Título: Always
Autor: Aemin
Trío: YooMinSu
Género: Lemon/Romance
Extensión: Oneshot
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Autor: Aemin
Trío: YooMinSu
Género: Lemon/Romance
Extensión: Oneshot
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*Making del fic*
Jae: Aemin, ¿qué haces? Ya es hora de ir a comer…
Aemin: *escribiendo, pegada al teclado*
Jae: hum
(pasan unas horas)
Ho: Aemin, ¿sigues ahí? *se asoma a leer lo que escribe* ¿Changmin no sabe quién es Yoochun?
Aemin: Sshhh! No me desconcentres.
YunJae: o.oU
Aemin: quiero mi taza~
YunJae: bueno…*se van*
*Fin del Making*
Iba caminando por la playa. Se sentía aún más deprimido que de costumbre. ¿Por qué? Eso lo sabía perfectamente. Lo que aún no comprendía era por qué les había sucedido precisamente a ellos, por qué tuvo que ser a él a quien le sucediera ésa tragedia que ahora le provocaba un fuerte dolor en el pecho. Un dolor tan fuerte que le daban ganas de gritar. Así lo hizo: gritó con todas sus fuerzas hacia el mar. Pero la herida aún dolía en el pecho de Park Yoochun. Tomó su mochila y se alejó. Necesitaba reponerse con algo, quizás con una botella de soju. Volvió al pueblo, sin prisa, fue a la tienda de abarrotes cerca de su casa y compró la botella. Se sentó en la banqueta de un parque y empezó a beber a la sombra de un árbol.
Mirando a los niños corriendo, jugando, echándose arena, empujándose en los columpios… sentía que se veía a sí mismo cuando era niño, corriendo detrás de otro niño, más delgado, de piel canela. Casi podía escuchar su voz. “No podrás alcanzarme, Chunnie-ah, no podrás…” Y la suya le respondía, tan aguda que sorprendía que se hubiese vuelto tan grave con los años: “detente, qué tramposo eres, Minnie, tus piernas de bambú te ayudan, no es justo”. Le dio un trago lento al soju. El líquido pasó por su garganta, quemante, y recordó cuando lo besó por primera vez. Cerró los ojos, dejándose llevar por las imágenes. Riendo cuando empezó a cambiarles la voz a ambos, llegó ése día en el que terminó encima de él después de rodar en el pasto, se miraron a los ojos y sus labios probaron los ajenos por primera vez…
Debía volver a casa. Ya estaba oscureciendo y se negaba a que su tía volviera a sermonearlo. Aunque ya estaba grande su tía aún lo consideraba un niño por las cosas que hacía, como reprobar en clases porque sí, salir y volver a casa a horas tardías…al principio ella creyó que era por el dolor de la pérdida de su mejor amigo. Si supiera que había sido algo más que amigo… por eso se portaba así, no podía superarlo; la manera que había sucedido lo hacía imposible.
Por supuesto, en cuanto puso un pie en la casa empezó la cantaleta “¿dónde estabas? Mira la hora, y mañana te mudas a la ciudad. Hueles a soju, otra vez bebiste, verdad, qué te sucede Yoochun, mírame cuando te hablo, Park Yoochun contesta, Chun…hijito, ven… ¿Yoochun qué sucede?”
Con la mente en blanco cerró la puerta de su habitación, se desnudó, se metió a la regadera con agua bien fría, se enjabonó el pelo y el cuerpo. Esperaba que el torrente de agua limpiara también el dolor, pero no. Luego se secó, se puso sus pants y esa camisa de conejitos que le había regalado él, se metió a la cama y cerró los ojos.
Tuvo pesadillas. Soñó que entraba con él a una cueva metálica que resultaba ser la boca de una pistola, y que cuando se escuchaba el chasquido del gatillo, Min se volvía una plasta roja. Luego soñó que cuidaba a un Min pequeño, infantil, y que se lo robaban en un café. Revolviéndose entre las sábanas soñó a continuación con el día que lo perdió, tan claro como cuando sucedió: tomaban un café, Chun le tomó la mano por debajo de la mesa, él le sonrió y Yoochun se sintió tentado a besarlo frente a todos, ¿qué más daba? Luego todo enloqueció, la gente corría como loca, un sujeto salió corriendo derribando una mesa, el resto de la gente se lanzó a correr, alborotada, tirando las demás mesas, y los pasantes se añadieron al zafarrancho. Tomó su mano y tiró de ella, urgiéndole salir corriendo también, quién sabe qué pasaba pero no era seguro quedarse ahí como si nada. Se levantaron, derribando las sillas y casi la mesa también, e intentaron salir de ahí, pero la mar de gente lo dificultaba todo. En eso, un sujeto en una motocicleta, que muy probablemente había llegado desde antes del inicio del caos, y posiblemente era el causante de éste, disparó su pistola. Desgraciadamente, no había nadie más entre el disparo y la víctima, pues el blanco se había movido en el último instante. Un grito de dolor desgarró las gargantas de ambos mientras uno de ellos caía y el otro, al sentir el tirón de su mano, había intentado sostenerlo pero sólo pudo hincarse junto a él después de que cayó. Una mujer gritó. El hombre de la motocicleta desapareció. Las autoridades lo separaron de él a tirones, Yoochun prácticamente le desgarró la camisa en su intento por aferrarse a él… El dolor en su pecho disminuyó cuando su cabeza aterrizó en el piso de su habitación. Se desenredó de las sábanas y se quedó tendido en el suelo, mirando el techo, dejando las lágrimas fluir. Había pasado ya tres años…y parecía sólo tres días, sino es que tres horas.
***
Llegó a Seúl. Mierda, más gente que lo miraba. Sobre todo las chicas. Tráfico. Gente. Edificios altos. Gente. Ni siquiera en su nuevo apartamento se sintió en paz: aún en el décimo primer piso, el ruido de la calle llegaba hasta ahí. Y el de la gente. Necesitaba salir. Conocer su nueva zona, familiarizarse con ella, intentar olvidar… aunque no lo deseaba del todo. Desempacó sin ganas, vaciando la maleta en el closet casi, eligió algo casual que ponerse, ni sexy ni simple…normal. Se arregló un poco el cabello, se puso colonia y salió.
Pronto encontró un buen bar, gracias a las instrucciones de una amable señora que atendía una tienda de abarrotes. Entró, se sentó y pidió una botella de soju. Dos. Miraba a las personas a su alrededor, y ellos a él. Se sintió tan incómodo… miró el vaso. Intentó ordenarle a su mente alejar su cara, pero apenas pudo. Una chica se sentó a su lado y empezó a coquetearle. Apenas y le ponía atención. Solo podría decir que tenía el cabello negro y lacio, labios rosados y cara de necesitada. Vació el vasito de soju en su boca y miró la barra. La chica seguía hablando. “Mi departamento está cerca…cómo te llamas, me llamo…oye, esta canción me encanta, bailemos, me escuchas…blahblahblah…”
Cuando se dio cuenta ya lo había jalado a la pista de baile. Quizás se equivocó de local esta chica y debería de entrar a un table-dance, pensó Yoochun. Fastidiado salió del local y se recargó en la pared. Suspiró y en cuanto miró la pared de enfrente, el rostro de Changmin lo asaltó. Tuvo que esforzarse mucho para no gritar o llorar otra vez. Quería abrazarlo otra vez, besar sus labios, sentir su respiración en el cuello…la chica salió a su encuentro y volvió a hablarle. Otra que lo sermoneaba. La ignoró…hasta que se lanzó sobre él y pegó sus labios a los suyos. Nadie, pero nadie podía borrar de sus labios la sensación de los de Changmin. ¿Cómo se atrevía? Harto, la sujetó por los hombros y la alejó.
-¿Qué te pasa? –le espetó.
-Oppa~, ¿no te gusto?
-No.
-¿Y por qué bailaste conmigo?
-Yo no estaba bailando contigo.
Se limpió los labios con la orilla de la manga de su camisa.
-Oppa…-chilló ella.
-Ya me voy. Tengo cosas más importantes que hacer. Y tengo clases mañana.
-¡Oppa! ¿Dónde estudias?
-En el Instituto Que Te Importa, enfrente de Nadie Te Llamó, esquina con Déjame En Paz…
-¡Oppa~! – por poco patalea en el suelo.
-Adiós.
***
A la mañana siguiente tuvo que vestirse a la carrera, robarse una manzana de la mesa exterior de una vecina y correr a clases. Estúpido despertador que no sonó. O quizás el estúpido era él por no haberlo programado en a.m. Daba igual. Ahora debía correr para no quedarse afuera de la escuela. No había soñado nada anoche y al acostarse decidió dejar ir los recuerdos, por lo que procuró mantener alejada la imagen de Changmin corriendo a su lado mientras esquivaba automóviles, chicas paseando perros, carritos de comida, gatos, gente. Prácticamente le dejaron marcada en la espalda la reja de la puerta al cerrarla justo detrás de él. Al menos la carta de “soy alumno nuevo” le ayudó y el prefecto lo dejó entrar. Después de darle la vuelta al primer y segundo pisos sin encontrar su salón, llegó al aula 318. Entró. El lugar ya bullía de ruido, risas, había alumnos haciéndose bromas unos a otros, alumnas cuchicheando, viendo a sus compañeros. Al parecer era el último en entrar. Daba lo mismo, en cualquier caso se notaba que era un salón de clases común y corriente. Caminó, buscando un escritorio disponible cuando notó a alguien.
Tenía el cabello del mismo color pero más largo, pero no podía ser él. Estaba ocupado con otro chico, jugando algo que consistía en chocar palmas de distintas maneras. Seguro que no era él, sino alguien muy parecido y era su mente la que lo traicionaba una vez más. Relajó los músculos y la mente y se dispuso a concentrarse en su nueva vida en la preparatoria, sentándose en un escritorio vacío, columpiándose en la silla. Pero la paz interior no le duró mucho.
“Changmin ah, no pegues tan fuerte”.
Claramente lo escuchó. Volteó de reojo hacia donde estaban los chicos jugando y cayó de su silla por la impresión. Si no era él, era idéntico, y no sólo parecía llamarse igual, sino que sonreía igual, se movía igual.
