Junsu era el único que estaba en la habitación cuando entré tras recoger los platos de la cena. Cuando me vio entrar en la habitación, levantó la mirada de lo que estaba leyendo y sonrió.
- Bonitos calzoncillos.
Paré a medio camino hacia mi cama y miré mis calzoncillos. No tenían nada de especial. Pero el hecho de que Junsu estuviera mirando esa parte de mi cuerpo hizo que todo el calor de mi cuerpo se concentrara en mis mejillas.
- ¿Qué tienen mis calzoncillos?
- ¿Te has dado cuenta de que tienes a Snoopi cubriendo tu cosita?
- Sí, ¿y?
- Que tienes veintiún años, Park Yoochun.
- Repito, ¿y qué?
Junsu suspiró hondo y volvió a su lectura mientras yo me sentaba en mi cama. Junsu me estaba mirando el paquete. De repente, hacía demasiado calor.
- ¿Qué lees? – pregunté, intentando olvidar el tema.
- Las cartas.
Contra mi voluntad, una sonrisa se apoderó de mi cara.
- Las famosas cartas anónimas…
- La verdad es que, sea quien sea la autora, tiene talento. Escribe de una manera preciosa. Podríamos sacar canciones de aquí – sonrió mientras agitaba la hoja de papel en su mano. – Escucha esto…
- Junsu ah, eso es algo privado. Sea quien sea, lo escribe de corazón. No creo que debas ir por ahí leyéndoselo a la gente…
- Pero sólo es a ti – Junsu razonó. – Escucha esto. Es precioso. “Pasé los primeros diecisiete años de mi vida hundida en muchas, muchas cosas. Y ahora… he pasado los últimos años de mi vida hundida en ti.” – leyó en voz alta, y luego me miró. - ¿A que es precioso?
Giré y acomodé la almohada para que Junsu no viera mi sonrisa o mis mejillas sonrojadas.
- Si alguna vez descubro quien es la que escribe estas cosas… te juro que me caso con ella – bromeó, releyendo las cartas por encima.
¿De verdad harías eso, Junsu ah?
- Ven. Lee esta carta – dijo mientras me hacía señas y daba palmaditas al colchón sobre el que estaba para que fuera a sentarme a su lado.
Tragando saliva, me levanté de mi cama y me senté a su lado, agarrando la carta.
Lo que tú no sabes, Junsu ah, es que sé lo que ponen de memoria.
- Repito. No creo que debas enseñármelas.
Junsu pasó su brazo por mis hombros atrayéndome a su cuerpo.
- No seas zurriago y lee, coño.
Así que me vi obligado a continuar con mi actuación. Todo por sentir el calor de su cuerpo. Las letras, impresas por ordenador, las conocía tan bien que me costaba contener los ojos en ellas. En cambio, volaban directos a esa porción de pecho desnudo que las mantas no ocultaban.
- ¿Vendrás mañana a ver a Li Yin? – preguntó de repente en un susurro.
- No sé. La verdad es que no estoy muy de humor… - me encogí de hombros.
- Vamos, será divertido. Así la conoces. Quizás te guste… - me intentó convencer con voz burlona.
No era un secreto que yo era el que más mujeres atraía del grupo. Venían a mí aunque yo no hiciera nada. ¿No resulta gracioso que atrajera a desconocidas que no me interesaban, pero que la única persona que quería, la única que me importaba, me veía como un simple amigo?
Era muy gracioso, sí señor. Tan gracioso que dolía.
- Venga, hyung. Y luego vamos a tomar algo. Los dos solos. Poooooooorfi – insistió.
Y no me pude resistir.
- Vale… pero invitas tú.
Sonrió con triunfo y se volvió a las cartas.
- Gracias, hyung – volvió a susurrar tras un pequeño silencio.
Algo me dijo que no hablaba sobre mi visita a la famosa Li Yin de los huevos.
- ¿Por? – susurré mientras le miraba a los ojos. Y caía en ellos.
Oh, sí. Caía y caía y caía.
- Por siempre estar ahí. Últimamente me siento muy solo, y bueno…
Y caía y seguía cayendo. ¿No hay fondo? No, no hay.
Una pequeña sonrisa apareció en esos labios, carnosos y rosados.
- Gracias a ti, Junsu ah.
Su sonrisa creció aún más y, casi a cámara lenta, me abrazó. Dios, hubiera matado para poder conservar el contacto de su piel contra mi piel.
- Te quiero, hyung.
- Y yo a ti.
- Anda, vete a tu cama, Snoopi.
Esa noche dormí bien.
08.
