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Arualthings

I know we are united. Cap. 8

Aquel abrazo pareció durar más de lo esperado. YooChun se quedo inerte sintiendo como la respiración del menor chocaba contra su piel. Por un momento creyó sentir los labios del pelicastaño pero no. Sonrió para sí mismo mientras sacaba sus manos de los bolsillos para posarlas sobre la espalda de JunSu, no sabía por qué pero algo le decía que debía corresponderle.

Poco a poco, y para la desgracia de ambos, las personas empezaron a reconocer al hijo de las empresas Park e iban deteniéndose para observar bien; cuchicheaban, murmuraban y curioseaban. Y entonces una de ellas grito totalmente exaltada sorprendiéndose de que SI se trataba del famoso Park YooChun. El primer heredero de toda una gran fortuna.

La gente comenzó a aglomerarse como unas verdaderas fans para al menos poder tocarlo. En ese instante intervinieron los guardaespaldas de YooChun para que aquellas manos mortales no se atrevieran a tocar a su alteza. JunSu al ver como la muchedumbre iba en contra de ellos no dudo en separarse pero YooChun lo mantuvo cerca, lo aprisiono entre sus brazos dándole a entender que no permitiría que le hiciesen algo malo. La multitud estaba loca y por poder alcanzarlo maltratarían a cualquiera y para ese punto JunSu se había vuelto una especie de ser importante para YooChun. 

Y como si alguien lo hubiera mandado a llamar, ChangMin apareció en su vehículo negro y a prueba de balas a unos tres metros de distancia de los objetivos (o sea del empleador y del asalariado). Los vidrios de ese coche eran oscuros, pero por favor les juro que ese auto brillaba más que el sol. Ningún ser humano pasaría de largo al ver el coche de Batman ¿cierto? y aunque el coche no fuera de él, igual no más no pasaríamos de largo al distinguir al conductor alias Shim ChangMin. Bueno la  cuestión es que de ese medio de transporte provino el sonido de un claxon. Dicha resonancia llamo la atención de todos los ahí presentes. Algo que sirvió de mucha ayuda para que YooChun y JunSu salieran alejándose silenciosamente de ese grupo de homicidas.
ChangMin cuando estuvo seguro de que YooChun había huido acelero dejando a unas espectadoras embobadas. ¿A dónde se dirigía?, pues a la biblioteca de la ciudad. Verán este jovencito amaba la biblioteca, adoraba su eterna frescura, perceptible aun en los días más calurosos; amaba su silencio murmurante, quebrado sólo por susurros ocasionales, el leve golpe de un sello y el rumor de las páginas vueltas en la biblioteca, donde las personas leían periódicos encuadernados; amaba la luz que caía en diagonal por las ventanas altas y estrechas, por las tardes. Le gustaba el olor de los libros. A veces caminaba por entre las estanterías,  contemplando aquellos millares de volúmenes imaginando un mundo de vidas dentro de cada uno. Era sorprendente, teniendo en cuenta que él también estaba en una organización de emos.

Al llegar al edificio estacionó su coche no lejos de él, poco después entro  pidiéndole a la anciana que atendía en el lugar algunos libros para su lectura. La señora le pidió que tomara asiento mientras buscaba los libros solicitados, este le dio las gracias y simplemente se quedo parado observando lo enorme que era el lugar.
- Oh, Hola – le saludó alguien con una sonrisa.

- ¿Qué haces aquí? – ChangMin expresó una mueca de seriedad absoluta.
- Bueno vine a devolver algunos libros y a pedir otros.

Y para variar señores, Kim JaeJoong también amaba leer, no a menudo pero le gustaba, el hecho de poder sumergirse en un mundo para olvidarse de todos los problemas, era lo que le complacía.

- ¿Lees? ¿Tú? – pregunto el chico de piel morena con las cejas alzadas, clara prueba de que dudaba.
- ¡Eh! – JaeJoong hizo un pucherito que hizo reír al otro.

ChangMin se limito a no decir más. No había visto a ese muchacho en días y si que le gustaba fastidiarlo. O mejor dicho…asustarlo.


Volviendo con JunSu y YooChun, ambos habían llegado a una especie de callejón, la gente, si es que era gente, estaban detrás de ellos como si fueran unos ídolos.

- Jefe creo que ya no nos siguen – declaro todo agitado apoyando su espalda en la pared con la vista hacia el cielo. Su respiración era irregular.

