Instinto de supervivencia
Meses más tarde del enlace, mi
padre y yo nos habíamos ido a vivir a una de las tantas casas que poseía mi
nueva madrastra; para mi sorpresa aquella señora tan entrañable no era nada más
ni nada menos que una de las accionistas de una de las empresas de tecnología
más importantes del país, que poseía una gran influencia en Japón donde tenía
ubicado sedes locales. La ostentosidad había llegado a mi vida prácticamente de
la noche a la mañana, y mi padre me había estado ocultando de quien se trataba
aquella persona con la que pasaría de nuevo por la vicaría.
¿Como iba a saber yo que una
señora mayor a la que mi padre conociera en aquel Bingo era una de las mujeres
más ricas de todo Corea?
Todavía sentía el escalofrío que
tuve el día que fui recogido por una limusina de color blanco enfrente de la
facultad. Había pasado tal vergüenza al no entender porqué ese coche se paraba
enfrente de mí esperándome, que me escabullí como pude de aquel mal trago más
de una vez.
Pero como todo en esta vida, al
final me tuve que acostumbrar a ser prácticamente recogido diariamente por
aquel que era mi chófer personal, ya que el coche que mi padre me regalara se
había, curiosamente; ido directo al desguace, por lo que me encontraba sin
coche que poder conducir por mi cuenta. Estaba tan controlado que apenas era
capaz de encontrarme con mi novio y esa era una de las razones por las que
había discutido con mi padre más de una vez e insistido en que me dejase vivir
en nuestra antigua casa, era incapaz de vivir en aquel lugar y me sentía tan
incómodo con aquel cambio en mi vida que me era prácticamente imposible no
intentar escapar de todo aquello.
Al contrario que a mí, a mi
amigo Yunho le encantaba ser llevado a casa en aquel "cochazo" como
él lo llamaba y no mi destartalado y anticuado coche; mientras veía la cara de
la gente mirando con descaro y preguntándose quien sería aquella persona que
viajaba todos los días en ese caro y poco corriente automóvil. Como si siempre
hubiera deseado estar en mi posición, desde aquella me echaba en cara la suerte
que había tenido de encontrarme en esas magníficas condiciones.
Yo por el contrario, prefería la
pobreza a la que estaba acostumbrado, esa misma que no me impedía tener
libertad y ver a mi chico cuando me diera la real gana. Ni siquiera fuera capaz
de celebrar mi 20 cumpleaños con él, mi intimidad ahora estaba controlada.
Mi habitación ahora era tan
grande como dos salones de nuestra antigua casa, había tal espacio que cabían 2
camas de 2 metros de ancho a cada lado. Me sentía en medio de un espacio tan
grande que al final acabara por traer a mi mejor amigo a casa los fines de
semana para jugar con la play. La cerveza y los snacks jamás faltaban cuando me
reunía con el, y ese fin de semana no era para menos.
Como era costumbre ya, Yunho se
viniera a "estudiar" y a quedarse a dormir a nuestra nueva casa. Con
permiso de mis padres, le había invitado a quedarse el fin de semana entero, ya
que al estar él había conseguido también poder disimular mi encuentro con
Jaejoong, mi novio.
Ese fin de semana tenía una
actuación en un festival con 100 personas como espectadores, y yo como no podía
ser menos tenía que ir a verlo actuar sin falta.
Pero una visita inesperada desde
el enlace matrimonial de nuestros padres estaba a punto de llegar trastocando
mis planes por culpa de su llegada.
- ¿Así que al final conoceré al
heredero de toda esta fortuna?- decía Yunho colocándose las gafas de pasta
negra todo ansioso- ya me muero por saber como es... aunque me contaste más de
una vez como era... si no lo veo soy incapaz de imaginármelo...
Miraba a Yunho con poco interés,
él siempre se emocionaba por todo. Aunque era verdad que vería a mi Hyung en
meses desde el enlace, lo cual también me hacía sentirme emocionado ya que era
mi primer hermano en casi 20 años, pero, quería ver a mi chico cantar en aquel
lugar y volver a sentirlo y tocarlo con mis manos mientras lo besaba en los
labios. Al verme embobado, sentí un capón de Yunho que me hizo volver a la
tierra y ver a mi amigo y compañero de clase recolocándose las gafas una y otra
vez mientras llamaba mi atención.
