Solo podía pensar una
cosa en ese momento y era darle de palizas y machacarle los huesos hasta que
fueran polvo. ¿Cómo era posible que fuera él?, no podía ser cierto lo que mis
ojos vieran delante de mí.
En un instante sentí
como mi sangre se congelaba al ver a mí ser amado delante de mí destapando él
mismo una mentira.
Las aletas de mi
nariz se movían como síntoma de mi enfado. Lo miraba fijamente mientras
arrancaba esa peluca que ocultaba su pelo real.
No era un sueño ni
una pesadilla, era real y ni siquiera me había parado a pensar que realmente
era él.
Lo tenía tan bien
preparado todo que hasta el detalle de la prótesis facial me parecía tan real
que sentí como se había arrancado la nariz completamente.
Pero no era así.
Esa persona bajo toda
esa mentira no era ni más ni menos que el ser al que había amado con tanto
fervor desde los días de instituto y el mismo que ahora me hacía hervir la
sangre al ver la farsa que me había tragado como un imbécil.
Al sacarse la peluca
al completo y al mirarme con sus ojos de cordero degollado solo sentí como la
mecha de furia crecía y crecía. Me sentía incrédulo delante de él viendo como
se había mofado de mí en mi propia cara.
- Que esperas... ¿que
lo entienda?... vale, de acuerdo... analicemos.... ¿un pringado de instituto se
enamora de una persona poco inusual y años después no sólo lo encuentra de
nuevo sino que el mismo le hace caer en una trampa de mentiras para qué?- hice
un ruido de molestia con mi boca mientras miraba al techo- parece que se haya
sacado de un guión malo de serie B...
Me miraba sin decir
nada y yo me di la vuelta rascando mi cabeza.
- Sabes lo más
gracioso... es que piqué... te felicito... tenías que ganarte el premio en los
Premios de Dramas Coreanos de este año... de verdad hiciste un papelazo... no
sólo interpretaste dos personalidades a la perfección si no que aguantaste
hasta que llegara aquí de lejos...
Apoyé mis manos en la
encimera y continué hablando. Parecía que tenía mucho que decir al respecto.
- Estabas dispuesto a
violarme... ¿como pudiste hacerme eso? y no sólo eso... sino que también me has
echo la vida imposible como tu segunda identidad... ¿quien cojones eres tu?...
¿por qué coño no hablas claro de una santa vez?
Mis músculos
empezaron a tensarse al venirme todos los recuerdos buenos y malos de todo el tiempo
que estuvimos juntos.
- Ah... me duele la
cabeza... no paran de venirme una y otra vez recuerdos de tus perradas...- me
giré y lo miré. Estaba mirándome fijamente sin ninguna expresión en su rostro-
Dime, ¿que pensabas hacer si esto llegaba a más?... ¿acaso solo pensaste en ti
durante todo este tiempo?... ¿que soy yo?... ¿una mierda, un juguete?... y tu
ironizando de ti mismo ayer... ¿fuiste muy convincente lo sabías? realmente me
enfadaste... realmente quería darte de ostias hasta tirarte en el suelo y no
parar hasta destrozar tu sonrisa...
Me reí mientras los
ojos se me aguaban y mi mentón comenzó a temblar por lo que llevé una mano a mi
cara para limpiarme las lágrimas que estaban por caer. Me temblaba el pulso y
seguía en shock e iba en aumento.
- Eres una mierda...
un mal nacido... ¿y dices que me amas?... tu solo te quieres a ti mismo...-
reía, mis lágrimas caían y mi mano no dejaba de tapar mi vista, mientras
rascaba con mi dedo pulgar e índice mis ojos.
Lloré, lloré
incrédulo ante lo que me había encontrado. Tanto que lo amaba, tanto que estaba
dispuesto a hacer por él....
Todo se fue al traste
al saber aquella verdad.....
- Te odio....
Sollozaba mientras
repetía esas mismas palabras una y otra vez tapando con mi brazo mis ojos.
Me abrí paso entre
aquel cuarto como pude y salí de allí.
Todo había sido una
farsa, ya no sabía que era verdad y que no. Pobre Señor Kim porque tendría que
lidiar con un hijo tal toda su vida. Lo compadecí.
Me dirigí a mi
despacho pero en vez de regresar a mis quehaceres diarios me fui a por mis
cosas y después me fui lejos de allí.
