Titulo: Masked Fencer
Autora: Aemin
Parejas: 2Yoo
Género: Lemon/Slash
Extención: Oneshot
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Autora: Aemin
Parejas: 2Yoo
Género: Lemon/Slash
Extención: Oneshot
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Notas del Autor: Todos (o al menos casi todos, o más bien, eso espero) vimos el bonito Dorama protagonizado por los dos TVXQ más sexys (bueno, esa es la opinión de miles de masas XD) Yunho y Yoochun. Sufrimos con Yunho cuando vio a su prometida con Yoochun, etc… ¡y odiamos, muy seguramente, a esa mujer por separar a nuestros chicos! ¿Verdad? Bueno, esta vez eso quedará corregido… a decir verdad, la prometida de Yunho, lady Hee Jin, no aparecerá en ningún momento. ¡Cámaras! ¡Luces! ¡Helicóptero fuera! (ver el drama para saber a qué me refiero XD) ¿Listos?
¡Acción!
***
Temprano, una mañana, el sol apenas asomaba entre las verdes colinas que limitaban y protegían la tranquila ciudad de Seoul (hace aproximadamente 500 o 600 años), más concretamente en un valle, dos chicos se preparaban para enfrentarse. Uno de ellos, vestido con el tradicional hanbok de acuerdo con su estatuto social, color azul marino con las mangas y el pantalón negro, tenía la piel algo curtida por el sol, una cinta verde oscuro sobre su frente y su largo cabello castaño, que aunque estaba sujeto en una cola con una cinta del mismo color, sobre su cabeza, alcanzaba el nivel debajo de sus hombros. El otro vestía un hanbok típico del estrato servil color negro, su cabello, también negro, cubriendo sus hombros y hasta debajo de sus éstos, le daba sombra incluso a parte de su rostro pálido.
Sus miradas estaban fijas, podía cortarse la tensión con las espadas que cada uno portaba, aunque fueran de madera. Tras un grito gutural de guerra por parte de ambos, se lanzaron al ataque. El peli-negro lanzó una estocada directo al pecho, haciendo que el castaño saltara dando una maroma para esquivar el golpe, aterrizando dándole la espalda a su rival. Para protegerse de un próximo ataque, rápidamente se giró, lanzando ahora una estocada directa hacia el hombro derecho del moreno, quien esquivo el golpe inclinándose ligeramente para luego agacharse y esquivar un nuevo ataque por arriba. Chocaron espadas de frente, luego dándose la espalda con un giro, para volver a mirarse frente a frente, esperando el ataque del otro, concentrándose en la batalla. Chocaron espadas nuevamente, dos, tres veces hasta que el castaño saltó para atacar desde mayor altura, por lo que su rival tuvo que agacharse y alejarse para esquivarlo. Ahora había más distancia entre ambos, de nuevo las miradas se cruzaron, calculando el próximo movimiento. El sol incandescente que empezaba a elevarse los estaba haciendo sudar. Nuevamente el castaño fue quien dio la estocada primero; el peli-negro la esquivó dando un paso atrás y luego chocó su espada con la del otro para protegerse de un nuevo ataque desde arriba, derrotando a su rival al dirigir un ataque directo al cuello, haciendo que el castaño detuviera su ataque hacia su propio cuello al sentir la madera cerca de su piel. Obviamente el moreno había sido más veloz en ese último ataque. Jadeando, el castaño bajó la guardia, sus ojos miel brillando con una traviesa luz, producto de la adrenalina.
- Has vuelto a ganar hoy, mi fiel sirviente Yoochun – sonrió.
El moreno bajó la guardia también, alejando la espada del cuello del otro. No lo había lastimado, jamás se atrevería.
- Mi señor Yunho, he aprendido mucho de usted hoy – respondió, dócil, tomando luego la espada de madera que su amo le entregaba, inclinando la cabeza con respeto.
- Por hoy hemos terminado el entrenamiento.
- Sí señor – de nuevo inclino la cabeza.
- Mi padre me espera para comer. Te veré después – y sin más, Yunho se retiró.
Era el sexto día del segundo mes del año. Yoochun sabía perfectamente lo importante que era ese día. No había hecho falta que su señor feudal, el padre de su amo Yunho, le pidiera que preparara una demostración de esgrima como parte de la celebración. Ya había pensado en hacer algo especial para él en el día más importante de su vida, y la autorización del señor para hacerlo sólo lo ponía más contento.
El sol ya estaba en lo alto cuando la noble familia se sentó a la mesa. Yunho se había vestido para la ocasión: las mangas de su hanbok eran rosadas mientras el resto del traje era negro y la cinta que se posaba en su frente lucía un color morado. Su cabello estaba perfectamente arreglado en la cola de caballo alta sobre su cabeza, atado con una cinta color esmeralda, permitiendo que su rostro jovial luciera en todo su esplendor. Hoy se convertía en hombre, dejando atrás su niñez, hoy habrían pasado 16 primaveras desde que sus padres lo habían concebido (en Corea, el primer año de vida se cumple en cuanto la madre da a luz al bebé, no un año después) y por lo tanto ya podría ser catalogado como señor, no como señorito. Su cuerpo había crecido, también su voz se había vuelto más grave y su rostro se había vuelto mucho más varonil, y quería que todos los que lo rodeaban se dieran cuenta de ello.
Sentado al lado de su padre comió con su familia y otros nobles invitados: kimchi, bulgogi (carne asada), nabos y otras verduras, bimbap, galbi, sopa de Mandu (empanaditas rellenas de vegetales) y su favorita, pasta doenjang, acompañado todo con té Oksusu cha (de maíz tostado). Al llegar el postre su padre pidió una jarra de soju. Yunho siguió con la mirada al sirviente que la trajo, sin perder detalle. Lentamente fueron colocados pequeños vasos frente a su padre y algunos otros nobles invitados, y finalmente uno más fue colocado frente a él. Como mayor de edad, podía dejar de beber Sikhye o Yujacha (ambos té) como postre y disfrutar de un trago o dos de alcohol.
- Yunho. Como celebración de tu mayoría de edad cumplida hoy, podrás acompañar a los demás hombres bebiendo soju, tal como un hombre más – dijo solemnemente su padre. Los demás hombres asintieron a modo de felicitación.
- Estoy muy agradecido y me honra semejante permiso, padre – respondió Yunho, intentando disimular su deseo de probar el soju, tan esperado desde que supo “qué era lo que appa (papá) tomaba con otros hombres y olía muy fuerte”(nótese que ésta fue la primer percepción de Yunho sobre el soju, cuando era niño).
- ¡Gon be! (¡Salud!) – exclamaron los hombres, alzando sus vasos. Yunho hizo lo mismo y todos, excepto su madre, quien como mujer no tenía permitido beber más que té, se bebieron el contenido de sus vasos en dos tragos (bueno, Yunho en tres).
Mientras las últimas gotas de soju dejaban su árido rastro en su garganta, el joven del cumpleaños notó que alguien se acercaba por el patio dando increíbles piruetas para luego aterrizar frente a ellos, firme, espada en mano, la cual destellaba a los rayos del sol. Aunque trajera una máscara dorada puesta, Yunho no dudaba quién era: ese cabello oscuro y esa piel blanca no eran de otro sino de su fiel sirviente.
- Hijo, como parte de la celebración le he ordenado a Yoochun que nos dé una demostración de esgrima. Sé lo mucho que te gusta ese honorable arte de la espada, espero lo disfrutes – volvió a sonar la voz de su padre, pero aunque estaba sentado a su lado, Yunho apenas lo escucho. No podía quitar los ojos de Yoochun, y menos cuando éste, a una señal del señor feudal, empezó su demostración. Como movía sus brazos, dando estocadas en todas direcciones, precisas y letales contra un adversario imaginario, mientras sus piernas le ayudaban a esquivar golpes invisibles, dando piruetas y patadas… todos sus movimientos tenían al joven heredero absorto. Desde hacía pocos años la figura de su fiel sirviente le había parecido no solo galante, sino atractiva y demoníacamente sensual. Ignoraba la razón, pero verlo moverse así generaba cierto calor en su abdomen, un calor bastante placentero. Al ver esos labios rosados bajo la máscara, tan húmedos al haberlos relamido por la sed, Yunho se perdió.