El mayor le miro con una mueca de expectación, estudiando con cuidado el perfil de su empleado. Sintiéndose cada vez más chiflado de tan solo ver a ese ser que tenía los ojos cerrados y confirmar a cada segundo que ese chico le hacía sentir algo nuevo y diferente.

Pasos. Se escucharon a la distancia los pasos de quien sabe quién; en ese instante YooChun giro bruscamente su cabeza hacia atrás y tras salir de sus labios un audible gruñido junto con un “¡mierda!”,…acorraló al pelicastaño simulando una escena romántica de dos sujetos que les vale un reverendo comino lo que digan las personas de ellos. Una escena que casi todos catalogarían como indecorosa, anormal e inmoral.
JunSu trago duro al apreciar la cercanía de YooChun. Era oficial. No podía seguir mintiéndose así mismo. Era exorbitante decir que no sentía nada de nada por el pelinegro. Eso era engañarse por voluntad propia. Ah pero se dijo que no lo volvería a sentir, que no se volvería a enamorar y ¿Qué paso?.

Helo ahí, con un corazón traicionero que le abría las puertas (sin su permiso) a un tal Park YooChun, un corazón que le decía a gritos que podía volver a enamorarse.

- JunSu-ah... – escuchar su nombre con ese tono tan sensual, le erizo la piel. – ¿Puedo…tocarte?
Vaya pregunta ¿no creen?, quien se lo habría esperado, ¡YooChun pidiendo permiso!.

A YooChun le pareció una pregunta estúpida, desde luego increíblemente estúpida, pero resultaba más sencillo plantear esa pregunta tonta que las que le daban vueltas en la cabeza.

“¿Esto es un sentimiento de cariño?, ¿crees que esto es amor YooChun?, debe ser la abstinencia, pero y si no es la abstinencia?.  Ahhh le has hecho mucho daño psicológico, verdaderamente le has confundido, y quizá lo sientes, pero ¿Qué es lo que yo siento de verdad?”.


Los labios del menor se movieron silenciosamente sin responder a la pregunta de su jefe, comenzó a exhalar el aire, o trataba de hacerlo. Sus ojos cafés, (hasta ese momento prestándole atención a su jefe) se desviaron hasta ver la silueta de un cuerpo, la sombra de una figura conocida. Sus ojos se posaron en el rostro de Lee EunHyuk.

- ¿Qué hace aquí?  – dijo en un susurro. El pelinegro al ver como los ojos de JunSu se desorbitaron, saltones, como un par de canicas, siguió la línea de su mirada hasta encontrarse con el entrecejo fruncido de un muchacho que al parecer conocía a su asalariado.

El pelicastaño al verlo con esa expresión de enemistad dirigida a su empleador sintió como una historia ya vivida daba comienzo con su repetición. YooChun iba a hablar, sin embargo se quedo con la palabra en la boca debido a que aquel chico se retiraba como si no los hubiera visto. Lo que el mayor no vio fue que se iba con una fingida tranquilidad.


Al cuarto para las seis el cielo se encontraba oscuro pero no llovía, la temperatura era agradable, a pesar de haber sido un día de frio. JunSu y YooChun caminaban por unas calles no tan concurridas, las luces de diferentes tiendas se iban prendiendo a medida que transcurría el tiempo.

YooChun le dedico una sonrisa al menor y este correspondió la sonrisa, segundos después el pelinegro le rodeo con el brazo y el asistente se acurruco contra él.

- Sabes, ultimadamente…pienso muchísimo en ti, JunSu – su tono era casi despreocupado, pero solo casi. El corazón del mencionado se tranquilizo un poco y después latió más deprisa unas catorce veces al darle sentido a las palabras del pelinegro.

- ¿Enserio?.
- Sospecho que este fulano EunHyuk te hizo sufrir, ¿no es cierto?.
- …No sé qué fue lo que me hizo – contesto el menor. Ante esta respuesta el pelinegro adopto un carácter pensativo. Aun recordaba que una hora atrás JunSu le había dicho únicamente el nombre de aquel engendro y aunque no había preguntado nada, creía que él se lo diría por cuenta propia.

