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Almas Gemelas



Titulo: Almas Gemelas
Autor:
Nesly.
Pareja(s):
2Yoo
Género: Romance, viajes en el tiempo.
Extension: Oneshot
Advertencia:
Ninguna.


Resumen:
“Los seres como él no podían.
Tenían su talón de Aquiles, esa mal llamada alma gemela, que más bien era una condena
No valía la pena, no lo valía.
Arriesgar todo lo que él es, por eso que tanto se le parece a la obsesión y otros mal llaman ‘amor’.”

Año 1994.

Yoohee abrió los ojos, tan repentinamente que la enfermera a su lado pareció sorprenderse y dejar de lado lo que sea que estuviera haciendo, con el rostro aliviado, y una pequeña carpeta entre las manos.

—Señora Park, que bueno que despierta. ¿Siente algún malestar?

Le pesaba el cuerpo, sentía incluso la lengua un poco entumecida. Pero eso sin duda no sería algo que pudiera contarle a la mujer, principalmente por que encontrarse en ese estado vulnerable fácilmente la alteraba.

—Mi hijo… Quiero ver a mi hijo.

La muchacha pareció tomarse unos segundos antes de mostrar alguna expresión, pero finalmente suspiró. Con una tenue sonrisa en los labios antes de enderezarse y asentir.

—Enseguida, deme unos minutos.

Y la muchacha salió presurosa de aquel lugar, como si su cuerpo no pesara y se deslizara con total facilidad sobre el límpido suelo. Saliendo de la habitación. Yoohee entonces se permitió suspirar y aflorar un pequeño gesto de dolor que nadie más vería.




Cuando Hansae pudo entrar en la habitación de Yoohee eran las dos de la tarde aproximadamente, el parto había sido durante la madrugada, y a pesar de que habían pasado horas, le aliviaba saber que su esposa por fin había despertado.

La vio pálida, un poco adolorida todavía, cansada. Y con su hermoso cabello a medio recoger mientras una de las enfermeras la ayudaba a sentarse adecuadamente.

—Amor…

Yoohee levantó la mirada, dirigiéndose directo hacía él, con una sonrisa en los labios. Un poco más aliviada al verlo ahí. Hansae tomó su mano, estaba un poco fría, tan débil que le era difícil reconocerla como tal.

Pero ella cerró los ojos, como si su contacto la revitalizara, aunque en realidad no fuera así.

—Aquí está.— La enfermera que habría hablado con Yoohee entró nuevamente, con el pequeño bebé entre sus manos. Logrando que ambos padres vieran con anhelo al pequeño, que aún con sus ojos cerrados apenas se movía. –Yoochun también estaba impaciente por ver a su linda mamá.

Yoohee sonrió más, mucho más que antes cuando esa pequeña vida estuvo entre sus brazos. Los pequeños guantes que cubrían las manos del pequeño. Sus quejidos bajos y suaves, su piel, su escaso cabello. Todo en aquel bebé era hermoso. Y Yoohee no pudo detener aquella lágrima que salió de sus ojos.

—Ha valido la pena.— Hansae acarició con suavidad la frente del niño. Con tanta veneración que Yoohee únicamente pudo asentir. –Es lo mejor que hemos hecho en nuestra vida.

—Lo sé.— La mano libre de Yoohee apretó con suavidad la de su esposo, con esa sonrisa dependiente en los labios. Sintiéndose tan frágil y humana, que eso ahora no importaba, por que esa vida que habían creado robaba el aliento a cualquiera. –Yoochun es lo mejor que nos ha pasado.




Año 1999.


—Yoochun, ¿qué te he dicho de dejar tus juguetes en el suelo?

El televisor en la sala principal estaba encendido, el pequeño de cabellos largos giró hacía donde su mamá se encontraba recogiendo las cosas y sonrió apenado.

—Lo siento mami, pero te prometo que no lo hago de nuevo.

Yoohee sonrió enternecida, besando la frente del pequeño. –Está bien, por esta vez te la dejo pasar. Y ya ve a dormir que son las nueve de la noche y no debes quedarte tanto tiempo despierto.

—Pero la película ya mismo termina.
—Falta como una hora todavía, la puedes ver mañana.

Yoochun se valió de su pequeño puchero para tratar de convencer a la mujer, pero ella únicamente puso las manos en su cintura. Y lo miró seriamente, a Yoochun no le quedó de otra que suspirar resignado. Y apagar el televisor.

—Está bien, buenas noches mami.
—Buenas noches amor, ya subo a arroparte.

—¿Y papá?
—Está en el estudio, yo le digo que te vaya a visitar luego. Ahora está ocupado.

El pequeño asintió, con una sonrisa en los labios. Subiendo las escaleras de dos en dos cuando podía, con sus manos sosteniéndose con fuerza del barandal. Tarareando aquella canción que había escuchado en el televisor.

Cuando el timbre de la casa sonó. Yoohee pareció extrañada, era muy tarde para visitas y Hansae no le había avisado sobre alguna en especial. Dejó los juguetes de Yoochun sobre el sillón y se encaminó directo a la puerta.

—Padre…

El susurro de sus labios salió como una mezcla de miedo y sorpresa. El hombre frente a ella caminó imperturbable, con sus facciones serias y sin nada que acotar en tanto acortaba el camino hacía ella.

Yoohee por instinto retrocedió, con su labio inferior temblando, intentando hablar o al menos poder pronunciar algo.

—Han sido varios años, Yoohee.— Los pasos resonaban en el silencio de aquella estancia, hasta que la espalda de ella chocó contra el barandal de la escalera. –Te has vuelto una mujer verdaderamente hermosa, casi como tu madre.

Pero las manos de ella habían empezado a moverse, temblorosas.

Cuidadosa de que el hombre no lo notara las escondió tras su espalda, tratando de demostrar una tranquilidad que no sentía. Colocando en su rostro una máscara de seguridad que al menos no dejara sentirse a su padre tan seguro de lo que hacía.

—¿Qué haces aquí?
—Me enteré que engendraste un heredero.

—Creo haber entendido que desde que me fui con ese ‘repugnante’ humano. Dejé de ser tu heredera.
—Pero mi nieto, no tiene la culpa de tus errores.

Los ojos de Joong atravesaron a Yoohee, esta vez sus manos se cerraron en un puño. Tratando de que su cuerpo no la traicionara y el miedo no fuera tan notable. Pero el silencio se rompió, cuando Hansae abriendo una de las puertas. Salió del estudio y posó sus ojos en los presentes.

—¿Yoohee?

Pudo respirar tranquila, al menos un poco. Sin embargo la mirada de Hansae se deslizó por entre las personas, por aquel hombre mayor de porte elegante y los otros que lo acompañaban. Yoohee sin embargo solo se irguió un poco más. Sabía lo que venía. Sabía lo que su padre buscaba.

—Es mi padre, se ha enterado de Yoochun.

Las palabras susurrantes de Yoohee sonaron cerca del oído de Hansae, y el hombre se tensó, aún más cuando volvió a capturar la imagen de aquel imponente hombre.

—Ya veo…— Se quitó los lentes del rostro, con una expresión parca. Caminando apenas un par de pasos hacía Joong. –Si, nuestro hijo se encuentra durmiendo seguramente. ¿Qué desea con exactitud?

—Conocerlo, ¿no es obvio?

El rostro de Joong era serio, abstente de cualquier emoción que pudiera revocar su idea. Hansae lo sabía, tenía muy pocas posibilidades de que esto saliera bien. Observó la cantidad de hombres que escoltaban al padre de Yoohee. No había escape.

Y se resignó.

—Yoohee ve por el niño.

Los ojos de la mujer se abrieron absortos, agarró el brazo de su esposo. Lo apretó con fuerza, como si el aire hubiera abandonado sus pulmones, y abrió la boca dispuesta a hablar sin que una idea cruzara por su cabeza.

—¿Qué?
—Solo ve por Yoochun.

Esta vez, Hansae la miró directamente a los ojos. Fue un breve contacto de apenas segundos. Y los ojos de Yoohee captaron la esencia de esa petición. Su alma entera lloró y entendió. Bajando la cabeza, con los ojos clavados en el suelo.

—…Está bien.

Joong pudo sentirlo, palparlo en la resignación de su hija mientras subía las escaleras. Había ganado, su fuerza se había impuesto sobre aquellos dos. Y la estúpida debilidad de su hija, que ya había optado por sobrellevar.

Miró el rostro de Hansae, su mirada perdida en la pared, su espalda apoyada en la misma, no se mostraba preocupado ni angustiado, un leve indicio de sudor en la frente. Sus ojos solamente se perdían entre los decorados a unos metros.

Frunció el ceño. Su cerebro trabajando un mundo de posibilidades.

—Kang, sube a ver a Yoohee y al niño.

La mujer no tenía ni dos minutos desde que había subido las escaleras, pero cuando notó el cuello de Hansae tensarse ante la petición, lo descubrió. El hombre apretó ligeramente  los labios, y Joong pudo predecirlo mucho antes de que su guardaespaldas regresara.

—¡¿DÓNDE ESTÁN?!

Su voz emergió desde lo profundo de su garganta, su mano asidua en el cuello de él. Molesto ante la burlesca sonrisa que el hombre le regalaba en esos instantes.

—¡Señor! ¡La señora Yoohee no está! ¡Se ha marchado con el niño!

Joong solo apretó aquel endeble cuello, tan fácil era asesinarlo que era incluso patético. Pero Hansae solo escupió sus palabras con todo el resentimiento que pudo encontrar.

—¿Crees que somos idiotas? Viniste por el niño. Quieres llevártelo.
—¡¿Dónde han ido?!

Hansae rió, brevemente. –No lo sé, pero de ningún modo tus aristocráticas manos tocaran a mi hijo. Él es mucho mejor que ese mundo donde criaste a Yoohee.

El odio desmedido volvió a resurgir, aquel humano descarado que había cometido la osadía de enamorarse de su hija. La heredera absoluta, y su hija que tonta le había correspondido. ¡A él! ¡Un humano!

Hansae había matado a su hija.

Por que desde que Yoohee abandonó su hogar por estar con él. Joong perdió una hija.

—Pues si Yoohee quiere alejar a su hijo de mi. No podrá verte en mucho tiempo.— El agarre de su mano aumentó, y Joong disfrutó con la imagen del rostro de Hansae, compungido por la falta de aire y fuerza. –Así que tardará mucho en saber que has muerto.

Los ojos de Hansae se abrieron con sorpresa. Pero Joong no mancharía sus manos. Lo soltó con desprecio. El cuerpo del hombre incluso rebotó en el piso, y sus manos con movimientos suaves buscaron un pañuelo para poder limpiar el contacto con aquel ser.

Las limpió con cuidado y avanzó entre los pasillos de aquella discreta casa, tan común y simple. Que cuando escuchó a Hansae toser, recordó que aún estaba con vida, miró a Kang otra vez. Y sonrió.

—Encárguense de él.

El asentimiento de su guardaespaldas fue inmediato, Joong abandonó aquella casa sin mirar atrás. Sin comprobar si aquel humano perdía la vida o no. Por que sabía mejor que cualquier otra cosa, que sus más simple palabra era una orden. Y que Yoohee pagaría caro por su atrevimiento.




Yoohee recordaba haber estado cansada cuando mandó a Yoochun a dormir, ahora solo sentía la adrenalina en todo su cuerpo. Sus piernas corrían apresuradas y Yoochun se aferraba con fuerza a su cuello, casi con vehemencia.

Trataba de maquinar el lugar al que huir, donde esconderse, alejarse lo suficiente hasta que contactar con Hansae fuera seguro otra vez. Pero su mente solo podía pensar en aquel pequeño que rodeaba su cuello con aquellos pequeños y débiles brazos.

No iba a volver de ningún modo a ese mundo, donde el amor no estaba permitido.

Del que había huido años atrás.

Por eso se detuvo un momento mirando el rostro de Yoochun que lucía asustado, con sus cejas juntas y los labios tiritando por el frio.

—Amor necesito que cierres los ojos.
—Pero mamá…
—Solo hazlo, cariño.

Yoochun obedeció. Y ella colocó las manos sobre esos parpados, sintiendo como la fuerza del pequeño disminuía casi en su totalidad. Lo necesitaba así, dormido por completo, donde la fuerza de sus viajes no lo afectaran.

Respiró profundo. Tenía años sin hacer aquello.

Pero aferró el cuerpo dormido de Yoochun al suyo. Cerró los ojos y se concentró. Casi como en una exhalación, en la que su cabello y ropa se sacudieron. El impulso y la fuerza regresaron, acompañados por un leve mareo indicio de su tiempo pretendiendo ser humana.




Año 2015


Cuando finalmente se detuvo, entre tiempo y tiempo. Entre el pasado y futuro. Tratando de que le perdieran el rastro por completo, se asentó. Los viajes que su cuerpo realizaba la estaban dejando agotada, casi sin fuerzas más que para sostener a Yoochun entre sus brazos.

Eran tantos años junto a Hansae, siendo una humana más, o al menos pretendiendo serlo. Que el dolor de cabeza era intenso, y los viajes de año en año que realizaba la dejaban agotada y agradecía que Yoochun continuara dormido por sus manos.

Respiró con dificultad, había pretendido quedarse en el pasado. Pero su padre era incluso más poderoso en ese tiempo, era mejor arriesgarse a un futuro. Lo único que esperaba es que su esencia no estuviera tan marcada como antes.

Caminó entre las personas de aquella mañana, apenas había unas cuantas, caminando de un lado a otro, conversando. Demasiados ocupados como para al menos prestarle un poco de atención, pensó que estaba segura. Que su huída había surtido efecto. Y que le habían perdido la pista entre tantos viajes que realizó de un tiempo a otro.

Pero se equivocó.

Al cruzar la calle estaban aquellos hombres, con aquel pequeño escudo en el brazo izquierdo de su pequeño traje. Tan reconocibles que su instinto propio gritó de terror. Los hombres miraban de un lado a otro y ella paralizada por el miedo y la sorpresa retrocedió.

—…Rastreadores.

Susurro sus suposiciones, angustiada, girando lo más tranquila que pudo, pretendiendo que era una persona más entre la multitud. Y ya a unos metros su velocidad aumentó, tratando de buscar un lugar alejado de personas donde pudiera ir a otro tiempo. Donde no la alcanzaran esta vez.

Aquel callejón era húmedo, oscuro y terrorífico.

Cerró los ojos. Y pasó.

Otra vez, el malestar, el desgaste físico. Los mareos y constantes punzadas en la cabeza a consciencia de su falta de práctica.




Año 2008


—¡Ahí está!

Escuchó el grito de alerta de aquel hombre y su desesperación aumentó en niveles insospechados. Corriendo entre el espeso bosque en el que se había internado. Tratando de huir todavía. Gastando sus últimas energías en que Yoochun se mantuviera dormido.