Podía sentir su mirada sobre él. Quería lucirse ante él. Era su cumpleaños y eso era lo menos que podía regalarle. Habían sido compañeros desde su tierna infancia, amigos podría decir, pero al ser su sirviente jamás podría usar este título en voz alta. Sin embargo, cuando empezó a cambiarle la voz a ambos, Yoochun empezó a ver a su amo de manera diferente. Siempre le pareció guapo, pero ahora que se había vuelto un hombre le parecía increíblemente sexy. Pero, por la misma razón de su estado social, no podía decírselo, aunque ya se había sentido correspondido: había sentido las miradas de Yunho sobre él, sobre todo cuando practicaban con las espadas, y podría jurar que lo desnudaba con ellas. Justo ahora podía sentir ese tipo de mirada sobre él, y le encantaba. Para responderle dio la demostración de esgrima más aguerrida e impresionante que había hecho jamás, sólo para que su amo pudiera deleitarse…y viceversa al sentirse objeto de deleite visual.
- Pareces impresionado, hijo mío – su madre tocó su hombro, sacándolo de sus pensamientos, los cuales ya había subido de tono.
- Lo estoy, omma (mamá). Siempre me ha fascinado el esgrima – sonrió Yunho.
- Lo sé. Que bueno que disfrutes esta pequeña celebración de cumpleaños.
Asintió. Sólo deseaba que la demostración y la comida terminaran pronto para poder ir a encontrarse con Yoochun en la armería. O donde fuera que estuviera mientras ellos descansaban después de las comidas. Aunque algunos de los nobles invitados estuvieran sentados frente a él, no le impedían ni podía dejar de mirar a Yoochun.
Por fin Yoochun se detuvo frente a ellos e hizo una pronunciada reverencia. Jadeando no podía dejar de sonreír, al menos internamente. Cuando el señor se lo indicó, se retiró. Necesitaba descansar un poco, un baño de agua fría sería lo mejor en este momento, sentía su cuerpo ardiendo demasiado. Como no lo necesitarían hasta una hora después, decidió ir a bañarse al río. Llevó con él también un trozo de metal y una frazada para pulir y limpiar su espada, de la cual nunca se separaba. Sentado frente al río empezó a frotarla con delicadeza, pensando en su amo. “Ojalá pudiera darte algo más como regalo, Yunho hyung. Pero como tu esclavo, no puedo hacer nada si no me lo piden”.
En cuanto lo vio irse, Yunho tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no levantarse y correr tras él. No podía. No debía pero sí quería. Tenía que esperar a que su padre les indicara que podían retirarse. Cuando al fin lo hizo se levantó tan pronto que casi tira el vasito de soju frente a él.
- Lo siento. Lo siento – inclinó la cabeza varias veces, avergonzado, y se fue, procurando que sus pasos rápidos no fueran tan evidentes. Lo buscó en la armería, luego en las cercanías y finalmente se encaminó al río. Ahí estaba. Por fin. Se veía tan bien ahí sentado sobre la roca, con su espada en las manos. Al acercarse a él el moreno volteó ligeramente.
- ¿Mi señor? – siguió limpiando su espada.
- Diste una demostración impresionante – fue todo lo que al castaño se le ocurrió decir.
- No tanto, señor. Me sobrestima – el moreno volvió su mirada a la espada, esperando que su cabello ocultara su sonrojo.
- No es así, lo sabes. Es muy raro que yo te derrote cuando practicamos.
- Me disculpo por eso, mi señor. Debería dejarlo ganar.
- No seas ridículo. Me vences por que en verdad eres impresionante con la espada. Hoy más que nunca.
Tantos cumplidos…Yoochun sentía que su cara le ardía. Por toda respuesta asintió. No fue la mejor de las ideas…
A Yunho no le gustaba que fuera tan modesto. Y menos que ahora se limitara a responderle asintiendo. Quería escuchar su voz, más grave que la suya, pidiéndole que se detuviera…. Si, justamente eso, quería escuchar justamente que le rogara detenerse. Dando un paso más hacia él, sujetó su barbilla con firmeza y lo obligó a mirarlo.
- ¿No me dirás nada, ni siquiera agradecerás por los cumplidos que te estoy haciendo? – le exigió.
- Sí señor. Gracias señor – respondió aquél, aún más apenado. Era la primera vez que lo tocaba directamente. Ya no sabía si le ardía más la cara o el abdomen (nota: en ese entonces, cualquier detalle ya era una demostración pasional o erótica).
Verlo tan vulnerable por primera vez…y en sus manos…era demasiado. Justo cuando el amo iba a echarse sobre su esclavo, una voz lo detuvo.
- Aquí están. Los estaba buscando, sobre todo a ti, Yunho. Aún no termina tu celebración, quiero mostrarte algo. Ven conmigo – dijo el señor feudal.
- Si padre – Yunho sentía como, por primera vez, odiaba a su padre. Sin embargo obedeció. Soltó la barbilla de Yoochun, sonriéndole y se alejó de él para reunirse con su padre.
- Y tú, esclavo, asegúrate de tener la habitación de mi hijo lista para cuando vuelva – añadió el señor feudal.
- Si, señor – respondió Yoochun, inclinando la cabeza con respeto. Cuando ambos amos se alejaron, toco su barbilla. Dolía un poco por la presión aplicada, pero…le había gustado el contacto. Definitivamente necesitaba zambullirse en el agua fría, y así lo hizo después de quitarse la ropa.
El señor feudal había mandado hacer un arco de cedro, pintado de rojo, con una resistente cuerda, y sus respectivas flechas. Ése era su regalo para Yunho. El joven no lo podía creer. Siempre había querido probar una de esas armas, y ahora su padre de la regalaba.
- Vamos, te enseñaré a usarlo.
Padre e hijo fueron a un prado donde blancos de paja habían sido dispuestos. Con paciencia el señor feudal explicó a su hijo en qué postura pararse y cómo sujetar el arco y la cuerda con todo y flechas. Mientras tanto, Yoochun regresaba de bañarse. Al ver delante de él a sus amos, practicando en el prado, se detuvo e iba a alejarse por otro camino…pero la tentación fue más fuerte y se detuvo a observar, oculto tras unos arbustos.
Yunho acomodó sus pies uno frente al otro, como su padre le dijo, sujetó el arco con fuerza, acomodó la flecha, tensó la cuerda….y la flecha cayó a sus pies. El guapo sirviente tuvo que reprimir una risa, era bastante tierno ver a su amo tan torpe, por una vez.
Transcurrió el tiempo y por fin Yunho consiguió dar en el blanco, aunque no en su centro. Tanto el padre como el sirviente oculto sonrieron.
- Bien hecho, hijo. Así se hace. Ahora, afina tu puntería, mantén ambos ojos abiertos.
“Si, amo Yunho. Felicidades, bien hecho”, pensó Yoochun. Miró el cielo. El sol estaba acercándose a las montañas del oeste. Debía ir a preparar la habitación del joven Jung antes de salir a su ronda nocturna. Era mejor darse prisa. Sigiloso salió de su escondite y volvió a la casa por otro camino.
- Suficiente por hoy, hijo – aplaudió el señor feudal cuando Yunho consiguió acertar dos flechas seguidas en el centro – además, ya no tenemos casi luz. Es hora de ir a descansar. Mañana será un gran día, tu primer día como hombre.
Yunho asintió.
- Apenas puedo esperar.
En realidad no podía esperar a buscar a Yoochun. Ya se le habían bajado los calores de a medio día, pero aún así quería verlo. Contarle del regalo de su padre, escucharlo felicitarlo….
Caminó al lado de su padre hasta el pequeño edifico en el que éste dormía. Iba a retirarse en cuanto su padre se lo autorizó cuando su madre salió a su encuentro.
- Sólo quería darte un regalo más de cumpleaños, hijo – dijo la mujer, extendiendo su mano cerrada hacia él. Yunho abrió su mano bajo la de ella para recibir un talismán de protección que podría colgar del mango de su espada. Era realmente bonito, amarillo con detalles azules y rojos.
- Muchas gracias madre.
- Es para que te proteja, ahora que eres un hombre, hay muchos peligros y yo no podré estar siempre cerca. Por eso te la hice.
- Lo sé. De nuevo gracias, omma – la abrazó. En verdad la adoraba. Pero en este momento su mente estaba centrada en una sola persona. Ya que su madre le autorizó irse, se alejó y a los pocos pasos echó a correr hacia su cuarto.
- ¡Aish! – se quejó al no encontrarlo ahí. ¿Dónde podría estar? Su cama ya estaba dispuesta, significaba que ya había estado ahí. Ya era de noche. Quizás…¡Por supuesto! Desde hacia un año, Yoochun patrullaba ya no solo alrededor de la casa en la que dormía Yunho, sino todas las casas. Como pronto él también sería un hombre, tenía que empezar a tomar obligaciones más arriesgadas e importantes. Sin detenerse a meditarlo salió corriendo a buscar a Yoochun apenas dejó el talismán en la mesita de la entrada. Corrió unos metros y miró alrededor. Ni rastro de Yoochun…o de cualquier ser que se moviera. Siguió corriendo hacia el este, luego hacia el oeste. Nada. Solo quedaba ir hacia la entrada de sus terrenos, hacia el puente.
