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Arualthings

Belong. Te pertenezco cap 5

Esa noche, Jaejoong decidió dar un paso más allá en su intención de conquistar a Yunho, de hacerle caer a sus pies; hasta entonces, él siempre se había quitado la ropa y puesto otra para dormir, antes de que el joven Jung entrase en el dormitorio, ya que ambos, por algún motivo que aún no alcanzaba a comprender, aunque lo agradecería de por vida, habían continuado compartiendo la habitación y la cama, pese a todo; hoy, sin embargo, esperó a que él estuviera ya en la habitación, para comenzar a desvestirse lentamente, esperando que así, Yunho, no pudiera controlar su deseo y lo besara como mínimo, ya se encargaría él del resto.

“Contrólate… contrólate… respira hondo… mira para otro lado… piensa en otra cosa… intenta calmarte…” todo eso y más se decía a sí mismo Yunho, al tiempo que se cubría con la sábana y la manta hasta las orejas, cerrando fuerte sus ojos o fijando su mirada contra la pared contraria, dándole la espalda, intentando no mirar el cuerpo semidesnudo de Jaejoong, que parecía llamarlo a gritos, incitándolo a poseerlo, a hacerlo suyo sin control… pero si no quería perderlo, debía resistirse a caer bajo el hechizo que la simple presencia de aquel ser era para él… uno que le resultaba muy difícil de eludir…. Más aún cuando lo sintió introducirse en la cama e ir buscando el contacto con él, notando sus brazos en la espalda, posando sus manos en ella, regalándole sutiles caricias que lo hacían temblar levemente… como hacía tiempo ya que no lo sentía.

“Tengo frío… ¿le molesta si duermo aquí?”, era lo que le había dicho, tras haberse pegado a su cuerpo, y le encantó ver aquel gesto de negación con la cabeza que le permitía seguir rozándole; y juraría que ahora podía sentir incluso más calidez desprendiéndose del cuerpo de Yunho, claro que, también el suyo había aumentado ligeramente de temperatura. Poco antes de caer dormido finalmente, su brazo se había ido deslizando por la cintura del joven Jung, abrazando su cuerpo, y su mano pronto encontró una abertura en la ropa que éste llevaba y que le permitió sentir el cálido tacto de aquella piel, que provocó que la suya se erizase por completo; más, cuando sus dedos acariciaron y presionaron aquel fornido pecho, para apegar más sus cuerpos, y una de las manos de Yunho, entrelazó sus dedos con la suya.

Si aquel abrazo que lo envolvía en parte, si aquella mano que acariciaba su pecho deslizándose por el interior de su camisa, si esa dulce respiración acompasada que le golpeaba la nuca… si todo aquello era un simple sueño, él no quería despertar… quería seguir sintiéndolo… por eso no abrió los ojos, ni aun cuando su mano se entrelazó con la de él, mostrándole que era real, no soportaría ver como se desmoronaba esa bella ilusión.

Así había empezado a dormir con él cada noche, esperando que en algún momento se diera por aludido, es decir, se percatase de que lo hacía para que él lo abrazara fuertemente, lo envolviera con ternura o pasión entre sus brazos y le confesase lo que él ya intuía, que le amaba… a quién pretendía engañar… se estaba poniendo en bandeja… ¿cómo era posible que no se diera cuenta?... ¿que no había notado que lo que quería era hacerle perder el control y que lo poseyera?... de hecho, le avergonzaba en cierta forma, el ser consciente que, desde que Yunho y él habían dormido desnudos y abrazados aquella vez, sólo pensaba en cómo sería el joven Jung en la cama y su deseo de sentirlo. Después de una semana, más o menos, y teniendo en cuenta que los resultados no eran muy diferentes, estaba planteándose el cambiar de táctica y ser un poco más… radical, más… directo.
“No… no otra vez…” era lo que le pasaba por la cabeza esa mañana, mientras sostenía entre sus manos aquel mensaje lacrado. Cuando había despertado, seguían como durante la noche, él aún abrazaba a Yunho, y éste todavía mantenía su mano prisionera con la suya; así que había tenido que soltarse delicadamente, para no despertarlo, mientras le dedicaba esa sonrisa que no se le borraba de la cara desde que él regresase de Seúl, y se preguntaba cómo había llegado a amarlo tanto; después lo cubrió nuevamente con la ropa de la cama, y antes de ir a la cocina a preparar el desayuno, le robó un beso en los labios, estaba feliz de tenerlo cerca otra vez. Había encendido el fuego y puesto algo de agua a calentar; estaba por cortar los alimentos, cuando oyó como llamaban a la puerta; imaginó que sería Sun Gen o Changmin, pues ninguno de los dos había llegado aún a la casa, y fue a abrir rápidamente para que no despertasen a Yunho, quien seguro estaba cansado del viaje que había hecho con el señor Hyo a una villa no muy lejos, pero sí lo suficiente como para que se hiciera pesado el ir y volver en el día, y lo único que querría hoy sería dormir todo lo posible, pero a quien encontró al otro lado de la puerta cuando abrió, fue a un mensajero, quien después de cerciorarse que era la casa del señor Jung Yunho, le hizo entrega de una carta certificada… una misiva… que volvía a tener el sello de la casa real…

Cuando Gen llegó a casa, su amigo estaba cabizbajo, y le confesó que estaba debatiéndose entre tirar o no aquella carta al fuego, antes de que él pudiera leerla… no quería que volviera a marcharse… es más, esta vez, juraba haber tenido un mal presentimiento al sostener la carta entre sus manos, una vez el mensajero se la dio… como si algo en su interior le hubiera dicho que si le dejaba marchar, algo malo le pasaría. Y, aunque debía confesar que ella creía en eso de las primeras impresiones que te pueden dar las cosas, y que se debe seguir esa primera sensación… esta vez tuvo que decirle que igual se equivocaba, y que lo mejor sería que le diese la carta a Yunho, no fuera que se enterase de alguna forma que él la había destruido y se enfadase con él; y enseguida vio como su amigo se puso tenso, nervioso ante aquella posibilidad, y decidió que le haría caso, que le entregaría el mensaje, aunque aquello significase volver a estar sin él unas semanas.

No era muy normal que unos sirvientes y sus señores comieran juntos en la misma mesa, de hecho, Changmin podía asegurar, poniendo su mano en el fuego sin quemarse, que ellos eran los únicos en toda Corea que lo hacían, pero teniendo en cuenta que él y Yunho habían sido amigos desde la infancia, y que Sun Gen y la mujer de su amigo, Jaejoongieh, también parecían ser amigas desde hacía tiempo, tampoco le parecía algo tan descabellado; ahora, lo que ya no era tan normal, era que todos estuvieran tan silenciosos y casi cabizbajos a la hora de la comida, como si cada cual estuviese centrado en su propios pensamientos, en su mundo…
Al terminar la comida, se acercó a la biblioteca con Yunho, quería preguntarle qué pasaba, si se había peleado con su esposa o algo, porque no le gustaba verlo así de cabizbajo, así de triste… pero su pregunta murió en sus labios antes de ser pronunciada, cuando vio sobre la mesa la carta con el sello del ministerio real.

- A tu esposa no le ha hecho gracia saber que tienes que volver a Seúl, ¿verdad? –dijo, seguro de que ese era el motivo por el cual ambos, principalmente, parecían tan decaídos durante la comida.
- Supongo… -sonrió, aunque no lo sabía de fijo, prefería pensar que esa era la razón por la que Jaejoong le había entregado el mensaje sin apenas mirarle a los ojos y la voz medio entrecortada, marchándose inmediatamente después, y se había pasado la mayor parte del día sin hablarle.
- ¿Cuándo tienes que ir? –quiso saber, más que nada por avisar a su familia, ya que, ahora que trabajaba para la familia Jung, cada vez que Yunho se ausentaba por varios días, él se quedaba a dormir en la casa, para proteger mejor a Jaejoongieh y Sun Gen, evitando así, lo máximo posible, que pudiera ocurrirles algo, como lo hiciera cuando fueron asaltados por aquel grupo de bandidos el mismo día que Yunho regresó a la casa, y no volvía a la suya hasta que su amigo estaba de regreso.
- Lo cierto es que… en la carta no me piden que vuelva a Seúl.
- ¿Cómo? –preguntó algo descolocado, pues, por regla general, las misivas reales solían ser citaciones a las que debías acudir, es decir, el rey o los ministros, o quien fuera el remitente de la carta, no te escribía para preguntarte cómo estás, si no para que fueras al palacio tal día, para hacer tal o cual cosa, o para ser juzgado...
- Es simplemente una carta de mi tío, Won Hyuk Mo, dándome las gracias por mi trabajo en la recepción del emperador japonés, y por unos documentos que le ayudé a redactar, antes de volver a casa, para el ministerio.
- Ah. –se limitó a expresar, para ambos era obvio, con este acto, que el tío de Yunho ya estaba empezando a aprovecharse de las ventajas de su cargo vitalicio.

