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Prólogo: Escrúpulos.




Escrúpulo (del latín, scrupulus)
Es la inquietud de ánimo provocada por la duda acerca de si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto, verdadero o falso.




                                                
Escuchaba los pasos, lentos, tranquilos, inmunes.

Su ser se agitaba ante la anticipación de ese cuerpo, de su ser entero que proclamaba por la presencia del contrario como vil esclavo a sus deseos. Como si de pronto hubiera perdido la voluntad y hubiera dejado de pensar.

Cuando la puerta se abrió y aquel rostro masculino se asomó, Yoochun incluso sintió su estómago encogerse, como si apretujaran todo su ser y de pronto olvidara todo lo que alguna vez había defendido, como la moral y las buenas costumbres, algo a lo que lo habían acostumbrado, algo que no compartía.

Y esa sonrisa vislumbro desde su lugar, altanera y confiada como siempre. Esa sonrisa hizo acto de aparición, y Yoochun se sintió débil, por que sabía lo que pasaba por la mente del menor.

—Has vuelto…

La declaración exacta y acertada atravesó por sus pensamientos. Indicándole que era un débil que no debía continuar jugando a tensar a su suerte y sin embargo estaba ahí, preso de aquella expresión segura y esa sonrisa que ahora era sensual.

Por que aquel rostro podía ser a veces aniñado, otras veces angelical, otras veces podía ser simplemente un demonio. Y Yoochun casi enloquecía, por que Shim Changmin era un matiz cambiante, como un camaleón que se adapta a su conveniencia.

Y Yoochun a veces no sabía que era lo que más le enloquecía de Changmin.

—Dijiste que no volverías, ¿qué ha pasado Yoochun?
—¿De verdad quieres que lo admita?

La sonrisa en esos labios no desapareció, el menor solo se dedicó a caminar dentro de la habitación, y buscar la botella con champagne que había sobre la hielera, a observarla con cuidado de que fuera la que él prefiere.

—Eso elevaría un poco más mi ego, así que sí.
—Te deseo.

La facilidad con la que salieron esas palabras de su boca, sorprendió incluso al mismo Yoochun que de pronto se vio atravesado por aquella mirada fija del muchacho que en estos momentos ya no sonreía, más bien se había sentido complacido con saberlo entre sus manos.

—¿Me deseas? Eso no es algo que no escuche a diario.
—Eres demasiado presuntuoso para mi gusto, Min.

Y el cuerpo de Yoochun no resistió demasiado tiempo lejos del de Changmin, como si un imán lo jalara, hacia unas cadenas asiduas a las manos del menor que lo atraían sin ningún problema.

Aquellas manos fuertes, tomaron por el rostro a Changmin, y lo apresaron entre la pequeña mesa a su espalda y el cuerpo de aquel hombre que ahora se pegaba a su ser casi hasta el punto de querer que sus pieles se fundieran.

La boca de Yoochun fue bien recibida entre movimientos apasionados y sensuales, como si a pretendiera llevar el control. Tal vez era por que le sofocaba cuando pasaba demasiados días intentando fingir que esa necesidad asidua que sentía por el menor no rayaba en la obsesión, pero Yoochun sentía que a cada beso, a cada roce de su piel volvía a estar bien.

Como si la ansiedad desapareciera de repente y rebotara en una pasión que lo consumía mientras sus manos viajaban por ese rostro, se prendían de ese cabello y tocaba esa amplia espalda.

Por que le encantaba, veneraba cada parte de ese cuerpo a su disposición por un par de horas en esa noche. Yoochun enloquecía y perdía el control tan solo con verlo, como si el resto dejara de existir.

—Espera…

Las manos de Changmin se colocaron sobre su pecho. Sin demasiada presión y con sus labios rojos e hinchados por la intensidad con la que fueron apresados, Yoochun no entendía, ¿qué era lo que pretendía ahora?

—Changmin no tengo tiempo, mi vuelo sale en dos horas y media. No debería estar aquí incluso.
—Pero estas, y antes que nada quiero decirte que…
—Changmin ahora no.

Yoochun solo abrió esa camisa negra, desprovista de botones luego de que jalara de ella con demencia, teniendo frente a sus ojos aquellos abdominales marcados y esa piel bronceada producto de las últimas vacaciones de Shim.

