridas y comida, calentó agua para que se aseara y le preparó una cama en el sótano para que durmiera. Al principio el joven parecía incómodo, pero pronto se acomodó en la camita de paja y cayó profundamente dormido, en un sueño reparador. Yoochun lo arropó y no pudo evitar acariciar ligeramente su sien al acomodarle un mechón de pelo detrás de la oreja. Era un joven muy lindo.
Al día siguiente hizo sus labores, olvidándose del joven moreno hasta que se apareció en el umbral del comedor.
-¡Ah, me sorprendiste! ¿Tienes hambre?
-Sí…
-Siéntate. Comeremos y luego podrías acompañarme al mercado por…
El joven negó.
-¿No?
-No…no quiero ir al mercado…
-¿Por qué no?
El muchacho desvió la mirada.
-Bueno. Entonces me esperas aquí, ¿sí?
El joven asintió. Luego sonrió levemente al ver la comida. Yoochun sonrió su vez y ambos comieron con alegría, pero en silencio, como si fuera una ceremonia; Yoochun aún no sentía la suficiente confianza de preguntarle su proceder, temeroso de tocar fibras sensibles o heridas, ni siquiera le había preguntado su nombre…a pesar de tenerlo ahora frente a él, en su mesa, hablaba tan poco además, que…
Se fue al mercado. Hizo su ronda con la brigada, volvió a casa y encontró al joven durmiendo en el sótano, con las largas piernas dobladas cerca de su cuerpo. Lo arropó y volvió a acariciar su mejilla. Así ocurrió al día siguiente, y el siguiente y el que siguió a ése, tornándose en semanas.
Una noche, tras arroparlo y acariciar su mejilla, creyéndolo tan profundamente dormido como siempre, el muchacho abrió levemente los ojos, mirándole y le sonrió, para luego volverlos a cerrar. Yoochun no pudo apartar su mano de la fresca y cálida piel morena. Sintió un cosquilleo en las manos, su corazón palpitándole en la garganta y galopando en su pecho. Sintió los labios y la lengua secos.
El muchacho seguía inmóvil a pesar de la mano blanca en su mejilla. Sintiendo la sangre golpeando en sus sienes se hincó al lado de la camita, levantó levemente el rostro del moreno con la mano en su barbilla, se inclinó y, sintiendo el suave y débil aliento helarle los sentidos, posó sus rosados labios sobre la delgada línea de labios morenos, sólo para buscar separarlos con los propios segundos después. El joven abrió los ojos al sentirlo e intentó mirarlo a los ojos, luego ladeó su cabeza para profundizar ese beso, repentino y por alguna extraña razón tan…delicioso. Yoochun separó los labios y los dientes, dejando salir su lengua para encontrarse con la del menor. El joven acogió su lengua, juguetón, moviendo la suya para frotarla con la ajena y luego invadir la otra boca. Luego los labios empezaron a succionarse con voracidad. Yoochun sentía que su sangre hervía más y más cada vez, las burbujas revoloteando en su cabeza; aprisionó el rostro del moreno con sus manos, sintiendo sus mejillas calentándose aún más que sus manos, su mandíbula moviéndose al compás de su cálida y ágil lengua. Dios, eso fue…
Un poco de cordura volvió a Yoochun pero se desvaneció cuando los dedos del menor, como afiladas garras, lo sujetaron por los brazos, tiraron de él para con facilidad colocarlo sobre la cama, debajo de él, como si Yoochun no pesara nada realmente. La boca del joven devoraba la suya y él correspondía, sediento. Luego le besaba las mejillas y volvía a su boca, jadeante, sus manos tirando y desgarrando su ropa en los brazos, la espalda, luego en las piernas. Yoochun lo abrazó y cerró los ojos, cediendo a sus violentas caricias, sintiendo la precisa, viril y bestial forma en que el cuerpo del moreno se movía sobre él. Ya desnudo sintió los dedos recorriendo su cuello con firmeza, de arriba abajo, mientras los labios llenaban de calor su pecho, lamiendo con violencia sus pezones; el hombre gemía quedamente, sus labios rosados e hinchados de pasión estaban separados en un estático gesto de placer nuevo, sus manos apretando puños de paja bajo las sábanas, luego entrelazándose en el cabello oscuro.
El joven se irguió y se arrancó las ropa, Yoochun pudo notar lo esculpido de su torso y sus brazos pocos segundos antes de que, con los pechos de ambos agitados, se abalanzara sobre él, comiéndole a besos la boca, mientras su mano sujetaba bruscamente su ya erguido miembro, frotándolo con toda la mano, haciendo que su blanca piel vibrara, se deslizara, revelando un bultito rosado sólo para volver a ocultarlo. Yoochun gemía con desesperación en su boca, su sangre corriendo como una estampida, calentando cada parte de su ser, sus ojos cerrados amenazaban con dejar salir lágrimas de ansiedad. Sintió los dedos de la otra mano presionando su espalda, arañándola, dejándola ardiente mientras los dientes le mordían los hombros, la clavícula, el pecho, entre quejidos y gruñidos. De pronto lamió su oreja y susurró, cálido:
-Mi nombre es Changmin.
