Kim Jaejoong amaba su dormitorio- aunque ahora tuviese con que compartirlo con un mocoso con tendencias suicidas.- excepto, los fines de semana, domingos y feriados. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de que su cama estaba ubicada justo delante de la ventana, y los tenues rayos de sol que se colaban por entre las cortinas lo molestaban, sacándolo de su adorado mundo de sueños.
- Tuve que haber aprovechado de cambiarme de cama cuando llegó Changmin…Me evitaría despertarme tan temprano.-Se quejó- Mi cabello huele más a quemado que cuando me lo plancho, no puede ser…
Miró su reloj, eran apenas las 9:30, y sus padres llegarían recién para la hora de almuerzo. Lo que le recordó que debían limpiar el desastre que había dejado el pequeño el día de ayer.
<<.¿No será difícil de limpiar la sangre seca…? Ushh, que fastidio.>>
Se incorporó para estirarse, y luego girar su cabeza. En la cama de al lado, dormía plácidamente el pequeño Changmin. Ese niñato desagradable- o al menos así le decía Jae.- que el día de ayer no había encontrado nada mejor que hacerle caso a sus estúpidas sugerencias y cortarse las venas. En esos momentos, agradeció a quien fuese, que el chico no entendiera biología, porque con ese corte tan mal hecho le hubiera tomado el doble de tiempo morir, del que toma cortándose bien. Pero eso no viene al caso.
¿Quién iba a decir que ese niño que dormía con una linda sonrisa en su rostro, era el mismo que el día de ayer estaba llorando, con ganas de acabar con su vida de una buena vez? Y aún peor, ese niño lo había hecho llorar. ¡No se supone que debiera hacerlo! Lo odiaba. Pero de cierta forma le gustaba su presencia…
Lo examinó una vez más. El sol hacía brillar sus castaños cabellos. No lo había notado antes, pero el chico era lindo… Su piel parecía recién bronceada, y se veía tan suave y brillante. Examinó con más detención su nariz… ¡Dios como la envidiaba! El niño quizás no se daba cuenta, pero tenía todas las aptitudes de un modelo. Y esos labios, eran finos y quizás no eran los labios más hermosos que hubiera visto, pero se veían tan… ¿Profanables? ¡Esa palabra ni siquiera existía! Pero aún así, no podía quitar de su cabeza el hecho de querer besarlo. Aunque sólo haya sido por un breve instante, Jaejoong quiso besarlo. Apostaría lo que fuese a que eran vírgenes. De pronto la imagen de aquellos labios rojos por tanto besarlos se volvió demasiado tentador para su propia estabilidad mental.
<<.¿Pero qué demonios—? … Será mejor despertarlo. No pienso limpiar ese baño yo solo.>>
Se levantó, y caminó hasta su closet para ponerse una camiseta. Volvió a mirar al castaño. Se veía como un angelito durmiendo. Pero lo odiaba. Se acercó hasta la cama del menor, y se dispuso a zarandearlo un poco para despertarlo. Pero…No pudo. Sería mejor dejarle dormir un rato más, al menos hasta que sus mejillas volvieran a estar rosadas como todas las mañanas. Se notaba demasiado débil como para despertarlo, necesitaba más reposo. Así que bajó a la cocina, tomó unos trapos y un balde con agua y subió al baño. Tenía muy claro que pasaría probablemente toda la mañana fregando.
<<.Huele bien….>>
Pensó Changmin despertándose de un largo sueño. Por alguna extraña razón, su cama y sus sábanas olían a Jaejoong. Se incorporó, aún sintiéndose un poco mareado, y entonces notó las toallas que el rubio había puesto allí la noche anterior. Miró sus muñecas, solo para encontrase con las vendas y las curaciones que le había hecho el mayor. Se sintió mal. No debió haber hecho algo tan estúpido como intentar suicidarse.
<<.¿Dónde estará?.>>
Se preguntó mientras lo buscaba con la mirada. La habitación estaba vacía y el reloj ya marcaba las 10 y algo. Se levantó con algo de dificultad, y salió al pasillo a buscar al rubio, desde allí, lo divisó. Estaba arrodillado en el suelo del baño, aún con su ropa de dormir, fregando el piso con fuerza. Estaba limpiando la sangre que había dejado el día de ayer…Su sangre. Pensó en irle a ayudar, sólo para recordar que el rubio odiaba que lo ayudasen. Pero Changmin quería agradecerle por todo lo que había hecho su Hyung por él el día de ayer. Decidido y asegurándose de que el mayor no había notado su presencia, bajó como un rayo las escaleras.