El impulso de su cuerpo, como si de pronto fuera llamado por el otro. Sus manos tocaron esa piel y el pequeño gemido casi insonoro que salió de esos labios fue gratificante, por que Changmin a veces no pretendía demostrarle lo mucho que lo excitaba.

Su rostro se escurrió con cuidado por aquel largo cuello, con pequeños besos que arrancaron gemidos en el menor. Yoochun tenía una forma de saber cuan real podía ser Changmin entre sus brazos, aunque el menor aún no se diera cuenta.

‘Tenía prohibido gemir’

Yoochun se lo había dejado claro desde el principio, desde el inicio de sus esporádicos encuentros. Así que cada sonido errante que salía de esos labios era tan real, como el dinero que Yoochun depositaba en las manos de ese insolente.

—Maldición… espera…

La voz acongojada de Changmin era deliciosa, como si no pudiera pronunciar adecuadamente y la respiración no diera señales de vida en su cuerpo. Yoochun disfrutaba de ese rostro exasperado por no poder controlarse entre sus manos.

Era como un desafío, un duelo entre ambos donde el que perdía, era el que terminaba suplicando por más. Y ni a él ni a Changmin les gustaba perder. Fue cuando las manos de Changmin se perdieron dentro de su camisa que Yoochun entendió que el menor empezaba a desesperarse también.

No le gustaba ese desatino por hacerlo todo rápido, por que unas veces pensaba que era pasión otras que quería deshacerse de él, pero justo en ese momento a Yoochun le dejó de importar.

Sus manos que antes tocaban esa esplendida espalda pasaron a la cintura, repasando con cuidado la piel a su disposición hasta que tocaron el cinturón de cuero negro que pronto se encargó de abrir.

El sonido algo leve del metal en contacto cuando la hebilla fue desajustada provocó que Changmin cerrara los ojos, que un suave jadeo se perdiera entre los pliegues de esa habitación y la boca de Yoochun que ahora volvía a invadir la suya fuera devastador para si mismo.

Sin un ápice de control, Changmin apenas alcanzó a medio abrir uno de los cajones, su mano buscando aquel pequeño bote de lubricante, que justo en ese momento parecía esconderse para él.

Pero Yoochun estaba vestido, y Changmin tenía ganas de tocarlo, inconsciente aún de por que había aprendido a disfrutar de aquello con él, el cuerpo de Yoochun se pegó al suyo, casi sobre él, y cuando vio el pequeño frasco en las manos de Park entendió el motivo.

La sonrisa ladina en ese rostro mientras lo colocaba sobre la mesita y volvía a prácticamente devorar su boca, obligó a Changmin a optimizar el tiempo que sus manos viajaran hasta el pantalón de Yoochun y lo abrieran del mismo modo que Yoochun lo había hecho con los suyos.

Sus manos pronto se embarraron de aquel frío lubricante que contrastó de inmediato con el miembro semi erguido de Yoochun, con el quejido que salió de esos labios, de esa voz profunda y alucinante.

A Changmin siempre le había encantado esa voz, esa increíble y sensual voz que siempre escuchaba en la radio antes de tenerlo en vivo y en directo gimiendo para él, y mientras su mano apresaba el miembro de Yoochun, con movimientos acompasados y lentos que desesperaban al mayor, Yoochun se apoyaba en él. En esos hombros a su disposición.

La respiración de Yoochun golpeaba contra su cuello, sintiendo el peso de él en su cuerpo, con esos gemidos que excitaban todavía más a Changmin. Y cuando perdió el contacto de esas manos en sus hombros, por que pasaron a su cintura, Changmin apenas fue consciente del momento en que Yoochun lo había hecho girar contra la pared, apenas sostenido por la mesita interpuesta entre su cuerpo y aquella fría pared de cemento.

—Dos semanas… estaré fuera dos semanas…

Yoochun apenas había podido hilar sus pensamientos, respondiendo a lo que seguramente Changmin había querido preguntarle en un inicio y que él acalló con sus besos. Consciente de que Changmin ahora no pensaba adecuadamente como para contraatacar con excusas burdas.

Las manos de Changmin se ciñeron a la madera de aquella mesa, con fuerza, mordiendo su labio inferior cuando empezó a sentir a Yoochun introduciéndose en él, intentó relajarse un poco, que su respiración al menos se normalizara.