El sudor corría por todo su cuerpo, y su respiración se agitaba cada segundo. El peso de Yoochun no le permitía huir como debería. Entonces empezó a saltar lo más alto que podía. Para poder abarcar mayores distancia, por encima de esos poderes sobre humanos que aquellos rastreadores poseían.

Su linaje de heredera le permitía capacidades que los otros de su especia carecían. Y saltó, lo más alto que pudo, sosteniendo a Yoochun contra su pecho. Decidida a viajar hacía otro tiempo una vez más. Cerró los ojos, tratando de concentrar la esencia de su ser.

—Ya basta, Yoohee.

El impulso de sus pies que buscaban otra vez elevarse en los aires fue detenido, por el agarre de Joong en su brazo, y la exhalación que salió de sus labios fue de absoluta sorpresa, el cuerpo de su padre se había materializado de la nada. Y la palidez acudió a su rostro.

—¡Suéltame!

Se sacudió con fuerza, pero cuando pudo percatarse estaba siendo rodeada. Había sido una tonta al pensar que su padre no había mejorado con los años, que ella sin haber entrenado en tanto tiempo podía huir.

—¡Aléjense!

Fueron varios pasos los que su padre la dejo marcar distancia, con todos aquellos hombres alrededor de ella, pendiente de sus movimientos. Cuando uno de ellos buscó quitarle al niño, su mano reaccionó violenta contra el rostro del hombre. Y el rubio se alejó metros de distancia.

Evocando esa fuerza que ella siempre había obtenido y que ahora a ante esa inminente distancia volvía a poseer.

—¿No te das cuenta Yoohee?— Su padre se movió hacía ella, pero Yoohee solo se mantuvo alerta, confundida con su mano en alto hacía él. —¿No te parece extraño que apenas llevas horas lejos de ese humano y tus poderes han regresado casi en su totalidad?

Yoohee se movió hacía atrás. Con Yoochun pesando casi nada entre sus brazos de repente, siendo razonable, Yoohee tenía que admitirlo. Sus poderes estaban regresando demasiado pronto. Y frunció el ceño.

—¿Qué me estás haciendo?
—¿Yo?— Joong sonrió divertido. –A ti, nada. Tal vez es que la esencia de tu alma gemela ha desaparecido por completo de este mundo.

Los ojos de la mujer se abrieron con fuerza, perdiendo cualquier emoción en sus facciones incluyendo enojo. Vacío absoluto que recorría su ser y la compaginaba en aquel momento cuando su corazón por un instante dejó de latir.

Buscó esa conexión, ese lazo irreversible.

“Hansae”

Su mente alterada que gritaba ese nombre esperando respuesta, pero se encontró con el silencio asiduo y la expresión de victoria en su padre. En los hombres parcos que la rodeaban y su mente se estacionó.

“¡Hansae! ¡Responde!”


—No lo intentes más.— Los pasos de su padre resonaron en aquel bosque. Entre ese porte seguro y elegante. –Hansae después de todo era solo un humano absurdo.
—Tú… ¡Eres un monstruo!

Las lágrimas brotaron automáticas, apretando el adormecido cuerpo de Yoochun un poco más contra su cuerpo. Retrocediendo más, cada vez que podía. Tratando de concentrarse en viajar otra vez. Pero en esta ocasión. Su padre la agarró con fuerza, firme de su brazo.




Año  1989


El viaje fue agitado, y sin embargo su padre parecía inmutable.

—¡Déjame!
—Ya basta, Yoohee.

Volvió a correr, entre aquel desierto lugar, entre la oscuridad de la noche y lo deshabitado que se encontraba. Tratando de no saltar para que le perdiera el rastro. Rogando por escapar, por un segundo de tranquilidad para poder pensar adecuadamente.

—Deténgase, señorita.

Pero los rastreadores estuvieron frente a ella, tan inesperadamente que sus nervios lograron aumentar y cuando quiso huir nuevamente, se descubrió rodeada otra vez. Las manos de aquellos tipos trataban de agarrar a Yoochun. Pero ella, violenta los alejaba, lo más lejos que podía.

No importaba si usaba sus piernas o brazo, su fuerza lograba que se alejaran lo suficiente y trataba de abrirse paso hasta que la mano de su padre en su hombro la tomó por sorpresa. Y ella voló lejos, demasiados metros en el aire, trató de agarrar a Yoochun pero el agarre repentino y su mano derecha que usaba para defenderse había jugado en su contra.

Su cuerpo reboto en el suelo varias veces, y desgraciadamente gracias a que su alma gemela ya no existía, su cuerpo no tuvo golpes ni sangrados, únicamente su cabello y ropa desarreglados por la brusquedad del golpe.

Cuando levantó la cabeza vio a Yoochun en manos de uno de los rastreadores.

—¡¡Maldito!!

Se levantó lo más rápido que pudo, pero su cuerpo fue sostenido de inmediato. Vio a su padre a unos metros de ella, y segura de poder contra cualquiera de esos rastreadores su puño se levantó, y esta vez a diferencia de las veces anteriores, su puño fue atajado con fuerza, deteniendo su golpe en seco, por el mismo que la sostenía de la cintura.

—Hola querida prometida, ¿qué ha sido de tu no vida en estos años?

La voz de Jaejoong se escuchó en su oído, siseante y peligrosa. Incluso pudo hasta sentir los labios del hombre casi rozando la zona debajo de su oreja. Con escalofríos ante ese cruel ser que ahora disfrutaba ante su única debilidad en manos de aquel rastreador.

—Es una verdadera lástima, tú tan hermosa y poderosa. Desperdiciarte con aquel humano.

Pero Yoohee se sacudió, tratando de que la soltara. Consciente de que el poder de Jaejoong casi igualaba al de su padre, era un heredero después de todo.

Yoohee no sabía para que querían a su hijo, y tampoco deseaba saberlo, solo quería huir con Yoochun, lejos de ahí, lejos de ellos.

—Suéltame, Jaejoong.
—Tu padre me ha pedido que lo ayude contigo, en verdad que eres escurridiza.

Jaejoong la sostuvo con más fuerza y Yoohee pudo ver a su hijo empezar a removerse entre los brazos del rastreador, seguramente empezando a despertar.

—Yoochun me imagino no será tan poderoso al haber mezclado tu sangre con la de un humano. Pero sin duda, para algo servirá si lo entrenamos.

Las conclusiones llegaron veloces a la mente de la mujer. Tensa e incrédula de aquella razón por la que su padre había ido tras ellos. ¿Lo sabría? ¿Por eso quería tanto criar a Yoochun?

El cuerpo de Yoohee trató de soltarse, pero esta vez Jaejoong la arrojó contra el piso. Y el cabello de Yoohee se sacudió con fuerza. Y fue Jaejoong quien sonrió descabelladamente.

—Si hubieras seguido las pautas, y te hubieras casado conmigo. Nada de esto hubiera pasado.— Jaejoong se agachó un poco. Con la sonrisa ladina en sus labios. –Hubiéramos sido tan poderosos.

El objeto de cristal negro bailó en las manos de Jaejoong y Yoohee recordó con horror para que servía. Pero el peso de Jaejoong recayó sobre su estómago y a pesar de que trató de moverse él ya la había agarrado por los brazos y lanzado el cristal a uno de los rastreadores.

—Tu padre me ha dicho que no te matara, después de todo eres su hija.— Los ojos de ella se deslizaron hasta donde Yoochun se encontraba, Joong lo agarraba entre sus brazos, desapareciendo casi al instante.

—¡¡NO!!

Jaejoong sonrió, mientras las piernas de la mujer se sacudían. Y él implantaba su fuerza en ella, logrando que la de ella se redujera tanto, que incluso hasta parecía desvanecerse por completo.

—Solo me ha pedido que dejes de ser una molestia.
—¡No! ¡Suéltame!

Y lo último que su mente puede recordar es un cristal negro muy cerca de su frente, una luz cegadora, una carcajada perturbadora. Y luego de eso su cerebro no pudo evocar ni el más mínimo recuerdo.

Aquella imagen que aparece en pesadillas, sin descubrir por que se sentía tan indefensa, ni la razón por la que apareció en aquel bosque a mitad de la noche, perdida y sin una sola memoria que le permitiera ubicarse, más allá de esa cicatriz extraña que portaba en la frente.





Año 1999


Jaejoong frunció el ceño.

No demasiado molesto pero al menos si inconforme con la presencia del muchacho en aquellos territorios a los que ningún humano había logrado llegar. Sus puños se apretaron y Joong lo miró con seriedad.

—Ya te he dicho que no es un humano.
—Yoohee engendró con un humano. Esa cosa no es más que un debilucho.

Los labios de Jaejoong se torcieron, y sin embargo la sonrisa de Joong fue perturbadora. Jaejoong sintió que estaba perdiéndose parte de la historia, y sus pasos avanzaron hasta donde el menor dormía y Joong lo contemplaba con reluciente mirada.

—Ese Hansae no solo era un humano común y corriente. ¿No lo entiendes? Si se hubiera tratado de un humano cualquiera, su hijo me importaría menos que el mismo Hansae. Yoohee lo sabía, por eso decidió huir con él, a pesar de que yo me negué.

—Sigo sin entender.

Joong dejó de contemplar a su nieto un momento. Y miró a Jaejoong, el que fuera el prometido de Yoohee unos años atrás. Con su juventud tan intacta que era incluso hasta insolente.

—Yo me enteré apenas hace un par de años. Esperaba por este niño. Con muchas ansias, desde el primer momento que lo supe.
—¿Quieres dejar el misterio Joong? No entiendo que puede tener esta cosa de especial, para que hayamos trabajado tanto para quitárselo.

Jaejoong le dio la espalda, con sus pasos seguros en el lugar. Su mirada aburrida entre las paredes de aquella habitación.

—Hansae era el alma gemela de Yoohee, su alma perdida.
—La mitad.
—Exacto.

Esta vez los pasos de Jaejoong corrieron hasta el muchacho dormido, acurrucado bajo las sábanas, inconsciente de todo lo que él representaba. La sonrisa en los labios de Jaejoong se aventuró certera y ambiciosa.

—Este niño… Está completo. Es sumamente poderoso.

Como si temiera tocarlo, pasó su mano por encima del rostro de Yoochun. Nivelando su fuerza, sus poderes. Y lleno de vitalidad Jaejoong mordió su labio inferior. Podía percibirse con facilidad. El poder borbotaba incontrolable en ese pequeño. Analizarlo era incluso hasta satisfactorio.

—Encárgate de su mente. Sé que eres el mejor en eso, Jaejoong. Y no uses el cristal, no quiero ninguna marca en mi heredero.
—Hacerlo personalmente y con mis poderes, me tomará muchos días.

—No me interesa. Quiero que olvide todo antes de llegar aquí. Te daré la gloria, Jaejoong.— Las manos de Joong se posaron en los hombros de Kim quien sonrió ante las palabras del mayor. –Serás quien crie y forme al más poderoso de todos nosotros. Harás de Yoochun, el perfecto heredero.

Y la sonrisa en los labios de Jaejoong, por un momento vaciló.




Año 2006


—¡Concéntrate más, Yoochun!


El grito de Jaejoong se escuchó con fuerza dentro de la zona de entrenamiento. El cuerpo de Yoochun se veía cansado, la leve capa de sudor en su frente mostraba las horas de entrenamiento que su joven cuerpo cargaba encima.

—Recuerda, no limites tu fuerza. Que precisamente para eso estamos entrenando, para que puedas controlarla en su totalidad.
—Si, padre.

La voz de Yoochun repleta de seguridad, mientras miraba a los otros guardias que agitados lo miraban atentos, sonó con fuerza. Su cuerpo se volvió a erguir y su mano derecha en alto logró que los adultos se colocaran en sobre aviso.

Jaejoong sonrió orgulloso, observando como Yoochun empezaba a usar su fuerza para eliminar por completo de combate a los guardias, su cuerpo se aventuraba a aparecer y desaparecer en sutiles viajes del tiempo de apenas segundos hacía adelante que confundía a sus contrincantes.

Ese poder en manos de Yoochun era alucinante, viajar en el tiempo para cualquiera de ellos representaba un trabajo complicado y molesto para los más débiles. Para los fuertes se requería un poco de concentración, y sin embargo Yoochun los realizaba con tanta naturalidad, como si de parpadear se tratara.

Uno a uno los guardias fueron cayendo con severos golpes, que en los de su especie era casi imposible obtener, pero que Yoochun lograba. Matar a los seres poderosos como ellos, requería de un ataque muy especial que solo ellos conocían. Pero a veces, pensaba Jaejoong, que solo con su fuerza, Yoochun podría matarlos.

—¿Qué tal, padre?

La sonrisa en los labios de Yoochun, anhelando una respuesta afirmativa fue evidente. Su cuerpo se irguió, cabeza en alto y actitud segura, hizo que los ojos de Jaejoong resplandecieran en orgullo. Yoochun era más hijo suyo, que de Yoohee y Hansae.

Él lo había moldeado, él había hecho de Yoochun ese ser majestuoso y poderoso que hoy era. Le pertenecía en muchos sentidos. Y ese poder, no iba a ser manejado por Yoochun sino por él, por él que era quien regía al menor. Ni siquiera por Joong que abiertamente se habría proclamado su abuelo.

—Perfecto. Sin duda cada día mejoras.

La sonrisa de Yoochun se amplió. Y su quijada en alto fue seña de su altivez.

—Ahora vamos donde tu abuelo, que quiere verte antes de partir a su viaje.
—Si, padre.

Resultaba curioso como la gente había aceptado una verdad a ciegas, creer que Yoochun, era el hijo de Jaejoong y Yoohee, quien había muerto durante un ataque enemigo, fue fácil. Su huida con Hansae nunca fue pública después de todo. Y los demás decidieron creer lo que se les presentó como verdad. Eso justificaba por qué razón Yoochun era tan fuerte teniendo apenas casi doce años.

Entre los pasillos de la fastuosa residencia donde habitaban, nadie hablaba al respecto y Yoochun hace cinco años, asustado, había creído en las palabras del que decía ser su abuelo. Asimilando la idea de que su madre había dado la vida por salvarlo, y que al menos su padre cuidaría de él.

—Abuelo, me dijo que ya que pronto ingresaré a la escuela media debería hacer la prueba para medir mi fuerza. Pronto cumpliré doce y seré abiertamente un alma gemela. ¿Debería cuidarme de no encontrar a esa mitad para no debilitarme?

Jaejoong entonces se detuvo.

No había pensado en esa posibilidad.

Yoochun al ser hijo, de dos almas que se habían encontrado, era un ser completo. Al menos en el sentido de sus poderes. ¿Tendría entonces él también un alma gemela, un ser que lo debilitara y lo redujera a ser un simple humano?

El menor creyendo que había cometido un error, tapó su boca y bajó la mirada.