Changmin y Yunho habían pasado prácticamente toda la tarde encerrados en la biblioteca, hasta que Jaejoong llamó a la puerta, indicándoles que ya era hora de que alguno de ellos acercase a Sun Gen a su casa, antes de que oscureciese, siendo Changmin el primero en ofrecerse, nuevamente, ya que, desde el día en que Jaejoongieh se lo pidiera, siempre había sido él quien la llevaba y la traía.
Cuando salió, ella ya llevaba un rato esperando en la puerta, pues él había dejado el caballo en su casa, por si su madre o su hermano menor lo necesitaban durante el día; de modo que debían ir a la casa de los Kim antes de acercarse al Muñecas. Aún quedaba un poco hasta llegar a su casa, cuando una chica, a la que él conocía bastante bien, se les acercó y les hizo pararse, poniéndose a hablar con Changmin, ignorando conscientemente a Sun Gen, mientras no paraba de manosearlo descaradamente.

Estaba cansada de esperar y ser ignorada de forma tan descarada, así que decidió seguir el camino ella sola, total… tantas veces lo había hecho, que ya se sabía de memoria el trayecto desde la casa Jung a la casa Kim, ya que Changmin casi nunca llevaba su caballo consigo, y empezaba a preguntarse si la mamá y el hermano pequeño, a quien aún no conocía, realmente lo necesitaban todos los días, cuando, supuestamente, ninguno de ellos trabajaba fuera del pueblo; allí lo esperaría, charlando un poco con su madre, para que la acercase a su casa, cuando tuviera a bien dejar de coquetear con aquella petarda, zorra, putón, lagarta y un largo etcétera de sinónimos de la misma palabra que pasó por su mente a la velocidad del más simple pensamiento, a la que lo único que le faltaba, era desnudarlo y hacérselo allí mismo… ¿cómo podía haber gente tan descarada? ¿que acaso no sabía lo que era el decoro?... pero si incluso ella, que había nacido y se había criado donde lo había hecho, en un local de alterne, de prostitución, sabía ser una señorita digna, decente… en fin, por ese mismo motivo, por ser de donde era… sabía también que había ese tipo de personas. Estaba a punto de abandonar el bosque de bambúes que rodeaba en cierta forma el pueblo, cuando empezó a sentirse seguida y a ponerse nerviosa, sobre todo porque veía moverse sombras entre los árboles a ambos lados de ella, por lo que no podía ser Changmin intentando gastarle una broma, que para ella en ese momento podría tener maldita la gracia, y empezó a maldecir la idea de haber salido sola del pueblo andando, como si el hecho de haber ido a caballo hubiera podido cambiar en algo las cosas; pronto llegó a un claro, y los hombres que la seguían, finalmente se dejaron ver, rodeándola y acercándose lentamente; ella estaba asustada y fue retrocediendo por inercia, sin pensar muy bien lo que hacía, intentando escapar de ellos, entonces notó como la abrazaban por la espalda, empujó lo suficiente para soltarse y se giró rápidamente con la mano levantada, dispuesta a darle un bofetón a quien fuera que le abordarse por detrás, no iba a ponérselo fácil a nadie, si querían hacerle algo, si querían abusar de alguna forma de ella, tendrían que luchar contra ella, porque tenía pensado defenderse con uñas y dientes antes de que le arrebatasen su bien más preciado, aquello que ni el mismísimo general Song Hyu Neul había conseguido, su virginidad.

- Vale, vale… lo siento. –dijo Changmin sujetando la mano de Sun Gen, que no llegó a golpearle- Siento haberme entretenido, perdóname. –le pidió, antes de atraerla hacia su cuerpo, rodeándola con sus brazos, y besarla en los labios.
- No... –dijo separándose con un empujón rápido y seco- no te perdono… me has dejado sola, mientras que tú estabas con esa… esa… -decía mientras señalaba en dirección al pueblo y quedándose sin saber cómo llamarla, porque todos los insultos que conocía, se agolpaban a una en su cabeza, luchando por salir al tiempo de sus labios.
- En serio… yo no quería hablar con ella, pero…
- Pues no parecías muy incómodo –le reprochó rápidamente, sin dejarle explicarse
- Espera… ¿estás celosa? –preguntó arcando una ceja, viendo la pose de reclamo que había adoptado Sun Gen, quien había puesto sus manos sobre sus caderas, con los brazos en jarra y la mirada, fija en él, llena de reproches a la actitud que había tenido cuando aún estaban en el pueblo y se paró a hablar con aquella mujer.
- ¿Celosa? ¿yo? ¿de quién? ¿de aquella asquerosa que no paraba de toquetearte y a la que lo único que le faltaba era un cartel que pusiera “Changmin hazme tuya”? por favor, no digas tonterías… -y se giró, dándole la espalda nuevamente, porque, aunque lo estaba, muerta antes que admitirlo ante él, antes de decirle que se había marchado, además de porque ambos la ignoraban, por no arrastrarla de los pelos por todo el pueblo bien lejos de él.
- Oh… -¿por qué será que no se creía ni una palabra de lo que le decía Sun Gen?- pues… quien sí que tiene motivos para estar celoso, soy yo.
- ¿Qué? –preguntó, girándose rápidamente, sorprendida.
- Mira no más… -respondió haciendo un gesto con las manos, señalando a su alrededor- te dejo andar apenas unos metros sola, y ya estás rodeada de hombres…
- No es mi culpa… fueron ellos los que vinieron, no sé con qué intención. –se defendió de aquella acusación, como si ella hubiera intentado coquetear con todos aquellos hombres al igual que aquella lagarta lo había hecho con él… ¿pero qué clase de mujer se pensaba él que era ella?
- ¿Quisieron hacerte daño? –preguntó, envolviéndola nuevamente entre sus brazos, sin pararse a pensar mucho si a ella le gustaría o no- Porque si es así… lo pagarán. –añadió, clavando su mirada en los ojos negros de Sun Gen, quien empezó a temblar ligeramente en su abrazo.
- Tal vez… -se vio obligada a esquivar aquella mirada, porque sentía que si lo seguía mirando… volvería a besarlo y se dejaría llevar, y eso no lo hacía una chica decente, una mujer que había jurado, a los antepasados de su familia, entregarse íntegra, sin mácula alguna en su honra, a su esposo el día de su matrimonio- no… espera… -dijo, cuando Changmin la soltó y se encaró con aquellos hombres- no me seas burro… Changmin… por favor… -añadió al verlo liarse a puñetazo limpio sin mediar media palabra y ella se tapaba parte de su rostro, mordiendo el interior de su labio inferior, meneando la cabeza resignada.
- Nadie te hará daño en mi presencia, -sentenció, sacudiéndose las manos después de haber dejado bastante magullados a aquellos pobres diablos, que no alcanzaban a entender cómo un hombre solo les estaba dando semejante paliza, y se acercaba nuevamente al lado de Sun Gen- porque a quien se atreva a ponerte la mano encima… me lo cargo.
- No tienes remedio… eres igual de bestia que tu amigo. –dijo, recordando alguna de las reacciones de Yunho, sobre todo cuando éste defendía a Jaejoongieh, como aquel día en que por poco la deja huérfana de padre, así que… podía ser cierto lo que su amigo decía, y que él correspondiera realmente aquellos sentimientos que el moreno le procesaba.
- ¿Qué te molestó que te protegiese? –preguntó, abrazándole otra vez, entrelazando sus dedos a la altura de la cintura de Sun Gen, apegándola así lo más posible a su cuerpo.
- No. –le sonrió, y el rostro de Changmin fue buscando nueva cercanía con el suyo, pero, antes de que volviera a darle otro beso, lo separó dulcemente, empujando con suavidad su pecho hacia atrás- Es tarde… -se excusó; en verdad quería besarlo, pero no quería que él malentendiera su predisposición, es decir, que pensase que por venir de donde venía, era una chica fácil, o una con la que pasar un buen rato sin importar nada más… ella estaba enamorada, y si él la besaba… quería que fuese por amor y no por ir iniciando el camino hacia su cama, para calmar su calentón o ser otra marca más, un nombre más en su lista de conquistas, que se imaginaba algo larga.
- Lo siento. –se disculpó, por haber intentado besarla nuevamente; bueno, la verdad era que si tenía que ser sincero consigo mismo, lo que realmente sentía… era que ella le hubiera rechazado ese segundo beso, que él se moría por darle.