Y cuando el cuerpo de Yoochun estuvo prácticamente pegado al suyo, Changmin vio imposible no soltar aquel gutural gemido que emitió mientras cerraba los ojos con más fuerza. Con el sabor metálico en su boca producto de la sangre, con la incomodidad de Yoochun dentro de él.

Los labios de Yoochun besaron su nuca, con esporádicos besos mal dirigidos, como si lo hiciera mientras se cansaba de esperar para empezar a moverse. Usualmente, Changmin no estaba acostumbrado a que sus clientes esperaran a que él se sintiera listo para empezar con las embestidas, Yoochun era el único.

Quizá por eso, él era el único con el que sentía placer.

Antes de que sus pensamientos siguieran divagando la mano de Yoochun jaló de barbilla y lo hizo girar, al encuentro de sus bocas, desperdigando un sabor extraño entre ellos, indescriptible, confuso.

No había amor entre sus encuentros, había que ser muy iluso para pensar que los había, era pasión. El mejor sexo que ambos podían disfrutar, y que era la razón por la cual no se aburrían el uno del otro.

Y en medio de aquel beso, Yoochun empezó a moverse.

Lentamente que empezó a desesperar a Changmin, con la fricción y la sensación opuesta de calor y frío cada que Yoochun se alejaba y volvía a entrar, sacudiendo su cuerpo por completo.

Changmin necesitaba apretar algo entre sus manos, por que esos movimientos empezaban a descontrolarlo, y él tenía prohibido gemir. Su cuerpo entero sucumbió hacía adelante, cuando Yoochun empezó a moverse con más fuerza.

Con el sonido de sus cuerpos sudorosos, pegados el uno al otro, con esos jadeos profundos de Yoochun en su oreja y su cabello moviéndose en cada embestida, Changmin sentía incluso, producto del sudor en su frente, como los cabellos se pegaban y morder su labio ya no funcionaba, por que igual los quejidos salían de su garganta a su boca.

El momento en que la respiración es inconstante, llegó. Yoochun de repente entró en él con fuerza y Changmin volvió a romper las reglas como en sexta ocasión esa noche, por que el gemido que abandonó a su boca, fue tan fuerte que se sintió incluso hasta patético.

Sentía aún la fuerza de Yoochun mientras descansaba un rato contra su cuerpo, saliendo de él lentamente y Changmin sabía que quería, y sin embargo no tenía las fuerzas para moverse por si solo.

Así que sin problemas Yoochun lo agarró por la cintura, lanzándolo contra la cama y Changmin sintió sus cabellos agitarse una vez más cuando cayó sobre el mullido colchón. Las manos de Yoochun tomaron sus piernas y elevaron sus caderas.

Changmin apenas abrió los ojos cuando Yoochun volvía impregnarse en su ser, con mucha más intensidad que la primera vez.

—Agh… Yoochun… ¿no tenías que irte… pronto?

Él sabía, sabía lo mucho que le jodía a Yoochun que lo apresurara. Por eso lo incitaba, por que le gustaba el Yoochun agresivo que ahora lo hundía contra la cama, que golpeaba sus caderas con fuerza en cada embestida como si pretendiera fundirse dentro de él.

—¡Maldición, Yoochun!

Sentía el placer recorrer su cuerpo entero, por que Yoochun estaba golpeando en el lugar indicado, desatando su casi extinto autocontrol que ahora pugnaba por desaparecer por completo.

Changmin entonces llevó el antebrazo sobre sus ojos, mordiendo su labio inferior y con el vaivén de su cuerpo siendo empujando por el de Yoochun constantemente sobre la cama, desarreglando la cama, haciendo fricción entre sus pieles.

—Diablos… Changmin…
 
Esa voz, Shim la podía reconocer sin problemas, cuando Yoochun transformaba su voz en ese quejido lastimero es por que estaba a punto de llegar al orgasmo, y Changmin lo odiaba por eso, por que Yoochun siempre lograba resistir más que él.

Justo como en ese instante.

Fue una de las embestidas de Yoochun, una de las más intensas que repicó en todo su ser que Changmin llegó al orgasmo. Que otro gemido salió de su boca y se escuchó como si fuera casi un grito. Changmin odiaba ese descontrol en su ser, provocado por el orgasmo que pocas veces tenía.

