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Problema Hormonal - Capítulo Especial Dos: ¿YunJae…?

Capítulo Especial Dos: ¿YunJae…?

Primera Parte:


Cumplir 17 años no había sido agradable, cumplir 17 años y despertar con resaca lo era mucho menos, pero cumplir 17 años, despertar con resaca y desnudo con tu mejor amigo en la misma cama… eso… eso si que era muy malo.

– ¡¿Quién es el maldito desconsiderado que interrumpió mi…?! ¿YunHin? – Kim HeeChul se espera a cualquiera, enserio, cualquiera menos a su “hermanito” llegar a esas horas de la mañana y menos en esas fachas tan deplorables, interrumpiendo su sueño de belleza. Confundido, el estrambótico joven terminó de abrir la puerta de su habitación, dejándole el paso libre a su amigo. – ¿Hermanito, que pasó? – Consultó, sacándose unas pinzas que sostenían su cabello en su lugar mientras dormía y se sentó en su cama, una vez que YunHo estuvo dentro de su cuarto y dejó un pesado bolso en el suelo.

– Peleé con JaeJoong. – Dijo sin más, sentándose sobre el bolso y apoyando su espalda en la pared.

– ¿Qué? ¿Pelearon? ¡Pero si ustedes son como uña y mugre! Y obvio que ese escuálido es la mugre… – Que YunHo no reaccionara a ese tipo de comentarios era mala señal… ¿no que siempre defendía al desabrido?

– HeeChul… hi-hice algo horrible… – Su voz que quebró, delatando que se pondría llorar en cualquier momento. A ese punto la cara de HeeChul se desfiguró ¿algo horrible? ¿o sea que…?

– ¡¿MATASTE AL ENCLENQUE?! – Obvio, tenía que armar escándalo, ahora era cómplice de un asesinato.

– ¡No grites! – Fregó sus ojos con fuerza, deteniendo las lágrimas. – Y no, no maté a JaeJoong… – Se llevó ambas manos a la cabeza, acariciando allí donde punzaba con más fuerza. – ¿Puedes ir por DongHae? Quiero que los dos lo sepan…

– ¿Tan malo es?

– Mucho peor…

– Bien… recuéstate por mientras en la cama de YeSung, te vez horrible y necesitas reponerte.

– Gracias… – HeeChul salió de la habitación y avanzó un par de metros, a tres puertas de la suya estaba la habitación que DongHae compartía con esos chicos… ¿cómo se llamaban? Ehm… ah, si, HyukJae y SungMin. Tocó la puerta un par de veces ¿Por qué no habría?

– ¡DongHae! ¡Abre la condenada puerta de una vez! – Aporreó la puerta sin consideración alguna ¿Cuánto pensaba demorarse? ¡Llevaba 30 segundos esperando!

– ¡Ya voy! – ¿Ya voy? Eso no se decía a menos que fueses a abrir la puerta de inmediato y DongHae aún no abría. – ¿Hyung? ¿Qué sucede? – Su cara adormilada era de fotografía, su cabello desparramado y revuelto formaba divertidos bucles por toda su cabeza, sus ojos apenas estaban abiertos y lucían adornados por un par de lagañas, sus labios fruncidos y su ceño arrugado daban a entender que estaba de mal humor.

– Nuestro YunHin nos necesita. – Dijo HeeChul, tomando la mano de DongHae y arrastrándolo a su habitación.

– ¿YunHo? – Restregó sus ojos un par de veces y pestañeó con fuerza, desperezándose y tratando de despabilarse. – ¿Qué le pasó?

– No sé, ahora nos lo contará, pero peleó con el desabrido ese… – Volvió a entrar, llevando a DongHae consigo. La imagen que vio en ese instante le rompió el corazón, YunHo, su pequeño, inocentón y adorable hermanito platónico, sufriendo. Si, sufriendo como nunca pensó que lo haría, puede que estuviese de espaldas a la puerta, pero era obvio que estaba llorando. Derramando lágrimas en silencio, abrazando su torso tembloroso y sucumbiendo a esas convulsiones involuntarias que remecían todo su cuerpo. Lo que le hubiese pasado debió ser horrible. – ¿Hermanito…? – YunHo se remeció en la cama, limpiando apuradamente sus lágrimas y se volteó a mirar a sus dos amigos. – Ya traje a DongHae…

– Disculpen que los moleste tan temprano… – Se sentó con pesadez en la cama, denotando el gran esfuerzo al que se sometía al estirar sus músculos. – Lo siento… es que…

– Ay, YunHin… – HeeChul atravesó la habitación en dos pasos largos y sin más abrazó delicadamente por los hombros a su hermanito platónico. – Sabes que estamos aquí para ti, somos tus amigos… – Acarició con cariño la espalda temblorosa del menor, intentando darle apoyo.

– M-me quiero morir, HeeChul… – Y ya no hubo forma de que las lágrimas de YunHo se detuvieran, caían libres por sus mejillas y apenas con fuerza logró enrollar sus brazos en torno a la cintura de avispa de su hyung.

– Ya, hermanito… – Las caricias por su espalda se dejaron sentir con más frecuencia, ya que su estrambótico amigo intentaba calmarlo.