- Yo también tengo ganas de
verlo, pero ya lo verás en otro momento... tenemos que irnos
En realidad mi relación con mi
hermanastro era casi nula. Desde el momento en que lo vi sentí esa euforia y
miedo que se siente cuando hay algo nuevo. No sabía si su ausencia era debido a
que estaba demasiado ocupado con sus cosas o con la empresa, ya que al estudiar
la carrera de gestión y dirección de empresas y al trabajar en InforTech S.A.,
el negocio que poseía mi madrastra; le hacía casi imposible pasarse por casa.
Aún retenía en mi memoria como
si fuera ayer cuando lo había conocido, era realmente una persona con clase y
sentía admiración al escucharle hablar, era tan sumamente educado que a veces
cuando dirigía su mirada hacia mí sentía como si me juzgara por ser del
"populacho". Negaba con mi cabeza al pensar que esa persona tan recta
y de tan buenos modales escondía bajo aquella angelical imagen una persona
fría, pero mi experiencia aquel día me dio a entender que yo no era muy de su
agrado y aunque quisiera disimular, no podía evitar ver como me había mirado de
forma extraña más de una vez durante la cena.
Como era lógico yo apenas había
hablado más que compartido alguna anécdota con mi madrastra mientras me reía,
pero luego ahí estaba su mirada, esa mirada tan penetrante que me dejaba
descolocado.
Realmente no estaba seguro de si
estaría contento de verme en su casa. Y esa sensación de querer y no querer
verlo delante también me hacía tener más ganas de desaparecer antes de que
llegase. Aunque sabía que me ganaría una regañina por parte de mi padre al ser
tan desconsiderado, me lo podía permitir ya que a mi amigo le apetecía salir, o
esa escusa ponía.
Recogiera lo rápido que pude mis
cosas y las metiera en una mochila donde supuestamente llevaba libros. La
escusa era salir a la biblioteca antes de que cerrara y estar de vuelta a la
noche para ver a mi hermanastro. Si todo salía bien llegaríamos a medianoche
poniendo siempre a Yunho como escusa. Y aunque sabía que no le importaba
utilizarlo de tapadera le debía unas cuantas copas como compensación por
ayudarme a llevar a cabo mis intenciones.
Salimos por la puerta y fuimos a
la terraza para decirle a mi padre que nos iríamos a la biblioteca, como
habíamos pensado no habíamos tenido ningún problema en convencerlo ya que
siempre que fuera a estudiar no le parecía mal.
Mi padre a su edad se había
acostumbrado de forma vertiginosa a aquella vida de lujo, sentado en aquella
hamaca con SooHee, mi madrastra, mientras tomaban un cóctel de los que tanto se
habían acostumbrado a tomar en el Bingo.
- Es una pena que no estés
cuando Junsu llegue a casa, el pobre estaba deseando verte... hace tanto tiempo
que no os veis, mi pobrecito niño- Yunho me miro con mala cara mientras yo
hacía muecas y recolocaba mis gafas.
SooHee me sonrió y nos dijo que
volviéramos pronto a casa para así cenar juntos, ambos asentimos y nos fuimos
por la puerta directos al chófer al cual no dudé en decirle que ese día no nos
llevara a ningún lado, pero insistió en dejarnos en la biblioteca por orden de
mis padres. No nos quedó más remedio que ir hasta donde nos dejó y nos confirmó
que a las 8 y media nos recogería para llevarnos de vuelta a casa.
En el momento en que vimos como
desaparecía por la esquina miré a Yunho y nos pusimos a andar en dirección
contraria destino a un bar cercano para cambiarnos la ropa ya que si íbamos con
nuestro "uniforme oficial de geek y nerd" no nos dejarían entrar en
ese lugar lleno de roqueros.