De nuevo un miligramo de cordura cruzó por la mente de Yoochun al escucharlo. Changmin. No, no había pensado llegar a todo esto cuando besó sus labios… ¿o sí? Ya no estaba seguro de nada más que de la traviesa sonrisa dibujada en los labios del moreno.
-Chang…ah~
Esa cálida lengua había pasado con increíble rapidez de su oreja a su ombligo, lamiéndolo y hundiéndose en él para luego mordisquearlo. Después pasó a lamer aquél bultito rosado en el límite de su ser, como si fuera un caramelo. Yoochun podía sentir como todo su cuerpo vibraba, su respiración era pesada, atorando los gemidos en alguna parte de su garganta. Después sintió cómo le mordisqueaba los muslos, dejando marcas rosadas, poniendo las manos en los morenos hombros y apretándolos un poco, luchando por contenerse, aunque ya a esas alturas era imposible. Sentía la garganta tan seca y el cuerpo tan ardiente, quemándose más y más en las caricias y la cercanía del otro cuerpo.
Luego Changmin subió hasta sus labios, dejando un caminito de mordidas, mientras acomodaba su cuerpo con las piernas a cada lado de la cintura blanca, Yoochun no comprendía qué estaba haciendo hasta que sintió la punta de su miembro penetrando algo muy cálido y estrecho, y las manos del menor apretado la piel de su pecho; miró abajo y notó cómo su hombría entraba lentamente en el cuerpo del joven, debajo de la erección ajena. Cerró los ojos, echando la cabeza atrás, sintiendo una fuerte ola de placer. Lentamente Changmin empezó a moverse encima de él, con la espalda erguida y las manos en su pecho blanco, arañándole mientras gemía. No, gruñía más bien. Poco a poco fue acelerando sus movimientos, como si montara sobre un corcel, y Yoochun ya no sabía si sujetarse a su cintura o sus piernas, gimiendo con él, sin control. El menor se inclinó despacio hasta quedar a pocos centímetros de su separación, sin dejar de mover su cadera; su cálido aliento se mezclaba con los jadeos de Yoochun, embriagando a ambos. Yoochun empezó a mover su cadera también, permitiéndose sentir aún más ese roce con el otro cuerpo; al sentirlo, Changmin echó la cabeza atrás, soltando un quejido gutural para luego acelerar el ritmo, su cadera galopando igual que su corazón. Se recostó sobre él, pegándose pecho con pecho, muslo con muslo, y lo miró a los ojos, sus pupilas destellando placer y lujuria animal. Yoochun lo tomó por la nuca, sintiendo algunas gotitas del sudor del moreno caer sobre su propia frente perlada y lo besó en la boca, hambriento, respondiendo lamidas y mordidas. Su hombría estalló poco después en el interior de Changmin, llenándolos de calor, provocando espasmos en todo el cuerpo del blanco; pero el joven no se detuvo, al contrario, se empezó a mover despacio y firme, haciéndolo más profundo tan sólo prolongando el clímax de Yoochun, impidiendo que su miembro se durmiera otra vez.
-Aaaannnn….-la voz del mayor sonaba ahogada, su mente viajaba en una espesa neblina.
Gemía gravemente con cada movimiento, era como si Changmin tuviera un frenesí sexual, imparable, jamás en su vida él había durado tanto en el acto, era inhumano. Inhumanamente excitante. El moreno continuaba con los párpados casi cerrados, los labios separados dejando salir gruñidos y vapor de su aliento, sus uñas empezando a sangrar el pecho de Yoochun, quien se preguntó si seguiría sintiendo ese exquisito vaivén hasta que despuntara el sol…
Aún con un temblor incontrolable en todo el cuerpo, estiró un brazo para alcanzar la palpitante hombría de Changmin y acariciarla. Min se estremeció.
-N-no…no es necesario…que me toques…-murmuró gravemente, - Hah~
Aún así Yoochun continuó acariciándole, mirándolo a los ojos. Changmin cambió el ritmo nuevamente, moviéndose como lo dictaba la mano blanca que frotaba su miembro. A pesar de la magia y la delicia del momento, Yoochun empezaba a sentir el peso del cansancio.. “Llega ya, maldita sea...” pensó, moviendo más rápido su mano. Al fin, Changmin hizo un fuerte movimiento y se corrió en su mano, gritando.
