Juega Conmigo
Prólogo: Escrúpulos.
…
…
Escrúpulo (del latín, scrupulus)
Es la inquietud de ánimo
provocada por la duda acerca de si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto,
verdadero o falso.
…
…
Escuchaba los pasos, lentos, tranquilos, inmunes.
Su ser se agitaba ante la anticipación de ese
cuerpo, de su ser entero que proclamaba por la presencia del contrario como vil
esclavo a sus deseos. Como si de pronto hubiera perdido la voluntad y hubiera
dejado de pensar.
Cuando la puerta se abrió y aquel rostro masculino
se asomó, Yoochun incluso sintió su estómago encogerse, como si apretujaran
todo su ser y de pronto olvidara todo lo que alguna vez había defendido, como
la moral y las buenas costumbres, algo a lo que lo habían acostumbrado, algo
que no compartía.
Y esa sonrisa vislumbro desde su lugar, altanera y
confiada como siempre. Esa sonrisa hizo acto de aparición, y Yoochun se sintió
débil, por que sabía lo que pasaba por la mente del menor.
—Has vuelto…
La declaración exacta y acertada atravesó por sus
pensamientos. Indicándole que era un débil que no debía continuar jugando a
tensar a su suerte y sin embargo estaba ahí, preso de aquella expresión segura
y esa sonrisa que ahora era sensual.
Por que aquel rostro podía ser a veces aniñado,
otras veces angelical, otras veces podía ser simplemente un demonio. Y Yoochun
casi enloquecía, por que Shim Changmin era un matiz cambiante, como un camaleón
que se adapta a su conveniencia.
Y Yoochun a veces no sabía que era lo que más le
enloquecía de Changmin.
—Dijiste que no volverías, ¿qué ha pasado Yoochun?
—¿De verdad quieres que lo admita?
La sonrisa en esos labios no desapareció, el menor
solo se dedicó a caminar dentro de la habitación, y buscar la botella con
champagne que había sobre la hielera, a observarla con cuidado de que fuera la
que él prefiere.
—Eso elevaría un poco más mi ego, así que sí.
—Te deseo.
La facilidad con la que salieron esas palabras de su
boca, sorprendió incluso al mismo Yoochun que de pronto se vio atravesado por
aquella mirada fija del muchacho que en estos momentos ya no sonreía, más bien
se había sentido complacido con saberlo entre sus manos.
—¿Me deseas? Eso no es algo que no escuche a diario.
—Eres demasiado presuntuoso para mi gusto, Min.
Y el cuerpo de Yoochun no resistió demasiado tiempo
lejos del de Changmin, como si un imán lo jalara, hacia unas cadenas asiduas a
las manos del menor que lo atraían sin ningún problema.
Aquellas manos fuertes, tomaron por el rostro a Changmin,
y lo apresaron entre la pequeña mesa a su espalda y el cuerpo de aquel hombre
que ahora se pegaba a su ser casi hasta el punto de querer que sus pieles se
fundieran.
La boca de Yoochun fue bien recibida entre
movimientos apasionados y sensuales, como si a pretendiera llevar el control.
Tal vez era por que le sofocaba cuando pasaba demasiados días intentando fingir
que esa necesidad asidua que sentía por el menor no rayaba en la obsesión, pero
Yoochun sentía que a cada beso, a cada roce de su piel volvía a estar bien.
Como si la ansiedad desapareciera de repente y
rebotara en una pasión que lo consumía mientras sus manos viajaban por ese
rostro, se prendían de ese cabello y tocaba esa amplia espalda.
Por que le encantaba, veneraba cada parte de ese cuerpo
a su disposición por un par de horas en esa noche. Yoochun enloquecía y perdía
el control tan solo con verlo, como si el resto dejara de existir.
—Espera…
Las manos de Changmin se colocaron sobre su pecho.
Sin demasiada presión y con sus labios rojos e hinchados por la intensidad con
la que fueron apresados, Yoochun no entendía, ¿qué era lo que pretendía ahora?
—Changmin no tengo tiempo, mi vuelo sale en dos
horas y media. No debería estar aquí incluso.
—Pero estas, y antes que nada quiero decirte que…
—Changmin ahora no.
Yoochun solo abrió esa camisa negra, desprovista de
botones luego de que jalara de ella con demencia, teniendo frente a sus ojos
aquellos abdominales marcados y esa piel bronceada producto de las últimas
vacaciones de Shim.