Entró el profesor justo cuando Yoochun empezaba a reacomodarse sobre la silla. Se sentía tenso, nervioso, los puños cerrados, su cerebro dándole vueltas a las posibilidades. Tragó saliva.
-Muy bien, alumnos – dijo el profesor después de que todos saludaron siguiendo la indicación del líder de grupo, - pasaré lista. Choi HaeBin….
Así fueron pasando los nombres y las respuestas de “presente”, pero Yoochun no las escuchaba. Parecía haberse quedado sordo, sumido en sus pensamientos.
-Kim Junsu
Casi quince minutos después, escuchó:
-Shim Changmin…
Entonces reaccionó: se levantó de golpe y dijo algo ininteligible. Todos voltearon a verlo.
-Ah. Lo había olvidado – se excusó el profesor, - jóvenes, denle la bienvenida a su nuevo compañero, Park Yoochun.
El aludido miraba al frente pero no miraba nada en específico. El que se llamaba Kim Junsu y el supuesto Shim Changmin lo miraban también, a dos escritorios de distancia, extrañados. Otros compañeros empezaron a reír, bajito, mientras algunas alumnas suspiraron. El profesor aclaró su garganta, como si hubiera sido él quien hizo el ridículo.
-Park Yoochun, pase al frente por favor y preséntese.
Yoochun volvió en sí sólo hasta que el profesor golpeó con la palma de su mano el escritorio. Resoplando pasó al frente, procurando no mirar ni de reojo al castaño y el moreno que lo miraban. Estando al frente giró para mirar a sus compañeros, inclinó la cabeza, dijo su nombre y volvió a su escritorio. Respiró profundo ya que el profesor recapturó la atención de sus compañeros anotando cosas en el pizarrón, y procuró hacer lo mismo y concentrarse en lo que debía aprender a continuación.
Por el contrario, el moreno no salía de su sorpresa.
-Junsu, de verdad me pareció que mencionó mi nombre.
-Estás demente, Changmin.
-En serio, escuché algo como “Min” cuando se levantó. Además se levantó de golpe, justo después de que yo dije “presente”, fue muy extraño.
-Pudo haber dicho cualquier cosa, parece loco además.
-Para ti todos están locos, Junsu, menos tú.
Junsu sonrió.
-De todas maneras, me pareció haberlo oído decir mi nombre…
-Seguro fue tu imaginación.
Changmin infló sus mejillas, suspiró y miró al frente. Quizás Junsu tenía razón. ¿Entonces por qué algo hormigueaba en alguna parte de su cerebro tras ver al chico de piel blanca?
***
Por fin llegó el receso. Changmin quería hablar con el chico nuevo, pero había salido corriendo en cuanto la campana sonó. ¿Sería muy tímido? Bueno, la primera impresión jamás se olvida y sinceramente la del chico blanco no había sido muy buena.
-Anda, Changmin, vamos a comer.
-Sí…
Fueron juntos a la cafetería, como siempre. Ahora era el turno de Changmin, y mientras Junsu lo esperaba en una mesa, él hacía la cola para comprar la comida. De pronto se sintió observado. Miró sigilosamente hacia donde sentía la mirada y notó al chico nuevo. Éste, a su vez, miró hacia otra parte cuando lo vio voltear hacia él. ¿Quién era? ¿Por qué lo miraba así? Se rascó la cabeza confundido: algo seguía burbujeando en alguna parte de su cerebro con sólo mirar al chico blanco. ¿Por qué? Se encogió de hombros, eligió la comida y se sentó frente a Junsu.
-¿Pasa algo, Changmin? – dijo Junsu después de un rato, - no has terminado más que un plato de comida. ¿Te sientes bien?
-¿Eh? Sí, sí. Sólo que…no sé, es el calor supongo.
-Ue kyang kyang. Si tú lo dices… ah, es verdad, en un mes será el viaje de primavera a la playa, ¿verdad? Ah, muero por ir, jugar futbol en el sol…
Changmin asintió, comiendo con más alegría.
-Será divertido.
Miró de reojo hacia donde estaba el chico blanco. Ya se había ido. ¿A dónde?
***
Continuaron las clases. Pasaron las horas, y terminó el primer día de clases. Siguió el segundo día de clases, el tercero, la primera semana… Harto de dudar, Yoochun decidió investigar a fondo. En el receso del lunes siguiente a su encuentro con el supuesto Changmin, entró a la sala de profesores con la excusa de que el profesor le había pedido unos plumones. Por suerte no los había y la única profesora presente salió a buscarlos en otras oficinas. Eso le dio tiempo a Yoochun de localizar el archivero de los expedientes, abrir el cajón de la P a la S (qué ironía, compartían cajón), sacar el archivo con el nombre “Shim, C.” y abrirlo. Leyó rápidamente la información general y le tomó fotografías con su celular, pues si la profesora lo descubría lo correrían de la escuela. Guardó todo en su sitio y volvió a su puesto de espera. La profesora llegó, le entregó un par de plumones para pizarrón. Sonriendo ligeramente salió.
Caminando por el pasillo se puso a analizar la información que había registrado en su celular. La edad coincidía, el tipo de sangre también, el nombre de sus padres también. Debía ser Changmin, sin duda. Pero, ¿Por qué estaba vivo? No es que no le diera gusto, pero él lo había visto inerte en el suelo, había sentido su cuerpo sin pulso, había visto la sangre brotar sin control…
Chocó con alguien.
-Lo sien-
Se interrumpió al ver a Changmin frente a él, sobándose el hombro por el golpe.
-Yah, fíjate por dónde vas, chico nuevo – dijo Junsu, parado junto al de piel canela.
-Perdona, iba distraído.
-No te preocupes, hyung – intervino Changmin, - por cierto, mi nombre es Shim. Shim Changmin.
Le tendió la mano. Eso ya lo sabía, pensó Yoochun. Guardó el celular en su bolsillo para estrechar su mano. Esa mano tan suave…era la misma.
-Park Yoochun.
-Y yo soy Kim Junsu.
Yoochun estrechó su mano también y sonrió.
-Vámonos, Junsu. O se acabarán los refrescos de lichi.
-¿No quieres venir con nosotros, Yoochun hyung?
-¿Eh?-preguntaron los otros dos.
-Pues… -Chun consideró la invitación unos segundos. Quizás podría ponerse al corriente con Changmin si los acompañaba. Por otro lado, Min no parecía muy convencido de que los acompañara – pues…si no hay problema, está bien. Nunca he probado el refresco de lichi.
-¿Nunca? Hyung, no has vivido, ue kyang kyang. Ven, acompáñanos y te harás tan adicto como nosotros.
Salieron los tres al patio, lo atravesaron y entraron a la cafetería. Junsu pidió las tres latas de refresco y salieron al patio a beber. En todo el descanso Junsu no dejaba de hablar más que para darle ocasionales tragos a su refresco. Yoochun opinaba a su vez, pero a Changmin no hubo manera de sacarle más que monosílabos. El mayor lamió el refresco de sus propios labios, saboreándolo. En efecto, sabía delicioso. Pero lo que más quería probar en ese momento eran los labios de Changmin. Sin embargo, no podía, el menor parecía no reconocerlo, y peor aún, parecía reacio a dejarse conocer. O reconocer. La razón aún la ignoraba y las preguntas continuaban dándole vueltas en la cabeza.
***
Al volver a su departamento, tras haber pasado al puesto de enfrente a comprar ramen para comer y tras habérselo comido, se dispuso a hacer su tarea. Ya le faltaba menos de la mitad para terminarla cuando sonó su celular. ¿Un mensaje de Changmin? Había olvidado que habían intercambiado celulares, los tres. Pero Min casi lo compartió a la fuerza, por lo tanto un mensaje suyo sorprendía sobremanera a Yoochun. Leyó: “q haces, hyung?”. Sonrió ante la ternura de la pregunta. Luego se asustó y se pellizcó. No, no estaba soñando, el mensaje era real. “termino mi tarea. Tu?”, le contestó. “tambn”. “esta difícil, no?”. No hubo respuesta. Mientras esperaba a que llegara recordó que tenía la información de Changmin en el celular y se puso a repasarla.
¿Por qué seguía dudando? Su voz sonaba igual, su mano se sentía igual, de dedos largos, cálida cerca de la suya. Los datos solo reafirmaban todo. Pero seguía, persistía el misterio. ¿Acaso había resucitado? ¿Lo habrían clonado? No, un clon sólo se parece en el físico. ¿Entonces? ¿Algún milagro de la ciencia médica? Quizás…pero, ¿cuál? Bueno, nunca le especificaron qué había pasado con él tras el accidente. Simplemente había desaparecido, él y sus padres, y jamás volvió a verlos. Nadie en el pueblo sabía qué había pasado con ellos.
-Park Yoochun, te equivocaste al darlo por muerto. Estúpido – se regañó a sí mismo.
***
No supo qué contestarle a “esta difícil, no?”. Para empezar, ¿por qué le mandó ese mensaje? También le había mandado uno a Junsu, y de hecho estaba chateando con él en msn en ese momento. ¿Pero por qué le escribió a ese hyung, si por inicio de cuentas se había negado a darle su número? Shim Changmin, estás mal de la cabeza…quizás era eso, porque el cerebro le seguía hormigueando cada vez que veía a Park. Como si intentara recordar algo. ¿Recordar qué? Sacudió su cabeza.
-Concentrémonos en la tarea, Changmin. Sólo te distrae.
***
Pasaron los días, las semanas. Yoochun poco a poco se integró más al “grupo” que en cierta manera formaban Junsu y Changmin. A su vez, Junsu pronto se hizo muy amigo suyo. Se reunían en los trabajos en equipo, comían juntos, competían en educación física. En los descansos, se reunían frente a los lavabos. Poco a poco también Changmin abandonó su faceta de rechazo hacia Yoochun. No era, por supuesto, y Yoochun estaba consciente, el Changmin que conoció y amó hacía tres años. Pero había esperanza.
Un día, frente a los lavabos, precisamente estaban hablando de las relaciones humanas. El paseo a la playa estaba a sólo unos días de distancia, y tanto Junsu como Yoochun tenían altas expectativas al respecto. Changmin simplemente se mostraba neutro.
-Quién sabe, quizás encontremos nuestra media naranja, ¿no? – sonrió Junsu.
-Tal vez…sea posible – asintió el mayor, pensando en el moreno que se mantenía en silencio a su lado.