Noches como ésta se repitieron tres, cuatro veces por semana desde entonces. Si Yoochun no bajaba al sótano, Changmin aparecía en su habitación, en el umbral de la puerta o de plano sobre su cama, la mayoría de las veces desnudo e incitante. Lo cierto era que cada vez era más salvaje, más bestial. Y ya no sólo Changmin era insaciable hacia su cuerpo: Yoochun podía seguirle el ritmo cada vez más tiempo. Unas veces se dejaba montar, otras le penetraba de frente, otras de lado o lo acometía por las espaldas. Una vez el menor le asaltó en la cocina, mordiéndole el cuello y manipulándolo directamente al colar su mano bajo la ropa; otra vez fue Yoochun quien lo acorraló en el baño y lo tomó contra la pared, el frío de las lozas sólo provocándoles a más no poder. Confesar todo esto sería muy vergonzoso y provocaría un fuerte sonrojo en el confesor, si no una excomunión, pero no hay otra manera de eximirse, rogando un juicio benévolo. Quedó maldito. Desde que besó sus labios la maldición lo marcó como veneno, llenando sus venas, quemando su razón, cegándolo. ¿Amor? ¿O sólo deseo carnal insaciable? Después de todo, Yoochun aún era joven… y Changmin aún más…
He de decir que no todo era sexo salvaje a cualquier hora, donde fuera y en cualquier posición imaginable. Yoochun seguía con su vida normal, rutinaria para el resto del pueblo que le conocía. Sólo él y su joven amante sabían en qué clases de bestias se convertían al ponerse el sol, la causa de muchos moretones, cortes, rasguños y marcas en la blanca piel del Sr. Park, y cómo tan pronto se había repuesto del luto. A la gente le pareció extraño sobre todo esto último, pero de esas rarezas benéficas, neutras, inexplicables. Nadie vio el peligro, nadie lo sintió, mucho menos Yoochun. Él estaba satisfecho con esa nueva vida de rutina diurna y expectación nocturna, intrigado y ansioso de probar las posibilidades que el arte amatorio le había revelado bajo esa piel morena, anhelando el calor, el cuerpo, las uñas y hasta los dientes de Changmin, su inquilino secreto.
Así hasta que las cosas dieron un giro inesperado. Todas estas historias, realmente, lo tienen, ¿cierto? Así que no debería de ser tan inesperado.
Una noche Changmin desapareció. Justo así, de pronto; Yoochun se separó de la brigada de seguridad para buscarle por el bosque, y a pesar de la clarísima luz que la luna llena le brindaba, no pudo hallarlo. Volvió a casa desorientado, la desaparición del moreno pesándole más que los cadáveres encontrados, desgarrados y destripados como los demás. No tuvo noticias ni señales del joven hasta el atardecer posterior, cuando casi choca con él al salir de casa, encontrándole cubierto de tierra y barro semi-seco.
-¡¿Dónde estuviste?!
El moreno no respondió.
-¿Dónde – estabas? – repitió, pausando cada palabra para darles peso. De nuevo el muchacho se limitó a bajar la cabeza, en silencio. Yoochun le soltó un bofetón.
-¡No vuelvas a irte así!
-Tenía que hacerlo…
-¡Es peligroso! ¡Algo está masacrando a la gente allá afuera!
-Lo siento…
-¡No quiero perderte también!
-Lo siento – Changmin lo abrazó y Yoochun lo llevó adentro. Lo lavó y secó, ignorando las heridas nuevas y el extraño aroma del barro. Cenaron juntos y volvió a poseerlo como postre, esta vez en su cama, despacio.
-Promételo, Changmin…-murmuró en su oreja mientras presionaba su entrada, - …no volverás a irte…
-Umgh…-el menor cerró los ojos, ajustándose, - te prometo… -abrió los ojos para mirarlo fijamente, - no hacer nada que te lastime así, Yoochun…..nnngh…
Se besaron mientras estrechaban sus abrazos por la espalda del otro, la cama agitándose lenta y precisa como un barco.
Las cosas volvieron a lo de antes, hasta que poco después el caos atronó sobre el pueblo. Una de las bestias había entrado a una casa y había asesinado a l bebé y los niños que habitaban ahí, pero la habían hallado muerta también, con el brazo de un crucifijo de plata enterrado en el cráneo. Por un lado los aliviaba saber que esas criaturas, que parecían gigantescos lobos, eran tan mortales como las demás; pero por otra parte, el terror azotó a todos al darse cuenta de que estos lobos ya no se limitaban al bosque y su límite, sino que habían entrado al pueblo y profanado una casa. La gente se encerró en sus hogares, la brigada se dividió en dos, cazadores y guardianes, los primeros continuando el rastreo de las bestias en el bosque, los segundos patrullando y aguardando en las callejuelas del pueblo, alertas.
Y hubo otro cambio del que sólo Yoochun se enteró: Changmin parecía nervioso y más violento de lo normal o común en él.
La noche antes de luna llena los cazadores acorralaron a una de las bestias en una ladera de piedra de las montañas colindantes al pueblo y la acribillaron con balas y piedras. La bestia no murió, por el contrario iracunda despedazó a dos de los cazadores. Tuvieron que salir huyendo. Yoochun llegó jadeando y helado a casa, donde Min lo recibió en el umbral de la puerta, abrazándolo y mirando hacia las copas de los árboles tras los tejados. Su mirada era recia y desafiante. Luego escuchó el relato de Yoochun con paciencia mientras bebía té, sosteniéndole las manos temblorosas antes de que derramaran el té por el suelo.
-Te lo juro, Yoochun. Nada va a herirte. Jamás.
La noche siguiente Changmin volvió a desaparecer. Esa noche los cazadores escucharon salvajes gruñidos y aullidos, pero nadie desapareció ni amaneció destrozado. Lo más grave fue que casi nadie pudo dormir, pero nada más. Ahora Yoochun estaba seguro: las bestias se habían llevado a Changmin. Lo buscó el resto de la noche y todo el día siguiente. Volvió a casa, descorazonado, y lo halló tendido en la cama del sótano a donde fue a echar una última ojeada, con graves heridas en el hombro y un costado.
