Habían pasado semanas
y todos los fines de semanas desde aquella fecha Muerte se quedaba en mi casa a
dormir. En realidad me daba pena por su abuela pero quería tenerlo junto a mí
el mayor tiempo posible.
La luz de la mañana
del lunes iluminaba mi cuarto. Los rayos entraban poco a poco y levemente entre
las persianas y las cortinas.
Desperté con el
flequillo revuelto y levanté mi mirada al sentir como los rayos comenzaban a
molestar. Miré el reloj y todavía faltaba una hora para irme.
Pero algo más hermoso
que un amanecer se encontraba justo entre mis brazos.
Muerte estaba
completamente dormido con su antebrazo apoyado en mi cintura y totalmente
acurrucado contra mi cara. Lo miré y sonreí al ver como su flequillo cubría
prácticamente sus ojos.
Aparté levemente el
pelo de su flequillo y me fijé en su rostro viendo como sus pestañas y cejas
eran tan blancas que eran apenas apreciables. Su piel era pálida completamente,
tanto que se le veían las venas azules si te fijabas con detenimiento. Sus
labios eran rosados tirando a un color salmón, me encantaba besarlos... eran
tan diferentes del resto.
Todo el era diferente
y eso era lo que más me encantaba.
Comenzó a despertar y
yo fui lamiéndome los labios deseando que me mirase con eses ojos que me tenían
loco.
Como cualquier gatito
estiró su cuerpo y sus brazos y se me pegó mucho más sonriendo.
Lo miraba sonriente y
lo abrazaba contra mí acariciándole la espalda por debajo de la ropa y con una
sonrisa torcida esperaba por ver sus ojos de nuevo.
Aunque le había
insistido en que se fuera con su abuela ya que yo trabajaba el erre que erre se
empeñó en quedarse y dormir conmigo. Notaba como cada vez se soltaba más y
estaba dándome cariño y mimándome, lo mismo que yo hacía con él.
Todo sería más que
perfecto si esa mañana fuera la de un sábado y tuviéramos todo el día para
nosotros. Sin embargo siendo lunes yo tenía que levantarme súper temprano para
irme a trabajar y él tenía que asistir a sus clases, ya que se encontraba en
situación de desempleo y mataba el tiempo haciendo varias actividades así como
practicar deportes.
Él se levantaba
temprano todos los días para correr a lo largo del río Han. Era un chico muy
sano y yo estaba contentísimo de que ese chico fuese mi pareja.
- ¿Que horas es?
Se relamía los labios
mientras rascaba sus ojos que intentaban abrirse pero le costaban horrores.
- Son las 5 y
media...
Me acerqué y le besé
en los labios tranquilamente y de forma tierna, despertándolo con besos cortos
y abundantes.
No tardé mucho en
recibir el cariño recíproco cuando pasó sus manos por mi cuello y se agarró a
mí besándome sin parar.
Adoraba desperar por
las mañanas y verlo en mis brazos. Pero aún adoraba más tener muestras de
afecto que me levantaban el ánimo temprano en la mañana.
Los besos nos fueron
despertando a ambos y no solo del sueño, yo estaba que deseaba acostarme con él
definitivamente.
La ternura comenzó a
tornarse lujuria y mi lengua jugaba un papel importante ahora.
No solo jugaba con su
lengua y su boca, quería recorrer cada rincón de su cuerpo sin parar, hasta
terminar poseyéndolo.
Me puse encima de él
mirándolo y tragando saliva. No sabía como poder hacerlo de una vez con él. Las
mamadas ya no eran suficientes...
Lo miré a los ojos
fijamente y vi como me sonreía. Deslicé mi mano por dentro de su pantalón para
llegar a su miembro y comencé a masajearlo.
-
Jae...Jae...-tragaba saliva- que hoy tienes que trabajar... es lunes..
¿Recuerdas?
Asentía mientras me
acercaba a su boca sediento y lo besaba por donde pillase.
Seguía a lo mío
masajeándolo e intentando colar mis manos por otro lado al que todavía no había
llegado. Y él se volvió a dar cuenta parándome al instante.
- Ya sabes que no...
No me siento preparado aún...
Me mordía el labio y
le suplicaba con la mirada, ya estaba desesperado por hacerlo.
- Por favor... me van
a reventar las pelotas... las mamadas no me alivian... necesito hacértelo una y
otra vez- besaba su cuello con excitación- déjame entrar...