Pensó que podría prepararle un rico desayuno. Durante todo este tiempo, se había percatado que el rubio nunca, nunca tenía tiempo para tomarse un desayuno decente, siempre estaba corriendo. También sabía que le gustaban las frutas, las tortas, la crema y las frutillas. La idea de un pastel de fresas le sonaba muy bien. Lo único que le daba terror era tener que usar el horno, más bien, tener que acercarse a aquellas pequeñas llamitas que emergían de los costados del aparato.
Fuego…
Había fuego por todos lados, pero no sentía calor. Estaba tirado en medio de la carretera, y frente a él, el pequeño Toyota en el que viajaba hace sólo unos segundos atrás estaba ardiendo en llamas. Estaba llorando, lo sabía. Se levantó como pudo, sintiendo un fuerte dolor en su tobillo. Se había fracturado.
- Ma—Mamá… ¡Mamá, papá!- Gritaba el castaño desesperado, corriendo hasta llegar a la ventana del copiloto, su madre estaba atrapada y su padre estaba inconsciente, debido al fuerte impacto contra el parabrisas.-
-Hijo…- Murmuró la mujer, de su cabeza corría un hilillo de sangre.
- Tranquila mamá, ya te voy a sacar….Arg…- Se quejó al sentir el fuego cada vez más cerca.
- No…Minnie… Tus hermanas….Están atrás…- Decía la mujer, semi-inconciente- Sálvalas, Changmin.-
Con lágrimas en sus ojos, asintió, y corrió sin importarle el dolor en su pie, hasta la puerta trasera, allí dentro, una de sus hermanas intentaba despertar a la otra. Estaba llorando.
-Changmin, Changmin ayúdame a sacarla, su pie se atoró…- Le suplicaba, su rostro quemado y con cortes pequeños, debido a los vidrios.
-Tranquila, ya voy…-
Con todas sus fuerzas arrancó la puerta del Toyota que estaba atorada, cosa que le costó su muñeca. Se introdujo al auto, dejando salir a su hermana que estaba casi sin poder respirar. A penas tocó tierra, llamó a una ambulancia y se desplomó cayendo inconsciente al piso.
- Resiste…
Por fin, logro sacarla, sin embargo tenía su pierna derecha destrozada, sus brazos quemados en un mayor grado que los suyos propios. Ya estando afuera, la recostó en el piso… No le importaron sus lesiones ni sus quemaduras, el corazón de su hermana ya no latía a un ritmo normal… ¿Porqué le estaba pasando esto? Todos estos días no habían sido más que alegría ¿Acaso el cielo estaba castigando? ¿Por qué no llegaba la ambulancia? ¿Por qué demonios no pasaba ningún vehículo por allí? Encima el conductor del camión estaba muerto. No había quien los ayudase. Sus hermanas estaban allí, inconscientes, heridas, quemadas al igual que el – pero en mayor grado.-Ya no tenía fuerzas para levantarse a ayudar a sus padres. Aún escuchaba a su madre pedirle por favor a Dios, mientras intentaba en vano despertar a su marido, y salir de aquel auto envuelto en llamas….Rojo, sangre, fuego…
Y entonces llegaron los bomberos y la ambulancia…
Cada vez que veía fuego, esas atroces imágenes invadían su cabeza. La última vez que intentó cocinar en aquella casa, casi quema la cocina. Pero no podía evitarlo. Inclusive, aún le dolían algunas quemaduras en su pecho y en sus hombros…Sacudió su cabeza ante los tristes y desagradables recuerdos, y se preocupó en preparar el rico desayuno para Jaejoong. Eso estaba mejor. No iba entristecerse, no iba a causarle más problemas a su Hyung.
No tardó mucho en cocinarle una rica torta de fresas, para él y para el rubio. Preparó una bandeja, dos tazas de café, dos platos con torta, servicios y servilletas. Luego, con mucho cuidado subió las escaleras y dejó todo en la habitación.