– YunHo… – DongHae se acercó a pasos cortos y pausados, tanto así que ni HeeChul ni el mismo YunHo se habían percatado, sólo se acordaron de su presencia cuando el menor de los tres estaba repentinamente junto a ellos, con cara de ponerse a llorar en cualquier instante. – Ya no llores, por favor… po-porque… – Se detuvo, tomando aire para seguir, ya que su voz se había quebrado. – Me pondré… a llorar también… – Dicho y hecho, unas lágrimas se escaparon de los ojos de DongHae, quien al instante las comenzó a secar con su antebrazo. Ver a su mejor amigo de la infancia de esa manera era muy chocante, además de triste.

– Lo siento… – Se disculpó una vez más, secando sus lágrimas con sus puños, hasta que HeeChul le ofreció un pañuelo de papel de la caja que tenía en el buró junto a la cama de JayKim. – Lo siento, de verdad lo siento… – Se seguía disculpando, ya de forma automática, mientras secaba las saladas gotas de agua que no paraban de caer de sus ojos. – Yo no quise… yo… no fue mi intención… lo siento, lo siento mucho…

– YunHin, ¿qué estás diciendo? No te entiendo nada… – Estaba asustado, las reacciones de YunHo lo desconcertaban y no hallaba la forma de calmarlo y que le explicara que había pasado. Por su parte YunHo no dejaba de disculparse y de pronunciar frases que para sus dos amigos no tenían sentido. – YunHin… oye, YunHin… – Pero no había caso, YunHo seguía sumergido en sus propios pensamientos, ignorando a esos dos que lo acompañaban en la habitación. – ¡YunHin! – Desesperado, su estrambótico amigo le dejó caer una cachetada en la mejilla derecha, impulsando su rostro hacia el lado contrario y obligando a YunHo a desplomarse en la cama, mareado y adolorido.

– HeeChul hyung ¡te pasaste! – Con cuidado DongHae ayudo a su vecino de pueblo a incorporarse, quién, confuso, había abandonado de forma abrupta su ensimismamiento y miraba desorientado la habitación. – ¿Estás bien?

– Si… lo necesitaba. – Sacó un nuevo pañuelo de la cajita de cartón que le ofrecía HeeChul y se limpió la nariz. Ese golpe lo había traído de vuelta a la realidad y de alguna forma lo había calmado.

– ¿Nos dirás ahora que sucedió? – Preguntó HeeChul, haciéndole un ademán a DongHae para que se sentara a espaldas de YunHo y así poder abrazarlo entre los dos.

– Sí, sólo que… me odiarán y ya no querrán hablarme y me quedaré solo… y JaeJoong y yo y él… y… – Escondió su cara en ese nuevo pañuelo que había tomado de la caja, intentando calmarse, en lo que DongHae lo abrazaba cariñosamente por la espalda, pasando sus manos por su cintura y acariciando ese vientre plano y tembloroso de su amigo de infancia.

– Ya, toma aire y tranquilízate. Nosotros no te dejaremos solo, somos tus amigos y te apoyaremos siempre, hermanito. – HeeChul acarició suavemente el cabello revuelto de su dongsaeng, intentando en vano ordenarlo un poco, mientras con su otra mano tomaba esa que YunHo usaba para cubrir parte de su rostro.

– HeeChul hyung tiene razón. – DongHae se escabulló hasta acomodar su rostro en la curvatura de su cuello y desde ahí le siguió hablando a su vecino. – No importa que cosa hayas hecho, te queremos y por eso no te juzgaremos.

– Gracias, pero… – Apartó el pañuelo y sus propias palmas de su rostro y suspiró con fuerza, antes de reír con nerviosismo y medio echarse sobre el pecho de su amigo de infancia. – No me verán de la misma forma cuando se los cuente…

– Ay, YunHin, nada puede ser tan malo. Escúpelo de una vez. – Tomó ambas manos de su lloroso hermanito y las cobijó entre las propias.


Puede que el invierno estuviese llegando a su fin y que cada vez los grados extras de calor que traían consigo la primavera se dejasen sentir, pero esa mañana estaba particularmente fría y su YunHin no había llegado, precisamente, muy abrigado. Sólo era cosa de ver esa camiseta con las costuras hacía afuera, esos pantalones que a leguas se notaban sucios (Posiblemente debido a que YunHo se había caído en su carrera hasta los dormitorios de la SM) y que no le combinaban nada, sus tobillos desnudos a la falta de calcetas y las zapatillas a medio abrochar. En resumidas cuentas, YunHo salió corriendo a toda prisa del departamento que compartía con ese flacucho intento de niño bonito.


– Yo… – Volvió a suspirar, apretando las manos que envolvían las suyas y acurrucándose más en el pecho tibio de su vecino, buscando apoyo de la forma que fuese. – Do-dormí con JaeJoong… – La respiración de DongHae se detuvo, lo sintió, ya que ese débil ir y venir del tórax que lo acunaba ya no estaba.

