El chico Nuevo cap 21

Me pasé la semana en sesiones de fotos posando con diferentes vestuarios, al principio me daba vergüenza, pero luego de un par de días terminó siendo algo normal. Sonríe, ponte de este lado, ahora serio, en fin tantas órdenes que al término del día ya era un robot.

- Es agotador –me dijo Yorin.
- No tanto –le respondí terminando de vestirme.
- Bueno eres nuevo en el negocio, al principio incluso es divertido, pero después de un par de años esto resulta cansador, aunque bueno la paga es buena –tomó sus cosas para salir- ¿te gustaría tomar algo? –la pregunta me tomó por sorpresa.
- La verdad es que preferiría irme directo a casa –le respondí tratando de sonar cortés.
- Te haces el difícil –me dijo sonriendo, yo esta vez lo miré- pero tranquilo que eso me gusta, nunca me han gustado las cosas fáciles, así que entre más me rechaces harás que más me gustes.
- Yorin, lo cierto es que no estoy interesado en citas ni en hombres, así que no te confundas –le respondí tomé mi bolso y me dispuse a salir entonces me detuvo y arrinconó contra la puerta.
- No estoy confundido, no intento obligarte ni nada Jae, pero cuando quiero algo siempre lo obtengo –me dijo tomando mi cintura.
- Lamento informarte que en este caso no obtendrás nada de mí, bueno excepto un buen golpe si no me sueltas en este instante –estaba realmente enojado.
- Por hoy lo podemos dejar así –dijo soltándome, abrí la puerta y me marche.

Yorín en realidad me daba miedo, era un hombre muy atractivo, pero también obsesivo y siempre he sabido que con personas así es mejor mantenerse alejado.

En realidad la paga era buena tal como lo había dicho Yorín, además, no era tan difícil realizar el trabajo. Mi jefe ya me había confirmado mi participación en el evento de la siguiente semana, el único problema es que no estaba seguro de querer participar.

En los últimos días había recibido, flores, chocolates, perfumes y un monto de otras cosas de parte de Yunho, mi pieza ya parecía un desastre con tantas cosas en el interior.

- Hoy te envío un peluche gigante en forma de león, es hermoso –me dijo mi madre, divertida con la situación.
- Así como vamos deberé agrandar mi pieza –dije con pesadez- debería llamarlo y pedirle que se detenga.
- ¿De verdad piensas en dejarlo ir? –me preguntó mi madre.
- Voy a hacerte una confesión madre, no, no voy a dejarlo, sólo quiero que sufra un poquito más –le dije en un susurro.
- Eres malo, hacer sufrir a la persona que amas no es algo bueno.
- No, no lo es, pero te aseguro que todo tiene una razón de ser –le dije subiendo a mi habitación.

Llegando a ella, me encontré con Mizato jugando con mi nuevo peluche. Vestía una camiseta a rayas corta y un short muy insinuante.

- Tiene buen gusto –me dijo sonriendo, se veía muy linda acostada en mi cama con el gigantesco peluche en sus brazos.
- Desde luego que si, por algo se fijó en mí –le dije sonriéndole.
- En eso tienes razón, pero quién no se fijaría en ti –se levantó de la cama mirándome como una leona y yo fuera su presa- ¿alguna vez yo te he gustado Jae? –me preguntó.
- Eres bonita Mizato, pero… -se me acercó tanto que pronto me encontré con la puerta tras de mí.
- ¿Pero qué? –se acercó a mi mejilla y me besó- naaaaaaa!, era broma, pensaste que me lanzaría sobre ti, ¿verdad? –se puso a reír al ver mi cara de sorpresa.
- ¡Mizato! –comenzamos a jugar corriendo por mi habitación y pronto los dos nos tiramos sobre mi cama riendo a carcajadas.
- Yo creo Mizato que eres hermosa, podrías tener al chico que quisieras –le dije entre risas.
- Te quiero a ti, pero no te puedo tener porque estás enamorado de otra persona –me dijo sentándose- tal vez algún día logre olvidarte y resignarme a no tenerte Jae, pero es difícil –la miré y no pude decirle nada, la verdad es que ella debía estar sufriendo, pero siempre estaba ahí apoyándome.
- Lo siento, de verdad me habría gustado enamorarme de ti Mizato, pero en estas cosas no podemos mandar al corazón –le dije tomando su mano.
- Jae, ¿me harías un favor? –me dijo
- Por supuesto que sí, lo que quieras.
- Me gustaría que me besarás, sólo una vez –me dijo, me quedé helado, jamás me imaginé que ella me pediría algo así. Consideré la opción y entonces me decidí.

