KINGDOM TVXQ!

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Arualthings

Unwritten cap 1

Observé con una sonrisa en el rostro como empezaba a deshacer sus maletas. Sus finas manos se contoneaban de un lado a otro, moviendo sus tan preciadas ropas, aquellas de las que no puede prescindir. Él y su afán por la ropa. Es una locura. Pero le comprendo. Su afición por la moda es como la mía por la buena comida. Es comprensible, ¿a que sí?
Una ligera sonrisa en sus delgados y perfectos labios me llama la atención.

-¿Por qué sonríes? –le pregunté.
-¿Por qué no dejas de mirarme? –respondió con una pregunta. Tan típico de Jaejoong. Pero la respuesta era clara.
-Porque te amo.
-Entonces ya sabes mi porqué –su melodiosa voz retumbó en mis oídos. Todo mi cuerpo se escarapeló al sentir su mirada en mí-. ¿Dónde están los demás?
-El Yoosu debe andar festejando por ahí. Yunho ha salido con TaeHung.
-¿La chica del staff? –una de sus cejas de arqueó en incredulidad.
-Sí. Hace rato que quería invitarla a salir, y no se animaba. Pero la otra noche bebió de más y terminó llamándola. No se puede quejar, ella ni cuenta se ha dado de eso.
-Creí que a Yunho no le gustaban las chicas –musitó. Vi algo de confusión en sus ojos.
-¿A qué te refieres?
-Pues… No sé si deba decirlo… Tal vez en serio no deba.
-Yah, ¿me vas a dejar picado? Sabes que te daré lata hasta que me lo cuentes –hice un aniñado puchero, para ver si conseguía persuadirlo.
-Bien –y dio resultado. Resopló varias veces antes de seguir-. A Yunho le gustaba un chico. Antes. Hacer varios meses. Muchos varios meses.
-¿Y quién es ese chico?
-Eso sí no te lo puedo decir –se giró mientras llevaba una ruma de polos hasta su cajonera, con expresión impasible-. Eso no.
-Anda, Jae, ¿quieres que te lo saque por las malas? –sonreí con picardía en cuanto él volteó a verme.
-¿Me juras, por tu santo Kalbi* que no te enfadarás? –preguntó intentando sonar serio. Su expresión nerviosa me hizo subir la guardia. Si lo ponía nervioso entonces no era bueno, o tal vez, se ponía así porque si Yunho se enterara que me lo contó, termine con varias gritadas en la oreja, pero cómo saber. Jaejoong puede ser impenetrable a veces. A veces.
-Si me vas a decir que le gustabas tú, mejor suéltalo rápido –su mueca de nerviosismo lo delató. Y yo que bromeaba… Probablemente mi mandíbula se encontraba en el lobby del edificio. 17 pisos por debajo de nosotros-. No me jodas. ¿Hablas en serio?
-¿Estás molesto? –preguntó mientras se acercaba con sigilosos pasos hasta donde yo me encontraba.
-No, no. Claro que no. Pero si lo pillo, lo mato –y tal vez por la irónica risa que escapó de mis labios es por lo que se atrevió a reír. Una de sus frágiles y perfectas manos alcanzó mi mejilla, haciéndome estremecer ante el contacto-. Pero, de nuevo, ¿quién se puede resistir a tus encantos?
-Pasó hace mucho. Tal vez ni lo recuerde. Me lo dijo una tarde que andábamos tomando soju en el comedor.
-¿Es mi imaginación, o Yunho siempre termina confesándose luego de consumir alcohol? –pregunté mientras lo aprisionaba entre mis brazos y mi cuerpo.
-Que no te oiga decirlo… -murmuró antes de dejar un suave beso sobre mis labios-. Tengo hambre, ¿tú no?
-¿Exactamente, hambre de qué tienes? –pregunté, rozando su mandíbula con mis labios. Un suave suspiro me golpeó en la mejilla.
-No de “eso”. Quiero comida. Min… Ahh… Te prepararé algo… -respiraba entrecortadamente y hablaba con dificultad mientras mis labios jugaban con la piel de su cuello. Sentí sus manos enredarse en mi cabello suavemente.

Cómo me gustaba ponerlo así. Y era fácil de conseguir, debo agregar. Sé que lo disfrutaba, sobre todo porque cuando a él le tocaba “torturarme” era mucho peor que yo. Oh, sí. El rey de las torturas. Él y solo él. Kim Jaejoong. Mi rey.

Me aparté con dificultad, luchando contra el instinto que me hacía querer desnudarlo en ese mismo momento. Soltó un último suspiro y luego de dirigirme una mirada de reproche, me tomó de la mano, guiándome hacia la cocina dispuesto a comer.

Contemplé su esbelta y grácil figura moverse de un lado a otro, rebuscando y sacando cosas de los reposteros. Su oscuro cabello caía sobre su blanca frente y sobre la piel descubierta de su cuello. Su anhelado cuello.