Ambos emprendieron de nueva cuenta el camino a casa de los Kim, pero esta vez en silencio, aunque todas aquellas palabras que no se decían con los labios, lo hacían con sus miradas, que se esquivaban y buscaban, haciéndoles sonrojar levemente y apartarlas en cuanto eran descubiertos, pero volviendo a mirarse, en cuanto pensaban que el otro no le miraba; notando como el corazón les golpeaba fuertemente dentro del pecho cuando sus ojos se encontraban y por unos segundos se sostenían la mirada, o por el simple recuerdo de aquel beso que se habían dado…

Yunho estaba agradecido a Changmin, por ofrecerse en acercar a Sun Gen todos los días, ya que aquello le permitía el poder pasar más tiempo con aquella persona que le quitaba el sueño; pero aquella mirada tan triste que había en el rostro de Jaejoong esa tarde, realmente, lo hacía sentir mal, verlo tan cabizbajo... era superior a él, no podía soportar verlo tan apagado, tan bajo de ánimo; si bien, cada vez que le había querido preguntar qué le pasaba, pues necesitaba saber qué le ocurría, surgía algo que se lo impedía; primero, que le dijera que ya tenía el baño listo y él tuviera que ir, pues el agua se enfriaba enseguida con las bajas temperaturas que estaban haciendo durante esos días, después, que la cena ya estaba servida, y con la que pasaba poco más o menos lo mismo que con el baño… de modo que ahora estaba en la cama, volviendo a luchar contra el impulso de abalanzarse sobre el cuerpo de Jaejoong y devorarlo, y sin saber porqué esta vez, aunque había sido él quien había vuelto a acercársele, lo sentía tan frio.

- ¿Te ocurre algo? –le preguntó mientras le daba la espalda y esperaba que le abrazase como cada noche.
- No… nada… ¿por qué lo pregunta? –para Yunho era obvio que estaba mintiendo, porque podía ser que no lo viera, pero sabía perfectamente que aquellas palabras medio entrecortadas y ahogadas, eran pronunciadas intentando esconder un silencioso llanto.
- Ya veo que olvidaste la promesa que nos hicimos… -se quejó, girándose lo suficiente para quedar bocarriba en la cama, lamentando que ante esa acción, Jae debiera separarse de él- Prometimos decirnos la verdad. –le recordó mirándole a los ojos, mientras secaba aquellas lágrimas que Jaejoong había derramado, pensando que él no vería al estar de espaldas, pero que en esta nueva posición y a la luz de la vela que aún seguía encendida, iluminando la habitación, resultaban visibles, pues brillaban ligeramente sobre sus mejillas, acariciando una de éstas con el pulgar de una de sus manos- ¿Qué te ocurre? –volvió a preguntar, sin dejar de acariciar el rostro de Jaejoong.
- Yo… yo… -se aproximó rápidamente más a él y aferró con una de sus manos la camisa de Yunho a la altura del pecho de éste- Por favor… yo… no quiero que vaya… a esa carta… no le haga caso, por favor… yo… no… -decía entrecortadamente a causa del llanto que había vuelto a hacer acto de presencia, mientras intentaba ocultarlo, en vano, escondiendo su rostro contra el pecho del castaño- no quiero que vuelva a Seúl… no quiero que le pase nada malo.
- ¿Qué? –preguntó extrañado, notando aún la respiración de Jaejoong golpearle parte del pecho que había quedado al descubierto por el agarre, erizando su piel, y las lágrimas mojándolo leve y lentamente; hasta que levantó su rostro y le preguntó mirándole a los ojos, temeroso de la respuesta que fuera a darle- ¿Te ha dicho algo Changmin sobre lo del destierro de mi familia?
- No. –negó, mirándolo sorprendido ante esa revelación, volviendo a sentir la mano de Yunho acariciando su mejilla, secando las lágrimas que habían vuelto a recorrerlas unos momentos antes- ¿El destierro no es el castigo a criminales contra la corona? –preguntó, intentando entender qué relación tenía esa pena con la familia de su adorado Yunho.
- Mi padre… intentó matar al rey antes de que éste accediera al trono. –se vio obligado a confesar, apartando la mirada, como temiendo que él pudiera reprocharle algo; no en vano, en la época que estaban viviendo, se solía juzgar a toda la familia por el delito que cometía el patriarca, así que era completamente normal que estuviera temeroso de la reacción de la persona más importante de su vida.
- Ya veo…
- Pero… si no sabías eso… entonces… ¿cuál era el motivo por el que no quieres que vuelva a Seúl?
- Es que… tuve un mal presentimiento cuando vi esa carta… pero… si le han pedido que vaya… supongo que no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo. –dijo bajando su rostro, ignorando que para Yunho bastaba apenas unas palabras suyas y se quedaría a su lado por siempre- Debe seguir la orden que le den, y yo… sólo puedo desearle un buen viaje y esperar por su regreso.
- No tengo que ir… -y Jae levantó rápidamente el rostro, mirándole lleno de dudas, como no creyendo lo que escuchaba- La carta solo la escribió mi tío para agradecerme una ayuda que le presté… no para que me vaya a Seúl. –sonrió al ver como los labios de Jaejoong se curvaron en un sonrisa también.
- ¿Eso significa que se queda conmigo? –Yunho asintió, abandonando su mano la mejilla de Jae, para aferrar dulcemente aquella mano ajena situada en su pecho- ¿De verdad? ¿me lo promete?
- Te lo prometo.
La mano de Jaejoong pronto se zafó de la de Yunho, quien no tardó en sentir casi todo el peso del cuerpo de su amor sobre el suyo, y los brazos de éste enroscarse alrededor de su cuello, en un abrazo tan fuerte, que casi lo deja sin aire… después, le regaló un beso en la mejilla, volvió a enmarcar con una sonrisa un “buenas noches”, y lo sintió ir colocándose, situando su hombro bajo su brazo, usando su pecho de almohada nuevamente, acariciándole con aquella mano que no había abandonado apenas su torso desde que se posase en él…. “Buenas noches”, respondió, envolviéndole entre sus brazos y depositando un breve beso sobre su cabello; si había sido Jaejoong quien se había puesto ahí, no había nada de malo en disfrutar del calor que desprendía su cuerpo, ¿verdad?, no pasaba nada si se dejaba embriagar por el dulce olor de los cabellos negros de su amor, que ahora estaban haciéndole algo de cosquillas en la nariz, ¿cierto?... no pasaría nada si… ¿él intentaba algo más?... mientras Jae no lo rechazase… ¿sería tan condenable el aprovecharse y disfrutar de las caricias, de los besos… que él quisiera darle o recibir?; pero es que, estuviera mal o bien, él sentía que lo necesitaba, todo aquello, para seguir viviendo, aunque estuviera muriendo al tiempo.

Una nueva mañana había amanecido, y sus labios volvieron a robar besos… uno sobre aquel pecho desnudo, que se erizó al contacto de su aliento, provocándole una sonrisa divertida y pícara, y otro a aquella boca que, en la noche, le hiciera la promesa de permanecer a su lado; maldiciendo, sólo en parte, que él no se hubiera despertado y respondido a aquellas caricias, porque por otra se hubiera muerto de vergüenza. Se levantó, finalmente, dejando una última caricia en aquella cálida y bronceada piel, y se acercó a la cocina a ir preparando el desayuno, Yunho no tardaría mucho más en despertarse y Changmin y su amiga, Sun Gen, tampoco tardarían en presentarse, todos con bastante hambre, esperando uno de sus ricos platos.