-¡Por Dios, Changmin!
Zurció y limpió sus heridas y volvió a regañarlo. Changmin respondió igual que antes:
-Tenía que hacerlo…
-¡Pero…! ¡Mira lo que te hicieron!
-Pero estoy bien… y estaré mejor. Gracias a ti.
Yoochun resopló y Changmin se acercó a besar sus labios.
-Eres increíble, ¿lo sabías?
Min sonrió, ladeando su cabeza:
-¿Y eso te molesta?
-¿Cómo puedes alegrarme así de sencillo? –siguió quejándose Yoochun.
Min sonrió más, acercándosele.
-Y eres un caliente.
-Hasta ahora eso tampoco te ha molestado, Yoochun.
Yoochun lo tomó por el trasero y lo besó con fiereza. Contra la pared, con una pierna morena doblada alrededor de su cintura, volvió a tomarlo como si no hubiera un mañana, llegando a sangrar sus labios…
Incluso entonces no tenía idea. ¿Podría alguien ser tan ingenuo? ¿Verdaderamente estaba enamorado de ese muchacho como para estar tan ciego? Ni siquiera al contemplarlo durmiendo a su lado, desnudo, le pareció extraño que sólo fueran visibles las heridas recientes y no las de sus asaltos amorosos anteriores, mientras él tenía aún dos o tres bajo la ropa que aún no terminaban de cerrar. No le importaba. Aún.
Pasaron las lunas y se acercó la siguiente luna llena. Mientras el moreno dormía, Yoochun se encargó de tapiar y bloquear puertas y ventanas. No dejaría que las bestias se llevaran a otro ser amado. Y volvió a montar guardia frente a la puerta del sótano.
-¿Qué haces? – le preguntó Changmin al salir del sótano y verlo ahí.
-Te protejo. No dejaré que te lleven de nuevo.
-¿Quiénes? Yoochun ah, necesito salir…
-¿A dónde?
-Por favor, déjame pasar, debo salir.
Changmin intentó pasar por un lado pero Yoochun se interpuso.
-¡No! ¡¿Estás loco?!
-¡Me volveré loco si no me dejas salir! –el joven se frotó la cara, desesperado.
-¿Por qué?
-¡Déjame salir!
-¡NO!
-¡Agh!
Min parecía afiebrado, jadeando, sudando y luego temblando como si se estuviera helando en la nieve. Yoochun se asustó mucho de verlo así.
-Changmin…Changmin, ¿qué pasa? – acercó una mano, tenso, tembloroso, sin saber exactamente qué hacer. En eso se escucharon, no muy lejos, aullidos, agudos, punzantes. Yoochun volteó hacia atrás, viendo la pared como si de ésta viniera aquél sonido lastímero, cuando de pronto Changmin echó a correr hacia la ventana y saltó por ella, haciendo voltear hacia allí a Yoochun con el sonido de los maderos y los cristales reventándose, la tapia despedazada como si fueran ramitas de paja. Corrió a asomarse por entre los cristales rotos y logró distinguirlo apenas, desvaneciéndose en la oscuridad. Sin pensarlo corrió por su rifle y salió a buscarlo.
Desde la muerte de su espora, Changmin era el único ser para el cual no era Park Yoochun, sino un compañero íntimo. Un compañerismo elegido, conquistado, en extraordinaria armonía con la noche. La noche que caía sobre su cabeza mientras caminaba, no, marchaba entre los árboles, adentrándose en el bosque. Incluso en ese momento estaba seguro de que si Changmin moría, él no seguiría en la brigada con esperanza, sino con desesperación, como si él mismo estuviese muerto.
Su manzana de Adán subía y bajaba cada vez que inhalaba. Entre las nubes, las estrellas continuaban su silencioso recorrido titilante. El único sonido era el tambor en sus sienes. Luego hubo un gemido…tragó saliva y miró alrededor. Todo estaba en silencio de nuevo. Un búho ululó, haciéndolo saltar, y luego voló de un árbol a otro. Aullidos. Sintió que se helaba en su sitio de nuevo y cerró los ojos. La temperatura empezó a bajar y no supo cuándo se quedó dormido, abrazando la escopeta.
Gruñidos. Bufidos. El olor de sangre y lodo.
Abrió los ojos y la luz del amanecer casi le perfora los ojos. Pestañeó varias veces para acostumbrarse y notó una silueta frente a él, que poco a poco se hizo más clara hasta reconocer a una de las bestias, bufando y gruñendo frente a él. Tragó saliva y apuntó con la escopeta, dispuesto a matarla, pero en ese instante sucedió algo inesperado: el gigantesco lobo empezó a retorcerse, desgañitándose en gemidos, el pelaje cayéndosele por mechones como si una mano invisible se lo arrancara sin piedad, mientras su figura se encogía despacio. Yoochun estaba petrificado contra el tronco del árbol, estrechando el agarre en el tubo metálico de la escopeta; pocos segundos después tenía ante él a su joven amante.
Tenía las ropas desgarradas y algunos arañazos en brazos y rostro, pero estaba en general bien, entero. Le sonrió al ponerse de pie.