Su cuerpo entero perdió la tensión que pudiera haber retenido y su brazo incluso perdió fuerzas, sus ojos se abrieron lentamente, mientras sentía a Yoochun todavía entrar y salir de su cuerpo, con aquella estúpida sonrisa victoriosa en el rostro al haberlo hecho perder en esta ocasión.

Su cuerpo aún era sacudido por las embestidas del mayor y de pronto esa imagen casi etérea de Yoochun sobre él, lo capturó, aún más cuando Park cerró los ojos, y se aventuró sobre su cuerpo en un último despojo de fuerza, en un último gemido más discreto que los de él.

Yoochun se dejó caer sobre Changmin, y él vio algo dificultoso que su pecho siguiera subiendo y bajando con la misma regularidad ante la recuperación de su respiración habitual.

El calor de sus cuerpos unidos, y el sudor que los envolvía lo hizo a Changmin volver a cerrar los ojos. Ante la excitación y el exquisito sabor de un orgasmo recién consumado.

Changmin apenas había sido capaz de sentir el momento exacto en el que Yoochun había terminado, su cuerpo aún estaba un poco entumecido, acalorado, desprovisto de una reacción normal en sus cinco sentidos.

Y esos intentos de respiración que Yoochun tenía, lo hacían todo un poco más difícil para que Changmin recordara siquiera en que día estaban. Sus manos subieron por esa espalda de Park, tocaron lascivamente cada espacio que pudieron, pero cuando Yoochun levantó la cara, hubo un problema.

—No tengo tiempo, Min. Tengo que tomar el avión.

Changmin no replicó, Yoochun podía hacer uso del tiempo que pedía como a bien quisiera, después de todo, si optaba por irse antes de que acabara su tiempo, no era su problema.

Lo vio levantarse, primero con algo de cuidado hasta encaminarse al baño, y decidió que luego de que Yoochun se duchara, lo haría él, que no saldría de esa habitación hasta que la hora que Yoochun había pedido terminara, solo por que deseaba descansar.

Palpar cuidadosamente ese sentimiento post orgásmico que lo albergaba de satisfacción, esa abolición a sus emociones, que tan pocas veces llegaba a su ser.




A Yunho le encantaba ese daiquiri que Junho preparaba.

Lo bebía prácticamente todos los días, sentado frente a la barra, conversando de cualquier cosa con el muchacho que se encargaba de proporcionar el licor en el club, enfundado tras aquel chaleco y pantalón negro, que combinaba con la camisa blanca.

Yunho a veces envidiaba el trabajo de aquel muchacho que con el tiempo se había convertido en su amigo. Por que él podía hacer algo que Yunho no podía, negarse a tener sexo con los clientes.

—No es como si tú te acostaras con el primero que te ofrece cien billetes, Yunho.

Justo en ese momento, Yunho soltó una pequeña sonrisa, observando el vaso ahora vacío que se posaba entre sus manos, y los cómodos hielos que apenas se movían ante las leves sacudidas.

—Buen punto, tengo el privilegio de escoger a mis clientes y no que ellos me escojan a mí. Pero eso no quita el hecho de que de una manera u otra, son ellos quienes tienen el poder sobre mí, gracias al dinero, los escoja yo o no.

Junho sonrió, limpiando uno de los vasos con aquella toalla de tela blanca.

—Pagan mucho por ti, y yo no sé que tienes de bueno…

Yunho levantó la mirada, sonriente y con atisbos leves de fingirse indignado por el comentario del menor, que solo sonrió divertido. Petulante, Yunho le siguió el juego.

—Pues para que te enteres, hay quienes han pagado hasta en dólares por mí.
—Es decir, eres un puto internacional.

Yunho le lanzó un par de maníes secos por la cabeza al muchacho tras la barra. Pero él solo emitió una carcajada, divertido con las expresiones en Jung que en ese momento solo rodó los ojos.

—Oh, tu adorado tormento ha llegado~

Instantáneamente Yunho levantó la mirada, por la entrada venía Jaejoong. Vestido de negro como la mayoría de veces cuando iba a verlo. Buscándolo con la mirada entre el montón de gente que había, que iba y venía con expresiones diversas en sus rostros.

