En mi vida, jamás me sentí cómodo, no sé cómo explicar con detenimiento el sentimiento que no me dejaba avanzar hacia el frente sin mirar atrás y que siempre me hacía pensar en el tan común “¿Qué hubiera pasado si?” Nunca estuve conforme con lo que tenia, siempre desee más de lo que debía poseer pero eso no me afecto… jamás lo hizo.
Estuve a punto de caer y no salir adelante, hasta que conocí la música. Recuerdo que tome un simple cuaderno de pauta y me senté frente al piano de mi familia al cual jamás le preste atención porque lo encontraba demasiado simple para alguien como yo. Estaba indeciso, es decir ni siquiera sabía que era lo que me había impulsado a ir a aquel lugar, inspire profundamente y con las manos temblorosas toque la primera nota, aun la recuerdo con claridad, era un simple Do blanco que resonó en las paredes de la habitación agitando mi corazón enardecido, y como si fuera alguna clase de magia comencé a tocar una melodía que era guiada por notas al azar que mis manos tocaban. Tome la pauta en blanco y comencé a escribir lo que mis manos creaban, para luego no ser olvidarlas.
Estuve tres días sin salir de aquella habitación, dejando como consecuencia un tumulto de hojas de partituras escritas, creo que cree al menos unas 20 canciones en aquella ocasión.
Cuando decidí que era suficiente, fui hacia mi celular dándome cuenta que tenía unas 15 llamadas perdidas de mi esposa.
Al llegar a casa vi que ella estaba dormida sobre el sofá, sonreí para mis adentros, ella era hermosa, siempre lo fue gracias a su larga cabellera azabache y a sus rasgados ojos castaños… pero aquello jamás fue suficiente para mi, nunca llegue a amarla a pesar de que era hermosa, a pesar de que era una gran mujer, porque sentía que algo faltaba, no sé cómo expresarlo con claridad. Comenzó a moverse inquieta y luego nuestros ojos se conectaron, se sentó lentamente, arreglando su cabello y me sonrió.
-Are you Ok?-me dijo en un perfecto ingles. Reí divertido.
-Yes I m fain and you… how do you feel? - Le devolví el gesto. Ella nego con la cabeza, meciendo su largo cabello.
-Tan solo estaba preocupada, ¿Dónde estabas?- pregunto dudosa.
-Lo lamento es solo que no me di cuenta de cuán rápido paso el tiempo, no volverá a pasar amor lo prometo- me disculpe con la cabeza baja. Ella tan solo sonrió mientras posaba una de sus manos sobre su abultado vientre.
-Pues ella te extraño, no dejaba de patear preguntando por su padre- su dulce voz resonó en la habitación en penumbra. Una puntada de culpa golpeo mi corazón, al saber que había dejado a mi esposa embarazada durante tres días.
-Lo lamento Eun hyae no se cómo explicarte lo que me sucedió pero jamás me perdonare el dejarte sola- ella sonrió
-Esta bien, solo vámonos a acostar, estoy cansada… sabes que no puedo enojarme contigo Yoochun, y si quieres compensármelo, pues no me vendría nada mal un desayuno en la cama mañana por la mañana- la mire sorprendido, para luego sentir su delgada mano sobre la mía, dándome calidez y tranquilidad. Me acerque más a ella y la bese lentamente, sintiendo su sabor en mis labios y su tranquila respiración que chocaba junto a la mía…
Aquel fue el último beso que compartí con ella, antes de que naciera Sun Hee, ya que Eun Hyae murió en el parto.