Tenía la mente tan en
blanco que me movía por inercia a cada paso que daba. Salí de la empresa y solo
me fui andando sin destino.
Analizaba a cada paso
todo lo sucedido. Como si se tratasen de diapositivas, mi mente iba recordando
cada hecho sucedido anteriormente.
Recordaba aquellas
vacaciones que solo sentía como lo echaba de menos y me lamentaba por haberlo
asustado.
Sonreía al ver como
eses recuerdos terminaron mal de nuevo...
Ahora definitivamente
sería un tonto si volvía a dejarme embaucar por él.
Las lágrimas no
dejaron de salir aunque estuviera sonriendo. Esa sonrisa que se mostraba
irónicamente para no fruncir mi ceño y romperme a llorar en cualquier esquina.
Tenía el corazón
destrozado.
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Pasaron horas y
permanecía allí sentado. Había acabado por llegar al río Han y me encontraba
sentado en la hierba de aquel canal mirando como las luces de la ciudad al otro
lado del río lo iluminaban.
No pensaba, ya que si
me volvía a poner a pensar no pararía de llorar hasta deshidratarme
completamente.
Me sentía vacío, sin
vida dentro solo mirando aquel agua moverse lentamente mientras cambiaba el
reflejo de aquella ciudad con el movimiento de la corriente.
Me había quedado
horas allí sentado. No sabía a donde ir, tenía tanto miedo de que al llegar a
mi apartamento me lo encontrara sentado en mi puerta que no me atrevía a
siquiera dormir en casa.
Por suerte tenía otro
sitio al que podría ir sin problemas. La casa de mis tíos.
Ellos se habían
ocupado de mí desde el fallecimiento de mis padres meses antes de cumplir la
mayoría de edad. No tenía gran trato con ellos pero era la única familia
cercana que me quedaba ya que mi madre era hija única y mis tíos eran una
pareja apunto de jubilarse. Habían trabajado toda su vida en aquella casa de
comidas que ofrecía servicio a domicilio donde había trabajado desde antes de
empezar en aquel maldito lugar.
Fui andando hasta su
casa y cuando llamé a la puerta se extrañaron de verme allí pero al no
pronunciar palabra y al ver como mi rostro no estaba tan alegre como siempre,
dejaron que me fuera directo al que había sido mi cuarto durante un tiempo
antes de irme a vivir solo.
Entré y sacando las
ropas de cama que estaban guardadas en el armario las eché en el suelo y me
tumbé encima. Echaba de menos aquello y ahora esa casa era lo único que sabía
en el que podría permanecer escondido hasta que me sintiera capaz de
enfrentarme a la vida de nuevo.
Tumbado en aquella
cama solo pude recordar al Señor Kim, el padre del que hasta ahora había sido
lo que más amaba en este mundo. Tenía que presentarle mi carta de renuncia
antes de que se pusiera en contacto conmigo pidiéndome explicaciones.
Pero eso ya lo haría
otro día.
Quería dormir, quería
no pensar en lo que había sucedido y sobretodo no quería verle a él en mis
sueños. No más, nunca más.
Abrí mis ojos y una
lágrima traicionera salió de mi ojo deslizándose por la mejilla dirigiéndose
hacia mi oreja y colándose detrás goteando y mojando la almohada.
Era incapaz de
dormir, mis ojos solo podían humedecerse sin parar dejando que mis lágrimas
furtivamente escapasen sin permiso, sin el permiso que yo les había dado para
salir.
Me giré estirando mi
brazo sobre el que estaba apoyado mi peso y metiendo la otra mano por debajo de
la almohada.
Inspiré y expiré
soltando el aire y notando como esa maldita barbilla de quinceañera volvía a
temblar.
No quería que se
moviese así, no quería tener que estar derramando más lágrimas por alguien
egoísta que solo me había echo sufrir por egoísmo propio.
Lo odiaba.
Odiaba esa sensación
tan asquerosa de querer lamentarme por todo lo sucedido, pero mi mente no me
dejaba pensar, me prohibía ella misma siquiera frustrarme más de lo que ya
estaba.
Tenía mis
pensamientos bloqueados completamente. Pero las reacciones de mi cuerpo eran
algo imposibles de controlar. Por mucho que sintiera mi cabeza vacía, el daño
fuera sentido incluso en mi piel. Cada pelo se erizaba de frío o quizás de
impotencia al no poder parar.