Yoochun hacía su recorrido de guardia cerca de la entrada del territorio de su amo, a unos 500 metros del puente. La noche estaba bastante tranquila, apenas había viento y los búhos comenzaban a ulular tardíamente. De repente algo se movió, seguido de un sonido de hojas siendo aplastadas. Apretó el mango de su espada y caminó hacia donde había escuchado el sonido. Aún estaba lejos cuando vio salir de entre los árboles a un hombre. En unos segundos lo reconoció, era su amo Yunho. Y estaba corriendo hacia el puente. Quizás huía de algo o alguien, debía protegerlo. No es que lo necesitara mucho, pero era su deber, sobre todo si lo veía huyendo. Sin pensarlo más tiempo lo siguió, su mano lista sujetando el mango de su espada. De vez en cuando miraba detrás por si los perseguidores de su joven señor lo seguían. Siguió corriendo hasta el puente pero Yunho ya no estaba ahí. ¿A dónde se había metido? Miró alrededor, sintiendo una oleada de miedo recorrer su espalda. ¿Y si quien lo perseguía lo había encontrado? No. No podía ni pensar que algo le hubiera pasado, no a su amo Yunho. ¿Se habría distraído al mirar atrás y en ese momento le habrían interceptado? No se lo podría perdonar.
Ni rastro de Yoochun. Se detuvo a respirar unos segundos y volvió a correr, las hojas crujiendo bajo sus pies. De repente sintió que alguien lo seguía y corrió más rápido por inercia, así le habían enseñado, y pasando cerca del puente se metió entre unos árboles, esperando a su perseguidor. El colmo de las ironías fue que su perseguidor resulto ser a quien buscaba. No sabiendo si sonreír o llorar, salió de su escondite. Yoochun se recargó en una de las columnas del puente. ¿Qué estaría pensando? Estaban solos, bien podría averiguarlo…
- Así que aquí estas.
La voz del amo sorprendió al sirviente, quien volteó hacia él de inmediato.
- Mi señor – hizo una reverencia al verlo ante él.
- ¿Qué haces aquí Yoochun? – el amo siguió acercándose. ¿Yoochun? Jamás había escuchado su nombre salir de esos labios, al menos sin el adjetivo de esclavo o sirviente. Definitivamente quería volver a escucharlo…espera, Yoochun, tienes que controlarte.
- Estaba haciendo mi guardia cuando lo vi correr, mi señor. Creí que estaba en problemas.
Yunho rió. No podía negar que el hecho de que Yoochun se preocupara tanto por él le encantaba, pero no podía dejarlo ver. Por sus condiciones de amo y siervo.
- ¿Por qué eres tan tímido conmigo? – De repente el castaño tenía ganas de tentarlo, de bromear con y a costa de él, a ver qué conseguía, - cuando estamos practicando con las espadas, no eres nada cohibido, al contrario. Ya sabes que normalmente me derrotas.
Yoochun no supo qué responder. Muchas palabras se le venían a la mente, pero ninguna era apropiada. Yunho volvió a reír. El moreno no sabía si sentirse halagado al escuchar su risa o avergonzado por ser motivo de esta.
- ¿Me estaba buscando, mi señor? ¿Qué se le ofrecía? – su mejor defensa era hacerle otra pregunta.
- Así es – el de ojos miel miró el cielo nocturno. Al fin el punto al que quería llegar.
-¿Qué necesita, señor?
- Nada.
¿Nada? Yoochun estaba cada vez más confundido.
- ¿En qué puedo servirle?
- Esa pregunta me gusta más.
En dos pasos Yunho estaba casi encima de su fiel sirviente, y éste acorralado contra la columna.
- Mi señor… ¿qué hace? – sintió una mano sobre su máscara dorada.
- Lo que dejamos pendiente junto al río, ¿no te acuerdas? – terminó de quitarle la máscara en cuanto sus labios tocaron los del otro. Yoochun no podía hacer nada para detenerlo, él era el amo y mandaba sobre él. Además, no era como si de verdad quisiera detenerlo. Aún así, tampoco podía corresponder si Yunho no se lo pedía. Y lo que retenerse le estaba costando…
El guapo castaño se separó unos centímetros de él.
- ¿Qué pasa?- preguntó, sonriendo.
- Nuestros estatus. Son diferentes, mi señor – se explicó Yoochun.
- Ah, eso.
El otro asintió.
- No me importa.
Volvió a atacar sus labios.
- Mi señor… - logró articular el moreno contra esos agresivos labios, - no debemos…
Yunho volvió a detenerse.
- ¿Ahora qué?
- ¿Si su padre nos ve?
Tenía razón. Si su padre los veía, ambos estaban muertos. Yoochun por meterse con el amo, y Yunho por meterse con el sirviente y por demostrar gustos anti-naturales…al menos en público.
- Mejor que no nos vea – el amo tomó la mano del sirviente y tiró de él hasta que ambos corrieron.
Llegaron al edificio-habitación de Yunho. Tras cerrar la puerta, Yoochun se sentó frente a su amo, quien lo miraba traviesamente.
- Ya te habrás dado cuenta de lo que me provocas.
Yoochun se sonrojó.
- ¿Te provoco lo mismo?
Se miraron. Con la misma intensidad que mientras practicaban esgrima, pero no era adrenalina lo que llenaba sus ojos. Era otra cosa. ¿Lujuria, quizá?
El castaño una vez más devoró los labios de su sirviente, mientras este correspondía, esperando que le diera la orden de hacer algo más. La lengua de Yunho se introdujo en su boca, acariciando la cavidad completa, haciendo que Yoochun volviera a sentir la necesidad de meterse en agua helada para bajarse el repentino calor. Dudando, él hizo lo mismo. Ahora el calor también invadía a Yunho. Sus lenguas luchaban y se enredaban en sus bocas. Sintiendo que las manos le ardían, el amo empezó a jugar con el cinturón de su sirviente, desabrochándolo.
No podía contenerse ni dejar de besarlo, de saborear esos labios que de solo mirarlos parecían exigirle probarlos. Yoochun sintió las manos de su señor sobre sus hombros, tirando de sus ropas hacia abajo para desnudar su torso. Siguió sus manos con la mirada y luego miró su rostro. Su amo lo miraba como buscando aprobación, y el asintió ligeramente. Ahora los labios de Yunho recorrían todo el pecho de Yoochun hasta esos botones rosados. También los saboreó, lamiéndolos, besándolos, probando su textura cuidadosamente entre sus dientes, arrancando un ronco gemido de Yoochun. Continuó su trayecto hacia abajo, delineando con su lengua los músculos de su abdomen. Las manos de Yoochun estaban ardiendo también, pero no podía tocarlo.
- Amo…
Yunho detuvo su lengua antes de saborear ahora su ombligo.
-¿Dime, Yoochun?
- ¿Puedo…? – ya no podía articular frases completas. Por suerte el castaño comprendió.
- Hazlo.
Ahora ambos tenían el torso descubierto, piel contra piel. Yoochun recorría el abdomen de Yunho con sus labios, tal como él se lo había hecho, mientras éste recorría su espalda con sus manos, gimiendo bajo. Se sentía tan bien. Y podría ponerse mejor, cosa que los volvía locos. Pronto el castaño introdujo sus manos bajo la tela amontonada del hanbok que aún cubría la cintura y las piernas del peli-negro, comenzando a acariciar su trasero. El de ojos negros gimió contra el ombligo del otro, sintiendo esas manos apretando su carne ahí abajo. El amo sonrió al escucharlo, sabía que le había gustado, él quería sentir también algo así. Apretó un poco más fuerte, obteniendo un gemido más largo y profundo y una mirada inquisitiva de su amante.
- No tienes que preguntarme. Si te lo hago es por que seguramente quiero que me lo hagas.
- Mi señor…
- No – Yunho puso un dedo sobre los labios de Yoochun, enrojecidos ligeramente por tantos besos, - no me llames así ahora. Quiero que digas mi nombre como yo estoy diciendo el tuyo.
Yoochun sonrió, tímido aún. Yunho retiró su dedo de ahí solo para sustituirlo con sus labios una vez más. Ahora Yoochun hizo lo propio, acariciando la espalda de su amo y descendiendo hasta encontrarse con la ropa revuelta. Cuando consiguió introducir sus manos bajo la tela, en escalofrío recorrió toda la espalda de Yunho. No queriendo quedarse atrás, Yunho repitió la operación anterior, metiendo sus manos bajo la tela, apretando la zona mas baja de Yoochun y haciendo que éste lo imitara mientras se besaban. Necesitaban sentirse mas cerca, el contacto con solo las manos no era ya suficiente. Por necesidad sus cuerpos dejaron la postura sentada en el piso y se hincaron, acercándose, abrazándose, haciendo que ambos hanboks cayeran al piso. Ahora sólo los cubrían sus pantalones, y no era suficiente para esconder el estado en el que se encontraban.