-Además, aceptémoslo. ¡Yo soy irresistiblemente kyo!- añadió Junsu, juntando sus puños frente a su mentón y su boca, abriendo mucho los ojos en la clásica carita angelical e inocente.
Los otros dos lo miraron, incrédulos. Lindo, era. Pero si lo hacía forzado sólo hacía el ridículo. De haberse proyectado el pensamiento de ambos en el cielo, diría: “no lo creo”.
-Pero también puedo ser carismático y galán si lo deseo – continuó, mirándolos a ambos, ahora intentando convencerlos. Yoochun miró a Changmin de reojo: no le quitaba los ojos de encima. Chun miró al piso.
-¿Me creen?
Yoochun volvió a mirar a Junsu mientras éste seguía hablando.
-¿Verdad que sí? ¿Verdad que doy la talla?
Changmin volteó a ver a Yoochun y éste a él.
-Ah, tengo la confianza de que este viaje será inolvidable – concluyó Junsu.
-Estás loco – murmuró Yoochun cuando él y Min volvieron a mirar al otro.
-Tal vez. Pero de eso se trata el romance, ¿verdad? – sonrió Su.
-No tienes remedio – dijo Changmin por fin, - ¿verdad, hyung? – miró al mayor, buscando por primera vez su consentimiento. Yoochun sonrió al notarlo y lo miró también, asintiendo.
-Creo que mencioné que podías llamarme Yoochun.
Quizás debió decir “podían”… Junsu notó la ligera exclusión pero no le dio importancia.
-Es verdad. Me he acostumbrado, lo siento.
-Bueno, vámonos a comer algo. Hoy dan comida japonesa – sugirió Yoochun.
-¡Oh si! ¡Quiero un onigiri! – exclamó Su, caminando hacia el edificio.
-Aish, hace mucho que no como yakisoba – reflexionó Min.
-No lo he probado.
-Deberías, hyu-…Yoochun. Te gustará –le sonrió. Changmin le sonrió.
-Vamos entonces.
-Pero avancen – les gritó Junsu a unos metros ya de distancia, - por qué dicen “vamos” y seguimos aquí, “vamos”, y siguen allí. ¡Vamos, en serio!
***
La noche anterior al famoso viaje a la playa de su grupo, Junsu empacó todo lo que creyó necesario: ropa cómoda para el viaje en camión, esto es unos pants ligeros y suaves y una buena sudadera; dos pares de calcetines por si se mojaban unos, perdía alguno o hacía mucho frío, nunca sabes. Una camiseta, una camisa más casual, jeans, unas bermudas, pijama, tres bóxers distintos, bloqueador, bronceador, lentes para ver bajo el agua, lentes de sol, sandalias, tenis, paraguas… Hasta una bufanda. ¿Cómo cupo todo eso en una sola mochila?
-Su-shi, – le preguntó su madre, asomada desde la puerta, -¿seguro de que ya llevas todo?
-Sí, omma. Llevo dos pastas de dientes también, por si acaso.
-Ese es mi niño.
Ya que la señora Kim se fue, Junsu sacó del cajón de su ropa interior, de alguna parte del fondo, un paquete de condones. Nunca sabes. Además, si sus planes salían como esperaba, necesitaría uno, y por si se le perdía, tenía muchos. O bien podía venderlos a sus compañeros. En fin.
Se echó en su cama a dormir, mirando el techo, lleno de ilusión, de expectativas. A unas cuantas calles, Yoochun miraba el vacío de la pared de su habitación, intentando dormir. Viaje a la playa. No era la misma en la que había jugado con Changmin cuando eran pequeños, pero seguía teniendo arena, seguía siendo playa y por tanto el parecido podía traerle recuerdos. Pero Changmin estaría de nuevo ahí, con él. No como quisiera, pero estaría presente. Quizás pudiera reconquistarlo. El problema era que Junsu estaría con ellos también. No se atrevía a lanzarse a la conquista con el delfín cerca: aunque Min era más alto, Junsu siempre se portaba algo protector con él. Tendría que buscar el momento indicado y de alguna manera deshacerse de Junsu un par de minutos, horas de ser posible. Cerró los ojos y pensó en Changmin. ¿Qué estaría haciendo en ese momento?
En su habitación, Changmin no lograba dormir, a diferencia de los otros dos. Algo del viaje a la playa lo tenía inquieto, nervioso, y no sabía por qué. Sólo conseguía dar vueltas sobre su cama, reacomodar las sábanas cada vez que se enredaban demasiado como para no taparlo, mirar el techo, las paredes, la almohada. Intentó contar borreguitos, pero por alguna extraña razón Junsu vino a su mente al tercer borrego. Claramente, hace tres días, Junsu le había coqueteado, estaba seguro. Hizo esa carita “kyo” para él, aunque hubiese estipulado que podía gustarle a cualquiera, estaba seguro de que pretendía gustarle a él. ¿O eran sólo percepciones suyas? Si lo era, ¿por qué? Por otro lado, Yoochun parecía algo indiferente al respecto. ¿Por qué pensaba en él ahora? Cierto, le llamaba la atención, pero tampoco sabía por qué. Decidió mejor dejar la mente en blanco y esperar que le surtiera efecto y quedarse dormido.
Por fin amaneció el tan esperado día. En media hora Junsu ya estaba listo para irse, parado en la entrada de la escuela. Changmin llegó después. Luego sus compañeros. Luego los dos maestros que irían con ellos. Las chicas los observaban, suspiraban, cuchicheaban. Una se acercó a darle una bolsita de chocolates a Changmin, él solo sonrió. Junsu le robó uno de ellos, Changmin intentó quitárselo y casi chocan. Min se sonrojó. Por fin llegó Yoochun.
-¿Qué tanto traes dentro de la mochila, Junsu? – le preguntó al notar que las mangas de una sudadera asomaba y colgaba fuera de la bolsa.
-Todo lo necesario, por si pasa cualquier cosa.
-Claro –intervino Changmin, - hasta traes esto… ¿Dónde está? –buscó en una bolsa exterior de la mochila, - ¡Aja! –sacó el paraguas y lo abrió, - ¿por si llueve en la playa?
-Pues…sí... ¡yah! Dámelo – luchó por quitárselo y sus manos se rozaron. Changmin volvió a sonrojarse y soltó el paraguas, mirando a otro lado para que no lo notaran. Junsu guardó el paraguas y esperaron nuevamente.
Pronto llegó el camión, subieron, acomodaron sus mochilas debajo de los asientos o encima y se sentaron: Junsu y Changmin delante de Yoochun, que terminó junto a uno de los profesores, del lado del pasillo. Eran casi dos horas de camino. Al principio del viaje todos reían, platicaban, gritaban, contaban chistes; algunos, como Junsu, caminaban arriesgadamente por el pasillo entre los asientos, armando aún más alboroto. Pero poco a poco se empezaron a quedar todos dormidos, primero la mayoría de las chicas. Yoochun se hizo bolita en su asiento, temiendo que, entre sueños, fuera a aterrizar sobre el profesor que iba ya dormido a su lado. Se asomó a los asientos de adelante: Junsu dormía con la mejilla pegada al cristal mientras Changmin leía, mirando a su vecino de reojo de vez en cuando. No se le ocurría de qué hablarle, pero algo inventaría.
-Changminnie…-lo llamó, en voz baja para no despertar a los demás durmientes que lo rodeaban. No lo escuchó. Volvió a llamarlo otra vez y notó entonces que en las orejas del menor estaban los audífonos del mp3.
Suspiró y se reclinó en su asiento, volviendo a intentar acomodarse para imitar el ejemplo de Junsu. Echó el asiento para atrás, se hizo bolita, se estiró tanto como pudo, giró a la derecha, a la izquierda. Terminó en posición momia: recostado todo derecho, con los brazos cruzados sobre su pecho, viendo la tela gris del techo.
Así estaba, pensando en el infinito mientras le daba sueño, arrullado por el vaivén del camión, cuando el profesor, en una curva, de pronto se reclinó sobre él.
-Aish… ¿pero qué…? – Yoochun murmuró. No podía empujarlo, era su hyung y su profesor. Pero estorbaba, apestaba a cigarro y era incómodo. Intentó moverlo sutilmente pero era pesado. Echó su cabeza atrás, desesperado, pegándose en el asiento. En eso Changmin echó su asiento hacia atrás. Yoochun lo miró: cómo se acurrucó como un niño para dormirse. Chun no pudo evitar sonreír. Se veía tan tierno. Le daban ganas de acariciar su cabello.
-Descansa, Min – murmuró, cerrando los ojos. Al poco rato también él abordó el tren de los sueños.
Pasadas las dos horas llegaron al espacio en que iban a quedarse, en una parte de la playa reservada precisamente para ello. Junsu despertó a Changmin y luego se encontró con un Yoochun dormido como verdolaga, esparcido por todo el asiento. Rió y lo despertó, moviéndolo ligeramente.
Todos bajaron del camión y aspiraron el aire salino del mar. Instalaron las casas de campaña en una hora y todos los estudiantes se dieron a la fuga.
-Ah, tanto que hacer. ¿A dónde vamos primero?
-Deberíamos de aprovechar que hace sol para entrar al mar. Escuché que en la noche refresca, Junsu.
-Además, en la noche hay otras actividades que podemos hacer.
-¿Tienes pensado ir de fiesta esta noche, hyung? Ue kyang kyang.
-Por supuesto.
-Bueno, entonces hagamos lo que dice Min: entremos al mar ahorita que hace sol.
Fueron a cambiarse. Junsu, como todo lo que hacía, fue el primero en salir con su traje de baño y su playera. Luego fue el turno de Changmin y finalmente Yoochun: el mayor gentilmente le cedió el puesto a los otros dos a pesar de que, siento hyung, estaba en su derecho de hacerlo primero. Mientras lo esperaban, Junsu se untó bloqueador.
- Changmin, ¿me pones bloqueador en la espalda?
-Aish. Está bien, hyung.
Se sentaron en la arena y el menor empezó a untarle en círculos. Junsu cerró los ojos.
-Me gustará subir a las motos de agua, y a la banana. ¿A ti, hyung? – preguntó, mirando el mar.
-Hay tiempo, podemos hacer todo eso y más, ¿no crees? – seguía con los ojos cerrados. Changmin asintió.