Estaba tocado y
hundido.
Me desperté a la
mañana siguiente temprano sintiendo como los rayos del sol de mi antiguo cuarto
se habían posado en mi rostro calentándolo levemente en esa fría noche de
invierno.
Ya era el día 23 de
Diciembre, la víspera de noche buena y para mí era el día más triste de todo el
año.
No quería levantarme
de aquel suelo cálido, no quería tener que verme la cara echada a perder de
tanto llorar.
Pero tenía que ir a
mi casa mínimo a por los regalos de mis tíos, algo de ropa y el cargador del
móvil. Y no me quedaba otra que ir pensando en levantarme.
Al final con toda la
vagancia del mundo me levanté y fui directo a la ducha. Me refrescaría y aunque
tuviese que ir a casa con el pelo mojado
andando prefería eso que coger cualquier medio de transporte.
Bajé ya duchado y mi
tía me dio los buenos días. Yo le hice una reverencia y me senté en la mesa con
mi tío que leía el periódico. Ciando me vio sentarme, ya que mi tía me saludó,
apartó el periódico y me saludó también.
Mis queridos tíos, no
habían tenido la suerte de tener descendencia y para ellos era como un hijito
al que cuidar.
Mi tía me puso mi
cuento de arroz y acariciándome el pelo me besó. Yo la miré y sonreí apretando
mis labios dejando que solo se viera una parte muy pequeña de ellos. Me
despeinó y se urgió en buscarme una toalla para que no mojase mi ropa.
- Jaeboo... cuando
termines de comer te secaré el pelo... no quiero que te enfermes para el día de
noche buena ¿vale?
Mi tía siempre
cariñosa conmigo.
Asentí y empecé a
comer la comida a la par que mi tío y ella.
Íbamos comiendo
mientras no había conversación entre nosotros. Sabía que tarde o temprano mis
tíos me interrogarían, no por regañarme sino por saber y entender que fuera lo
que había sucedido para estar tan afectado.
Y no tardó mucho en
llegar la avalancha de preguntas. Por suerte no agobiaban demasiado.
Le expliqué todo lo
que pasara diciéndoles la verdad, ellos ya sabían que yo era gay y sobretodo mi
tío trató de comprender mejor que nadie los tiempos modernos ya que, que su
sobrino le gustaran los hombres no era algo muy bien visto en este país. Pero
le agradecía el no juzgarme y el quererme por encima de las críticas del resto
de la gente.
- Pues entonces no
hay nada como olvidarte de tus cosas y tu vida, y venirte siempre que quieras
con nosotros cariño- dijo mi tía mientras me acariciaba la cara.
Asentí y sonreí. Me
alegraba que mis tíos me siguieran apoyando y miré a mi tío para pedirle un
favor.
- Sé que fue gracias
a ti que conseguí ese puesto y te estoy muy agradecido. Pero me gustaría volver
a trabajar como repartidor mientras no encuentre otro trabajo que sea parecido
al mío.
Mi tío asintió al
instante y sonreí más aún. Había acabado de comer cuando iba a levantarme pero
mi tía se puso detrás de mí y comenzó a secarme el pelo.
Les estaba tan
agradecido por tratarme como a un hijo que no me llegaría la vida para
agradecérselo siempre.
Una vez terminó de
secarme el pelo cogí mi abrigo y me fui andando con la ropa del trabajo que no
había cambiado del día anterior. Me preguntó si volvería a casa y asintiendo me
dio una lista de la compra que hacer para el día de noche buena.
Esta vez cocinaría
con mi tía el menú.
Ese día hacía un frío
que pelaba y me alegré que mi tía me secara el pelo. Si no estaba condenado a
pillarme un resfriado sí o sí.
Fui andando de camino
a casa, el frío me hacía despejar mi cabeza y mis ojos recuperaran su forma
natural. Ya no estaban hinchados, ni tenían restos de venitas rojas de llorar.
Miraba la lista de la
compra mientras mi aliento podía ser visto del frío que hacía.
Llegué al
supermercado de mi vecindario y cogiendo un carrito fui comprando lo que
aparecía en la lista. Esa noche comeríamos pescado, algo que por lo general
odiaba, pero mi tía conseguía hacer que me lo comiese sin rechistar y limpiar
mi plato.