El camino desde el Muñecas a la casa de su amigo, Jung Yunho, se estaba haciendo mucho más largo que de costumbre, aunque fueran por el camino de siempre y a caballo, pero con Sun Gen sin querer dirigirle la palabra desde que salieran, de hecho sólo le había dicho adiós a su madre y a él no le había dedicado ni un mísero “buenos días”, ni siquiera había consentido a dejarle ayudarla a subir, como otros días había hecho… Changmin sentía que el tiempo pasaba muy lentamente. Entre tanto silencio, empezó a preguntarse qué era aquello que había hecho para que ella no quisiera hablarle, aunque lo único distinto a otros días, era el beso que le robó ayer, pero… si no recordaba mal, ella le había respondido, había sentido sus labios moverse contra los suyos…, ¿entonces…?
- So… -ordenó al caballo, y tras un tiempo en que estuvieron parados y en el que lo único que consiguió fue una mirada de “explícame a qué viene que detengas el caballo a más de la mitad de camino”, añadió- ¿Ni siquiera por esto vas a hablarme? ¿no vas a regañarme? ¿no piensas pedirme explicaciones? ¿se puede saber qué te he hecho yo?
- … -ni una sola palabra salió de sus labios, se limitó a girarle la cara.
- Muy bien… -se bajó del caballo y se sentó sobre la roca más cercana que vio al borde del camino- Tú te niegas a hablarme, yo me niego a moverme. –dijo, cruzándose de brazos algo molesto, de espaldas a Sun Gen, quien no podía creerse la actitud de niño chico que Changmin estaba adoptando en ese momento, llegaban tarde, y encima le hacía eso… pero ella no tenía la intención de quedarse ahí esperando a que al niño se le pasara el cabreo y pudieran seguir adelante, así que tomó las riendas del caballo y lo hizo empezar a andar; si bien, frenó y volvió sobre sus pasos a unos pocos metros, no podía dejar a Changmin ahí, aunque no hubiera hecho ni el intento de detenerla cuando quiso seguir ella sola al igual que el día anterior, lo quería demasiado como para dejarlo tirado, y por su cabeza pasó la posibilidad de que quizás, sólo quizás, ella se hubiera excedido un poco con su pataleta, pero es que no iba a perdonarle tan rápido, no iba a fingir que nada había pasado, cuando sí que había pasado…
- Es que… -empezó a decirle, cuando se sentó a su lado, pero no sabía muy bien como continuar, ya que, en verdad, él no había hecho nada que a ella le molestase tanto, de hecho, le había gustado- No deberías haberme besado… -¿cómo creerse eso ella misma, si estaba deseando que lo volviera a hacer, en el mismo instante en que sus ojos volvieron a cruzarse?
- Ya te pedí perdón…
- Me pediste perdón cuando no te dejé que me besaras por segunda vez. –especificó, lamentándose de haber sido ella misma quien lo detuvo.
- Es que… -¿qué podía decir, si la había besado la primera vez sin pensar y ahora lo único que tenía claro es que quería volver a hacerlo?- Yo…
- Sólo… -le cortó- no vuelvas a besarme porque sí, ¿de acuerdo? –era lo único que necesitaba, saber que había una razón para cada beso que él quisiera darle.
- De acuerdo. –sonrió, ahora solo faltaba encontrar buenas excusas para poder besarla sin que eso desembocase en que ella no le hablara al día siguiente, se puso en pie y le tendió la mano a Sun Gen para ayudarla a levantar- Llegamos tarde.
- ¿Y de quién es la culpa? –preguntó arcando una ceja.
- Perdona… -le pidió con una sonrisa, mientras la ayudaba a subir al caballo- Será mejor que te agarres. –dijo cuando subió él.
- Está bien. –y se abrazó a la cintura de Changmin, notando como su corazón se iba acelerando, casi al mismo ritmo que el galope del caballo.

Cuando llegaron a la casa Jung, la estampa volvía a ser la de todos los días, Jaejoongieh sonriente, comentándole a Yunho, que volvía a tener cara de recién levantado y bostezaba cada poco, por el sueño que aún estaba presente en su cuerpo, todo lo que tenía pensado hacer en el día, mientras les servía a todos el desayuno.
Tanto Changmin como Sun Gen, mintieron al respecto del motivo que les había hecho llegar un poco más tarde de lo que acostumbraban, echándole las culpas al caballo, cuando el pobre animal nada había tenido que ver en aquella discusión de enamorados, pero no se sentían con valor, o con la suficiente confianza, como para soltar la verdad mientras desayunaban los cuatro juntos; aunque cada cual sabía, que en cuanto se quedasen a solas con su amigo, le acabarían diciendo la verdad, o dejándosela caer de un modo u otro, antes o después, pues era sólo cuestión de tiempo que alguno de ellos confesara lo ocurrido la tarde anterior, aquel primer beso.

Aunque Jaejoong se había pasado casi toda la mañana en su nube, aquella que formaba la promesa de Yunho de no irse de su lado, la verdad es que se había dado cuenta del silencio que guardaba su amiga, quien, por regla general, ya le habría contado los chismes de medio pueblo, y hoy, sin embargo, apenas había abierto la boca para darle recuerdos de parte de su madre y Jeon Bo; de modo que era obvio que algo le pasaba, y, como pese a toda la educación que había recibido, su naturaleza seguía siendo la masculina, pues el tema de la delicadeza o sutileza, no es que fuera su fuerte precisamente, así que le preguntó directamente que si el que estuviera tan callada, tenía algo que ver con Changmin, obteniendo como respuesta, una expresión muda de completa sorpresa y un rostro cubierto de un rojo rabioso, dándole a entender que había dado justo en el clavo; ahora, que lo que no se esperaba era que su amiga le confesase que el primer beso que le habían dado, mejor dicho, que el primero que le había hecho estremecerse de placer y no de miedo, había sido el de Changmin la tarde anterior, si bien, le había hecho jurar varias veces que no le diría nada a ninguno de los dos, bajo amenaza de no volver a ser su amiga por los restos de su vida.

Yunho no salía de su asombro; habían ido a la biblioteca, donde se pasaban las tardes revisando todos y cada uno de los libros que allí había, casi todos de registros de nacimientos, o mapas con las localizaciones de las distintas aldeas que componían el reino de Corea casi desde el nacimiento del mismo, pero Changmin no parecía estar en esa habitación, es decir, su cuerpo sí, pero su mente estaba a kilómetros de distancia; así que le había preguntado qué era aquello que lo tenía tan pensativo, teniendo como respuesta que había besado a Sun Gen el día antes, y que, desde entonces, lo único que pensaba era en ella y en el deseo que tenía de volver a besarla; también le confesó, sonriendo nerviosamente, que ella le había dado permiso para volver a hacerlo, eso sí, siempre que tuviera una muy buena razón para hacerlo, y que se estaba volviendo loco, devanándose los sesos, buscando el momento y el motivo oportuno para que aquellos labios volvieran a ser suyos, y ella no le cruzase la cara de un guantazo o no le hablara ni apenas le mirase, porque ambas cosas dolían, y mucho. Y, aunque él no lo sabía, y tal vez nunca lo supiera, había sido obligado a realizar la misma promesa que su adorado Jaejoong, no contarle nada de lo que le había sido desvelado a nadie, bajo la misma amenaza.

El resto del día, transcurrió como cualquier otro; Jae y Sun Gen estaban por su lado, limpiando la casa, lavando la ropa y extendiéndola para que se secase… mientras que Yunho y Changmin seguían dentro de la biblioteca, traduciendo algunos documentos que debía llevarse el patriarca de la casa Hyo, en su regreso a Japón.

Llegado el momento, el escolta de los Jung empezó a acompañar, una tarde más, a la cocinera, dama de compañía, sirvienta… pues ejercía un poco de todo, a su casa, y una vez más, aquella mujer se le acercó y empezó a manosearlo; pero esta vez, cuando Gen empezó a andar sola, no con intención de salir del pueblo, no estaba tan tonta como para volver a hacerlo y arriesgarse a que le ocurriera lo del día anterior, si no de acercarse a la del doctor para hablar un rato con él, Changmin la detuvo, sujetándola del brazo.