Ya que salió Yoochun se acercaron al mar, dejaron chanclas, camisas y toallas en la orilla y metieron los pies. Bueno, solo los pies Changmin y Yoochun, porque Junsu se lanzó a lo valiente y saltó contra una pequeña ola, desapareciendo bajo el agua. Yoochun rió.
-Se siente delfín, ¿o qué?
Min también sonrió.
-¿Vamos más adentro?
Changmin lo miró y asintió despacio.
-Vamos.
Se detuvieron cuando el agua les llegaba a la cintura.
-Oigan – Junsu salió de debajo del agua, sacudiendo su cabello – voy a nadar por allá, ¿vienen?
-No gracias, Junsu – respondió Yoochun.
-Yo tampoco iré. Tengo algo de hambre, así que comeré algo en un rato – dijo Changmin.
-Como quieran. Si en dos horas no regreso vayan por mí y manden a la guardia costera…aunque quizás me fui con una sirena ue kyang, kyang – dicho esto se lanzó al agua otra vez y desapareció.
-Voy a la orilla hyung. De verdad tengo hambre, comeré algo – dijo Min y empezó a caminar de regreso.
-Te acompaño – Yoochun tomó su mano, no supo por qué. Changmin miró sus manos unidas. ¿Qué le pasaba a su hyung? ¿Por qué tomaba su mano con tanta libertad? Y sin embargo, se sentía tan natural…
Caminaron unos pasos de la mano. “¿Lo logré?”, pensó Yoochun. Poco antes de tocar la arena seca, Changmin alejó su mano y fue hasta donde habían dejado sus cosas, sentándose en la arena.; sacó de su mochila unas galletas de arroz y empezó a comer. Yoochun suspiró y se sentó a su lado.
-Deberías de asolearte, hyung. ¿No es peligroso ser tan blanco? – le preguntó, mordiendo una galleta.
Curioso, eso mismo le había preguntado alguna vez, cuando eran niños.
-No lo sé. ¿Crees que debería de tenderme al sol y agarrar color?
-Como quieras.
Sonrió. Changmin actuaba como si fuera el mismo de antes. No lo resistió y, jugando, tomó la galleta que salía de los labios del menor y tiró de ella hasta romperla para comerse el trozo roto.
-¡Yah! Ésa era mía, hyung.
-Si quieres te la devuelvo - sonrió después de tragársela, haciendo el ademán de escupir.
-¡No! ¿Chugule (quieres morir)?- Changmin respondió, lanzándole arena.
-¡Oye!
Aquello se convirtió en una guerrita de arena, tirones de brazos, intentos de tirar al otro, hasta que Changmin logró derribar a Yoochun contra la arena. Se miraron a los ojos. Por la mente de Yoochun pasó una escena parecida, hacía unos años. Después de acorralarlo contra la alfombra, en ese entonces, Changmin había lamido sus labios y dicho “ese onigiri era mío, pero así sabe mejor”. En este caso no paso así: siguieron mirándose a los ojos, un ligero rubor cubrió las mejillas de Min y pronto se alejó.
-No importa. Tengo más galletas – dijo, tomando el paquete de galletas con manos un poco temblorosas y volviendo a comerlas. Yoochun se enderezó también y miró el mar. Estuvo tan cerca…
Mientras, Junsu encontró un área de la playa, vista desde el mar, que parecía apartada del resto. Unas enormes rocas la separaban de la demás extensión de arena, pero era posible pasar trepando por algunas que no eran tan altas. Era el lugar perfecto para su plan. Se acercó, salió y se tendió en la arena para recuperarse después de nadar tanto. La arena era suave y lisa. Aún mejor.
***
Ya que el niño delfín regresó de su excursión subacuática, de que subieron a las motos de agua y nadaron un rato cerca de la orilla, fueron a comer al restaurante Jangneung Hoesenteo Jogaegui con todos los demás compañeros de su salón. Se sentaron en una mesa solos los tres, como en la cafetería de la escuela, y pidieron el tradicional kalguksu. Unos veinte minutos después un platón de cuarenta centímetros de diámetro ocupaba el centro de su mesa. Los blancos fideos y los mariscos despedían un delicioso aroma junto al vapor del caldo. Yoochun sirvió la sopa en los tres platos más pequeños de cada uno y empezaron a comer.
-Umm...está delicioso – murmuró Min, sirviéndose un segundo plato.
-Cuidado, no te vayas a quemar –sonrió Junsu, - sóplale.
Min le sopló a su plato.
-No, no. Ay, Changmin, estás tonto, dame – Junsu tomó el plato del menor y le sopló, despacio. Yoochun analizó la escena, inseguro. ¿A Junsu también le gustaba Changmin? Eso era un obstáculo. Y grande.
-Gracias… - Min volvió a concentrarse en comer.
“En la tarde, después de comer, lo llevaré a ese lugar”, pensó Junsu mientras terminaba su plato y se servía el segundo. Al poco rato quedaron satisfechos y el platón casi vacío: Yoochun había devorado cuatro platos, Junsu tres, y Changmin…bueno, gran parte del inmenso platón desapareció gracias a él. Como la comida la pagó la escuela, en cuanto terminaron salieron de nuevo a la playa. Se sentaron bajo una sombrilla a mirar el mar. Changmin suspiró, sintiéndose satisfecho, mientras Junsu juntaba arena con sus pies y Yoochun se recostaba. Pasaron unos minutos, quizás más de una hora.
-Ya me aburrí de ver el mar, ¿tú no, Changmin?
-Un poco, sí.
-Vamos a caminar. Así bajamos la comida y nos entretenemos en lo que llega la noche – Junsu se levantó y sacudió la arena de su traje de baño, - Andando.
Changmin se levantó y lo siguió, dejando atrás, bajo la sombrilla, a un Yoochun dormido con las piernas al rayo del sol de las 5 de la tarde.
Caminando despacio, pronto llegaron a una pared de piedra.
-Aquí se terminó el camino – dijo Changmin, pasándose una mano por el cabello y mirando las rocas.
-No lo creo, podemos escalar. Mira, por aquí.
Junsu empezó a subir por las rocas menos altas. Changmin lo siguió. No fue tan difícil como creyó, a decir verdad: en unos minutos ya estaban del otro lado.
-Hyung, ¿no será esta zona un lugar prohibido? Recuerda que no toda la extensión del área costera de Corea está abierta al público.
-Tranquilo, en un rato nos iremos. Primero quiero…hacer algo importante.
-Aish, en serio…. –Changmin resopló y lo miró, - ¿y qué es tan importante?
-Sentir la paz, este lugar está más en silencio que el resto de la playa – respondió, cerrando los ojos. Changmin al principio lo miró, tomándolo por un loco, como siempre, pero cerró los ojos también, buscando experimentar esa paz de la que Junsu hablaba.
Por su parte, Junsu contó hasta cien y abrió un poco los ojos: Changmin estaba con los ojos cerrados, respirando pausadamente, su playera bailando con el viento. Era su oportunidad. Se acercó despacio hasta él, se relamió y levantó el rostro, alcanzando el del menor y besando sus labios. Changmin abrió los ojos de golpe y miró a Junsu, quien había cerrado los ojos y ahora tomaba su nuca con su mano.
Temiendo ser rechazado, Junsu no movió sus labios, simplemente esperó a la reacción de Changmin: que lo empujara o lo insultara, incluso que lo golpeara. No hubo tal, al contrario, empezó a relajarse, cerrando sus ojos también. Aventurándose un poco más, Junsu empezó a mover sus labios contra los de Changmin, separándolos un poco, profundizando el beso. El menor empezó a imitar los movimientos de sus labios y el beso se tornó algo candente. Incluso llegaron a sentir la lengua del otro. Fue cuando Junsu aventuró una mano bajo la playera de Changmin que éste se detuvo.
-Hyung…
-Changmin… - abrazó su cintura, cerca de la espalda. El otro no dijo nada, simplemente recargó su frente en la de él, - Minnie, me gustas. Mucho – beso sus labios otra vez, brevemente.
-Pero…aquí no podemos estar así. No es correcto.
-¿Por qué no?
-Porque podrían vernos…
-Tonto. ¿Quieres decir que yo también te gusto?
Min lo pensó unos segundos y asintió lentamente.
-¿Entonces? –insistió Junsu.
Otro beso.
-Entonces… si quiero pero no aquí.
Ahora Changmin le dio un beso.
-Bueno. ¿En la noche entonces? En un lugar más…privado.
-Sí. Mejor.
-Bueno. Un besito y ya.
***
-¿A dónde fueron? – les preguntó Yoochun cuando los vio caminar de regreso. Había despertado hacía unos minutos, con algo de ardor en las piernas por el sol, y se había encontrado sólo bajo la sombrilla.
-Fuimos a caminar. Así bajamos la comida. Y de hecho, creo que iré al baño – Junsu salió corriendo.
Yoochun miró a Changmin. Min le devolvió la mirada. ¿Por qué se sentía culpable de haber besado a Junsu ahora que Yoochun lo miraba así?
-¿Quieren hacer algo en la noche? ¿Salir a algún lado?
-Bueno, está bien hyung. Si Junsu quiere. Pero, ¿a dónde?
-Hay muchos lugares a los que podemos ir, aquí alrededor de la playa.
-Está bien.
Ya que regresó Junsu volvieron a la casa de campaña. Cambiarse allí adentro para irse a un antro de fiesta fue toda una odisea: el techo de la casita llegaba a unos 30 centímetros más abajo que la altura de Yoochun; así, parte del cambio de ropa tuvo que hacerse hincado o sentado, sobre todo Changmin. La peinada y perfumada fue mucho más sencilla. Junsu, aprovechando que estaba solo en la casita cuando se cambió, guardó un par de condones en sus jeans. Ignoraba, por supuesto, que Yoochun había hecho lo mismo.
Por fin salieron y caminaron hacia los edificios que rodeaban la playa.
-Esperen, traigo media playa en el zapato – se quejó Junsu cuando llegaron al concreto, quitándose el zapato y vaciando la arena en la playa.
-Pero apúrate, Junsu. Hay que aprovechar la noche.
-Sí, ya voy ya voy, hyung – se puso el zapato y caminó con los otros dos por la callejuela.