- ¿Changmin, estás despierto?- Preguntó el mayor entrando a la pieza- Te acabo de ver entrando a la pi—
- Buenos días Hyung.- Lo saludó con una sonrisa, sentado en su cama con la bandeja con el desayuno en la mesita de noche.- ¿Quieres desayunar?
- Buenos d—Espera… ¿Tú preparaste todo esto?-
- Si…Yo…Lo hice porque…Quería agradecerte y…
- ¿Lo hiciste para mi, hablas en serio?-
- Si…
Se le quedó mirando por un momento. ¿Por qué tenía que ser tan aterradoramente tierno? Lo estaba atormentando de sobremanera. Repasó con la vista aquel rostro que veía todas las mañanas al despertar. Esos ojos oscuros, estaba brillando, esperando ansiosos una respuesta. Sus mejillas ya habían recuperado el color y ahora estaban adornadas por un débil sonrojo, y sus labios dibujaban una de las sonrisas más inocentes, y hermosas que había visto nunca. Parecía un regalo del cielo. Pero lo odiaba. ¿Por qué le hacía la vida tan difícil? Cada día le costaba más ignorarlo.
- Pensé que… Que te gustaría comer algo después de limpiar el desastre que dejé…Lo siento, debí haberte ido a ayudar.- Comenzó el menor
- ¿Eres tonto de nacimiento o fue empeorando con los años, mocoso?-Le preguntó sentándose en su propia cama, frente al chico.
- ¿Qué…? Yo…
- ¿Cómo vas a estar fregando si tienes dos profundos cortes en ambas muñecas? Si lo hicieras tus heridas se abrirían y tendríamos que fregar más.
-Oh… No pensé en eso.
No se dijo más, y los dos chicos empezaron a comer su desayuno en silencio. A penas Jaejoong probó la torta, quedó fascinado. No era lo mejor que había probado – porque el cocinaba mucho mejor, sin duda- pero estaba dulce, tal y como a él le gustaba. El pequeño frente a él había puesto todo su esfuerzo y su gratitud en aquella comida, eso se notaba.
- ¿Hy—Hyung, no te gusta?- Preguntó nervioso Changmin al ver que Jaejoong había dejado de comer.
-¿Qué? No…- Se apresuró a decir, para luego darse cuenta de la forma en la que estaba tratando al mocoso últimamente- Digo…Está decente.-
Changmin sonrió tiernamente, también había notado que su Hyung estaba distinto con él desde el día de ayer. No es que le desagradara, pero se sentía rara tanta calidez. No hablaron mucho, nunca lo hacían de todos modos, Jaejoong de vez en cuando notaba como el castaño se quejaba silenciosamente al mover mucho sus muñecas, pero no decía nada, su orgullo era demasiado grande y ya estaba demasiado dañado – desde el día de ayer- como para seguir preocupándose por el pequeño. Finalmente terminaron, a eso del medio día, y ahora el rubio lavaba los platos mientras Changmin se duchaba. No quería admitirlo, pero miraba constantemente por la puerta, a ver si divisaba las escaleras, por si es que el pequeño estaba teniendo algún problema y necesitaba ayuda.
<<. El enano me da lo miso, sólo no quiero más castigos.>> Se repetía una y otra vez, sabiendo que con cada repetición, menos creía en lo que pensaba.
Residencia Shim, 14:00pm
Ya era hora de almuerzo, y por fin sus ‘padres’ habían llegado. En el transcurso de la mañana, los dos jóvenes habían hecho el aseo y puesto la mesa para comer. Muy pocas veces almorzaban todos juntos.
- ¿Qué haces, no tienes calor?- Preguntó el rubio al ver como Changmin se ponía un chaleco.
- Si tengo calor pero….- Miró sus muñecas y luego miró al mayor, que enseguida captó el mensaje.
- ¿Niños, está todo bien allí arriba?- Preguntó la melodiosa voz de la Sra. Kim.- ¿Porqué no bajan a saludar?- Preguntó con una sonrisa entrando a la habitación.
- Hola tía- La saludó el menor apenas llegó acercándose a ella para abrazarla.
- Hola Changminnie.- Le devolvió el abraso gustosa, el pequeño siempre era tan bueno con ella.- Dios mío, está todo limpio.- Sonrió incrédula.