Yoochun miró el techo mientras Yunho besaba su cuello y acariciaba su cintura, sin alejar sus manos de la espalda más baja de su amo (era una oportunidad que no iba a desaprovechar). Sintió los dientes en su manzana y gimió fuerte, era una sensación mezcla de placer y miedo…si mordía mas duro….esta sensación se desvaneció cuando una de las manos de Yunho abandonó su cintura para apoyarse sobre su hombría. Lo empezó a frotar, mirando como su bulto se hacía más grande bajo su mano y escuchando como Yoochun empezaba a jadear. El cabello negro cubría parte de su expresión llena de placer, los labios rosados e hinchados medio abiertos, los ojos cerrándose y abriéndose, su pecho elevándose y descendiendo conforme su respiración se aceleraba. Yunho se mordió los labios al verlo así, tan vulnerablemente sexy. Por fin la mano temblorosa del sirviente se colocó en la hombría de su amo e imitó sus movimientos, obteniendo un sonoro gemido de placer por parte del castaño. Continuaron así, jadeando en el oído del otro hasta que sus cuerpos empezaron a cubrirse de sudor. Una imagen demasiado erótica para cualquiera (cierto). Seguían acercándose y pronto aplastaron sus manos entre sus cuerpos. Riendo al darse cuenta, Yunho retiró ambas de en medio, haciendo que su hombría tuviera un contacto más directo con la de Yoochun. La sonrisa que al segundo le había provocado la risa del primero se desvaneció en un gemido ahogado al sentir el contacto contra su miembro.
Más. Eso era lo único que su cerebro procesaba. Más de esa sensación. Para cuando se dio cuenta ya estaba debajo de Yunho, completamente desnudo, viendo como éste se quitaba su propio pantalón. El miembro erecto de su amo salió a la vista, ligeramente visible por la luz de la luna que se filtraba por la ventana y las velas en la mesita de noche. Yoochun se mordió los labios y no pudo controlar su instinto de tocarlo.
Yunho gemía con cada roce hasta que sintió como lo masajeaba; miró el techo, extasiado.
- Amo…es decir…Yunho.
La voz de su amante lo hizo voltear hacia abajo.
- Creo que será más cómodo si se recuesta.
¡Que sonrisa más cínica y pervertida! Sonriendo también, se acostó. El moreno continuó con su labor, apretando el paquete en su mano, moviéndola por la extensión de arriba abajo, incluso acaricio su base entera. El castaño podía sentir como las oleadas de placer se reunían en la parte más baja de su vientre para luego circular por sus piernas y el resto de su cuerpo, haciendo su piel arder.
- Yoochun, necesito humedad.
Al parecer ya podían entenderse sin especificar la petición. Lamiendo sus labios, el atrevido sirviente se inclinó para introducir el objeto de honor de su amo dentro de su boca. No pretendía ahogarse, así que empezó con la punta. Eso bastó para que una corriente eléctrica sacudiera a Yunho.
- Así...sigue…sigue….ah…- enredó sus dedos en el cabello negro del otro, indicándole lo mucho que eso le gustaba.
Cuando un sabor salado llegó a sus labios, Yoochun se detuvo.
- Yunho, ¿quiere hacerlo en mí?
Su amo lo pensó por unos segundos.
- No. Haz que llegue en tus labios…y luego tómame.
- ¿Está seguro?
- Maldición, Yoochun, ¡no me dejes más tiempo así! Sí, eso es lo que quiero, estoy seguro. Dame mi regalo de cumpleaños.
Sin esperar que se lo repitiera, el guerrero enmascarado obedeció. Sus labios friccionaban el miembro de Yunho lo suficiente hasta conseguir que se viniera en su boca. Por poco se ahoga. Cuidadosamente lo sacó de su boca y lo miró. Verlo jadear así, excitado por su venida, hacía que él mismo se sintiera igualmente excitado. Con delicadeza sujetó sus piernas y las separó.
- Espera. Así me vas a lastimar…debes humedecerme…dilatarme.
¿Cómo lo sabía? Prefirió guardarse la duda.
- ¿Cómo lo hago, Yunho?
Por toda respuesta Yunho tomó su mano e introdujo dos dedos en su boca, succionando. Imaginarse que en lugar de sus dedos era su hombría…el calor entre sus piernas aumentó demasiado. Ya que estaban bien húmedos y resbalosos, Yunho soltó su mano y señaló su entrada con la cabeza.
Mientras Yunho masajeaba el miembro de Yoochun, éste lo preparaba, moviendo primero un dedo, luego dos, en su interior, esperando dilatarlo lo suficiente para poder hacérselo como él había pedido. Unos minutos después su miembro ya empezaba a dolerle.
- Yunho…ya no resistiré por mucho.
- Está bien, creo que estoy listo. Hazlo.
Sujetando sus piernas a cada lado de su cintura, el de la piel más blanca empezó a embestirlo. Era estrecho, significaba que era al primero al que se entregaba, no podía sentirse más honrado…y excitado. Yunho apretó las sábanas debajo de él. Era algo doloroso, pero le encantaba. Las embestidas eran erráticas, sin ritmo, pero cada vez llegaban más adentro. Yunho sujetó la cintura de Yoochun y lo jaló hacia él, abrazándolo contra sí mientras lo hacían. ¿Pero hacían sexo nada más? En ese momento no podían decidirlo. Sólo querían llegar al límite. Querían gritar, pero de hacerlo alguien podría descubrirlos. Mejor se besaron para acallar sus voces de pasión.
Dando una fuerte embestida que tocó el punto más sensible en el interior de Yunho, ambos chicos llegaron a su clímax.
Jadeando, el moreno se recostó sobre el castaño, quien le permitió quedarse ahí cuanto quisiera. Sentirlo tan cerca, entre sus brazos, era una emoción por demás deliciosa. No quería alejarse de él. Y al ver que Yoochun no se pensaba levantar para irse, como por respeto debería de hacer, supuso que él sentía lo mismo.
- Mi señor – dijo la voz ronca del moreno después de un rato.
- ¿Um? – Yunho volteó a verlo.
- Su cama está dispuesta, por favor descanse mucho.
Ambos sonrieron y poco después se quedaron dormidos.
En la mañana, el sol apenas asomaba entre las verdes colinas que limitaban y protegían la tranquila ciudad de Seoul. Dos chicos se enfrentaban, espadas en mano. Sus miradas fijas, mientras el sol incandescente empezaba a hacerlos sudar.
Obviamente el moreno había sido más veloz en el último ataque, como acostumbraba. Jadeando, el castaño bajó la guardia, sus ojos miel brillando con una traviesa luz, producto ya no sólo de la adrenalina.
- Has vuelto a ganar hoy, mi Yoochun – sonrió.
- Mi señor Yunho, he aprendido mucho de usted hoy – respondió, bajando la guardia también y recibiendo la espada de su amo con una inclinación de cabeza.
- Y seguirás aprendiendo más esta noche, Yoochun.
El sirviente volteó.
- Sí. Esta noche, dominaré yo.
Y mientras Yoochun sonreía, Yunho se retiró.
¡Acción!
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Temprano, una mañana, el sol apenas asomaba entre las verdes colinas que limitaban y protegían la tranquila ciudad de Seoul (hace aproximadamente 500 o 600 años), más concretamente en un valle, dos chicos se preparaban para enfrentarse. Uno de ellos, vestido con el tradicional hanbok de acuerdo con su estatuto social, color azul marino con las mangas y el pantalón negro, tenía la piel algo curtida por el sol, una cinta verde oscuro sobre su frente y su largo cabello castaño, que aunque estaba sujeto en una cola con una cinta del mismo color, sobre su cabeza, alcanzaba el nivel debajo de sus hombros. El otro vestía un hanbok típico del estrato servil color negro, su cabello, también negro, cubriendo sus hombros y hasta debajo de sus éstos, le daba sombra incluso a parte de su rostro pálido.
