El chico Nuevo cap 14

Junho me entregó un pijama suyo, me quedaba un poco grande, pero era muy calientito. Me acosté cansado, Junho se acostó a mi lado y caí en la cuenta de que esta sería la primera noche que dormiríamos juntos.

- ¿Te molesta si no hacemos el amor esta noche? –le pregunté.
- No, ven aquí, han sido muchas cosas para ti por una noche –me abrazó fuertemente apoyándome sobre su pecho – te mereces un buen descanso.

Me acomodé a su lado y cerré los ojos, su calor era reconfortante así como sentir su olor. Me dormí en seguida. Me desperté con el sol entrando por la ventana, Junho aún dormía así que aproveché para ir a ducharme. Llené la tina con agua caliente, me zambullí para relajar mi cuerpo. Cerré los ojos y ni siquiera me di cuenta del momento en que Junho ingresó, lo único que sentí fue su mano sobre mi miembro.

- ¡¿Junho?! –dije abriendo los ojos.
- En realidad eres muy apetecible –me dijo besándome.

Mi cuerpo reaccionó al instante, mi miembro despertó hambriento y el agua caliente me excitaba aún más. Junho dejó que su cuerpo descansara sobre el mío. Movió sus caderas rosando su miembro con el mío, mientras me besaba el cuello, el agua de la tina comenzó a caer fuera con nuestros movimientos. Tomó mi trasero para acariciando mi entrada, yo comencé a gemir, aferrándome a él. “Adoro como gimes”, me dijo, luego con sumo cuidado colocó su miembro en mi entrada y la rosó con su pene hasta que sus fluidos fueron lubricándome. Entró lentamente, mientras yo lo ayudaba levantando ún más mis cadera para hacerle más fácil la penetración. Finalmente lo tuve dentro de mí, se movió con delicadeza haciendo más exquisita la sensación. Me apoyé en el borde de la tina, mientras él me envestía afirmando mis piernas a sus costados, podía ver en su rostro el placer que estaba sintiendo y eso aumentaba mi excitación. Me volteó y apoyó sus manos en mis caderas sus embestidas eran cada vez más rápidas y fuertes, yo casi no podía resistir, sentí el orgasmo invadiéndome mientras él acababa en mi interior. Caímos al agua exhaustos.

- Esta si es una buena manera de empezar el día –dijo Junho mirándome con los labios rojos.
- Pues yo no estoy satisfecho aún –dije con picardía, yo aún quería más- que tal si esta vez me dejas hacerlo a mí.

No sé qué clase de recuperación tenía Junho, pero su miembro se alzó casi al instante. Me reí de buena gana, “Pues ya tienes la respuesta”, me dijo. Me acerqué a él para besarlo, esos labios rojos me mataban, yo de verdad lo deseaba tanto como él a mí. Me sentí listo en momentos, lo único que quería era estar dentro de él, hacerlo mío. Junho me volteó y me dejó debajo de él, luego tomó mi miembro y fue él el que lo puso en su entrada. Dejó que su cuerpo fuera hundiendo mi miembro en su interior lentamente, a su ritmo, yo no podía soportarlo más, lo miré y le sonreí tomé sus caderas y lo penetré rápidamente, Junhó gimió de dolor. “Lo siento” dije, pero él me besó con furia y comenzó a mover sus caderas, las embestidas eran cada vez más suaves para mí, la entrada de Junho pronto se acostumbró a mí facilitándonos la sensación de placer. Junho se movió de manera sensual, excitante, yo sólo podía gemir atrapado entre sus piernas, deseándolo cada vez más. Tomé su trasero para ayudarlo a moverse más rápidamente, podía sentir que pronto tendría otro orgasmo, así con una mano tomé el miembro de Junho y lo masturbé rápidamente, pronto sentí su orgasmo entre mis dedos y yo me liberé dentro de él. Se apoyó cansadamente sobre mi cuerpo, abrazándose a mí.

- Te amo –le susurré.
- También yo te amo –me respondió besándome.