Muerte parecía
sucumbir a mis encantos y ya empezaba a gemir por las caricias que le daba en
aquella ahora tensa zona.
- Jae... no...
ah...-cerró los ojos con fuerza- no me hagas esto... no estoy preparado.
Sus labios buscaban
los míos haciendo que su lengua chocase con al mía y comenzase la sesión de
lujuria que tanto deseaba.
A ver si de una vez
por todas conseguía aliviarme de verdad..
Si no estaría
llegando a tal límite de ceguera y sed de sexo que tenía miedo de serle infiel.
Demasiada pasión
guardaba entre mis venas.
Parecía llevarlo a
donde quería y mientras lo estaba dominando después de comenzar a hacerle la
felación, me atreví a introducir un dedo en su entrada cercana.
Por suerte no se
inmutó y yo continué sorbiendo y preparándole la entrada para la inminente
estocada que pensaba propinarle.
Continué con mis
labios y lengua torturando aquella zona afectada por mis masajes y magreos.
Cuanto más me notase ocupándome de su pene menos notaría mis intenciones de
abordarle por un nuevo recoveco y sin estrenar.
La boca no la tenía
solamente húmeda de mi propia saliva, el líquido presemen de la extremidad que
estaba succionando servía como un buen lubricante. Aunque su sabor no se podía
describir con palabras ni sabores parecidos.
Continué con un
segundo dedo y quizás fue la intensidad con la que lo hice o simplemente que se
dio cuenta de que algo estaba donde no tenía que estar en ese momento.
Se rebotó y me pegó
para que parase. Apartó mi mano forcejeando y agarró mi cabeza para que la
moviera al ritmo que él me marcaba.
Ese arrebato me dejó
descolocado y solo pude parar mis intenciones iniciales y centrar todo en mi
boca.
- Ni se te ocurra..
Su voz se escuchaba
excitada mientras hacía control de la felación con sus manos en mi cabeza.
Gemía, gemía tan
fuerte con un sonido ronco y sensual que había atrapado mis oídos y solo quería
escucharlo así mientras le practicaba sexo oral.
Me centré en
complacerlo y en hacerle una buena felación como se merecía, ya que él no había
parado desde aquel día. Hoy se la tenía que devolver.
Pero aquellas manos,
esa fuerza inesperada que tenía me habían descolocado. Con lo delgado que era,
no me esperaba que tuviera ese agarre y menos tan fuerte.
Seguí lamiendo y
chapándosela hasta que se vino en su punto álgido y cayó rendido en la cama.
Aunque no había
conseguido mi objetivo principal, sí me había gustado hacerle la primera
felación y sobretodo escuchar eses gemidos que parecían de una bestia que
estaba encerrada y quería ser liberada.
Ahora el excitado era
yo por eses ruiditos que había echo.
Me subí encima de él
recolocándole la camiseta y la parte de abajo con calzoncillo incluido y lo
besé en el cuello destino su oreja donde susurré.
- No sabía que tus
gemidos pudieran tener ese punto tan salvaje... Muerte... no veo el momento de
hacerlo contigo... mira como me tienes... y después de escuchar esto... me
intriga más aún hasta que punto tus gemidos pueden ser tan salvajes... eres una
caja de misterios.
No dejaba de besarlo,
me había emocionado el solo hecho de pensar que no estaba hecho solo de
ternura, si no que tenía ese animal desconocido que no conocía y el cual me
había excitado sobremanera en unos segundos.
Muerte solo me abrazó
y correspondió a mis besos lentamente mientras me giraba y se ponía encima de
mí para ocuparse de ahora mi miembro, como de costumbre.
No noté de nuevo ese arranque
salvaje que le diera al hacerle la felación antes. La hizo como siempre.
Sensualmente sí, pero quería volver a sentir esa reacción sobre mí.
Me había asustado,
excitado y a la vez alarmado, viendo que escondía algo que ni siquiera era
notable.
Aquel agarre que
hiciera presionando sus dos manos contra mi cabeza me tuviera toda la mañana en
las nubes. Fuera tan, tan... inesperado que ahora me había dejado loco.
Miraba el papeleo una
vez en mi despacho después de volver del descanso del café y era imposible
concentrarme. Esa reacción me noqueara completamente. Solo podía pensar eso y
lo peor era que tenía que terminar lo que el Señor Kim Junsu me había mandado
el último día que no había terminado, obviamente, por lo que meneaba mi cabeza
y me golpeaba riñéndome por no ser capaz de concentrarme y solo pensar en
aquellos gemidos.