El impulso de su cuerpo, como si de pronto fuera
llamado por el otro. Sus manos tocaron esa piel y el pequeño gemido casi
insonoro que salió de esos labios fue gratificante, por que Changmin a veces no
pretendía demostrarle lo mucho que lo excitaba.
Su rostro se escurrió con cuidado por aquel largo
cuello, con pequeños besos que arrancaron gemidos en el menor. Yoochun tenía
una forma de saber cuan real podía ser Changmin entre sus brazos, aunque el
menor aún no se diera cuenta.
‘Tenía prohibido
gemir’
Yoochun se lo había dejado claro desde el principio,
desde el inicio de sus esporádicos encuentros. Así que cada sonido errante que
salía de esos labios era tan real, como el dinero que Yoochun depositaba en las
manos de ese insolente.
—Maldición… espera…
La voz acongojada de Changmin era deliciosa, como si
no pudiera pronunciar adecuadamente y la respiración no diera señales de vida
en su cuerpo. Yoochun disfrutaba de ese rostro exasperado por no poder
controlarse entre sus manos.
Era como un desafío, un duelo entre ambos donde el
que perdía, era el que terminaba suplicando por más. Y ni a él ni a Changmin
les gustaba perder. Fue cuando las manos de Changmin se perdieron dentro de su
camisa que Yoochun entendió que el menor empezaba a desesperarse también.
No le gustaba ese desatino por hacerlo todo rápido,
por que unas veces pensaba que era pasión otras que quería deshacerse de él,
pero justo en ese momento a Yoochun le dejó de importar.
Sus manos que antes tocaban esa esplendida espalda
pasaron a la cintura, repasando con cuidado la piel a su disposición hasta que
tocaron el cinturón de cuero negro que pronto se encargó de abrir.
El sonido algo leve del metal en contacto cuando la
hebilla fue desajustada provocó que Changmin cerrara los ojos, que un suave jadeo
se perdiera entre los pliegues de esa habitación y la boca de Yoochun que ahora
volvía a invadir la suya fuera devastador para si mismo.
Sin un ápice de control, Changmin apenas alcanzó a
medio abrir uno de los cajones, su mano buscando aquel pequeño bote de
lubricante, que justo en ese momento parecía esconderse para él.
Pero Yoochun estaba vestido, y Changmin tenía ganas
de tocarlo, inconsciente aún de por que había aprendido a disfrutar de aquello
con él, el cuerpo de Yoochun se pegó al suyo, casi sobre él, y cuando vio el
pequeño frasco en las manos de Park entendió el motivo.
La sonrisa ladina en ese rostro mientras lo colocaba
sobre la mesita y volvía a prácticamente devorar su boca, obligó a Changmin a
optimizar el tiempo que sus manos viajaran hasta el pantalón de Yoochun y lo
abrieran del mismo modo que Yoochun lo había hecho con los suyos.
Sus manos pronto se embarraron de aquel frío
lubricante que contrastó de inmediato con el miembro semi erguido de Yoochun,
con el quejido que salió de esos labios, de esa voz profunda y alucinante.
A Changmin siempre le había encantado esa voz, esa
increíble y sensual voz que siempre escuchaba en la radio antes de tenerlo en
vivo y en directo gimiendo para él, y mientras su mano apresaba el miembro de
Yoochun, con movimientos acompasados y lentos que desesperaban al mayor,
Yoochun se apoyaba en él. En esos hombros a su disposición.
La respiración de Yoochun golpeaba contra su cuello,
sintiendo el peso de él en su cuerpo, con esos gemidos que excitaban todavía
más a Changmin. Y cuando perdió el contacto de esas manos en sus hombros, por
que pasaron a su cintura, Changmin apenas fue consciente del momento en que
Yoochun lo había hecho girar contra la pared, apenas sostenido por la mesita
interpuesta entre su cuerpo y aquella fría pared de cemento.
—Dos semanas… estaré fuera dos semanas…
Yoochun apenas había podido hilar sus pensamientos,
respondiendo a lo que seguramente Changmin había querido preguntarle en un
inicio y que él acalló con sus besos. Consciente de que Changmin ahora no
pensaba adecuadamente como para contraatacar con excusas burdas.
