Titulo: Kotoba
ni Dekinai
Autor: Mayita
Autor: Mayita
Género: Lemon, Angst, romance,
UA, viajes en el tiempo.
Extension: Oneshot
Advertencia: Sera sorpresa!.
Advertencia: Sera sorpresa!.
--Y
esto es lo que sucede cuando pasas de ser un simple tonto a un inmenso tonto.
--Changmin
cállate – le ordenó el más bajo.
--¿Por
qué debo hacerlo? La verdad es uno de esos tantos placeres de la vida que duele
cuando te golpea de frente, pero que linda es cuando uno termina aceptándola –
retó el aludido con una sonrisa burlesca estampada en su rostro color caramelo.
--Te
la tiras de un universitario común y corriente, que se la desvive estudiando y
de vez en cuando dejando en pena a los profesores, pero en realidad tu objetivo
primordial en la vida es fastidiarme, ¿verdad? – preguntó a punto de dejar
escapar un pesado suspiro y perder su vista en los alrededores.
--Oh
Jaejoong, amigo, a veces me impresionas – respondió risueño y ensanchando su
sonrisa que sólo vio la espalda de Jaejoong.
--En
cambio tú a mí lo haces siempre.
Aunque el más alto del dúo
intentaba seguir molestando a su mejor amigo sin perder su postura amical, el
estruendoso desconcierto que en esos momentos atiborraba sus pensamientos le
hacia difícil mostrarse tan calmo como de costumbre. Lo que su querido y
despistado amigo no percibía era que se sentía por demás incómodo. Changmin no
acostumbraba a darle la espalda a las emociones fuertes, a las circunstancias
de intensa adrenalina que se le presentaran.
Como cuando en un viaje escolar su grupo tuvo la
oportunidad de lanzarse en parapente y sin dudarlo él se animó y lo hizo, claro
que el muy extremo de Jaejoong se cruzó de piernas y bebiéndose un humeante
chocolate caliente le despidió con la amenaza de que si no tomaba buenas fotos
ni se le pasara por la cabeza la idea de aterrizar. O cuando el arrugado y
malhumorado Sr. Choi, dueño del pequeño puesto de comida que él frecuentaba, lo
retó a comer el platillo más picante de su restaurante en menos de tres minutos
con la recompensa de comer gratis por una semana. Por supuesto que el cerebro
de la familia Shim ganó y el Sr. Choi terminó pensando que el voraz apetito del
muchacho era un peligro para la humanidad. Y que fue una suerte no haber
planteado las reglas con dos semanas de comida gratis, porque de haberlo hecho
estaba más que seguro que su negocio hubiera quebrado.
Pero en esos minutos, en esos
segundos, no podía evitar sentirse intranquilo cuando, en medio de la confusión,
sintió haber estado inconsciente por dos días y para colmo despertando junto a
su amigo tirados sobre el césped en una colina aledaña a lo que creía era un
pueblito que parecía de cientos de años atrás.
Cuando su anormal amigo, aún y cuando le pidió amablemente
y sin utilizar la fuerza bruta que no tocara ni hiciera nada con el dichoso
artefacto extraño que aquel viejo fantasma que atormentaba a Jaejoong desde
hace años, le entregó sin mediar palabras y desapareciendo al instante de dejar
el curioso objeto, supo de inmediato que nada bueno saldría de todo eso.
Y vaya que no se equivocó. Porque entonces, encontrándose
con semejante panorama y un Jaejoong sin saber qué responder ante sus
interrogantes, la imparable y aplastante sinceridad del menor floreció tras la
serie de comentarios sarcásticos a los cuales ya Kim estaba más que
acostumbrado a escuchar de su boca cuando por culpa de él ambos se veían
envueltos en situaciones anormales o de emergencia.
Todo eso le recordaba a aquel incidente de cuando tenían 15
años recién cumplidos y jugando fútbol la pelota llegó a parar en el patio de
la viuda Sra. Oh, y en vista de que la pobre anciana no contestaba al llamado
del timbre los dos se saltaron el portón y ChinChin les recibió con la mandíbula
abierta a su humilde hogar.
ChinChin, el “simpático” dóberman y amo del vecindario. Era
el perro más atemorizante del lugar, mucho más que Changmin cuando moría de
hambre o la madre de Jaejoong cuando éste se quedaba dormido y dejaba las
llaves pegadas a la puerta principal impidiéndole a medio mundo entrar a casa. Ni
un terremoto podría despertar al perezoso chico.
Otro aspecto más que dejaba en claro lo amorfo que era
Jaejoong.
