Tan dulce como el azúcar
Los días habían pasado desde ese
momento que estuviera a punto de irme de casa de mi novio. En mi cuarto estaba
estudiando o quizás más bien mirando a las musarañas pensando en mis cosas.
Apoyado en el respaldo de
aquella silla de ruedas pensaba una y otra vez en lo que mis ojos habían visto
y mi mente seleccionó cada parte importante de aquel suceso.
Recordaba como después de que
tirasen los cristales de aquel vaso en la basura y como mi novio sonriendo se
acercó a mí. Me dio uno o más besos, algo cortos y poco apasionados de la
manera que siempre hacía, parecía algo cortado, como si estuviera incómodo. Lo
miré cuando se separó y mis ojos se fueron directos a los de Yunho que miraba
al suelo, podía notar en sus ojos como aquello no le había gustado siquiera un
poco. Volví mi mirada a mi novio y lo besé de nuevo sin que se lo esperase
apasionadamente; le sonreí y le volví a dar otro pico de despedida.
Me separé de él y al darme la
vuelta sentía como ardía por dentro, no sabía que era pero aquella expresión de
Yunho y sobretodo el ver como las aletas de su nariz se ensanchaban al respirar
me dio a entender que aquello no le había agradado lo más mínimo.
¿Pero por que razón? creía saber
la respuesta, pero juzgar así de pronto no era lo adecuado... Debía cerciorarme
mejor, podrían ser paranoias mías.
Recogí mi mochila y volviéndome
a despedir de él escuché como se despedían. Salimos por la puerta y nos
dirigimos a su coche.
Yunho siguió serio sin cambiar
la expresión. No pronunciaba palabra y yo lo observaba detenidamente desde
atrás, estaba rígido y su pose era la típica cuando estaba enfadado. Intenté
sacar un tema y hacer que me contase que le pasaba para estar así, pero sólo
dijo problemas de familia, no me dio mucha explicación en detalle y yo tampoco
insistí.
Algo me olía mal y a como era él
siempre, más inocente que yo y con un carácter más llevadero; hacía que ese
comportamiento me extrañase. O había cambiado tanto desde que teníamos casi una
comunicación nula que se le hacía alguien irreconocible en aquel momento.
No sabría decir cuando fue que
se relajó y volvió a su ser normal, pero para aquella ya me había empezado a
comer la olla y a hablar menos de lo que yo solía hablar de normal. Observaba
todo, me olía a chamusquina.
Todo aquello que viera seguía en
mi cabeza aún cuando me había presentado a algún parcial que otro y Yunho parecía
ser él mismo. Centrado estudiando y repasando conmigo en el descanso,
comentando lo que habíamos comentado en las preguntas de cada parcial.
Mi mente estaba a punto de
estallar, era prácticamente imposible para mí estudiar más. O más bien pensar,
ni siquiera era capaz de leer una línea sin volver a releerla mil veces, no me
centraba y sólo tenía aquellos gestos de ambos cuando me vieron aparecer.
Eché mis manos a la cabeza y
cerré el libro, me iba a reventar la cabeza.
Me levanté de la silla y seguí recordando
la curiosidad que me diera al ver como Yunho cada día había llevado gafas
diferentes cada día. Ahora era más coqueto, cuidaba más de su aspecto y no
vestía con aquellas blusas tan horteras que traía siempre. Pero había algo que
me causara cierta inquietud, esas gafas negras que siempre llevaba y eran sus
favoritas, tan parecidas a las de mi novio, no las había llevado aquel día que
fuera a recogerme.
Me harté de pensar y me levanté
de aquel lugar, decidí darme una ducha y descansar, realmente necesitaba
despejarme no podía tener esas cosas en mente mientras parecía un alma en pena.
Incluso mi hermanastro que tanto
le gustaba mandarme centrarme y estudiar, no me molestó, me dejara sólo y
tranquilo desde que viera que no me volvía rebelde ni le contestara una sola
palabra malsonante. Simplemente estaba conmigo en aquella casa, haciéndome
compañía mientras seguía con su libro a las horas de las comidas, siempre
estaba conmigo cuando no estaba estudiando, pero centrado en lo suyo.
