Holding back the tears cap 1

Se hallaba delante del que iba a ser su instituto nuevo. Lo contemplaba todo con curiosidad pues venía de un pueblo pequeño y, por lo general, eran más bien edificios chiquitos de poca capacidad, para poca gente. Quizá era aquel el principio de su nueva vida…
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Había llegado un día antes de empezar en el instituto a la capital, algo asustado pues nunca había estado tan lejos de su madre. Antes de marcharse, había decidido cambiarse el color de pelo a un rubio no demasiado llamativo, y cortárselo un poco. Además, había decidido ponerse pendientes, quizá así disimularía un poco. Llevaba consigo la maleta enorme de ropa y una bolsa donde llevaba la ropa que utilizaba cuando entrenaba solo al fútbol y su pequeño portátil.

Su adorada madre le había encontrado un apartamento que quedaba cerca del instituto y bastante céntrico, así que cogió un taxi y le pidió que le llevara allí. Mientras duraba su viaje en taxi por las calles de Seoul, se preguntaba si de verdad iba a poder estar bien allí. Aunque había sido decisión propia dejar el otro instituto, ahora le dolía puesto que había dejado atrás a todos sus amigos.
Tanto se perdió entre sus pensamientos, que solo se dio cuenta de que había llegado al sitio cuando el señor del taxi se lo indicó. Con una amable sonrisa, le dio el dinero por el trayecto, cogió su equipaje y se encaminó al edificio.
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Después de mirar la fachada de arriba abajo como cien veces, un muchacho de cabellos negros como la noche, piel tan pálida que parecía hasta enfermiza, y de mirada fría y penetrante, se encaminaba por el patio del instituto Neul Paran. No le agradaba que todos le mirasen en aquel momento. Se notaba a tres leguas que era “carne fresca” para todos, pero no se iba a dejar intimidar por cuatro tíos que se creyeran reyes del colegio.

Llegó al vestíbulo y preguntó a uno cualquiera dónde quedaba secretaría. Cuando obtuvo los datos, se encaminó hacia allá. Al llegar, pudo escuchar gritos de algún alumno que, por lo visto, tenía problemas con la distribución de los grupos.

-¡¡Pero señorita EunHee!! ¡¡He estado todo este tiempo con YooChun en la misma clase!! ¿¡Por qué nos han cambiado de golpe!?
-¡¡Ya te lo he dicho!! Hoy llega un estudiante nuevo y lo van a poner en vuestra clase, ¡¡así que andando!! ¡¡Tengo más cosas que hacer a parte de escuchar tus ruegos!!

Al escuchar como se abría la puerta, se quedó un poco apartado de ésta para que no pareciera que hubiera estado escuchando, y entonces vio salir al joven que estaba formando tanto alboroto. Sin saber como ni porqué, no podía apartar la mirada de aquellos ojos marrones y algo pequeños. Discretamente recorrió al joven de arriba abajo, empezando por los ojos diminutos que tenía pero a la vez tan bonitos, bajando a la nariz y labios, terminando en el pecho, donde vio como la camisa se le pegaba al cuerpo de una manera demasiado sexy para un chico de 18 años. Cuando se quiso dar cuenta, sintió como empezaba a morir de calor, y es que aquella tentadora visión le había dejado algo descolocado.

Ladeó la cabeza negativamente y apartó la mirada del otro joven, que lo miraba algo perplejo y quizá algo enfadado.

-¿¡Qué te pasa!? ¿¡Tengo monos en la cara o qué!?

No dijo ni una palabra. Simplemente pasó de él y entró en aquel despacho.
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Cuando tuvo las llaves del apartamento, subió todas sus cosas y entró. Tal y como su madre le había prometido, estaba totalmente equipado con lo necesario para vivir allí, así que dejó la maleta y la bolsa en el recibidor, y fue a inspeccionar tranquilamente.

Entró en la cocina primero. Un lugar donde no pensaba pasar demasiado tiempo pues tenía comida de su madre, pero que le gustaba ya que era amplia, con una mesa para poder comer tranquilo y una nevera que seguramente estuviera vacía de contenido. Después fue a ver las habitaciones. La primera era su dormitorio. Constaba de una amplia cama pegada a la ventana, desde donde podía ver la ciudad y el barrio donde iba a vivir; un escritorio suficientemente grande como para poder colocar el portátil y algunos libros, además de estanterías mil pues traía alguno de sus libros y cómics favoritos con él. También encontró un gran armario para guardar toda su ropa, y después sonrió para si mismo al ver que su madre lo había previsto todo pues tenía hasta la mini cadena para poder escuchar música.

Cuando lo tuvo todo revisado, y se aseguró de hablar con su madre para comunicarle que el viaje había ido bien y que había llegado sano y salvo, que el apartamento estaba en perfectas condiciones, y que al día siguiente empezaba las clases, se dispuso a colocar todo lo que traía. Sabía que tenía que empezar de 0 y eso era lo que iba a hacer.
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-¿Puedo ayudarte en algo, joven?
-Sí… soy el nuevo alumno.
-Ah!! Kim JaeJoong, cierto?
-Sí, el mismo.
-¡¡Estupendo!! El director y tu tutor de curso te están esperando, así que entra ahí y habla con ellos.