--¡Aiiigo
Changmin! ¿¡Qué hacemos ahora!? – la chillona voz de Jaejoong devolvió a Changmin
a la realidad, o por lo menos a la realidad que creía estar viviendo en esos
momentos, sintiendo sus oídos sangrando de nuevo, cayendo víctimas de las
potentes cuerdas vocales del mayor.
Y lo que más le inquietaba era
que ahora él se había quedado sin ganas de lanzar más comentarios irónicos.
Sólo pudo atinar en combinar sus ojos ofuscados con los del níveo, encogerse de
hombros y sumergirse en lo blancuzco de su mente, porque después de recordar a la
Sra. Oh y su perro amigo de los niños, su
mente era incapaz de maquinar nada.
¿Cómo se suponía debía
reaccionar a una situación donde, de estar tranquilamente en la casa de
Jaejoong estudiando durante horas, pasaron de un segundo a otro a estar varados
en un lugar demasiado rural como para ser la activa ciudad de Seúl?. ¿Será que
sí es cierto eso de que estudiar más de lo que los mismos profesores esperan,
lo dejaría loco? Debía ser eso, porque sólo a un loco se le ocurriría
enloquecer con Jaejoong en su imaginación. Supuestamente de volverse loco
podría deshacerse de semejante fastidio. Pero no, ni así se podía. Mala hierba
nunca muere, o talvez Jaejoong era la materialización de la cruz que debía
cargar por el resto de su aún jovial existencia.
--¿Y
si vamos al pueblo y preguntamos? – siseó inseguro Kim.
El mayor, en vistas de que
Changmin no conjeturaba nada que pudiera ayudarlos, se atrevió a proponer
aquello. Realmente lamentaba que ambos se vieran envueltos en otro problema,
por supuesto que por su culpa. La diferencia ahora era que daba la perturbante impresión
de que este error sería muy difícil de arreglar. Jaejoong no era tonto, o no
tanto como Changmin lo afirmaba, pero estaba más que seguro de que ése fantasma
los había enviado deliberadamente al pasado.
¡Cómo odiaba ese sexto sentido
disfrazado de estupidez descontrolada que lo empujaba a hacer burradas sin
pensar en las consecuencias!
Sí, ese sexto sentido llevaba por nombre Curiosidad.
Cuando el muchacho de
desgastadas ropas y sonrisa amigable dejó sobre su cama el artefacto extraño al
cual le atribuían la razón de estar allí, aunque en algunos de los recovecos de
su cabeza voces gritaban incansables que no hiciera nada idiota, cual marioneta
controlada por titiritero fue directo al objeto y en un abrir y cerrar de ojos
ya no supo nada de él, de Changmin, de su gato JiJi, de la tarea ni nada.
--No
creo que sea bueno ir, Jaejoong.
--¿Por
qué no? No tenemos ni idea de en dónde estamos – replicó.
--Y
por eso mismo creo que es mejor no movernos de aquí. Míranos Jae -- señalándose
con ambas manos – no sabemos cómo esas personas reaccionarán a nuestra
presencia.
--Pero…
--¿Si
entiendes, Jae? Ese fantasma nos jugó la más pesada de las bromas. No estamos
en donde se supone que estemos.
--Tienes
razón en tus observaciones pero no me quedaré aquí a esperar el alba.
--¿Y
qué pretendes?
--Abandonaré
esta tonta colina, iré hasta el pueblo y preguntaré dónde rayos estamos
parados.
Y sin pretender esperar alguna
contesta por parte del moreno, Jaejoong emprendió la marcha. Que lo disculpara
pero si Changmin era terco como mula, él lo era el doble. Entendía sus razones,
perfectamente aceptables, pero no. ¿Qué ganaban con quedarse en ese lugar lleno
de sucios insectos, desconocido y apartado de la civilización? Nada, o según su
punto de vista le resultaba insulso quedarse estancados allí. Vamos, ni que en
el pueblo fueran todos unos paranoicos y al verlos los llevarían a la hoguera
como si fueran gitanos o brujos o norcoreanos o quien sabe qué.
Changmin ahogó sus ganas de
querer decir cualquier cosa. Estaba claro que era inútil discutir con Jaejoong
y más cuando éste ya se encontraba bastante alejado de él, con restos de maleza
pegada a su suéter y blue jean. Por el momento lo mejor seria hacer a un lado
sus impulsos e intentar no ahorcar
accidentalmente a su mejor amigo.
La paciencia era de esas virtudes que a él le escaseaban,
sólo saliendo a flote en casos académicos, cuando conceptos se resistían a
quedar grabados en su memoria o no lograba comprender un ejercicio matemático.
En esos casos poseía toda la paciencia del mundo, más por conveniencia y
necesidad que cualquier otra cosa. Pero Jaejoong tenía la particularidad de
desesperarlo en menos de tres horas, y de las formas más originales posibles.
