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Arualthings

PSYCHOTIC-Capitulo 5

Capítulo Cinco: Atorado



¿Cuántas horas llevaba en esa silla? ¿Cinco? ¿Ocho? No lo sabía, no quería saberlo tampoco. Su espalda dolía y se le adormecía toda la sección del cuerpo que usaba para sentarse. Posiblemente llevaba en esa habitación no más de treinta minutos y su percepción del tiempo lo estaba traicionando, posiblemente llevaba muchas más horas y con la repetición de las preguntas todas eran iguales. Llevó cansado sus manos a sus sienes y las masajeó con lentitud. Estaba mareado, estaba cansado, estaba sediento y podía jurar que también estaba volviéndose loco, porque los dos policías que lo interrogaban haciendo el papel del bueno y el malo se le hacían iguales pese a ser totalmente distintos.

Suspiró.

Le habían preguntado bajo qué circunstancias salió del departamento YunHo: a qué hora, a qué lugar, qué vestía, si iba sobrio. Le habían preguntado por su relación con YunHo: cuándo lo conoció, cuantos años habían estado juntos, cuanto sabía de él. Le habían preguntado por la personalidad de YunHo: por sus pensamientos, por sus miedos, por sus deseos, por sus gustos. Le habían preguntado por el entorno de YunHo: por su familia, por sus amigos, por sus conocidos, por sus fans. Le habían preguntado por YunHo: ¿Vicios? Sólo cantar y bailar ¿Lugares que frecuentaba? El departamento, la empresa, el restaurante del centro al que iban juntos y el orfanato al que iba a ayudar como voluntario. ¿Novia? Ninguna, ni novia, ni alguna chica que le gustase ni con la cual salir, ni alguna conocida a la cual visitar, ni la horrible costumbre de frecuentar el barrio rojo que tenían otros hombres

Y aún no sabía como habían llegado a eso.

¿Cómo se les había llegado a ocurrir que la desaparición de YunHo era sólo para llamar la atención de los medios? ¿Cómo podían creer que él sabía donde estaba el líder y que todo había sido planeado? ¿Cómo podían creer que esas lágrimas de amargura que no paraban de caer de sus ojos eran falsas?

¡¿Cómo podían creerlo?!

Aceptó el cigarrillo que le ofrecía el policía con la voz más suave y lo encendió al instante con el fuego del encendedor frente a él. Hacía años que no fumaba y pensaba que ése hábito no volvería nunca, pero a falta de agua y comida por varias horas la nicotina era un buen sustituto. Había dejado de fumar por petición de YunHo y pidiendo por YunHo volvía a hacerlo.

Era una odiosa ironía.

– Bien, comencemos otra vez. – Alzó la vista, terminando de apagar el cigarrillo en un cenicero sucio. – ¿Sabes dónde está Jeong YunHo? – Le preguntó el policía de la voz más suave, sentándose sobre el mesón que separaba a JaeJoong de la salida.

– No lo sé… – Dijo apenas, con la voz seca.

– Será mejor que nos lo digas. – Le recomendó el mismo policía, cruzándose de brazos. – Ocultar información a la policía es un delito y no querrás terminar en la cárcel.

– No lo sé. – Volvió a decir, esta vez con voz más firme. No quería ir a la cárcel, pero tampoco estaba mintiéndole ni ocultándole nada a las autoridades.

– ¡Dilo! – Gritó el policía con la voz más pesada y ruda, mientras golpeaba la mesa con ambos puños.

– ¡No sé donde está YunHo! – Gritó JaeJoong, asustado. No sabía en que momento había pasado de ser el desesperado mejor amigo de un desaparecido al cómplice de una caprichosa súper estrella internacional en busca de más publicidad. – No lo sé… no lo… no lo sé… – Y ahí estaban otra vez, las lágrimas que pensaba se habían acabado, pero que volvían a brotar de sus ojos como dos cascadas.

Y sintió frío y soledad, angustia y mucha pena, miedo e impotencia… ¿Qué hacían esos hombres que supuestamente deberían buscar a YunHo interrogándolo? ¿Qué hacían perdiendo el tiempo, preguntándole en dónde estaba su líder, siendo que no sabía nada? Quería golpearlos, quería regañarlos por ser tan testarudos, quería gritarles que deberían ir a buscar a su mejor amigo en vez de atormentarlo con cientos de preguntas que tenían todas la misma respuesta.

“No lo sé”

– No nos fuerces a tomar medidas drásticas. – Amenazó el policía de la voz suave, endureciendo su tono de voz y saliéndose un momento de su papel de paciente y amable.

– ¡Tome todas las medidas drásticas que quiera! – Explotó, botando fuera toda la angustia e impotencia de estar encerrado en esa estación de policía en vez de estar allá afuera buscando a su líder. – Golpéeme, tortúreme, tíreme a una celda inmunda y deje que me pudra en ella, pero aún así no sabré donde está YunHo… – Un sollozo cortó su discurso, sacándole un suspiro al policía de la voz suave. – Sólo… sólo sé que quiero a YunHo devuelta… por favor… sólo sé eso…

– Bien… – Dijo el policía que hacía de malo, suavizando sus expresiones y su voz. JaeJoong sabía que ese hombre no podía ser tan malo como se había mostrado las últimas horas. – Puedes irte.

