Estuvimos tiempo allí
parados besándonos y sonriéndonos. Se le notaba nervioso por la nueva
experiencia ya que no había nunca probado con un chico.
Pero eso ahora era lo
de menos, estaba dispuesto a enseñarle todo lo que hiciera falta enseñarle
aunque tuviera que fingir ser un experto. Me sentía el responsable de su cambio
de gustos sexuales y la verdad...
¡ESTABA ENCANTADO!
Cuando nos dimos cuenta
del espectáculo que estábamos formando recogimos mi compra y nos fuimos
directos a mi casa. Fuimos callados pero esta vez no era incómodo como la otra
vez.
Me miraba y me
sonreía y se ruborizaba levemente las mejillas cada vez que bajaba el rostro.
Pero jamás quitaba esa sonrisa de sus labios y yo me sentía dichoso.
Llegamos a mi
apartamento y abriéndole la puerta dejé que entrase.
Ahí fue cuando
realmente comencé a sentirme realmente nervioso. Mis miradas se fijaron en el
primer lugar visible. Un lugar abultado que sobresalía de su cuerpo y marcaba
una curva en forma de "S" en ese cuerpo perfecto.
Debía de ir a un
ritmo lento. Aunque ya probara parte de mí, lo hacía por complacerme porque
sabía que era gay... la verdad todavía seguía confundido con su reacción desde
que pisó mi piso hasta que se fue.
Porque habría jurado
que fuera él el más interesado en tener sexo desde el primer minuto.
La verdad debía haber
sido cosa mía porque... ¿si fuera un juego lo del otro día como podría estar
así de sumiso?... parecía más un pasivo que un activo como yo era y era
realmente extraño. Mi cabeza era realmente extraña, estaba seguro que fuera mi
propia cabeza que alucinara las cosas...
Pero de todos monos,
aquí lo más importante es que me aceptaba y quería intentarlo, darme una
oportunidad y buf... me ponía tenso cada vez que pensaba tenerlo bajo de mi
cuerpo haciéndole el amor una y otra vez...
Noté como me miraba
desde dentro y no entraba y se aclaró la garganta llamando mi atención.
- Te entrarán moscas
en la boca si no la cierras y ladrones si no entras y cierras la puerta.
Me puse colorado y
sonreí con cara de pena bajando mi cabeza y cerrándola detrás de mí.
Llevamos la compra a
la cocina y la dejamos en la mesa mientras veía como la lavadora ya había
acabado y me acercaba para sacar las sábanas.
El se apoyó en la
mesa y miró la compra viendo como había sábanas nuevas. Las sacó de su bolsa y
las miró sonriendo.
- ¿Las compraste
porque sabías que las estrenarías conmigo?
Levanté mi mirada a
la pared y lo miré con la velocidad del rayo soltando un "¿eh? no,
no" que hizo que me echase la lengua y guiñase su ojo. Entonces ahí me di
cuenta de que era una broma y me rasqué la cabeza riendo en alto.
- No hagas esas
bromas... como podría yo pensar en sexo...- soltaba risas entrecortadas con
cara de preocupación y volvía a mi faena con la lavadora metiendo la ropa que
quedara para lavar mientras noté pasos que se acercaban a mí y unos brazos
después que me abrazaban quedando prieto a mí apoyando su mentón en mi hombro.
- ¿Acaso no quieres
estrenarlas conmigo?
Su voz sonaba como
una queja, pero sonaba tan... cuco... tan lindo... me derretía de verdad.
Sonreí y agarré sus
manos y me giré dándole un beso en los labios tiernamente mientas acariciaba su
rostro.
- Claro que quiero...
pero no querrás que te estrene así sin más...
Me miraba haciendo un
puchero y agarraba mis muñecas mirándome con cara de corderito.
- ¿Y porqué no?...
Le di un beso en la
frente y le revolví el pelo.
- Porque duele
mucho...
Me abrazó fuerte y me
miró levantando la ceja. Y al escuchar su pregunta me quedé colorado
- ¿Acaso tu... ya lo
has echo?