– Pero siempre duermes con él, ¿cuál es el problema? – HeeChul no entendía la gravedad del asunto ¿Qué habían dormido juntos? Gran cosa, él mismo había dormido varias veces en la misma cama que su hermanito y no dudaba que DongHae hubiese hecho lo mismo, no por nada eran amigos de toda la vida con YunHo. A todo eso… ¿Por qué la expresión de DongHae le parecía tan… desencajada? Si estaba como todo tieso y con cara de trauma.

– Me refiero a que… tú sabes… me acosté con JaeJoong. – ¿Cómo no lo iba a entender? YunHo ya se comenzaba a desesperar, entre DongHae que había dejado de respirar, HeeChul que no entendía nada y el obvio dilema personar de haber “dormido” con JaeJoong, las cosas se le estaban saliendo de control.

– Si, entiendo, comparten la cama y ¿Qué? ¿lo tiraste a patadas y se enojó? ¿le robaste las frazadas y se resfrió? ¿Cuál es el drama?

– HeeChul, tú no me estás entendiendo. – YunHo intentó incorporarse y acercarse más al mayor, pero se vio detenido por unos brazos que envolvían su cintura con fuerza. – ¿DongHae?

– T-tú… tú… – Su rostro totalmente pálido y su tartamudeo asustaron mucho a YunHo. O sea… esperaba que reaccionaran mal y todo, pero ¿a ese punto? – Permiso… – Sin más DongHae se levantó de su lugar y corrió al baño que estaba a unos pasos de la cama del mayor de los tres.

– ¿Y a ése que le pasó? – Consultó HeeChul, desconcertado por la inesperada huida de su dongsaeng menor. – Creo que comió algo que le hizo mal… – Comentó, desinteresado, al escuchar unas cuantas arcadas venir de esa pequeña habitación. – ¡Tira de la cadena y límpiate la boca! ¡Hay enjuague en la repisa! Ay… estos niños de hoy, no cuidan lo que comen… – Acomodó tranquilamente unos mechones que caían por sus mejillas y volvió mirar a su hermanito. – OK, dime que le hiciste al desabrido ¿le robaste su cabecera hipoalergénica y le dio salpullido?

– HeeChul, préstame atención, ya que te lo voy a decir sólo una vez más. – Y era mejor que lo entendiera en esa ocasión, ya que no se lo volvería a repetir ni decir de ninguna otra forma. – Yo me “Acosté” con JaeJoong y cuando digo “Acosté” lo digo en el mal sentido de la palabra.

– ¿Quieres decir que…? – Hizo unos cuantos gestos con las manos, indicando algún tipo de acción con sus largos dedos.

– Si… – Bien… la verdad es que YunHo no entendió los gestos usados por HeeChul, pero por su expresión intuía que había entendido lo que le había dicho.

– ¿O sea que…?

– Ajá…

– Oh… – Hubo un lapsus de un par de segundos en los que la habitación se sumergió en un profundo silencio, ni siquiera las gárgaras de DongHae eran lo bastante sonoras para interrumpir ese mutismo. – ¡Eres un cochino! – El primer golpe se lo dio en le hombro, tomando desprevenido a YunHo. – ¡Un sucio! – El segundo golpe pretendía ir a su cara, pero YunHo logró reaccionar y detenerlo a tiempo con un bloqueo de su antebrazo. – ¡No me toques! ¡Quizás por donde metiste esas manos de depravado!

– ¡HeeChul! ¡Ya! – Tomó ambas manos del mayor, sujetándolas frente a su pecho para que dejara de moverlas por todos lados. – No grites, por favor…

– Lo siento. – Se soltó del agarre de su hermanito y estiró trabajosamente su pijama azul, reacomodándolo en su cuerpo. – Fue un ataque de histeria espontánea, mi terapeuta dice que con los años disminuirán… – Tomó aire un par de veces, repitiendo un mantra que a YunHo le pareció totalmente ridículo “Soy el más perfecto ser sobre el planeta y nada me perturba.”, pero por lo menos ayudó que se calmara. – Ahora si… ¿Estás bien? ¿te duele algo?

– Todo el cuerpo, pero ese no es el caso. – Hacer “ese tipo” de actividad física por primera vez, combinado con horas de baile y varios litros y tipos de licor, deja mal a cualquiera, mucho más si se hacía todo en la misma noche.

– OK, OK… esperemos por DongHae y analicemos la situación.

– DongHae me odia. – Se quejó YunHo, agachando la vista y temiendo ponerse a llorar una vez más. Por como había reaccionado DongHae, vomitando y toda la cosa, era obvio que le tenía asco y lo odiaba más que nada en este mundo. Más que al gato de esa vecina solterona que tenían en su pueblo y que le arañaba los tobillos a DongHae, más que esa cortadora de césped que había triturado la figurita “Super Man” que DongHae amaba, e incluso más que al loco viejito de la esquila que los agarraba a bastonazos en el trasero cada que pasaban por ese lugar. El odio de DongHae por su persona debía ser mil veces peor y más grande.

– No te odia, sólo que… – Comenzó a decir Heechul, justo cuando la puerta del baño se abrió.