—Padre lo siento, yo no…

—Si lo encuentras, destrúyelo inmediatamente.— Los ojos de Yoochun se abrieron sorprendidos ante la crueldad demostrada en las palabras de Jaejoong. –Tantos años de entrenamiento echados a la basura. No vale la pena. Tú estás destinado a ser grande, Yoochun. Y tu mitad, no va a destruir lo que hemos construido, ¿entendido?

La fría mirada de Jaejoong fue directa hasta el menor quien se enderezó otra vez y asintió obediente.

—Si, padre.

Jaejoong volvió a retomar el paso, e inmediatamente Yoochun lo siguió a su misma altura. Con el mismo exacto porte altivo y elegante de su padre.

—¡Eunhyuk, espera! ¡Devuélveme mi maleta!
—¡Atrápame si quieres!

Yoochun vio a un niño de cabellera alborotada correr justo a unos pasos de distancia de él, su cabeza lo siguió por instinto. Sin notar al otro muchacho que reclamaba por su maleta y que seguía al otro a unos pocos metros de distancia.

El muchacho chocó contra él y Yoochun apenas se movió ante el golpe, sin embargo el de cabello cortó cayó al suelo. Y el otro muchacho de cabellera alborotada sin notar que su amigo ya no lo seguía, siguió corriendo.

En ese pequeño instante cuando el muchacho de cabello corto se encontraba en el suelo, Yoochun lo contempló por apenas unos segundos antes de continuar su camino y alcanzar a su padre. No le preocupaba, por que los seres como ellos no sangraban, ni se golpeaban, el niño debería estar bien.




Solo por educación, Yunho se preguntó si el heredero tenía que ser tan prepotente.

Miró molesto hacia el lugar por donde el hombre junto a su hijo se marchaban y notó algo particular en su rodilla derecha, era como una punzada extraña que lo hizo flexionar su pierna y mirar el lugar exacto de donde provenía aquello.

Sus ojos se abrieron repletos de temor.

Sangre, había sangre en su rodilla derecha.

Un raspón ligero que había sido provocado por aquel choque que sin pretender había tenido contra el heredero mayor, sus facciones plasmaron el más grande temor antes de que sus manos mismas empezaran a temblar. Y sacudió su cabeza de un lado a otro.

No podía, no podía estarle pasando esto a él.

Acababa de cumplir los doce apenas hace unos meses. Tapó con vergüenza la sangre en su rodilla, trató de secarla y ocultar el raspón como fuera. Nadie lo vería, nadie debería saberlo.

Juró en ese momento, alejarse de Park Yoochun para siempre.






—¡Abuelo!

Yoochun cayó en los brazos del hombre quien con una pequeña sonrisa lo recibió. Sacudiendo su cabello, viendo lo grande que se encontraba y notando toda esa fuerza asombrosa que sin duda se despertaba en cada parte de su ser.

Park Joong, había decidido hace mucho, que Yoochun llevaría su apellido. Muy aparte del trato de entregarle a Yoochun para que lo criara como a un hijo. Por que si Yoochun iba  a ser el mejor de su generación, entonces debía llevar el apellido de su familia.

—Pronto cumplirás los doce, y estarás expuesto. Debes tener mucho cuidado.
—Lo sé, abuelo.

Joong sonrió, con un leve suspiro en sus labios. Caminando por la estancia mientras Jaejoong a unos pasos se mantenía firme, escuchando atento las indicaciones adecuadas.

—Somos seres especiales, superiores a los humanos. Poseemos fuerza desorbitante, el poder de atravesar la línea del tiempo y capacidades más allá de lo que los humanos pueden imaginar.

Yoochun asintió orgulloso, consciente de ser parte de ello.

—Y ellos estúpidamente nos han nombrado de diversas maneras, superhéroes, magos, poseídos. De tantas ridículas formas por culpa de traidores que han dejado ver parte de nuestras capacidades para ayudar a humanos que en su mayoría son solo ingratos. Por eso, juntarse con ellos es despreciable. Tanto como con los traidores, como con los humanos.

Yoochun siguió los pasos de su abuelo, atento a sus palabras y Jaejoong únicamente se sentó, consciente de aquel discurso que su propio padre hace muchos años también le había dado.

—Los humanos como sabrás son muy débiles, mueren y se hieren con facilidad. A diferencia de nosotros que no sangramos ni salimos heridos.
—Lo sé, abuelo.

—Pero como todo organismo en este sistema. Tenemos un punto débil. Somos seres incompletos y cada uno compone una mitad, hay otro ser allá afuera que es tu otra mitad o complemento. Que es peligroso para ti Yoochun.

Finalmente Joong se sentó, mirando a su nieto directo a los ojos, para reafirmar sus palabras, para que él no cometiera los mismos errores que Yoohee.

—Puede que sea un humano, puede que sea uno de nosotros. Pero la línea que nos rige dicta que al estar en contacto con esa otra mitad, tus poderes son absorbidos por completo. Te vuelves débil, tan indefenso como un humano. En tanto más cerca estén, más débil te volverás. Perderás todos tus poderes. Serás un humano más. Ambos, si permanecen juntos dejarán de ser inmortales. Sangraran, envejecerán y morirán como los humanos.

Yoochun sintió un escalofrío terrible recorrerlo.

Solo de pensarlo, solo de asimilar que había alguien allá afuera que era su alma gemela, que de encontrarlo, estar en su compañía le quitaría todo por lo que ha entrenado y luchado. Que el contacto entre ellos los volvería simples humanos.

Lo enloqueció la idea, por descabellada, por imposible.

Por que no permitiría que esa persona se convirtiera en el acabose de su eternidad.

—No permitiré que eso me pase, abuelo. Cuando conozca, si es que llego a encontrar a mi alma gemela, lo aborreceré por completo y lo eliminaré sin remordimientos de mi vida.
—Eres el heredero mayor. Nunca olvides lo que me has dicho hoy.

Jaejoong observó a Yoochun asentir seguro de sus convicciones. La que ellos habían acentuado tan férreamente en él. Sonrió levemente. Era interesante como sacrificar tu inmortalidad por concebir a un ser tan poderoso como Yoochun acarreaba tantos problemas.

Los padres verdaderos de Yoochun eran almas gemelas. Y habían credo al primer ser completo en muchos años. Jaejoong imaginó que jamás lo pensaron de es forma. Tal vez Hansae y Yoohee pretendían que Yoochun fuera un humano más, que era lo más seguro. Tan absurdo como ese tonto amor que los rigió, incluso antes de que supieran que eran almas gemelas.





—Bueno, bienvenidos a este nuevo año. Estamos empezando la escuela media. Así que espero la colaboración de todos ustedes para que este año sea mucho mejor que los anteriores, recuerden que muchos de ustedes seguramente ya tienen los doce años, y deben llevar con mucha responsabilidad, lo que ser un alma gemela activa representa.

Yunho, que se había perdido en sus pensamientos como se le venía haciendo mala costumbre, distrajo su atención de aquellos árboles fuera del salón, cuando escuchó de la boca de su maestra las palabras ‘almas gemelas’

Su cuerpo entero sintió el jalón interno, los temores, los miedos, la vergüenza de saber que su alma gemela ya había sido encontrada y que por sobre todo se trataba del heredero mayor y que además, de entre los dos, era obvio quien debía mantenerse intacto.

Temía incluso por su propia seguridad.

—Bueno, como su maestra planeo guiarlos y ayudarlos en esta etapa tan difícil y decisiva para ustedes, estoy dispuesta a responder cualquier pregunta sobre las almas gemelas.

Uno de los muchachos levantó la mano de inmediato y la profesora le cedió la palabra.

—¿Usted ya encontró a su alma gemela?

Hubo risitas esparcidas por todas partes, pero la joven mujer únicamente negó con sutileza y sonrió divertida.

—Por supuesto que no, ¿acaso no me ven fuerte y aguerrida todavía?

El leve ruido de la charla empezando a nacer se esparció por el lugar, y desde uno de los asientos finales una mano se levanto lenta y algo tímidamente. La mujer inmediatamente miró en su lista el nombre del muchacho que la miraba algo inseguro.

—Si, Jung. ¿Cuál es tu pregunta?
—Cuando uno encuentra a su alma gemela… Y pues, la otra mitad aún no cumple los doce, es decir aún no es un alma activa. ¿Los efectos son los mismos?

La mujer pareció orgullosa y sonrió ampliamente.

—¡Muy buena pregunta, Jung!— La mujer se desplazó por el salón, hablando naturalmente, contagiando a sus estudiantes del tema. Por que era algo que le importaba a todos. –En efecto, cuando una de las partes ya ha cumplido los doce los efectos son notorios, ya saben se vuelven humanos…

—Débiles~

Uno de los estudiantes canturreó burlesco y todos en el salón rieron, pero Yunho únicamente se movió incómodo en su lugar.

—Como decía. Cuando el alma activa se da cuenta de la conexión es por que seguramente tuvo problema con sus habilidades o sufrió alguna herida. Pero si la otra parte aún no es un alma activa los efectos no son notorios, son muy leves, casi inexistentes, cansancio, agotamiento, mucho sueño. Cosas como esas. Pero el alma activa si sufre los estragos, es decir se vuelve lo más humano que sus cabecitas puedan imaginar.

El salón parecía asombrado se escucharon más conversaciones sobre el tema, miradas esparcidas de un lugar para otro y Yunho trató de convencerse de que mientras el heredero y él no tuvieran contacto, entonces las cosas marcharían bien.

Si ellos no se juntaban, ambos serian inmortales y poderosos.

Todo estaría bien.

Hubo dos toques suaves en la puerta, la profesora detuvo sus movimientos y caminó con premura hasta la puerta de madera, abriéndola con una sonrisa en el rostro. Atenta al ver a uno de los guardianes de la familia superior.

—Buen día, vengo a dejar al joven Yoochun. Viene tarde por que el señor Joong tuvo que abandonar la zona este para ir hacía el sur por un tiempo, y el joven quería ir a despedirlo.

La mujer asintió gustosa, observando al pequeño del que todos hablaban, palpando con notoriedad, aunque el muchacho se encontraba a un metro de distancia, todo ese poder asombroso que llevaba sobre los hombros.

—De acuerdo, que ingrese. Apenas estamos comenzando con las clases.
—Muy bien, muchas gracias.— El guardia de inmediato se dirigió al menor. –Que tenga un buen día joven.

—Gracias Kang.

Yoochun sonrió, con un leve asentimiento antes de que la profesora lo empezara a guiar hacia el interior del salón. Sutiles pasos que marcaban una leve tonada de ingreso y anticipación, ante la mirada de los demás estudiantes que lo contemplaron absortos.

—Muy bien toma asiento frente a Lee.

El muchacho levantó la mano, justo junto a la ventana del salón. Yunho pudo respirar de nuevo, el asiento vacío junto a él seguía vacío y Yoochun, su mal llamada alma gemela se había sentado tres asientos delante de él. Todo estaba bien, o al menos quería convencerse de ello.

—Bueno, para que te pongas al tanto Yoochun, hablábamos sobre las almas gemelas.

Yoochun torció la boca, pero Yunho desde su lugar no lo vio.

—Lo odio, odio a mi alma gemela.
—Pero él no tiene la culpa de…

—¡Nos vuelve débil! Sea quien sea no me interesa, solo quisiera que se mantuviera lo más alejado de mi. O si es posible jamás descubrir quien es.

Los puños de Yunho se cerraron. Más por el temor ante la debilidad que haber encontrado la conexión significaba. Hubo un tenso silencio, antes de que la maestra retomara la palabra y decidiera por el bien de todos cambiar el tema.

Yunho apenas vio a Yoochun un par de veces ese día.

Distancia, era la única palabra que se repetía una y otra vez en su cabeza.




Año 2008


En los dos años que habían transcurrido, evitar a Park Yoochun había resultado ser sumamente difícil. Yunho tenía catorce años, dos de ellos viviéndolos con un estrés tremendo, luego de haber suplicado un cambio de estudios, sus padres se habían negado, y él se había consumido en un delirio de persecución casi absoluto.

Veía a Yoochun por todas partes, o tal vez era demasiado popular.

Como fuera, necesitaba un descanso, y este llegó unas horas a punto de empezar las clases del nuevo año, cuando la tabla de publicaciones anunció, que al menos este año. Él y Yoochun no compartirían salón.

Oh, Yunho se llenó de un regocijo asombroso. La sonrisa en sus labios iluminó por completo su rostro y la poca paz que sentía creció, tan vertiginosamente que su mirada ubicó prontamente tantas cosas, que fue más que plausible incluso ponerse a saltar de la emoción, aunque no lo haría.

—Tengo que comprar un chocolate.

La idea llegó fugaz, y arrebatadora. Sus momentos de felicidad, que usualmente no eran muchos gracias a su paranoia con Park, siempre eran bien sazonados por un chocolate. Dulce y delicioso que se le derritiera en la boca.

Giró dispuesto a comprar uno, cuando el cuerpo de un adulto, mucho más alto que él fue su primer impedimento.

—Auch…

Masajeó su cabeza con cuidado, con un ojo cerrado mientras elevaba la mirada y capturaba con sus ojos café al hombre parado frente a él, que inmediatamente se quitó las gafas para mirarlo con atención.

—¿Te dolió la caída?

El tono burlón pero amable, por más extraño que sonara. Hizo que Yunho abriera los ojos y se levantara de inmediato. Confuso del por qué aquello había dolido cuando Yoochun no se encontraba cerca.

—Padre, ¿qué haces?

Oh.

Esa era la razón, Yoochun estaba a unos pasos de Jaejoong, con su mirada completamente desinteresada sobre él, justo como siempre debería ser.

—Nada en especial, pero creo que encontré a mi alma gemela.

Yunho abrió los ojos sorprendido, pero luego trató de sonreír disimuladamente cuando notó que el mayor lo decía en broma. No debía ponerse nervioso, no frente a Yoochun. Por nada del mundo podía demostrar esa conexión de almas que el destino había logrado jugar sucio en su contra.

—No dolió, solo fue la reacción.

Se inclinó un poco ante Jaejoong, tratando de ser educado necesitaba marcharse.

—Con su permiso, tengo que ir a comprar algo.
—¿Chocolate?

La pregunta, que casi sonaba a afirmación en los labios de Kim hizo que Yunho desviara la mirada un poco avergonzado, pero luego carraspeara como si nada. Pretendiendo que aquello no había pasado. ¿Era extraño que a un hombre le gustaran tantos los chocolates?

—Si, me relaja un poco.
—Es el primer día de clases, ¿y ya estás estresado?

Jaejoong se acercó, un par de pasos ante Yunho quien tuvo que levantar la mirada y sonreír.

—Son los nervios. Ahora si me disculpa…
—Kim Jaejoong, soy el padre de Yoochun. Supongo que son compañeros de salón.

—No en realidad.
—Si.