Yunho no terminaba de entender a ese muchacho que desde hace dos semanas venía seguido al club. De pronto un día Boa se acercó, diciéndole que aquel muchacho lo quería contratar. Yunho siempre tenía que aprobar primero a sus clientes.

Y la verdad es que Jaejoong a primera vista no parecía fuera de lo normal, incluso tenía el aditivo de ser agradablemente atractivo, así que no representaba problema. Pero la experiencia le había enseñado a no confiarse de las caras bonitas.

Así que probaba, y si el tipo no era en verdad extraño. Lo dejaba volver por él cuantas veces quisiera.

Pero lo extraño de Jaejoong no era malo, al menos no TAN malo, por que en las dos semanas que lleva viéndolo, en total cinco encuentros. Ellos no han tenido sexo, Jaejoong solo lo ha llevado hasta la habitación, se ha quitado la chaqueta se ha recostado en la cama y le ha pedido que lo abracé.

Yunho es consciente de la cantidad de billetes que sus clientes pagan por él.

¿Cuan podrido en plata puede estar aquel misterioso sujeto como para gastar tanto en él, solo por un abrazo?

Eso, ¿o cuan atormentado para necesitar del abrazo de un desconocido?

Yunho nunca le ha preguntado las razones por las cuales lo eligió a él. Era extraño pero no le molestaba, es decir, ganar dinero sin hacer nada. ¿Quién no deseaba eso? Pero aún así, a veces Jaejoong incluso le daba lástima.

Por que parecía muy solitario.

Y Yunho incluso en medio de la vida que llevaba, podía decirse que tenía algo así como una familia, en los pocos amigos que había encontrado.

Levantó su mano derecha, para poder llamar la atención del mayor, y Jaejoong casi inmediatamente caminó hasta él. Con esa expresión seria en el rostro, jalándole por el brazo hacia una de las habitaciones en el piso superior.

Jaejoong pocas veces le hablaba, solo iba hasta él, se recostaba en la cama y esperaba por que lo abrazara. Era un tipo en verdad extraño…

Yunho incluso pensaba a veces, que sabía su nombre por que Boa se lo había dicho, y en ocasiones dudaba que ese fuera su nombre real. En otras ocasiones, cuando no podía dormir mientras abrazaba a su cliente poco convencional, pensaba que Jaejoong a lo mejor ni se sabía su nombre, mucho menos su cara.

Por que Jaejoong apenas lo veía, jalaba de él, se encerraban en la habitación. Y dormía las dos horas que siempre pedía. Yunho a veces no conciliaba el sueño, pero Jaejoong entre sus brazos caía profundo.

Seguramente si algún día se cruzaban en algún lado, Jaejoong no lo reconocería, por que en verdad, a Jaejoong parecía importarle muy poco su ser, su rostro o su nombre. A Yunho no le importaba, estaba acostumbrado a eso.

A lo que no estaba acostumbrado es que a sus clientes no les interesara su cuerpo, como parecía pasar con Jaejoong, a quien solo le interesaban sus brazos. Lo intrigaba, y Yunho no comprendía por que siempre que Jaejoong lo visitaba, llegaba con un sutil olor a vainilla.

Otra vez estaban en la habitación, Jaejoong se quitaba la chaqueta, se recostaba en la cama, siempre de perfil. Y como en cada ocasión, Yunho se acostaba a su lado, lo envolvía en sus brazos y Jaejoong se quedaba dormido en esos cortos cuatro minutos.




—Cuidado con irte de fiesta, Minho.
Tranquilo, hyung. Te prometo que en verdad vamos a estudiar. Es un examen muy importante de bacteriología.

Siwon suspiró, con el celular en sus manos, y moviendo un poco el pie.

—De acuerdo, confío en ti, mocoso. ¡Y espero que saques un cien!
¡Lo prometo! No llegues muy tarde hoy a casa, y no te olvides de cenar, te deje la comida en el microondas.

—Está bien. Espero que hayas hecho bien esa comida.
—¡Lo intento! Sabes que no soy bueno en la cocina… Me voy, hyung.
—Ve con cuidado.

En cuanto el menor hubiera colgado, Siwon guardó el celular en el bolsillo y entró de regreso al club. Junho servía un par de whisky a otros de los muchachos, y él se sentó frente al más joven.

