Junsu hice una cita con su médico para hacerse un examen al día siguiente. Jaejoong lo acompaña y las pruebas se llevan a cabo. Junsu tiembla todo el tiempo que permanece en el consultorio del médico. Siente que hay algo en su sangre; Yunho dejó su marca en más de una forma.
Cuando ellos salen a la calle, Junsu se larga a llorar.
Jaejoong sostiene su mano mientras caminan juntos a casa, tratando de asegurarse de que el otro estuviera bien.
Junsu nunca fue un hombre afortunado. ¿Por qué cambiaría eso ahora?
*****
Por las próximas dos semanas, Junsu se sienta en su casa en un estado de depresivo estupor. Jaejoong se acerca con frecuencia y fuerza al hombre a comer la comida que le prepara para luego acurrucarse en el sofá y ver películas.
Por la noche, Jaejoong mete a Junsu en su cama y le da un pequeño beso en la frente. Este se encuentra agradeciéndole a Dios por tener un amigo que cuidara de él. Se estremece al pensar en cómo estaría si no fuera así. Es verdad, el puede decir que estaba preocupando a su Hyung pero la verdad es que en este punto, a Junsu ya no le importa. Necesitaba al hombre. Todo y cualquier cosa que podía ofrecerle.
Cuando una llamada telefónica sorprende a Junsu de su siesta, siente un malestar en torno a su estómago.
“¿Hola?”, pregunta.
“Hola, ¿es el Sr. Kim Junsu?”, entona una voz nasal.
“Um, sí lo es”.
“Es de la oficina del Dr. Richard. Tenemos los resultados de sus análisis. ¿Es posible que venga hoy a la oficina antes de que cierre?”, pregunta la mujer, su voz vacía de emoción. El mundo de Junsu da vueltas.
“¿Podría…podría decírmelo por teléfono por favor?”, pregunta, no queriendo viajar de vuelta hasta la ciudad.
“Lo siento señor, no se nos permite revelar este tipo de información a menos que sea en persona”, dice ella y ahora Junsu puede detectar molestia.
“¿De este tipo? ¿Qué significa eso? Sólo dígamelo ahora por favor. No quiero viajar devuelta al consultorio. Así que dígamelo”, demanda Junsu, sosteniendo firmemente sus modales.
La mujer suspira profundamente.
“Lo siento señor, en realidad no pue-”, Junsu la corta.
“¡Maldita sea! ¡Dígamelo por favor!”. Hay un momento de silencio antes de que la mujer susurra las palabras que Junsu quiere ahogar.
“Lo siento Sr. Kim…sus resultados dieron positivo. Usted tiene VIH”.
Junsu deja caer el teléfono.
*****
“¿Por qué yo?”, se lamenta Junsu, su cabeza enterrada en la parte interior del cuello de Jaejoong. “Todo lo que deseaba era amar a la persona que quería. ¿Realmente me merezco esto?”, susurra, las lágrimas empapando sus mejillas y rozando la piel de Jaejoong.
“No Su. Nunca. Eres una persona maravillosa, llena de compasión y amor, más que cualquiera de este mundo. Eres inocente y perfecto. Este universo es el podrido”, responde Jaejoong mientras con sus dedos acaricia los cabellos de su dongsaeng. Los ojos del mayor llenos de lágrimas y mirando fijamente a la pared.
Junsu se aleja del reconfortante abrazo y se queda mirando a su hyung. Ellos intercambian una mirada por un momento, antes de que Junsu se rompe de nuevo. Grita y llora tan histéricamente que ni siquiera Jaejoong logra atraparlo. No puede detenerlo.
“No sé qué hacer hyung…yo no sé…qué hacer…yo…”. Las palabras están rotas e inundadas y Junsu se detiene antes de ahogarse.
“¿Me voy a morir?”, susurra y Jaejoong salta cerca de cinco pasos hasta sus brazos.