No tiene caso recriminarle nada de
esto. Jaejoong está más que conciente de la metida de pata que cometió. Sólo
espero que podamos librarnos de esta inverosimilitud.
Ahora quedaba apoyarse en la esperanza y paciencia, ambas
para lograr volver a la normalidad. Ya no tenía caso replantearse por
decimoséptima vez porqué terminó como sanguijuela pegada a Jaejoong. Él
representaba todos esos aspectos de la vida que van en contra de su
personalidad. Totalmente el polo opuesto al que nunca pensó conocer de cerca.
Pero así había resultado la vida, y prácticamente a estas
alturas del partido, ya era tarde para reflexionar. Además que aunque Changmin
no lo quisiera admitir, no de forma premeditada sino por su propia naturaleza reservada
y poco efusiva, a Shim le encantaba que Jaejoong fuera tan alocado e
impredecible. Era como cargar con un libro abierto de risas y emociones que te
atacaba a punta de descargas eléctricas y te sacudían sin previo aviso.
--Changmin
eres muy lento, camina más rápido, por favor.
--¿Cuál
es la urgencia? El pueblo no se va a ir a ningún lado.
--¿Tú
qué sabes? Podría ser que en cualquier momento venga y ¡PUM! Desaparece frente
a nuestras narices y nos quedemos perdidos en esta dimensión por el resto de
nuestras vidas.
--Jae,
¿te estás escuchando?
Cuando por fin Changmin se
reunió con Jaejoong luego de bajar por la colina, éste pudo apreciar mejor la
mirada desaprobatoria del castaño. De inmediato se cruzó de brazos y penetrando
su mirada en los ojos de Min continuó.
--¿Qué
quieres que haga? Un fantasma nos trajo hasta acá. Así que a menos que seamos
unos drogadictos y no nos hubiéramos dado cuenta antes, tengo todo el derecho
de pensar exageradamente y suponer que cabe la posibilidad de que de ése árbol
salga un chimpancé rosa o que en el cielo se forme un agujero negro que te
chupe a no sé dónde y me dejes aquí a mi suerte.
El pecho de Jaejoong se contraía
producto de haber soltado muchas palabras de golpe, al tiempo que con uno de
sus dedos apuntaba a un arce frondoso que estaba cercano a un campo de arroz.
--Si
vas a entrar en pánico espera siquiera que pasen dos horas como mínimo.
El mayor hizo ademán de querer
golpearlo. Changmin elevó ambos brazos protegiendo su rostro y mordiéndose el
labio inferior para reprimir una carcajada que pugnaba por ser liberada. Pero
después de unos segundos sintió mucho espacio sobrante a su alrededor, y cuando
alzó la mirada notó como su Hyung caminaba muy tranquilamente en dirección al
pueblo con las manos abrigadas en los bolsillos traseros y la cabeza inclinada
hacia atrás.
Changmin pensó que seria mejor
no fastidiar demás al castaño. Se notaba lo alterado que estaba y echar más
leña al fuego no ayudaría a ninguno de los dos.
~~.~~.~~
Extrañamente entre más pasos dábamos, sentía que no
debíamos de acercarnos a ese pueblo. Pero yo no soy el que debería estar con
estas corazonadas atormentándome, sino Jaejoong que es el sensible, el que
percibe, el que atrae a los que no se pueden ver.
Los alrededores eran
medianamente lindos. El verde no predominada por completo puesto que había espacios
marchitos y deprimentes pero el paisaje era agradable a la vista.
Sentía que experimentaba las
páginas de mi libro de historia coreana. Los atractivos dibujos que se muestran
para hacer más fácil la comprensión de cómo era la vida de nuestra gente en
aquellos tiempos, se exponían ante nosotros sin pudor. Todavía no estaba muy
seguro de en qué tiempo de Corea habíamos venido a parar. Lo único claro que
tenía era que no estábamos en el siglo XX.
Cuando despertamos y me di
cuenta de que ya no estábamos en la casa de Jaejoong “El chico obediente”, pude
discernir a lo lejos un pequeño campo de arroz. Algunas ajummas con sus
pantalones arremangados hasta las rodillas trabajaban arduamente. La obviedad
de no notar muchos avances tecnológicos, de infraestructura y hasta en la
manera de vestir de las personas afianzaba mis sospechas. Podía jurar que
habíamos quedado varados en un pueblito pobre que quizá era olvidado por la
actual dinastía.
Jaejoong no decía nada y yo
tampoco. El hambre me debilitaba.
Luego de varios minutos
caminando llegamos hasta la entrada principal del poblado. Cabañas pintorescas
y algo sucias nos dieron la primera bienvenida. Algunos niños y niñas
jugueteaban cerca de sus hogares con caballos de madera y muñecas de trapo. ¿Dónde
estábamos?