La primera vez que la vi estaba sentada en el suelo con las mangas de su rebeca de algodón gris hasta los codos y una hoja de papel en su mano, su pelo oscuro suelto y una expresión indefensa en su cara. Habló con su manager, agarró el micrófono y asintió.
Y nos miró y su cara se iluminó y sus ojos sonrieron y sus labios sonrieron y entonces, contra mi voluntad, esa pequeña muñequita china me robó un poquito de corazón. Porque ‘adorable’ no llegaba totalmente a definirla.
- ¡Li Yin ah! – Junsu la saludó con un poquito más de ilusión de lo que me hubiera gustado.
- ¡Oppa!
- Oye, pues es mona… - oí a Jaejoong murmurar.
No necesitaba saberlo, Jae.
Junsu la miró. Li Yin le miró. Y ambos sonrieron.
- Chicos, esta es Li Yin. Li Yin, estos son los chicos. Supongo que ya los conoces.
Li Yin hizo una pequeña reverencia, su sonrisa todavía permanente en su cara.
- Junsu oppa me ha hablado mucho de vosotros – dijo con su voz de muñequita y un curioso acento.
- Li Yin es una gran fan. Especialmente de Yoochun – apuntó Junsu, mirándome con sorna.
Lo que me faltaba. Encima era fan mía. Mía. Ironías de la vida. Fingí una sonrisa – la más falsa que he sonreído en la vida – y Li Yin se sonrojó.
- Encantado de conocerte – mentí.
- ¿Puedo llamarte oppa? – preguntó, e instantáneamente me arrepentí de haberla odiado alguna vez.
- Claro…
- ¡Junsu! ¡Ya has llegado! – el manager de Li Yin prácticamente nos gritó cuando se dio cuenta de nuestra presencia. – Bien, bien. Perfecto. Ya tenemos la versión china de la canción, así que podéis empezar a aprenderos la letra hoy. Que Li Yin te ayude con la pronunciación.
Junsu asintió y sonrió con felicidad mientras los demás nos sentamos en una esquina del estudio, listos para pasar la mañana observando como él y una desconocida cantaban en un idioma que no entendíamos.
Oh, sí. Diversión sin límites.
09.
La noche había caído sobre nosotros casi sin que nos diéramos cuenta, pero sí, era de noche y el restaurante de ramen estaba casi vacío y Junsu se había abrazado a mí mientras esperábamos por nuestra mesa porque hacía mucho, pero que mucho frío.
- No, hyung… que no, que estaba bromeando – decía Junsu por el teléfono mientras esperábamos a que la camarera nos trajera el ramen. – Que sí, que era una broma…. No, Heechul, no me voy a divorciar de ti. ¡Ni siquiera estamos casados! Mira que eres raro… ¿Acaso eso es legal?... Mira, hyung, déjate de rollos y pásame a Hyukjae.
La gorra negra que llevaba le ocultaba parte de la cara de modo que solo podía verle los labios mientras se estiraban hasta formar una linda sonrisa.
- Fuerte tío raro, el Heechul – me dijo, mirándome tras la gorra. – Se ha puesto ha gritarme porque supuestamente una vez le dije que me iba a divorciar de él. Ni siquiera me acuerdo de haberme casado… - Antes de poder contestarle, Junsu se volvió al teléfono. - ¡Hyung! Bien, bien… sí, con Yoochun, comiendo…
Mientras Junsu hablaba con Hyukjae, yo repasé mentalmente el día.
El ensayo había ido bien, o al menos para Junsu y los demás. Para mí había sido una tortura. Con cada mirada que él y Li Yin compartían, yo recibía un puñetazo en el estómago. Pero, oh, Dios, soy un gran actor y siempre fingía que todo iba bien y que no envidiaba a Li Yin y que no era una de las chicas con más talento que había visto y que no, que va, ella no tenía todo lo que yo quería.
La mirada de Junsu clavada en ella todo el tiempo, por ejemplo.
Las risitas entre los dos mientras Li Yin intentaba hacer que Junsu pronunciara el chino bien resultaban vomitivas y, sí, por dentro me estaba muriendo de celos.
La camarera nos trajo el pedido [hacía siglos que me moría por ramen] y, tras unos minutos, Junsu se despidió de Hyukjae y por fin me dedicó su atención.
- Bueno… ¿Qué te ha parecido Li Yin?
- Parece una buena chica… - dije, tratando se mostrarme indiferente, mientras revolvía un poco el ramen.
- ¿Te pasa algo, hyung?
- ¿A mi? No, ¿por qué? – me merezco un puto Oscar.
- Llámame paranoico si quieres, pero te noto… distante. ¿Seguro que estás bien?