Sus miradas estaban fijas, podía cortarse la tensión con las espadas que cada uno portaba, aunque fueran de madera. Tras un grito gutural de guerra por parte de ambos, se lanzaron al ataque. El peli-negro lanzó una estocada directo al pecho, haciendo que el castaño saltara dando una maroma para esquivar el golpe, aterrizando dándole la espalda a su rival. Para protegerse de un próximo ataque, rápidamente se giró, lanzando ahora una estocada directa hacia el hombro derecho del moreno, quien esquivo el golpe inclinándose ligeramente para luego agacharse y esquivar un nuevo ataque por arriba. Chocaron espadas de frente, luego dándose la espalda con un giro, para volver a mirarse frente a frente, esperando el ataque del otro, concentrándose en la batalla. Chocaron espadas nuevamente, dos, tres veces hasta que el castaño saltó para atacar desde mayor altura, por lo que su rival tuvo que agacharse y alejarse para esquivarlo. Ahora había más distancia entre ambos, de nuevo las miradas se cruzaron, calculando el próximo movimiento. El sol incandescente que empezaba a elevarse los estaba haciendo sudar. Nuevamente el castaño fue quien dio la estocada primero; el peli-negro la esquivó dando un paso atrás y luego chocó su espada con la del otro para protegerse de un nuevo ataque desde arriba, derrotando a su rival al dirigir un ataque directo al cuello, haciendo que el castaño detuviera su ataque hacia su propio cuello al sentir la madera cerca de su piel. Obviamente el moreno había sido más veloz en ese último ataque. Jadeando, el castaño bajó la guardia, sus ojos miel brillando con una traviesa luz, producto de la adrenalina.
- Has vuelto a ganar hoy, mi fiel sirviente Yoochun – sonrió.
El moreno bajó la guardia también, alejando la espada del cuello del otro. No lo había lastimado, jamás se atrevería.
- Mi señor Yunho, he aprendido mucho de usted hoy – respondió, dócil, tomando luego la espada de madera que su amo le entregaba, inclinando la cabeza con respeto.
- Por hoy hemos terminado el entrenamiento.
- Sí señor – de nuevo inclino la cabeza.
- Mi padre me espera para comer. Te veré después – y sin más, Yunho se retiró.
Era el sexto día del segundo mes del año. Yoochun sabía perfectamente lo importante que era ese día. No había hecho falta que su señor feudal, el padre de su amo Yunho, le pidiera que preparara una demostración de esgrima como parte de la celebración. Ya había pensado en hacer algo especial para él en el día más importante de su vida, y la autorización del señor para hacerlo sólo lo ponía más contento.
El sol ya estaba en lo alto cuando la noble familia se sentó a la mesa. Yunho se había vestido para la ocasión: las mangas de su hanbok eran rosadas mientras el resto del traje era negro y la cinta que se posaba en su frente lucía un color morado. Su cabello estaba perfectamente arreglado en la cola de caballo alta sobre su cabeza, atado con una cinta color esmeralda, permitiendo que su rostro jovial luciera en todo su esplendor. Hoy se convertía en hombre, dejando atrás su niñez, hoy habrían pasado 16 primaveras desde que sus padres lo habían concebido (en Corea, el primer año de vida se cumple en cuanto la madre da a luz al bebé, no un año después) y por lo tanto ya podría ser catalogado como señor, no como señorito. Su cuerpo había crecido, también su voz se había vuelto más grave y su rostro se había vuelto mucho más varonil, y quería que todos los que lo rodeaban se dieran cuenta de ello.
Sentado al lado de su padre comió con su familia y otros nobles invitados: kimchi, bulgogi (carne asada), nabos y otras verduras, bimbap, galbi, sopa de Mandu (empanaditas rellenas de vegetales) y su favorita, pasta doenjang, acompañado todo con té Oksusu cha (de maíz tostado). Al llegar el postre su padre pidió una jarra de soju. Yunho siguió con la mirada al sirviente que la trajo, sin perder detalle. Lentamente fueron colocados pequeños vasos frente a su padre y algunos otros nobles invitados, y finalmente uno más fue colocado frente a él. Como mayor de edad, podía dejar de beber Sikhye o Yujacha (ambos té) como postre y disfrutar de un trago o dos de alcohol.
- Yunho. Como celebración de tu mayoría de edad cumplida hoy, podrás acompañar a los demás hombres bebiendo soju, tal como un hombre más – dijo solemnemente su padre. Los demás hombres asintieron a modo de felicitación.
- Estoy muy agradecido y me honra semejante permiso, padre – respondió Yunho, intentando disimular su deseo de probar el soju, tan esperado desde que supo “qué era lo que appa (papá) tomaba con otros hombres y olía muy fuerte”(nótese que ésta fue la primer percepción de Yunho sobre el soju, cuando era niño).
- ¡Gon be! (¡Salud!) – exclamaron los hombres, alzando sus vasos. Yunho hizo lo mismo y todos, excepto su madre, quien como mujer no tenía permitido beber más que té, se bebieron el contenido de sus vasos en dos tragos (bueno, Yunho en tres).
Mientras las últimas gotas de soju dejaban su árido rastro en su garganta, el joven del cumpleaños notó que alguien se acercaba por el patio dando increíbles piruetas para luego aterrizar frente a ellos, firme, espada en mano, la cual destellaba a los rayos del sol. Aunque trajera una máscara dorada puesta, Yunho no dudaba quién era: ese cabello oscuro y esa piel blanca no eran de otro sino de su fiel sirviente.
- Hijo, como parte de la celebración le he ordenado a Yoochun que nos dé una demostración de esgrima. Sé lo mucho que te gusta ese honorable arte de la espada, espero lo disfrutes – volvió a sonar la voz de su padre, pero aunque estaba sentado a su lado, Yunho apenas lo escucho. No podía quitar los ojos de Yoochun, y menos cuando éste, a una señal del señor feudal, empezó su demostración. Como movía sus brazos, dando estocadas en todas direcciones, precisas y letales contra un adversario imaginario, mientras sus piernas le ayudaban a esquivar golpes invisibles, dando piruetas y patadas… todos sus movimientos tenían al joven heredero absorto. Desde hacía pocos años la figura de su fiel sirviente le había parecido no solo galante, sino atractiva y demoníacamente sensual. Ignoraba la razón, pero verlo moverse así generaba cierto calor en su abdomen, un calor bastante placentero. Al ver esos labios rosados bajo la máscara, tan húmedos al haberlos relamido por la sed, Yunho se perdió.
Podía sentir su mirada sobre él. Quería lucirse ante él. Era su cumpleaños y eso era lo menos que podía regalarle. Habían sido compañeros desde su tierna infancia, amigos podría decir, pero al ser su sirviente jamás podría usar este título en voz alta. Sin embargo, cuando empezó a cambiarle la voz a ambos, Yoochun empezó a ver a su amo de manera diferente. Siempre le pareció guapo, pero ahora que se había vuelto un hombre le parecía increíblemente sexy. Pero, por la misma razón de su estado social, no podía decírselo, aunque ya se había sentido correspondido: había sentido las miradas de Yunho sobre él, sobre todo cuando practicaban con las espadas, y podría jurar que lo desnudaba con ellas. Justo ahora podía sentir ese tipo de mirada sobre él, y le encantaba. Para responderle dio la demostración de esgrima más aguerrida e impresionante que había hecho jamás, sólo para que su amo pudiera deleitarse…y viceversa al sentirse objeto de deleite visual.
- Pareces impresionado, hijo mío – su madre tocó su hombro, sacándolo de sus pensamientos, los cuales ya había subido de tono.
- Lo estoy, omma (mamá). Siempre me ha fascinado el esgrima – sonrió Yunho.
- Lo sé. Que bueno que disfrutes esta pequeña celebración de cumpleaños.
Asintió. Sólo deseaba que la demostración y la comida terminaran pronto para poder ir a encontrarse con Yoochun en la armería. O donde fuera que estuviera mientras ellos descansaban después de las comidas. Aunque algunos de los nobles invitados estuvieran sentados frente a él, no le impedían ni podía dejar de mirar a Yoochun.
Por fin Yoochun se detuvo frente a ellos e hizo una pronunciada reverencia. Jadeando no podía dejar de sonreír, al menos internamente. Cuando el señor se lo indicó, se retiró. Necesitaba descansar un poco, un baño de agua fría sería lo mejor en este momento, sentía su cuerpo ardiendo demasiado. Como no lo necesitarían hasta una hora después, decidió ir a bañarse al río. Llevó con él también un trozo de metal y una frazada para pulir y limpiar su espada, de la cual nunca se separaba. Sentado frente al río empezó a frotarla con delicadeza, pensando en su amo. “Ojalá pudiera darte algo más como regalo, Yunho hyung. Pero como tu esclavo, no puedo hacer nada si no me lo piden”.
En cuanto lo vio irse, Yunho tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no levantarse y correr tras él. No podía. No debía pero sí quería. Tenía que esperar a que su padre les indicara que podían retirarse. Cuando al fin lo hizo se levantó tan pronto que casi tira el vasito de soju frente a él.