– Oh, dios… – DongHae salió del baño sosteniendo su estómago, con expresión descompuesta, y lentamente caminó hacia los dos mayores. – No vuelvo a comer pizza en la madrugada. – Se sentó una vez más tras de YunHo, envolviendo de inmediato con sus brazos, mientras apoyaba su frente entre los hombros de su vecino, justo bajo su nuca. – HeeChul Hyung… no saldré contigo nunca más.

– Eres un aburrido, tú no sabes comer pizza de noche.

– ¿De qué hablan? – Estaba confundido ¿no que DongHae lo odiaba más que al gato, la cortadora de césped y el viejito loco del bastón? ¿Por qué lo abrazaba?

– Con Dongie fuimos a divertirnos tras irnos del departamentito que compartes con el desabrido y estuvimos hasta tarde bebiendo y comiendo pizza, junto con los compañeros de cuarto de DongHae, esos… HyukJae y SungMin, a quienes por cierto no los vi cuando te fui a buscar ¿tú sabes donde se metieron, Dongie?

– Anoche dijeron algo de tener clases en el instituto. – Con parsimonia asomó una vez más su carita de pez por el hombro de su vecino y ahí se quedó, apretando la espalda de YunHo contra su pecho, intentando que el calor de su cuerpo reconfortara su estómago.

– Ah, cierto.

– Pensé… – Comenzó a decir YunHo, acariciando levemente esas manos que estaban sobre su vientre. – Que habías reaccionado así por lo que les conté.

– No, eso ya lo veía venir, era cuestión de tiempo. – ¿Qué? ¿Cuestión de tiempo? ¿Qué visión tenían sus amigos de él? – Sólo que pensé que pasaría más tiempo y bueno… no estaba preparado para la noticia, sólo eso.

– ¿Qué quieres decir?

– Pues… ¿es obvio, no? – Comentó HeeChul, poniéndole énfasis a sus palabras con exagerados movimientos de manos. – Desde la primera vez que te vimos con ese feo supimos que las cosas podrían terminar así, digo… ¿te haz dado cuanta de la forma en que se miran? Es… como de babosos. – ¡Eso no era cierto! Tenía una conexión especial con JaeJoong, se entendían, compatibilizaban tanto en carácter, y por lo que recordaba de esa noche, como físicamente, pero de ahí a “algo más” ¡Nunca!

– Si y por como se tratan parecen ya matrimonio. – Dijo DongHae, dándole de lleno con su aliento mentolado en toda lo oreja. – El colmo fue que se fuesen a vivir juntos y que compartieran cama.

– Si, eso fue mucho ¿Por qué crees que me opuse tanto? – No lo sabía, siempre creyó que eran celos de amigos. – Sé que eres casi un adulto y lo demás, pero no se te notaba preparado para una relación a ese nivel. – ¿Relación a ese nivel? ¿Qué creían que era gay? – Te falta madurar y en parte creo que a JaeJoong también, y el que se pelearan tras tener sexo es evidencia más que suficiente de lo que te estoy diciendo.

– Pero si a mi no me gusta JaeJoong. – No, nada de eso. JaeJoong era hombre y los hombres no le gustaban.

– ¿Entonces para que te acuestas con él si no te gusta? – Consultó DongHae, curioso. Eso para él no tenía sentido. Incluso que su mejor amigo de toda la vida se acostara con un hombre era más cuerdo, pero ¿de ahí a que lo hiciese con alguien que ni le gustaba? No, ese no era el Jung YunHo que conocía.

– Eso les quería decir, nos emborrachamos y despertamos desnudos y enrollados en la cama. – Bien… eso era inesperado. Tanto HeeChul como DongHae entendieron las reacciones de YunHo y todo el embrollo cuando se enteraron de eso. Ahora también se explicaba esa sensibilidad que YunHo tenía con los sonidos fuertes y la facilidad con la que se iba hacia los lados.

– Oh, eso lo cambia todo… – Heechul se reacomodó en la cama, irguiéndose un poco más, intentando parecer más “hyung” y por ende más serio. – ¿Te acuerdas de todo lo que hiciste? En una de esas sólo llegaron acalorados y se tiraron sin ropa en la cama. A mí me ha pasado un par de veces con JayKim y con el chinito lindo que anda dando vueltas por aquí.

– No recuerdo casi nada, sólo ese maldito club lleno de gays, un concurso de baile… y creo que me tuve que hacer pasar por pareja de JaeJoong para que no me sucediera nada… no, no recuerdo más que eso. Sólo tengo unas cuantas imágenes borrosas en mi cabeza de lo que sucedió luego, pero estoy seguro de que pasó. – Mentira, recordaba mucho más. Recordaba el primer beso que habían compartido, recordaba esa incómoda caminata a casa con JaeJoong entre las piernas y recordaba la delirante sensación de sentirse dentro de ese delgado cuerpo, pero no se lo podía decir a los otros dos. De por si que se enteraran de que había tenido sexo con otro hombre era chocante ¿darles además detalles? Eso era demasiado, incluso para HeeChul.