Ese día mi hermano estuviera más
desaparecido de lo normal y yo me preguntaba donde andaba metido. Desde que lo
conociera me gustaba demasiado su compañía, aunque fuese solo por lo molesto
que era me gustaba escuchar su voz y sobretodo ver su sonrisa. Mi hermanastro
Hyung que en un principio me parecía el típico mimado iba cambiando mi visión
sobre él a medida que pasaban los días.
Salí de mi cuarto una vez me
duché y fui deambulando por la casa, que se encontraba completamente en
silencio desde que los sirvientes nos dejaran completamente solos. No lo
encontraba, mirara en su cuarto y no había rastro de él.
Me molestaba saber que no estaba
por mí, sabía que mi hermanastro tenía una vida aparte de venir a cuidarme como
una niñera pero me había acostumbrado que estuviera siempre disponible para mí
que me sentía algo vacío al no verlo venir a hacerme compañía. Me sentía
deprimido, aunque solo fuese molestarle un poco o bañarnos juntos como aquel
día.
No entendía porqué me había
gustado tanto aquella pelea y el chincharlo y todo, era demasiado divertido,
pero si no estaba era todo demasiado silencioso y sombrío. Suspiré y fue en mi
suspiro que escuché el sonido de cacharros en la cocina. Era imposible que
estuviera nadie allí y menos a esas horas, acabáramos de comer hacía dos horas.
Sin más me digirí a aquel lugar,
me suponía que no estaría fregando ya que ambos lo hiciéramos al poco de
terminar de comer e incluso se quedó fregando el suelo mientras me mandaba a
estudiar.
Llegué a la puerta y vi como la
fregona con el cubo estaban allí, ¿Si no estaba fregando que podría hacer sino?
Me acerqué a la puerta y la vi algo entreabierta, me asomé y mis ojos vieron
algo que no me esperaba para nada, que me dejaron completamente asombrado.
Mi hermano, él, el mismo que
sólo se dedicara a dar por culo y a mandarme hacer las cosas como una
obligación, ese mismo que era tan estricto y frío, que se mofaba de mí y sólo
sabía controlarme; ese mismo, estaba haciendo repostería.
¿Como era posible que estuviera
con ese tipo de cosas cuando siempre estaba tan ocupado molestándome y con su
estudio?
Me que dé perplejo con la boca
abierta preguntándome si lo que veía no era una visión del hambre que me daba
aquel olor, aquel olor que era real y entraba por mi sentido del olfato
extasiándome con aquel dulce aroma que me llevaba a otro mundo mientras cerraba
mis ojos perdiéndome. Abrí mis ojos y maravillé observando como batía los
huevos, mezclaba todo y se ponía a amasar posteriormente con sus manos.
Realmente se le veía un experto en aquello. En la isla central, o mesa central
de aquella cocina estilo americano; tenía una bandeja con moldes de papel donde
echó el líquido de la mezcla que había preparado.
Estaba alucinando.
Sonreí de lado incrédulo por lo
que veía... no podía ser cierto, pero el horno pitó llamando la atención de mi
hermanastro que dejó la mezcla del bol a un lado haciéndole entender que
aquello que tenía en el horno ya estaba listo para salir. No era un espejismo,
era real, cocinaba aquello y yo solo podía abrir mi boca de par en par al igual
que mis ojos. Tomó con sus manos dos guantes para no quemarse y retiró otra
bandeja que recién salía humeante del horno, con magdalenas de chocolate recién
hechas.
Se me hizo la boca agua....
empecé a babear con solo percibir su olor.
Vi como dejó esa bandeja en la
mesa central y se dedicó a terminar de rellenar lo que había preparado
posteriormente, las llevó al horno ya calentado de la anterior horneada; y
cerrando la puerta marcó botones para poder el tiempo de horneado, volviendo a
la mesa para proseguir con lo anterior.
Cogió una paleta y con una de
sus manos se ayudaba a pasar las magdalenas de chocolate a una nueva bandeja
donde enfriarían por separado además de hacerles una presentación. Era tan
increíblemente delicado y cuidadoso que no fue hasta que vi los adornos de
azúcar que le ponía que me hizo recordar todos aquellos cupcakes y pasteles que
tenía en mi habitación enviados por mi padre.