Nos cambiamos de ropa y yo dejé
mis gafas en la mochila poniéndome unas lentillas que había comprado, ya que
era prácticamente imposible para mí no llevarlas puestas. Yunho por el
contrario llevaba las gafas y sólo con cambiar su peinado ya parecía alguien
más enrollado.
Una vez vestidos fuimos a la
barra donde invité a mi querido amigo a unas cuantas cervezas antes de irnos
directamente a la sala Bronze donde ni chico cantaría aquella noche. Como le
había prometido le invité a Bacardí limón con Coca cola, algo que le encantaba;
y a unos chupitos de tequila. Ya estábamos preparados para pasarlo bien aquella
noche.
Me encontraba nervioso, apenas
había visto a Jaejoong en meses desde su cumpleaños por culpa de los estudios y
de mi controlada nueva vida; y sólo podíamos vernos por medio de Skype o
mandarnos Kakaotalks. Estaba cansado de no poder apenas tener la vida que
llevaba en mi anterior casa y sólo a escondidas era capaz de planear los
encuentros. Si no hubiera sido por Yunho no imaginaba como podría soportarlo.
Cuando llegamos a la sala
mostramos nuestras entradas VIP y no tardamos nada en entrar, el portero
desenganchó la banda de terciopelo rojo y nos dio paso al interior. Una vez
dentro empecé a emocionarme, realmente después de tanto lo vería delante de mí
al tener el pase de camerinos que Yunho le pidiera a Jaejoong cuando yo no
pude. Nos fuimos a nuestro sitio y desde los asientos VIP y en primera fila
vimos el escenario de uno de los espectáculos que mi novio había esperado por
tanto tiempo.
Y después de varios artistas
aparecieron con su primera maqueta, allí estaba él arrebatador como siempre con
el pelo más largo que la última vez que lo viera, era un color claro tirando a
caramelo y llevaba tan solo un vaquero y una camiseta blanca con un rosario
negro colgando. Al parecer le había surgido la oportunidad a él y a su grupo de
actuar en un festival de nuevos grupos donde poder dar a conocer sus canciones
en un sitio donde más de un caza recompensas estaba allí para invertir y lanzar
un nuevo grupo de rock local. Se le notaba nervioso al principio cuando agarró
el micro y comenzaba la canción, pero a medida que la canción avanzaba la gente
se iba animando e incluso el recatado de Yunho empezaba a gritarle cosas a
Jaejoong que me parecían graciosas, parecía una grupi.
Después de terminar su canción
la gente dio una gran ovación a la presentación de su maqueta y vi como con una
reverencia se despedían hasta el final del festival. A partir de ese instante
deseaba que nos dieran permiso para ir a ver a los participantes, Yunho se
centrara en su móvil y no paraba de mandar mensajitos mientras yo miraba al
resto de interpretes sin muchas ganas hasta que me llegó un mensaje al móvil y
abriéndolo veía como tenía llamadas perdidas de mi padre al mismo tiempo que
ese mensaje que sonara era un kakaotalk de Jaejoong diciéndome que me había
visto en los asientos VIP y que estaba deseoso de vernos, me dijo que bajara
una vez terminase el festival que quería verme con todas sus ganas.
Sonreí como un idiota con una
cara de felicidad que no sabía describir. Mis labios formaran una sonrisa tan
grande y tan difícil de evitar que me quedara ensimismado mirando al móvil
mientras no sabía que responderle, me quedara idiotizado. Y fue con los
aplausos de la gente que me di cuenta que el festival había acabado. Nos
levantamos mientras Yunho seguía mandando mensajitos y nos dirigimos al
camerino donde me encontré a Jaejoong enviándome otro kakaotalk al tiempo que
entraba por la puerta y me sonaba en el móvil y veía el aviso de que fuera a
los camerinos. Justo al sonarme fue Jaejoong quien levantó la cabeza y me vio
acercarme a él todo colorado.