- ¿Acaso no es obvio, má?- Preguntó Jaejoong
- Joongie, nunca habías limpiado tanto tu cuarto.
- Tuvimos mucho tiempo libre en la mañana.- Mintió, a medias. Habían limpiado todo para borrar cualquier evidencia de lo ocurrido la noche anterior.
Todos bajaron juntos a comer. El almuerzo fue silencioso, y la pobre Sra. Kim no podía descifrar el motivo. Aún no se entraba que su hijo estaba castigado, ni tampoco de la condición académica que presentaba Changmin. Y es que el hombre de la casa jamás le contaba nada a menos que ella insistiera demasiado, cosa que tenía clara que haría el día de hoy. Tenía fama de inocente y de despistada, pero no era tonta, y este silencio tan poco habitual no era pura casualidad. Cuando ya acabaron de servirse, Jaejoong y su madre se ofrecieron a lavar los platos. Changmin por su parte tenía otros planes, y estos involucraban directamente a su tío. Y así fue como nuevamente terminó parado frente a la gran puerta de roble que lo separaba de la oficina del hombre. Tocó levemente la puerta, y sólo cuando escuchó desde adentro un fuerte “adelante” abrió la puerta y entró, cerrándola tras él.
- ¿Qué quieres Changmin?- Preguntó el mayor de mala gana.
- Yo…Sólo vengo para pedirle un favor…- Dijo con nerviosismo.
- ¿Un favor?- Preguntó sarcásticamente mientras soltaba una malvada risita. Se levantó de su asiento, y se paró frente al menor.- ¿Y eso porqué, eh?
- Y—
- Cállate.- Le dijo- Mira que ya no está la zorra de tu madre para defenderte, y tu madrina está en la cocina.- Lo tomó bruscamente por la barbilla.- No estás en posición de pedir favores pequeño.
- Suélteme por favor…- Pidió sin perder el respeto hacia el mayor.
- ¿Dijiste algo?- Preguntó con malicia.- ¿Sigues queriendo ese favor, Changminnie?-
- Suélteme – Gritó y se zafó del agarre.
El hombre frunció el ceño, y se acercó a Changmin para darle una fuerte bofetada, logrando hacerle sangrar un poco el labio. El joven cayó sin remedio al piso, donde sólo atino a reprimir sus quejidos de dolor mientras limpiaba la sangre con su mano. Mas siguió insistiendo, se puso de pie, y lo miró a los ojos.
- Aunque no quieras escucharme, lo diré de todos modos- Dijo el castaño.
- ¿Quieres otro castigo? ¿No te parece que ya has sufrido lo suficiente?-
- Quiero que le levantes el castigo a Jaejoong Hyung.-
- ¿Qué? ¿Y eso a ti en qué te beneficia?- Preguntó obviamente extrañado. – No me digas, él te lo pidió ¿No es así?
- ¡No!- Gritó seriamente- Jaejoong Hyung no sabe nada de esto. Tío, sólo te estoy pidiendo lo que es justo. El problema es mío, no de él. Soy yo el de las malas notas y… No quiero causarle más problemas a nadie.
- Pues vas por mal camino pequeño.
- Tío. Mira, castígame a mí, pero por favor, levántale el castigo a él.- Rogó, si, rogó el castaño. Haré lo que sea.
En la cocina…
Jaejoong y si madre acostumbraban lavar siempre la loza juntos, era aquel momento del día para conversar de la vida, comentar algo que les llamó la atención en el periódico o en televisión. Aunque no eran muchas las oportunidades que tenían para conversar así, su relación era muy buena. Kim Jaejoong amaba a su madre. Desde siempre habían vivido solos, ella y el, nadie más que los ayudase. A pesar de no tener padre, y de que su madre jamás le dijo quién era su progenitor, él la respetaba y la cuidaba, era lo único que tenía. Nunca la veía mucho, siempre estaba trabajando para poder mantenerlo, era una buena mujer.
- Y dime… ¿Qué hicieron ayer con Changminnie, eh? ¿Hicieron algo divertido?- Preguntó la morena, entregándole un vaso para que su hijo lo secase.