Era momento de
mentirle, claro que no me lo habían echo, yo era activo... no dejé jamás que me
la metieran dentro, ni loco se me ocurriría.
- Claro... todos
probamos aunque sea una vez... y necesitas estar relajado para cuando... te...
bueno... ya sabes... que duele...
Me daba demasiada
vergüenza hablar de esas cosas así, se le veía tan inocente en ese momento.
Eses ojos y esa
sonrisa que me daba me parecían tan tiernos pero me quedaba cortado, no sabía
por donde empezar.
Nos mirábamos y
abríamos la boca como queriendo hablar pero siempre nos cortábamos y
sonreíamos. Me seguía agarrando y me miraba fijamente los ojos sin saber que
decir.
Esa noche Muerte no
se quedara a dormir, se fuera junto a su abuela para estar con ella. Pero nos
diera tiempo a comentar varios temas diferentes durante todo el día, sobre como
que había sido de su vida después del instituto, si había trabajado y en qué y
cuales eran sus sueños y esperanzas en el mundo laboral.
Cosas más personales
como, su color preferido; que evidentemente era el negro, si prefería gatos o
perros, a lo que me dijo gatos sin dudarlo o perros que fuesen peludos como los
gatos estilo Samoyedo. Nos pasáramos la tarde charlando tirados en el sofá con
calma. Compartíamos un montón de aficiones y eso era agradable.
Era encantador y se
había vuelto muy cariñoso conmigo. Descubrí con él un nuevo amigo, un amigo por
el que había sentimientos más profundos. El conocer las cosas más simples que
le inquietaban o le gustaban me hacían entender porqué lo amaba tanto y después
de aquel día me enamoró mucho más.
Pero la vuelta al
trabajo era inevitable, me volvería a encontrar con aquel niño de papa acosador
y cargante que solo se preocupaba de amargarme la vida.
Muerte no tendría que
saber, por lo menos no de momento, que me acosaban sexualmente en el trabajo.
Con suerte el niño mimado me dejaría tranquilo si se enterase que tengo una
relación estable.
Ahora no tenía porque
tener tentaciones ni sentir nada, podría apartarlo sin problemas, no dejaría
que ahora que lo tenía Muerte conmigo en estos momentos me lo arrebatase nadie.
Como todos los lunes
me había levantado temprano para ir a trabajar, pero esta vez no era un día
como cualquiera. Mi alarma personal no fue otra ni más ni menos que una llamada
de Muerte deseándome un buen regreso al trabajo.
Ese simple gesto me
había echo llegar por la puerta de la empresa con una sonrisa de oreja a oreja
al recordar su dulce voz despegándome.
Saludé a la
secretaria y a todo el mundo que me dio la bienvenida de nuevo y me elogiaron
por mi nuevo peinado, aunque estaban preocupados por lo pálido que me veían.
Les dije sin más que
me había enfermado durante las vacaciones y coló. No debía dar más
explicaciones.
La rutina de siempre
comenzó y pasándome todos los papeleos que habían llegado, junto con los
pedidos y demás quehaceres.
Esta vez no estaba
tan atento al trabajo como de costumbre ya que tenía a Muerte mandándome
emoticones al móvil. Imaginaba que lo hacía para darme ánimos y yo sólo le
contesté una de las veces.
"Me estoy
distrayendo completamente jeje con esas caritas... eres tan tierno... quiero
comerte a besos..."
Me daba vergüenza
escribir eso pero era lo que sentía, era realmente tierno y solo quería besarlo
y besarlo hasta desgastarlo.
Sentía en mi interior
como mi pecho se llenaba, como si todo lo malo de las dos semanas no hubiese
existido, lo olvidaba completamente de mi memoria con cada mensaje de su parte.
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Después de un mes mi
rendimiento en el trabajo ya no era como el anterior, ahora ya tenía a alguien
esperándome y no me quedaba hasta altas horas revolviendo problemas, lo dejaba
para el día siguiente y solamente pillaba vía directo a casa o a algún lado
donde Muerte me estaría esperando.