La forma en la que se preocupaba por mi hacía que algo caliente inundara lo bajo de mi estómago, y tuve que engullir todo el ramen posible para no lanzarme encima como un maniaco sexual.
- Tranquilo, Junsu ah… Estoy bien – mentí una vez más mientras le miraba, o al menos lo intenté porque tenía la boca llena de fideos.
Junsu me miró y soltó una sonora carcajada. Intenté preguntar que pasaba, pero los fideos me lo impedían. Debía parecer un pez globo. Todavía con la risita, Junsu alargó el brazo y paseó su pulgar por mis labios, limpiando el caldo que se escapó de mi boca al intentar hablar.
Y me congelé.
10.
Debía ser más de medianoche, pero los únicos en la habitación éramos Junsu y yo. Como siempre. Éramos los primeros en acostarnos, aunque estuviéramos de vacaciones, mientras que los otros tres preferían ver una película o simplemente pasar tiempo juntos después de cenar.
Y, para variar, yo no podía dormir.
Di la vuelta entre las mantas y posé mis manos bajo la almohada, recordando, como cada noche, todos y cada uno de los gestos entre Junsu y yo.
Y mi cuerpo comenzó a reaccionar.
Pero antes de poder levantarme y encerrarme en el baño para atender al pequeño Yoochun y sus necesidades, noté como el lado de la cama al que daba la espalda se hundía bajo un nuevo peso. No hacía falta darme la vuelta para saber quien era, porque reconocería su olor, el olor de su cuerpo, en medio de una batalla. Noté la calidez de su piel pegada a mi espalda, bajo las mantas, y uno de sus brazos rodeando mi cintura. Me giré levemente con duda. Vale que éramos grandes amigos, pero… ¿dormir juntos?
- ¿Su? – pregunté en un susurro, y bajo la luz que se colaba por la ventana, Junsu sonrió.
- ¿Puedo quedarme contigo un rato, hyung? – susurró. – Es que no puedo dormir…
A pesar de mi sorpresa, asentí y Junsu sonrió más, dándome las gracias. Yo me limité a girarme de nuevo y darle la espalda, rezando a todos los dioses para que no notara ni mi miembro semi erecto ni los fuertes latidos de mi corazón.
Durante una eternidad, lo único en lo que podía pensar era en su respiración golpeando mi piel. Hasta que llegó una nueva sensación. Algo más golpeando mi piel. ¿Qué era, Yoochun?
Sus labios.
Desgastándose contra la piel de mi hombro. Besando, lamiendo, succionando. Haciendo que cada bocanada de aire fuera insuficiente. Me quedé quieto. Porque apenas podía moverme. Hasta que sus labios subieron a mi cuello.
¿No sería una alucinación?
- Junsu… - murmuré, dándome la vuelta completamente hasta que nuestras narices se rozaron.- ¿Qué haces?
Ante mi pregunta [que mira que era estúpida], Junsu sonrió y sus ojos recorrieron mi cara antes de posarse en mi boca. No entendía lo que estaba pasando, no podía suceder, era imposible. Sin darme ninguna explicación, Junsu atacó mis labios.
Pensándolo mejor, quizá si me dio una explicación. Y, Dios, era la mejor explicación que había oído en la vida.
Al principio sólo presionaba mis labios dulcemente con los suyos, pero poco a poco comenzó a abrir la boca y aprisionó mi labio inferior entre los suyos, motivándome a besarle. Tardé un poco, pero finalmente empecé a corresponder al beso. ¿Qué más daba todo? Junsu me estaba besando. Mi lengua paseó por sus labios, pidiéndole permiso para entrar, y sin dudarlo un segundo, Junsu le permitió el acceso.
Su boca era cálida y dulce, y su lengua, escurridiza, tanteaba la mía.
Casi imperceptiblemente, el ambiente comenzó a caldearse. Tomé su rostro entre mis manos y profundicé en el beso, obteniendo un pequeño gemido como respuesta. Las manos de Junsu comenzaron a tantear mi cuerpo, comenzando por la cintura, palpando mis costillas, acariciando mi vientre hasta llegar al pecho, donde emprendieron la misión de torturar a mis pezones con ligeros pellizcos.
Esto debía ser el cielo.
Por inercia, nuestros cuerpos comenzaron a unirse el uno al otro hasta el punto en el que podía sentir su erección contra la mía. Corté el beso bruscamente cuando noté sus caderas embestirme y su miembro, tan duro como el mío, acariciar el mío a través de la ropa interior.
Junsu aprovechó ese momento para besar mi cuello, mi mandíbula, mi clavícula mientras de mi boca se escapaban pequeños gemidos. Y, de golpe, se colocó a ahorcadas encima de mi, sin dejar de besarme.