– Gracias… – Tomó la chaqueta arrugada que estaba en el respaldo de su silla y secando sus lágrimas con el puño de su camiseta corrió fuera de la habitación, buscando en el pasillo a la única persona que le podía dar consuelo en ese momento. – ¿En donde está ChangMin? – Le consultó al único de los miembros que podía ver parado junto a una puerta, jugando con sus pies.

– Lo están interrogando. – Le respondió YooChun, con su voz rasposa y forzada, apuntando la puerta al otro lado del pasillo.

– ¿Y JunSu? – JaeJoong se acercó al chico, intentando buscar su mirada, pero éste sólo observaba el dibujo imaginario que hacía en el suelo con la punta de su zapato.

– A él también. – YooChun apuntó a la puerta junto a él y soltando un suspiro estiró los brazos, pidiendo sin palabras que el mayor lo acurrucara contra su pecho, o tal vez ofreciendo su pecho para acurrucarlo a él, como fuese, aceptó. – Estuviste quince horas allá adentro…

– ¿Quince? – Eso era mucho más tiempo del que pensaba había pasado. – ¿Cuántas estuviste tú? – Apretó más la cintura del chico que hasta ayer consideraba su alma gemela, pero que sentía ya no le pertenecía ese título.

– Siete, creo. El manager estuvo nueve y le permitieron irse a casa. – Jaló a JaeJoong hasta el sofá viejo que estaba en ese pasillo y ahí se sentaron, aún abrazados. – ChangMin lleva ocho y JunSu seis.

– ¿Qué te preguntaron? – Consultó JaeJoong, buscando obligadamente algún tema de conversación para mantenerse distraído.

– “¿Qué relación tienes con Jeong YunHo?”, “¿Dónde está Jeong YunHo?”, “¿Encubres a Jeong YunHo?” – JaeJoong derramó una lágrima por cada una de esas preguntas, recordando las veces que se las habían hecho a él. – Creían que YunHo estaba escondido sólo para causar polémica.

– Son unos imbéciles… – Con fuerza apretó el posabrazo del sofá, evitando así hundir sus dedos en la piel de YooChun.

– Lo sé. – El menor se incorporó, soltando los hombros de JaeJoong y metió su mano al bolsillo de su pantalón, sacando una cajetilla de cigarrillos. – ¿Quieres? – Le ofreció a JaeJoong, quien tomó uno sin pensarlo.

– ¿Cuándo volviste a fumar? – Consultó, para luego encender el cigarrillo con el fuego que le ofrecía YooChun.

– Hoy ¿Y tú? – YooChun encendió su propio cigarrillo, metiendo el encendedor en su bolsillo luego.

– Igual. – Aspiró el humo a través del filtro y lo contuvo en sus pulmones, deleitándose con el rápido efecto de las endorfinas liberadas en su sangre. – ¿Tienes hambre?

– Muero de hambre, pero no me han dejado salir por nada de comer. – YooChun dejó caer las cenizas de su cigarrillo al suelo antes de llevárselo otra vez a la boca. – Creen que podrían secuestrarme también.

– Idiotas… – Aunque JaeJoong pensaba que eso podría pasar de igual forma ¿Quién le podía afirmar que otro de sus amigos no desaparecería? ¿Quién podía decirle que YunHo tan sólo se había perdido por ahí y había terminado en otra ciudad? ¿Quién le podía decir al pobre y desolado JaeJoong que su líder estaba con bien en algún lugar? – ¿De dónde sacaste la cajetilla entonces?

– Me la dio una oficial que es fan nuestra, dijo que intentaría traernos algo de comida. – YooChun aspiró a través de su cigarrillo, llenando sus pulmones con la nicotina, el alquitrán y el monóxido de carbono hechos humo.

– Oh… – JaeJoong dio dos golpes con su dedo anular en el cuerpo del cigarrillo, tirando las cenizas en el piso al igual que YooChun. – ¿Crees… crees que YunHo tenga hambre?

– No, no lo creo. – YooChun soltó el humo que contenían sus pulmones, formando una nube que voló lejos de su rostro. – YunHo es un chico con suerte, de seguro alguien lo está cuidando bien.

– Eso espero… – Se llevó el cigarrillo a la boca, aspirando de el. – ¿Cuánto tiempo más nos tendrán aquí?

– ¿Quién sabe? Puede que nos quieran interrogar otra vez o… no sé. – YooChun se reacomodó en el sofá, sentándose en el borde. –…mantenernos a salvo del que se llevó a YunHo. – ¿El que se llevó a YunHo? Ah, claro… YunHo… secuestro… todo tenía sentido.

– Quiero ir a buscarlo. – Apagó el cigarrillo al tirarlo al suelo y ponerle el pie encima. Le quedaba aún más de la mitad, pero la poca costumbre de fumar y los casi tres años que lo separaban de su ultimo cigarrillo lo tenían mareado.

– Apenas podamos salir de aquí te acompañaré a hacerlo. – YooChun lo imitó, dejando la colilla aplastada en el suelo.

– Gracias.

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Continuará...

Notas finales del capítulo:
Proximo capítulo: Utilizado.



2 Comentarios:

  1. OMG continualo...
    Es increible! *-*

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  2. Anónimo10/28/2009

    continualo por fisssssss sigue adelante silvia

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