-Me asustaste.
¿Él? Yoochun casi muere de la preocupación al verlo saltar por la ventana y desaparecer en el bosque, ¿y Changmin temía porque se hubiese quedado dormido en el frio, buscándole? Y lo que acababa de ver… ¿había sido cierto o fue una simple alucinación producto del miedo de la noche anterior? De pronto el muchacho le abrazó con fuerza. Yoochun sentía que le faltaban las fuerzas, confundido, asustado, y algo enojado con el joven desobediente. Todo al mismo tiempo. Changmin acercó sus labios. El espíritu de Yoochun quería besarlo; su boca, no, como si tuviera un resentimiento independiente hacia él. Finalmente cedió ante su mirada añorante y lo besó, primero con extrañeza y luego sucumbió a él. Otra vez. Luego se apartó de él, como si un gramo de razón hubiera hecho efecto en su conciencia.
-¿Yoochun?
El hombre lo ignoró, mirando alrededor. Ya no estaba en el bosque, sino en casa, en su propia habitación, y no había estado recargado en el tronco del árbol, sino en uno de sus sillones. Eso era aún más extraño. Volteo hacia Changmin. Se miraron como si volvieran a conocerse, poco a poco, como su hermana la primera vez que volvió de un burdel. No lo pensó mucho más y saltó sobre él, dejando caer la escopeta, y le llenó la boca de besos.
-Yoochun…házmelo…
Sobre el sillón, recostados juntos, cada uno lamía y atendía la hombría ajena, sin prisa, disfrutándolo como si fuera un manjar. Estaban desnudos y la piel rápidamente empezó a perlarse de deseo.
-Recárgate, Changmin…
Obediente el joven se hincó sobre el sillón y se recargó en el respaldo, exponiendo su trasero a las atenciones de los labios rosados. Devoraba su entrada separando bien su trasero con sus manos, arrancando suaves y provocativos gemidos del menor. Luego se levanto, abrazándole, recostándose sobre su morena espalda, frotando su miembro con su trasero.
-Yoochun…-murmuró girando su cabeza ligeramente hacia él, - ya estás muy duro y caliente…
-¿Ya quieres sentirlo? –susurró en su oído, besándolo y lamiendo el lóbulo después.
-S-ssí…ahh…que bieeenn…ahhhh…
Con la espalda pegada al otro cuerpo, los brazos de Yoochun pasando a cada lado de su cintura, los dedos entrelazados con los del otro, Changmin disfrutaba abiertamente la sensación de tenerlo dentro, móvil, cálido y en crecimiento. Girando su cabeza alcanzaba los labios rosados del otro, besándose con pasión y humedad.
-Uhhmmm…más….más por favor…. –suplicó, recargándose de nuevo en el respaldo del sillón. Yoochun accedió de inmediato a su petición, dándole fuertes estocadas que alcanzaban el punto más sensible y profundo de su amante, - ahh…¡ah!...haaa…así…así….Yoochuuuuuuun….
¿Lo amaba menos de lo quue creía, ahora que sabía la verdad?
-E-eres…insaciable, Min….uuuhm…
No. ¡Qué fastuosa y cruel enfermedad es el enamoramiento! Lo había visto con sus propios ojos retorcerse, encogiéndose la bestia hasta volver a ser Changmin, y aún así…aún así…
-Ummmm….
-Ahhh…
Aún así no podía verlo más que como al joven amante al que quería proteger….y a quien quería poseer de todas las maneras posibles. El moreno le lamió la barbilla y los labios, tentador. Abrazando su cintura tiró de él, recostándose en el sillón con él encima, su espalda en el brazo del mueble, abrazando el torso del menor contra sí, apoyando un pie en el suelo para continuar con sus movimientos, poseyéndolo sin cesar. Changmin no dejaba de gemir con una mano en la que Yoochun tenía sobre su pecho y la otra en el antebrazo de la otra mano que le masajeaba rápidamente su miembro. Besó sus hombros, lamiendo un poco su espalda, sintiendo su ardiente piel, tanto que le quemaba con el calor que emanaba. Recargó su cabeza en su hombro y besó levemente su cuello.
-Minnie…
-Yoochun…
Siguieron así lo que pareció una eternidad, el mayor repartiendo caricias por el cuerpo de su amante, sin dejar de moverse, besando sus labios de vez en cuando hasta que Min se quejó en sus labios, aguda y placenteramente.
-Ya…yaa….ya… -gemía cada vez más agudo hasta que con un espasmo sintió el orgasmo, manchando su propio abdomen. Al sentirlo, Yoochun pronto llegó al suyo, llenándolo por completo, aferrándose a su cuerpo, relajándose poco a poco después. Lentamente su respiración se tranquilizó, aún debajo del cálido cuerpo del moreno, abrazándole. Cerró los ojos. El sueño cubrió todo su ser y sólo hasta el atardecer volvió a abrir los ojos. Miró a Changmin a su lado y besó sus labios. Era tan lindo y tan atrayente…entonces recordó lo que había visto una vez más.
-¿Por qué?
-¿Uhm? – Changmin volteó a verlo.
-¿Por qué?