Las contestaciones de los adolescentes sonaron al mismo tiempo. Yunho y Yoochun compartieron una breve mirada antes de que Yoochun bufara y decidiera mirar hacía cualquier otra parte. Yunho solo sonrió apenado. Le preocupó un poco que Yoochun lo ubicara con tanta facilidad.

—Bueno, no lo somos este año.
—Oh, ya veo; Es un gusto conocerte…

Jaejoong estiró su mano y Yunho cerró el contacto. –Jung Yunho.

—Bien, Yunho. Ve a comprar tus chocolates. Compra ‘Primadonna’ me han dicho que son muy buenos.
—Si, gracias.

Tenía esa sensación de huir cuanto antes, por eso es que la mirada de Yunho no se deslizó hacía Yoochun ni una sola vez antes de girar sobre sus talones y alejarse de ahí. Jaejoong lo siguió con la mirada hasta que desapareció entre la gente y sonrió.

Yoochun sin embargo frunció el ceño, mirando a Jung alejarse y con una expresión un poco indescifrable en el rostro. Cruzado de brazos ante el montón de personas que se habían acumulado aquel día, para el primero de clases.




—¡Muévanse de un lado a otro! ¡Al menos intenten que Jung no los golpee!

El entrenador siempre había tenido una voz fuerte y ronca. De esas que se escucha aunque te encuentres verdaderamente lejos. Ocurría una cosa curiosa que Yoochun había empezado a notar desde que comenzó el nuevo año.

Jung Yunho, el muchacho antes invisible en su salón, ahora parecía destacar con fuerza en sus clases. Era fuerte, mucho. Yoochun incluso sentía la imperiosa necesidad de pedirle que se enfrentaran en un duelo. Ver si lo sorprendía con sus viajes en el tiempo tan automáticos como un pestañeo.

Pero Yoochun no lo haría, por que Yunho a veces pasaba por su lado y ni lo notaba.

Yoochun estaba acostumbrado a ser especial. Que todo el mundo lo notara y lo distinguiera mucho antes de que siquiera hablara. Pero ese muchacho era por demás extraño. Casi nunca lo veía. Y si mal no recuerda jamás cruzó palabra con él en los dos años que compartieron salón.

Apoyó la quijada sobre sus manos, aquellas que permanecían apoyadas sobre el barandal del balcón en el segundo piso. Observando como los otros estudiantes, trataban de vencer a Jung en aquel duelo en el que el entrenador los había colocado.

Miraba ausente la situación, incluso el momento en que Jung se paró en el centro de todos y cerró los ojos. Respirando hondo, con una expresión pacífica en el rostro que fue envidiable.

De pronto desapareció y en un lapso de tres segundos venció a los cinco contrincantes que le quedaban, apareciendo detrás de ellos. Yoochun se irguió asombrado, el silencio absoluto en el lugar fue perenne y Yoochun tuvo que admitir que aquello hasta ahora solo lo había podido hacer él.

Yunho se había trasladado en el tiempo por un cortísimo momento para poder tomar uno a uno por sorpresa. El entrenador rió con euforia ante el logro de Jung quien sonrió agradecido por aquello. Los compañeros lo rodearon y felicitaron.

Yoochun sintió algo parecido a una conexión.

Yunho era poderoso, era obvio. Llamó su atención.

Era tan poderoso, casi como él. Y deseó en ese preciso instante. Un duelo.




—Agua, por favor.

La empleada tras el escaparate le extendió la botella que Yunho aceptó sin problemas y con una sonrisa. Sonrisa que se borró casi de inmediato cuando notó a unos pasos de él a Park, con las manos en los bolsillos y esa mirada altiva que Yunho detestaba.

—Vi tu pelea de hace un momento.

Los nervios acudieron a él, precipitados e incómodos. Exactamente por eso decidió solo asentir y beber un poco de agua.

—¿En serio no hablas, o no quieres hablar conmigo?

Esta vez Yoochun había arrugado el entrecejo. Empezando a molestarse en realidad. Y Yunho decidió que lo mejor era marcharse. Pero Yoochun, terco como él solo. Caprichoso como lo habían consentido, se rehusó a ser ignorado y apresó el brazo de Jung con fuerza, sin medirla siquiera. No estaba acostumbrado a hacerlo. No, cuando los de su especie no sentían dolor con facilidad.

Yunho sin embargo ante el agarre de tanta fuerza estuvo a punto de doblegarse, de gemir de dolor al menos, pero solo mordió su labio, con la cabeza baja. Rogando por que Yoochun lo soltara. Por que a su lado era débil. Tan patéticamente que ese uso de fuerza desmedida dolía.

—¿Por qué no me hablas?
—No… te soporto.

Y se soltó, girando un poco para que no notara la marca de su mano en el brazo. Por que sería peligroso y haría demasiadas preguntas. Temeroso de que alguien más lo viera.

—¿Qué?
—Solamente aléjate de mí.

Y caminó lo más rápido que pudo entre la gente y los maestros. Deslingándose del lugar, escondiéndose tras unos arbustos. Para poder sentarse y observar con horror como el contacto con Yoochun le había afectado. La zona en que su mano se había posado había dejado una marca morada acentuada. Yunho exhaló con desesperación.

—Maldición…
—Yunho, ¿qué demonios haces aquí?

Eunhyuk apareció repentinamente e instintivamente escondió su brazo de él, pero el muchacho lo había notado y casi de inmediato lo agarró del brazo. Solo que esta vez no dolió. Esta vez su alma gemela estaba lejos, y él volvía a ser fuerte y poderoso.

Pero eso no evitó que la marca que Yoochun ya había dejado, Eunhyuk la viera. Los ojos de su amigo se abrieron con sorpresa, llevando una mano hasta su boca.

—¿Lo encontraste? ¿Encontraste a tú mitad?

Yunho no pudo evitarlo, y asintió. –Si.

—Pero, ¿quién?
—Prefiero llevarme esa información a la tumba.

Fue como un hueco en el estómago. Eunhyuk lo presintió. La marca parecía reciente, así que seguramente era alguien de clases. Se sentó junto a su amigo y suspiró. Tratando de transmitirle un poco de calma y seguridad. Decidió entonces, no hacer más preguntas.

Estaba bien, mientras se mantuviera alejado de esa mitad. Yunho iba a estar bien.

Inconscientemente pasó una mano por los hombros de Yunho y lo abrazó.

—Todo va a estar bien.

Y sus palabras parecieron surtir efecto, por que en medio del abrazo, luego de unos segundos, el cuerpo de Yunho pareció empezar a relajarse. Y suspirar como en mucho tiempo no lo hacía.

Quizá eso le hacía falta. Descansar un poco de ese secreto que solo él llevaba sobre la espalda. Había seres que jamás encontraban a su mitad. ¿Por qué de entre todos, había tenido que ser él?




—Yoochun… ¿qué sucede?

Tuvo que levantar la mirada al escuchar a su abuelo llamarlo, el hombre desde su asiento parecía un poco contrariado, y cuando Yoochun vio su plato. Notó el por qué. No había probado un solo bocado.

—Nada, solo pensaba un poco.
—Pues entonces dudo que sea ‘nada’ si te quita el apetito.

Yoochun sintió un terrible hueco en el estómago al asimilar aquellas palabras, pero solo alejó el plato de su asiento y suspiró.

—Estoy cansado, es todo. ¿Cuándo vuelve padre de su viaje?
—Jaejoong está firmando unos tratados. No te preocupes, estará de regreso para el final de las vacaciones.

De una manera u otra, Yoochun no podía decir que extrañaba los entrenamientos exhaustivos con su padre. Pero lo extrañaba a él, Jaejoong nunca lo había visto con algo parecido al amor o ese calor familiar que había visto en otros padres. Es más, Yoochun no conocía eso. Y tampoco le importaba.

Pero necesitaba tanto demostrarle a su padre que podía ser mejor de lo esperado.

El problema es que últimamente aquel muchacho extraño ocupaba su cabeza demasiado tiempo. Y eso terminaba por frustrarlo al final del día. Hasta ahora y en el tiempo que llevaba siendo consciente de sus poderes, Yoochun jamás se había encontrado con alguien que lo igualara.

Yunho tenía algo, Yunho era especial.

—Yoochun…
—Ya voy a comer abuelo…

Pero su orgullo dictaba que si el muchacho no quería hablarle, él tampoco rogaría.




Año 2010


—¿Lo has escuchado?— La voz de Eunhyuk sonando cerca de su oreja lo hizo girar de inmediato, como un impulso leve y reconocido. —¡Dicen que no va a haber clases durante toda una semana!

Yunho entonces sonrió. —¿Enserio? ¿Por qué?

—Dicen que se van reunir los príncipes de los cuatro estados. ¡Y va a ser aquí! Van a venir los dos príncipes del Norte y del Sur, y la princesa del Oeste. Tengo entendido que uno es hermano del padre del príncipe Yoochun, pero claro como Jaejoong se quedó por acá le cedieron el titulo al siguiente hijo.

Yunho asintió, poco o nada le interesaban esas cosas de la aristocracia. Su mundo iba en un paralelo muy lejano. Donde su posibilidad de vida ya casi llegando a los diecisiete dictaba, que si era posible irse a vivir entre humanos. Donde la distancia con el heredero estuviera más que marcada.

—Seguramente le están buscando pareja al heredero. Después de todo nuestro heredero es el más poderoso entre los cuatro de esta generación.

Por un instante, Yunho se quedó estático. Pero al poco rato solo sonrió. Ajeno a lo que esa noticia hubiera podido provocarle o asombrarle. Su mente viajaba mejor en todas las actividades que se realizarían debido a la visita de los tres herederos que seguramente venían en camino, y la fabulosa semana libre que llevaba por delante.






—Disculpa padre, ¿es que acaso escuché mal?

Yoochun se había abierto paso entre los guardias, sus ojos directo a la espalda amplia de Jaejoong que calmado contemplaba desde su ventanal las calles del lugar que habitaban.

—¿Qué has escuchado Yoochun?
—Dicen que de esos tres herederos que vienen en camino, uno será mi pareja.

—Pues has escuchado bien.
—¡Tengo dieciséis años!
—Es solo un compromiso, no es como si te fueras a casar inmediatamente.

La frialdad con la que su padre le había anunciado aquello, había perforado una parte de su alma. Tan mínimamente que apenas pudo apretar los puños y bajar la cabeza.

—¿Al menos puedo elegirlo yo?

—No necesariamente.— Esta vez Jaejoong se había girado, agachándose un poco para poder mirarlo a los ojos. –Entiende Yoochun, eres tan poderoso, que solo alguien igual de poderoso e influyente que tú, debe estar a tu lado.

La mente de Yoochun divagó por un momento. Y el nombre de Yunho voló en su cabeza instantáneamente. Yunho era poderoso, lo había constatado, era el único, aparte de él, que podía realizar los viajes en el tiempo con tanta facilidad. Nadie más podía.

El problema es que Jung lo despreciaba.

Y además de todo, Yunho no tenía esa influencia, que los otros herederos tanto se vanagloriaban.





—…¡Y presidiendo el desfile, el heredero del Este, Park Yoochun!

La gente se amontonaba de un lado a otro entre tanta gente que había en el lugar, Yunho sintió a Eunhyuk jalar de su mano entre la multitud mientras intentaban abrirse paso hasta la primera fila, donde se podía apreciar a aquellos herederos tan poderosos que poseían los cuatro estados.

Yunho lo vio, con aquella mínima sonrisa en el rostro y esas ropas tan ostentosas. Yoochun apenas saludaba, no muy conforme con estar ahí, escoltado por un montón de guardias, acompañado por su padre y abuelo.

—Mira, ¡mira!— Eunhyuk había levantado su brazo, emocionado. –Ahí están los otros herederos.— La carrosa que venía detrás llevaba del mismo modo a cada uno, con guardias y acompañantes, con una sonrisa mayor y diferentes expresiones en el rostro. Como si desde hace mucho supieran para que estaban ahí.

—La muchacha, es Sang Sunam. ¡Wow! Es realmente hermosa. El de cabello negro es Kim Kibum el heredero del Norte, y el rubio Kim Junsu, heredero del Sur. Dicen que son buenos amigos, y que siempre la pasan juntos. De la chica no sé casi nada es muy extraña y reservada según dicen.

Yunho suponía que era bueno que Eunhyuk siempre estuviera entretenido con ese tipo de cosas. Y su mirada se posó en Yoochun una vez más. En esa expresión vacilante, que se asemejaba tanto a la tristeza.




—Tu padre está tan emocionado con este trabajo.

La voz de su tía sonaba dulce mientras lo ayudaba arreglando la corbata en su ropa, logrando que se viera lo mejor que podía. Y Yunho agradeció el esmero que ella ponía en arreglarlo. Desde que su madre hubiera muerto años atrás. Su tía se había convertido en un gran apoyo.

—¿Listo?

Su padre vestido con aquel uniforme de la casa principal, con esa sonrisa orgullosa en el rostro, apareció bajo el umbral de la puerta. Era el jefe principal de la seguridad durante la visita de los herederos y por tanto tenía permitido llevar a un invitado.

Yunho había querido negarse, hubiera dado todo por poder hacerlo, pero su padre brillaba en emoción y orgullo. Que negarse no era una opción. Así tuviera que vivir escondido de Yoochun.




Sunam era aguerrida.
Kibum veloz.
Pero Junsu era hábil

Yunho estaba maravillado observando ese entrenamiento que los herederos habían decidido llevar en la parte trasera de la casa principal. Su poder y fuerza vislumbraba y hacía eco en todas partes, incluso agitados continuaban con el despliegue de sus fuerzas. Yunho en ningún momento se preguntó por qué Yoochun no se encontraba ahí, cuando era bien conocido que al heredero del este le fascinaba demostrar su fuerza.

Sunam había mandado a los dos chicos varios metros lejos de ahí, con una sacudida de aire que Yunho jamás había visto antes. La muchacha había mostrado una sonrisa en el rostro. Junsu y Kibum parecían incluso emocionados con poder vencerla ante esos poderes extraños que estaba mostrando.

Yunho en cambio estaba más que sorprendido.

—No sabía que tu padre fuera el jefe de seguridad.

Y la voz de Yoochun sonó cerca. Provocando que Yunho girara y lo mirara con algo parecido al miedo. Estaban muy cerca, Yoochun no podía percatarse de su vulnerabilidad.

—No es el jefe de seguridad de ustedes, es de la seguridad extra que se contrató por los otros herederos.

Yoochun pareció asentir. Mirando desdeñoso hacía el lugar donde los otros tres muchachos continuaban con su lucha.

—Son tan… Huecos.— Yunho de inmediato supo que hablaba de los tres herederos. –Solo piensan en divertirse y ver quien es el más poderoso entre los cuatro. Ni siquiera el estúpido compromiso les importa. Si se cansan, bien. Si no, les da lo mismo. Unirse a otra persona es un protocolo que deben cumplir y ya.