No vestimos con una sensación de plenitud exquisita, ambos estábamos satisfechos, pero con mucha hambre. Fuimos a la cocina en busca de algo para comer. Los cocineros a penas vieron entrar a Junho se formaron en silencio.

- Bueno días a todos –los saludó Junho, ellos respondieron con una reverencia- Estamos hambrientos, ¿Qué hay para desayunar?.

Junho me sentó en una mesita de la cocina mientras los cocineros traían toda clase de comidas deliciosas. Comimos hasta más no poder, y nos fuimos a la sala de estar para reposar. Mi sorpresa fue enorme cuando vi sentado a Yoochun en una esquina. Junho lo miró con odio y se acercó a él, levantándolo de la silla tomando sus ropas.

- ¿Qué haces en mi casa? –le preguntó Yoochun ni siquiera hizo un intento de separarse de Junho.

Junho no se aguantó más y le dio un puñetazo que lo dejó sentado en el suelo.

- ¡Maldito traidor! –le gritó Junho, yo me acerqué para detener a Junho. Pero no fue necesario porque de repente Yoochun comenzó a llorar desesperadamente.
- Changmin me odia, lo arruiné todo –dijo aferrando su rostro con ambas manos, Junho me miró sorprendido – lo lamento tanto Jae, yo me dejé llevar, no pensé, perdóname Junho… Changmin, mi amado Changmin lo he perdido, y ahora no sé qué hacer para recuperarlo.
- Te lo mereces –dijo Junho sentándose a su lado- por fin has entendido que las cosas valiosas hay cuidarlas y no lastimarlas.
- Junho, me quiero morir, sin Changmin mi vida no tiene sentido –Yoochun se apoyó sobre el hombro de Junho llorando como un niño pequeño, sentí mucha pena por él.
- No sólo tú está sufriendo Yoochun, piensa en cómo se debe sentir Changmin ahora, te va a tocar difícil si quieres recuperarlo –dijo Junho tratando de alentarlo- Changmin nunca perdona las traiciones.
- Lo sé, lo he perdido para siempre…

Se levantó y se fue hecho una furia, llorando desconsoladamente.

- Al parecer ya no tendré que darle ningún castigo, él castigo se lo está dando él mismo –me dijo Junho.
- Pobre, me da pena –dijo mirando la puerta por dónde se había marchado.
- Si, es cierto, está muy mal, pero me preocupa mucho Changmin, así que es mejor que vaya a verlo, ¿te molesta si te dejó temprano en tu casa? –me preguntó.
- Para nada, luego me cuentas como esta todo.

Salimos rumbo a mi casa.

En el camino hablamos muy poco, Junho me miraba de vez en cuando y me sonreía. Cuando se estacionó fuera de mi casa, no me importó darle un beso, me bajé rápidamente para que él fuera en busca de Changmin.

Ingresé a mi casa sin prisa, lo vi marcharse y no me di cuenta cuando Mizato se puso a mi lado.

- ¿Cómo ha estado tu noche? –me preguntó sobresaltándome.
- Por Dios Mizato, no me asustes así –dije mirándola, ella me sonrió por alguna razón me pareció que se veía muy bonita- ha sido una noche extraña –le respondí- ¿y mis padres?
- Tu mamá salió con la tía, y tú papá no ha vuelto del trabajo. Jae hoy vendrán unas compañeras a estudiar, ¿te molesta si nos hechas una mano?, estas un año más adelantado que yo, así que supongo que ya te sabes la materia.
- ¿Sobre qué van a estudiar?
- Matemáticas
- Bueno, veamos que tienes.

Entramos a la casa en busca de su cuaderno, era la primera vez que entraba a su habitación desde que había llegado. Tenía acomodado un montón de libros por diferentes lugares de la habitación.

- Veo que te gusta leer –dijo acercándome a los libros y ver sus nombres.
- Ehh.. si, me encanta leer –dijo se alzó para sacar un libro de arriba de la repisa y sin querer pude ver su ropa interior, me sonrojé al instante- este es mi libro favorito, es tan romántico –me lo acercó para verlo. Lo tomé sin prestarle demasiada atención, porque aún recordaba esa pequeña prenda de color rojo con lunares azules –¿Jae estás bien? –me preguntó.
- Si, si, dame el cuaderno –hojee el cuaderno y no era algo tan difícil.