Estaba impaciente para que naciera mi hija, e incluso un poco preocupado ya que la cesaría estaba demorando más de lo previsto pero sabía que debía mantenerme calmado mientras mis padres y los de mi mujer no tardaban en llegar, estaba caminando de una esquina de la otra del pasillo para tratar de tranquilizarme pero no lo lograba hasta que una doctora se presento ante mi, me dio un resumen del estado de mi esposa llena de rodeos para luego decirme que había quedado débil luego de que naciera mi hija y que había perdido demasiada sangre…
-Disculpe, creo que no entiendo lo que esta tratando de decirme- eso no era cierto, yo lo entendía pero no lo aceptaría, ¿acaso eso significaría que mi Eun Hyae no volvería sonreírme? ¿A decirme que todo se encontraba bien? ¿Qué me amaba?-¡Usted no me puede estar diciendo que mi esposa se está muriendo! ¡Haga algo!- le grite desesperado
-Lo lamento, pero hicimos todo lo que pudimos y…
-Sabe no me dé explicaciones, no las necesito… yo no las necesito- mis ojos habían comenzado a humedecerse, trate de secármelas con el dorso de mi mano pero sabía que de una u otra manera terminaría llorando a mares.- ¿Podría ver a mi hija? – pregunte con la voz entrecortada, la doctora asintió con la cabeza.
Entre pasillos blancos, llegue a una sala en la cual un vidrio me separaba de la niña mas hermosa que me visto en mi vida, estaba usando la ropa que había elegido mi Eun Hyae el día que salimos de compras y movía sus pequeñas manos con torpes movimientos, ella tenía los mismo ojos que su madre, la misma forma pero tuvo la mala fortuna de heredar mi amplia frente… Apoye mi mano sobre el cristal y me desmorone llorando, mordiendo mi labio inferior para no sollozar, mientras sentía que mi corazón era estrujado y arrojado a un basurero
Ya han pasado 7 años desde aquel día en el que perdí a mi esposa y gane a mi hija. No fui capaz de seguir viviendo en el mismo lugar en el que Eun Hyae y yo habíamos decidido formar una familia así que decidí abandonar la capital de Corea y trasladarme a Taean, un pueblo hermoso que se encontraba a los pies de la playa, las personas se basaban en la pescadería y en el comercio. Era un lugar tranquilo en el cual sabía que mi hija viviría en paz y feliz, yo me aseguraría de ello. Compre una moderada casa con dos habitaciones y un baño que tenía un hermoso jardín trasero. Decidí trabajar como profesor de música en la escuela de Taean ganando un suelo simple pero suficiente para pagar todo lo necesario para vivir. Debí dejar a mi pequeña en una sala cuna mientras yo me encargaba de lo demás…
Y así pasó el tiempo, me volví un hombre de 30 años agotado y aun herido por la muerte de mi esposa pero feliz gracias a la luz que era mi hija que ahora tenía sus 7 años recién cumplidos.
Sun Hee era un niña de un carácter un tanto… peculiar, es cierto que cuando estaba conmigo era una niña dulce y encantadora pero con otras personas era totalmente distinta, era una humorista innata, en el colegio al menos una vez a la semana me llamaban de la dirección porque a mi linda hija se le ocurría gastarle bromas a sus compañeros de clases, sus faltas iban desde pegar a un chico a sus silla hasta soltarle los pernos a la silla del profesor. La amaba, era la razón de mi existencia pero a veces realmente a veces me exasperaba, oh y olvidaba el hecho de que cada vez que una linda chica me coqueteaba y trataba de ser amable con ella, Sun Hee decía con su voz de campanita “Aléjate bruja, papá es gay” Es tan lindo que tu hija de 7 años le grite a los cuatro vientos que su papá es gay (sarcasmo por supuesto). Ni siquiera sé de donde saco eso, creo que debería impedir que viese tanta televisión. Siempre que la miraba cuando jugaba en el parque, sonreía inconscientemente al ver que era igual a su madre, desde que nació jamás le corte el pelo y luego cuando creció ella no quería cortárselo así que en consecuencia una espesa cabellera color chocolate adoraba su cara hasta su cintura, sus ojos castaño claro demostraban su inocencia y su perspicacia a la vez que su astucia.
“Debes seguir adelante por ella”
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Quiero conti, joder! Dx
ResponderEliminarPobre esposa de Chun ;___;
Quiero YooSu~
Awww, pobre Chun~ & que Cool es su hija *-*!
ResponderEliminarAquí necesitamos una continuación~