La miré sintiendo por primera vez el deseo de probar esos labios. Comencé a acercarme a ella, tomé su rostro con una mano y la atraje hacia mí para besarla. Sus mejillas se tornaron de un rojo exquisito y eso me gustó mucho más. La besé lentamente, con delicadeza no quería estropear este momento que sin duda para ella era especial. No tardó en corresponder a mi beso con un poco de timidez, casi la pude sentir temblar mientras la abrazaba. Luego y sin previo aviso me tomó con fuerzas, yo tontamente pensé en darle a Mizato un beso tierno, casi infantil, pero en vez de eso ella comenzó a besarme con desesperación. Introdujo su lengua en mi boca, saboreando mis labios de manera deliciosa, así que no puede dejar de intensificar mi propio beso. En cosa de segundos la tuve sobre mí, moviendo sus caderas sobre mi miembro que comenzaba despertar. Traté de parar, de quitármela de encima en la única posibilidad de escapatoria que tenía antes de perder la razón, pero no me lo permitió, siguió besándome y moviéndose sobre mí, y entonces el primer gemido salió de sus labios provocándome una sensación eléctrica de placer que no creí sentir con ella. La volteé y la dejé bajo de mí, entonces la miré, era hermosa, tenía sus labios entre abiertos respirando agitadamente, estaba excitada. La volví a besar y comencé a moverme sobre ella, fingiendo que la penetraba, gimió más fuerte. Tomé sus pechos sin dejar de besarla, ya estaba completamente excitado, sin ser capaz de detenerme. Se abrazó a mi espalda casi rasguñándome haciendo que mi propia excitación aumentara, me moví más fuerte, sintiendo su sexo caliente bajo mi pene, era una sensación demasiado intensa, quería quitarle esa ropa que nos separaba y sentir su piel. Metí mi mano bajo su camiseta tirando de su ropa interior para sentir esos pechos abultados, cuya punta dura me invitaba a besarla, así que me acerqué a ellos y los introduje en mi boca para saborearlos. Me sentí delirante, hacía tanto tiempo que no tenía sexo, que no me fue difícil sumergirme en aquella sensación de deseo. Mientras besaba sus pechos mi mano como serpiente se metió entre su short para sentir su sexo. Estaba depilada completamente, me sorprendió ese detalle tan peculiar. Su entrepierna estaba húmeda como era de esperarse, jugué con ella, escuchándola gemir cada vez más alto, yo mismo sentí placer escuchándola. Pero dentro de toda esa escena mi celular vibró en mi pantalón deteniéndome. Fue como si ese pequeño sonido me despertara, como si me volviera a la realidad arrancándome de aquella sensación tan extrema. Mi mente recodó quién era la mujer que estaba debajo de mí, era Mizato, la niña que se había convertido en mi mejor amiga, “pero yo no la amaba”, si hacía esto con ella, le estaría robando algo más que su virginidad, “yo me convertiría en un patán desvergonzado”. Me levanté respirando con dificultad por la excitación, me miró confundida con los labios rojos y su cabello despeinado, se arregló la ropa sintiendo vergüenza.

- Lo siento –me dijo con timidez.
- No te disculpes Mizato, yo también soy culpable –le dije mirando por la ventana- quiero que entiendas que me detengo porque sé que no puedo amarte y lo menos que deseo es hacerte daño. Eres extremadamente sensual, cualquier hombre se volvería loco de lujuria por tu cuerpo, yo mismo en este instante no soy capaz de mirarte porque estoy muy excitado, y lo poco de autocontrol que tengo lo podría perder –en ese momento lo único que quería era ser sincero con ella – pero no puedo dejarme llevar sólo por el deseo Mizato, tú no te mereces esto, yo sólo te estaría usando. Por favor, entiende que yo te quiero mucho, eres mi mejor amiga, por lo mismo, hacer esto contigo sólo por satisfacción personal, sería un crimen imperdonable para mí.
- Lo sé Jae –podía sentir tristeza en sus palabras.
- Mizato, sé que no te hago bien, si quieres que me aleje de ti, lo haré –le solté.
- No, no lo hagas –me dijo casi suplicando- no quiero perderte, verás yo me iré Jae, me iré pronto porque debo volver con mis padres, quería sentir tus labios antes de que eso sucediera.
- ¿De qué estás hablando? –esta vez la miré.
- Me voy hoy en la noche Jae –me quedé helado, ella se iba, la chica que quiso darme todo sin pedir nada a cambio, mi mejor amiga- nos iremos a Japón, estoy emocionada por conocer un nuevo lugar –me decía mientras las lágrimas caían por sus mejillas- te voy a extrañar mucho, no te olvidaré - me lancé sobre ella y la abracé.
- Yo tampoco Mizato, lo prometo –le dije, yo también comencé a llorar- iré a verte, en cuanto pueda –me imaginé lo que sería mi vida ahora sin ella y la verdad la encontré aún más vacía.
- Eso espero, porque necesito un hombre hermoso de quién presumir a mis nuevas compañeras –me dijo riendo entre lágrimas.

El vuelco que había dado toda esa situación enfrió el momento al instante, la excitación había desaparecido. Sin embargo, no sentí arrepentimiento, si existiera la posibilidad de enamorarme de nuevo, estaba seguro de que sería de ella, pero no estaba en mis planes volver a enamorarme, yo ya estaba enamorado.

Mi madre entró y nos encontró a los dos abrazados llorando como magdalenas. La verdad es que esto me había tomado por sorpresa, pero si pensaba las cosas fríamente, era lo mejor para ella.

- La cena está servida –nos dijo- Mizato debe estar a la media noche en el aeropuerto así que mejor se apresuran.
- ¿Lo sabías? –le pregunté a mi madre.
- Me lo dijo hace dos días –me respondió- no quería que tú te sintieras triste Jae, por eso espero hasta el último momento.
- Sigues preocupándote por mí –le dije mirándola.
- Siempre estaré para ti Jae, no importa dónde esté.

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