Fue ahí cuando me di cuenta que
había equivocado... no fuera él, sino Junsu Hyung quien se había molestado
desde casi el inicio en enviarme todos aquellos dulces para que yo me animase a
estudiar.
Mi rostro se ruborizó, pensaba
si todo eso era para mí, si mi Hyung me los había preparado porque él quisiera.
Sin darme cuenta mis labios empezaron a formar una sonrisa de incrédulo...me
había quedado embobado al ver como con una sonrisa terminaba de decorar los
cupcakes. ¿Por qué hacía eso...? ¿Cómo alguien como él sin conocerme, me
conocía tanto y se preocupaba así por mí? Me preguntaba a mí mismo esa pregunta
mirando cada movimiento de su cuerpo, sus gestos y esa sonrisa tierna que sólo
podía salir de sus labios. Estaba comenzando a ver con otros ojos al que fuera
mi molesto hermano durante tanto tiempo.
¿Y si su empeño en controlarme
no era más que una ayuda?... ¿Dudé, y si lo juzgué antes de tiempo?
En ese momento comentarios de su
madre sobre él teniéndome un gran aprecio ahora cobraban sentido, mi Hyung-nim
había venido para cuidar de mí, tal y como me había dicho él mismo.
Me mordí el labio y me sentí
halagado, nervioso al sentir como mi corazón se emocionó al darse cuenta que
jamás nadie se había molestado tanto por mí, ni siquiera mi padre al que
adoraba tanto. Lo miré de nuevo y lo vi tan atareado despistado en sus cosas
que me colé en el interior directo a preguntarle porqué hacía todo eso, pero el
pánico vino a mí y me escondí bajo la encimera de la mesa del centro de la
cocina casi con el corazón saliendo por mi boca. Con mi mano tapé mis labios e
intenté relajarme mientras escuchaba como hablaba solo de sus cosas.
Era tan curioso escucharlo
hablar solo que sentí hacer una travesura, por lo que me asomé cuando vi
conveniente y le robé una de aquellas posteriormente magdalenas de chocolate
convertidas en cupcakes todavía calientes que había recién sacado del horno.
La olí, podía sentir el cielo
humear de aquel cupcake sabroso de chocolate. No pude evitarlo más y le hinqué
el diente, aún estando caliente tenía un sabor inmejorable y de la emoción
quería llorar. Estaba tan bueno que me lo zampé entero mientras escuchaba como
se daba cuenta al faltar una de sus sabrosas creaciones.
- Que raro... juraría que había
contado 12....
Me tapé la boca por no reírme y
echar todo lo que estaba masticando, al escuchar como se extrañaba que no
contara bien, volvía a contar una y otra vez las magdalenas teniendo 11
resultantes.
Escuché como con su boca hacía
un ruidito de desaprobación y posteriormente un suspiro. Sonreí con la boca
llena al haberle engañado y fui directo a robarle otra. Cuando vi la oportunidad,
ya que se había despistado buscando adornos en las alacenas; mi mano se alargó
y robó otra de su deliciosa repostería, volví a mi lugar y me tapé la boca para
no emitir ningún sonido mientra engullía uno nuevo; pero una risita me escapó
haciendo que lo alarmase, escuchando como los pasos lo acercaban a donde
estuviera él posteriormente.
No emití ningún sonido más, pero
escuchaba como sus pasos se quedaban quietos durante unos segundos seguramente
observando que fuera lo que pasara y no se enterara. Noté como corría peligro
en aquel escondite y salí de él sigiloso y medio a gatas andando en dirección
contraria a él y escondiéndome en el lateral de la mesa central, daba gracias a
dios que fuera de bloque.
Justo como imaginaba Junsu se
había movido de su lugar inicial y fuera a ver que pasara en la parte posterior
de aquella mesa. Levanté mi mirada y vi como Junsu echaba una ojeada y se
agachaba en el suelo. Me apresuré y fui raudo agarrando un poco de aquella
mezcla que era crema pastelera y fui directo a por él.
Vi como se levantaba sin
entender que sucedía y girándose recibió aquella crema de lleno en su cara. En
ese momento el tiempo se paró, al ver como mi Hyung lleno de aquella sustancia
tan deliciosa se quedaba parado en medio de la cocina sin emitir un sólo sonido
y solamente reaccionando en abrir los ojos y limpiarse con sus dedos
posteriormente.