-No sabría decírtelo, me siento atraído hacia ti…
-No eso. Changmin… -tomó su rostro entre sus manos, -¿por qué?
Changmin se levantó un poco para girarse por completo y estar frente a frente.
-Tampoco eso lo puedo explicar, sólo me asó…
Yoochun lo miró a los ojos y su mente se llenó con las imágenes de los cuerpos destrozados, la sangre, los bebés fuera de sus maternales vientres, y las bestias que lo devoraban todo con diabólica hambre y sed. Lo apartó con las manos, sentándose.
-¿Yoochun? – Changmin se hizo más para atrás al notar su expresión.
-Fuiste tú…esas mujeres…esos niños…
-Yoochun…- parecía dolido.
-¡Mi esposa! ¡Y mi…mi…!
-No…no, Yoochun…-se acercó a él.
-¡Mi niña! –lo empujó, levantándose del sillón, - ¡mi hija! ¡Tú! ¡Monstruo!
-Yoochun, lo juro, no puedo controlarlo…
-¡Monstruo!
-¡Escúchame! ¡No fui yo!
-¡Eres un demonio!
-¡NO! Lo juro, jamás las toque…yo…no fui yo, Yoochun, te juro por mi vida, te juro que no fui yo…
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Discúlpame, querido lector. En este momento mi mente está algo turbia.
Necesito, necesitamos un respiro de esto, ¿no es así? Respiremos…admiremos la luna, tan blanca como un vestido de novia, tan llena y redonda. Calma.
Calma…
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Apenas había despuntado el alba. Los rayos del sol teñían lentamente el cielo de naranja a azul claro. La lápida lentamente pasaba del gris oscuro al claro, de arriba hacia abajo, las letras grabadas en ella cada vez más nítidas. Sus labios estaban pegados a sus dedos, sus puños bajo su barbilla, sus codos sobre uno de sus muslos. Los ojos rojos y secos, no apartaban la mirada de esas letras.
-Yoochun…
No volteó a verlo.
-Lo siento…
-¿Cómo te atreves a venir aquí? ¡Maldito seas!
-¡No me llames así, por favor!
Volteó a verlo, sus puños y su mandíbula temblando.
-Sí…estoy maldito…pero…escúchame, por favor, yo no las asesiné. Jamás conocí a tu esposa, supe de ella después, y…
-¿…y?
-F-fue un accidente…un accidente…mi sangre hierve y mi mente se llena de voces aullando…intento acallarlos y no puedo…intenté alejarme…intenté mantenerme lejos pero por querer asegurarme de que no les atacaran…
Click. Fue un chasquido bastante reconocible.
Changmin dejó de hablar cuando Yoochun sacó una pistola y la apuntó hacia él, con lágrimas en los ojos.
-Yoochun…por favor…baja eso…-Min extendió las manos, suplicante.
Aún así, Yoochun disparó. Un trueno de metal y pólvora.
Changmin gritó, cayendo al suelo. Se giró y echó a correr en tres patas, con una mano sujetando su hombro herido. Yoochun volvió a disparar hacia sus pies. Changmin saltó sobre unas lápidas y desapareció entre los árboles. Iracundo corrió tras él pero no encontró ni rastro del joven entre los árboles. Aún así se quedó a esperar, vigilante.
La temperatura empezó a bajar junto con el sol hasta ponerse. Pronto empezaron a escucharse los gruñidos y aullidos de las bestias. Yoochun le quitó el seguro a su pistola, sintiendo que la ira le salía por los ojos. Miró hacia el cielo, apenas distinguiendo un rectángulo irregular entre las ramas, en cuyo centro la luna resplandecía. Ambos, el rectángulo de luz y los árboles, sobre todo aquél en el que estaba recargado, inmóviles en esta noche en la que el tiempo ya no existía. No existía nada más que su pistola, más viva que las propias manos blancas que la sostenían, temblorosas, y aquélla bestia, que lo vigilaba en alguna parte, seguramente, y a la que debía liquidar antes de que se defendiera de él, o moriría en sus garras, o peor, llamaría a otras bestias.
Ansiedad. Es como si sintiera con el corazón la falta del aire; se hacía más fuerte esa sensación que la lucidez. ¡Ah, qué alivio era luchar, luchar contra enemigos que se defendían, que estaban despiertos y eran reales! De pronto escucho el crujir de ramas, quizás bajo el peso de enormes patas que a su vez sostenían un gran peso. Yoochun comprendió con algo de nausea que estaba ahí, de pie, sólo, no como un guerrero, sino como un sacerdote en una ceremonia de sacrificio sirviendo a un dios poco benévolo e iracundo, y que debajo de su sacrificio había un universo junto al que aquélla terrorífica noche era más brillante que el día. Volvió a escuchar los crujidos, estaban cerca. Giró hacia donde escuchaba los crujidos y apunto.
-¡Park! ¡¿Qué hace aquí, sólo?!
Era uno de sus compañeros de la brigada. Detrás de él estaban otros cinco. Suspiró.
-Vine a patrullar, escuché algo y…vine…- se excusó Yoochun.