-Este tiene buen ambiente – dijo Yoochun frente a uno de los establecimientos.
Entraron y fueron a la barra. Yoochun pidió un Martini seco, Junsu un refresco y el mayor convenció a Changmin de pedir un Sprite con vodka.
-Brindemos por este viaje y por el tiempo que llevamos de conocernos. ¡Konbe!
Chocaron vasos y copas y bebieron. Bailaron. Pronto las copas se le subieron a Yoochun y el azúcar (porque Changmin prefirió tomar refresco también a seguir bebiendo alcohol) a los donsaeng. Tres horas después de que llegaron, a eso de las doce y media de la noche, Yoochun andaba perdido en una esquina, rodeado de chicas, bailando. En su mente era a un ejército de Changmins a los que les bailaba, por supuesto. Junsu bailaba solo, pero igual se imaginaba con Changmin. Pero en realidad, el verdadero Changmin miraba a sus hyung bailando, sentado en una mesita cerca de la pista.
***
Riendo, Junsu buscó con la mirada a sus amigos. Vio a Changmin sentado, bebiendo refresco, y le sonrió. Luego buscó a Yoochun y lo encontró entre un grupo de fanáticas alocadas. Sonriendo se acercó a la mesa con Changmin.
-¿Nos vamos, baby?
Changmin asintió y se terminó el refresco. Pagaron su parte y se fueron.
“¿Dónde sería bueno?”, se preguntó Junsu, “en la casa de campaña sería algo incómodo, además si llega Yoochun...humm… ¡ya sé donde!”. Tomó la mano de Changmin y corrió hasta el pequeño hotel que estaba junto al campamento, el cual les había prestado a los estudiantes el baño de la alberca, con sus regaderas y todo, para su uso. A esas horas no había nadie, pero seguía abierto. Junsu corrió y corrió hasta llegar al baño del hotel; entrando a la parte de las regaderas acorraló al menor contra la pared, besando sus labios con la misma pasión de antes.
Changmin no tardó en corresponderle, y el calor empezó a elevarse más rápido que hace unas horas en la playa. Junsu metió su mano bajo la camisa de Changmin, acariciando suavemente su abdomen, la otra despeinando un poco el cabello de su nuca; Min pasó un brazo alrededor de la espalda de su hyung y su otra mano recorría su espalda, despacio. Junsu succionó el labio inferior de Changmin con los suyos, robándole un grave gemido. Como respuesta, Changmin sacó su lengua y la metió en la boca de su hyung, saboreando sus dientes, su paladar, su lengua. Sabía dulce. Junsu gimió también, subiendo su mano hasta el pecho de Changmin, desabrochando los botones con su otra mano; luego bajo su mano por su espalda, en círculos y, alejándose de sus labios, besó su cuello, bajando. Mientras su hyung besaba su pecho, Changmin cerró los ojos, acariciando su cabello con una mano y su cintura con la otra. Junsu estaba a punto de lamer uno de sus pezones cuando escucharon ruido afuera.
-Hyung…
-Shh…
Tomó su mano y nuevamente lo jaló, esta vez hasta una regadera. Se desnudaron con prisa y entraron, cerrando la puerta. Junsu prendió el agua, esperando que saliera tibia, cuando se sintió atraído hacia atrás por unos fuertes brazos. Volteó y le sonrió, se dio la vuelta para quedar de frente y volvió a besar sus labios, acercándose hasta rozarse con su piel canela. Movían sus lenguas despacio, una contra la otra, sus cuerpos en un suave y lento vaivén, rozando pecho con pecho, cadera con cadera, y pronto miembro con miembro. Changmin alejó sus labios de los de Junsu para gemir y éste regresó a besar su cuello, despacio, acariciando su espalda. Min cerró los ojos y ladeó su cabeza, sus manos recorriendo de arriba hacia abajo el cabello de Junsu, hasta su trasero y de regreso. Como se había propuesto antes, Junsu lamió uno de los pezones de Min, despacio, disfrutando su textura.
-Ah….-Min se tomó la libertad de gemir cuando el ruido exterior se había ido.
Dejándolo algo rosado pasó a lamer el otro mientras Changmin bajaba una mano hasta el miembro de Su y lo acariciaba, apretándolo un poco.
-Ummm…Minnie…
Subió a su rostro y volvió a besar sus labios, bajando su mano entre las piernas de Min y haciendo lo propio.
-¿Serías mío, Changminnie?-susurró en su oído, acariciando su cabello húmedo por el agua que caía sobre ellos, tibia, casi fría en comparación a sus cuerpos.
-Ung…-respondió.
Besando sus labios gimió en ellos, sintiendo una mano de Junsu acariciando su trasero, amenazando su entrada. Poco a poco Junsu empezó a dilatarlo, ayudándose con el agua, logrando insertar dos dedos, su otra mano recorriendo despacio el pecho de su amante mientras sus cuerpos se movían en oleadas de placer, adelante y atrás, despacio.
-Min…ah…necesito hacértelo…¿estás….estás listo…?
-Si…ya…hazlo…
Junsu lo tomó por los hombros y le dio la vuelta. Min recargó su cabeza en el hombro de su hyung, buscando sus labios otra vez. Acomodando su miembro con delicadeza empezó a invadirlo, despacio. Changmin de inmediato se quejó, adolorido. Para ayudarlo, las manos de Junsu se apresuraron a acariciar su pecho, su abdomen, sus piernas.
-Relájate baby…ah… relaja tus…tus músculos…separa un poquito más tus… piernas… eso es…
-Hyung….aún me…me…
-Ya voy, ya voy…
Tomó su miembro y empezó a masajearlo, despacio, presionando su punta con los dedos.
-Ah…-Junsu acalló su gemido dándole un beso, mordisqueando sus labios, lamiendo su lengua. Con eso, Changmin se relajó lo suficiente y Junsu continuó entrando, ensanchándolo más, sintiendo esa calidez.
Gimiendo contra sus labios, alzando un brazo para alcanzar a acariciar el cabello de su hyung, Changmin se dejó embestir, despacio al principio. Pronto Junsu lo invadió por completo y se quedó ahí unos segundos, disfrutando la sensación en todo su miembro mientras Min lamía el agua que escurría por su mejilla. Recapturando los labios del menor con los suyos, Junsu volvió a embestirlo, más rápido, aún moviendo su mano sobre el miembro del menor, tan despierto como el suyo. Changmin se pegó a la pared, recargando sus brazos en ella y su cabeza en uno de ellos, y el placer en su cuerpo aumentó: el frío del azulejo mandando choques eléctricos por su pecho y su entrepierna mientras la cadera de Junsu apenas y se despegaba ya de la suya, mandándole corrientes de calor de abajo hacia arriba.
“Por Dios, esto se siente tan…tan bien….” Pensaba Changmin con la mente y el cerebro ardiéndole, “no quiero que termine...sigue…Yoochun ah…”. Abrió los ojos de golpe. ¿Por qué había pensado en Yoochun? Incluso la respiración agitada de su amante de pronto sonaba más grave y sensual, como la del mayor. Lo miró de reojo pare cerciorarse y sí, seguía siendo Junsu quien lo invadía con firmeza, gimiendo agudo y sin control.
-Be…bésame…-gimió, suplicante.
Jadeando, Junsu se acercó más hacia él para besarlo, haciendo que su miembro de nuevo se sintiera completamente rodeado de calor. Besándolo con desesperación se corrió en su interior. Changmin sintió como el líquido caliente lo llenaba y un escalofrío recorrió su espalda. Junsu le dio otra embestida, aumentando su propio orgasmo, y consiguió que el menor también se corriera contra la pared.
Jadeando contra los azulejos húmedos, en medio del vapor, los dos cuerpos aún pegados uno con otro, esperaron a que la hormigueante sensación cesara.
-Nuestra…nuestra primera vez juntos, Min. ¿Te gustó?
No le respondió.
-¿Changminnie?
Volteó a verlo y besó sus labios, esperando ocultar así la culpa que sentía. ¿Pero culpa por qué? Junsu se le había declarado, después de esto seguro que eran novios, o amantes, y entonces haberlo hecho con él no era malo. Y sin embargo se sentía decepcionado de sí mismo.
-Hay que aprovechar y bañarnos para ya irnos a dormir. Mañana nos espera el viaje de regreso.
-Sí, hyung.
Junsu tomó el jabón y precedió a enjuagar el cuerpo de su joven novio.
***
Cuando Yoochun llegó a la casa de campaña encontró a los otros dos ya dormidos, Junsu con la espalda torcida hacia un lado, mientras Changmin yacía de lado, abrazando un poco de su sleeping bag. ¿A dónde habrían ido? Yoochun no tenía muchas ganas de pensar, la cabeza aún le daba algunas vueltas por el soju. Se encogió de hombros y se metió en su sleeping, mirando a Changmin dormir. Se veía tan hermoso como siempre. El mayor sonrió y acaricio su cabello castaño hasta que se quedó dormido.
Al día siguiente tuvieron que tirar del sleeping bag de Yoochun para sacarlo de su interior y despertarlo. Sintiéndose los tres agotados, recogieron todo y desarmaron la casa de campaña, despacio. Mientras guardaba sus cosas en su mochila, Junsu se dio cuenta de que no había usado los condones. Bueno, ni modo, se había sentido demasiado bien sin ellos de todas formas.
Se reunieron con los demás alumnos frente al camión después de desayunar en el mismo restaurante, subieron sus mochilas, se acomodaron en los mismos asientos que de ida y se prepararon para el viaje de regreso. Fue casi igual, sólo que se quedaron dormidos a los dos minutos. Cuando llegaron a la escuela el profesor despertó a Yoochun y bajó a organizar la bajada de cosas de la cajuela. Yoochun se estiró y se asomó a los asientos de adelante: Junsu dormía con la mejilla pegada al cristal otra vez, y Changmin con la frente en el hombro del otro. ¿Sería posible que…? No, Min estaba dormido, no lo habría hecho a propósito. Yoochun sintió que los celos lo invadían. ¿Y si era cierto? Pero…no podía reclamarle: Changmin no lo recordaba cuando se reencontraron, mucho menos tenía idea de la relación que habían tenido. Para Changmin, su estado civil era soltero, por lo tanto Yoochun no tenía derecho de reclamarle nada si se daba el caso de que esos dos hubieran tenido algo anoche. Ojalá no. De ser así, para Changmin sería una separación definitiva de quién había sido antes del accidente; para Yoochun, la espera continuaría. El único exento en esa situación era Junsu.