Las manos de Changmin se ciñeron a la madera de
aquella mesa, con fuerza, mordiendo su labio inferior cuando empezó a sentir a
Yoochun introduciéndose en él, intentó relajarse un poco, que su respiración al
menos se normalizara.
Y cuando el cuerpo de Yoochun estuvo prácticamente
pegado al suyo, Changmin vio imposible no soltar aquel gutural gemido que
emitió mientras cerraba los ojos con más fuerza. Con el sabor metálico en su
boca producto de la sangre, con la incomodidad de Yoochun dentro de él.
Los labios de Yoochun besaron su nuca, con
esporádicos besos mal dirigidos, como si lo hiciera mientras se cansaba de
esperar para empezar a moverse. Usualmente, Changmin no estaba acostumbrado a
que sus clientes esperaran a que él se sintiera listo para empezar con las
embestidas, Yoochun era el único.
Quizá por eso, él era
el único con el que sentía placer.
Antes de que sus pensamientos siguieran divagando la
mano de Yoochun jaló de barbilla y lo hizo girar, al encuentro de sus bocas,
desperdigando un sabor extraño entre ellos, indescriptible, confuso.
No había amor entre sus encuentros, había que ser
muy iluso para pensar que los había, era pasión. El mejor sexo que ambos podían
disfrutar, y que era la razón por la cual no se aburrían el uno del otro.
Y en medio de aquel beso, Yoochun empezó a moverse.
Lentamente que empezó a desesperar a Changmin, con
la fricción y la sensación opuesta de calor y frío cada que Yoochun se alejaba
y volvía a entrar, sacudiendo su cuerpo por completo.
Changmin necesitaba apretar algo entre sus manos,
por que esos movimientos empezaban a descontrolarlo, y él tenía prohibido
gemir. Su cuerpo entero sucumbió hacía adelante, cuando Yoochun empezó a
moverse con más fuerza.
Con el sonido de sus cuerpos sudorosos, pegados el
uno al otro, con esos jadeos profundos de Yoochun en su oreja y su cabello
moviéndose en cada embestida, Changmin sentía incluso, producto del sudor en su
frente, como los cabellos se pegaban y morder su labio ya no funcionaba, por
que igual los quejidos salían de su garganta a su boca.
El momento en que la respiración es inconstante,
llegó. Yoochun de repente entró en él con fuerza y Changmin volvió a romper las
reglas como en sexta ocasión esa noche, por que el gemido que abandonó a su
boca, fue tan fuerte que se sintió incluso hasta patético.
Sentía aún la fuerza de Yoochun mientras descansaba
un rato contra su cuerpo, saliendo de él lentamente y Changmin sabía que quería,
y sin embargo no tenía las fuerzas para moverse por si solo.
Así que sin problemas Yoochun lo agarró por la
cintura, lanzándolo contra la cama y Changmin sintió sus cabellos agitarse una
vez más cuando cayó sobre el mullido colchón. Las manos de Yoochun tomaron sus
piernas y elevaron sus caderas.
Changmin apenas abrió los ojos cuando Yoochun volvía
impregnarse en su ser, con mucha más intensidad que la primera vez.
—Agh… Yoochun… ¿no tenías que irte… pronto?
Él sabía, sabía lo mucho que le jodía a Yoochun que
lo apresurara. Por eso lo incitaba, por que le gustaba el Yoochun agresivo que
ahora lo hundía contra la cama, que golpeaba sus caderas con fuerza en cada
embestida como si pretendiera fundirse dentro de él.
—¡Maldición, Yoochun!
Sentía el placer recorrer su cuerpo entero, por que
Yoochun estaba golpeando en el lugar indicado, desatando su casi extinto
autocontrol que ahora pugnaba por desaparecer por completo.
Changmin entonces llevó el antebrazo sobre sus ojos,
mordiendo su labio inferior y con el vaivén de su cuerpo siendo empujando por
el de Yoochun constantemente sobre la cama, desarreglando la cama, haciendo
fricción entre sus pieles.
—Diablos… Changmin…
Esa voz, Shim la podía reconocer sin problemas,
cuando Yoochun transformaba su voz en ese quejido lastimero es por que estaba a
punto de llegar al orgasmo, y Changmin lo odiaba por eso, por que Yoochun
siempre lograba resistir más que él.
Justo como en ese instante.
Fue una de las embestidas de Yoochun, una de las más
intensas que repicó en todo su ser que Changmin llegó al orgasmo. Que otro
gemido salió de su boca y se escuchó como si fuera casi un grito. Changmin
odiaba ese descontrol en su ser, provocado por el orgasmo que pocas veces
tenía.