—Es así como los han criado.
—¡A mi también!— La exaltación de Yoochun lo sorprendió. –Pero no por eso pienso igual que ellos… No por eso pienso igual que mi padre.

—¡¡Cuidado!!

Yunho apenas tuvo tiempo de girar la cabeza. ¡Eran débiles! Su instinto gritó de inmediato que ninguno de los dos sobreviviría a esa enorme roca que estaba a punto de caer sobre ellos, por más que Yoochun ni siquiera lo sospechara.

Sus manos apresaron a Yoochun con fuerza, impulsándose lo más que su estado de humanidad en este instante se lo permitía. Y los cuerpos de ambos rodaron varios metros en el piso sin cuidado mientras la roca destruía parte del piso a su camino.

Cuando finalmente el estupor pasó. Yunho levantó la mirada sus manos aún se aferraban al cuerpo férreo de Yoochun y los ojos de Park estaban fijos en su rostro. Poco más que sorprendido por su impulso.

De repente lo notó. Yoochun estaba intacto sin una sola marca en su cuerpo por los golpes que se habían llevado.

¿Se había equivocado acaso?

No. Era imposible, a él le dolía el cuerpo, le dolían los golpes. Su cuerpo estaba siendo débil al estar en tanto contacto con Yoochun. Entonces, ¿por qué Park parecía no haber sufrido ninguna herida?

—¡Yoochun!

Los otros tres muchachos se habían acercado en pocos saltos, confundidos y preocupado al ver la reacción por parte del que acompañaba al heredero. El mismo Yoochun, que no entendía lo que sucedía se había sorprendido. Había planeado golpear la roca y alejarla. Pero Yunho… simplemente los había alejado de ahí.

—¡Idiota, te dije que no materializaras nada!

Kibum había surtido un pequeño golpe en la espalda de Junsu quien solo rodó los ojos. Mirando al muchacho que seguía sobre Yoochun mientras él no hacía nada por alejarlo.

—¿Y tú por que reaccionaste así? ¿Eres humano acaso? Bien pudieron haber alejado la roca.

Yunho supo que le hablaban a él. Se movió inmediatamente de encima de Yoochun y escondió con temor la mano izquierda, aquella que estaba raspada y que tenía una sutil marca de sangre.

—Lo siento, fue un impulso.

Junsu le clavaba la mirada severamente, como si no terminara de creerle, pero en el momento en que Junsu estaba dispuesto a hablar de nueva cuenta. Los pasos de varios guardias se escucharon y Yunho se pegó un poco más a la pared.

—¿Qué ha pasado?

Jaejoong se abrió paso entre los presentes, observando como Yoochun empezaba a levantarse, limpiando un poco su ropa.

—Los tres estaban jugando a ver quien era el más fuerte, materializaron una roca y casi nos cae encima. Es todo.

Los otros tres herederos compartieron miradas discretas, pero prefirieron callar. Yoochun estaba ocultando, por alguna razón el hecho de que el muchacho ese lo había empujado varios metros como si aquel golpe pudiera lastimarlo.

—Bien, Jung. Encárguese de que todo vuelva a la normalidad.

Yunho vio a su padre asentir y pronunciar un respetuoso ‘si’ ante el mandato de Jaejoong, pero se preocupó más en ocultar su mano, que en observar lo que ahí ocurría. Jaejoong sin embargo se detuvo un momento. Justo en el instante en el que pasaba frente a Jung.

Miró al hombre que seguramente tenía su edad y ese leve malestar parecido al mareo se hizo presente. Clavó los ojos en el hombre por varios segundos, pero luego sencillamente desapareció.




Yoochun observó la imagen de su cuerpo reflejado en el espejo.

Secaba su cabello momentáneamente mientras pensaba en aquel incidente extraño de la mañana. Yunho se había lanzado sobre él cuando antes parecía rehuirle por completo. Y había actuado como si pudiera salir lastimado.

El cabello todavía húmedo caía por su frente y fuera esperaban por él para empezar con la cena. Pero su mente divagaba en esa pregunta que quedó pendiente luego de que su padre ordenara que arreglaran todo y Yunho hubiera desaparecido de repente.

La duda empezó a carcomerlo, internamente. Por que Yunho siempre había sido un factor tan ajeno a él. Que lo desesperaba.

—Joven la cena ya está servida.

Cuando el mayordomo ingresó, lo único que pudo ver en ese corto instante, fue la ventana de aquella gran habitación agitarse fuerte contra el viento.




—Auch…

Yunho bajó la voz lo mejor que pudo, tratando de curar la herida en su mano y codo. Era tan difícil encontrar algo con lo que curar una herida, cuando ellos no solían salir lastimados. Pero al menos podría desinfectar un poco. Eso serviría.

La ventana de su habitación se abrió, y cuando vio a Yoochun parado en el umbral de la misma su cuerpo entero se tensó y escondió bajo sus sabanas lo mejor que pudo los implementos que estaba usando.

—¿Qué haces aquí?

Yoochun sin embargo no se amilanó. Camino con aquella pose segura hasta él, arrinconándolo contra la pared, sosteniendo su brazo con fuerza y Yunho trató de no quejarse de no mostrar dolor.

—¿Es por esto?— La voz de Yoochun era fuerte, segura y alterada. —¡¿Es por esto que nos lanzaste de esa forma?! ¡¿Es por esto que permaneces siempre tan alejado de mí?!

El miedo llegó cuando vio a Yoochun girar su brazo y contemplar la herida. Se posaba ante los ojos de ambos, como la muestra de culpabilidad y miedo que de pronto los había empezado a rodear. Pero esta vez Yoochun lo soltó. Y retrocedió.

—Eres…

Yunho solo escondió la mano otra vez. Y desvió la mirada. Malditos impulsos suyos.

—¿Desde hace cuanto lo sabes?
—Desde los doce.

Y la seriedad en los ojos de ambos fue evidente. Yunho ya no se molestó en esconder los implementos que usaba, los sacó de debajo de la sábana y los guardó en un cajón. Indiferente con lo que Yoochun diría de ahora en adelante.

—Tócame.
Yunho giró de inmediato. —¿Qué?
—Necesito comprobar algo, tócame.

Yunho tenía vértigo, uno inestable y molesto entre la distancia que los separaba dentro de esa pequeña habitación. Pero aún así obedeció, caminó hasta él y poso su mano derecha en la mejilla de Yoochun. En esa piel tersa y pálida.

—Con razón.— Yoochun había cerrado los ojos, con un suspiro ahondando en su boca. –Con razón me sentí tan mareado cuando nos empujaste lejos de la roca.
—¿Por qué no saliste herido?

Yoochun sonrió, abriendo los ojos. Notando que ni el mismo Yunho se había percatado del contacto que persistía.

—Los herederos como yo, tardamos más. O algo así dijo mi abuelo. Yo no soy como los demás, hay algo en mí, diferente a los otros herederos. Por eso las circunstancias son diferentes, por eso aún no soy un alma activa.

Yunho sintió esa terrible comezón en el pecho. El contacto era tan acérrimo, suave pero parecía más bien una marca endeble capaz de abarrotar de pensamientos extraños su cabeza. ¿Era eso estar cerca de tu alma gemela?

Entonces, ¿por qué les habían dicho que solo los hacía perder sus poderes?

¿Por qué nadie les hablaba de lo gratificante que era estar cerca? De lo placentero del contacto. De esa energía que se propagaba tan velozmente que era incluso hasta alucinante.

—Cuando los humanos encuentran a su alma gemela, se glorifican más allá de las sensaciones y pierden el raciocinio, cuando nosotros encontramos nuestra alma gemela nos hundimos en las sensaciones y perdemos estos poderes que nos ponen por encima de ellos.

—¿Y cuando un humano y uno de nosotros son almas?— Yunho parecía hipnotizado por las palabras de Yoochun y Yoochun por el movimiento en los labios de Jung.
—Crean algo superior a todos nosotros, aunque nunca mi abuelo ha querido hablarme de eso. Mucho menos mi padre. Y el resto parece no saberlo.

Esta vez fue la mano de Yoochun palpando el rostro de Yunho. Ese toque casual que era como chispas ante el tacto. Como una recreación de fuegos artificiales en el estómago, como si el cansancio se marchara y se sintiera menos seguro que antes.

—Ven conmigo.

Antes de que Yunho pudiera responderle, Yoochun había agarrado su brazo y lo había jalado. Habían aparecido muy lejos de ahí. Cerca de un bosque lejano. En las afueras del lugar donde habitaban.

Yunho no entendió, luego recordó que Yoochun no era un alma activa. Por eso aún no perdía sus poderes cuando estaba con él.




Año 2006


—¿Dónde estamos?
—El día que nos conocimos.

Yunho abrió los ojos. Y cuando Yoochun empezó a dar saltos, alejándose de él. Yunho sintió que volvía a poder saltar. Que la fuerza regresaba mientras Yoochun se alejaba cada vez más y más.

Saltó primero un poco. Y Yoochun desde la distancia pudo verlo, sonrió al notar lo aliviado que al fin se sentía por volver a tener su habitual fuerza. Miró hacía el horizonte y pudo ver el instituto, quería llegar al momento en que se habían conocido.

Entonces regresó su mirada hacía abajo. Pero Yunho ya no estaba.

Bajó inmediatamente y pudo verlo tranquilo, contemplando un poco el lugar. Aquel lago y la zona contraria a él. —¿Pasa algo?
Yunho pareció sorprendido de tenerlo cerca. –Solo me pareció ver a alguien.

—Imposible, nadie anda por aquí.

Yunho asintió, un poco convencido de haber visto a alguien ahí. Pero decidió negar un poco y alejarse de Yoochun.

—No es justo. Tú sigues siendo el mismo, yo en cambio sigo siendo vulnerable.
—Es hasta que me convierta en un alma activa.

Un silencio extenso se propagó. Yunho observó la herida en su mano y pensó que no le gustaría ver a Yoochun con esas heridas. Que no le gustaría que Yoochun llegara a ser un alma activa, por que entonces estar juntos implicaría mortalidad.

—¿Sabes? Siempre me pregunté por que eras tan fuerte. Es por que eres el complemento. Lastima.— Yoochun sonrió levemente, pateando una pequeña piedra que había. –Me hubiera gustado luchar contigo y medir fuerzas.

La sonrisa en los labios de Yunho apareció.

—Cuando seas un alma activa, podríamos estar hablando. Entonces, estaremos al mismo nivel.

—Jung Yunho.— Escuchó su nombre en la boca de Yoochun, y fue extraño, como si las posibilidades se acortaran y esa sensación extraña en el pecho se acentuara. –Cuando era pequeño decía todo el tiempo que te destruiría.

—¿No vas a retarme a duelo?
—Sería injusto, yo aún tengo mis poderes. Tú eres tan frágil como un humano a mi lado.

Yunho rodó los ojos. Lanzando una piedra al lago y suspirando.

—¿No querías mostrarme algo?
—Oh, si. Vamos. Te veo en la escuela media.

Yoochun se levantó de un salto. Yunho respiró profundo. Esperando un par de segundos en el que Yoochun se encontrara lo suficientemente lejos como para poder tener de vuelta su inmortal fuerza. Entonces, saltó. Y trató de encaminarse al mismo lugar.




Trataba de recordar el lugar exacto, fue por los pasillos y cuando reconoció el pequeño paisaje sonrió. Pero su mirada lució extraña cuando aquel hombre de vestimenta negra y gafas oscuras pasó a su lado.

No recordaba haberlo visto aquel día, pasó a su lado sin problemas y Yoochun lo siguió con la mirada por un largo rato. Era alto y delgado. Con su andar seguro, y Yoochun estaba seguro que para pasar por ahí debió haber pasado frente a él en esa época, o tal vez en ese tiempo no lo notó.

—¿Y bien?

Yunho ya lo había alcanzado, y Yoochun sacudió sus pensamientos.

—¿Sucede algo?

—No, nada.— sonrió un poco y jaló a Yunho de la mano, directo al lugar donde se habían chocado. Escondiéndose inmediatamente tras un pilar cuando vieron al Yunho de hace doce años, limpiar su ropa y levantarse del suelo. –Diablos, era un poco antes.

—¿Qué?

Yunho sintió solo un pequeño sacudón. Fuerte y arraigado antes de que todo pareciera vacío nuevamente, Jaejoong y Yoochun de unos doce años aparecieran justo detrás de ellos en ese momento. Escondidos pudieron observar.

Eunhyuk fue el primero en aparecer, pero el grito de Yunho fue el primero en escucharse.

—¡Eunhyuk, espera! ¡Devuélveme mi maleta!
—¡Atrápame si quieres!

La cabellera alborotada de Eunhyuk pasó junto a Yoochun, aquel pequeño que giró para observar al apresurado muchacho, sin que Yunho se percatara y sus cuerpos se chocaran. El de Yunho fue a dar al suelo y Yoochun a pesar de mirarlo un instante, solo continuó.

—Fue en este momento, ¿cierto?

Yunho giró un poco, deshaciéndose de la imagen angustiada que reflejaba su rostro de doce años ante el descubrimiento de su herida. Y asintió, con un tranquilo suspiro mientras se arrimaba en la pared.

—¿Cómo lo supiste?
—Por que luego de eso, casi no te volví a ver.

—¿Casi?
—Te me desaparecías todo el tiempo.

Yunho supo que las palabras de Yoochun escondían algo más, como la razón por la que de repente sentía tantas ganas de acercarse. Quizá esa unión. Tan fuerte entre almas que proclamaba un poco de proximidad.

—Llévame a casa.

Yoochun frunció el ceño, confundido. —¿Pasó algo?
—No me siento muy bien…



Año 2010


Casi de inmediato, Yoochun asintió, tomando por el brazo a Yunho. Y en cuanto volvieron a estar en la habitación de Jung, con unos pocos saltos, Yunho se alejó, con una mano en la cabeza.

—Tú dijiste, el primer día de clases que odiabas a tu alma…
—No te odio. No ahora.
—¿Y si no fuera yo? ¿Odiarías a tu alma?

Esta vez Yoochun calló, por un par de segundos. –Es distinto.
—No lo es. Estás destinado a cosas grandes, Yoochun. Todo el mundo lo dice, yo tengo mi vida planeada mucho antes de que tú descubrieras esto.

Cuando las facciones de Yoochun cambiaron a serias, Yunho inhaló con fuerza.

—No está entre mis planes ser débil. Lo odio. Soy fuerte, hábil, poderoso. Y Yoochun tú lo eres mucho más que yo. Esta conexión que sientes es solo producto de que somos almas unidas. No quiero que estar cerca de ti me limite.

Los pasos de Yoochun, fueron los que se alejaron en esta ocasión.

—Creí que eras distinto a ellos.— Una exhalación profunda y Yoochun sonrió. –Finalmente eres igual a todos, lo único que importa es el poder. Vanagloriarse y todo lo que eso conlleva. A veces realmente pienso que no pertenezco aquí.