Lo miré sonriendo y me eché a
reír al verlo tan gracioso, pero una sustancia pronto ocupó mi cara y fueron
sus risas y no las mías las que inundaron aquel habitáculo.
Me limpié los ojos como él, con
los dedos y chupando la crema posteriormente. Entonces lo acompañé en las risas
y asentía con mi cabeza anunciándole que me pagaría por aquella fechoría
mientras me acercaba a él y este sólo levantaba las manos para pararme, pero
las agarré y empezamos entre risas a forcejear. Pronto se desató una guerra
donde los productos tales como azúcar glasé, nata y crema pastelera nos
ensuciaban la cara y el pelo aparte de la ropa dejando la cocina hecha un asco.
Cada vez que me intentaba lanzar
algo yo se la devolvía después agarrándolo contra mí, abrazándolo por su
espalda y bloqueándole los brazos. Era más enclenque como yo, pero era
resbaladizo, muy resbaladizo; tanto que consiguió ponerse a mi altura de hacer el
mismo tipo de ataque y no salir perdiendo.
Estábamos muy igualados.
---
- Habrá que recoger este
desorden...
Mi hermano sentado en el suelo
entre la mesa central y las puertas bajo el fregadero miraba el desastre de
cocina que había quedado después de la guerra de alimentos, yo por el contrario
sentado a su lado solo me mantenía ido, cabizbajo, recordando lo que había
hecho que regresara a casa y no pusiera apenas resistencia en las imposiciones
de mi hermano. Estaba realmente confuso, ido y desconsolado, preguntándome
porqué era Junsu y no mi propio novio quien me cuidaba. Maldiciéndome, buscando
las razones porqué llego a ese punto donde el dolido era yo.
El silencio después de tanta
batalla se había apoderado de los dos y yo no sabía que tema sacar, ni siquiera
sabía si le interesarían mis problemas.... sólo sabía que necesitaba que me
escucharan y me daba palo contarle lo que mi cabeza guardaba.
- ¿Que te pasa Changmin?...
Estás demasiado apagado...
Su mano se posó en mi cabeza y
revolvió mi pelo sobresaltándome, haciendo que yo levantase la vista un poco y
lo mirase poniendo cara de circunstancia. Pedía a gritos su atención pero no
sabía si me expresaba con claridad; vi como me miraba y fijaba sus ojos en mí,
me sonrió y yo suspiré. Sentí como su mano que anteriormente me revolvía el
pelo la pasó por mis hombros y me dio una palmadita seguida de una suave
caricia.
Pero al ver que no arrancaba, de
la forma más dulce me dio tiempo para darle confianza y así contarle mis
problemas.
- Bueno, no tienes porqué
contarme aún si no quieres- dijo melosamente- pero intenta no comerte demasiado
el tarro... hazme caso, es mejor...
Lo miré, parecía conocer las
palabras exactas que decirme siempre, era un hermano ejemplar, era demasiado
comprensivo. Me sonrió y volvió a revolverme el pelo, suspiró y se intentó
levantar para ponerse a limpiar todo. Pero lo paré agarrándolo de la mano y lo
miré con cara de súplica que me salió para que se sentase. Con ese gesto
entendió que necesitaba a mi hermano ahora y que me hiciera compañía un poco
más.
Se sentó a mi lado cruzando las
piernas y me miró atento. No entendía porqué, pero ansiaba tanto aquello, ver
sus ojos chocolate mirándome, sólo para mí todos ellos, atentos a mis palabras
y brindándome el placer de su atención.
Suspiré de una forma que ni yo
supe explicar y empecé a contarle de una manera algo cortada el asunto que me
preocupaba, no eran ni los estudios ni nuestra relación, al contrario, era por
lo que me había ido de casa, Jaejoong.
- Siento que soy un criajo y un
niñato...-dije con molestia por conocerme bien a mí mismo y sentirme defraudado
poniendo un puchero- y que no quiero ver más allá de lo que mis ojos ven- vi
como atendía y yo me puse pensativo unos minutos mientras lo miraba fijamente y
quedé parado-... en... en realidad no sé ni como empezar a contarte mis
problemas...