- Lo siento. Lo siento – inclinó la cabeza varias veces, avergonzado, y se fue, procurando que sus pasos rápidos no fueran tan evidentes. Lo buscó en la armería, luego en las cercanías y finalmente se encaminó al río. Ahí estaba. Por fin. Se veía tan bien ahí sentado sobre la roca, con su espada en las manos. Al acercarse a él el moreno volteó ligeramente.
- ¿Mi señor? – siguió limpiando su espada.
- Diste una demostración impresionante – fue todo lo que al castaño se le ocurrió decir.
- No tanto, señor. Me sobrestima – el moreno volvió su mirada a la espada, esperando que su cabello ocultara su sonrojo.
- No es así, lo sabes. Es muy raro que yo te derrote cuando practicamos.
- Me disculpo por eso, mi señor. Debería dejarlo ganar.
- No seas ridículo. Me vences por que en verdad eres impresionante con la espada. Hoy más que nunca.
Tantos cumplidos…Yoochun sentía que su cara le ardía. Por toda respuesta asintió. No fue la mejor de las ideas…
A Yunho no le gustaba que fuera tan modesto. Y menos que ahora se limitara a responderle asintiendo. Quería escuchar su voz, más grave que la suya, pidiéndole que se detuviera…. Si, justamente eso, quería escuchar justamente que le rogara detenerse. Dando un paso más hacia él, sujetó su barbilla con firmeza y lo obligó a mirarlo.
- ¿No me dirás nada, ni siquiera agradecerás por los cumplidos que te estoy haciendo? – le exigió.
- Sí señor. Gracias señor – respondió aquél, aún más apenado. Era la primera vez que lo tocaba directamente. Ya no sabía si le ardía más la cara o el abdomen (nota: en ese entonces, cualquier detalle ya era una demostración pasional o erótica).
Verlo tan vulnerable por primera vez…y en sus manos…era demasiado. Justo cuando el amo iba a echarse sobre su esclavo, una voz lo detuvo.
- Aquí están. Los estaba buscando, sobre todo a ti, Yunho. Aún no termina tu celebración, quiero mostrarte algo. Ven conmigo – dijo el señor feudal.
- Si padre – Yunho sentía como, por primera vez, odiaba a su padre. Sin embargo obedeció. Soltó la barbilla de Yoochun, sonriéndole y se alejó de él para reunirse con su padre.
- Y tú, esclavo, asegúrate de tener la habitación de mi hijo lista para cuando vuelva – añadió el señor feudal.
- Si, señor – respondió Yoochun, inclinando la cabeza con respeto. Cuando ambos amos se alejaron, toco su barbilla. Dolía un poco por la presión aplicada, pero…le había gustado el contacto. Definitivamente necesitaba zambullirse en el agua fría, y así lo hizo después de quitarse la ropa.
El señor feudal había mandado hacer un arco de cedro, pintado de rojo, con una resistente cuerda, y sus respectivas flechas. Ése era su regalo para Yunho. El joven no lo podía creer. Siempre había querido probar una de esas armas, y ahora su padre de la regalaba.
- Vamos, te enseñaré a usarlo.
Padre e hijo fueron a un prado donde blancos de paja habían sido dispuestos. Con paciencia el señor feudal explicó a su hijo en qué postura pararse y cómo sujetar el arco y la cuerda con todo y flechas. Mientras tanto, Yoochun regresaba de bañarse. Al ver delante de él a sus amos, practicando en el prado, se detuvo e iba a alejarse por otro camino…pero la tentación fue más fuerte y se detuvo a observar, oculto tras unos arbustos.
Yunho acomodó sus pies uno frente al otro, como su padre le dijo, sujetó el arco con fuerza, acomodó la flecha, tensó la cuerda….y la flecha cayó a sus pies. El guapo sirviente tuvo que reprimir una risa, era bastante tierno ver a su amo tan torpe, por una vez.
Transcurrió el tiempo y por fin Yunho consiguió dar en el blanco, aunque no en su centro. Tanto el padre como el sirviente oculto sonrieron.
- Bien hecho, hijo. Así se hace. Ahora, afina tu puntería, mantén ambos ojos abiertos.
“Si, amo Yunho. Felicidades, bien hecho”, pensó Yoochun. Miró el cielo. El sol estaba acercándose a las montañas del oeste. Debía ir a preparar la habitación del joven Jung antes de salir a su ronda nocturna. Era mejor darse prisa. Sigiloso salió de su escondite y volvió a la casa por otro camino.
- Suficiente por hoy, hijo – aplaudió el señor feudal cuando Yunho consiguió acertar dos flechas seguidas en el centro – además, ya no tenemos casi luz. Es hora de ir a descansar. Mañana será un gran día, tu primer día como hombre.
Yunho asintió.
- Apenas puedo esperar.
En realidad no podía esperar a buscar a Yoochun. Ya se le habían bajado los calores de a medio día, pero aún así quería verlo. Contarle del regalo de su padre, escucharlo felicitarlo….
Caminó al lado de su padre hasta el pequeño edifico en el que éste dormía. Iba a retirarse en cuanto su padre se lo autorizó cuando su madre salió a su encuentro.
- Sólo quería darte un regalo más de cumpleaños, hijo – dijo la mujer, extendiendo su mano cerrada hacia él. Yunho abrió su mano bajo la de ella para recibir un talismán de protección que podría colgar del mango de su espada. Era realmente bonito, amarillo con detalles azules y rojos.
- Muchas gracias madre.
- Es para que te proteja, ahora que eres un hombre, hay muchos peligros y yo no podré estar siempre cerca. Por eso te la hice.
- Lo sé. De nuevo gracias, omma – la abrazó. En verdad la adoraba. Pero en este momento su mente estaba centrada en una sola persona. Ya que su madre le autorizó irse, se alejó y a los pocos pasos echó a correr hacia su cuarto.
- ¡Aish! – se quejó al no encontrarlo ahí. ¿Dónde podría estar? Su cama ya estaba dispuesta, significaba que ya había estado ahí. Ya era de noche. Quizás…¡Por supuesto! Desde hacia un año, Yoochun patrullaba ya no solo alrededor de la casa en la que dormía Yunho, sino todas las casas. Como pronto él también sería un hombre, tenía que empezar a tomar obligaciones más arriesgadas e importantes. Sin detenerse a meditarlo salió corriendo a buscar a Yoochun apenas dejó el talismán en la mesita de la entrada. Corrió unos metros y miró alrededor. Ni rastro de Yoochun…o de cualquier ser que se moviera. Siguió corriendo hacia el este, luego hacia el oeste. Nada. Solo quedaba ir hacia la entrada de sus terrenos, hacia el puente.
Yoochun hacía su recorrido de guardia cerca de la entrada del territorio de su amo, a unos 500 metros del puente. La noche estaba bastante tranquila, apenas había viento y los búhos comenzaban a ulular tardíamente. De repente algo se movió, seguido de un sonido de hojas siendo aplastadas. Apretó el mango de su espada y caminó hacia donde había escuchado el sonido. Aún estaba lejos cuando vio salir de entre los árboles a un hombre. En unos segundos lo reconoció, era su amo Yunho. Y estaba corriendo hacia el puente. Quizás huía de algo o alguien, debía protegerlo. No es que lo necesitara mucho, pero era su deber, sobre todo si lo veía huyendo. Sin pensarlo más tiempo lo siguió, su mano lista sujetando el mango de su espada. De vez en cuando miraba detrás por si los perseguidores de su joven señor lo seguían. Siguió corriendo hasta el puente pero Yunho ya no estaba ahí. ¿A dónde se había metido? Miró alrededor, sintiendo una oleada de miedo recorrer su espalda. ¿Y si quien lo perseguía lo había encontrado? No. No podía ni pensar que algo le hubiera pasado, no a su amo Yunho. ¿Se habría distraído al mirar atrás y en ese momento le habrían interceptado? No se lo podría perdonar.
Ni rastro de Yoochun. Se detuvo a respirar unos segundos y volvió a correr, las hojas crujiendo bajo sus pies. De repente sintió que alguien lo seguía y corrió más rápido por inercia, así le habían enseñado, y pasando cerca del puente se metió entre unos árboles, esperando a su perseguidor. El colmo de las ironías fue que su perseguidor resulto ser a quien buscaba. No sabiendo si sonreír o llorar, salió de su escondite. Yoochun se recargó en una de las columnas del puente. ¿Qué estaría pensando? Estaban solos, bien podría averiguarlo…
- Así que aquí estas.
La voz del amo sorprendió al sirviente, quien volteó hacia él de inmediato.
- Mi señor – hizo una reverencia al verlo ante él.
- ¿Qué haces aquí Yoochun? – el amo siguió acercándose. ¿Yoochun? Jamás había escuchado su nombre salir de esos labios, al menos sin el adjetivo de esclavo o sirviente. Definitivamente quería volver a escucharlo…espera, Yoochun, tienes que controlarte.