– Ay, mi pequeño… – HeeChul abrazó como pudo a su hermanito, apretujándolo contra su pecho. DongHae por su parte hacía lo mismo, logrado que YunHo quedase compactado en un intento de sándwich humano. – ¿Te duele mucho allá abajo? – Se apartó un poco de YunHo y lentamente acarició su cadera, llegando cerca de su cóccix. – ¿Quieres un cojín? – Tomó uno de los cojines que tenía sobre la cama y se lo ofreció a YunHo, quien obviamente no lo aceptó. – ¿O te compro un ungüento para el dolor en la farmacia? – El mayor abrazó aprensivo la almohada que YunHo no quiso, buscando la mejor forma de reconfortar a “su pequeño”.

– ¿Ah? ¿De qué hablas? – Ahora si que no entendía nada ¿para que Heechul le hacía todos esos ofrecimientos?

– Obvio que hablo de que te debe doler el trasero. – La ceja de YunHo se alzó ante tal comentario ¿Por qué habría de dolerle el trasero? Que recordara no se había caído ni nada parecido. – Si te acostaste con ese borracho flacucho feo no creo que haya sido muy delicado contigo. – Oh… era eso ¿Por qué HeeChul habría pensado una cosa así? – Menos por la forma en que estás ¡Mírate! – Pero sino había nada de malo en su apariencia. Claro… luciría mejor tras una ducha y cambiarse de ropa, mas no estaba tan mal. Sólo un poco… resentido por la ingesta de alcohol.

– HeeChul… no fui yo el que… recibió. – Le aclaró, para que de una buena vez esos ofrecimientos por parte de su hyung se detuvieran.

– ¿Qué…? ¿No? – Pestañeó varias veces. Si su hermanito no había “recibido” significaba que…

– No, fue él. JaeJoong no se podía sentar cuando despertamos. – Le explicó, sintiéndose horrendamente culpable al recordarlo ¿Cómo había sido tan bestia? Si JaeJoong con suerte se movía por la mañana y estaba lleno de marcas por todo el cuerpo y no estaba muy seguro, pero creyó ver algo de sangre en las sábanas. En resumen… se le veía muy mal.

– Entonces… – HeeChul apretó la almohada con sus delgados dedos, indignado. – ¡Eres un violador! – Dejó caer el primer golpe de la almohada sobre la cabeza de su hermanito platónico, logrando que del puro susto DongHae lo soltara y haciendo que YunHo terminara tirado sobre la cama. – ¡Maldito manipulador sentimental! – Otra serie de golpes por parte de la almohada floreada del estrambótico, en lo que éste seguía reclamando y DongHae se mantenía inmóvil en su sitio, demasiado impresionado para intervenir. – Yo aquí todo preocupado por ti, pensando que te habían hecho bolsa y me sales con que tú fuiste el que se tiró a JaeJoong. – Cada vez los golpes eran con más fuerza y YunHo no podía hacer más que cubrir su cabeza. De cierta forma sentía que merecía todos esos golpes, sin embargo… HeeChul ya se estaba pasando. – No tienes decencia… ¡bruto, bruto, bruto, bruto~! – Y con esos últimos cuatro golpes a dueto con los “bruto”, HeeChul arrojó la almohada sobre YunHo y se puso de pie, yendo directo a su armario.

– Hyung ¿Qué haces? – Consultó DongHae, intruso, en lo que ayudaba a YunHo a incorporarse de la cama y sentarse una vez más.

– Pues obvio que iré a ver a JaeJoong ¿te imaginas como debe estar el pobre? Claro, como YunHo… – Eso le dolió mucho más que cualquier almohadazo por parte de su auto proclamado hermano mayor. HeeChul nunca, nunca de los nuncas, lo llamaba por su nombre verdadero. Siempre lo nombraba con apodos cariñosos, lo llamaba “YunHin”, “Hermanito”, “Pequeño”, lo que fuese. Pero esa forma tan fría y despectiva de decir su nombre fue como un balde de agua caliente directo a los bajos. Dolía y hacía llorar. – Se llevó la mejor parte de todo este embrollo y ahora JaeJoong es el que paga los platos rotos. – Con algo de ropa en las manos se metió al baño para vestirse. – ¡Y…! – Continuó desde el baño, alzando su tono de voz para ser oído por los dos menores desde la habitación y a través de la puerta cerrada. – ¡Necesita mi apoyo! – Salió ya vestido y arreglado. – Y como su hyung es mi deber velar por su bienestar. – Tomó su chaqueta y billetera, y se acercó a la puerta. – Cuando vuelva espero que no estés en mi habitación, violador insensible. – Sin decir más, y campante como él solo, salió de la habitación contoneando sus rectas caderas de diva.

– Eso fue extraño. – Comentó DongHae, poniéndose de pie y ofreciéndole una mano a YunHo para que lo imitara.

– HeeChul me odia. – Si, lo odiaba y seguramente lo iría a matar mientras dormía, o le haría vudú o magia negra y terminaría calvo o impotente… en una de esas HeeChul iría a ver a una de esas locas brujas y le pediría que lo transformara en pato o… hipopótamo.

– Si, te odia. – ¿Pretendía ser eso un consuelo? – Pero se le pasará. – DongHae miró el bolso que estaba contra una de las paredes y no lo reconoció. Eso definitivamente no estaba por la noche. – ¿Tienes donde quedarte? – Le preguntó a su vecino, intuyendo que ese bolso le pertenecía.