Su cuerpo entero perdió la tensión que pudiera haber
retenido y su brazo incluso perdió fuerzas, sus ojos se abrieron lentamente,
mientras sentía a Yoochun todavía entrar y salir de su cuerpo, con aquella
estúpida sonrisa victoriosa en el rostro al haberlo hecho perder en esta
ocasión.
Su cuerpo aún era sacudido por las embestidas del
mayor y de pronto esa imagen casi etérea de Yoochun sobre él, lo capturó, aún
más cuando Park cerró los ojos, y se aventuró sobre su cuerpo en un último
despojo de fuerza, en un último gemido más discreto que los de él.
Yoochun se dejó caer sobre Changmin, y él vio algo
dificultoso que su pecho siguiera subiendo y bajando con la misma regularidad
ante la recuperación de su respiración habitual.
El calor de sus cuerpos unidos, y el sudor que los
envolvía lo hizo a Changmin volver a cerrar los ojos. Ante la excitación y el
exquisito sabor de un orgasmo recién consumado.
Changmin apenas había sido capaz de sentir el
momento exacto en el que Yoochun había terminado, su cuerpo aún estaba un poco
entumecido, acalorado, desprovisto de una reacción normal en sus cinco
sentidos.
Y esos intentos de respiración que Yoochun tenía, lo
hacían todo un poco más difícil para que Changmin recordara siquiera en que día
estaban. Sus manos subieron por esa espalda de Park, tocaron lascivamente cada
espacio que pudieron, pero cuando Yoochun levantó la cara, hubo un problema.
—No tengo tiempo, Min. Tengo que tomar el avión.
Changmin no replicó, Yoochun podía hacer uso del
tiempo que pedía como a bien quisiera, después de todo, si optaba por irse
antes de que acabara su tiempo, no era su problema.
Lo vio levantarse, primero con algo de cuidado hasta
encaminarse al baño, y decidió que luego de que Yoochun se duchara, lo haría
él, que no saldría de esa habitación hasta que la hora que Yoochun había pedido
terminara, solo por que deseaba descansar.
Palpar cuidadosamente ese sentimiento post orgásmico
que lo albergaba de satisfacción, esa abolición a sus emociones, que tan pocas
veces llegaba a su ser.
…
…
A Yunho le encantaba ese daiquiri que Junho
preparaba.
Lo bebía prácticamente todos los días, sentado
frente a la barra, conversando de cualquier cosa con el muchacho que se
encargaba de proporcionar el licor en el club, enfundado tras aquel chaleco y
pantalón negro, que combinaba con la camisa blanca.
Yunho a veces envidiaba el trabajo de aquel muchacho
que con el tiempo se había convertido en su amigo. Por que él podía hacer algo
que Yunho no podía, negarse a tener sexo con los clientes.
—No es como si tú te acostaras con el primero que te
ofrece cien billetes, Yunho.
Justo en ese momento, Yunho soltó una pequeña
sonrisa, observando el vaso ahora vacío que se posaba entre sus manos, y los
cómodos hielos que apenas se movían ante las leves sacudidas.
—Buen punto, tengo el privilegio de escoger a mis
clientes y no que ellos me escojan a mí. Pero eso no quita el hecho de que de
una manera u otra, son ellos quienes tienen el poder sobre mí, gracias al
dinero, los escoja yo o no.
Junho sonrió, limpiando uno de los vasos con aquella
toalla de tela blanca.
—Pagan mucho por ti, y yo no sé que tienes de bueno…
Yunho levantó la mirada, sonriente y con atisbos
leves de fingirse indignado por el comentario del menor, que solo sonrió
divertido. Petulante, Yunho le siguió el juego.
—Pues para que te enteres, hay quienes han pagado
hasta en dólares por mí.
—Es decir, eres un puto internacional.
Yunho le lanzó un par de maníes secos por la cabeza
al muchacho tras la barra. Pero él solo emitió una carcajada, divertido con las
expresiones en Jung que en ese momento solo rodó los ojos.
—Oh, tu adorado tormento ha llegado~
Instantáneamente Yunho levantó la mirada, por la
entrada venía Jaejoong. Vestido de negro como la mayoría de veces cuando iba a
verlo. Buscándolo con la mirada entre el montón de gente que había, que iba y
venía con expresiones diversas en sus rostros.