- Estaba haciendo mi guardia cuando lo vi correr, mi señor. Creí que estaba en problemas.
Yunho rió. No podía negar que el hecho de que Yoochun se preocupara tanto por él le encantaba, pero no podía dejarlo ver. Por sus condiciones de amo y siervo.
- ¿Por qué eres tan tímido conmigo? – De repente el castaño tenía ganas de tentarlo, de bromear con y a costa de él, a ver qué conseguía, - cuando estamos practicando con las espadas, no eres nada cohibido, al contrario. Ya sabes que normalmente me derrotas.
Yoochun no supo qué responder. Muchas palabras se le venían a la mente, pero ninguna era apropiada. Yunho volvió a reír. El moreno no sabía si sentirse halagado al escuchar su risa o avergonzado por ser motivo de esta.
- ¿Me estaba buscando, mi señor? ¿Qué se le ofrecía? – su mejor defensa era hacerle otra pregunta.
- Así es – el de ojos miel miró el cielo nocturno. Al fin el punto al que quería llegar.
-¿Qué necesita, señor?
- Nada.
¿Nada? Yoochun estaba cada vez más confundido.
- ¿En qué puedo servirle?
- Esa pregunta me gusta más.
En dos pasos Yunho estaba casi encima de su fiel sirviente, y éste acorralado contra la columna.
- Mi señor… ¿qué hace? – sintió una mano sobre su máscara dorada.
- Lo que dejamos pendiente junto al río, ¿no te acuerdas? – terminó de quitarle la máscara en cuanto sus labios tocaron los del otro. Yoochun no podía hacer nada para detenerlo, él era el amo y mandaba sobre él. Además, no era como si de verdad quisiera detenerlo. Aún así, tampoco podía corresponder si Yunho no se lo pedía. Y lo que retenerse le estaba costando…
El guapo castaño se separó unos centímetros de él.
- ¿Qué pasa?- preguntó, sonriendo.
- Nuestros estatus. Son diferentes, mi señor – se explicó Yoochun.
- Ah, eso.
El otro asintió.
- No me importa.
Volvió a atacar sus labios.
- Mi señor… - logró articular el moreno contra esos agresivos labios, - no debemos…
Yunho volvió a detenerse.
- ¿Ahora qué?
- ¿Si su padre nos ve?
Tenía razón. Si su padre los veía, ambos estaban muertos. Yoochun por meterse con el amo, y Yunho por meterse con el sirviente y por demostrar gustos anti-naturales…al menos en público.
- Mejor que no nos vea – el amo tomó la mano del sirviente y tiró de él hasta que ambos corrieron.
Llegaron al edificio-habitación de Yunho. Tras cerrar la puerta, Yoochun se sentó frente a su amo, quien lo miraba traviesamente.
- Ya te habrás dado cuenta de lo que me provocas.
Yoochun se sonrojó.
- ¿Te provoco lo mismo?
Se miraron. Con la misma intensidad que mientras practicaban esgrima, pero no era adrenalina lo que llenaba sus ojos. Era otra cosa. ¿Lujuria, quizá?
El castaño una vez más devoró los labios de su sirviente, mientras este correspondía, esperando que le diera la orden de hacer algo más. La lengua de Yunho se introdujo en su boca, acariciando la cavidad completa, haciendo que Yoochun volviera a sentir la necesidad de meterse en agua helada para bajarse el repentino calor. Dudando, él hizo lo mismo. Ahora el calor también invadía a Yunho. Sus lenguas luchaban y se enredaban en sus bocas. Sintiendo que las manos le ardían, el amo empezó a jugar con el cinturón de su sirviente, desabrochándolo.
No podía contenerse ni dejar de besarlo, de saborear esos labios que de solo mirarlos parecían exigirle probarlos. Yoochun sintió las manos de su señor sobre sus hombros, tirando de sus ropas hacia abajo para desnudar su torso. Siguió sus manos con la mirada y luego miró su rostro. Su amo lo miraba como buscando aprobación, y el asintió ligeramente. Ahora los labios de Yunho recorrían todo el pecho de Yoochun hasta esos botones rosados. También los saboreó, lamiéndolos, besándolos, probando su textura cuidadosamente entre sus dientes, arrancando un ronco gemido de Yoochun. Continuó su trayecto hacia abajo, delineando con su lengua los músculos de su abdomen. Las manos de Yoochun estaban ardiendo también, pero no podía tocarlo.
- Amo…
Yunho detuvo su lengua antes de saborear ahora su ombligo.
-¿Dime, Yoochun?
- ¿Puedo…? – ya no podía articular frases completas. Por suerte el castaño comprendió.
- Hazlo.
Ahora ambos tenían el torso descubierto, piel contra piel. Yoochun recorría el abdomen de Yunho con sus labios, tal como él se lo había hecho, mientras éste recorría su espalda con sus manos, gimiendo bajo. Se sentía tan bien. Y podría ponerse mejor, cosa que los volvía locos. Pronto el castaño introdujo sus manos bajo la tela amontonada del hanbok que aún cubría la cintura y las piernas del peli-negro, comenzando a acariciar su trasero. El de ojos negros gimió contra el ombligo del otro, sintiendo esas manos apretando su carne ahí abajo. El amo sonrió al escucharlo, sabía que le había gustado, él quería sentir también algo así. Apretó un poco más fuerte, obteniendo un gemido más largo y profundo y una mirada inquisitiva de su amante.
- No tienes que preguntarme. Si te lo hago es por que seguramente quiero que me lo hagas.
- Mi señor…
- No – Yunho puso un dedo sobre los labios de Yoochun, enrojecidos ligeramente por tantos besos, - no me llames así ahora. Quiero que digas mi nombre como yo estoy diciendo el tuyo.
Yoochun sonrió, tímido aún. Yunho retiró su dedo de ahí solo para sustituirlo con sus labios una vez más. Ahora Yoochun hizo lo propio, acariciando la espalda de su amo y descendiendo hasta encontrarse con la ropa revuelta. Cuando consiguió introducir sus manos bajo la tela, en escalofrío recorrió toda la espalda de Yunho. No queriendo quedarse atrás, Yunho repitió la operación anterior, metiendo sus manos bajo la tela, apretando la zona mas baja de Yoochun y haciendo que éste lo imitara mientras se besaban. Necesitaban sentirse mas cerca, el contacto con solo las manos no era ya suficiente. Por necesidad sus cuerpos dejaron la postura sentada en el piso y se hincaron, acercándose, abrazándose, haciendo que ambos hanboks cayeran al piso. Ahora sólo los cubrían sus pantalones, y no era suficiente para esconder el estado en el que se encontraban.
Yoochun miró el techo mientras Yunho besaba su cuello y acariciaba su cintura, sin alejar sus manos de la espalda más baja de su amo (era una oportunidad que no iba a desaprovechar). Sintió los dientes en su manzana y gimió fuerte, era una sensación mezcla de placer y miedo…si mordía mas duro….esta sensación se desvaneció cuando una de las manos de Yunho abandonó su cintura para apoyarse sobre su hombría. Lo empezó a frotar, mirando como su bulto se hacía más grande bajo su mano y escuchando como Yoochun empezaba a jadear. El cabello negro cubría parte de su expresión llena de placer, los labios rosados e hinchados medio abiertos, los ojos cerrándose y abriéndose, su pecho elevándose y descendiendo conforme su respiración se aceleraba. Yunho se mordió los labios al verlo así, tan vulnerablemente sexy. Por fin la mano temblorosa del sirviente se colocó en la hombría de su amo e imitó sus movimientos, obteniendo un sonoro gemido de placer por parte del castaño. Continuaron así, jadeando en el oído del otro hasta que sus cuerpos empezaron a cubrirse de sudor. Una imagen demasiado erótica para cualquiera (cierto). Seguían acercándose y pronto aplastaron sus manos entre sus cuerpos. Riendo al darse cuenta, Yunho retiró ambas de en medio, haciendo que su hombría tuviera un contacto más directo con la de Yoochun. La sonrisa que al segundo le había provocado la risa del primero se desvaneció en un gemido ahogado al sentir el contacto contra su miembro.
Más. Eso era lo único que su cerebro procesaba. Más de esa sensación. Para cuando se dio cuenta ya estaba debajo de Yunho, completamente desnudo, viendo como éste se quitaba su propio pantalón. El miembro erecto de su amo salió a la vista, ligeramente visible por la luz de la luna que se filtraba por la ventana y las velas en la mesita de noche. Yoochun se mordió los labios y no pudo controlar su instinto de tocarlo.