Además de la
confianza y las confidencias, la pasión fue creciendo entre ambos y ahora
nuestros encuentros fuera de mi casa nos hacían llegar a tal punto de ignición
que con solo una mirada o un roce acabábamos escondidos en cualquier lado solo
para magrearnos y besarnos apasionadamente.
Ahora ambos
deseábamos hacerlo de una vez.
Pero con eses
repentinos ataques de pasión que nos daban, también aumentaba la inseguridad en
Muerte y eso era un asesinato para mis pantalones.
Desde la experiencia
de aquella vez no volvimos a tener ningún tipo de roce más allá que por encima
de la ropa.
Estaba deseoso de
sexo, y no solo mi pene, mi cuerpo entero se tensaba y mi boca pedía a gritos
no soltarlo jamás. Hasta incluso quería probar su semilla, y eso que no
acostumbraba a hacer felaciones...
Pero parecía como si
quisiera llevar las cosas a un ritmo más lento de lo que yo me imaginaba.
Se le notaba
asustado...
Demasiado...
La espera me asfixiaba,
necesitaba llegar más allá, dar un siguiente paso o simplemente que me diese
placer con su boca. Pero seguía inseguro y yo no podía andar más cachondo.
Estaba muy nervioso e
incluso descentrado. Aquella misma noche Muerte iría a dormir a mi casa. La
abuela se fuera de excursión con una asociación de vecinos a Busan y yo temía
el momento de quedarme durmiendo toda la noche con él.
Incluso preparara la
cama con las sábanas nuevas inconscientemente. Y me lamentaba de ello ya que
Muerte pensaría que querría acostarme con él de una vez.
Me rascaba la cabeza
mientras notaba como alguien se ponía delante de mí en mi oficina ya
climatizada. Ese cuerpo delgado solo podía ser de una persona.
- Hola Jaejoongie...
cuanto tiempo sin verte...
Mi peor pesadilla
llegaba en el momento justo que menos ganas tenía de bromas y flirteando a
saco.
Vi como andaba hacia
mi lado y con las manos en los bolsillos se paraba esperando que le saludase y
le contase las cuentas de este mes.
Me levanté suspirando
del asiento y sin mirarle a la cara le dejé mi sillón para que se sentase.
- Ya tiene todo aquí
preparado para que revise... con su permiso...
Me dirigí a la puerta
y cuando iba a salir su voz me llamó la atención.
- He notado que las
cuentas últimamente están faltas de claridad... tardas más en realizar tus
tareas que antes eran brillantes y ahora son simplemente pasables- hizo un paro
y noté como movía papeles- esto es un desastre... vas a tener que quedarte
horas extra para arreglar todo este papeleo o me veré en la obligación de tener
que hacer un seguimiento continuo de tus actividades en la empresa... no
podemos tener fallos en las cuentas... te escogimos a ti porque eras el mejor.
Se levantó y yo
suspirando me di la vuelta viendo como se acercaba a mí con todos los papeles y
me los ponía en el pecho.
- A partir de ahora
voy a supervisar cada cosa que hagas, me cercioraré de que el trabajo es
brillante... no quiero que mi padre tenga que aguantar a un hijo holgazán y a
un empleado mediocre... te doy otra oportunidad... quiero que las cuentas
vuelvan a ser como las de antes... ¿está claro lo que digo?
El señor Kim Junsu me
habló por primera vez con autoridad de jefe y no como un acosador cualquiera.
Aunque se pusiera esa
etiqueta de hombre de negocios, notaba que no podía bajar la guardia con el ya
que si una vez me acosó, habrá de seguro una segunda.
Entonces fue cuando
mi segundo martirio meses después de mis vacaciones comenzó.
Después de que el
Señor Kim Junsu estuviera conmigo toda la tarde con los papeles, llevando las
cuentas de la empresa más localizando los movimientos de dinero aquí y allá;
llegué a casa exhausto.