“¡Mierda no! ¡Tú no vas a morir Kim Junsu! En todo caso, mataré a ese Jung Yunho. ¡¿Cómo pudo hacerte eso?!”. Junsu se aferra a Jaejoong. El dolor lo supera una vez más y se instalan juntos en el sofá. Las luces del horizonte de la noche iluminan sus rostros bañados en lágrimas y ambos hombres se duermen llorando.
Junsu aún no podía dejar de pensar en Yunho.
*****
Al día siguiente, Junsu se sienta en la mesa de la cocina, mirando fijamente a las dos tazas que están puestas sobre ésta, una caja de té verde de granola. El olor es suficiente para revolver su estómago pero no se mueve.
Jaejoong entra en la habitación con el seño fruncido, el teléfono pegado a la oreja.
“¿Qué mierda quiere decir con eso? Disculpe señor pero él es mi mejor amigo y le estoy diciendo que no está en forma como para estar pensando en estas cosas por su cuenta. ¡Así que los tres pueden hacerme un favor y decirme qué es lo que tengo hacer para él”, grita Jaejoong a quien Junsu piensa que es su médico.
“Hyung”, susurra Junsu, su voz ronca debido a su crisis de la noche anterior. Los ojos de Jaejoong buscan a Junsu y el menor hace pequeños movimientos como para que le entregue el teléfono. Jaejoong da un suspiro dramático y le alcanza el teléfono.
“¿Hola?”, dice Junsu, y entonces se produce una larga conversación que implica medicamentos y reuniones de conciencia. Junsu toma notas y cuando cuelga vuelve a ver el té sobre la mesa.
Jaejoong entiende la indirecta y recoge la nota.
“Iré a la farmacia a buscar los medicamentos, ¿okay Junsu? Cuando vuelva haré la cena”, susurra Jaejoong con cariño acariciando el cuello de Junsu antes de salir de la habitación.
Cuando la puerta del departamento se cierra y Jaejoong se ha ido, Junsu se levanta y arroja con rabia las dos tazas al suelo. El té se derrama por todas partes, los trozos de la porcelana fría esparcidos por el pulcro suelo. Junsu se sienta en charco y llora.
¿Por qué el mundo continúa girando?
Que alguien lo detenga.
Alto.
*****
Jaejoong se muda al departamento de Junsu, dándose cuenta de que ya no puede dejar al joven a su suerte. Él mira a Junsu comer con los ojos de un halcón y le obliga a tomar los muchos medicamentos que llenan el mostrador.
Junsu se enferma más que sanarse con esos medicamentos. Su estómago es sensible y se encuentra familiarizado con el inodoro, noches en vela pegado a la porcelana fría. Jaejoong frota su espalda con ojos legañosos.
Siente que la fuerza de sus brazos y piernas vacilan y tiemblan. Junsu no puede soportar los días en que apenas puede moverse. Se siente prisionero de su propio cuerpo.
Finalmente Junsu reúne todo el coraje que puede reunir y busca VIH en Internet. Las cuentas personales de gente que afirman que sólo toman los medicamentos por un par de meses y se detienen por un tiempo. Aparentemente, él suponía que refrenaba el progreso del virus, cuando los medicamentos lo hacían sentir más enfermo de lo habitual.
Da un sollozo triste ante un comentario que lee.
“Me di cuenta de que no me iba a morir por el VIH.Iba a morir por algo estúpido. Como un resfriado”.
¿Podría morir de angustia entonces?
*****
Era una noche lluviosa de domingo y Junsu se sienta en el sofá, viendo el horizonte de la noche por la longitud de la ventana de la habitación. El timbre suena causando que saltara.
“¡Yo voy hyung!”, grita Junsu hacia la cocina donde Jaejoong estaba haciendo un bocadillo de tarde para los dos. Mira el reloj para darse cuenta que son las 23:15hs.
Abre la puerta y se congela. Allí estaba el hombre que nunca esperó.
Jung Yunho.
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nooo!! como asii!??? no puede terminarse asi!asdfghj!!! por quee????
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