– No, la verdad es que le iba a pedir a Heechul que me permitiera quedarme aquí, pero ya no me quiere ver. – Tomó su bolso del suelo, agachándose con cuidado, ya que sus piernas le reclamaban cualquier movimiento que hiciera.

– Pues te quedarás en mi habitación. La comparto con HyukJae y SungMin, así que tendrás que dormir conmigo hasta que pidamos otro camarote al encargado de los dormitorios. – Despreocupadamente le quitó el bolso de las manos, ya que veía a YunHo demasiado patético como para cargarlo el solo.

– ¿No te molesta eso? – Le consultó, atemorizado.

– No, mientras no me emborraches y me violes no hay problema. – Sonrió de oreja a oreja, como si la cosa fuese chiste.

– DongHae… – No había caso, Lee DongHae no cambiaría jamás. Sabía encontrarle el lado divertido hasta a la peor de las situaciones.

– Nada de DongHae. – Abrió la puerta e invitó al otro a salir. – Tengo hambre ¿vamos a desayunar?

– Pero si vomitaste hace unos minutos.

– ¿Y qué? Tengo hambre ahora. – Puede que HeeChul estuviese enojado en ese momento y puede que DongHae haya vomitado de la impresión, pero era sus amigos y lo habían escuchado. Esperaba que para ese momento HeeChul pudiese acompañar a JaeJoong y le diera apoyo como lo había hecho con él, bueno, hasta que descubrió que no había sido el quien recibió, pero hasta antes de eso HeeChul había sido muy comprensivo. – Dime ¿usaste mi regalo?

– Si, lo usé. – Confesó, medio sonrojándose al decírselo así con tanta soltura.

– ¿En serio? – Preguntó con ilusión. – ¿Y lo recuerdas? ¿cómo fue? ¿sabían bien?

– No, no lo recuerdo. Sólo me desperté con sabor a papaya en la boca. – Era de esperarse, la carcajada de DongHae inundó el pasillo y YunHo no pudo más que reírse de su propia ocurrencia.


Tras una larga ducha, una par de aspirinas y ropa limpia y bien puesta, se sentía mejor. Eran poco más de las once de la mañana e iba con DongHae al comedor de los dormitorios. No había mucha gente, ya que a esas horas la mayoría de los trainers estaban en el instituto, estudiando, y ellos tenían la fortuna de un día libre, producto de la intervención de los manager de la disquera en relación a sus clases obligatorias como trainers SM. Es más, dentro de media hora tenían clases de vocalización a las que no podían faltar.

Avanzaron hasta ubicarse en una de las mesas, charola en mano, y se sentaron mientras conversaban de cosas insustanciales, o por lo menos eso pretendía YunHo, mas el inquieto DongHae quería saber todos los detalles de la noche que tuvo su amigo. No por nada habían prometido una vez contarse como era la cosa si uno de los dos perdía la virginidad primero, y en eso estaban, hasta que la manzana que comía YunHo rodó por el piso.


– Oye, tu manzana se cayó… – Pero YunHo no respondió, parecía perdido en sus pensamientos. – ¿YunHo? ¿Qué pasa?

– JaeJoong… – DongHae se volteó hasta mirar en la misma dirección en que lo hacía su vecino, dando con que el susodicho venía entrando al comedor con la diva a su lado.

– Se ve pésimo. – Comentó DongHae, sin embargo, pésimo no era la palabra correcta. Para empezar esas ojeras tan marcadas denotaban lo poco que había descansado, su piel más pálida de lo normal lo hacían parecer enfermo, el suéter de cuello alto de seguro escondía unos cuantos chupetones y el paso irregular, lento y hasta… ‘cojeante’ que mantenía, eran más que clara señal de su rol de pasivo. “Pésimo” no alcanzaba a describir lo miserable que se veía. – ¿Seguro que tuvieron sexo en una cama? A mí me parece más que te lo tiraste mientras rodaban por una escalera. – YunHo lo miró de mala forma, enojado. – ¡Mira, si hasta cojo viene!

– Cállate. – Le dio un suave golpe en el brazo, para luego centrar toda su atención en su malogrado, y por lo que había pasado, ex amigo.

– Iré por algo de comer, JaeJae, tú ve a sentarte y espérame. – Le indicó HeeChul, en tono dulce, apuntando con sus largos dedos una de las tantas mesas desocupadas.

– Ajá… – Apenas con ganas JaeJoong avanzó a paso oscilante, sentándose con cuidado en la primera silla que tuvo cerca. Su expresión se desfiguró por completo cuando dejo todo su peso descansar en su retaguardia. Ardía… no, más que ardor… quemaba, si, su interior se sentía completamente calcinado, y ese dolor subía por toda su columna y se terminaba por alojar en su cabeza, que también dolía atrocidades tras una noche de baile, humo, alcohol y, por lo que recordaba y por como había despertado con YunHo, mucho sexo. – Mierda… – Intentó hacer más ligera la carga para su resentido interior, apoyando la mitad de su cuerpo en la mesa y alzándose levemente con los codos, pero poco efecto hacía, ya que le seguía doliendo todo lo que se llamaba…

– JaeJae, ya vine. – HeeChul llegó con una bandeja llena de cosas que JaeJoong no reconoció al principio. – Espero que te guste el pan integral y la mermelada de naranja. – Puso frente a su pálido dongsaeng unas tostadas con mermelada y un café cargado. – No quedaban desayunos coreanos y sólo habían desayunos occidentales Light.