Por suerte había
kakaotalkeado con Muerte tan pronto tuve el descanso de la comida. No sabía
seguro a que hora regresaría ni si podría hacerle de cenar por lo que no dudó
en decirme que me animaría encargándose él mismo de ocuparse de la cena.
Me hacía sonreír
mientras me daba ánimos, tenía tantas ganas de estar de nuevo con él que ya me
sentía ansioso de que fuera de noche. Y nervioso también de lo que pensaría al
ver aquellas sábanas.
Tenía miedo de que
pensase que lo único que quería era tener sexo con él, cosa que así era pero...
No... Era así...
Deseaba echarle un
buen polvo y quedarme desahogado por una temporada
Era un horror ir con
los pantalones marcándose cada vez que me sentía un poco emocionado. Mi amigo
ya no distinguía entre el placer, la emoción o a saber que cosa.
Simplemente se ponía
duro como una piedra y me mataba.
Cuando pude irme a
casa ya era bastante tarde. Avisé a Muerte que me contestó que me esperaba en
el portal de mi apartamento. Así que debía de tener prisa.
Recogiendo mis cosas
vi como el Señor Kim Junsu se quedaba en la oficina y me despedí hasta el
siguiente día. Se le veía atareado y con la cabeza centrada en aquellos
asuntos. Levantó su mirada y se despidió fríamente.
No tardé nada en irme
por la puerta principal despidiéndome de todos, marcando mi ficha y saliendo
por la puerta lo más rápido posible.
Me quedaba un largo
trecho andando hasta llegar a casa.
Una vez llegué vi a
muerte con sus atuendos habituales mirando al suelo y sosteniendo una bolsa con
comida china para llevar.
Sonreí nada más verlo
y cuando llegué junto a él le abracé y le di varios besos en los labios el cual
más deseoso de él. Estaba tan falto de sexo que en un simple gesto como un beso
se me notaba el deseo.
Entramos en casa y
sirviendo los alimentos en cuencos como si ya fuera su casa nos pusimos a cenar
en paz mientras charlábamos.
Estaba cansadísimo de
tanto papeleo y tenía ganas de acostarme en cama lo antes posible.
- Se te ve cansado-
me dijo Muerte con preocupación- ¿mucho trabajo hoy?
Lo miré y sonreí.
Asentí sin más y seguí comiendo.
- Todo el trabajo que
llevo realizado este mes más la preparación de las cuentas y todo fueron un
fiasco... el Señor Kim Junsu, el hijo del dueño y gerente estará como
supervisor encima de mí controlándome por la pobre presentación... hay que
arreglar todo, revisar todo y volverlo a hacer para que no dejemos escapar un
solo detalle... es complicado de explicar pero solo te diré... papeles... nada
más
Muerte asentía con la
cabeza mientras hablaba y parecía afectado por el hecho de que me estuviera
yendo mal en el trabajo. Pero creo que imaginó el motivo principal por el que
había sucedido todo eso cuando volví a abrir la boca.
- Tengo tantas cosas
metidas en mente que no pienso con claridad, me ofusco, me siento presionado...
necesito liberar lo que tengo retenido... se me tensan los músculos con
facilidad...- llevé una mano a mi cuello mientras dejaba los palillos en la
mesa- creo que tengo estrés....
Muerte masticaba el
rollito de primavera mientras me miraba. Terminó de comerlo y se limpió los
labios con la servilleta mientras se levantaba y se acercaba a mi espalda
empezando a tocar mis hombros.
- Buf... estás muy
tenso...- decía apretándome con fuerza y notando quejidos por mi parte- ven...
será mejor que te de un masaje.
Eso me iluminó el
rostro y aunque no hubiese terminado de cenar prefería que me eliminase esa
tensión que otra cosa.
Fuimos a mi cuarto y
me ayudó a desabrocharme la camisa blanca del trabajo y la corbata, me dijo que
me tumbase en la cama mientras la miraba atento y se iba al cuarto de baño por
un lubricante que hiciera que resbalaran sus manos por mi piel. Una crema
hidratante fue lo único que encontró.
-Veamos...