- Su… - gemí, y Junsu levantó la cabeza y me miró con burla antes de desaparecer tras las mantas y seguir atacando mi pecho.
Su lengua sustituyó a sus manos, lamiendo mis pezones, mordiéndolos con suavidad. Yo, mientras tanto, miraba el techo con los ojos bien abiertos, mordiendo mi labio inferior, acariciando su pelo bajo las mantas. No sabía qué hacer o como actuar.
Pero todas mis dudas se disiparon enseguida cuando noté como su cabeza bajaba, lamiendo todo el camino hasta mi ombligo, y siguiendo hasta llegar a mi entrepierna. Tragué saliva, deseando saber qué es lo que pensaba hacer. Y no tardé en averiguarlo, porque pronto sentí como su lengua acariciaba mi miembro erecto a través de la ropa interior. Lamió de un golpe la fina prenda, haciendo que me recorrieran escalofríos al sentir su boca tan cerca de mi miembro, mientras yo arqueaba mi espalda y evitaba que los gemidos salieran de mi boca. Ya había pasado la línea de no retorno.
Su cabeza volvió a surgir de entre las mantas con una sonrisa de locura en sus lindos labios.
- ¿Te gusta? – suspiró, descansando su frente contra la mía.
- Sí… - conseguí susurrar mientras mis ojos se clavaban en los suyos. Aparté su pelo húmedo de la frente con mi mano derecha mientras la izquierda acariciaba su espalda. Arriba y abajo, suavemente. La temperatura de su cuerpo era altísima.
- ¿Quieres más? – preguntó en un gemido mientras su mano se colaba bajo mis calzoncillos y asía mi pene. Contuve el aire.
Junsu aguardaba a que yo dijera algo, así que como respuesta a su pregunta, tomé su cara entre mis manos y le volví a besar con pasión, con rudeza, con brusquedad. Nuestras lenguas luchaban mientras mis manos acariciaban sus costados hasta llegar a su trasero. Palpé las nalgas bien formadas, amasando la carne, mientras la mano de Junsu comenzaba a masturbarme suavemente.
Poco a poco el ritmo comenzó a acelerarse, llevándome a la locura. Junsu tragaba todos mis gemidos ya que nuestros labios seguían unidos en batalla. Su mano acariciaba mi miembro una y otra vez casi con violencia, y cuando su pulgar acarició la punta de mi miembro, colectando el pre semen que se aglomeraba, no pude evitar romper el beso para dejar salir un sonoro gemido. Besó el lóbulo de mi oreja y susurró:
- Gime mi nombre, Yoochun.
Así que le complací. Bien alto, expresando todo lo que sentía tras gemidos y jadeos y gruñidos y su nombre. De golpe su mano paró y su cuerpo se separó un poco de mi cuerpo, casi sentándose de rodillas. Yo le miré con confusión, pero él sonrió. Sus manos bajaron hasta la banda de mis calzoncillos.
- Snoopi sobra – susurró, y a continuación me despojó de la única prenda de ropa que cubría mi cuerpo.
Y, entonces…
… me desperté. En la oscuridad y silencio de mi habitación, con el cuerpo perlado de sudor, el corazón a punto de salirse de mi pecho y mis pobres calzoncillos húmedos y pegajosos.
Suspiré con decepción cuando me di cuenta de que había sido todo un sueño. Todas las camas ya estaban ocupadas y en una esquina de la habitación, Junsu dormía apaciblemente.
Me levanté intentando hacer el menor ruido posible y salí de la habitación de puntillas hasta llegar al baño. Cerré la puerta tras mi espalda y me observé en el espejo, ojeras, pelo revuelto y el pequeño Yoochun dolorosamente despierto.
¿Podría llegar a ser más patético?
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KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA *0* OMGGGGGGGGGGGGGGGGG Ya quiero la contiiiiiiiiiiii!! >/<! Me morí con el ficcccc, y que descarado el JunSu del sueño de Chunnie xD Me encantó juas juas, amo que Chunnie sea Uke *¬* Espero la conti con impaciencia!!!
ResponderEliminarLo amee ! pobre Chunnie ! u________u aaaay morire si no hay contii.
ResponderEliminarEscribes excelente de verdad, te felicitoo :D
queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? solo un sueño???puaff!quiero maaas!!
ResponderEliminarnoooo continuacion plissssm ... no qiero morir asi..
ResponderEliminark paso con junsu con yoochun.. diganme .. alguien por caridad continuelo
OOOOoooooo!!!!! Nopppp no hay siguiente,, como noa hacen esto.... alguien iadoso continuelo pleaseeeeeeee ..
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