La madera predominaba en las construcciones. Uno que otros
carruajes transitaban por el camino arenoso. Las señoras con sus típicas
vestimentas bien abrigadas y sin dejar ni un trozo de piel a la vista, salvo
sus rostros. Con sus cabelleras negras y otras grisáceas amarradas en una larga
y cuidada trenza.
--Jaejoong…
--Changmin,
¿sabes en que tiempo estamos?
Sentí el contacto tibio de la
mano de Jae oprimiéndome el brazo. Me interrumpió abruptamente con un tono de
voz resplandeciente en nerviosismo. Creí sentir su pulso acelerado, ¿seria que
alucinaba?
Miré el panorama sin dar
respuesta a sus palabras. Yo también me sentía algo nervioso, inquieto y
ansioso, y ciertamente no sabía qué decirle. Comenzaba a sospechar que mis
primeras suposiciones de estar en la Era Joseon eran ciertas.
Seguimos avanzando con los
labios sellados. Los hombres del lugar nos miraban con palpable recelo mientras
sus arrugadas frentes se contraían en una señal directa de desprecio. Temía que
las anteriores desalentadoras palabras de Jaejoong tomaran vida y nos
intentaran matar.
Para nuestra sorpresa, la aldea
pobre y descuidada que vimos desde la colina no era tan pequeña como lo
aparentaba. Mientras más nos adentrábamos el flujo de personas yendo y viniendo
se incrementaba. Aquello logró darme tregua, porque de esa manera nos escabulliríamos
mejor frente al resto, a diferencia de la entrada del pueblo que estaba
perfectamente despegada para que todos pudieran ver a los fenómenos recién
llegados.
--Min,
estamos en el mercado – asentí pasivo ante las palabras de Jaejoong. Por eso es
que habían tantas personas.
--Es
mejor así, de esa forma no llamaremos mucho la atención.
--Sabes
que lo haremos.
--¿Puedes
seguirme la corriente? Trato de ser optimista.
--Y
yo trato de ser realista.
--¿De
qué demonios te estás quejando? Fuiste tú el que lloriqueó rogando que
viniéramos hasta acá.
--En
primer lugar, yo no lloriqueé ni nada de es—
Los susurros que habíamos estado
manteniendo para comunicarnos fueron interrumpidos de un golpazo, literalmente.
En un rápido movimiento llevé
mis piernas hacia adelante evitando caer como una bolsa de papas. Por
desgracias Jae no reaccionó con la misma agilidad que yo y tampoco fui capaz de
evitar su inminente caída. De la nada, había salido un chico oriundo de allí y
en un abrir y cerrar de ojos impactó su mano empuñada contra la mejilla de Jae
obligándolo a caer de bruces sobre el suelo de arena.
Me quedé helado y juraría por lo
más sagrado que cuando Jaejoong pudiera levantar la cabeza y ordenar sus
pensamientos, todo impulso de mandar improperios y conjurar maldiciones
quedarían atascados en su garganta.
Yo mismo no podía dar crédito a
lo que supuestamente mi cerebro estaba procesando. Simplemente inaudito.
Cuando posé mis ojos en la
silueta de Jae, su mirada perdida y desencajada me despejó cualquier duda. Si
no es que las ganas de llorar se lo estaban comiendo vivo por dentro, su mente
debía estar completamente absorta.
Me pregunto si estás bien
Jaejoong. Tú que nunca te dejas ver derramando lágrimas y que acallas tus
problemas bajo ese manto engañoso que es tu hermosa sonrisa para ayudar a
otros. Olvidándote de ti mismo.
Rehuyendo de su mirada clavé mis
ojos en el collar que abrazaba su cuello. Lentamente me acerqué y le extendí la
mano.
La tensión empezaba a asfixiarme
la poca tranquilidad que llevaba acumulada desde que nos vimos envueltos en
semejante disparate. Temía mirarle directo y encontrarme con un Jaejoong de
semblante descolocado y herido.
Con movimientos imprecisos tomó
mi mano y de inmediato una descarga eléctrica me azotó desde la muñeca hasta el
último disco de mi columna vertebral cuando el desconocido comenzó a hablar
estupideces. Porque sí, para mí lo eran.
~~.~~.~~
El pecho no dejaba de dolerme,
de arderme. Una imparable incomodidad no me permitía respirar con ligereza. Como
si en mi interior se estuviera suscitando poco a poco una implosión.
Sólo cuando me golpeó el rostro,
cuando nuestras distancias se anularon e hicimos contacto físico, pude entender
que sí, que no estaba loco y alucinando de nuevo. Que esa persona frente a mí
era tan real como yo.