Escuché como se movía hacia mí y
como con su mano me daba apoyo acariciando mi hombro. Así lo quería, atento a
mis palabras, puse cara de penita y volví con el mismo puchero con ojos de
Bambi mirándolo por encima de mis gafas y bajé la mirada con pena.
- Las cosas no van bien con
Jaejoong, no como yo quería, o al menos como me imaginaba que sería... en un
principio gracias a tus acosos realmente me sentí culpable- vi como se sorprendía
por la palabra que dijera y asentí- no me niegues eso... era acoso...- proseguí
molesto- y este día que me escapé...
Mi hermano colocó dos dedos en
mi boca para que no prosiguiera, haciéndome callar, obligando que mi cerebro lo
atendiese en ese momento a él.
- Changmin, si es por lo que te
dije, lo siento tenías razón, yo no soy quien para opinar nada de nadie... no
debí meterme donde no me incumbe... ya eres mayorcito para tener una niñera...
no volverá a suceder.
Mi mirada se volvió triste al
escuchar sus palabras, si él supiera que había tenido razón, era tan irónico
que mi boca cambió el puchero e hizo una sonrisa un tanto melancólica y amarga
al mismo tiempo, sentí como mi interior se revolvía, me pedía perdón por algo
que viera antes que yo, yo no quería aceptar que antes que yo viera más allá;
que se diera cuenta de cómo mi novio actuaba, sus reacciones; algo de lo que yo
no fuera capaz...
Se hizo el silencio incómodo y
yo quedé ensimismado recordando una y otra vez todo, desde el momento en que
Yunho me dijera que tuviera cuidado hasta el día en que Junsu Hyung me dijera
aquello por mi bien... Pero su voz me despistó de mi ensimismamiento.
- ¿Sabías que el dulce, sea
azúcar o chocolate ayuda a reactivar una neurona que se le llama de la felicidad?-
con esa frase hizo que mis oídos estuvieran atentos a sus palabras- es algo que
aprendí hace años, cuando mi padre murió.
Giré mi rostro y vi como se
acomodaba y ponía sus manos entrelazadas en sus rodillas mientras levantaba su
vista y sonreía. ¿Por qué siempre sonreía? ¿Cómo tenía esa entereza?... Yo me
sentía tan triste cuando hablaba de mi madre difunta que no entendía como podía
seguir tan positivo.
- Mi madre desde que enviudó
siempre había estado triste, las pocas veces que podía verla siempre tenía una
mirada melancólica y amarga por la muerte de mi padre. Se volvió sombría y
sobretodo triste, ni siquiera sabía como poder animarla; claro que echaba de
menos a mi padre- dijo mirándome- pero mi madre no podía seguir con esa pena y
yo siendo como soy era incapaz de poder expresarle mi apoyo con una simple
caricia- viró su rostro y fijamos miradas- soy incapaz de demostrar mis
sentimientos, soy demasiado frío, demasiado serio... muy.... soso- eso que dijo
serio hizo trágame mi propia risa ya que era verdad, lo intenté disimular lo
que pude- Y un día descubrí eso de los dulces, activan la hormona aquella
dándote una sensación de felicidad, efímera, pero felicidad al fin y al cabo...
Debía devolverle aunque fuese la sonrisa... y fue por eso que comencé a hacer
repostería...
Sus ojos se clavaron en los míos
y sentí como me ponía colorado, ¿Qué me quería decir con aquella anécdota y con
la mirada?
- Yo....- miró a un lado dudoso,
luego de nuevo fijamente a mis ojos y prosiguió- no hago estas cosas si no es
alguien especial...
Mi estado de "ojitos de
cachorrillo" fue cambiando a medida que lo veía tan serio, se me subían
demasiado los colores con él... Mi cara se volvió un auténtico tomate... me
tensé al procesar como mi hermano hablaba de esa manera mirándome con eses ojos
chocolate. Mi corazón sin saber porqué sintió lo mismo que mis músculos y
comenzó a latir de una manera más desacompasada, mucho más que antes... Jamás
nadie me dijera que era especial...
- Me duele verte triste... si te
he hecho todos eses pasteles fue para demostrarte mi apoyo... tu eres alguien
especial Changmin...