- ¿Qué crees que haces? –le recriminó.
- Deja a esa vieja, Min. –dijo aquella mujer, sin permitirle contestar a Changmin siquiera, mirándola con superioridad, provocando que ella le cogiera más rabia de la que ya por sí le tenía, e hiciera un gesto, apretando los puños, de aguantarse más claramente las ganas de arrastrarla de los pelos.
- Min Hee… -le reprochó severamente- No consiento…
- Déjalo Changmin. –dijo Sun Gen, no iba a darle el gusto a aquella niñata de montarle un espectáculo en plena calle que la hiciera quedar de víctima a los ojos de él, además, era obvio que tenían algún tipo de relación, teniendo en cuenta que lo trataba con mucha, pero que mucha familiaridad- Pero ya se está haciendo tarde. –y, tomándolo de la mano, empezó a caminar, no iban a volver a hacerle lo del día anterior, ni hablar.
- Espera un momento. –dijo, aquella mujer, tirando del otro brazo de Changmin- Él y yo aún no hemos terminado de hablar.
- Me importa poco. –respondió ya de los nervios, pero qué se había creído aquella cría- Vamos. –ordenó, tirando nuevamente del brazo de su castaño favorito.
- Él se queda. –volvió a tirar Min Hee.
- Él se viene conmigo. –tiró hacia el lado contrario Sun Gen, provocando, con los constantes tirones, que el pobre Changmin fuera zarandeado de un lado a otro, cual si se tratase de un muñeco de trapo.
- Ya basta. –gritó él, ya cansado del continuo tira y afloja que se llevaban las dos, que amenazaba con desencajarle los brazos de su sitio, haciendo que ambas le soltasen al tiempo, por lo inesperado de su reacción.
- Perdona. –pidió Sun Gen, bajando el rostro avergonzada.
- Ay Min… me asustaste… -dijo Min Hee, volviendo a acercársele, cogiéndose nuevamente del brazo del chico, abrazándolo, haciendo que éste se hundiera, descaradamente, entre sus pechos; dedicándole una sonrisa de victoria a Sun Gen, que la hizo fruncir el ceño, y girar la cara.
- Primero de todo, Min Hee –dijo soltándose del agarre, sin demasiada delicadeza- ¿cuántas veces te he dicho que no me llames Min?
- Pe… pe…
- Segundo –dijo sin dejarla terminar- me cansa que me manosees tanto.
- ¿Qué? ¿desde cuándo? O es que… ¿me estás dejando por esa vieja? –preguntó realmente molesta, señalándola con notable desprecio.
- ¿Qué me llamaste? –se le encaró, sin saber muy bien cómo no la agarraba de los pelos o se le caía a golpes.
- Sun Gen –alzó Changmin la voz, al tiempo que la tomaba de la mano- vámonos, dijiste que era tarde, ¿no?
- Sí. –respondió, empezando a andar, eso sí, girándose momentáneamente, y sacándole la lengua a aquella niñata, que se había quedado parada en el sitio.
- Perdóname –pidió, alzando un poco la voz, para que pudieran escucharla- Olvidé que no quieres que te moleste cuando estás trabajando; nos vemos luego.

Y la sonrisa de victoria que había en el rostro de Sun Gen, pronto derivó en un gesto de derrota; Min Hee estaba en lo cierto, Changmin sólo la acompañaba porque era su obligación como escolta de todos los miembros de la casa, porque ella era una mujer y él debía protegerla, asegurarse de que llegaba sana y salva a su casa o volvía a la de los Jung, aquel era su trabajo. Por otro lado, y aunque no le hiciera mucha gracia admitirlo, Min era de la misma edad o un año menor que él, así que era lógico que Changmin se sintiese atraído por ella antes que sentir algo por la persona a la que ahora tenía tomada de la mano; así que, lo mejor para ella, era empezar a intentar olvidarlo ahora, que aún no lo tenía clavado en su corazón, o eso creía, antes de que fuera demasiado tarde y ya no pudiera arrancarlo de su alma.

Mientras tanto, en la casa Jung, Yunho estaba tomando tranquilamente su baño, y Jaejoong preparaba la cena para ambos, un rico y calentito estofado de carne, que les haría entrar en calor. Después de cenar, se fueron a la cama, y Jae comenzó su “segunda fase” en la conquista de su amado, es decir, una vez que se desnudó y se puso rápidamente, y no como lo venía haciendo hasta ahora, la ropa para dormir, aprovechando que Yunho tenía por costumbre tumbarse bocarriba sobre la cama y estirarse, antes de taparse, tal y como lo hacía cuando iba a levantarse, se le abrazó y se colocó nuevamente usando su pecho de almohada, pero además, para desearle buenas noches, levantando un poco la cabeza, le robó un beso fugaz en los labios, y lo estrechó un poco más, mientras volvía a colocarse sobre su pecho, para después cubrir a ambos con la ropa de la cama, sin moverse apenas de aquella posición, que le permitía sentirlo con casi toda la superficie de su cuerpo; y un escalofrío recorrió por entero, al notar como Yunho aspiraba el aroma que desprendían sus cabellos y estrechaba entre sus brazos, depositando un tierno beso en su cabeza y deseándole buenas noches.

No podía ser que le estuviera ocurriendo lo mismo que el día anterior, eso tenía que ser una pesadilla… Gen volvía a no dirigirle la palabra, y el caso es que ayer en la tarde, él no se detuvo tanto tiempo a hablar con Min Hee, de hecho, recordaba perfectamente haberla cortado, y tomado a Sun de la mano para acompañarla a casa, dejando a la otra sola, entonces… ¿qué narices era lo que le pasaba ahora a la pequeña de los Kang con él? ¿qué era aquello que tanto le había molestado esta vez?. Pensó en preguntarle, pero era obvio que, si no le dirigía la palabra, mucho menos iba a darle una explicación de a qué se debía nuevamente esa actitud con él; también cruzó su mente el bajarse del caballo y negarse a dar un paso, al igual que hiciera el día anterior, hasta obtener una respuesta, pero también la desechó, temía que esta vez echase a andar al caballo y no regresase por él, y la casa de su amigo estaba a un buen trecho; y es que hoy, Sun Gen, parecía tan sumamente cabreada con él, que se sentía como si cualquier cosa que él hiciera, pudiera molestarla aún más, y no quería.
Al llegar a casa de Yunho, la cosa no fue mucho mejor, es más, allí se hizo más patente, si aquello era posible, el supuesto cabreo que Sun Gen tenía; aún no había terminado de desayunar, y ella ya le estaba retirando el plato, aunque también era cierto que era el segundo que estaba comiendo, aún así, siempre habían esperado a que todos los platos estuvieran vacios para quitarlos de la mesa y lavarlos. Pero ¿qué podía hacer él, si todavía no adivinaba qué era lo que le había hecho molestar tanto?, no podía pedir perdón por algo que no sabía, se oiría bastante falso, y, seguramente, haría que ella se enfadase más al darse cuenta de lo vacio de aquella disculpa; así que se pasó toda la mañana dándole vueltas a la cabeza, intentando no ser él ahora quien se enfadase por la actitud de niña chica que había adoptado Sun Gen, para ver si lograba saber cuál era el maldito motivo por el que su adorada Sun se comportaba así con él.

Estaba claro que la cabeza de Changmin, como la vez anterior, no se encontraba en ese cuarto, y no necesitaba el poder de leer los pensamientos, para saber que se debía a lo que había pasado en la hora del desayuno, cuando él y Jaejoong se habían quedado mirando el uno al otro, como preguntándose con la mirada, ya que ninguno alcanzaba a entenderlo, qué era lo que les había pasado para que parecieran estar peleados. Ahora su amigo, se dedicaba a pasear por delante de las estanterías, como si estuviera buscando algún libro o pergamino, pero sin encontrarlo, porque, en verdad, ni siquiera miraba lo que tenía delante, y porque Yunho sabía que la respuesta a las preguntas que se estaba haciendo Changmin, no se encontraban entre aquellos papeles que se amontonaban de forma ordenada en cada una de las baldas de aquellas estanterías.

Algo había pasado entre el amigo de Yunho y su amiga, resultaba más que obvio que, por algún motivo, ella estaba molesta con Changmin; pero no sabía qué era lo que había podido ocurrir, si hasta ayer mismo, antes de irse, ella le había dicho que él la había besado y que le había gustado, entonces, ¿qué le había hecho?

- Sun Gen, ¿podemos hablar? –cuestionó a su amiga, mientras ambos extendían la ropa lavada, en unas cuerdas que había en el jardín, cerca de la casa.
- Claro, tú dirás…
- ¿Ha pasado algo con Changmin? ¿te hizo algo malo?
- ¿Qué? –preguntó con algo de nervios reflejados en el quebrado de su voz y un ligero sonrojo, al sentirse pillada, otra vez, pensando en él- No.
- Entonces… ¿puedes explicarme que ha pasado en el desayuno?
- Oh, eso…
- Sí, eso…
- ¿Por qué tiene que ser así el amor, Jaejoongieh?, ¿ah?, ¿por qué tenemos que enamorarnos de quien quizás no nos corresponda nunca?
- ¿Sun Gen? –preguntó algo perdido, pero rodeando a su amiga en un dulce abrazo, que ella había ido buscando, tal parecía que esta vez le tocaba a él ser quien consolase un corazón que amenazaba con romperse por amor.
- Tengo que olvidarlo… todo lo que siento por él… aish… ¿por qué tuve que enamorarme? –lloraba entre los brazos de su amigo, que le acariciaba tiernamente el cabello- Hay otra persona en su vida… Jaejoongieh… hay otra mujer… y… y… ella se ve bonita, y… es más joven… y… seguro que él también la ve mejor partido que yo… y… y yo…
- A pesar de todo no consigues dejar de amarlo. –Sun Gen asintió- Eso es el amor.
- Apesta… -y en esta ocasión fue Jaejoong quien asintió con una sonrisa, por aquel comentario, Sun tenía razón, amar así, apesta, duele… pero...
- Aún así…
- No podemos evitar sentir lo que sentimos. –dijo separándose, sin deshacer el abrazo, mirando a su amigo a la cara, provocando que ambos se sonrieran, uniendo sus frentes, mientras las manos de Jae acariciaban las mejillas de Sun Gen, enjugando aquellas lágrimas que aún permanecían en su rostro.