Y lo que sea que ese sujeto
hubiera querido provocar en mí no lo cumplió porque no fui capaz de sentir
dolor. Sabía que mi mejilla estaba enrojecida, que talvez un hilo de sangre se
correría por mi barbilla, que mis manos se lastimaron cuando caí y busqué
apoyo, pero no podía sentir mi propio cuerpo.
Todo esto debía ser mi
imaginación inescrupulosa.
Después todo sucedió demasiado
rápido como para detenerme a pensar si seguía consciente. Luego de una escueta
sonrisa y varias venias el chico nos invitó a su casa en forma de disculpa
puesto que, según él, no había sido su intención golpearme. Apenado nos dijo a
Changmin y a mí que se confundió de persona.
Percibí el rostro de Min
mostrarse incrédulo, ni yo me crearía esa excusa improvisada. Confundirme con
alguien más, ¿a mí? Cuando mi cabello es en extremo distinto al de los demás
jóvenes del lugar, que cabe resaltar no eran tantos, y que las ropas que ambos
cargábamos puestas levantarían miradas por doquier.
Aún no salía de mi absorto
cuando, después de tomar la mano de Min y estar a su altura, él deshizo nuestro
agarre y me sujetó del brazo acercándome a su cuerpo y me dijo en un fluido y
bajito inglés “No pensarás aceptar su
invitación, ¿cierto?”.
¿Qué demonios esperaba Changmin
de mí? ¿Que obedezca a todos sus mandatos como si yo no fuera humano y tuviera
derecho a equivocarme?... a equivocarme dos veces en un día.
Cuando ya habían pasado varios
segundos y de mi boca no salía ni un monosílabo, Changmin entendió que allí no
cabía ninguna discusión, sobretodo discusiones como las que nosotros
manteníamos. Así que cuando, con todo el esfuerzo que pude, le asentí al chico
de cabellos ondulantes que aceptaba su invitación-disculpa, Min soltó rudamente
mi brazo y se cruzó de brazos molesto resoplando y desviando la mirada.
Ahora, que estábamos instalados
cómodamente en lo que presumo es el hogar de este chico, sé que Changmin ha
cambiado por completo de parecer. Sobretodo después de conocer su nombre.
--Mis
más sinceras disculpas. Espero no haberle causado mucho daño.
Nos hablaba en un arcaico
coreano, pero sin perder el toque de formalidad en sus expresiones.
Por mi parte yo trataba de no caer victima del llanto, la
taquicardia, un ataque epiléptico o todas en conjunto. Pero se me hacia
difícil. Es como si te ataran de brazos y obligaran a ver una página de tu vida
que con sólo presenciarla te hace sentir dos sentimientos al mismo tiempo. Dos
sentimientos tan opuesto el uno del otro.
Y a estas instancias no sé ni
qué sentir. Es más, no entiendo cómo es que soy capaz de formar pensamientos
cuando mi mente está tan ofuscada.
Sentir una
incontrolable alegría por verle, porque sus ojos no se despegan de mi cuerpo,
porque su sonrisa mantiene el mismo efecto de dejarme sin aliento, nulo,
perdido en mi inconsciente. Porque de alguna forma sus modismos siguen tal cual
los recuerdo.
Porque lo sé y nadie podría
negarme nunca que ése frente a mí es mi querido Yoochun.
¿Así se siente ver al amor de tu
vida una vez más cuando ya te habías resignado a su eterna ausencia?
Parecieran ser los mismos
síntomas de cuando te encuentras con él para una salida, pero peor. Porque si
antes temía morir asfixiado, ahora sentía que el aire se negaba a entrar en mis
pulmones. Porque si antes mi corazón batallaba por tener más espacio para latir
desbocado como le plazca, ahora fácilmente podía imaginarlo saliendo disparado
de mi pecho, como una bala atravesándome.
Y mis manos convulsionando.
Reclamándome el no correr a tocarlo, a abrazarle y convencerme desesperado que
no estaba soñando. Que no había perdido la poca cordura que me quedó después de
que él se marchara de mi lado.
Ya no tenía sentido pensar que
pudiera estar soñando. Mucho menos cuando en lo más profundo de mi ser anhelaba
porque este momento jamás acabara. Si mi destino se resumía a quedar atrapado
en el tiempo para así poder disfrutar de la presencia de Yoochun, con todo
gusto lo haría.
Antes de ser golpeado creí haber
visto a mi Yoochun a lo lejos. A un Yoochun un tanto diferente. No lo podía
creer, o más bien me obligaba a mí mismo a hacerme el de la vista gorda. Porque
rayaba en lo absurdo imaginar a Chun hasta en una situación como tal.