***
Pasaron los días y pronto el viaje a la playa quedó un mes atrás de distancia. Yoochun miraba con algo de resentimiento cómo Junsu y Changmin se habían vuelto aún más unidos después de ese viaje. Inclusive creyó ver cómo Su besaba fugazmente los labios de Changmin en los vestidores, después de una clase de educación física. ¿Acaso se habría visto lento Yoochun? Muy probablemente. Pendiente de acercarse a él poco a poco y de hacerle reconocer que siente algo por él, había permitido que alguien más se colara entre ellos. No había querido apresurar las cosas por el temor de hacerle daño a Changmin, pero no ya tenía opción: si quería recuperarlo, tendría que soltarle la verdad. Pero justo cuando se encontraba unos minutos a solas con el menor, no encontraba el valor de hacerlo.
Por fin llegó el día en que se decidió a decírselo todo, a confesarle lo que aún sentía por él, e incluso ide la manera de hacerlo: lo seguiría a su casa y, antes de llegar, lo detendría y se lo diría. Junsu vivía en otra zona de la ciudad, y además ése día se había ido a ver a su gemelo a un partido, así que Min volvería sólo de la escuela a su casa. Era el momento perfecto. Sin embargo, por guardar su saco en su mochila, Changmin salió antes que él. Intentó alcanzarlo por el pasillo pero unas chicas lo retuvieron unos segundos. Se desembarazó de ellas lo más rápido que pudo, sacó una gorra que ahora usaba para despistar a sus fans y se la puso, pero para cuando alcanzó a ver a Min unos metros más adelante, éste ya se había subido al camión que lo llevaría hasta el área donde vivía. Menos mal que los camiones de esa ruta pasaban cada cinco minutos y que Yoochun recordaba el camino gracias a una vez que los tres se habían reunido a estudiar en la residencia Shim. Abordó el camión y se mantuvo pendiente de las calles y de su reloj, desesperado.
Cuando por fin llegaron a la colonia se bajó casi de un salto. Miró a su alrededor, buscando al menor. Recorrió algunas cuadras, pues la casa de los Shim se encontraba más o menos a diez minutos caminando lejos de la parada del camión. No veía a Min por ninguna parte y ya iba a seguir el camino hacia la residencia cuando escuchó su voz gritando, seguida de otras voces masculinas. Caminó rápidamente hacia ellas y vio como Changmin huía a unos metros de distancia, perseguido por otros cinco tipos. Sin pensarlo dos veces, Yoochun se lanzó tras ellos.
Corrió tan rápido como pudo, la camisa y la corbata de la escuela flotándole, la mochila sujetada en una mano. Más adelante, Changmin había desaparecido tras cruzar una calle, los otros cinco a pocos metros de distancia. El semáforo cambió de rojo a verde justo cuando Yoochun estaba a unos metros de la calle y tuvo que detenerse para evitar a los automóviles. Temiendo lo peor esperó, rogando que el semáforo se diera prisa en cambiar a rojo. Mientras observó el callejón tras el que había desaparecido Changmin: no parecía ir muy lejos. Cuando por fin se puso el alto se lanzó a la calle, corriendo con todas sus fuerzas. Llegó al callejón y siguiendo su oído y su instinto llegó a donde estaba Changmin: un terreno baldío, con tierra, un par de viejas camionetas estacionadas, un camión de remolque reduciendo la entrada al terreno, tubos y cosas de construcción por el suelo. Saltando sobre el remolque del camión, lanzó su mochila contra uno de los tipos, se dio impulso y saltó, derribando de una patada a otro de los cinco tipos que había perseguido a Changmin.
El menor, herido en el rostro y otras partes de su cuerpo, se arrastró lejos de los tipos cuando vio llegar a alguien más. Observando la paliza que les estaba poniendo, se dio cuenta de que era Yoochun. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué lo salvaba así? “¿Quién eres en realidad, Park Yoochun?”, pensó. Pronto uno de los tipos quedó inconsciente en el suelo y los demás, heridos o asustados, huyeron. Yoochun volteó a ver a Changmin, el sudor corriendo por su frente. Le sonrió y fue con él, tendiéndole la mano. Changmin la tomó y el mayor le ayudó a levantarse.
-Vamos a casa – le dijo, pasando un brazo por su espalda. Iban caminando hacia la salida del terreno cuando uno de los tipos se dejó ir hacia ellos con un enorme tubo de cañería. Yoochun volteó a tiempo y empujó a Changmin lejos del peligro, esquivándolo él también por poco. El tubo reventó la ventana del camión remolque. “No, ¡ésta vez nadie me lo va a quitar!” pensó Yoochun, dándole una patada al tipo, empujándolo hacia el remolque, golpeándolo y luego aventándolo al suelo, dejándolo inconsciente.
-Hyung… ¿está…?
-No. Sólo lo mandé a dormir un rato. Vámonos ya de aquí, antes de que otra cosa suceda.
Caminando despacio llegaron una hora después a casa de los Shim. A la señora Shim por poco le da un ataque al ver a su bebé con la mejilla hinchada y los labios enrojecidos, con sangre seca en una comisura. Yoochun no lucía mucho mejor. Los dejó entrar rápidamente y precedió a curar a su hijo en la sala mientras Yoochun mitigaba el dolor de un golpe con una bolsa de hielos en la cabeza. Cuando la señora les preguntó qué había pasado simplemente respondieron que habían sido unos bravucones de la escuela que querían quitarle la tarea a Changmin. La mujer acarició el cabello de su hijo y fue a la cocina por galletas, sin atreverse a mirar a Yoochun (desde que había vuelto a ver al viejo amigo de su hijo se le había caído la cara de vergüenza: ella le había dicho que no volvería a ver a Changmin, y creyó que sería cierto).
Comieron las galletas en la habitación de Changmin, en silencio y decidieron hacer la tarea juntos, aprovechando la “extraña coincidencia”.
-Gracias – murmuró Min después de un rato.
-¿Por qué?- le preguntó Chun sin despegar los ojos de los números en su libreta.
-Por salvarme. No sé qué habría pasado si tú… no sé ni cómo ni por qué llegaste ahí pero, gracias.
Yoochun volteó a verlo. Los ojos del menor estaban algo vidriosos. Chun puso sus manos sobre las de Min, sobre sus rodillas, y lo miró a los ojos.
-No fue nada. Te salvaría una y mil veces, Changmin.
-¿Por qué, hyung?
-Changmin, creo que hay algo que debes saber. Y espero que, aunque te suene extraño, me creas.
Min asintió, despacio.
-Tú y yo… hace casi cuatro años…salíamos, éramos novios.
Algo se removió en el cerebro de Changmin. Cerró los ojos.
-Es la verdad. Sé que suena difícil, pero es cierto. Nos conocemos desde la infancia, fuimos mejores amigos, y con el paso del tiempo nos enamoramos y empezamos una relación.
-¿Y qué nos pasó?
Yoochun no sabía si responderle la verdad en ese momento o no. Lo miró, algo confundido.
-¿Cómo sé que no es sólo una táctica tuya para conquistarme?
-No lo es. Changmin, ¿no has sentido a veces que me conoces, aunque sea un poquito?
Changmin lo reflexionó. Cierto, muchas veces había sentido que lo conocía, o al menos que tomarse de la mano entre otras cosas eran naturales con Yoochun.
-Sí. A veces siento que te conozco, que estar contigo es algo monótono desde hace mucho tiempo…
-Entonces, quizás me recuerdes mejor con esto.
Yoochun se acercó más hacia Changmin, tomó sus mejillas con sus manos y besó sus labios. Los ojos de Changmin se abrieron por completo al sentir esos suaves labios sobre los suyos, tan distintos a los de Junsu. Cerró los ojos despacio, dejándose llevar. Se sentía tan bien, tan normal, tan conocido y adictivo. Yoochun lo besaba despacio, suave, delicioso. Después de unos segundos Chun se separó de él, despacio.
-¿Recordaste al-…?
No pudo terminar la pregunta: Changmin se apoderó de sus labios. Sorprendido pero gustoso le correspondió, abrazando su cintura. El menor paso sus brazos alrededor del cuello de Yoochun y lo besó con sentimiento. Se sentía bien en sus brazos, a salvo, querido, como si estuviera con alguien a quien siempre había amado y que aún debería de amar. Sin poderse contener, Yoochun empezó a acariciar el vientre de Min, despacio. Changmin por su parte empezó a bajar sus manos hacia el pecho de su hyung pero se detuvo de pronto.
-¿Qué pasa?
-No sé… me da miedo que mi mamá nos vea. Espérame un momento.
Min se levantó de la cama y fue a la puerta, se asomó y dijo “Omma… ¡Omma!”. Salió del cuarto y repitió la palabra. Pronto la mujer respondió.
-¿Qué pasa, Changmin?
-Ah, pensé que ya te habías ido al café con tus amigas.
-No, apenas voy saliendo – dijo, llegando frente a su hijo, - te encargo la casa y cuida mucho tus golpes, ¿si, amor?
-Si, omma. Diviértete.
Min esperó a que su omma saliera de la casa para volver a su habitación y cerrar la puerta. Yoochun lo esperaba, aún sentado en su cama. Se sentó a su lado.
-¿Está todo bien?
-Sí. Mi omma ya se fue a su café. Estamos solos en la casa, Chunnie.
-¿Chunnie? –sonrió.
-Ung. Creo que así te llamaba, ¿no?
Yoochun asintió. Una oleada de luz solar es suficiente para desaparecer muchas sombras…
-Ven aquí, Minnie.
Lo jaló hacia él por la cintura y volvió a besarlo. Se tomaron su tiempo, saboreándose, reconociéndose. Yoochun aventuró su lengua en los labios de Min después de un rato, y éste le permitió tocar la suya, despacio. Se recostaron despacio sin despegarse, quedando Changmin al lado de Chun, y el mayor de nuevo empezó a acariciar el abdomen de Min, alzando un poco su camisa. Min pasó su brazo sobre su hyung, acariciando su espalda, aún enredados en el beso, mientras la mano de Chun subía y subía sigilosa hasta su pecho. Desabrochando su camisa empezó a acariciar sus pezones, despacio, sin alejarse de sus labios ni su lengua. Min giró un poco su cuerpo, quedando más de frente con su hyung, acariciando su cintura y luego entre sus piernas, sobre el pantalón.