No podía evitarlo, era tan
sumamente guapo, tan perfecto que era imposible pensar todavía que ya
llevábamos casi un año saliendo sin que nadie excepto mis amistades lo
supieran. Me acerqué con reparo y fue él quien me abrazó y besó posteriormente
aún con toda la gente desconocida del festival. Me sentí muy avergonzado al ver
que hiciera eso, pero deseaba tanto aquello desde hacía tanto que no me había
parecido ni tan malo.
Vi como Jaejoong después se
acercaba a Yunho guiñándole un ojo y dándole un abrazo después. En realidad se
habían hecho muy amigos desde que Yunho tuviera que mediar entre ambos. Me
alegraba ver que al fin se llevaban bien, Yunho siempre desconfiara de
Jaejoong, siempre me precavía que era un poco playboy y ahora parecían
inseparables. Me sentía aliviado.
Después de estar un rato ambos
con Jaejoong y su grupo detrás del escenario mientras todo se despejaba, íbamos
esperando a que todo se terminara de recoger para irnos todos juntos a
celebrar. Realmente deseaba estar con él a solas, pero me llegaba con sólo
tenerlo cerca de mí y poder agarrarle de la mano mientras estaba a su lado
embobado.
Una vez pudimos irnos fuimos a
un reservado en un restaurante donde Yunho y yo fuimos invitados. El
remordimiento de pensar que mis padres y mi hermanastro estarían esperando por
mí para cenar me reconcomía y si no fuera porque mi chico me insistiera en que
me quedara con él sólo un poco más, me habría ido. Pero era incapaz de negarme
cuando ponía esa cara, con esos ojitos y esa boca haciendo ese pucherito que lo
hacía ser "cute" como el decía. Me fue imposible resistirme y al
final me quedé allí.
Comimos comida japonesa y
bebimos alcohol hasta reventar, estaba con el puntillo o quizás más. ¿Sería
quizás por la felicidad de compartir una agradable cena con mi novio? Lo que
sabía era que en ese momento era uno de los momentos más felices que tuviera en
mucho tiempo.
Por un instante me excusé del
festejo y fui al servicio, me estaba meando de mala manera. La cerveza hacía
que por poco que bebiese me hiciera ir al servicio; y como había bebido
demasiado tenía la vejiga a reventar. Entré en el servicio de caballeros y fui
rápido al lavabo, bajé mi cremallera sacando a mi amigo para aliviarme de vez.
Tenía esa costumbre de echar mi cabeza atrás siempre que estaba más que con el
puntillo y sonreía como un idiota. Entonces sentí las manos de alguien tocarme
la cintura. Era Jaejoong, no tenía duda, aquella manera que tenía de lamerme la
oreja era la de un experto y a él le encantaba hacer eso con las mías.
Sonreía con los ojos cerrados
cuando terminé y sentía como su boca ya estaba recorriendo mi cuello
mordisqueándolo. Empezaba a tener calor, y no era por el alcohol.
- Ah... Jae...
Sus manos se introdujeran por
debajo de mi ropa y empezara a manosearme los pectorales. Su boca seguía
ocupada con mi cuello y mis orejas, dejando que mi boca deseara que de una vez
la asaltase y se la comiera. Sentí como se pegaba a mi cuerpo, como me quería
estampar contra el lavabo que tuve que poner mi mano en la pared para frenar el
inminente choque.
Una de sus manos dejó mis
pectorales y se dirigió a mi mentón obligándolo ligeramente a girar mi cara.
Entonces la magia comenzó, esos labios jugosos que tenía empezaron a humedecer
los míos con un dulce pero apasionado beso. Me derretía, me tenía loco y
estando en ese estado, no sabía si sería capaz de controlarme.
Siguió besándome con más
intensidad, aforrándose a mi cuerpo, controlándome, dirigiendo cada movimiento
siendo él el dueño de ese impulso. Todo iba bien, incluso me estaba dejando
llevar por ese calor que tanto me hacía sentir. Pero fue el miedo y no otra
cosa que me hizo querer parar lo que él tenía pensado hacer cuando sentí como
su dedo se dirigía a mi entrada. En ese momento esa sensación tan horrible
volvió a mí otra vez más. Ya era la tercera vea que intentaba hacerlo conmigo y
yo me negaba en cierta manera. Iba a joderlo de nuevo.