Pero de nuevo la vida me
demostraba que existían innumerables modos de dejar a las personas sofocadas,
abstractas, soñando.
--Jaejoong…
Sentí un no tan leve roce sobre
mi hombro. Era Changmin tan sutil como de costumbre. Él me miró imperativo pero
yo sólo me mostraba neutro. Todavía no podía digerir todo lo que estaba
sucediendo.
Min me regañó con la mirada
semejante a cuando me quedaba con el semblante en el infinito y dormitando
mientras me explicaba algo relacionado con la tarea o el examen a punto de
presentar en las próximas siete horas.
Aclaré mi garganta y enfoqué mis
ojos en varios puntos de la cabaña, como si con eso fuera a tapar el hecho de
que me había quedado viendo a ése chico por mucho más del tiempo
prudencial.
Y no podía evitar dirigirme a él
como “ese chico”. Llamarle Yoochun se me hacia demasiado irreal. Pero allí
estaba, con esas vestiduras viejas de la época, con su cabello largo y
ondulado, expidiendo un aroma a hierbas y lluvia. Con sus ojos desnudándome el
alma y sus labios demandándome que me levantara del suelo y arremetiera contra ellos
robándole el aire en el proceso.
Talvez estaba enloqueciendo
dentro de mi propia locura.
Dime Yoochun, ¿cuándo podré cerrar tu puerta? ¿Cuándo otra ventana será
abierta?
--No
se preocupe, mi amigo es fuerte como bisonte. Estará bien, sólo fueron unos
rasguños inofensivos.
~~.~~.~~
Jamás esperé encontrarme con
algo así cuando luego de escuchar a las chiquillas parloteando escandalosamente
sobre la llegada de unos hombres extraños, me toparía con mi pasado
cacheteándome de frente.
Hablaban y hablaban como si
paseando por el mercado del pueblo se hubieran tropezado con el Príncipe Lee
Wook y este gentilmente les sonrió y después las invitó a su palacio.
Cuando logré escuchar con mayor claridad, supe que la
conmoción tenía lugar en la entrada de nuestro humilde poblado y dos sujetos de
ropas extrañas y feas pero con belleza arrasadora se paseaban sin problemas.
La curiosidad me ganó y dejé lo que estaba haciendo para
correr al mercado donde supuestamente habían visto a los forasteros.
Ahora entendía muchas de las
cosas extrañas que ocurrieron este día. Los espíritus me habían querido
advertir pero yo fui un inútil y no tomé las señales.
Me había extrañado de
sobremanera que esa mañana mi frente amaneció sudorosa y mi corazón latiendo
enloquecido. A primera instancia lo atribuí a que quizá pronto me enfermaría, o
ya estaba enfermo. Pero no le di mayor importancia.
Pensando que eran simples cosas
de mortales atiné a las razones escondidas tras los síntomas alarmantes.
Desde antes de abrir mis ojos
los espíritus me habían susurrado juguetones que ése no sería un día apático y
tranquilo como los anteriores.
Reencontrarte con el que tiene
una apariencia casi espectral con el amor de tu vida debe de sentirse de esta
forma.
Recibí los pertinentes avisos pero fue muy lento para
entender lo que realmente me quisieron decir.
Y quería golpearme con el doble
sino hasta el triple de la fuerza que utilicé para lastimar a ese Jaejoong de
cabellos castaños. Porque sólo distrayéndome pensando en estas irrelevancias me
detenía de cometer una aberración. Porque el tiempo había tomado un reposo y
nos empujó a quedar sumergidos en una armadura aparentemente impenetrable que
ponía a prueba el control sobre mí mismo.
Fue fácil inventar una mentira.
No había sentido tanta excitación oprimiendo mis venas y ahorcando mi juicio
desde hacia mucho tiempo, y cuando mi puño tocó su piel, como una flecha
atravesándome el alma, recordé la tersa y blanquecina piel de mi amado Jae
Hyun.
Y es que para mí fue imposible
detenerme y analizar meticulosamente mis acciones. Pensaba que mi vista se
estaba atrofiando a pesar de ser tan joven. Mi mente me gritaba una y otra vez
que ése sujeto con cabellos marrones como el pelaje de los caballos del establo
no podía ser esa misma persona que se negaba a abandonar mis recuerdos.
Entonces me desesperé. Perdí
completa autoridad sobre mis acciones.
Sentía mis zapatos azotar contra
el suelo, mi respiración agitada y discontinua, las lágrimas agolpándose en mis
ojos y mi boca seca. Y entonces pasó. Entonces actué descontrolado y acerté mi
puño en su mejilla.
Sé que él sintió lo mismo que yo segundos antes de que
cumpliera mi inconsciente cometido, porque en el momento en que nuestras
miradas se cruzaron y nuestros cuerpos sintieron la calidez del otro, sus ojos
buscaron una respuesta en los míos.