Arrugó la hoja de papel que tenía entre sus manos, escuchando, tal si fuese un eco lejano, a su amigo llamarle, seguramente aquel documento era importante, aún así… pero… es que no podían estar bien los sentimientos que estaba teniendo justo en ese momento, mientras miraba por la ventana.

- Changmin… ¿se puede saber qué te pasa? –le preguntó su amigo, mientras se acercaba a donde él estaba, levantándose al fin de la mesa, en la que había permanecido toda la mañana.
- Que no puedo estar bien… no puede tener sentido que tenga celos de tu mujer… -confesó, con su mirada centrada en el otro lado de la ventana, donde contemplaba a Jaejoongieh abrazando a Sun Gen, a SU Sun Gen, la veía acariciando su mejilla, sonriéndose con complicidad…
- Créeme, tiene más sentido del que piensas… -dijo apretando los puños, y el sonido de dolor e ira mezclados en su voz, hizo que Changmin lo mirase confundido.
- ¿Yunho? –lo llamó, extrañado, al verlo salir de pronto de la biblioteca.

Aún tenía el rostro de Sun Gen entre sus brazos, limpiando aquellas lagrimitas que amenazaban con brotar de los ojos de su amiga, cuando escuchó a Yunho llamarle y lo sintió tomarle del brazo, ¿por qué parecía enfadado?, y él solo atinó a soltar a Sun Gen, mientras sentía aquella mirada fija en él.

- Vamos a entrenar. –otra vez los celos lo habían dominado, porque sabía perfectamente que era eso lo que hacía que le doliera ver a Jaejoong con alguien más que no fuera él.
- ¿Ahora? –preguntó descolocado, últimamente no era muy normal que Yunho quisiera entrenar con él.
- Sí, ahora. –lo necesitaba… necesitaba sentirlo entre sus brazos, tocarlo, acariciarlo… notar como él lo tocaba… sentir que, al menos una parte de él, le pertenecía.
- Como ordene. –respondió, e iba a entrar a la casa para cambiarse, pero Yunho le volteó violentamente, sujetándole del brazo.

Lo necesitaba ya… no podía esperar… aquellas manos debían tocarle en ese preciso momento, o juraba que el dolor y los celos le harían cometer alguna locura…. Empezó a atacarle sin mucho miramiento, haciendo que Jaejoong tuviera que defenderse, todo y que le costó un poco al principio… pero pronto las manos de su amor rozaban las suyas, cada vez que éste evitaba que le golpease el rostro o cualquier otra parte de su cuerpo; y tampoco tardaron en venir los contragolpes… obligándole a él a defenderse… a ser él… quien acariciase las manos que intentaban agredirlo, hasta que consiguió hacer presa una de las muñecas de Jaejoong, y con una llave lo tiró al suelo; no tardando en ponerse a horcajadas sobre él, sintiéndolo forcejear bajo su cuerpo, colocando el brazo que aún mantenía preso en su agarre, por encima de la cabeza de Jae.

- ¡Yunho! –escuchó gritar a Changmin- ¿Te volviste lo… co?- preguntó, colocando, en un intento de separarlos, una mano sobre el pecho de su amigo y otra sobre el de Jaejoong- No… no… tie… -decía tocando lo que se supone que debería estar ahí, pero no de esa forma
- ¿Te importaría quitarle las manos de encima a Jaejoongieh? –pidió, sin disimular en lo mínimo el enfado que tenía.
- Perdón… -se disculpó
- Tenemos que hablar. –dijo, tras incorporarse, e indicándole con un gesto de su cabeza, que lo siguiera hacia el interior de la casa.
- Cla… claro…

Sun Gen se había marchado, en cuanto Yunho pronunció las palabras “vamos a entrenar”, a preparar algo de beber, que les ayudase a recuperarse del duro entrenamiento, era algo que siempre hacía, es decir, siempre que ambos practicaban juntos, porque cuando era el señor Jung quien lo hacía por libre, entonces era Jaejoongieh quien se encargaba de prepararlo todo. Estaba yendo de vuelta al jardín con la bandeja, cuando vio pasar a su lado a Yunho, y a Jae cabizbajo, sentado en el suelo, colocándose la parte superior de su hanbok en su sitio, aunque más bien era como si estuviese cubriéndose con ella; y su primer instinto, después de dejar caer la bandeja con todo lo que llevaba, fue correr hacia su amigo, jurándose interiormente que, pese a lo que el moreno pudiera sentir, mataría a Yunho si había osado forzarle de algún modo; y tan centrada estaba en Jaejoong, que no se percató de Changmin, hasta que chocó con él, quien, al separarse, pronunciando un “lo sien…to”, había tocado su pecho, por lo que recibió una sonora cachetada, que le dejó todos los dedos marcados, de un vivo rojo, sobre la piel de la mejilla; después de eso, volvió a centrarse en Jae, acercándose a su lado.

- ¿Estás bien? –preguntó realmente preocupada
- Sí… no te preocupes… -respondió algo nervioso- Changmin… acaba de descubrir que soy un hombre. –añadió, clavando su negra mirada en la de Sun Gen, haciéndole notar el miedo, las dudas…
- Tranquilo… -dijo respirando, ligeramente aliviada- Todo saldrá bien. –le sonrió.
- ¿Por qué le pegaste?
- Me tocó el pecho…
- Pero fue accidental.
- No…
- Sun Gen… -le reprochó, ¿es que su amiga pensaba que Changmin sólo vivía para fastidiarla?
- Jaejoongieh… dijo “lo siento” mientras me tocaba… -le explicó, colocando la mano sobre el pecho que le había tocado, apretándolo, para que entendiera el modo en que había pasado todo; y aquello lo dejó desconcertado, jamás pensó que Changmin fuera tan… ¿directo?

Por otro lado, de vuelta a la biblioteca, Yunho y Changmin permanecieron un par de minutos en silencio, si bien, parecieron eternos, hasta que el más joven de los dos, empezó a hablar.

- Sabes que tu esposa es hombre, ¿cierto?
- Sí.
- Pero… cuando yo te pregunté si la amabas… me dijiste que sí.
- Porque lo amo.
- ¿A… a un hombre?
- Sí. –respondió, después de desviar su mirada de la de su amigo.
- ¿Cómo…?
- No lo sé… de pronto me encontré con que… ya no sabía estar sin él. –confesó, volviendo a mirarle a los ojos.
- … -Changmin expulsó algo de aire por la nariz, resignado- Bueno… a estas alturas no voy a extrañarme… aunque… pensé que tú eras distinto…
- … -una sonrisa ligeramente sonora, se dibujó involuntariamente en sus labios- Yo también lo pensé… pero ya ves… Min…
- No tienes que pedírmelo… sabes demás que no diré nada. –le sonrió cómplice.
- Oh… -recién se daba cuenta de algo- ¿Qué te pasó en la cara? ¿ti… tienes una mano marcada?
- ¿Eh?, sí… Sun Gen…
- ¿Sun Gen? –preguntó sorprendido, pues jamás se imaginó que ella pudiera golpear tan fuerte- ¿Por qué?
- Le toqué el pecho… conscientemente. –confesó.
- ¿Qué?
- Es que… Jaejoongieh parecía ser mujer, y resultó ser varón…
- ¿Y?
- Pues que tenía que asegurarme que me había enamorado de una mujer de verdad.
- Ya… -respondió, intentando comprender la razón de su amigo y no estallar en una carcajada- Pero mira lo que conseguiste.
- Prefiero esto. –dijo, señalando su rostro enrojecido- A que me trate como si no existiera.
- Ay… el amor… -medio se quejó Yunho
- Sí…

Cuando comenzó a atardecer y debieron emprender el camino hacia el Muñecas, a Changmin no le sorprendió que Sun Gen no le hablara, es más, que ni siquiera lo mirase, pero al menos sabía qué era lo que había hecho esta vez para tener esa actitud en respuesta. Ahora, esperaría a que se le pasase, porque… se le iba a pasar, ¿verdad?