Yunho gemía con cada roce hasta que sintió como lo masajeaba; miró el techo, extasiado.
- Amo…es decir…Yunho.
La voz de su amante lo hizo voltear hacia abajo.
- Creo que será más cómodo si se recuesta.
¡Que sonrisa más cínica y pervertida! Sonriendo también, se acostó. El moreno continuó con su labor, apretando el paquete en su mano, moviéndola por la extensión de arriba abajo, incluso acaricio su base entera. El castaño podía sentir como las oleadas de placer se reunían en la parte más baja de su vientre para luego circular por sus piernas y el resto de su cuerpo, haciendo su piel arder.
- Yoochun, necesito humedad.
Al parecer ya podían entenderse sin especificar la petición. Lamiendo sus labios, el atrevido sirviente se inclinó para introducir el objeto de honor de su amo dentro de su boca. No pretendía ahogarse, así que empezó con la punta. Eso bastó para que una corriente eléctrica sacudiera a Yunho.
- Así...sigue…sigue….ah…- enredó sus dedos en el cabello negro del otro, indicándole lo mucho que eso le gustaba.
Cuando un sabor salado llegó a sus labios, Yoochun se detuvo.
- Yunho, ¿quiere hacerlo en mí?
Su amo lo pensó por unos segundos.
- No. Haz que llegue en tus labios…y luego tómame.
- ¿Está seguro?
- Maldición, Yoochun, ¡no me dejes más tiempo así! Sí, eso es lo que quiero, estoy seguro. Dame mi regalo de cumpleaños.
Sin esperar que se lo repitiera, el guerrero enmascarado obedeció. Sus labios friccionaban el miembro de Yunho lo suficiente hasta conseguir que se viniera en su boca. Por poco se ahoga. Cuidadosamente lo sacó de su boca y lo miró. Verlo jadear así, excitado por su venida, hacía que él mismo se sintiera igualmente excitado. Con delicadeza sujetó sus piernas y las separó.
- Espera. Así me vas a lastimar…debes humedecerme…dilatarme.
¿Cómo lo sabía? Prefirió guardarse la duda.
- ¿Cómo lo hago, Yunho?
Por toda respuesta Yunho tomó su mano e introdujo dos dedos en su boca, succionando. Imaginarse que en lugar de sus dedos era su hombría…el calor entre sus piernas aumentó demasiado. Ya que estaban bien húmedos y resbalosos, Yunho soltó su mano y señaló su entrada con la cabeza.
Mientras Yunho masajeaba el miembro de Yoochun, éste lo preparaba, moviendo primero un dedo, luego dos, en su interior, esperando dilatarlo lo suficiente para poder hacérselo como él había pedido. Unos minutos después su miembro ya empezaba a dolerle.
- Yunho…ya no resistiré por mucho.
- Está bien, creo que estoy listo. Hazlo.
Sujetando sus piernas a cada lado de su cintura, el de la piel más blanca empezó a embestirlo. Era estrecho, significaba que era al primero al que se entregaba, no podía sentirse más honrado…y excitado. Yunho apretó las sábanas debajo de él. Era algo doloroso, pero le encantaba. Las embestidas eran erráticas, sin ritmo, pero cada vez llegaban más adentro. Yunho sujetó la cintura de Yoochun y lo jaló hacia él, abrazándolo contra sí mientras lo hacían. ¿Pero hacían sexo nada más? En ese momento no podían decidirlo. Sólo querían llegar al límite. Querían gritar, pero de hacerlo alguien podría descubrirlos. Mejor se besaron para acallar sus voces de pasión.
Dando una fuerte embestida que tocó el punto más sensible en el interior de Yunho, ambos chicos llegaron a su clímax.
Jadeando, el moreno se recostó sobre el castaño, quien le permitió quedarse ahí cuanto quisiera. Sentirlo tan cerca, entre sus brazos, era una emoción por demás deliciosa. No quería alejarse de él. Y al ver que Yoochun no se pensaba levantar para irse, como por respeto debería de hacer, supuso que él sentía lo mismo.
- Mi señor – dijo la voz ronca del moreno después de un rato.
- ¿Um? – Yunho volteó a verlo.
- Su cama está dispuesta, por favor descanse mucho.
Ambos sonrieron y poco después se quedaron dormidos.
En la mañana, el sol apenas asomaba entre las verdes colinas que limitaban y protegían la tranquila ciudad de Seoul. Dos chicos se enfrentaban, espadas en mano. Sus miradas fijas, mientras el sol incandescente empezaba a hacerlos sudar.
Obviamente el moreno había sido más veloz en el último ataque, como acostumbraba. Jadeando, el castaño bajó la guardia, sus ojos miel brillando con una traviesa luz, producto ya no sólo de la adrenalina.
- Has vuelto a ganar hoy, mi Yoochun – sonrió.
- Mi señor Yunho, he aprendido mucho de usted hoy – respondió, bajando la guardia también y recibiendo la espada de su amo con una inclinación de cabeza.
- Y seguirás aprendiendo más esta noche, Yoochun.
El sirviente volteó.
- Sí. Esta noche, dominaré yo.
Y mientras Yoochun sonreía, Yunho se retiró.
Fin
Ya se que mis imagenes no son lo mejor...pero...me esforce en ellas tambien XD disfrutenlo!!
ResponderEliminarimaginarmelos en una situacion asi fue lo mejor! .>o<.
ResponderEliminares que.. es que... porno!!! jajajajaja
yunho de uke con yoochun! eso nunca me lo hbaia iamginado
o no.. esperen.. si me lo habia imaginado, en el please be mine
Aemin ya sabes todo lo que me emosione cuando me lo pasaste por el msn
*¬* me tenias con la intriga!!!
me lo vuelvo a leer y es lo mejor! .>o<.!!
WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarAmo esta pareja!!!!!^0^
Gracias Watashi no Pett!! n_n
Me encantó este fanfic.
Ame las fotos!! muy buenas!!
solo dire el dram tuvo que haber sido asi jajajajajajaja ellos estaban hermosos en este mini drama sobre todo chunnie tan misterioso y con ese pelo fantastica la version yaoi me molo mas
ResponderEliminaresta me gusto mucho *O* y que bueno que quitaron a la tipa, que en drama me daban ganas de matarla por hacrle eso a Yunho, hasta me enoje con Yoochun XDDD, pero esta versión esta mejor, así de bió haber sido, para tener contentas a las fans XDDDD
ResponderEliminar*_* me ha gustado *happy*
ResponderEliminarPues si, deberian haber puesto este drama *vava* xDDD
esk k mono Yunho de uke y Yoochun de seme *juju*
(L)
ahhh que bueno que no salio la horrorosa esa.. como la detesto ¬¬... y no x salir con ellos.. es que es fea y ademas tiene mala actitud -o-..
ResponderEliminaromona pri~ estuvo muy pornoso XD, ojalá de vdd hubiera sido asi el melodrama XDD.. woa *o*...
dios aun no puedo dejar de imaginarme a yoochun todo hot con la ropa a medio quitar.. ahh yunho te odio XD!
insisto.. esa manzana es de changmin y mia *O*!
*¬*!!
ResponderEliminarmuero desangrada !!!
o por dios , juro que me gusto mas esta historia que la original ... no puedo dejar de babear kyaa!!
micky secshi secshiiii y yunho todo poderoso amo y señor siendo sometido por el >w<
simplemente amo el 2U!!!
ahora te kero mas jeejong de YaY por hacer este fic tan re weno *¬* ...y por cierto chuna de YaY esa manzanita es MIA! y en este fic de yunhie >w<
QUE HERMOSO FIC ME ENCANTO GRACIAS.
ResponderEliminarme superaron xd en serio ke porno!!!! lo ame en serio espero mas!!!!
ResponderEliminarpor favorr!! diganme como se llama el drama T_T si??!!! porfaa!!!!! para poder entender el fic!! T_T
ResponderEliminarhttp://lala-tvxq.blogspot.com/2009/06/masked-fencer-ft-yunho-yoochun.html
ResponderEliminarahi lo tienes
yoochun sta lindo..............
ResponderEliminarhahaahahahahahahahha
ResponderEliminarYunho es un amor
ta picaro
lo ame
y Chunnie tan respetuoso
me hacia falta el
dominante pervertido y agresivo
pero me encanto ^w^
me encantó asdjasgjdgasd -fangirling-
ResponderEliminarcreo que muchas concordamos en que así debió haber sido el drama 8D
Yunho de uke~ OMG! *-*
Chun se me hizo muy tierno c: ahahahhaa
en fin, estuvo genial ^w^
Preparate Yoochun, ya te viene la tuya! jajaja~
ResponderEliminarAsi debio haber sido el drama, no? UNF~ <3
-ztarplay