Dieron la vuelta a la esquina encontrándose de frente con un estacionamiento. El mayor se dirigió a uno de los coches, seguidamente abrió la puerta bajo la atenta mirada de nuestro Delfín. El pelinegro le había pedido a la señorita Han que alistara su vehículo y le avisara en donde tendría que ir a recogerlo. No podía ir a su casa, ni mucho menos al hotel. No por ahora. La prensa seguro estaría ahí para hacerle preguntas del alboroto que había causado durante la tarde. Llamo al pelicastaño con un ademan de manos y entro al auto en calidad de chofer.

- ¿Tienes frío?. – preguntó una vez que JunSu cerró la puerta y se ponía el cinturón de seguridad.
- No, pero gracias – contestó todo risueño.

YooChun no respondió, sólo dio un suspiro largo para luego arrancar el coche posando su vista al frente mientras que el pelicastaño no dejaba de verlo con una sonrisa dibujada en sus labios.


Alrededor de una semana después de aquel día, Kim JunSu empezó a padecer insomnio por primera vez en su vida. Al principio el problema no era grave, pero fue empeorando de forma constante. Al cabo de una simple semana de inquietudes JunSu había alcanzado un estado de sufrimiento al que apenas podía dar crédito y mucho menos aceptar. EunHyuk nuevamente estaba presente en sus pensamientos. Aquella mirada que cruzo con su jefe no podía significar nada bueno, empezó a preguntarse qué significaría pasarse los años que le quedaban de vida aturdido, con los ojos de par en par y sin poder dormir.

“No puedo llegar a ese extremo” se decía cada noche “No puede pasar nada, no le puede pasar nada a YooChun”

¿Pero era eso cierto?, la verdad es que no lo sabía con exactitud, Eun podía llegar a ser una persona peligrosa, eso era malo. Sabía que debía dejar de jugar al investigador e ir al médico y avisarle a su empleador todo lo que había sucedido hace 4 años, pero para su sorpresa le costaba mucho tomar una decisión. Suponía que todavía debía guardarle fe a su ex. JunSu creía que lo que había visto en aquellos ojos de Eun era una mezcla de molestia y culpa. Era la mirada de un hombre que intentaba con todas sus fuerzas olvidar que hace 4 años la había cagado, pero la expresión al ver a YooChun fue muy fría, muy amenazadora, definitivamente peligrosa.

La alteración de su horario de sueño no habría importado de no haber pasado a mayores, ¡Por Dios! Hablamos de una semana. JunSu se habría adaptado a los cambios no sólo con facilidad, sino con gratitud. Una vez había leído en un periódico que la gente duerme menos a medida que envejece. Si perder una hora  o dos cada noche era el único precio que tenía que pagar  por el dudoso placer de sentirse un poco aliviado al pensar con más claridad si Eun haría o no algo en contra de su jefe, lo pagaría con mucho gusto. Pero ¿Envejecer?, aigo ¿JunSu  viejo?, si claro, y yo ya tengo 99 años y voy por mi primer centenario.

Durante un día a la mitad de la semana se había convencido a sí mismo que tan solo estaba experimentando un reajuste de su período de sueño, que su cuerpo estaba reaccionando de un modo totalmente normal a una serie de grandes cambios que se habían producido en su vida de entre los que se distinguían YooChun y EunHyuk.

Y ahora, en este preciso instante, se encontraba en su recamara, mirando al vacio.


En esa semana el pelinegro se había dedicado a su trabajo, y por supuesto que molestaba a JunSu en ocasiones pero no tanto como antes, ahora había un límite, un límite que él mismo se había puesto. Y por supuesto que había notado los cambios de su asistente en el lapso de la semana. Noto las ojeras y los ojos rojos que el pelicastaño presentaba. Una noche, entró a su habitación sin su permiso encontrándose con unas pastillas para dormir. Al día siguiente trato de preguntarle sobre su condición pero le fue imposible.

- Entonces es ¿amor? – ChangMin se encontraba en el despacho del mayor con un libro sobre su rostro.
- Si lo es o no…no lo sabré. Minnie sabes que los sentimientos no son lo mío.
- Hmmm… Si, es amor.

El pelinegro se levantó de su silla giratoria para pararse al pie de su enorme ventana, “¿Amor?, ¿Puedo amar?”, pensaba melancólicamente sin dejar de ver el cielo despejado del día.

Un leve sonido se escucho en aquel ambiente de silencio sepulcral; entonces…

- ¡¡Cuidado!! – se escucho la voz de ChangMin. 

Y en aquel momento una piedra rompió la ventana de YooChun esparciéndose trozos de cristal por todo el suelo.

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