Me quedé incrédulo al ver como
esa sonrisa que me brindaba era lo más tierno que había visto jamás antes. Sus
ojos en forma de gotita me sonreían y su mano pronto me acarició el hombro y se
dirigió a mi oreja para acicalarme el pelo. Sentí un pinchazo en mi corazón,
fue extraño, demasiado extraño, sólo sabía que mi corazón me acabaría saliendo
por la boca si no dejaba de ponerme nervioso de esa manera...
- Eres mi hermanito y quiero que
seas feliz...
Su voz ronca melosamente fue
bajando de tono. ¿Cómo alguien podría demostrarme tanto aprecio en poco tiempo?
¿Por qué me tenía tanta estima? ¿Porqué yo solo pensara que él me quería hacer
mal, cuando tan desinteresadamente se había preocupado por mí desde el primer
instante que nos conocimos?... ¿Porqué me dolía el pecho?
En mi ensimismamiento, moviendo
mis labios para querer articular palabra, mi Hyung manchó mi nariz con nata
para sacarme una sonrisa, yo me sorprendí y lo miré fijamente mientras llevaba
su dedo a la boca y rechupeteaba los restos todo feliz mientras me miraba.
Tragué saliva, ¿Cómo devolverle el favor, el cariño y tanta comprensión y
apoyo? Me había dejado tan anonadado con su bondad que sentí calor, mucho calor
en mi interior; y extrañamente aquel gesto hiciera que me faltara el aire por
lo que empecé a respirar irregularmente. ¿Que había hecho en mí?... sentía
tanto calor que quería reventar.
¿Que era aquel sentimiento tan
extraño? me asusté del todo y con mucha vergüenza me encogí volviendo a
recuperar mi antigua pose con la cara colorada y escuché como empezaba a reír
de una manera tan adorable que me hizo sentirme culpable de mi pensamiento y
posterior reacción. Solo sé que al mirar su rostro de nuevo un calor extraño
vino a mí, mis músculos se movieron solos y sentí lanzarme encima de él. Lo
abracé con mis fuerzas empujándolo y haciendo que cayese al suelo entre risas.
No podía mirarlo, era imposible para mí, no después de sentir ese arrebato que
me decía que siguiera, que no dejase eso como un simple abrazo.
- Changmin... no hace falta que
me hagas placajes... no hay de qué
Sus risas me incitaban a callar
su voz. Sentí calor, demasiado calor al tenerlo bajo mi cuerpo, no supe bien
porqué lo hice pero decidí seguir mi instinto...
Me posicioné encima de él
estrujándolo mientras este reía y me pedía explicaciones por mi reacción ya que
era un tanto exagerada; y me repetía una y otra vez que no tenía porqué darle
abrazos de oso que le haría perder el aire. Me hizo reír de la vergüenza que
sentía mientras olía su aroma, era embriagador, en ese instante mi cara pegada
a su cuello solté una carcajada haciendo que mi cuerpo tensado reaccionase a
esa risa. Le escuché reír con su "eu kyang kyang" particular y me
levanté con mis brazos para mirarlo bajo mi cuerpo, era tan tentador... que no
lo pensé dos veces y me dejé llevar mientras lo miraba fijamente.
Mi hermano seguía a lo suyo a
carcajada pura y no se dio cuenta que yo fui acercando mis labios a los suyos y
en un descuido le besé despacio. Sólo junté los labios con los suyos y me quedé
parado esperando una respuesta, pero no hubo otra que no fuera el terminarse
aquella risa, dejando su cuerpo totalmente petrificado.
Abrí mis ojos y separé los
labios viendo como me miraba sorprendido por aquella reacción con los ojos como
platos y completamente asustado por mi reacción. Era tan tierno incluso así,
tan adorable siendo un Hyung que mi propio cuerpo reaccionó sólo. Le acaricié
la mejilla con el dorso de mi mano y lo miré fijamente con otros ojos, unos
ojos que no sabría explicar. No se movió y yo sin más volví a acercarme rozando
su nariz con la mía mientras cerraba los ojos y depositando otro beso tierno
despacio, saboreando su sabor. Él tenía los suyos estáticos y comencé a besarle
torpemente por miedo, con una extraña calma y sintiendo cada centímetro de su
jugosidad con sabor a nata. Eran gruesos y esponjosos, perfectos para besar. Y
lo peor de todo, es que aquello me estaba encantando... demasiado.