—Yoochun abre los ojos.

—¿Abrir los ojos?— El coraje se reflejó en la voz de Yoochun. —¡Somos pocos! Y en vez de conservar a nuestra raza nos destruimos entre nosotros por preservar y destruir las mitades de nosotros mismos. Somos humanos cuando nos encontramos. ¿No somos nosotros estando separados, los inferiores?

—He vivido huyendo de ‘esto’ como no tienes idea.— Yunho se acercó, con su mano en alto. Directo hacia esos ojos de Yoochun que lo miraban expectante. —¡No intentes cambiar las cosas de repente! ¡No me conoces, no sabes quien soy! No me vengas con que de pronto deseas abandonar lo que eres por sentirte completo. ¡NO ME USES COMO EXCUSA!

Y esas palabras de pronto sonaron tan cruelmente reales.

Yoochun estaba parado ahí, buscando huir de la mano de Yunho, lejos de ese mundo que de pequeño lo maravilló, y ahora solo lograba sofocarlo. Estaba usando su mitad para escapar lejos de ahí.

Yunho se sentó en la cama, con las manos en el rostro. Y la expresión vacía.

—No quiero ser humano. No quiero.
—…Yo no quiero esto. No quiero ser el heredero ni casarme y manejarlos a todos como lo hace mi abuelo.

—Pues que dilema más cliché y burdo.— Los pasos de Yunho lo rodearon. Como si lo analizaran por primera vez. –Conozco cada cosa de ti, Park Yoochun. Tus gustos, a dónde prefieres ir, donde no frecuentas. Necesitaba saberlo, para poder huir de ti sin llamar la atención, sin que se percataran del por qué lo hacía. ¿Qué sabes tú de mí para que yo lo arriesgue todo por ayudarte?

Yoochun cerró los ojos, perdido por un instante entre la mirada fuerte que Yunho le enviaba en ese instante. Y lo inseguro que él se sentía.

—Que tú en mi lugar, harías todo para evitar un destino que no gustas.
—Pues estás en desventaja. Por que no pienso brindarte ayuda.

Yunho se cruzó de brazos, y Yoochun capturó su rostro serio y distante con la mirada, grabando esa simplicidad con la que Jung se negaba. Esa decepción que de repente lo carcomía al ver en ese rostro. Yunho tenía razón no lo conocía. Debía marcharse.

—No te preocupes, seguiremos tu plan. No nos acercaremos para evitar complicaciones.

La imagen de Yoochun desapareció tan instantáneamente que apenas se asemejó a una débil ráfaga de aire que sacudió sus cabellos. Yunho apretó los puños y trató de recordar como respirar. Se lo había propuesto desde un inicio, desde que lo descubrió.

Alejar a Park Yoochun, era la mejor solución a sus problemas.




Cuando Heng caminó por los pasillos en aquella noche, ante el llamado de Kim Jaejoong, no pudo suponer las implicaciones de aquello. Solamente se dirigió hasta el hombre que esperaba por él en aquel callejón, a las afueras de la residencia Park.

—¿Me estuvo buscando, señor?
—Jung Heng, ¿cierto?

Afirmó de inmediato y Jaejoong pareció dibujar una sonrisa en su rostro. Algo cínico, mientras apoyaba la cabeza en la pared, con los ojos cerrados. Como si no pensara en realidad y más bien saboreara los segundos.

—Ven acá.

Contrario a lo que esperaba, en cuanto se acercó. Jaejoong asestó un fuerte golpe en su mandíbula. Tan fuerte que su cuerpo entero sucumbió ante las repercusiones de ello. Retrocedió aturdido y el sabor metálico probó deslizarse con facilidad entre sus labios.

Comprendió entonces, y sus ojos desorbitados entendieron la situación.

Pensó en Yunho, en su hijo. Tan inmediato, que ni siquiera la cínica sonrisa de Jaejoong logró desestabilizarlo. La sonrisa entonces se desdibujó. Y Heng lamentó no haberse podido despedir adecuadamente de su único hijo.

—¿Quiere un duelo?
—Obviamente.

Los pasos de Jaejoong sonaron suaves, y los oídos de Heng captaron esos movimientos sutiles pero certeros. Mortales y peligrosos. Antes de que sus minutos empezaran a acortarse, de las manos de Kim.




—¡¡Papá!!

Yunho corrió, lo más rápido que pudo, saltó y alcanzó niveles insospechados. Llamando la atención de muchos ante el despliegue casi absoluto de su fuerza. Y se abrió paso entre la gente, con las lágrimas corriendo por las mejillas.

Trató de tocar a su padre, pero las manos de los otros adultos lo detuvieron.

Ahí estaba Heng, con su cuerpo inerte sobre aquel suelo. El llanto pasmoso de Yunho acaparó el sentimiento de perdida de muchos. Y sonaba por todos lados. El motivo por el cual Heng había dejado a su hijo solo.

‘Había encontrado a su alma gemela’

‘Seguramente un duelo’

‘Probablemente era muy poderoso’

Todos debatían, todos parecían interesados. Cada uno pretendía que aquello en verdad le era relevante. Pero el mundo de oportunidades de Yunho se acababa de reducir tan mínimamente que resultaba increíble.

Estaba solo, más solo que nunca.




No tenía una afición especial por las manzanas.

Pero le aliviaba un poco comerlas, el sabor dulce y el color verde de la misma. Mientras sus dientes atravesaban la tersa fruta. Y su mirada se perdía en la pared plomiza frente a él.

Cuando la puerta del estudio se abrió, cerró los ojos.

Había pedido que no lo molestaran. Y Junsu, impulsivo como siempre parecía no haber captado la idea. ¿No podía irse con su amigo Kibum a recorrer el lugar y a él dejarlo en paz? Al menos Sunam no eran tan molesta. La muchacha probablemente se encontraba en su habitación ajena a todos los demás.

—Resultaste un mal anfitrión. Casi ni te hemos visto la cara desde que llegamos.

La molestia de Yoochun se elevó, pero lo ignoró. Siguió comiendo de aquella manzana, podía escuchar los pasos de Junsu hasta él, suaves y calmados. Pero el hecho de que le quitara de las manos la fruta, logró que al fin posara sus ojos en él.

—Escuché que ese muchacho de la otra vez, perdió a su padre.— No fue difícil saber que se trataba de Yunho, pero sus expresiones no cambiaron y en cambio solo suspiró, regresando su mirada a la pared, resignado a no terminar de comer. –Dicen que se encontró con su alma.

—¿Y eso en qué me concierne?
—Pensé que te importaría. Aquel día tus ojos no dejaban de verlo a él. Aunque sinceramente ese tipo es muy débil.

—No lo es.
—Lo es, pude notarlo en sus movimientos, su fuerza ni siquiera era percibida. Sumamente débil en verdad.

Yoochun se mordió la lengua. No era culpa de Yunho que se mostrara tan débil aquel día. Estaban cerca, era obvio. Juntos, Yunho no podía mostrar ni la mitad de lo que era capaz. Pero no dejaría entrever a Junsu, lo que Yunho significaba en verdad.

—¿Es todo lo que querías decirme?
—¿Sabes, Yoochun? Es extraño que alguien como tú se junte con alguien tan débil. ¿No será tu mitad, cierto?

Las deducciones de Junsu, tan asertivas y peligrosas. Incluso el tono audaz en la voz pasmosa del menor hizo que Yoochun se levantara y caminara por el estudio. Tratando de fingir que lo que le molestaba era en realidad su cercanía.

—Por supuesto que no, ¿o viste que tuviera alguna herida luego de eso? Mi fuerza no disminuyó en ningún momento.

Junsu pareció no poder luchar contra esa lógica y sonrió.

—Entonces, ¿solo es tú amigo por caridad?
—Eso no te interesa.

Junsu desvió la mirada al jardín. –Mi alma la encontré hace un año o más. Como sabrás no podemos convivir. Alguien como yo, un heredero, no puede tener puntos débiles. Así que nos enfrentamos, y es obvio quien ganó.

Yoochun apretó los puños. Tan ajeno a ese sentimiento que alguna vez de niño hubiera proclamado compartir. Junsu sin embargo lucía seguro de sus palabras. Y la sonrisa en su rostro vislumbraba placer y victoria.

—En todo caso, ten cuidado. Entre más inofensivos parecen, más peligrosos son.

Junsu le dedicó su última mirada y lo dejó solo otra vez. Cuando aquello sucedió, Yoochun suspiró. Y trató de fingir. Que toda aquella visita, terminaría en unos días, cuando su destino quedara marcado por su nombre junto a Kibum, Sunam o Junsu.




Era de noche, cuando el viento se agitaba con fuerza.

Que Yoochun al fin lo encontró.

Yunho estaba frente al lago, sentado en el poco césped, con sus piernas flexionadas y la mirada perdida. El lugar donde él lo había llevado. Bajó del árbol con tranquilidad, sin intentar ocultar su presencia. Solo caminar hasta él y tratar de no ser alejado.

—¿Qué haces aquí?

Respiró profundo y se sentó junto a él. Notando la fuerza de Yunho disminuir considerablemente mientras se acercaba más a él. Pero Yunho solo suspiró y Yoochun sacó el pequeño chocolate de su bolsillo. Aquella memoria que aún recordaba del primer año que ya no compartieron salón.

—Pensé que estarías solo. Y eso no es bueno.

Yunho miró con recelo el pequeño chocolate, pero lo tomó, apretándolo un poco entre sus manos. Regresando su mirada hacía el otro lado del lago. En un sumido silencio que compartieron por varios segundos.

—Puedo retroceder en el tiempo y ver quien lo hizo, ¿sabes?— Yunho sonrió, bajando un poco la cabeza. Notando lo atento que se encontraba Yoochun a sus palabras. –Pero, ¿para qué? Son las leyes de esto que somos nosotros. Entrometerme sería contra ley. ¿Debo resignarme?

Yoochun guió sus manos hasta él, tratando de abrazarlo, pero al sentir el contacto. Yunho inmediatamente se removió, tratando de soltarse. Sin embargo Yoochun se aferró con más fuerza, y entre el rechazo y la fuerza. Finalmente Yunho cedió, con un suspiro áspero y prolongado.

—¿Por qué eres tan terco?
—Por que soy un heredero consentido que está acostumbrado a obtener lo que quiere.

Yunho sonrió. El tono burlón en las palabras de Yoochun fue gratificante. Y su alma volvió a sentir ese vacío abandonarlo. Repletarse de un sentimiento extraño y reconfortante. No le daban la oportunidad a acostumbrarse cuando el cuerpo de Yoochun se tensó.

—¿Qué sucede?
—No hay rastreadores por esta zona.

—¿Y?
—Que siempre los hay. Han sido asesinados. Salgamos de aquí.

Demasiado pronto como para reaccionar. Y pudo darse cuenta de que corría, guiado por la mano de Yoochun. Tratando de salir cuanto antes de ahí, pero lo notó de repente. Esa pequeña gota de sudor cayendo por la frente de Park. Y sus ojos se abrieron estupefactos.

¿Se estaba convirtiendo en un alma activa?

—Yoochun detente…
—Ahora no, tenemos que salir.

Yoochun se paralizó cuando no salieron de ahí, y sus poderes no lograron llevarlo fuera de ese lugar. Logró notar entonces, fuera de la adrenalina. Que ya no podía percibir nada, que se encontraba agitado. Que incluso estaba sudando por haber corrido tanto.

No. Ahora no.

Apretó la mano de Yunho y cerró los ojos. Pero no funcionó. —¡Maldición!

Yunho escuchó los pasos de algo rodeándolos, se podía sentir el pesado ambiente a su alrededor. Pero Yoochun consternado con su reciente humanidad ante la cercanía. No se podía percatar.

Así que Yunho se soltó. –Tenemos que separarnos, es la única forma de salir.
—¡No voy a dejarte solo!

—¡No seas irracional, maldición! Hay algo raro aquí, y juntos no somos más que simples humanos.
—Pero…

—¡Yoochun ya basta, tenemos que…!

Yunho no alcanzó a terminar de hablar cuando el aire se le atoró en el pecho. Y el lugar entero se sacudió. Las ramas de los árboles se rompieron y agitaron alrededor de ellos. Lo último que Yunho vio antes de que todo se ralentizara fue aquella fina rama rasgar la mejilla de Yoochun y emanar sangre.

Luego sintió una fuerte sacudida, sus brazos siendo apretados con fuerza. Y una mano que tapó por completo sus ojos.

—¡¡Yunho!!

El gritó de Yoochun perforó con fuerza el lugar, y sus piernas corrieron lo más rápido que podían. No podía saltar, no podía alcanzarlo. Y no fue hasta que desapareció por completo de su campo de visión, que en su impulso finalmente pudo saltar fuerte y lejos, tanto que su cuerpo se estrelló varios metros más allá.

Pero era todo, Yoochun tenía su fuerza, por que Yunho había desaparecido.




—¡Padre!

Yoochun apareció. Justo a unos pasos de Jaejoong, quien conversando junto a Joongg giró sorprendido por la imprudencia de su hijo. Y sobre todo lo que más llamó su atención fue el estado de Park.

Su ropa sucia, y mal arreglada, su cabello alborotado, pero en cuanto vio aquella raya en la mejilla de Yoochun, marcando su rostro con una muestra fina de sangre. Arrugó el entrecejo y sus manos buscaron el rostro de él. Con la mirada profunda y furiosa.

—¿Qué te ha sucedido?
—¡Se han llevado a Yunho! ¡Tienes que ayudarme, por favor!

—¡¿Quién te ha hecho esto Yoochun?!

Parecía que ninguno de los dos se encontraba en la misma línea de conversación. Las miradas enfrentadas y en la cabeza de Yoochun solo se repetía una y otra vez ‘Yunho’ cuando Joong se levantó. Atento a la herida impertinente en el rostro de su heredero. Las cosas parecieron mediarse.

—Primero cálmate, Yoochun y dinos que ha pasado.
—Estábamos en el bosque. Yunho y yo. Y unos tipos han aparecido de la nada y se lo han llevado. ¡Desapareció por completo!

—¿Y por qué ninguno de los dos hizo nada?

Yoochun bajó la cabeza, con la respiración agitada y apretando los puños. Necesitaba ayuda, y no la conseguiría a menos que hablara con la verdad.

—Por que no pudimos.
—¿Por qué no?
—Por que somos almas complementarias.

Jaejoong entonces se alejó, tomando asiento a unos metros de Yoochun. Con su rostro parco y serio otra vez.

—Entonces no hay nada que hacer. Lo mejor para ti, si es que no quieres mancharte las manos es que dejes que las cosas sigan su camino.
Yoochun se sintió aturdido. —…¿Qué?

Esta vez su abuelo se paró junto a él. –Entre Yunho y tú. Es obvio quien debía sobrevivir.
—¡Pero Yunho no…!