Yunho no terminaba de entender a ese muchacho que
desde hace dos semanas venía seguido al club. De pronto un día Boa se acercó,
diciéndole que aquel muchacho lo quería contratar. Yunho siempre tenía que
aprobar primero a sus clientes.
Y la verdad es que Jaejoong a primera vista no
parecía fuera de lo normal, incluso tenía el aditivo de ser agradablemente
atractivo, así que no representaba problema. Pero la experiencia le había
enseñado a no confiarse de las caras bonitas.
Así que probaba, y si el tipo no era en verdad extraño. Lo dejaba volver por él cuantas veces quisiera.
Pero lo extraño de Jaejoong no era malo, al menos no
TAN malo, por que en las dos semanas que lleva viéndolo, en total cinco
encuentros. Ellos no han tenido sexo, Jaejoong solo lo ha llevado hasta la
habitación, se ha quitado la chaqueta se ha recostado en la cama y le ha pedido
que lo abracé.
Yunho es consciente de la cantidad de billetes que
sus clientes pagan por él.
¿Cuan podrido en plata puede estar aquel misterioso
sujeto como para gastar tanto en él, solo por un abrazo?
Eso, ¿o cuan atormentado para necesitar del abrazo
de un desconocido?
Yunho nunca le ha preguntado las razones por las
cuales lo eligió a él. Era extraño pero no le molestaba, es decir, ganar dinero
sin hacer nada. ¿Quién no deseaba eso? Pero aún así, a veces Jaejoong incluso
le daba lástima.
Por que parecía muy solitario.
Y Yunho incluso en medio de la vida que llevaba,
podía decirse que tenía algo así como una familia, en los pocos amigos que
había encontrado.
Levantó su mano derecha, para poder llamar la
atención del mayor, y Jaejoong casi inmediatamente caminó hasta él. Con esa
expresión seria en el rostro, jalándole por el brazo hacia una de las
habitaciones en el piso superior.
Jaejoong pocas veces le hablaba, solo iba hasta él,
se recostaba en la cama y esperaba por que lo abrazara. Era un tipo en verdad
extraño…
Yunho incluso pensaba a veces, que sabía su nombre
por que Boa se lo había dicho, y en ocasiones dudaba que ese fuera su nombre
real. En otras ocasiones, cuando no podía dormir mientras abrazaba a su cliente
poco convencional, pensaba que Jaejoong a lo mejor ni se sabía su nombre, mucho
menos su cara.
Por que Jaejoong apenas lo veía, jalaba de él, se
encerraban en la habitación. Y dormía las dos horas que siempre pedía. Yunho a
veces no conciliaba el sueño, pero Jaejoong entre sus brazos caía profundo.
Seguramente si algún día se cruzaban en algún lado,
Jaejoong no lo reconocería, por que en verdad, a Jaejoong parecía importarle
muy poco su ser, su rostro o su nombre. A Yunho no le importaba, estaba
acostumbrado a eso.
A lo que no estaba acostumbrado es que a sus
clientes no les interesara su cuerpo, como parecía pasar con Jaejoong, a quien
solo le interesaban sus brazos. Lo intrigaba, y Yunho no comprendía por que
siempre que Jaejoong lo visitaba, llegaba con un sutil olor a vainilla.
Otra vez estaban en la habitación, Jaejoong se
quitaba la chaqueta, se recostaba en la cama, siempre de perfil. Y como en cada
ocasión, Yunho se acostaba a su lado, lo envolvía en sus brazos y Jaejoong se
quedaba dormido en esos cortos cuatro minutos.
…
…
—Cuidado con irte de fiesta, Minho.
—Tranquilo,
hyung. Te prometo que en verdad vamos a estudiar. Es un examen muy importante
de bacteriología.
Siwon suspiró, con el celular en sus manos, y
moviendo un poco el pie.
—De acuerdo, confío en ti, mocoso. ¡Y espero que
saques un cien!
—¡Lo prometo!
No llegues muy tarde hoy a casa, y no te olvides de cenar, te deje la comida en
el microondas.
—Está bien. Espero que hayas hecho bien esa comida.
—¡Lo intento! Sabes
que no soy bueno en la cocina… Me voy, hyung.
—Ve con cuidado.