—¿Problemas con el hermanito menor?

—No, Minho es un buen chico… Es solo que está estudiando medicina, quiero que se esfuerce al máximo. Y pedirle sinceridad cuando sale de noche me parece a veces tan hipócrita de mi parte.

Siwon vio el vaso que Junho colocó sobre la barra, sirviéndole un poco de Vodka.

—Siempre puedes decirle a que te dedicas, ser sincero con él.
—Aún no, apenas tiene dieciocho. Quiero… que madure un poco más.

Junho suspiró un poco contrariado por esa expresión de abatimiento en el mayor, pero apenas el Vodka hubiera entrado en el organismo de Choi, debido a que la noche apenas empezaba, Siwon inmediatamente dibujó una expresión más afable en su rostro y sonrió.

—Bien, Boa me llamó como hace unos quince minutos. Supongo que alguien me ha pedido. Nos vemos luego.
—Siwon, no olvides que el fin de semana es el cumpleaños de Min.
—Anotado.

Siwon se empezó a alejar tranquilamente, con aquella expresión conquistadora que tan bien se enmarcaba en él. Con aquello de lo que subsistía desde hace tiempo.





Junsu odiaba los aeropuertos.

La gente, las multitudes, la sofocación.

Y aún más justo hoy, que le dolía la cabeza, ajustó las gafa a su rostro y siguió caminando entre la gente, jalando las maletas a su paso y con aquella bufanda negra revoloteando debido al viento de las puertas a la salida del lugar.

Se disponía a asentarse en aquel lugar para ver la hora, cuando un tipo bajando de un taxi se interpuso en su camino y chocó con él, torpe y abruptamente que lo hizo incluso trastabillar y que su maleta callera.

—Lo siento, estoy apurado. Bienvenido a Corea.

El sujeto asintió sonriente, con una gorra en la cabeza y gafas oscuras que tapaban sus ojos. Inusitadamente, el hombre lo observó fijamente de repente, incluso bajó las gafas para verlo mejor, y Junsu se sintió incómodo con aquello.

—¿Sucede algo?
—Lo siento, es que te me hiciste vagamente conocido.

Antes de que el cerebro de Junsu pudiera trabajar más rápido de lo que debía, el muchacho volvió a colocarse las gafas y empezar prácticamente a correr hacía el interior del aeropuerto.

—El vuelo me deja, lo siento nuevamente.

Y se marchó con paso rápido, perdiéndose entre la gente. Dejando a Junsu únicamente con un vistazo rápido, al nombre que llevaba una de las maletas ‘Park Yoochun’ por un momento trató de cavilar el lugar donde se podían haber conocido pero lo descartó cuando escuchó el grito estridente de su amigo.

—¡¡Junsu!!!

Heechul avanzó corriendo hasta él, con los brazos estirados y lanzándose a su cuerpo sin reparo. Se enganchó a su cuerpo y giraron un par de veces antes de que la risa alegre de Kim mejorara un poco su ánimo.

—¿Cómo has estado Heechul?
—Muy bien, ¿y qué trae al detective Kim por estos lares?

—En realidad, me transfirieron a Seúl.
—¿En serio? ¡Eso es grandioso!

Junsu levantó un poco los hombros, con una pequeña sonrisa entre los labios y Heechul rápidamente pasó un brazo por sus hombros.

—Ahora solo necesito un lugar donde quedarme hasta que me estabilice.
—Junsu, por supuesto que puedes quedarte conmigo.
—Gracias, Chul.

Amigablemente, Heechul se hizo cargo de una de las maletas, conversando trivialmente sobre cualquier cosa que entretuvo a Junsu lo suficiente como para olvidar el horrible viaje en avión y el encontrón extraño con aquel sujeto.

Guardada en su bolsillo, permanecía aquella imagen que había sido su motivo principal para aceptar ir a Seúl. Repleto de esperanzas por encontrar a su hermano después de tantos años.


1 Comentarios:

  1. omg el yoomin o_o!! me encantó!! mi couple favorita xDD!! pero me dejó super intrigada que pasa con jejung ._.!.. no me gusta el yunjae pero ya me atrapó XD, suena interesante el prólogo :D!

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