—¡BASTA YOOCHUN!— Sintió miedo, el grito feroz de su padre hizo eco en el lugar. Y sus pasos volvieron a escucharse, muy cerca de su rostro Jaejoong continuó. –Sé como te sientes cuando lo encuentras, es una atracción extraña e irrefrenable. Pero debe pugnar sobre tu cabeza, el raciocinio. Es Yunho o tú. De estar juntos, de seguir tus impulsos. Perderás la inmortalidad.

Yoochun retrocedió.

Primero un paso. Luego otro. Y finalmente su brazo derecho tembló.

—No lo abandonaré.
—Yoochun…
—¡No lo haré! Así tengan que desterrarme.

El poder se escapó de las manos. Joong lo sintió así en cuanto vio a su nieto salir de ahí con el paso firme y seguro. Revivió emociones viejas de su hija siguiendo el mismo camino. Frunció el ceño entonces. No dejaría que Yoochun arruinara su vida de la misma forma. No cuando Yoochun era el ser más poderoso de los últimos tiempos.




—¿Qué crees que estás haciendo?

Junsu le quitó de las manos la ropa, la poca que pensaba guardar en esa maleta. Y arrugó el entrecejo ante el entrometido muchacho que lo veía con sorpresa e indignación.

—Me voy, ¿no es obvio?— Junsu seguía estático y Yoochun comprendió. –Oh, ya sé. Estoy arruinando tus planes de poder y gloria. ¿No? Pues no sé, que te comprometan con Sunam o Kibum. A mi me da igual.

—Hablas como si me hubieran escogido.
—Ibas a ser el escogido Junsu. Eres evidentemente mejor que Sunam. Y más astuto que Kibum. Mi abuelo ya te tenía como mi futura pareja desde que pusiste un pie aquí.

Le quitó de las manos la ropa y empacó lo poco que encontró a su paso. Pero Junsu lo agarró del brazo. Y le sostuvo la mirada por un largo rato antes de decidirse a hablarle.

—Eres valiente, en verdad lo eres.
Yoochun se sintió confundido. —¿Por qué lo dices de esa forma?
—Por que has podido negarte al mundo que te lo ha dado todo.

El agarre de Junsu se aflojó y Yoochun lo miró un rato más. –Quiero enseñarte algo.

Yoochun sentía que no tenía tiempo. Pero Junsu lo agarró del brazo y cerró los ojos. Un viaje en el tiempo supuso. Y el apenas sintió el lugar moverse un poco.




Año 1991


—No podía llegar hasta aquí, sin que un miembro de la familia me lo permitiera.— Junsu pudo ver en el rostro de Yoochun lo perdido que se encontraba. –Existen barreras, para que no cualquiera pueda ingresar en el pasado de un determinado lugar. Tu casa, tiene una barrera por todas partes. Y solo tiene acceso a los de tu familia. Hay un secreto que tu abuelo está empeñado en ocultar.

Yoochun caminó por aquella casa que tan bien conocía. Pudo ver que las cosas habían cambiado bastante. Y que las cosas se habían movido de lugar.

—Este año, es importante. Se escuchan cosas, como que tú madre se fugó con un humano. Pero nadie lo repite. Es un secreto. Y yo sé que puede ser real. Fue unos años antes de tú nacimiento.

—¡NO TE IRÁS DE AQUÍ YOOHEE!
—¡No vas a detenerme!

Yoochun observó con horror como su abuelo le lanzaba una bofetada en el rostro a su madre. A aquella imagen que él solo había percibido en los cuadros que había en su hogar. Y ella salió volando por los aires. Sin ninguna herida aparente.

—Él la desapareció, unos años después de que tú naciste. Mató a tu padre también, él era humano. Pero tus padres eran almas complementarias. Y tú naciste de esa unión. Por eso eres especial, diferente. Más poderoso que cualquiera de nosotros. Naciste de la unión de dos almas completas.




Año 2010


Se volvía a sentir mareado.

Pero esta vez no era por el viaje en el tiempo. Eran por las emociones que galopaban en su interior. La confusión, decepción. Rabia, coraje. Todas pugnando con fuerza. Estacas en su alma deteriorada. Gritos mudos de desesperación.

—Yoochun…

Pero las manos de Park agarraron con fuerza por la camisa a Kim. Estrellándolo contra una de las paredes. —¿Quién eres? ¡No puedes sencillamente haber dado con la fecha exacta de cuando mi madre huyó!

—Llevamos años investigando todo esto.
—¿Llevamos?

Los ojos de Yoochun por un momento se desorbitaron. Soltando al menor de inmediato.

—En mi reino hay un movimiento. Todo se lleva a escondidas, y soy yo quien lo lidera, queremos erradicar la ley de matar a nuestra alma gemela. ¡Somos pocos! En unos años… No quedaremos suficientes para subsistir. Los humanos serán los únicos, y acabarán con este mundo. Si tu abuelo sigue en el poder nunca cambiarán las cosas.

—Por eso accediste a venir. Unir nuestras almas implicaría tomar el poder absoluto de los cuatro reinos, como el que llevaba mi abuelo. Lograrías que tu grupo erradique los duelos de almas completas.

—¡Tenia que mostrarte lo que pasó con tus padres! Para que entendieras el daño que todo esto nos hace. Eres poderoso y nadie entendía por qué. Serías uno de los que reinaría. Tenía que haber una razón. Por eso te investigamos.

Por fin, en ese momento. Yoochun capturó la idea de que Jaejoong no era su padre. Y volvió a sentir que perdía la dirección de su mente.

—Yo… no tengo cabeza para esto ahora.

—No puedes ir solo.— Yoochun detuvo los pocos pasos que había empezado a dar. –Por si no lo sabes, hay un grupo de humanos que han logrado diseñar un artefacto en el futuro. Y se están basando en ello para asesinar a los de nuestra raza. En este tiempo, ahora que no somos tan poderosos y no los vemos como una amenaza.

Yoochun frunció el ceño. —¿Por qué no sabía nada de eso?

—Por que la gente piensa que son solo asesinatos. Duelos de almas complementarias. Pero nosotros que estamos descubriendo e investigando sobre eso, acabamos de descubrir que no es así. Son humanos. Humanos con una tecnología muy avanzada. Atacando el pasado.

No podía no tenía tiempo para cosas como esas.

No podía jugar al altruista con Junsu cuando Yunho estaba perdido en algún lugar.

—Ellos podrían tener a Yunho.

Yoochun volvió a prestarle atención. Y Junsu suspiró. –No estoy seguro, pero podría ser así.

—¡Yoochun!

Joong apareció, enfundado en una actitud molesta y severa. Con Jaejoong atrás, pero Jaejoong en cambio parecía desinteresado, con las manos en los bolsillos. Y la mirada desdeñosa de siempre. Que esta vez hizo sentir más solo que nunca a Yoochun.

—¡No irás a ninguna parte! ¿Me has escuchado?
—¿O qué, destruirás a Yunho y a mi me desaparecerás por completo?

Los ojos de su abuelo se abrieron con sorpresa.

—Tú…
—¿Tanto significa el poder que asesinaste a mi padre y desapareciste a tu propia hija?

Joong no se amilanó, solo levantó la mirada y su frialdad abarcó cada parte de su ser. Junsu sin embargo se mantuvo a raya. Observando a Yoochun y su determinación por ir tras Yunho. 

—No saldrás de aquí.

Yoochun sintió tantas cosas en ese momento. Un miedo férreo apoderarse de cada parte de su ser y al mismo tiempo la innegable posición de vencer a toda costa. Sin embargo antes de que algo pudiera hacer. El cuerpo de Joong salió volando por los aires. Tan fuerte que tanto Junsu como él tuvieron que hacerse a un lado.

Jaejoong tenía la mano en alta. Y su expresión vacía una vez más.

—…Padre.
—Vete.

—Pero…
—Viví equivocado. Matar a tu alma gemela es como matar una parte de ti. Es consumirse y fingir que nada sucede.

Yoochun miró sus ojos un segundo. Leve y corto antes de percatarse de que Jaejoong había matado a su alma gemela hace muy poco. De otro modo ese estado de estupor no estaría tan latente en su actuar.

—Vete.
—No dejes que te haga daño.

Jaejoong asintió y Yoochun salió de ahí cuanto antes. Sin importarle las paredes en ese instante y con Junsu siguiéndole los pasos. A pesar de las miradas que les enviaban. Y los otros dos herederos que no comprendían lo que terminaba de suceder.





—¿Hacia dónde?

Junsu se sintió un poco perdido. Mirando de un lado a otro y Yoochun trató de seguirle el paso cuando de pronto se encaminó hacía un lugar dentro del bosque. Luego de unos segundos, Junsu bufó, pasando una mano en su cabeza.

—Dame tu mano.

Yoochun obedeció de inmediato, a ciegas.

Tomó la mano de Junsu y se habían movilizado tan pronto que perdió el punto de perspectiva de donde se encontraban. La mano de Junsu lo jaló varios metros por entre lugares extraños, pilares casi derrumbados y la oscuridad por todas partes.

Sentía que algo iba mal, pero su mano siendo guiada con seguridad lo hacía aferrarse a la posibilidad de creer y poder encontrarlo ahí. El lugar estaba destrozado, casi por completo. En su fuero interno, Yoochun rogaba por que al estar separados, Yunho hubiera hecho todo por liberarse.

—Suelen esconderse aquí.

Por primera vez se detuvieron y la mirada de Yoochun se deslizó de un lado a otro. En cuanto vio un cuerpo sentado en el piso. Atado de manos y pies, con una capucha en la cabeza, sus pies corrieron sin pensarlo.

—¡Yunho!

No lo podía entender, ¿por qué Yunho no se soltaba?

Logró desatar las manos y quitar la capucha.

Pero entonces sus ojos se abrieron abruptamente con sorpresa.

Su estabilidad desapareció y cayó sentado sobre el frío suelo.

Sintió un cristal muy pegado a la cabeza, lo estaban apuntando.

—¡Mmh…!

El muchacho que acababa de liberar estaba sudado, y parecía temeroso. El muchacho frente a él era Kim Junsu. El heredero del Sur. Cuando Yoochun giró, pudo ver al Junsu que lo había guiado hasta ahí, con una sonrisa en el rostro, apuntándolo con aquel cristal que podía eliminarlo fácilmente.

—¿Quién eres?
—¿Yo?— El Junsu que los amenazaba, sonrió descarado. –Yo soy el clon del Junsu que se encuentra frente a ti, no soy más que una copia creada por los humanos.

—¿Tomaste su lugar?

—Hace apenas unas horas.

Yoochun por un momento no entendió, ¿por qué el verdadero Junsu no se había defendido?

…A menos claro, que en realidad nunca hubiera matado a su alma gemela.

Los aplausos hicieron eco en el lugar, Yoochun deslizó su mirada hacía la entrada. Lo distinguió de inmediato. Aquel muchacho que había visto cuando viajó con Yunho en el tiempo al día que se encontraron.

Alto y delgado.

Por la forma en que Junsu, el verdadero, bajó la cabeza pudo suponer con cuidado. Que aquel, era el alma gemela de Kim Junsu. El muchacho se acercó y le quitó la mordaza de la boca. Y Junsu, lo miró apenado.

—Él es Changmin, mi alma gemela.
—Dijiste que lo habías matado.

—No es así, yo estoy a favor de detener todo esto. Creo que mi… clon, te lo debe haber dicho todo para atraerte hasta acá y que confiaras. Que ocupara mi lugar unos minutos no cambia por lo que he luchado en años. Changmin es humano, pero este no es el Changmin que yo liberé.

El muchacho se paró junto al clon de Junsu y sonrió.

—Es sencillo, Yoochun. Los humanos no son tan tontos como ustedes creen. Ellos no iban a viajar en el tiempo para extinguir a los de tu especie. Todos los que somos enviados, somos clones estratégicamente escogidos. Este Junsu, por ser el único que podía quedarse junto a ti. Y yo, por ser la debilidad del verdadero Junsu. Somos clones, su misma esencia y ser. Solo que nosotros pensamos lo que nos ordenan pensar.

Yoochun agitó la cabeza con fuerza.

Por eso Junsu no se había podido defender.

—¿Por qué nos quieren destruir?
—Por que su especie solo estorba. Y solo traen problemas. Solo quieren poder.

La sonrisa de Changmin fue amplia. Acercándose al rostro de Yoochun.

—Yunho estuvo aquí, lo destruyó todo. Casi nos destruye por completo. Es muy fuerte en realidad. Lastima que nos obligara a usar el cristal.
—¡¿Qué le hicieron?!

El cuerpo de Yoochun se lanzó sobre el de Changmin. Agarrándolo por el cuello. Y de inmediato el clon había agarrado a Junsu por el cuello.

—En nuestro futuro, tú desapareciste. Y en algún momento moriste. Tu abuelo continuó reinando y ustedes se apoderaron del mundo de los humanos, asesinando, destruyendo. En busca de almas gemelas y no se qué tonterías más. Los humanos que han sobrevivido luego de tantos años lograron crear esta máquina del tiempo. Para poder cambiar el momento en que todo empeoró. Y destruirlos a todos ustedes.

—¿Desaparecí con Yunho?
—Es lo más probable.

El corazón de Yoochun sufrió. Un pequeño apretón ante el juego malvado que estaban jugando.

—Y ahora… ¿quieren eliminar a Yunho para que…?
—No es solo a él, es a todos ustedes antes de que comience el caos. Y empiecen a destruir humanos.

Yoochun ató cabos. Si él, antes de que se llevaran a Yunho ya pensaba fugarse con él, y Yunho en algún momento aceptaba. La historia volvía a repetirse. Y el destino de las almas complementarias volvía a cegar a su abuelo y encerrarlo en un odio atroz. En el que quizá se propondría destruirlo todo a su paso.

Desconoció por completo a aquel hombre que una vez trató con afecto.

Yoochun fue soltando a Changmin poco a poco.

—No es necesario. Ambos podemos vivir en paz.— Changmin arrugó el entrecejo. –Esto ya deben saberlo, Junsu quiere cambiar las cosas. Quiere erradicar el odio irracional a nuestro miedo por ser humanos al encontrar nuestra alma gemela. Si subimos al poder, Joong no destruirá su futuro.

La cabeza de Yoochun miró al suelo, apretando sus puños ligeramente, y el clon había empezado a soltar a Junsu lentamente. La idea bambaleando de un lado a otro.

—¿Qué estás proponiendo?

—Continuar viviendo como hasta ahora. Nosotros crearemos un nuevo mundo. Pero seguiremos manteniendo la línea de distancia entre humanos y nosotros. Los humanos no necesitan saber de nosotros. Aboliremos la ley de duelo.

—¿Y que me asegura que eso cambiará en algo?
—Es mi abuelo el que se encuentra en el poder, ¿no? Nosotros somos inmortales. Él debe seguir a cargo, ¿verdad?

Changmin asintió y Yoochun suspiró.