Fui escogiendo cada
marca que mi tía me había ordenado ya que era muy escrupulosa con ciertas
marcas y las quería según ella decía "de las buenas"
Llené el carrito y
fui a pagar después.
No era una compra muy
grande pero tenía lo suficiente para hacer un buen menú de noche buena.
Una vez hice todos
los recados que mi tía me había mandando me dirigí a mi casa con pesar. Tenía
una mala sensación, sentí que quizás lo vería allí, paraba cada vez que mi
propio cuerpo me decía que no avanzase más pero mi mente me obligaba a hacer
las cosas y volver cuanto antes a casa de mis tíos.
¿Que tan malo podría
ser el verlo de nuevo?... Le cerraría la puerta en las narices y punto... no
tendría más pesar que ver su cara durante quizás unos segundos o quizás ni eso.
Llegué al portal y de
nuevo esa sensación que se apoderaba de mi cuerpo, tan fuerte era que me
costaba incluso abrir el portal de entrada.
- Esto es ridículo,
¿eres un hombre o un gallina? ¿Que te podrá hacer ese enclenque?
Quizás no daño físico
pero si emocional...
Negué con mi cabeza y
entré abriendo la puerta del portal por fin.
Fui directo al
ascensor y piqué el número de mi piso una vez dentro.
No entendía porque me
pasaba eso. Pero a medida que daba un paso mi cuerpo me avisaba de que algo
malo iba a pasar.
Llegué a mi piso y no
había nada, el mismo silencio de todos los días. Sin cambios y respiré
tranquilo al ver que era mi jodida cabeza de niñata que sufría de rechazo
amoroso la que me había puesto nervioso de más. No pasaba absolutamente nada.
Me estaba volviendo
un hipocondríaco...
Fui directo a mi
puerta y la abrí sin problemas. La cerré tras de mí y miré todo mi piso
buscando si había alguien que me acechaba o esperaba mi regreso. Pero en ese
piso no había nadie.
Me di otro golpe en
la cabeza y me quejé en alto al sentir el golpe y replicas que me hacía a mí
mismo por ser tan obseso con esa sensación.
Fui como un rayo a
guardar las cosas en la nevera mientras ordenaba todo y sacaba la maleta para
guardarme ropa y así irme a casa de mis tíos.
Pero el cargador no
lo encontraba por ningún lado y sentía la urgencia de irme ya de allí.
Ese pensamiento de
nuevo.
- ¿Que eres un
hipocondríaco? cálmate joder... - me decía a mi mismo en alto- si no lo buscas
aparecerá... tranquilo...
Al final después de
revolver mitad de la casa se encontraba allí en el cajón de la mesilla donde
siempre lo dejaba. Me volví a pegar de nuevo.
Tantos golpes al
final me pasarían factura.
Hice mi maleta
metiendo todo y fui a la cocina pillando las bolsas de comida para mi tía y me
fui a la puerta no sin verme al espejo y ver que la ropa que llevaba no era la
adecuada. Me había olvidado de cambiarme.
Dejé la llave en la
puerta y me fui a poner algo más cómodo. Un chándal con una camiseta y el
abrigo de plumas era la mejor opción para estar cómodo allí.
Una vez listo al fin.
Recogí todo del suelo de la entrada y atándome los tenis me puse el abrigo de
plumas hasta la rodilla y abrí la puerta sin darme tiempo a reaccionar.
Dos hombres de negro
estaban a la espera en la puerta de mi piso.
Fue tal el shock al
verlos abalanzarse sobre mí que no reaccioné, no me dio tiempo. Su agarre fue
fuerte.
Tenían gafas negras,
trajes negros con camisa blanca típica de las películas y llevaban eso típico
que llevan en el oído para escuchar lo que su jefe desmandaba. Como si fuera
una película de gángster.
Forcejeé todo lo que
pude pero algo que rociaron en mi rostro me hizo toser llevando mis manos a la
boca cerrando los ojos de tal manera que todo se volvió oscuro.
Sentí algo golpear en
el suelo....
.... toda mi
habitación daba vueltas...
Estaba mareándome
perdiendo completamente el conocimiento...
Siendo
"Lo tenemos" lo último que logré escuchar antes de desfallecer
completamente en el suelo... mientras mis ojos se cerraban hundiéndome en un
mar de sombras y oscuridad....
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