Unwritten cap 4

Deseé que ella no hubiese entrado en la cocina.


-....razón. Hola, Yoobin-ah.
-Kibum-oppa –saludó ella. Su sonrisa flaqueó un poco, pero Kibum no lo notó-. ¿Todo bien?
-Sí, sí, todo.
-Changmin-ah –me saludó. Habíamos acordado nada de formalidades. Demasiada [depende del punto de vista] historia como para formalizar algo.
-Yoobin-ah. ¿Cómo estás? –le dediqué una sonrisa, y por un momento me pregunté si debí haberlo hecho, considerando que estaba “peleado” con ella.
-Bien, bien.
-Disculpen, veré que Shindong y Donghae no acaben con el buffet –se excusó Kibum mientras salía, y ya cuando estaba a punto de cerrar la puerta tras de sí, gesticuló:



“Cuidado...”.



¿Cuidado de qué, hyung? Ni que me hayas dejado con una bruja.



“... con su novio”



Mierda.

-He oído que preparan un nuevo disco –me dijo mientras vertía alguna bebida en su vaso-. Les deseo suerte.
-Eh, gracias, Yoobin –musité bajo mi lata. Vacía, por cierto. No había cogido una nueva-. Pues sí, planeamos sacarlo a finales de marzo.
-Oh, falta poco para eso. Bueno, aun cuatro meses, pero el tiempo se va muy rápido.
-Sí, muy rápido... –suspiré, mientras buscaba una lata nueva.
-¿Lo sacarán aquí o en Japón?
-Toca en Japón –sonreí-. ¿Y ustedes?
-Trabajamos en un par de canciones nuevas, pero aún no hay nada listo. Con suerte estarán para los próximos meses.
-Les deseo suerte, también –le volví a sonreír.

Y al ver su sonrisa, mi corazón se alteró un poco.
Extrañaba sus sonrisas. Solo las extrañaba. Así... así como extrañas al invierno cuando es verano.

-Gracias, ChangMin-ah... Eh... ¿Todo bien con Jae-oppa?
-Sí, supongo, no hemos peleado en un rato –reí. Y rogué por que no sucediese en ningún rato.
-Me alegro –lo bueno de esta chica, es que sus emociones se reflejan en sus ojos, y vi sinceridad en ellos. Era eso, o en serio es una buena actriz.

Y de pronto el silencio. Como odio el silencio, a veces.
Una pregunta taladraba mi cerebro, y mis labios parecían pegados con cemento o algo, por que no respondían, no podía hablar. Pero tenía que hacerlo, tenía que preguntarle.
Tenía que saber si estaba bien.

-¿Sigues con...?
-Oh, no, no. no dio resultado...

Que alguien me joda. ¡¿“NO DIO RESULTADO”?! Tuve ganas de gritarle “¡NO ME DIGAS, ESPERABA QUE SE CASARAN!”, pero me contuve, como siempre. Mostrando aquel hipócrita lado mío, ése que no se sorprende ni muestra emoción alguna, ése que solo asiente en silencio. Y me dieron ganas de zarandearla hasta...

-... Ocurrió días antes de mi cumpleaños. ¿Tremendo regalo, eh?

¡¿Y qué querías?!
¡¿Un ojo morado?!
¡¿Un hueso fuera de su lugar?!
¡¿UN ATAÚD?!

-Pero... ¿no estás mejor sin él?
-Claro que sí –al fin... algo de cordura de su parte-. Es más, no pensé que fuera a terminar de esa forma... –bajó el rostro, algo cohibida-. Lo denuncié.
-¿En serio? –no cabía en mi asombro. No esperaba que lo hiciese, aunque rogaba con todo mi ser por que sí. Pero, me sorprendí, y bastante, sobre todo porque aunque su tono era dudoso, su mirada era fuerte, segura. Y me sentí bien por ella.
-Sí. De todas formas, ya estoy en otros planes.
-¿“Otros planes”? –alcé una ceja. Ella empezó a reír.
-Ah, eso ha sonado mal, ¿eh? –movió la cabeza negativamente-. Me refería a que tengo otras cosas que hacer. Mi carrera, por ejemplo. He comprado una casa para mis padres. Haré un video…
-Me alegro por ti –asentí, mientras oía como la puerta se abría.

Levanté la vista y ahí estaba él, con cara de haber tomado bastante pero de no sentir ni una gota.
Yoobin volteó hacia donde él estaba y él sonrió, falsamente, debo agregar. No era muy bueno fingiendo. Por lo menos no delante de mí. Avanzó hacia donde estábamos nosotros y al ver que el espacio entre ella y yo era largo, suspiró aliviado.