Jaejoong al sentir como mi mano
lo apartaba de aquella zona simplemente me miró a los ojos con una intensidad
que rozaba el enfado. Lo sabía le había fallado de nuevo. Yo quería pero.... no
me sentía preparado... fuera con él que había descubierto que me gustaban los
hombres y todavía me daba miedo el pensar que el amigo que tenía me destrozase
por dentro.
Yo tragaba saliva al ver como me
miraba y me iba soltando lentamente. Bajé mi cabeza apenado por volverlo a
dejar con las ganas y solo pude decir "Lo siento" mientras me
guardaba mi amigo que se encontraba algo excitado.
- Cuando me dejarás...
entrar...- dijo algo afectado- y no digo donde ya sabes...- me giré para
mirarlo a la cara y vi como ponía su mano en mi pecho mientras miraba fijamente
la zona. Levantó su mirada y me miró con unos ojos que era incapaz de
describir, simplemente me hacía sentir el culpable de todo.
Jaejoong siempre me había
mostrado que había estado prendado de mí, aunque en un principio sólo se
dedicaba a fastidiarme por mis pintas en el instituto al ser el chico popular,
siempre había tenido actos cariñosos conmigo una vez los dos formáramos parte
grupo de amigos que yo había conocido en la universidad. Por medio de
diferentes personas nos habíamos vuelto a reencontrar y dentro de aquel grupito
fuera cuando empezara a ser especialmente cariñoso conmigo, hasta que al final
una noche de verano me dejara vencer por sus encantos. Desde aquel verano
empezáramos como pareja.
Lo miré haciendo mis muecas,
muestra de mi nerviosismo y empezara a tener aquel tic de cerrar y abrir mis
ojos. Vi como Jaejoong me miró al verme así, me comprendía, mucho mejor que yo
a él y me sonrió y abrazó posteriormente.
- No te preocupes... no es el
momento... cuando sea... será especial...- me besó en la mejilla- perdona mi
impaciencia... pero me muero por pasar esa línea...
Sus ojos mostraban una pasión
contenida que me puso nervioso, realmente quería, pero todavía no podía...
Me abracé a él diciéndole que
era mi culpa y sólo mía, incluso me saltaran unas lágrimas. En ese estado de
embriaguez, todavía no sabía como era consciente de tener consciencia y no
dejarme llevar. Eso me fastidiaba más a mí que a él.
Estaba con la persona que
quería, él me quería y siempre me había querido... pero mi forma de ser, era lo
que me hacía tener miedo a algo que realmente no sabía bien que era.
Me besó los labios dulcemente y
fue ahí cuando entró más gente en el servicio viendo el panorama e
interrumpiéndonos haciendo que saliéramos de aquel lugar. Sin saber porqué le
pegué, me había dado cuenta de que era un sitio público y que habríamos podido
crear un escándalo público en aquel lugar. Salimos con sonrisas y riéndonos
mientras Jaejoong me agarraba de la mano. Aún con todo era perfecto, debía de
esforzarme por evitar ese miedo que tanto se apoderaba de mí.
¿Que mejor cosa podría haber que
hacerlo con alguien a quien quería de verdad?... Sólo él sabría como tratarme y
lejos de hacerme daño, me daría todo el cariño del mundo.
El resto de la noche para colmo
del resto de los que formaban aquella reunión estuvimos bastante
acarameladitos, aquello me hiciera olvidar lo que acabara de pasar en el
servicio y disfrutar lo poco que podía estar con mi comprensivo chico.
---
Después de horas y horas de
entretenimiento nos habían dado la 1 de la madrugada en aquel lugar. A mí ya se
me había pasado parte del puntillo y estaba consciente de lo peor, de lo que me
esperaría al día siguiente por no contestar a las llamadas que se habían
multiplicado en número desde que mirara el móvil desde la última vez.