Y después de eso seguí con mi
actuación improvisada y les invité a mi casa rogando por dentro que aceptarán.
Al principió un miedo iracundo me invadió cuando noté la clase de presencia que
el moreno ejercía sobre el muchacho que se parecía mucho a mi Jae Hyun. ¿Acaso serian pareja? Me pregunté desde
que decidieron venir a mi casa hasta ahora, que no podíamos demostrar de mejor
forma el aura de extrañeza que se daba entre nosotros.
No sabía exactamente qué decir,
cómo decirlo, cuándo y a quién. Sinceramente, mi inerte corazón resurgía de su
invierno y me exigía a gritos que tomara entre mis brazos de una vez por todas
a ese chico sentado frente a mí y demandara por respuestas. Que por nada del
mundo permitiera que la razón de mi vida se esfumara frente a mis ojos como
antes. ¿Por qué, Jae Hyun? ¿Por qué
sacrificar tu vida a cambio de la mía?
Pero simplemente no podía.
¿O es el miedo al rechazo mi
autodefensa que me detiene de cometer un acto suicida?
Oh Jae Hyun, ¿eres tú?
~~.~~.~~
--¡Ayyy,
tengo mucha hambre! Iré por algo más de refuerzos.
Los curiosos ojos de Jaejoong y
JiJi se pasearon divertidos sobre el cuerpo de Changmin quien desperezándose se
dirigía con brazos al aire hacia la cocina.
--¡Tú
siempre estás hambriento, Min! pero no te vayas a comer todo y trae suficiente
para los dos que yo también quiero comer.
--No
sé si pueda darte, tal vez no haya suficiente para los dos. – El rostro de Min
se contrajo en una burlesca sonrisa mientras de uno de los gabinetes sacaba una
bolsa de galletas de chocolate y vainilla esperando las automáticas palabras de
reclamo de su Hyun.
--¡Es
mi comida, Changmin! Tiene que haber bastante, hasta para JiJi porque…
De no ser porque ya su cerebro
estaba más que acostumbrado a esperar lo inesperado y sus emociones no
sucumbían ante la sorpresa y el terror, ver las hojas de su libro de ética
pasar lentamente sin brisa o mano de por medio hubiera sido realmente
escalofriante.
Preguntas similares a “¿Por
qué?” “¿Es mi imaginación?” “¿Estoy maldito?” habían perdido significado y
consistencia para él.
A los 17 años, y luego de un año
aprendiendo a enfrentar los interesantes aspectos de su vida sin desear
despertar de la pesadilla, el escuchar voces y ver sombras se había convertido
en parte de su cotidianidad.
De comienzo fue lo más traumático
y aterrador que todavía a su edad adolescente, había experimentado en su
vida. Pero luego las visitas y el acoso
incesante se fueron disminuyendo, y con eso su coraje había crecido a niveles
estratosféricos. Ahora a sus 21 casi 22 años, ver vivos y muertos en el mismo
plano le resultaba normal.
Por eso, entendiendo una vez más
el mensaje oculto que sus queridos amigos invisibles de vez en cuando le daban,
cuando el baile de hojas se detuvo se levantó de su asiento y se dirigió al
piso de arriba.
Seguramente hoy también tocaría
una rápida consulta.
Con parsimonia se desplazó y
subió las escaleras. De repente, un fresco aroma a tierra mojada invadió sus
sentidos. Aquello despertó su curiosidad.
Alguien había regresado.
Lentamente abrió la puerta de su
habitación. Con tranquilidad paseó la mirada recorriendo todo el lugar en busca
de aquello que sabía no debería de formar parte del paisaje. No se sorprendió
mucho cuando entre rayos de luz solar distinguió a ese fantasma de sonrisa
amigable que desde las 17 acudió a él y hasta entonces se negaba a cruzar al
otro lado.
Portaba el nombre de YooHwan, y
como de costumbre llevaba puesta sus vestimentas de dinastías anteriores y de
apariencia deslucida. Más una sonrisa encantadora y sus ojos penetrantes.
Jaejoong le miró expectante,
disfrutando de su presencia relajante y embriagándose con el olor a tierra
mojada que se había intensificado. Pero el chico fantasma se mantenía sereno,
sin pistas de querer entablar una conversación. En lugar de eso, se dispuso a
realizar una venia y en fracción de segundos desapareció.
Antes de siquiera empezar a
maquinar respuestas que se amontonaran en su cabeza, Jae notó algo más que no
formaba parte del cuadro.