- Oh, nada.- Mintió, no le iba a decir a su madre”Nada, salvo que le dije cosas horribles a Changmin y el intento suicidarse cortándose las venas en el baño del segundo piso.”
- Tengo que hacerte una pregunta…Jae, no lo tomes a mal pero… ¿Por qué eres tan lejano con él? Digo…No es que…A ver… Con tus amigos eres muy tierno, cariñoso, cálido, bromista… Pero con Min, he notado que eres más distante, más frío. Desde que llegó a la casa noté que no te gustó mucho la idea de vivir con él pero…
- Mamá…Yo…
- No quiero que malinterpretes nada, no te pido que sean los mejores hermanos del mundo, sólo… Tengo la impresión de que te alejas de él por las razones equivocadas.-
- ¿Qué?
- Jae, hijo mío, Changmin no tiene la culpa de lo que pasó entre su madre y yo. ¿De acuerdo? Todo eso pasó hace ya más de 18 años, y yo a ella la quiero mucho todavía. Por favor, no mezcles las cosas. El pequeño te respeta mucho y te t—
El rubio dejó todo en el mesón de la cocina, sin querer seguir escuchando las sinceras palabras de su madre. Se secó bien las manos, y caminó hasta la puerta. Le dolía escuchar aquello. Le dolía lo buena que podía llegar a ser aquella mujer a la que tanto quería.
- ¿Joongie…?
- Lo siento má. – Se dio media vuelta para luego fingir la más bella de sus sonrisas- ¿Puedes terminar eso tu sola? Tengo que trabajar hoy día, estoy castigado.
- ¿Qu—qué?
El joven no le respondió, porque salió corriendo sin dejar a la mujer si quiera terminar su pregunta.
Oficina del Sr. Shim, 16:00pm
-Mi amor, ¿Por qué no me dijiste que estaba castigado?-La voz de la señora Kim hizo eco por todo el lugar.
- No creo que haya cumplido con su compromiso.
- ¿Pero porqué hacerlo trabajar hoy? Y lo del celular, creo que es un exceso cielo, en serio.
- Tranquila de todos modos estoy pensando en devolvérselo.- La tranquilizó, mientras miraba la pantalla de su Laptop y firmaba papeles, sentando en su escritorio.
- ¿Ah sí?- Preguntó extrañada por la actitud de su marido
- Si. ¿Sabes? El pequeño Changmin vino hace un rato a mi oficina, y me rogó que por favor, le levantara el castigo a tu hijo, y se lo diera a él. Y yo, pensé, que quizás para arreglar todo este asunto…
- No pensarás hacerlo trabajar igual que a mi hijo. ¿Verda—?
- Por eso es que te amo tanto, mi cielo, porque piensas muy rápido.
- Querido, es sólo un niño, y está pasando por un mal momento….
- Tiene 16 años, y tiene que responder de laguna manera. No puedo seguir perdiendo dinero teniéndolo en la mejor escuela de por aquí, para que se saque solo notas rojas.
- De acuerdo, pero creo que solo lo estás poniendo bajo más estrés.
- Veremos. Ahora llámalo.
Cocina del Restaurante
Malditos sean los días feriados. Eso era más o menos lo que pensaba Jaejoong. Si, divertido para aquellos que no estaban castigados y que no tenían que trabajar, y podían darse el lujo de llenar sus insaciables estómagos en este fino local. El rubio secaba y secaba platos sin cesar, mientras escuchaba como llegaban y llegaban pedidos a la cocina. Lo que significaba, sin duda alguna, más trabajo para él.
- ¿Necesitas ayuda, eh Joongie?- Preguntó una voz muy familiar tras él.
- ¿Yunnie?- Respondió sorprendido, dándose media vuelta para encontrase con su mejor amigo. -¿Y tú qué haces aquí? Es feriado.
- Pues, como estabas castigado supuse que trabajarías hoy y vine a echarte una mano.- Le sonrió.
- No, ya ahora si dime la verdad.
- ¿No me crees?- Preguntó haciendo un puchero
- Claro que no “Sr.cada-vez-que-tengo-día-libre-me-lo-paso-con-mi-novia-y-me-olvido-de-Jae-y-los-demás”-
- Oh, bueno, la verdad de las cosas es que le pedí autorización al jefe para ir a hacerme unos exámenes el viernes y me dejó sólo con la condición de que le regresara las horas de trabajo que perderé. Planeaba venir el domingo, pero mejor vine hoy a darte una mano.- Explicó
- Hmm, ya veo.- Dijo volviendo al trabajo.