Jaejoong estaba inquieto, y eso se le notaba desde lejos… con lo bien que estaba él viviendo… ¿por qué Changmin había tenido que descubrir su secreto?, ¿ahora qué?.... “No se lo dirá a nadie”, fueron las palabras que salieron de los labios de Yunho, en respuesta a esa pregunta que le había formulado él sin palabras, y que le hicieron calmarse un poco, algo más, tras que él añadiera “tú confías en Sun Gen, yo confío en él”, con una sonrisa que denotaba seguridad en aquello que decía. Era cierto, él confiaba plenamente en su amiga, la conocía desde hacía tiempo, sabía cómo era y qué esperar de ella, más o menos; así que era lógico que Yunho, que conocía a Changmin desde la infancia, también supiera a qué atenerse con su amigo, y si él decía que podían estar tranquilos, sería porque podían estarlo; en fin, tanto para bien como para mal, que era lo más probable la inmensa mayoría de las veces, si Jaejoong era descubierto, la pena no iba sólo para él, Yunho también correría su suerte, mal que le pesase, porque nunca es grato saber que la persona que amas, puede morir por tu culpa.

Por el día estaban los besos de buenos días, el de despedida y el de bienvenida, las leves caricias al recibir los platos y al entregarlos, los ligeros roces al cruzarse en el pasillo, el ir tomados de la mano las raras ocasiones que podía ir con él al mercado, o en las que, al igual que hoy, entrenaban juntos, y se odiaba a sí mismo por haberlos espaciado tanto en el tiempo, pero es que, ahora necesitaba todo el tiempo libre que tenía para investigar algunas cosas con referencia a su pasado, por ese motivo, se encerraba tanto tiempo en la biblioteca con Changmin, el único, aparte de él, que sabía que era lo que andaban buscando entre tanto libro. Pero lo cierto, era que prefería las noches, cuando podía sentir el calor de Jaejoong contra su cuerpo por más tiempo, embriagarse de su aroma, estrecharlo entre sus brazos, sobre todo últimamente, y, aunque no se sentía orgulloso de ello, robarle algún beso más en los labios.
Ya hacía algo de tiempo que había desaparecido el humo, por haber apagado la llama de la vela, que en la cabecera de la cama, había estado iluminando la habitación; sus ojos ya se habían acostumbrado a esa penumbra que lo invadía todo, así que podía distinguirlo sin problemas, aunque la verdad, le bastaba con sentirlo sobre su pecho; aquella cálida respiración seguía erizándole la piel y le encantaba sentir aquellos escalofríos que le recorrían entero, cada vez que, aún en sus sueños, Jaejoong lo abrazaba más estrechamente, o deslizaba su mano por bajo su ropa, rozando con la yema de sus dedos, tan apenas, su pezón.
Como no sabía si estaba dormido profundamente, se limitó a juguetear con los lacios y negros mechones de cabello que habían cubierto, en algún instante, aquel hermoso rostro, deslizando sus dedos por y entre ellos; esperando lo mismo de muchas noches, que se quitase de sobre su pecho, aunque al principio le doliera que lo hiciese, y se tumbase bocarriba a su lado, porque aquello le daba la oportunidad de contemplarlo mejor, de perderse en las formas de aquel rostro que no cesaba de presentarse en su mente a cada rato durante el día, de seguir jugando con los mechones de pelo que cubrirían la almohada, írsele acercando poco a poco, hasta que sus labios ya no aguantasen más y le robase un beso, que sería de largo, lo que Jaejoong tardase en emitir algún sonido o realizar algún movimiento, cualquier cosa que le indicase que podía estar próximo a despertar o que aquello le molestaba de alguna forma. Pero esa noche, aquel beso no fue solo sobre esos labios que lo volvían loco y a los que era adicto; sus labios quisieron recorrer la piel de su cuello e ir descendiendo, lentamente, hacia aquel pecho que se le mostraba parcialmente descubierto; era tan suave incluso a ese tacto… ¿cómo sabría?... su lengua lo recorrió furtivamente… dulce… pero tan pronto procesó aquel sabor, se separó de él… si seguía así, a su lado, temía perder por completo el control, e intentó dormir; aunque sólo lo logró, cuando sintió a Jaejoong abrazarle por la espalda y su acompasada respiración, colándose por entre su cabello y golpearle en la nuca, en una hipnotizadora caricia.

Su cuerpo ardía… su respiración se camuflaba entre los jadeos que iban escapando de sus labios… aquel brazo estrechándolo lo hacía estremecer… y entonces lo notó… ahogó en sus manos aquel gemido que quería escapar de su boca y abrió los ojos al instante, en cuanto volvió a sentirlo, sin querer creerse del todo, que era su propio cuerpo el que se movía en busca de aquel contacto. Tantas veces había escapado de él, tantas veces lo había repudiado… pero, ahora, se descubría a sí mismo queriendo sentir contra sus nalgas, el duro y erecto miembro de Yunho, moviéndolas contra él, frotándolo, haciendo que nacieran más gemidos ahogados, más deseo, más sentimiento de culpa y más lágrimas. Se detuvo en cuanto lo sintió moverse, y su brazo dejó de rodear su cuerpo; rápidamente secó sus mejillas y cerró sus ojos, para hacer como que aún dormía, y los abrió tan pronto la habitación volvió a quedar en silencio. Se giró para quedar cara a él, y volvió a contemplarlo como cada mañana, ¡era tan hermoso!, sus rasgos tan definidos, tan masculinos… aquellos labios le llamaban, pidiendo un beso que no tardó en darles; se separó y sonrió al ver que seguía dormido, le regaló una caricia a lo largo de su rostro, que finalizó en el mentón, y la punta de su dedo índice sobre los labios; lo miró un instante, y volvió a besarlo, dejando a su mano ir descendiendo, poco a poco, por el pecho de Yunho, por su abdomen… hasta que llegó, por encima de la ropa, a sentir nuevamente aquel miembro duro, erecto, deseoso de sentir, y notó al propio palpitar, haciendo llegar un ligero mareo a su cabeza, pero sobre todo, un deseo, las ganas de sentirlo mejor…; sin saber muy bien cómo, intuyendo el porqué, empezó a acariciarlo, mientras aún lo besaba, excitándose más con cada jadeo que escapaban de los labios de Yunho, que aún seguía dormido… dormido… esa era la clave, lo que hizo clic en su cabeza, y que se separase en ese instante de él, levantándose y saliendo de la habitación, no podía hacerlo… jamás se perdonaría… no dejaría que a él le pasase lo mismo que le había ocurrido a él… no iba a permitir que nadie abusara de Yunho.
Estaba intentando centrarse en preparar el desayuno, pero sus pensamientos no lo dejaban, se empeñaban en recordarle una y otra vez lo que había sucedido instantes antes, cuando rozaba su trasero contra la despierta entrepierna de Yunho o cuando lo acariciaba, y en su mente se presentaba el deseo de sentirlo dentro de él. Se sentía vagamente culpable, por no poder reprimir ese impulso de querer que él lo tomara, y porque, en cierto modo, casi se había regalado esa mañana; en fin, que si no fuera porque estaba dormido, y si hubiera querido, en ese mismo instante harían el amor, o solo sexo… lo que Yunho quisiera. Ahora se daba cuenta, no sólo lo amaba, también lo deseaba hasta ese punto… hasta que, con tan solo notarlo, le entraban las ganas.

Era normal que se levantase más tarde que Jaejoong, aunque ambos se hubieran ido a dormir al mismo tiempo… él luchaba contra el cansancio que pudiera sentir, tan solo por contemplarlo mientras dormía, por aquellos besos y caricias que podía robarle… dándole igual lo cansado que estuviera al tener que levantarse al día siguiente.
Al despertar, y contrario a lo que solía hacer la mayoría de días, se fue al baño, pues había notado algo húmeda cierta parte de su ropa, y debía limpiarse y cambiarse, además que lavarse un poco la cara antes de ir a verle, no le iba a hacer mal, ¿no?, así se despejaría el sueño y no estaría bostezando cada dos por tres; sólo debía controlar su primer impulso de todas las mañanas, un poquito más que de normal, es decir, aguantarse las ganas de ir y abrazar a Jaejoong, mínimo, en cuanto se levantaba de la cama. Mientras estaba en el baño, pensaba en lo real que había parecido ese sueño, pues juraría que había sentido hasta cierta presión, que, en algún modo, era lo que había provocado que empezara a eyacular un poco; tomó su miembro, cerró los ojos, y centrándose en Jaejoong, en la belleza de su rostro y su cuerpo, en lo erótico de su voz, en lo suave de su tacto, lo dulce de su sabor… comenzó a masturbarse, para acabar del todo, en un gemido que murió ahogado en sus labios, que se mordía en un intento de que ningún sonido atravesase aquellas cuatro paredes; se limpió, lavó su rostro, se vistió y fue a la cocina, como casi siempre, presa del rico olor del sabroso desayuno que Jaejoong había preparado.