– Da igual… – Apartó un poco las tostadas de su cara, ya que el simple olor le molestaba. – No tengo hambre.

– Ay, precioso… – Cariñoso, HeeChul dejó que sus finos dedos acariciaran la mejilla descolorida del otro. – Tienes que comer algo para recuperar energías y… que se te curen las heridas.

– Mmm… – Desganado tomó una de las tostadas y le dio una mordida, masticándola con lentitud. Para JaeJoong eso sabía a pasto seco acaramelado y en realidad cualquier cosa que comiese le sabría a papel, ya que esa sensación de tener la boca pastosa no se la sacó ni con pasta de dientes, ni enjuague bucal, ni mucho menos ayudó la aspirina y la menta de HeeChul le dio al ir a verlo. – Sabe horrible.

– Si, tienes razón. – HeeChul dejó su tostada a medio comer en la mesa. – Esto sabe a comida para caballos. – Le dio un sorbo a su café. – ¿Quieres que te compre un pastelillo? – JaeJoong negó, reacomodándose sobre la silla para apoyarse sobre sus piernas en vez de su dolorido trasero. – ¿Unas galletas? – Volvió a negar, esta vez con cara de dolor supremo, ya que se había pasado a llevar con el borde de sus zapatillas al intentar sentarse sobre sus pantorrillas. – Un… ¿anestésico? Deja ya de poner esa cara, me partes el alma.

– No, así está bien. – Terminó por acomodarse, evitando hacer muecas que evidenciaran su incomodidad, para al final tomar esa vaporosa taza de café. – Con el café me basta.

– Debes comer algo. – Sentenció Heechul. En ese estado tan delicado en que se encontraba el otro era necesario que recuperase energías y así comenzar a sanarse. Por como lo había encontrado en la mañana, al ir a verlo, pensó que su “ex hermanito platónico” en vez de tener sexo con el pálido, más bien había bailado sobre él, ya que su estado tan deplorable no podía indicar otra cosa. Por otro lado pasar por una farmacia antes de ir a ver a JaeJoong había sido la mejor idea que había tenido, pese a que no pudo ayudar con las curaciones de “cierta” zona, el pálido agradeció el gesto y se curó solo.

– No quiero comer. – Se negó, haciéndose el loco, en lo que bebía un sorbo de café que le supo a agua sucia con algo de… ¿edulcorante? ¿ni siquiera azúcar? Que tacaños eran.

– No me obligues a llevarte al hospital para que te metan una sonda por la nariz y que aproveche de revisarte un urólogo. – Dejó su taza sobre la mesa, asustado. Sabía, porque YunHo se lo había dicho en algún momento, que Kim Heechul era capaz de cosas muy, muy locas.

– ¿Me comprarías una barra de cereal? – Consultó, de forma tímida. No le hacía nada de ilusión el terminar a cuatro patas sobre una camilla de hospital con un tipo viejo metiéndole los dedos. Era mejor comer, aunque fuese una barra de cereal, pese a que siempre consideró que eso no era comida, sino relleno para deportistas.

– Claro, espérame aquí. – Al levantarse de su puesto e ir a comprar, JaeJoong pudo ver el panorama que ocultaba la silueta estilizada del estrambótico. A un par de mesas de la suya están DongHae y YunHo, y este último no despegaba la vista de su persona. Sus miradas se encontraron a pesar de la distancia y por segundos mantuvieron su vista fija en los ojos del otro. El primero en reaccionar fue YunHo, quien apartó la mirada y la escondió por ahí, notablemente sonrojado, y al percatarse de eso JaeJoong se sonrojó a más no poder ¿Por qué se habían quedado mirando de esa forma? – ¡Volví! Espero que te gusten los frutos rojos, sólo había de esas.

– Gracias. – Tomó la barrita de cereal que le ofrecía el estrambótico y apenas abrió el envoltorio le plantó una mordida, llevándose a la boca la mitad del producto.

– Vaya… tenías hambre. – HeeChul le dio una mordida a su propia barrita, antes de darle una mirada más analítica al otro. – Te vez mejor, hasta tienes más color… ¿pasó algo? – Consultó el mayor, ya más tranquilo al ver a JaeJoong comer con tantas ganas y con un leve rosa en las mejillas.

– No, nada. – Acabó con lo que le quedaba de barra en sólo dos mordidas más y sin miramientos se empinó la taza de café, bebiendo el contenido a largos tragos.

– Tranquilo, ¡te ahogarás! – Le advirtió el mayor, justo antes de que la taza de JaeJoong fuese puesta sobre la mesa, ya vacía.

– Vamos, tenemos clases de vocalización. – Con torpeza se puso de pie, acción que imitó el mayor, y salieron juntos del lugar.