-Bueno, es peligroso que lo hagas sólo. Vamos –dijo el líder del grupo cuando de pronto algo saltó sobre él y vieron como su cuello era roto lenta y salvajemente. Todos gritaron y corrieron pero se toparon con una gran pared de piedra, y al mirar alrededor se vieron rodeados de un grupo de bestias. Yoochun estaba petrificado como los demás humanos, pegándose más y más a la superficie rocosa, cuando de pronto una de ellas saltó hacia él.
Todo fue muy rápido: en cuanto la bestia se abalanzó hacia él, otra de ellas saltó hacia la anterior, derribándola, y empezaron a atacarse a mordidas, luego se separaron y saltaron sobre otros miembros de la brigada. El instinto más animal y básico llevó a Yoochun a correr, aún con la imagen de las bestias peleando ante él grabada en sus ojos. No paró hasta verse entre las cuatro paredes de madera de su sótano. Jadeando intentó calmarse, pensar. Las balas no les hacían nada, ni las piedras. Sólo habían encontrado una de esas monstruosidades muerta, y tenía un crucifijo enterrado en el cráneo. De plata. Cierto, la plata podía vencer esa maldición. Buscó todos los objetos de plata en su casa y mientras se derretía en un caldero se puso a armar un molde de balas. Precarias, pero funcionarían, eso seguro. Mientras vertía el líquido ardiente en el molde, no podía dejar de pensar en ésos ojos cafés, tan llenos de pasión. Changmin. No tenía opción, él no podría vivir tranquilo sin vengarse…ni su demonio tampoco. Sí, había que llamarlo como lo que era, un monstruo medio lobo medio humano, enteramente bestia. De continuar como si nada hubiese pasado, la maldición sólo se expandiría. Tras enfriar las balas las cargó en la ruleta de su pistola y se la colgó del cinturón, guardando las balas sobrantes en su bolsillo.
Sintió que se asfixiaba. No podía con esto él sólo. Pero tampoco podía arriesgar a nadie más, ya muchos habían muerto por esto. Quizás…sí…eso…tomó pluma y papel, mojó la punta con tinta negra.
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Ahora conocen mi historia, mis motivos. Dejo atrás la tercera persona para que comprendas todo ahora.
Si venceré o no, no lo sé. Lo cierto es que no volveré aquí, donde tú, lector, has encontrado mis cartas. Y también es cierto que, cuando lo mire a los ojos, me dolerá tanto el corazón que tendré que dispararme después de a él. A mi Changmin. Ambos quedamos malditos, la maldición de los amantes, y de los hombres que se vuelven cazadores. Ningún santo puede ayudarnos ahora, ni los rezos de todos en las noches. Las cuerdas se han desatado, ahora veo la bestia con claridad. Seré yo el cazador ahora con pies sangrantes, no hay vuelta atrás. Sólo así cesarán los aullidos…aunque quizás, y espero que no, tú no puedas dejar de escucharlos a partir de ahora.
Lo siento.
Park Yoochun.
NOOOOOOO!!!! al final ya no me agrado micky :( si changmin le anda diciendo que el no fue para que le dispara, pero aun asi ame el fic y lo ame aun mas porque changmin era el uke
ResponderEliminarNoooooooooooooooooooooooooooooooooo !!!!! rompiste mi corazon pero aun asi amé el fic
ResponderEliminarnooooo porque lo mato T_T changmin....me gusto el fic, pero, pero changmin T_T
ResponderEliminarmaxshopi
Waaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! pero que genial!!! ME ENCANTO!!!^^
ResponderEliminarAemin! a pesar de que tengo mucha fiebre,me leí todo, por que soy tu seguidora!
ResponderEliminarwaaa muy buena la historia
la imagen de arriba me ayudo mucho!
me dio pena
pero es que era un amor enfermizo
que tenia que culminar con sólo la muerte de ambos
espero puedas escribir más cosas asi
te esperaré! graciass ! se te quiere
muak muak
Lú
Q______________________
ResponderEliminarGracias a todas por sus comentarios ^^ sobre todo el de Lú, me encanto,g racias por leerlo pero no te sacrifiques o.o aunque seas mi fan *o*
ResponderEliminarIntentare mas adelante escribir otra asi, a ver que tal queda ^^ la verdad no queria que fuera la tipica historia de Lycans vs Vampiros donde los Lycan son todos malditos come hombres y blah blah... mi lycan tambien tiene sentimientos, y aprovecho que si llegan aca abajo ya leyeron todo: Changmin no ha muerto....aun
ResponderEliminarTWT!!!
ResponderEliminarAemin Saranghee!! ♥
hace un corazón con sus manos y pies xD*
gracias gracias ^^
sii que horror no me baja la fiebre, pero NO moriré! soy como munrra...!! *okquepocaautoestimaxD*
wooo lo seguiras? osea CM no murió?? BIEN!!!
bueno si lo sigues , seria lindo!!! ;_;
necesito saber que pasa o en otra historia
hay todas tus historias son buenas! las adoro!
Yo tengo un grupo en FB con dos amigas que me ayudan de justamente esta pareja , osea el Yoomin " Changmin and Yoochun Kiss couple" *mete cherri xD
y lo e puesto para que otras personas lean tu fic ^^
bueno gracias por tus palabras! ♥ hugs!