Traté por todos los
menos de centrarme por la mañana, pero llegó la hora de la comida y ya me di
por vencido.
Agarré mi almuerzo y
fui a la sala del café donde calentaría el Tupper de comida que me había
preparado mi niño.
Me pasé un rato allí
solo comiendo y me extrañó que nadie parase a comer. Pero con lo atareado que
estaba todo el mundo y la parsimonia con la que yo me dedicaba a lo mío, me
había dado el lujo de poder parar con tranquilidad a comer.
Entonces sentí abrir
la puerta y el niño de papá que ahora se había convertido en mi peor pesadilla
entraba por la puerta con la chaqueta colgando en su dedo por detrás de la
espalda.
Me saludó y yo bajé
la cabeza y vi como dejaba la chaqueta del traje y su cartera en la silla a mi
lado.
¿Pensaba acaso
sentarse allí?
Comía mi comida
tranquilamente y miraba de reojo lo que hacía. Fue en ese momento cuando miré
aquello.
¿Acaso todos los que
me rodeaban tenían un culo respingón y perfecto? ¿Porqué coño tenía culos así
delante de mí?
Nada más verlo me
acordé del culo perfecto de mi chico y como me ponía, a cien siempre... alguna
vez se me había ocurrido echarle nata y lamer esas nalgas hasta dejarme la
lengua en el intento.
¿Que pena había
afligido a alguien importante del pasado que me veía rodeado de tentaciones
mundanas por donde quiera que pasara?
Y no pude volver a
mirar aquel bien hecho trasero... También se lo lamería.
En ese momento fue
cuando me di cuenta que la falta de desestresarme sexualmente me estaba
afectando al cerebro y miraba a ese acosador con otros ojos, unos ojos que solo
tenían que pertenecer a mi Muerte, a mi dulce y encantadora Muerte.
Me centré en comer el
kimchi cuando volvió a la mesa y se puso delante de mí para comer.
No quería levantar la
mirada por miedo a un sonrojo o algo que mi acosador particular pudiera
malinterpretar.
Aunque si ahora lo
pensaba, desde el mismo momento en que regresé de vacaciones las veces que
estuvimos juntos y solos en toda la empresa nunca diera síntomas de acosador en
potencia como previamente y ya en cierta manera no me sentía tan agobiado con
respecto a ese tema de acoso.
Comimos en silencio y
en un momento dado el señor Kim Junsu comenzó a querer hablar de trabajo.
Como podía mentirle
ahora que sabía que iba directo a revisar las últimas cuentas que supuestamente
las tenía ya arregladas del viernes anterior, cuando en realidad me quedaban
más de la mitad por siquiera revisar.
Me iba a caer una
buena...
- ¿Y... terminaste lo
del otro día?
La persona que
supiera mentir mejor que yo y en un abrir y cerrar de ojos me arreglase el
papeleo, tendría mi respeto eterno.
Pero no había tenido
esa suerte, tuve que decir la verdad.
-A decir verdad no he
terminado todavía- pude ver su cara severa mirando a su plato- no me salen las
cuentas...
Como si fuera el
colmo a sus oídos levantó la vista y me miró sin todavía empezar a comer. Esto
ya era serio.
- No te preocupes...
de este día no pasa en que queden las cuentas arregladas, créeme.
Notaba como no solo
sus palabras eran como cuchillos que se clavaban en mi carne, sus miradas
también y eso era lo que más nervioso me ponía.
Y como dicho y hecho,
no me quedaba más remedio que terminar todo lo que no había hecho en toda la
mañana teniendo al Señor Kim Junsu vigilándome con una mirada el resto del día.
Ya eran cerca de las
10 de la noche cuando estaba a punto de terminar de hacer todos mis
"deberes" supervisados por el señor Kim Junsu.
Me sentía hambriento
y preocupado ya que Muerte no me había mandando ningún sms preguntándome donde
estaba y si me había pasado algo. Pero yo mismo le mandé un kakaotalk una vez
terminé y no tenía los ojos de aquel ser controlando cada movimiento de mis
músculos.
El señor Kim Junsu
mientras estaba sentado en una de las dos sillas enfrente a mí revisaba todo y
cuando me vio con el móvil no dudo en decirme.