Aquello ya pasaba de castaño oscuro… ¿cuánto tiempo podía estar resentida con él por aquel “inocente” toque de pecho?, ya habían pasado más de dos semanas, pero ella, no solo seguía sin hablarle, sino que, además, no lo esperaba cuando volvían a casa, no le miraba…, si incluso había llegado a irse con el caballo, cuando intentó la misma jugada que tiempo atrás, y a él le tocó ir andando varios kilómetros hasta que llegó a la casa de su amigo; y, el caso era que, estaba completamente seguro de no haber hecho nada más que pudiera cabrearla, a saber… ahora no se detenía ni un momento a hablar con Min Hee cuando ella estaba presente, no había vuelto a tocarla, es más, ni a rozarla, pero que no le pidiera que no la mirase, porque no podía dejar de hacerlo, y estaba soportando toda su indiferencia sin quejarse tan apenas… ¿qué más quería que hiciera para que le perdonase?, porque arrepentido, lo que se dice arrepentido… no lo estaba, es más, deseaba volver a sentirlo y a sentirla.

Sun Gen se había propuesto olvidar a Changmin, el incidente del pecho, sólo le dio una razón más, que se reafirmó al ver a Min Hee besándolo, un día que había ido a comprar unas cebollas que le hacían falta a Jaejoongieh, y él había salido a por un encargo de Yunho. Aunque le dolía admitirlo, sentía que todo indicaba que debía dejar de amarlo como lo hacía, que no habían sido destinados a estar juntos, por más que ella deseara que así fuera; y no iba a ser ella quien le llevase la contraria al destino.

- ¿Se puede saber qué te he hecho para que sigas así conmigo? –preguntó ya cansado de la situación.
- … -ni una palabra, se limitó a seguir doblando las sábanas, como si no hubiera oído nada.
- Sun Gen –bufó; pero no obtuvo respuesta alguna y ni una sola mirada- Muy bien… -dijo envolviéndola entre sus brazos y besándola.
- ¿Qué demonios crees que haces? –le preguntó, enfadada, tras darle una sonora cachetada, igual que se la diera el día del “incidente”.
- Hacer que vuelvas a hablarme. –sonrió
- Idiota… -dijo desviando la mirada, intentando no sonreír ante la razón que le había dado para aquel beso.
- ¿Volvemos a ser amigos? –sólo una mirada en respuesta, que no le indicaba nada; así que volvió a besarla, recibiendo otra cachetada, y como volvió a girarle la cara, la tomó del rostro y volvió a besarla.
- Suéltame. –le ordenó, al tiempo que se separaba de sus brazos de un empujón.
- Tengo pensado besarte y aguantar las cachetadas que hagan falta hasta que vuelvas a hablarme y me digas porqué estás enfadada conmigo; así que tú misma… -y en el fondo esperaba que quisiera resistirse un poco más.
- Me tocaste el pecho. –le recordó, realizando el mismo gesto que él hiciera aquella vez- Y no irás a decirme que fue accidental, ¿verdad?
- No… no fue accidental. –en el rostro de Sun Gen se dibujó un gestó de no creerse que tuviera la desfachatez de admitirlo como si tal cosa, así que él no tardó en especificar- Pero eso no quiere decir que vaya tocando pechos indiscriminadamente.
- Ya… seguro… -reprochó, pensando que podía ser que pechos no, pero besando… sí que besaba a cualquiera.
- Eres la primera chica a la que se lo toco. –confesó más rojo que un tomate- Y lo hice por una muy buena razón. –añadió.
- ¿ Ah, sí? Dime cual.
- Asegurarme que eras mujer. –dijo con total convicción, ya que era la verdad.
- Ja… -rió levemente- ¿Para eso? –él asintió- Hay otras maneras de hacerlo, porque es como si, con lo mono que eres, -confesó sin darse cuenta- y para convencerme que eres hombre, yo te tocase ahí. –dijo, tocando precisamente ahí.
- Pues… me estás tocando. –comentó con una sonrisa de medio lado, viendo la mano de Sun Gen sobre su entrepierna.
- Ah… -dijo, retirándola rápidamente. No sabía qué hacer con la mano, estaba completamente nerviosa y más roja que un tomate.
- Creo que… podemos considerar que estamos en paz, ¿no? –preguntó divertido con aquella situación.
- Supongo… -dijo bajando el rostro avergonzada, y subiéndolo después con una tímida sonrisa; aún sin acabar de procesar del todo, que le había metido mano tan descaradamente al chico que le gusta.

Cuando se sentaron a comer, todos parecían estar como al principio, es decir, no se respiraba aquella tensión que había entre Sun Gen y Changmin, por lo que Yunho y Jaejoong supieron enseguida que habían hecho las paces, y estaban contentos por ello; pero el rostro del joven Jung no tardó en adoptar nuevamente un semblante serio, sabía perfectamente que las siguientes palabras que pronunciase no le iban a hacer gracia a otra persona, pero es que, no le quedaba más remedio.

- Mañana me voy a Seúl. –se hizo el silencio, las caras se ensombrecieron.
- Lo siento… -dijo Jaejoong, recogiendo la cuchara que se le había caído sobre el plato por la impresión, levantándose y retirándose de la mesa.
- Espera… -gritó, yendo tras él- Jaejoong… -lo tomó del brazo, antes de salir del salón- yo…
- Dijo que tenía que volver… -le encaró- me… me prometió que se quedaría…
- Lo sé… pero debo ir.
- ¿Es por la carta que recibiste hoy? –preguntó Changmin.
- Sí.

Jaejoong se zafó del agarre de Yunho y se encerró en la habitación, necesitaba llorar, liberarse de aquella frustración, de aquella ¿traición?... él le había prometido, hacía apenas unas semanas, que se quedaría con él, que no volvería a ir a Seúl, y ahora… ¿ese era el valor de la palabra de Jung Yunho?

Se imaginaba que ocurriría eso, así que no le sorprendió nada que, en la noche, Jaejoong durmiera lejos de él y no abrazándolo, como parecía haber tomado en costumbre; pero en cuanto supo que estaba dormido, se le acercó, y comenzando a jugar con su cabello, le pidió que le perdonase por faltar a su palabra, pero… es que realmente necesitaba ir a la capital, no siempre tenías la oportunidad de que se te abrieran las puertas de la biblioteca real, y debía aprovechar la oportunidad que le brindaba aquel pase que le otorgaba el general Kim Tae Woon; después le dio un beso, le prometió que regresaría lo antes posible, y para respetar el enfado que él tenía, se separó de él, y se dejó dormir en la otra punta del futón.

A la mañana siguiente, y aunque estaban fuera de casa, Jaejoong seguía algo distante; “prefiero besaros a la vuelta, cuando regreséis sano y salvo a mi lado”, fue la razón que le dio por haberle separado y no darle un beso de despedida; pero él no podía irse así, iban a ser varios los días, quisiera o no, que estaría lejos de él, lejos de su amado Jae… montó en su caballo, se despidió de Sun Gen, le volvió a pedir a Changmin que cuidase de “ellas” en su ausencia y… “Jaejoongieh”, le llamó, y cuando él lo miró, se agachó lo suficiente, como para robarle un beso de los labios, e inmediatamente después, hizo al caballo galopar, para que él no viera ni el rubor de sus mejillas, ni las lágrimas que ahora se llevaba el viento.

4 Comentarios:

  1. OMG!!!!!!!! Este capitulo estuvo buenisisisisimoooo xDDDD me rei que jode! XD
    también insulte mucho ¬¬*

    Como siempre, me dejas loca con tu escritura *-* sigue así!

    Ya mismo me pongo a leer el capi que viene *--*... joder, pense que en este capi harian el amor, pero ahora que Yunho se va me da la impresión de que "eso" tardara más u_u

    Besos n__n

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  2. jjeje las cosas cada vez se les pone mas dificl al YunJae..... Pero cuando tendra u noche de esposo?
    U///U la verdad es que lo espero con ansias...

    Por otro lado me gusta como van las cosas con Min y Gen..

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  3. Ah ese par de enamorados, los dos tan deseosos y no se deciden a dar el paso definitivo, también me da mucha cosita el que YUNHO deje solito a JJ, que bien que CM este ahí para cuidarlos.

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  4. Nooo pues si que ChangMin estuvo lucido entre tanto toqueteo jijiji, me encanta que sea tan osado y lindo al mismo tiempo, en definitiva la parejita es adorable; creí que se pondría algo alucinado, preocupon al descubrir el secreto, pero todo resulto precioso¡¡¡ no puedo creer que el YunJae tenga semejante aguante, estan que se mueren por por las ganas de comerse a besos¡¡¡ y yo muero de frustación por su culpa¡¡¡¡

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