Yunho tomó un paño y unos cuantos platos y comenzó a trabajar también, hasta que de pronto, fijó su atención en las rodillas del rubio, y vio algo que llamó su atención.
- Jae… ¿Qué le pasó a tu pantalón?- Preguntó sorprendido al ver una gran mancha blanca en ambas rodillas.
- ¿Eh, qué…?- Miró sus rodillas sólo para darse cuenta que eran machas de cloro.
- ¿Estuviste fregando, ceniciento?- Luego observó con cuidado al rubio, tenía unas ojeras horribles, y las mangas de su polera estaban teñidas de un leve color rojo- bueno, sólo la izquierda. - ¿Es…Eso Sangre? Joongie, hay sangre en tu polera.-
- ¿Sangre?- Miró asustado sus mangas arremangadas (para poder lavar la loza sin mojarse) y notó que efectivamente habían manchas de sangre, que gracias a Dios nadie había notado antes.- Ushh, no puede ser.
- Oye… ¿Tienes una herida o algo? Encima tienes unas ojeras terribles…
- ¿Te puedo confesar algo Yunho?- Preguntó, de pronto volviéndose muy serio.
- Claro.
- Ayer, el chico este que vive ahora conmigo… Se intentó suicidar. Se cortó las venas en mi baño y yo hoy la mañana estuve fregando y—
-¡¿QUÉ?! Pero… ¿Cómo?- Preguntó realmente asombrado, era bastante seria la situación.
- Yo le dije cosas horribles y … La verdad no quiero hablar de eso ahora…- Dijo volviendo a los platos sólo para notar que faltaba detergente para seguir lavando.
Evadiendo la mirada curiosa de Yunho, el rubio caminó hasta la pequeña despensa mientras su amigo volvía al trabajo. Se agachó y tomó el detergente que necesitaba y se levantó, sólo para darse vuelta y chocar contra un extraño chico, cuyo rostro no vio porque traía un apila de pesadas cajas con carne. Ambos cayeron al piso, llamando la atención de Yunho. El rubio se quejó y se levantó, el joven que había chocado seguía cabizbajo.
- Lo siento…- Se disculpó una voz muy conocida para el mayor- Debía llevar eso al congelador y…
- ¿Cha…Changmin?- Preguntó Jaejoong sorprendido.- ¿Qué demonios haces aquí?
- Oye, Joongie. ¿Qué pasó aqu—?- Iba a decir algo, pero se quedó mudo al ver al castaño que estaba parado, limpiando sus ropas.- No puede ser…
- ¿Yunnie…?- Preguntó el rubio sorprendido, Yunho miraba de una forma muy extraña a su hermanastro.
- Changmin… ¿CHANGMINNIE?- Soltó con una enorme sonrisa en su rostro, abriendo sus brazos para abrazar al menor.
- Yun…¿Yunho Hyung?.- Respondió emocionado el pequeño.
Ambos se abrazaron con fuerza, dejando al rubio helado, inmóvil cual estatua. Miles de preguntas pasaron por su mente, pero sólo una pudo salir de aquellos rosados y gruesos labios suyos.
- ¿¡Se conocen!?
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Amo a Sayuri *-*... Y amo este fic (R)!
ResponderEliminarContinuacion!! (R)!!
hola
ResponderEliminarasi que jaecito ya esta teniendo mas consideraciones en el pobrecito de min que no para de sufrir y siempre busca la forma de agradarle a su hermano
y como es que se conocen min y yunho
siguiente capitulo
saludos!!!!!!!!
o.ô
ResponderEliminarse conocen? o_o
quiero saber qué pasará *0*
conti > <
OMG! o.o q trama! xD
ResponderEliminarcontiiii!! *zarandea*
waooo pobre min pero el final me dejo picadaaa continuacionnnn
ResponderEliminarcada vez se pone mejor >_<
ResponderEliminar-Sol-
o.ô cada vez esta mejor kawaiiiiiiiii homin homin tachan1!!! toma jae pak aprendas OJOJJOOJOJ
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