Las compañeras de Mizato llegaron a la media hora después, Mizato como buena anfitriona, les sirvió unos pastelillos y una sodas y las condujo al comedor para instalarnos en la mesa. No logré hacer que se concentraran, me invadieron a preguntas, y todas se me insinuaban, Mizato estaba hecha una furia, yo la verdad quería que todo eso terminara luego para poder descansar. El celular de Junho vibró en mi bolsillo, fue la excusa perfecta para salir de ahí.

- Junho –conteste- ¿Cómo esta todo?
- No muy bien, Changmin no para de llorar, está muy dolido, intenté consolarlo diciéndole que Yoochun se sentía morir, pero no piensa perdonarlo –me dijo, pude sentir preocupación en su voz.
- Lo siento Junho, nunca fue mi intención –le dije.
- Lo sé amor, no es tu culpa, lo único condenable en ti, es que no me lo hayas dicho antes, pero no importa ahora… Tengo que ver unos asuntos en casa, no podré ir verte hoy, pero mañana te parece si vamos al cine –me preguntó.
- Por supuesto, me encantaría Junho, pero ¿todo está bien en tu casa?.
- Si, no te preocupes, te llamo luego y Jae… te amo.
- Y yo a ti –le dije colgando.

Cuando volví al comedor ya no había nadie, Mizato las había despachado a todas.

- Son unas desvergonzadas, mira que venir a mi casa a coquetear contigo –dijo levantando las cosa sobre la mesa, me pareció muy divertido verla tan enojada, se le calló un lata de soda y sin cuidado alguno se agachó a recogerla y volví a verle la ropa interior.
- Mizato ten cuidado, se te ve todo –le dije, se levantó avergonzada cubriéndose con su falda.
- Lo siento –le sonreí de buena gana, en realidad Mizato era muy tierna, cómo una niña pequeña.
- Está bien, sólo se más cuidadosa –le dije volteándome para dirigirme a mi habitación, pero Mizato me detuvo.
- A mí no me preocupa que seas tú el que me mire –dijo con una voz muy picarona- es más podrías ver más si quisieras.
- Mizato no sigas diciendo tonterías –dije tratando de salir de esa situación incómoda.
- ¿De verdad no tienes curiosidad?, ver mi piel, sentir su suavidad –se me acercó como un gato acechando a su presa.
- No Mizato, no tengo curiosidad –dije retrocediendo, pero la pared me detuvo.
- ¿Ni un poquito? –me dijo, ya la tenía delante de mí, con sus mejillas sonrojadas y sus labios entreabiertos – ven, siéntela –me dijo tomando mi mano para luego ponerla sobre su muslo derecho justo debajo de su falda. Tragué saliva ante aquella situación tan tentadora, no sabía qué era lo que me pasaba con Mizato ahora, de repente la vi atractiva.
- Déjate de bromas Mizato, yo… yo… -volví a tragar saliva mientras sentí como mi mano era guiada por Mizato hasta su trasero, sentí la erección entre mis pantalones - ¡tengo a alguien en mi vida, y estoy enamorado! –dije casi gritando. Se alejó al instante.
- ¿Quién es ella? –me preguntó molesta- ¿la conozco?
- Quien sea no es de tu incumbencia, ya te dije que entre tú y yo no hay y no habrá nada, déjate de juegos.
- Reconoce que te gusto, sentí como reaccionó tu cuerpo –me dijo arrinconándome de nuevo- dilo, dime que te gusto, estas duro listo para hacerme tuya, ¿Qué te detiene?
- Mizato no te quiero, y no quiero hacerte daño, soy hombre, cosas así lógicamente nos motivan, pero es sólo carnal, no hay sentimientos involucrados, sino quieres ser usada sólo por sexo, aléjate de mí.

Sentimos la puerta abrirse y yo aproveché la oportunidad para huir a mi habitación.

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