Once Again Prólogo

La humeante tasita de té que ahora se le antojaba insípida quedó olvidada y volvió a dejar sobre la barra del desayuno

-¿C cuando…

-No lo sé, ayer apenas me confirmó – Jaejoong se levantó recogiendo el plato de galletas ahora vacío, desde el lavaplatos y apoyado en él lo miro expectante.

Sabía que estaba esperando algún tipo de reacción de parte suya y se tranquilizó un poco para no hacer notorio su asombro ni la incomodidad que esa noticia le causaba. Acomodándose en la silla y haciendo uso de esa tranquilidad ya practicada desde antaño lo miro sonriendo

-hace mucho que no lo vemos

-Junsu… si te incomoda yo podría…

-no, no podrías – meció la taza en sus manos sonriendo irónico - si de verdad te importara… me lo habrías dicho antes de llamarlo… – no pretendía que sonara a reclamo pero mientras las palabras salían de él un calor lleno de furia había irrumpido en su estomago

Viendo el rosto apenado de Jae por fin sintió el peso de sus propias palabras y se sintió mal por haberlo atacado así de la nada, por que sea lo que sea no era culpa de él querer tener a todos en un día como navidad sobre todo sabiendo que Jaejoong era el que iba a cocinar.

-Lo siento…

-No, está bien, será lindo volverlo a ver.

-¿estás seguro? – preguntó esperanzado acercándose de nuevo a él

-por encima de ser mi ex, Yoochun es mi amigo Jae, cómo podría negarme

-Lo sé, pero… – el pelinegro se sentó a su lado y le tomó de la mano – se como fue de duro para ti… realmente no quiero incomodarte

-Ya han pasado tres años ya lo tengo superado – sonrió y Jae lo acompañó incomodo, ah… de seguro no le creía, eso lo hizo reír – ¿entonces quién vendrá?

-Yunho me llamo hace tres días, me dijo que estaba en un gran problema con la empresa pero me aseguró que vendría; Changmin es un cabeza hueca y me dijo que ya vería si podía, luego me colgó ese grandísimo imbécil; Yoochun me confirmó y tú vendrás.

-¿este año sólo los cuatro?

-pensaba hacerlo más personal pero si quieres podemos traer a más personas.

-No, es tu cena Jae hazla como gustes

-¿Quieres traer a Daehyun?

-Eso sólo haría todo aún mas incomodo – por otro lado sentirlo al lado suyo le daría un poco más de fuerza si es que en algún momento flaqueaba y deseó internamente que Jae le insistiera, porque tres años podía ser tiempo suficiente para sanar pero no sabía cómo sería verlo de nuevo, sólo la idea lo ponía un tanto nervioso.

Aun así su cabeza se inundó de quiméricas imágenes de un Yoochun más adulto, quizás con barba, algo mas gordito o más delgado que nunca, en una de aquellas se lo imagino hasta calvo y se rió de su propia y vasta imaginación.

-¿de qué te ríes?

-Pensaba en cómo se verá Yoochun ahora – y Jae lo miró asombrado - ¿qué?

-¿Tu… tu no has hablado con Yoochun desde que se fue? – agobiado negó con la cabeza e incomodo como siempre se rasco tras la oreja

-después de eso… pasaron tres meses creo cuando me llegó un mail de él, conversamos por alrededor de un año, eran mensajes cortos y algunas veces terminaban conmigo enojado y el pidiéndome disculpas, luego decidí ya no responder, al final si quería superarlo debía cortar todo lazo.

-pero, son amigos

-lo somos ¿no? O al menos lo éramos - y sintió esa incomoda presión en su garganta – un mes después dejaron de llegarme sus mensajes, no leí los últimos que me llegaron… los termine borrando todos, era lo mejor no sólo para mí si no para los dos, pensé igual que jamás lo volvería a ver.

-…ahora me siento aun más apenado

-no Jae, siempre he creído que las cosas pasan por alguna razón, que Yoochun regrese quizás sea un paso más para que yo pueda culminar todo lo que fue Yoochun en mi vida y poder volver a retomar mi amistad con él.

Después de un corto silencio Junsu regresó su vista a Jaejoong, este le sonreía gentilmente y su mano se extendió hasta alcanzar sus cabellos, acariciándolo apenas, Jae realmente tenia un aire maternal.

-Has madurado tanto Junsu, hasta te has hecho un tanto filosófico

-eso ciertamente es una exageración.