-Tienes tus labios hinchaditos, amor – le susurró Yoochun, separándose un poco de él, - no quiero lastimarlos más.
-Estoy bien, hyung. En serio.
-Aún así. Mejor beso por aquí…-sonrió, besando su cuello.
Min cerró los ojos y continuó su labor sobre la entrepierna de Chun, y éste pronto lo imitó. Despacio el mayor pasó una pierna entre las de Changmin, luego la otra, situándose entre ellas. Changmin dobló sus piernas un poco, obligando a su cadera a alzarse un para sentir aún más el roce del cuerpo de Yoochun. Comprendiendo lo que Min quería, Yoochun empezó a mover su cadera de atrás hacia adelante, frotándose despacio miembro con miembro con el del menor. Doblando una pierna sobre la cintura de su hyung, Changmin consiguió acercarlo más, provocando un roce aún más directo y delicioso, ya que sólo las ropas estorbaban. Mientras Yoochun bajó sus labios hacia su pecho, provocando que Min se removiera un poco. Ansioso desabrochó el pantalón de Yoochun y se puso a acariciar su trasero, en movimientos circulares al ritmo de las caderas del mayor. El resultado fue que Yoochun subiera sus besos hasta sus labios otra vez y que su pantalón junto con su bóxer empezara a descender, descubriendo su piel.
Poco después Yoochun se levantó para terminar de bajarse el pantalón. Miró a Min, recostado debajo de él, mirándolo con deseo. Sonrió y acarició despacio su entrepierna sobre la ropa, como si diera pinceladas con sus dedos. El pecho de Changmin subía y bajaba, acelerándose. Los diestros dedos de su hyung desabrocharon su pantalón y con sus manos empezó a bajarlo. Una vez que se vio libre del pantalón, el menor se irguió tanto como pudo para alcanzar a su hyung, tomarlo de la nuca y besar sus labios. Yoochun le correspondió el beso, tomando los lados de la camisa de Min y tirando de ella para levantarlo más, hincándose entre sus piernas. Min separó más la suyas, rodeando la cintura de Yoochun, y le correspondió apasionadamente el beso, sosteniéndose con las manos apoyadas en el colchón mientras las de Yoochun una revolvía su cabello y la otra acariciaban su abdomen. Sus caderas se movían al mismo ritmo, rozándose, proporcionándoles placer.
Tirando de nuevo de la camisa se la quitó, y pronto Changmin hizo lo mismo; ya sólo les estorbaba la ropa interior. Lleno de deseo Yoochun se lanzó a besar de nuevo el pecho de su pequeño enamorado, dándole besos espaciados, por todos lados, mientras Changmin le revolvía el cabello, lleno de lujuria. Yoochun bajó sus labios hasta su ombligo y empezó a bajar los bóxers con sus manos, lamiendo cada vez más cerca. Cuando se los había quitado y estaba a punto de introducirlo en su boca, Changmin lo jaló por los hombros, girando con él sobre el colchón y quedando encima de él. Yoochun lo miró, expectante y sonriendo mientras Min se relamía y empezaba a besar su pecho, sus manos acariciando la parte interna de sus muslos.
-Ah…Minnie…extrañé tanto esto…
-Hyung, eres tan blanco como las galletas de arroz.
-Cómeme.
Obedeciendo a la petición del mayor, Changmin retiró el bóxer y empezó a lamerlo, despacio. Yoochun comenzó a gemir, bajo, suave, con cada lamida que el menor le daba a su extensión, sintiendo cómo se levantaba cada vez más.
-Changminnie – murmuró rasposamente después de un rato, - es mi turno. Changmin volteó a verlo, travieso, le dio otra lamida a su punta y subió a sus labios. Yoochun lo besó brevemente y lo recostó, separando despacio sus piernas. Mientras acariciaba con su mano la base del menor empezó a lamer su entrada, despacio. Changmin empezó a gemir, moviendo sus brazos con inquietud y apretando las sábanas. Yoochun le introdujo un dedo, despacio, aún lamiendo su entrada. Luego introdujo un segundo y besó su base, provocándole una oleada de placer que hizo que Changmin arqueara su cadera.
-Dios, hyung…me vendré…ya…ya házmelo…vuelve a tomarme…o más bien retómame.
-Sssh…todo a su tiempo, amor. Disfrutémoslo.
Changmin apretó los párpados y se mordió los labios, controlándose para aguantar aún más. Yoochun le dio un par de lamidas más y se acomodó entre sus piernas, posicionando su miembro en su entrada. Changmin dobló una de sus piernas y lo miró, necesitado.
-¿Listo?
-¡Ya!
Abrazando su cuello con sus brazos Min lo besó, mientras sus piernas abrazaban su cintura, obligándolo a entrar. Yoochun gimió fuerte contra sus labios y empezó a embestirlo. Aunque hubiera querido hacérselo más despacio como había dicho, su cuerpo le exigía velocidad. Ni siquiera cambiaron de posición. Besándose con intensidad, con las piernas de Changmin obligando a la cadera de su hyung a despegarse muy poco de él y a invadirlo más rápido y más profundo, llegaron al orgasmo en poco tiempo. Yoochun se dejó caer sobre el pecho del menor, jadeando.
***
-¡¿Qué ustedes qué?!
Junsu estaba furioso al día siguiente.
-Lo siento hyung.
-Es la verdad, Junsu. Te lo juro.
Los tres estaban sentados en la sala de casa de Yoochun. Junsu daba vueltas alrededor de la mesa mientras los otros dos lo observaban desde el sofá, como cachorros regañados. La noche anterior, tras haber hecho el amor una segunda vez, habían decidido explicarle todo a Junsu. Además, Changmin había reflexionado sobre su situación y había llegado a una compleja decisión.
-¿Y luego me dirán que en una vida anterior a la otra fueron un príncipe y una princesa?
-No es eso, Junsu. Por favor intenta comprender.
-¿Cómo quieres que comprenda, Changmin? Me fuiste infiel con Yoochun…y tu excusa es que él –miró al mayor, - ya era tu novio desde antes de que aceptaras ser el mío. ¡Por favor! Invéntate una excusa mejor, aunque me haga sentir aún más estúpido.
-Mira, Junsu- intervino Yoochun, - te estamos diciendo la verdad. Si no nos crees, podemos ir al hospital a preguntar.
-¿Se puede, hyung? – Changmin volteó a verlo, - Me gustaría saber qué me pasó exactamente.
-¿Qué te pasó cuándo? ¿Anoche? Yo sé que te paso, Changmin: estabas de caliente y te acostaste con él. Eso no necesita explicación médica.
-¡Changmin tuvo un accidente! – gritó Yoochun de pronto. Los otros dos se paralizaron, mirándolo, - hace casi cuatro años… un sujeto armado…le disparó a Changmin por error. Creí que había muerto. Teníamos 14 y 16 años, respectivamente. Antes de eso, Changmin y yo ya éramos novios.
-¡Pervertido! – lo acusó Junsu, arrojándole una almohada.
-¡Junsu, cálmate! – intervino Min, deteniendo la mano de Junsu antes de que le lanzara algo más peligroso que una almohada.
-¡Pero si él te pervirtió! ¡Sedujo a un niño de 14 años!
-Hyung, por favor…
-¿Ya me crees entonces, Junsu?
-No del todo, Park. Si dices que creíste que Changmin estaba muerto… ¿qué sucedió entre ese momento y ahora? Porque Changmin está aquí… ¿verdad que sí estás aquí? – Junsu se volvió de pronto hacia Min y apretó sus mejillas con sus manos.
-Shi, shi eshtoy aquí…-murmuró el menor con los labios apretados.
-Si quieres podemos ir al hospital para que lo compruebes. Y también Changmin puede conseguir las respuestas que busca.
-Está bien. Vamos entonces – aceptó Junsu.
Todo el trayecto en camión Junsu veía feo a Yoochun. Y no dejó de verlo ni en la sala de espera, tentado a lanzarle una de las sillas. Pronto el doctor al que habían buscado los dejó pasar a su oficina.
-Siéntense.
Los tres tomaron asiento, Junsu adelantándose para quedar entre los otros dos, receloso.
-Bien, jóvenes, la pregunta que me hicieron es delicada – dijo el doctor, quitándose los lentes, - No sé si me recuerdes, Changmin, pero yo fui el encargado de tu cirugía después del accidente.
-¿Entonces es cierto? –preguntó Junsu.
-Así es – continuó el doctor, hojeando el expediente de Min, - desconozco los detalles del accidente, pero puedo decirles que cuando el joven Shim llegó a mis manos, presentaba un serio caso de un agujero en el corazón causado por el roce de una bala, y una contusión cerebral que le causó un coma que duró casi siete meses.
Changmin apretó los puños sobre sus rodillas. Pronto una mano de cada uno de sus hyung se posó sobre una de las suyas. Junsu estaba impactado; Yoochun, serio, analizándolo.
-El coma fue en cierta manera benéfico, pues nos permitió hacerte un trasplante de corazón con muy pocas complicaciones. Una vez con corazón nuevo, sólo quedó añadir desinflamantes en tu suero para que el cerebro se desinflamara.
-Pero, ¿por qué no recuerdo nada de eso? ¿Por qué ni siquiera recordaba a Yoochun, mi…mejor amigo desde la infancia?
-Porque la hinchazón en tu cerebro debido a la contusión causó que perdieras la memoria. No recordabas ni tu nombre cuando despertaste. Sin embargo, yo no estaba seguro de que fuera amnesia total. ¿Estoy en lo cierto?
Changmin negó.
-Cuando vi a Yoochun, recordé algunas cosas, pero no estaba seguro de si eran recuerdos.
-Me alegro. De igual manera poco a poco fuiste asimilando quién eras unos días después de que despertaste. De seguir así, pronto recobrará toda su memoria, joven Shim.
-Ojalá –dijeron Yoochun y Changmin al mismo tiempo.
-¿Es todo, jóvenes? ¿Aparte de hielo en esos golpes, necesitan otra cosa?