Jae asintió con la cabeza y llamó a la puerta, abriéndola cuando le dieron permiso y entrando después. Allí vio al director, un hombre algo imponente, semi calvo, con gafas de media luna y con algo de barba; y a su tutor, un chico algo más joven que el director, pelo corto y castaño, ojos marrones y de estatura media.
-¡Ah! ¡Por fin llegas! Bienvenido seas a esta escuela, JaeJoong. Este de aquí es tu tutor y profesor de música, DongSun.
-Encantado señor.-dijo Jae mientras sonreía, esperando a que los otros dos hombres hicieran alguna cosa.
-Bien, pues ahora que ya hemos hecho las presentaciones, irás con tu tutor hacia la clase. Él te repartirá los horarios.

El profesor Dong Sun cogió a Jae por los hombros y lo sacó fuera de aquel despacho, entregándole después el horario para que lo fuera mirando, y de paso indicándole la clase donde estaba asignado a permanecer todo aquel año.

-Ah, profesor DongSun.-dijo aquella mujer de secretaria de la cual Jae todavía no conocía el nombre.- YunHo vino antes reclamando por qué habíamos cambiado a YooChun de clase ya que siempre estaban juntos y todas esas cosas…
-Gracias EunHee. Yo hablaré con él más tarde.

La secretaria sonrió amablemente a ambos y después Jae siguió a su tutor hacia la clase. Mientras lo hacia, iba en total silencio, contemplando de paso el horario de clases y suspirando al ver que se le iba a hacer demasiado pesado.

-Bien… esta es tu clase a partir de ahora. Espera un momento fuera y cuando te avise entras.

El profesor entró en clase, haciéndolos callar a todos de golpe mientras Jae seguía fuera, esperando a que le dejaran entrar. Cuando consiguió por fin desconectar de aquel ambiente algo pesado de ese instituto, fue cuando el profesor le ordenó entrar.

-Bien chicos, hoy tenemos que dar la bienvenida a un nuevo alumno. Adelante.

Jae abrió la puerta que le separaba del resto de sus compañeros, y entró en la clase. Enseguida recorrió la estancia con su fría mirada, haciendo que muchos de ellos echaran un poco hacia atrás sus sillas y mesas pues realmente les daba miedo. Otros lo miraban con admiración pues era más guapo que algunas chicas que habían podido ver fuera, en el colegio de al lado, y tan solo un alumno, sentado más o menos a mitad de la clase, lo miraba con asco. Así que por culpa de aquel pelinegro, le habían separado de su mejor amigo en aquel instituto. Se iba a enterar. Todo el mundo se la pagaba a Park YooChun.

-Preséntate a la clase, por favor.-dijo el profesor DongSun mientras iba a sentarse a su mesa, esperando a que Jae se presentara.
-Me llamo Kim JaeJoong y tengo 17 años. Encantado.

Las palabras de Jae fueron demasiado escuetas, pero tampoco pensaba decir nada más de su vida. A nadie le interesaba saber nada más de su vida, así que se quedó hierático mientras esperaba a que le asignaran el sitio en aquella clase de gente con la que no pensaba tratar en su vida.

-Bien… siéntate en aquella mesa de allá, la que queda detrás de YooChun, el chico del sombrero.

Se encaminó hacia donde le habían dicho, pasando sin mirar a nadie mientras todos le comían prácticamente con la mirada, y se sentó en su sitio, sacando las cosas necesarias para la clase y esperando que el tedioso día llegara a su fin, y cuando por fin sonó la campana que anunciaba el final de las clases a las 5 de la tarde, Jae fue el primero en salir, sin despedirse de nadie.
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En otro sitio de la ciudad, algunas horas más tarde, JunSu se alistaba para ir a dormir, no sin antes dejar preparado todo lo que iba a tener que utilizar al día siguiente. El uniforme del colegio había corrido a cargo de una amiga de su madre que vivía en la ciudad, por lo que lo tenía en casa al poco de llegar; el material para hacer las tareas era el mismo que utilizaba en el pueblo, por lo que tampoco sintió necesidad de gastar para comprar nada, además de que el dinero no le sobraba, por lo tanto no iba a desperdiciarlo así como así.

Lo colocó todo encima del escritorio, pensando en tener que ir a comprar una silla, y después se estiró en su nueva cama. Iba a extrañar mucho todas las cosas de su casa, a su madre, a sus amigos del pueblo, y aquellas horas perdidas en una cafetería al acabar las clases, las broncas de su madre por llegar tarde a casa sin avisar, y un sin fin de cosas más que no sabía si encontraría en aquella ciudad que se le hacia tan rara.

Habló con su madre durante algo más de media hora, le dio las buenas noches y puso el despertador en hora. Mañana era su primer día de clase y no podía llegar tarde.

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