-Ves?! Hasta hablas de manera distinta, no sé si felicitar a Daehyun o mandarlo a castrar por robarme a mi torpe y bobo Junsu

-hey!

***

Con un poco de reparo se estiró en el asiento sintiendo la resistencia de sus músculos, refunfuñando internamente como había venido haciendo la mitad del camino se preguntó cuándo el ser humano podría hacer realidad la tele transportación y de nuevo se reclamó a sí mismo por estar verdaderamente delirando del cansancio.

Y hambre, sobre todo hambre, la comida de avión sí que área una porquería, otra vez refunfuñando cogió su maleta de mano y viendo que la fila para salir ya está menos congestionada decidió colarse en ella.

Hasta ese momento no había sentido el desagradable malestar en su estomago, ese que le decía que no estaba tan tranquilo como pretendía estarlo y tampoco era que pretendía mucho porque sabía que esas vacaciones serían tan agudas como se podría esperar de un reencuentro así.

Y su ansiedad aumentó, porque más que nervioso está totalmente ansioso, Estaba feliz de poder regresar a Corea, podría visitar a todas aquellas personas que había dejado atrás, podría ver a Jaejoong, Yunho y Changmin, que de seguro estaba obeso, pero sobre todas aquellas cosas podría ver de nuevo a Junsu.

Y no importaba si él ya no le hablaba, si ya no lo quería ver jamás porque él sólo quería tener la oportunidad de ver cómo estaba, de saber lo que en los mails no pudo saber jamás.

Y mientras esperaba que se le entregara sus maletas de nuevo el arrepentimiento llego a él, porque quizás le estaba imponiendo a Junsu una situación innecesario y hasta posiblemente incomoda e inclusive en una época como navidad.

Pero ya no tenía tiempo para arrepentirse, horas atrás aun en Estados Unidos ya lo había pensado por días enteros.

***

Guardando su celular en su mochila se levantó para robarse algunas galletas de la alacena de Jae, unas diez serían suficientes para matar el hambre y para enojar un poco al castaño

-¿tienes que ir a la universidad?

-A las cuatro tengo clases pero quiero ir a la biblioteca primero - Jaejoong se rió y prendió la televisión en la sala

-Uh ¡la biblioteca! Que sofisticado – aprovechando un cojín cerca lo levanto para dejarlo caer encima del castaño.

-consigue un trabajo tu vago de pacotilla

-Eso dolió Junsu! – Lo miró actuadamente ofendido – vete! Ya no te quiero ver más

-ok – y lanzando el ultimo cojín salió del departamento de Jae

***

Era una mezcla completa de impresiones, ver las actuales calles de Seoul era como un viaje en retrospectiva y a la vez ver el posterior inmediato del resultado de su ausencia. Gran parte de la ciudad parecía haber cambiado y al mismo tiempo era como si se mantuviera igual, la misma sensación de siempre, los mismos aires.

Y veía las calles con anticipación, como si por el camino podría ver a alguien conocido bajarse del taxi y saludarlo con la efusividad necesaria de un reencuentro, era tanta su expectativa que se imaginaba qué diría.

El taxista pidió por indicaciones sacándolo de sus infantiles imaginaciones y hasta entonces se dio cuenta que estaban ya cerca. Una cuadra antes decidió bajarse, no estaba seguro de la casa en si, sólo de la calle en la que se encontraba así que sus pies le servirían de guía.

Pagando, bajó sus maletas del auto, una colgada al hombro y la otra siendo arrastrada, se encaminó calle abajo leyendo el papelito blanco donde en una letra rápida había anotado la dirección de Jaejoong.

La calle era amplia con edificios medianos casi todos parecían ser de viviendas, mirando a la otra acera vio un pequeño supermercado y decidió ir más tarde hasta allí para comprar un nuevo cepillo de dientes que reemplazara el ya olvidado en su departamento o quizás debería ir ahora mismo, largas horas de viaje no te dejan en el mejor estado de limpieza posible

Pero justo en el momento en que decidió bajar la acera para cruzar la calle, diagonal a él una persona reclamó su total atención, con el cabello más corto de lo que recordaba y con un tinte algo rojizo esta Junsu hablando por teléfono, sonriendo, agazapado en un abrigo café y con las mejillas sonrosadas por el frio.

Su pecho se ensanchó en la presión que ejercía el aire retenido y su corazón se aceleró mientras su estomago sentía ese intenso cosquilleo que se expandió por todo su cuerpo, apretando los puños desistió de la idea de correr tras él y se quedó mirándolo mientras desaparecía calle arriba.

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