-Yoobin-ah –saludó, sonriendo ahora mucho más convincentemente.
-Jaejoong-oppa. ¿Divirtiéndote?
-Algo. Estamos celebrando por el cumpleaños de “B” también, tal vez sea buena idea que vengan a brindar con nosotros, ¿no creen? –y si no lo conociera, diría que no era un reproche.
-Oh, no sabíamos –dijo ella, intentando disculparse, pero Jae nos sonrió.
-Vengan, vamos, Yoochun amenaza con terminar con el alcohol de la fiesta. Pobre Junsu....

Entramos de vuelta en el salón, y no pude evitar soltar una carcajada. Una que Yoobin y cualquiera en un radio de cinco metros imitó.

Boa. Con un gran sombrero de colores. Apurando un shot de lo que sea que Yoochun-hyung le ofrecía. Riendo como loca. Feliz.

Sentí la mano de Jae apretar la mía, y luego de una rápida mirada entre los dos, entendí que quería que le siguiera. Avanzamos entre la poca gente que había, hasta escabullirnos en el jardín trasero.

Me esperaba de todo, un grito, un reproche, hasta un “¡Qué diablos hacían solos en la cocina!”, menos eso.

Un beso. De esos que me da cuando quiere algo más que sólo eso.

-Jae, espera... –debo agregar, que sus besos me excitan. Así de simple.

Pero, considerando que estamos en un jardín, que hay más gente, que es la casa de Boa, y que cuando hacemos el amor no somos exactamente “silenciosos”, debía pararlo. Sino, terminaría en prisión por enfermo sexual. O algún otro delito que ustedes quieran mencionar.

-¿Qué ocurre? –preguntó él en un susurro. “Que me estás excitando, caray” me dieron ganas de gritarle-. ¿Min?
-Estás ebrio... ¿no? –pregunté con un poco de temor, pegando mi frente a la suya. Él enroscó sus brazos en mi cintura, pegándome a su cuerpo.
-Ni un poquito –hizo un puchero aniñado y largué a reír-. He querido besarte, toda la noche.
-¿En serio? –susurré sobre la piel de su nariz, bajando el rostro para atrapar sus labios levemente.

Vi una ligera sonrisa en sus labios antes de cerrar los ojos para besarle de verdad.




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Y aquí, señoras y señores, es donde todo… TODO se pone “interesante”.





-¿No te da miedo? –preguntó Junsu, mientras yo intentaba, por quincuagésima vez, centrarme en mi libro de Literatura Inglesa.
-¿Miedo de qué, hyung? –levanté los ojos, para encontrar a mi hyung, mirando al vacío con ojos vidriosos, abrazando sus rodillas.

Sus ojos parecieron volver a la vida, para posarse en los míos.

-Miedo de que... Algún día no seamos suficiente para nosotros... Entre nosotros... ¿Para ellos?
-¿De qué hablas, Junsu-ah? –dejé mi libro de lado, acomodándome mejor sobre el sofá, para verle a la cara. Su expresión de confusión mató algo en mi interior.
-Yo amo a Chun, juro que sí, pero... a veces... Me pregunto si... No soy una mujer, Changmin-ah.



No me digas, Junsu-ah. No me había dado cuenta. Juro que no.



-¿Y eso de qué viene? Junsu-ah...
-¿Y que ocurrirá cuando Chunnie quiera hijos? –susurró más para sí mismo que para que yo le escuchara.

Entonces le comprendí. No estaba muy lejos de mi realidad. Todas las noches [en las que no estaba con Jae] pensaba en aquello. En el “Qué pasará luego”, y no lo niego, me aterraba la sola idea del frío y desolado “luego”. Éramos jóvenes. Demasiado como para saber que era lo que queríamos para el futuro, pero estábamos convencidos de que aquel que teníamos a lado, era todo lo que necesitábamos.

Y Jae es todo lo que necesito.

Pero, fue entonces cuando aquella voz en el fondo de mi cerebro cobró vida, con esa estúpida pregunta que me atormenta cada noche.



“¿Eres tú, todo lo que Jae necesita?”. Por una mierda, que no sé.



Que me aterra siquiera pensar en eso.
Que mi interior se revuelve con la sola idea de imaginarlo con alguien que no sea yo.
Que mi corazón se parte en mil e insignificantes pedazos de tan solo imaginar un futuro mío sin él.
Sin sus besos por las mañanas. Sin sus sonrisas y risas amortiguadas detrás del dorso de su mano. Sin sus pucheros infantiles. Sin él...



No quiero.



-¿Minnie-ah?
-Hyung, no te preocupes tanto. Te harás viejito –intenté bromear, tan solo para poder arrancarle la cara de muerto a mi pobre Junsu, y para poder reír yo también, que si no... No sé lo que pasaría.


Un sollozo. El más silencioso de todos los que he escuchado en mi vida.









-¿Me haré viejito junto a Yoochun?

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