—Ese cristal negro no solo tiene el poder de borrar nuestras memorias, también la capacidad de quitarnos la inmortalidad si llegan a herirnos con él. Siempre y cuando sea a manos de otro de su especie. Si ustedes nos cortan con eso, solo perderemos la memoria, pero si Junsu me hiere con eso. Seré mortal.

Hubo un tenso silencio. Yoochun no miraba hacía ningún lado.

Solo bailaba en su mente el hecho de que la única forma de cumplir con su palabra es que Junsu y él subieran al poder. Y solo había una forma de lograrlo.

—…No soy capaz de matar a mi abuelo.
—Nosotros si.

El clon de Junsu se había adelantado unos pasos, depositando en la mano de Yoochun el cristal negro. Los ojos de Yoochun se posaron en él, en lo poco que pesaba entre sus manos. Y el hueco en el estómago que aquello le provocaba.

—¿Dónde está Yunho?

Changmin levantó la mano hacía el lado derecho y Yoochun caminó, primero lentamente, luego sus pisadas fueron cada vez más rápidas, terminó corriendo sintiendo poco a poco como esos vestigios de poder lo abandonaban. Y la imagen del cuerpo de Yunho en el piso fue devastadora.

Sus rodillas cayeron en el suelo.

Yunho tenía una marca en la frente. Una cicatriz que en unos años hasta podía pasar desapercibida. Inconsciente entre sus brazos. Recordó las palabras de Yunho, lo poco que se conocían en realidad. Lo mucho que sería capaz de hacer por él, a pesar de todo.

Cerró los ojos y suspiró.

—Seguimos a Yunho por mucho tiempo, él quería huir al mundo de los humanos apenas fuera mayor de edad.
Yoochun sacudió la cabeza. –Él me dijo que odiaba ser débil.

—Quería alejarte.
—Yunho descubrió muy pronto quien era su alma gemela. Y en su mente infantil solo deseaba alejarse. Por que sabía quien eras. Y lo que significabas.

—¡¿Por qué hablas como si en verdad lo conocieras?!

Yoochun gritó, fuera de si. Pero cuando un hombre apareció detrás de Changmin sus ojos se abrieron, con un par de lágrimas saliendo de sus ojos. Era él, un clon de él, parado justo junto a Changmin.

—Por que el Yunho que ha vivido contigo desde los doce años es un clon. Lo dejamos vivir creyendo que era real, que no era un clon. Para que se apegara a la idea de que se alejara de ti. El día en que Yunho descubrió que tú y él eran almas gemelas nosotros hicimos el cambio. En ese mismo momento en que Yunho vio la herida en su cuerpo. Nosotros lo secuestramos y pusimos un clon en su lugar.

Yoochun miró al Yunho que sostenía entre sus manos. La esencia de él estaba ahí. Su cuerpo entre sus manos. El Yunho que él conocía. Otra lágrima rodó por su mejilla. Y Yoochun sintió muchas, muchas ganas de llorar.

—¿Este no es el real?
—Nunca lo fue. En realidad solo has visto al Yunho de verdad, una vez.

El cuerpo de Yunho en sus brazos fue arrebatado por el clon de Junsu. Quien lo depositó sobre una pequeña camilla. Sin problemas, como si no pesara. Como si su tiempo de vida hubiera caducado. Y fuera tan solo algo sin alma.

Pudo ver a Junsu caminar con dificultad hasta donde ellos se encontraban, pero fue uno de los clones quien lo guió hasta un pasillo iluminado. Su clon habló tranquilo. Iluminando el lugar con las luces que ahí había.

—Él es Jung Yunho. Tu alma gemela. Él no sabe nada de lo que ha pasado en estos cuatro años. Y lo único que sabe de ti es que eres su alma gemela. Solo te ha visto una vez. Luego lo pusimos bajo resguardo.

Aquel Yunho frente a sus ojos, en aquella camilla. Profundamente dormido lo perturbó. Su rostro estaba pálido, y cuando tocó su piel se encontraba reseca. Su cabello lacio estaba largo. Y las expresiones en su rostro no existían.

—¿Por qué está dormido?
—Era peligroso mandarlo al mundo de los humanos, cuando Yunho es plenamente consciente de sus poderes.

—A menos que no lo sepa.

Yoochun sacó de su bolsillo el cristal que había guardado, acaricio el rostro de Yunho y sonrió. Con otra lágrima por su rostro. Esta vez solitaria, que se perdió en su barbilla.

—Finalmente siempre tuviste razón, no te conozco.

Apretó los labios y pasó el cristal con delicadeza por su frente, en una pequeña herida que bien podía pasar desapercibida. Junsu a unos pasos apretó sus propios puños. Junsu no conocía a Yunho. Pero podía percibir con facilidad que ese mundo que le esperaba al despertar no era lindo.

A Yoochun y a él les tocaba trabajar mucho por lograr que el mundo se estabilizara.

Yunho tenía tanto que perder ahora, que comenzar de cero era lo mejor.

Miró con aprensión cuando la cicatriz en la frente de Yunho se acentúo y Yoochun apoyó la frente en el pecho de Jung. Palabras acortadas que formaban una despedida inestable.




—¡Pagarás caro por tu traición!

Jaejoong sonrió cuando vio a Joong tan furioso.

Craso error, dejarse llevar por la rabia siempre te ponía en desventaja, pero cuando vio al hombre mayor buscar entre sus cosas y el dichoso cristal negro estuvo a la vista, Jaejoong incluso retrocedió.

No podía dejar que lo tocara. De ningún modo.

Sus expresiones se volvieron más serias de lo habitual. Y trató de lucir calmado. La lucha había sido agotadora. Joong llevaba las de ganar desde el principio. Jaejoong lo sabía. Pero no esperaba que las cosas terminaran así.

—…Abuelo.

Yoochun había vuelto. Apareciendo justo entre los dos. Con Junsu a su lado, vistiendo unas ropas distintas a las que antes había llevado. Pero Jaejoong únicamente agradeció por aquello.

Joong sin embargo seguía alterado.

—¿Has decidido volver?
—He decidido unirme a Junsu.

Los ojos de Joong lo miraron incrédulos. Acercándose en pasos lentos y precavidos hasta él. Yoochun lo miró con la cabeza en alta y Joong sonrió.

—No te creo.
—Es verdad. El problema es que tú no cabes en ese futuro.

Cuando Joong frunció el ceño. La confianza lo había traicionado. Por que Yoochun había sacado el cristal de inmediato y rozado el brazo del mayor, pero antes de que el mismo Joong pudiera percatarse de algo, Junsu ya lo había empujado con extrema fuerza.

Atravesando las ventanas y rompiendo los cristales en ese mismo instante. Seguramente los clones se encontraban abajo esperando por él. Yoochun solo se abstuvo de reaccionar un buen rato. Y miró el lugar destrozado en el que se había convertido su hogar.

—Yoochun…

La voz de Jaejoong parecía aún no creer lo que acababa de suceder. Y Yoochun solo suspiró. Dejándose caer sobre uno de los sillones, con el vaho que salía de su boca calentando un poco sus labios.

Las manos por su rostro y esa expresión desamparada que cubría cada una de sus facciones. Junsu sintió la empatía tan latente, que no pudo evitar desviar la mirada y apenarse por él. Por lo injusta que estaba siendo la vida con él.

La razón por la que algunos jamás encontraban sus almas gemelas, era por qué era uno de ellos. De Yoochun haberse quedado entre los humanos jamás hubiera encontrado a Yunho, y tal vez Yunho nunca hubiera pasado por todo aquello.

Como si el destino dictara que no podían estar juntos a pesar de todo.

Junsu bajó los brazos. Ese corte inevitable de sus vidas no podía quedarse así.

Era injusto.

El lugar se repleto de gente en un momento. Gritos de asombros al descubrir el cuerpo de Joong pisos más abajo, muerto seguramente por una lucha que se había dado en el lugar. Una herida simple en el pecho. Mortal para él.

Nadie sabia nada, y todos supusieron que se trataba de un duelo.

Un duelo de almas. Una ley, que el mismo Joong había instaurado tantos años atrás.




Unos meses después, Yoochun exhaló con fuerza.

Las manos en los bolsillos, contemplando el lugar donde se llevaría acabo su unión con Junsu. Todos esperando por aquello, sin percibir los cambios que aquello representaría. Ni de cerca. De ninguna forma.

¿Tendría Yunho su vida normal?

Aquella que tanto había anhelado.

Suspiró una vez más, vestido de blanco. Movió un poco su pie, sintiendo que la juventud aún le jugaba en contra. Pero seguro de lo que estaba a punto de hacer. Los pasos de alguien entrando lo hicieron girar. Junsu llegaba vestido de blanco también, con una gran sonrisa en el rostro.

—No me odies.

Yoochun frunció el ceño. —¿Por qué habría de hacerlo?

—Por que he pensado algo que puede darte una nueva oportunidad y lo he hecho sin consultártelo.
—¿De que hablas?

Junsu sonrió un poco más.

—Sabes bien que no se puede alterar el tiempo en que alguien muere, es decir, no podemos asesinar a alguien que ya ha muerto en  nuestro tiempo, ni evitar su muerte. Pero si podemos cambiar el destino de las personas que aún viven.

Yoochun miró con interés a Kim.

—Jaejoong se encuentra ya haciendo los cambios respectivos. Yo puedo gobernar este mundo solo.— Yoochun empezó de repente a sentirse mareado. Y Junsu lo tomó de las manos. –Salúdame a tu madre, aunque quizá en este tiempo no me recuerdes. Oh, y sé feliz.

Lo último que Yoochun vio fue la sonrisa de Junsu.

Y entonces todo se desvaneció. Y él desapareció.

El futuro se fue acomodando y Junsu cerró los ojos.




Año 1999


Yoohee observó a Yoochun dormir.

Seguía sintiéndose vacía, había despertado un día en un hospital. Con sus recuerdos ausentes por completo. Pero aquel niño de cinco años era su única luz en aquel difícil momento. Su hijo era lo único que le quedaba.

A veces miraba la cicatriz en su frente y pensaba en qué había pasado con ella para tener ese golpe. Si tenía un esposo o familia. Pero cuando investigaba, era huérfana y su esposo había muerto en un atraco en el que ella había resultado victima y había perdido la memoria.

Ahora, Yoochun era lo único que le quedaba. Y ella haría de todo para que su hijo fuera feliz y tuviera una vida tranquila y llena de paz.




Jaejoong nunca tuvo la oportunidad de portarse como un verdadero padre con Yoochun.

No pensaba pasar por lo mismo con Yunho y esta oportunidad que la vida le estaba entregando. Suspiró mientras veía al niño dormir con la cabeza sobre sus piernas, la respiración pausada, Jung abrazando a su pequeña oso de peluche.

La vida de Yunho se había quedado estancada muchos años atrás. Habían tenido que pedir respaldo de los clones, y colocar un clon en manos de Joong para que creyera que era su nieto hasta el día en que muriera y entonces. Junsu podría alzarse al poder y al fin cambiarlo todo.

Pero mientras todo eso sucedía. Yunho y Yoochun tendrían su vida normal.

Acarició los cabellos del menor y sonrió.

Tenía tantos errores por los que pagar, tantas penas que calmar.

Que esperaba el tiempo lograra amortiguar.




Año 2006


—¡Changmin, espera!

La voz de Yunho se escuchó dentro de la escuela y la risa de Changmin también, mientras corría entre la gente con la maleta de Jung entre las manos. Sacudiéndola de un lado a otro, enojando más a su amigo.

—¡No me da la gana! ¡Atrápame, si puedes!

Yunho frunció el ceño. Con sus doce años de vida y nunca había encontrado la manera de controlar a ese demonio andante que era su amigo. Se suponía que era el primer día de clases, ¿no debería ser menos molesto al menos ese día?

El cuerpo de Yunho chocó contra el de otro niño y ambos cayeron al suelo.

—Auch…

Cuando escuchó la queja del otro muchacho. Yunho se levantó de inmediato y estiró su mano hacía el muchacho que seguramente era nuevo en el instituto.

—Lo siento mucho. Estaba persiguiendo al idiota de mi amigo.
El muchacho sonrió. –Está bien, yo también tengo amigos idiotas.

Changmin se le perdió de vista y Yunho bufó por lo bajo. Y decidió que entonces mientras tanto sería bueno portarse amable y ser buen anfitrión frente al nuevo estudiante.

—Mucho gusto, mi nombre es Kim Yunho. Soy del primero ‘A’
—Yo soy Bae Yoochun.— Y la sonrisa de Yoochun se amplió. –Y creo que estamos en el mismo salón.

—¿En serio? Eso es bueno, hay muchas caras conocidas este año. Así que no te sentirás como el único nuevo.
—Que bueno, siempre es asfixiante cuando eres el único al que llenan de preguntas.

Yunho sonrió divertido. Sin percatarse del momento exacto en que comenzó a caminar junto a su nuevo compañero hacía el salón de clases. En algún momento Changmin regresaría, con un puchero en los labios por que había dejado de seguirlo.

—Tenemos un equipo de lucha, yo estoy en él. Si gustas te lo puedo enseñar.
—¿También practicas lucha?— Yoochun pareció entusiasmado con la idea, aún más cuando Yunho asintió. –Tal vez me una, y tendremos un duelo para medir quien es el más fuerte.

Yunho sonrió. –Si, tal vez.

Y el resto del camino que les tocó emprender, hasta el salón fue gratificante. Ameno y divertido, como si la charla estuviera predestinada a darse y fuera tan fácil comunicarse con el otro.



..:: Fin ::..

3 Comentarios:

  1. Anónimo5/14/2012

    Dios facil me heche 2 hrs leyendo jajaja pero valio la pena esta historia me encantaria que hicieran una peli esta super interesante y el 2U fue de lo mas lindo oh dioses de verdad esta historia esta llena de imaginacion, creatividad y un poquito de pasión es perfecta *O* aunque al final me hice bolas por saber siempre que Yunho era el verdadero y como Yoochun volvio a ser niño? O el que vivio todo eso fue el clon ahh ya no supe jajaja pero esta historia me encanto como todo lo que hace Nesly~ jajaja voto por ella pues aunque todas me gustaron pienso que esa abarco todos los puntos del concurso y adoro al 2U.... Y el fin ahhhhh~ dejo abierto un sin numero de posibilidades me encanto kyah!

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  2. como siempre Nesly no decepciona,fue fabuloso tu historia y como dijo kimjjcyy esta digno de verlo en pantalla grande. Voto por esta historia que estuvo realmente grandiosa, atrayente e interesante ufff y seguiria dando mas pero ya no me alcanza jejeje realmente encantadora ^^

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  3. aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!! No hay palabras. Sólo dire que lo ame y amo a la escritora y lo que escribe y amo el 2u *w* y me amo a mi misma.
    Mi cerebro colapso con tan genial historia de verdad. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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