- Esto no es el
recreo...ya hablarás con quien sea en un momento menos incómodo... cuando yo no
esté delante.
Me disculpé bajando
la cabeza esperando solo recibir regañinas cuando me pasó su móvil y me dijo.
- Llama a un servicio
de comidas que te guste... hoy cenarás aquí.
No dudé en hacer lo
que me pedía y llamé a un servicio de comida china de venta a domicilio. Una
vez llegó la motocicleta pagué con mi dinero ya que el jefe no me había dado
nada y entonces dependía solo de mí el pagar.
Pagué y me adentré en
la empresa con todo a oscuras.
Cuando llegué a mi
despacho pude ver como mi jefe había liberado parte de la mesa y ahora estaba
sentado al lado de mi asiento general esperando por mí para ir revisando los
errores.
Dejé la comida en una
parte de la mesa, abrí cada paquetito individual. Le pasé sus porciones al
señor Kim Junsu el cual aceptó comenzó a comer mientras no quitaba ojos del
papeleo.
Agarré también mis
porciones individuales y me senté en mi sitio comiendo centrándome en el tema
que me atañía.
Terminamos a las
11:48pm exactamente de revisar todo y dar por zanjado el tema, dándole al
papeleo el señor Kim Junsu el visto bueno. Recogimos las cosas y tiramos los
recipientes de comida que había sobrado.
Fui a tirar las cosas
al contenedor y al volver un aura extraña se adueñaba de aquel cuarto.
El señor Kim Junsu
recogía los papeles y los ordenaba y al verlo hacer eso le dije que me ocupaba
yo. Se apartó mientras yo tomaba el control y fue ahí cuando un nuevo tacto
para mí me tocó la espalda acariciándola.
Me sobresalté y lo
miré. Su mirada severa había cambiado a una lujuriosa y realmente daba miedo.
- Sé que empezamos
con mal pié... y dejé correr el tema de las cuentas forzándote a estar conmigo,
además que para dejarlas en limpio y ordenadas, para estar contigo... me gustas
Jaejoong... no dejo te tocarme pensando en ti cada día desde aquella... ¿porqué
no me das una oportunidad?.... no andarías con una tienda de campaña casi
diariamente... yo no dejaría que eso pasase...
Tiró de mí
agarrándome por la cintura y volviéndome contra la estantería. Pegando su
cuerpo excitado contra el mío que iba despertando a sus reacciones.
Me miraba a los ojos
fieramente como queriendo una palabra que aceptase su oferta para empezar a
follarme como un loco desesperado allí mismo. Pero al no ver respuesta y sólo
un chico tembloroso asustado, introdujo su mano dentro de mi pantalón. Aquella
tienda de campaña había aparecido y yo era débil, demasiado débil.
No quería que me
tocase, pero tenía tantas ganas de sexo que estaba dispuesto a recibir si era
necesario.
Acercó su cara a la
mía excitada y lamió mi mentón. Me lo besó después y fue dirigiendo sus besos
hacia mi boca temblorosa de tantas emociones.
El primer beso hizo
que abriera mis ojos dándome cuenta de la situación, que yo tenía pareja y lo
amaba con toda mi alma y que no me importaba si era hoy o mañana pero tendría
el mejor sexo del mundo con quien yo había escogido y que él no era más que un
acosador que se aprovechaba de mi debilidad.
Lo aparté sacando su
mano de mi pantalón y negué.
- Yo ya amo a
alguien, yo ya tengo a alguien y no me vuelva a besar o a acosar de ninguna
manera porque lo denunciaré...
La reacción que
esperaba por su parte era la de un ultrajado jefe que al ver como su
subordinado se revelaba y se enfrentaba lo dejaría en paz con solo escuchar la
palabra "denuncia". Pero estaba visto que no era un jefe normal.
Aunque le dijese todo
aquello se echó a reír y me miró con ojos fieros de nuevo mientras me hacía
retroceder con sus palabras hasta chocar con la pared.
- No te preocupes...
no te durará mucho la relación... pronto desearás tragarte no solo tus
palabras... mi semen correrá por tu garganta así como por tu recto... no
quedará nada de ti que no impregne de mi esencia... eso te lo aseguro...
Se quedó a dos palmos
de mí y acariciándome el rostro me dejó solo en aquel cuarto en el que más
situaciones de acoso sexual mucho más fuertes estaban por venir.
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