En cuanto el menor hubiera colgado, Siwon guardó el
celular en el bolsillo y entró de regreso al club. Junho servía un par de
whisky a otros de los muchachos, y él se sentó frente al más joven.
—¿Problemas con el hermanito menor?
—No, Minho es un buen chico… Es solo que está
estudiando medicina, quiero que se esfuerce al máximo. Y pedirle sinceridad
cuando sale de noche me parece a veces tan hipócrita de mi parte.
Siwon vio el vaso que Junho colocó sobre la barra,
sirviéndole un poco de Vodka.
—Siempre puedes decirle a que te dedicas, ser
sincero con él.
—Aún no, apenas tiene dieciocho. Quiero… que madure
un poco más.
Junho suspiró un poco contrariado por esa expresión
de abatimiento en el mayor, pero apenas el Vodka hubiera entrado en el
organismo de Choi, debido a que la noche apenas empezaba, Siwon inmediatamente
dibujó una expresión más afable en su rostro y sonrió.
—Bien, Boa me llamó como hace unos quince minutos.
Supongo que alguien me ha pedido. Nos vemos luego.
—Siwon, no olvides que el fin de semana es el
cumpleaños de Min.
—Anotado.
Siwon se empezó a alejar tranquilamente, con aquella
expresión conquistadora que tan bien se enmarcaba en él. Con aquello de lo que
subsistía desde hace tiempo.
…
…
Junsu odiaba los aeropuertos.
La gente, las multitudes, la sofocación.
Y aún más justo hoy, que le dolía la cabeza, ajustó
las gafa a su rostro y siguió caminando entre la gente, jalando las maletas a
su paso y con aquella bufanda negra revoloteando debido al viento de las
puertas a la salida del lugar.
Se disponía a asentarse en aquel lugar para ver la
hora, cuando un tipo bajando de un taxi se interpuso en su camino y chocó con
él, torpe y abruptamente que lo hizo incluso trastabillar y que su maleta
callera.
—Lo siento, estoy apurado. Bienvenido a Corea.
El sujeto asintió sonriente, con una gorra en la
cabeza y gafas oscuras que tapaban sus ojos. Inusitadamente, el hombre lo
observó fijamente de repente, incluso bajó las gafas para verlo mejor, y Junsu
se sintió incómodo con aquello.
—¿Sucede algo?
—Lo siento, es que te me hiciste vagamente conocido.
Antes de que el cerebro de Junsu pudiera trabajar
más rápido de lo que debía, el muchacho volvió a colocarse las gafas y empezar
prácticamente a correr hacía el interior del aeropuerto.
—El vuelo me deja, lo siento nuevamente.
Y se marchó con paso rápido, perdiéndose entre la
gente. Dejando a Junsu únicamente con un vistazo rápido, al nombre que llevaba
una de las maletas ‘Park Yoochun’ por un momento trató de cavilar el lugar
donde se podían haber conocido pero lo descartó cuando escuchó el grito estridente
de su amigo.
—¡¡Junsu!!!
Heechul avanzó corriendo hasta él, con los brazos
estirados y lanzándose a su cuerpo sin reparo. Se enganchó a su cuerpo y
giraron un par de veces antes de que la risa alegre de Kim mejorara un poco su
ánimo.
—¿Cómo has estado Heechul?
—Muy bien, ¿y qué trae al detective Kim por estos
lares?
—En realidad, me transfirieron a Seúl.
—¿En serio? ¡Eso es grandioso!
Junsu levantó un poco los hombros, con una pequeña
sonrisa entre los labios y Heechul rápidamente pasó un brazo por sus hombros.
—Ahora solo necesito un lugar donde quedarme hasta
que me estabilice.
—Junsu, por supuesto que puedes quedarte conmigo.
—Gracias, Chul.
Amigablemente, Heechul se hizo cargo de una de las
maletas, conversando trivialmente sobre cualquier cosa que entretuvo a Junsu lo
suficiente como para olvidar el horrible viaje en avión y el encontrón extraño
con aquel sujeto.
Guardada en su bolsillo, permanecía aquella imagen
que había sido su motivo principal para aceptar ir a Seúl. Repleto de esperanzas
por encontrar a su hermano después de tantos años.
omg el yoomin o_o!! me encantó!! mi couple favorita xDD!! pero me dejó super intrigada que pasa con jejung ._.!.. no me gusta el yunjae pero ya me atrapó XD, suena interesante el prólogo :D!
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