Mi amigo Yunho estaba colgado a
mi cuello mientras yo, el menos borracho de los dos, estaba mirando el registro
de llamadas, donde la última llamada perdida fuera la de mi padre hacía 2
horas. No tenía ni más llamadas ni siquiera mensajes de mis padres.
Mi cabeza no paraba de darle
vueltas y vueltas, por lo culpable que me sentía de hacer preocupar a mi viejo.
No quería imaginar lo cabreadísimo que podría estar, me lo imaginaba en la
puerta de casa con la bata y el pijama esperando con los brazos cruzados
dispuesto a armarme una buena.
Caminamos hacia la biblioteca y
miré un lado a otro esperando por aquel chófer, pero en ese momento me di
cuenta que era imposible que estuviera allí, y de algo aún peor. Estaba tan
acostumbrado a ir y venir en aquel automóvil personal que me habían dado mis
padres que ya no me acordaba de llevar conmigo las llaves de casa. Mi mente se
quedó en blanco, mis ojos se abrieron como platos y un ronquido de Yunho me
hizo darme cuenta de que no nos quedaría más cojones que ir andando o por consiguiente,
cargar con el borracho de mi amigo nerd hasta la casa.
Se me pasó la borrachera de
golpe de pensar aquello, kilómetros nos separaban de aquella mansión. El tic
volvió a mis ojos con lentillas y no paré hasta que subiendo a Yunho a mi
espalda, cargado con dos mochilas más el peso "muerto" de él mismo,
me hizo centrarme en que tendría que llegar lo antes posible a casa.
Realmente no sabía decir cuanto
tardé en llegar a casa ni cómo era capaz de soportar tanto peso. Sólo supe
cuando llegué a casa me sentía más muerto que vivo. Y zapateando a Yunho a un
lado del cerrado de la puerta de entrada miré con reparo el timbre. ¿Que
pasaría si timbraba? ¿Me echarían los perros por ser un mal y desobediente
hijo?
Me mordía el labio maldiciendo
una y otra vez porqué diablos se me habían olvidado las llaves en casa. Me
echaba la culpa de todo y por mi mala suerte por coincidirme todo aquel día.
Entonces miré a la puerta de rejilla que tenía enfrente de mí, ocurriéndoseme
algo que solo un caco se le ocurriría.
Me acerqué a mi amigo que estaba
sentado contra la pared de roca y le di una bofetada para que despertase. Yunho
al instante se sobresaltó y asintió a mi locura. Él esperaría sentado sin
moverse mientras yo iba a casa, abría el portón y volvía a por él de inmediato.
Entonces me volví a un lado
viendo como era mejor trepar ese portal; me decidí a saltar y escalar como si
fuera un alpinista. Me maravillaba que aún sintiéndome así de cansado mi
instinto de "supervivencia" salía mostrándome lo capaz que era de
conseguir salir adelante.
Ya quedaba menos para llegar
arriba cuando sentí un tirón, algo se movía; el portal había empezado a moverse
y a abrirse y yo parado en medio de aquella cosa moviéndose sentí un foco que
me apuntaba por detrás iluminándolo todo haciendo que el portal de verja y yo
apareciésemos en una larga sombra del suelo.
Me di la vuelta mirando a la
carretera y tuve que tapar mis ojos. Apenas podía ver nada, y ese portal seguía
moviéndose, acabaría pillándome una mano si no me giraba y bajaba.
Salté como pude al suelo
sintiendo un calambre subiendo por uno de mis pies y perdí el equilibrio
agarrándome el tobillo que ahora me dolía horrores. Entonces sentí unos pasos
acercándose lentamente, y una figura pronto se puso delante de mí haciendo que
ese brillo se esfumara y pudiera ver con claridad a la persona que se
encontraba frente a mí.
Vi unos zapatos, y a medida que
iba subiendo sentía como aquel sentido de supervivencia volvía a mí avisándome
que saliese corriendo en dirección contraria, ya que aquella persona no era un
ladrón, ni era un policía, era mucho peor. Aquella persona era mi hermanastro,
mi Hyung Junsu.
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