Escuché como se
acercaba subiendo a la cama y como se sentaba encima de mi trasero mientras
untaba sus manos con aquella crema y la esparcía por sus manos. El contacto de
sus manos con mi piel me hizo sentir algo de dolor, pero al mismo tiempo que
insistía y me daba masajes me aliviaba la zona.
Cerré mis ojos
dejándome llevar por el placer que sentía al ser tocado que no me di cuenta
cuando comencé a gemir.
De repente el dolor
comenzó a desaparecer y a cambio noté como algo jugoso besaba mis hombros y
cuello y subía por mi oreja lamiéndola.
- Vamos... te
liberaré un poco del otro estrés... date la vuelta...
Me ordenó y no dudé,
necesitaba todo aquello también y me moría de ganas por probar algo por lo
mínimo que fuese de su piel.
Al darme la vuelta
atacó mis labios sin dejarme respirar. No parecía apenas el único que estaba
soportando un martirio por la abstinencia a la que estaba sometido.
Deslizaba sus manos
por mi pecho y abdomen y sus labios llegaron a recorrer el mismo camino dejando
besos y lamidas.
Mi respiración
comenzaba a entrecortarse y mis ganas por ser tocado aumentaban. Tanto que mi
segundo cerebro al simple contacto con de sus dedos ya estaban poniéndome
completamente duro y erecto.
Entonces llegó a
aquella zona que los pantalones de pinzas ocultaban
Deslizó su mano por
dentro y comenzó a masajearme el miembro. Dolía tanto que parecía que me lo
exprimía.
Pero no, era la misma
tensión que me tenía así, al límite de explotar.
Cuando creyó
conveniente me deshizo de mis ropas dejándome completamente desnudo y con mi
miembro viril completamente excitado.
No me movía ni hacía
amago, simplemente veía como reaccionaba y acto seguido de desvestirme el se
quedó también completamente en cueros.
Siguió atendiendo
aquella zona al principio con delicadeza usando su mano bombeándolo sin parar,
hasta que noté como fue rodeado por pareces húmedas y cálidas. Estaba
haciéndome una mamada después de tanto tiempo.
Cerraba mis ojos ya
que el placer que sentía era indescriptible. Era gloria, gloria bendita del
cielo que fuera escuchada por fin después de tanto suplicarle a Dios.
Movía su boca con tal
destreza que esta vez fui incapaz de sentir sus dientes rozar mi piel y lo
agradecía, porque dolía tanto que de mis ojos emanaban unas lágrimas furtivas
de aquel sufrimiento.
Lamía la punta y
soplaba cosa que hacía que gimiese más, estaba al punto en que no era ya
consciente de hasta que punto mis gemidos eran sonoros.
Me sentía venir pero
no quería, necesitaba sentir su boca más y más rápido.
Al ritmo que mis
gemidos se descontrolaban y eran incesantes y cambiantes, sus lamidas y
chupadas eran más intensas así como su bombeo con su mano en mi miembro. Hacía
que me retorciera en la cama de placer.
Me corría, me corría
ya.
- No... no lo… lo
tragues...
Fueron las únicas
palabras que pude soltar antes de venirme en su boca, derramando toda mi
semilla a propulsión cuando llegué al clímax.
Me encontraba
exhausto y aliviado. No completamente pero si en parte. Y eso hizo que me
relajase y empezase a respirar algo más tranquilo.
No sabía en que
momento se subió encima de mí y volvió a besarme en los labios mientras nos
tapaba.
- ¿No lo tragaste
verdad?- decía medio inconsciente ya de lo relajado que estaba.
Me besó en los labios
y me mandó callar con un silbido poniendo su dedo en mi boca.
- Descansa...
durmamos los dos... necesitas fuerzas que recuperar para mañana...
Abrí mis ojos
levemente y los volví a cerrar. Era verdad, estaba híper cansado...
Esa fue la primera
vez que los dos además de dormir juntos, tuviéramos nuestra primera experiencia
de sexo oral como pareja. Aquella noche dormí profundamente como no lo había
echo en años.
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