Lú
OMG gracias Lú o_oU me siento alagada XD espero que muchas lo lean y les guste ^^ tanto como a ti
ResponderEliminarwooooooooooow... q gran Fic en serio me encantooo. Aemin tienes una mente privilegiada y no sè de donde te sale tanta inspiración pero MIL GRACIAS X COMPARTIR CON NOSOTRAS!!!...
ResponderEliminarme puso muy triste el final xq Yoochun no dejo q Changmin le explicara pero seria genial si la sigues pa ver q pasó sobre todo xq deseo q ambos se amen(xq sè q eso no era solo sexo había algo mas profundo q eso, lo malo fueron las circunstancias :S ), bueno perdón si soy tan idealista je...
Deby
Increíble *--*
ResponderEliminarAmé el final sadkasklds <3
porqueeeeee yoochun si min dijo que no fue, el que el no fue porque lo mataste noooooooooo te odiooooooo, mentira peor eres un malbado
ResponderEliminaro_o gracias por sus dolidos comentarios en contra de Yoochun XD
ResponderEliminarWAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuy bueno, de verdad me ha encantado.
Muchas felicidades.
Simplemente hermoso... la bestia despertó al cazador.. eso es tan lindo... tan romántico- suspira-
ResponderEliminarÉPICO, en realidad creo que tu OneShot tiene potencial de fic intenso hardcore! pero el hecho que Yoochun lo escribiera fue taaaaaaan genial... que creo que un fic largo no hubiese podido ser... Dios! en serio, que quedó lindo. Gracias a la autora y a quien los subió ;D
ResponderEliminarlo subi yo misma XD no tiene conti explicita, como dicen adelante no es posible ya que yoochun es quien lo escribe en teoria...que bueno que les quedaron ganas de mas ^^ ya subi mas yoomins, "Dicho por Changmin" y "Incondicional"~
ResponderEliminarMother of god!!!!!! esa buenísimo el fic!!!! escribes genial mujer por dios *o* XD exijo continuación T^T XD
ResponderEliminarnO PUEDO CREERLO ESTOY LLORANDO!!!!!!!.........Debes de continuarlo!!!!...Yo muero y no se mas de esa historia..........
ResponderEliminarHoli ;___;
ResponderEliminarNo sé qué decirte T___T dios mío, me hubieras visto explotar mientras leía. Para empezar: párrafo uno, sonrisa ladina de cómplice. Porque sí, mientras leía, me sentía cómplice de lo que se narraba. Eso de que sientes la emoción de que el autor (no sé si haya sido tu caso) tiene los dedos llenos de adrenalina mientras escribe. Ooooh, te juro que no sé qué decirte para que entiendas la manera en la que devoré lo que compartiste acá.
Felicidad ;____;
Y y y OMG~ A medida que avanzaba, y en la interrupción! Me sentí como golpeada en la nuca, caí en razón y no podía seguir leyendo de los nervios xD En vez de calma entré en pánico (?)
Y por último, porque no quiero aburrir...
Al final, mis manos tiritaban. Tenía la mente nublada. Me sentí perdida xDD
Estaba tan metida en la historia que volver a la realidad me descolocó xD
Eso. Espero entiendas que... hola, me enamoré de ti ♥
me encantooo ya lo habia leido y despues me acorde del titulo en un blog ^.^ me encanto yo tambn soy tu seguidora!! tienes una fan deskiciada XD buenisima!!!
ResponderEliminarIrisse: en efecto, sentia mis dedos y mi pluma casi moverse solos, con la voz de yoochun en español jeje pues sigueme leyendo ^^ en algun lado debe hber una lista por autor,si no, luego te paso mi listita ^^
ResponderEliminarNOOOOOOOOOOOO!! OMG! Dije que no podía parar de leerlo y no pare! >.< OH DIOS MIO! ¿WAEEEEE?!! WAEEE T___T Le grito monstruo! no había sido Changmin el que mató a su maldita-suertuda esposa y a la idiota de su hija! :celosyoominmodeon: luego Min lo defendió! NOOOOOOOOO! WAAHAHAHAHA....NOOOOOOOOOOOOO TOT Lloraré u.u....TE QUEDO GENIAL! AEMIN♥ I LOVE YOU ^^
ResponderEliminarIncreiblemente bien logrado, me encantó la idea de que fuera una história tan apasionadamente narrada, Que trajeras a estas cartas ese talento que tiene mi Chunnie con las palabras. La pasión que comoartieron, el amor no declarado que carga con el dolor y la tragedia. Eres muy buena, Al final creo que ChangMin no aseptaba su demonio, siento una opresión en el kokoro porque Chunnie no le dió beneficio de la duda, su dolor no lo dejó explicarse y siento que ChangMin tenía algo que revelar. Es un maravillos onshot. Aemin, Si aún escribes sobre mis dioces, seria genial que te animaras a escribir un serial sobre Licantropos. Canis Lupus lo que gustes, ultimamente estoy fascinada con ello por la pasíon y entrega que envuelve esos relatos y tú tienes talento para ello es por eso que este es un oshot que de deja ganas de volver a leer,( por eso me tienes aquí jaja.) OK GRACIAS POR LA HISTORIA.
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