– ¿Quieres que te cargue? – Consultó HeeChul, ralentizando su paso hasta que se acompasó al de JaeJoong. – Al paso al que vamos no llegaremos nunca.

– No, gracias. – Se hizo el fuerte, aguantándose esa punzada que le desgarraba el interior a cada paso que daba. – Puedo caminar. – Mentira, se estaba muriendo del dolor. Aunque prefería mil veces soportarlo que andar de equipaje de otra persona, más aún de HeeChul, con quien no mantenía lo que se podría llamar una “relación de cercanía” hasta esa mañana.

– No, no puedes. – HeeChul frenó los movimientos del menor, tomándolo por los hombros, a lo que éste sólo atinó a intentar permanecer completamente erguido, cosa que no le estaba resultando bien, ya que la incomodidad que sentía le afectaba el equilibrio. – Mira como andas. Ven… – HeeChul se agachó frente a él, ofreciéndole la espalda a JaeJoong. – Tu hyung te cargará.

– No me podrás cargar, estás muy flaco. – Se quejó JaeJoong, renuente a subirse a la delgada espalda de su ahora hyung, antes “enemigo mortal”.

– No más que tú, así que ven, te llevo. – Obligó a JaeJoong a subirse a su espalda al tomarlo por la parte de atrás de las rodillas. – ¿Cuánto pesas? – Consultó, tras haberse puesto de pie con tanta facilidad que creyó que JaeJoong había dejado la mitad de su cuerpo en el suelo.

– 56 kilos. – Ya resignado se abrazó al mayor por los hombros, descansando su cabeza entre esos hombros finos y algo huesudos.

– Estás bajo peso, muy bajo peso. – Acomodó las piernas del pálido alrededor de su cintura, las cuales le daban una vuelta completa y quedaban entrelazadas frente a él. – Prométeme que comerás más de ahora en adelante. – Comenzó a caminar como si nada, ya que JaeJoong era mucho más liviano que esos 56 kilos de decía pesar, puede que incluso fuese más ligero, pero ya lo arreglaría él. Era cosas de unas cuantas semanas, del dinero de JayKim y la exquisita comida que hacía HanGeng, su sexy amigo chino de increíble buena voluntad, y JaeJoong ganaría peso hasta entrar en el rango de lo normal y sano.

– Si, hyung… – Era como en ese dicho en el cual tenías que decir “Sí” a todo lo que te dijese una persona mentalmente inestable, ¿cómo era? Ehm… ah, sí. “La razón a los locos”, ya que a cada ocurrencia o comentario de HeeChul JaeJoong sólo afirmaba pacientemente, esperando que con eso su único apoyo quedase conforme.

– No hyung, sólo Heechul. Ahora somos amigos. – JaeJoong sonrió con nostalgia, mientras asentí débilmente. ¿Tenía que emborracharse y acostarse con YunHo para que HeeChul terminara por aceptarlo de una vez por todas? La vida a veces era irónica y muy molesta, no sabía ya que haría desde ese momento en adelante, de lo que si estaba seguro es de que Jung YunHo ya no existía para él.


No quería ver a YunHo, no quería hablarle, no quería sentirlo cerca, no quería… que existiera. Que se lo tragara la tierra, que lo partiese un rayo, que… en fin, lo que fuese, pero que desapareciera de su plano existencial. Y si no lo hacía YunHo, pues lo hará él y ¿Qué? Por lo menos así ya no se podrían mirar a los ojos y sentir… arañas en el estómago, por que no eran mariposas, no, esas eran agradables, él sentía arañas, grandes y peludas arañas caminar por el interior de su estómago, provocándole nauseas. Mirar a Jung YunHo a los ojos le daba nauseas.


Aclaraciones del capitulo:

Oh, OMG!!
Exactamente hace ciento tres días tuve el valor suficiente para subir el primer capítulo de Problema Hormonal y hoy, ciento tres días luego, ya son muchas las damas inquietas (y puede que un poco pervertidas) que esperan con ansias cada una de las actualizaciones.

Como acto conmemorativo por el primer aniversario de los cien días de vida de PH les hice un pequeño regalo a todas ustedes. Al final de la segunda parte encontraran 5 ilutraciones de mis momentos favoritos a lo largo de toda la historia y que sé reconocerán.

Mis agradecimientos a todas y cada una de ustedes por regalarme tantos comentarios tan lindos n.n de verdad me pone muy feliz entrar a la pág. y ver tantas cosas positivas sobre la historia.

Como sea, no doy más la lata.

Nos vamos con la primera parte del especial YunJae DOS!


Notas finales del capítulo:
:P Eso, ahora la segunda parte!


3 Comentarios:

  1. me gusto mucho... aunque me dio pena jae... imaginarmelo asi...ù.u bueno despues de todo lo que hicieron como no pues...

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  2. Anónimo5/21/2010

    Ahh Me encanto este capitulo!!! Aunque a mi tambien me dio penita... especialmente Yunho!! Que me lo imagine llorando al pobrecito ;O;!

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  3. Ohhhh mis niños adorados~~ están sufriendo los 2 de verdad muero d verlos así tan mal no los quiero ver tan separados T.T

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