Los tres negaron.
-Bien, retírense y cuídense. Y llévesela tranquilo, joven Shim. Poco a poco volverá a la normalidad.
Ya afuera, en el parque enfrente del hospital, Junsu estaba shokeado.
-Entonces…se podría decir que yo soy el metiche en su relación.
-Más o menos – murmuró Yoochun.
-Entonces, ¿debo decirte adiós, Changmin? –lo miró con los ojos llorosos.
-No, hyung- respondió Min, despacio.
-¿Y qué hay de mí, Changmin?
-Escúchenme, por favor. Por toda la situación, lo que me pasó… me siento bastante extraño. Mi cuerpo es bastante extraño, tengo un corazón nuevo que no sabía que tenía. Y en ese corazón nuevo está el espacio para Junsu…
-¡Lo sabía! – gritó Junsu.
-Hyung, déjenme terminar. Sin embargo, -mordió sus labios, nervioso, - el espacio para Yoochun está alojado en alguna parte de mi cerebro y se transmitió a mi corazón. Así que en mi corazón están ambos.
-Lo que intentas decir es que quieres estar con ambos. ¿Es eso?
Changmin asintió. Yoochun recargó su frente en sus manos, considerándolo, mientras Junsu caminaba tres metros frente a ellos, de ida y de regreso. Compartir a Changmin… bueno, si eran sinceros, ya habían estado compartiéndolo desde un principio. Podrían intentarlo. Quizás hasta funcionara.
-Está bien – consintieron al mismo tiempo. Changmin sonrió.
-Y espero que se lleven bien a partir de ahora, ¿sí? Ya no tengan esas peleas tan tontas.
-Estoy de acuerdo, Min. Entonces, Junsu, ¿amigos? – le tendió su mano para estrecharla.
-¿Amigos? No, no somos amigos, Park – respondió Junsu. Ambos lo miraron, sorprendidos – Somos una especie de novios en trío, ue kyang, kyang – sonrió y estrechó la mano del mayor.
***
Pasaron los meses y Yoochun, Junsu y Changmin fortalecieron sus lazos con el paso del tiempo. Inclusive se tenían códigos para decirse que se querían sin que nadie más lo notara, o al menos sin que nadie más se diera cuenta de a quiénes iba dirigido el mensaje. Por ejemplo, Yoochun besaba su pulgar cada vez que veía a Changmin hacer algo digno de admirarse, como saltar obstáculos en la clase de educación física; Junsu hacía un ligero movimiento de caderas, como si bailara, cerca de lo que tuviera enfrente, cada vez que Changmin estaba cerca y quería recordarle sutilmente que no sólo le pertenecía a Yoochun, sino a él. Inclusive entre Junsu y Yoochun había algunos códigos, en este caso verbales. “El conejito irá a su madriguera” quería decir que esa noche Yoochun quería estar a solas con Changmin. “El pato quiere ir al estanque” significaba que era Junsu quien quería una noche de pasión a solas con el menor. Ahora bien, si Changmin decía “el renito quiere sándwich”, pues…
Pronto llegó el invierno. El trío se había reunido en el departamento de Yoochun, donde podían estar juntos y a solas con toda libertad. Mientras Junsu fue a comprar algo para cenar, Yoochun miraba la televisión y Changmin había ido a la cocina a buscar algo para beber. A pesar del frío que empezaba a sentirse incluso en el interior del departamento, el menor, que para entonces se había vuelto algo descarado, andaba sin camisa. Yoochun vio pasar su torso desnudo en el reflejo de la pantalla y volteó. Se levantó y fue a la cocina.
Justo cuando Min cerró la puerta del refrigerador, decepcionado por no haber encontrado algo que se le antojara beber, Yoochun lo asaltó, abrazándolo por la cintura y pegándolo al refrigerador, besando la piel de sus hombros como si se tratara de un helado de café. Bajando sus manos hacia sus muslos besó de hombro a hombro. Min cerró los ojos, echando los brazos hacia atrás para alcanzar la cintura de su hyung y acariciarla, atrayéndola hacia él. Poco a poco Yoochun subió sus besos hacia su cuello y Changmin giró un poco para poder besar sus labios.
-¡Yah! – Les gritó Junsu cuando los encontró, dejando las bolsas de comida en el suelo, -¿qué no pueden esperarme?
-Únete entonces- le respondió sensualmente Yoochun. Junsu se acercó a ellos, quitándose la sudadera y los guantes.
Changmin, de espaldas a Yoochun, recibió al castaño claro en un abrazo, correspondiendo al beso de su dulce boca, mientras Yoochun volvía a besar la espalda del menor por completo. Luego, mientras los donsaeng seguían comiéndose a besos, Yoochun los guió hasta la mesa de la cocina, se sentó sobre ella y tiró de los hombros de Junsu. El menor notó como su novio número dos se alejaba un poco de él y abrió los ojos, notó lo que Yoochun intentaba hacer y, sujetando las piernas de Junsu, le ayudó a subirlo a la mesa, subiéndose también, sin despegar los labios de los del otro. Yoochun bajó de la mesa y volvió a tomar su puesto detrás de Changmin, acariciando su pecho y lamiendo el lóbulo de su oreja. Gimiendo poco a poco Min se alejó de los labios de Junsu y buscó los de Yoochun mientras éste abrazaba su cintura, moviendo ambas cinturas en un delicioso vaivén. Junsu por su parte empezó a bajar el pantalón y el bóxer de Changmin para atenderlo con sus labios. Cuando sintió la lengua de Junsu acariciando su punta, Min gimió en la boca de Yoochun, momento que el mayor aprovechó para introducir su lengua, besándolo con mayor pasión, el vaivén de caderas cada vez más sensual. Junsu subió por el abdomen de Min después de un rato, recorriéndolo todo hasta llegar a su pecho, besando brevemente sus pezones.
-Min-ah…
El aludido volteó lentamente hacia él, los labios enrojecidos por los besos de Yoochun. Relamiéndose, Junsu tomó el rostro de su novio en sus manos y lo besó despacio. El mayor, mientras tanto, volvió a besar la espalda de Min y empezó a descender, descender, hasta lamer su entrada, arrancándole un gemido.
-Vamos, Changmin – susurró sensualmente, - prepara a Junsu también.
Asintiendo, con las mejillas rojas por la excitación, Changmin asintió y se agachó, empezando a lamer el miembro de Junsu.
-Aaah…Min…aaah…
Después de unos segundos bajó a su entrada y continuó con la preparación, ofreciéndole una mano a Junsu para que lamiera sus dedos, cosa que el otro hizo de inmediato. Los dedos de Yoochun dilataban a Min al mismo ritmo que los del menor dilataban a Junsu.
-¿Ya está listo, amor? – le preguntó Yoochun a Changmin después de un rato, - porque tú sí.
-¿Lo estás, Junsu?
-Sí…aunque…es apenas la tercera vez que tú me invades así que…aún me da miedo. Ve despacio, ¿sí?
-De acuerdo – respondió el YooMin al unísono.
Lentamente, Changmin empezó a invadir a Junsu, la punta primero, esperando ansiosamente a que se acostumbrara a él mientras Yoochun acariciaba su trasero, impaciente por entrar también. El gemido que surgió de los labios de Junsu sonó entrecortado. Para ayudarlo, Changmin se inclinó a besar su pecho, mientras una mano de Yoochun acariciaba su miembro.
-Ya…ya no…duele…-jadeó el de cabello corto.
Yoochun asintió y empezó a invadir a Changmin, sujetando su cadera con firmeza. El menor gimió, mezcla de incomodidad y placer, y ahora fue Junsu quien atrajo su rostro para besar sus labios y relajarlo. Ya que Min también se había acostumbrado a la invasión de Yoochun, el mayor empezó a moverse, dictando el ritmo de las embestidas. La mesa rechinaba ligeramente con cada movimiento. Dos manos distintas se enredaban en dos tonos de cabello castaño distintos mientras dos brazos de distinto tono de piel rodeaban dos distintas caderas.
Poco después Yoochun subió una rodilla a la mesa, Changmin sujetó a Junsu para recorrerlo un poco más atrás y así el mayor ocupó su lugar sobre la madera. Luego Min bajó su mano al miembro de Junsu, masajeándolo al ritmo de las embestidas del mayor. Sus labios iban de los de Yoochun a los de Junsu, las tres bocas igual de ardientes. El compás de caderas era delicioso, les arrancaba graves gemidos a los tres, mientras la doble sensación en los cuerpos más jóvenes era enloquecedora. Notar las caras llenas de lujuria en ambos donsaeng, sumadas al húmedo sonido de ambos miembros entrando y saliendo, era una droga para Yoochun. Llegó un punto en que inclusive sus voces se confundían.
-Ya….baby….ya casi…ah…
-Hyung…ah….más…
-Ummm…amor…
-Changmin ah…
-Minnie…
-Ju-junsu…Chun…chunnie…
Gimiendo contra el pecho de Junsu, Changmin llegó a su orgasmo, corriéndose en su interior y apretando un poco más fuerte el miembro de éste, lo que provocó que también llegara, manchando su vientre y el del menor. Sintiendo la vibración del cuerpo de su novio, Yoochun se corrió en su interior muy poco después.
Quedaron los tres rendidos, jadeando, recostados sobre la mesa de madera que milagrosamente resistió semejante asalto. Los tres sonreían, Changmin entre los cuerpos de Junsu y Yoochun. Los tres se sentían satisfechos y felices. Pero el más contento, sin duda, era Yoochun. Después de todo, un amor sincero, verdadero, dura para siempre. Always.
FIN
Les debo el video o.o quedo medio feo, luego que tenga mas tiempo lo vuelvo a hacer, actualizo mis seriales, etc
ResponderEliminarOkis ;D
ResponderEliminarOh hermoso, hermoso.
ResponderEliminarUe Kyang, Kyang
jiji
I love this
Espero otro pronto
Por dios esto ha sido maravilloso!! me encantó, me fascino como lo relataste todo!! y el final me mató, super increible... que lastima que entre el Yoosu no hubiera nadita de sentimiento y que envidia le tengo a Changminnie, mira que tener a dos dioses como ellos a sus pies... ahhh genial me encantó, lo guardare en mis favoritos!!
ResponderEliminaromg, me encantó *-*
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