Estaba tieso como una plancha de
metal, tan duro y firme que se me hizo un poco extraño el besar a algo que no
reaccionaba. Una ola de culpabilidad me azotó el cuerpo entero, quizás me
imaginé lo que no era ¿Porqué lo besé? aunque sabía que era gay como yo, me
quería como si fuera su hermano y yo estaba provocando el incesto entre
hermanastros, si así podía decirse. No podía seguir con eso y ahora me sentía
mal, tenía que parar aquello, él me veía especial, pero no ese especial que me
correspondería como tal. No era lo correcto, me había equivocado, estaba tan
dolido por lo de Jaejoong y Yunho que buscaba un consuelo de él que quizás no
encontraría nunca.
Cuando me iba a pedirle perdón
por mi equivocación, sentí reacción por su parte, su lengua comenzara a abrirse
camino entre las dos bocas y se introdujo dentro de mí. Me pilló de sopetón
haciendo que me sobresaltase, no esperaba que reaccionase así. Sus labios
comenzaron a responderme al igual que su cuerpo y me sujetó, se aferró a mí,
agarrando mi espalda con sus manos y correspondiéndome a aquel beso que yo
comenzara.
Sentí como mi cuerpo helado por
la culpabilidad comenzó a calentarse de nuevo con sus besos iniciales algo
torpes al igual que los míos. Pero aquella ternura se volvió sensual donde sus
besos me dejaban extasiado, ido; era un gran besador y yo me sentía débil.
Ahora él actuaba como el dueño de aquel arrebato, estaba tonto por momentos,
débil.
No supe decir cuando comenzó en
realidad pero sentí sus manos rozar mi piel. Me había levantado la camiseta e
introducido sus manos debajo, me estaba volviendo loco, no controlaba, sus
besos se volvieran salvajes y mi cuerpo sólo sentía que quería pertenecerle a
él sin siquiera acordarme de nada de lo anteriormente hablado ni de mis
preocupaciones referentes a Jaejoong. ¿Quien era?... Dios... estaba en el
cielo...
En ese momento el único que
estaba en mi mente era él. Mi hermanastro, mi sensual Junsu Hyung que no me
dejaba respirar ni un solo momento y se movía bajo mi cuerpo de una forma tan
tentadora que no quería que parase tan siquiera para devolverme el aliento.
Noté como quiso girarme y
ponerse encima de mí siguiendo lo empezado, se erguía acercándose a mi boca y
me hizo separarme de él. Digirió mis manos por mi camisa y le arrancó los
botones de un sólo tirón haciendo que me sorprendiera por ello, pero no me dio
tiempo; me giró completamente quedando él encima. Fue gateando hasta sentarse
en mis partes y ahí, justo ahí notando mi erección, reaccionó. Su rostro había
cambiado completamente. Miró a su alrededor y me miró a mí, se asustó; se
separó de mí mirándome fijamente respirando dificultosamente.
Yo quedé en el suelo recuperando
el aire que me había faltado y tragué saliva llamándolo por su nombre de manera
excitada para que volviese a mí tirando de su ropa. Pero me miró y negó con su
cabeza levantándose y apartándose de mí.
- No... No vuelvas a hacer eso
Changmin... esto no puede ser...- llevó su mano a su pelo y mordiendo su labio
me miró fijamente- los problemas no se solucionan así...
Intenté levantarme para que no
parase lo que estábamos haciendo, no quería que quedase así, no podía dejarme
sólo. Pero se giró evitándome y apartándome de él, recordándome que tenía que
estudiar y él también.
Y luego, simplemente se fue, se
marchó por la puerta algo desconcertado, con la mirada perdida y casi
tambaleándose.
¿Que había hecho?...
Fue llevando mis manos a la cabeza
cuando me di cuenta de lo que había hecho...Había hecho el acto más ruin que se
podía hacer a alguien con tan buen corazón, alguien que me había entregado su
cariño sin reservas... Yo... Había utilizado a mi hermano.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario \(*O*)/ ♥ ♥
o más bien... deja tus pensamientos pervertidos grabados en esta entrada XD