Prendió una de las hornillas y posó una de sus cacerolas sobre ella, vertiendo agua y sacando un paquete de pasta del estante superior. Perfecto. Pasta. Uno de mis platillos favoritos.
Preparados por él.

-Amo el invierno –suspiró mientras se recargaba sobre la encimera y observaba el exterior a través de la ventana frente a él. Una débil sonrisa se apoderó de sus labios.
-¿Por qué? –recosté mi codo en el tablón de la mesa y apoyé mi mejilla sobre mi palma. Él volteó en mi dirección y una sonrisa nostálgica ensanchó sus labios aún más.
-Nos conocimos durante el invierno.

Y no pude evitar sonreírle, asintiendo en silencio. Nos quedamos en aquel silencio por un largo rato, ambos sintiendo la cercanía de nuestros seres en aquella cocina que según sus propias palabras era su tercer amor. Yo era el primero; y la moda me seguía el paso.

Escuché el timbre del teléfono y luego de dedicarle una rápida sonrisa me levanté a cogerlo. Le oí suspirar.

Avancé con pasos rápidos hasta el salón, tanteé en la oscuridad hasta dar con el mentado teléfono, que en el precioso silencio en que reinaba la casa, me parecía escandaloso.

-¿Hola?
-¿Changmin-ah? –dónde he escuchado esa voz antes? Me recuerda a la navidad. Y no porque falte menos de un mes.
-Sí. ¿Quién habla?
-¡Yah! Eres malo, Min, no te acuerdas de las viejas amigas.
-¿Boa? –y ahora sé porqué me recuerda a la navidad. Pasamos una de las más memorables junto a ella. Oh, sí, como olvidar… Aunque, para ser francos, solo recuerdo el mentado dolor de cabeza y la mera resaca de la mañana siguiente.
-La misma. ¿Cómo están, eh? He llamado antes, nadie me ha cogido. Ni el contestador. Yah… ¿No me habrán cortado, no?
-Claro que no –reí de su ocurrencia-. Es que no ha habido nadie en casa hasta hace un rato. Pero, ¿cómo estás, eh? ¿Todo bien? ¿Te fue bien en América?
-Pues sí, a decir verdad. Me ha ido genial. Y por eso los estaba buscando, daré una pequeña reunión en casa. Ya sabes, los viejos amigos y eso, pero pueden traer a quien deseen…
-Ah, comprendo, estaremos ahí, entonces –Jae entró en el salón, preguntando con la mirada con quién hablaba.
-¡Genial! ¿Los chicos andan bien?
-Sí… Jae-hyung está aquí. ¿Te lo paso?
-¡Claro! Hace eternidades que no hablo con él.
-Perfecto. Adiós conmigo. Muchos abrazos.
-Gracias, Min… -escuché de lejos pues ya le entregaba el teléfono a Jaejoong.

Su mirada confundida me hizo sonreír. “Boa” articulé y me arrebató el aparato.

-¡¿Boa-ah?!

Pobre Boa. La cuenta del teléfono le iba a salir cara. Muy cara, tratándose de Jae.

Volví a la cocina y abrí las alacenas, buscando algo con qué calmar a mi estómago. Sí… gritaban y gruñían desde hace largo rato. Pero, ¿quién le hacía caso al hambre si tenían a Jaejoong cerca? Yo no.

Un cuarto de hora después, o tal vez más, Jaejoong volvió a la cocina, tarareando una melodía que no reconocí.

-¿Qué cantas? –pregunté mientras me aventaba unos cuantos maníes a la boca.
-Una de las canciones que está preparando –explicó mientras sacaba dos platos del estante sobre el fregadero-. Está muy buena.
-Estamos hablando de Boa, hyung –sonreí-. Todo lo que hace es bueno.
-Define “todo” –me dedicó una mirada corto punzante. Solo reí.
-Que celoso me has resultado… -me entregó un plato lleno de pasta y bolas de carne. Su mirada se suavizó. Solo un poco.
-Eres mío, que no se te olvide.
-¿Y si se me olvid~

Caray, uno ya ni terminar de hablar puede. Sus labios atraparon los míos tan rápido que sentía que el aire no ingresaba correctamente en mis pulmones.
Pensándolo bien, cuando está cerca, el aire me parece innecesario.
Solo le necesito a él. Así de simple.

Sus besos matan. Por Dios, que sí. Mordió levemente mi labio inferior antes de separarse unos centímetros.

-Más te vale no olvidarlo, Changmin –dice en tono serio. Amo cuando utiliza mi nombre completo.

Me hace sonreír.

¿Es mi imaginación o la pasta de pronto me parece insípida?







*Plato coreano a base de costillas. (Fte: Wikkipedia)



1 Comentarios:

  1. Eres mío, que no se te olvide.
    -¿Y si se me olvid~

    Caray, uno ya ni terminar de hablar puede. Sus labios atraparon los míos tan rápido que sentía que el aire no ingresaba correctamente en mis pulmones.

    loooooooolz amo el fic keke xD

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