Allí sobre su cama se encontraba
un objeto intrigante, de aspecto viejo y mitológico. Parecía una clase de
armónica muy particular, hecha en cobre y con inscripciones en un idioma que
desde su posición se le hacia difícil de distinguir.
Sin sentirlo, sin esperarlo, sin
advertirlo, dio marcha directa acercándose a la cama. Observaba ausente el
curioso artefacto y cuando ya Changmin había ingresado a la habitación y unido
clavos tratando de entender qué sucedía y porqué su disparatado amigo no había
seguido con la discusión que tanto le divertía, ya era demasiado tarde para
hacer algo.
--¡Jaejoong
no toques eso!
~~.~~.~~
Un amor que no debía terminar ha
dejado de existir.
Una vida que parece haber sido usada.
Mi corazón me grita: "estas equivocado, totalmente equivocado"
Mi corazón me grita: "estas equivocado, totalmente equivocado"
No puedo
continuar viviendo por mi mismo.
¿Puedo
amar a alguien de nuevo?
Mi corazón
está triste, no se pueden describir con las palabras.
De seguir así terminaría
ahogándome en mi propio placer. Sus manos eran como lanzas que al pasar por
cada rincón de mi piel me hacía retorcer bajo su cuerpo, como si me quemara al
contacto.
¿Acaso todo esto es posible?
¿Acaso alguna parte de esto que se siente tan real, está sucediendo de verdad?
¿Aquí y ahora?
Oh Yoochun, por favor, nunca me dejes.
Sus carnosos labios comiéndome
la boca no habían cambiando en absoluto, tan embriagantes como los recordaba. Y
sé que en algún punto de mi mente me estoy recriminando y dando la espalda,
pero ya es demasiado tarde como para soltar lo que por tantas noches he deseado
poder abrazar y que me arrulle hasta quedar profundamente dormido en su regazo.
Ya nada importaba, ahora sólo
éramos él y yo. Nadie más. Ni aliento tengo para pedir disculpas a Changmin que
lo he perdido de vista.
--Jae…
Busqué desesperado su espalda
explayando mis manos cuanto podía y en segundos clavando mis uñas al borde de
la locura que me provocaba su lengua paseándose por mi cuello y su mano jugando
con mi miembro que palpitaba y exigua por más y más atención de su parte.
En definitiva, yo no estaba
loco, porque algo como esto no se puede fingir, y algo como esto no se puede
sentir menos real que en estos momentos.
Ya no habían prendas que nos
impidieran convertirnos en una sola alma compartiendo dos cuerpos, pero tampoco
nos atrevíamos a dar el siguiente paso.
Aunque sentía que en cualquier instante me desmayaría por tanto éxtasis pero
quería disfrutar todo lo que pudiera de cada segundo a su lado. De cada segundo
respirando el mismo aire que él, mezclando nuestro calor corporal, sintiendo el
sedoso roce de sus cabellos contra mi
rostro.
--¡Yoochun…
Estábamos a punto de
desfallecer.
Cada caricia, cada beso, cada
gemido, cada mordida me gritaba el inmenso amor que ese chico sobre mí me
estaba profesando.
¿Qué ha pasado en tu vida las últimas horas, Kim Jaejoong? ¿Luego de un
año llorándole a una lápida, has
despertado desorientado en un tiempo que no es el tuyo y te has encontrado con
un chico idéntico a tu Yoochun? ¿Le has dicho adiós a tu lógica y te dejaste
atrapar por los brazos caprichosos e imperdibles del destino?
--Te
amo…
Fue su sentencia antes de
invadir mi intimidad y acallarme con un beso que me obligó a tragármelo todo.
Es verdaderamente genial cuando
puedo verte.
Mi felicidad, mi felicidad no pueden describirla las palabras.
Mi felicidad, mi felicidad no pueden describirla las palabras.
Cuando pueda verte será
verdaderamente...
Las palabras no podrán describirlo
Ahora ya puedo verte...
Las palabras no podrán describirlo
Ahora ya puedo verte...
Te siento dentro de mí. Como
mueves y buscas desbordar todo ese hilo de pasiones que hacemos despertar con
sólo tener contacto visual. Mi respiración comienza a fallar como es de
esperarse, pero no me importa porque sé que tú estás allí para proporcionarme
todo el oxígeno que mis pulmones necesiten.
Yoochun, una vez más eres mío y yo soy tuyo. Ahora que el destino nos
ha permitido encontrarnos en vidas distintas, nunca nos separemos.
FIN
HERMOSO.
ResponderEliminarJODER... ES HERMOSO! Quedé maravillada. Me encantó, gracias por compartir éste One Shot *-* Estuvo todo muy boniis♥.
Esta ,muy bello... y romántico... solo me queda la pregunta de como seguirá... debería haber un epilogo... *-*
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