Underground cap 1

Es la rutina diaria…

Él era un consolidado empresario en Seúl, era el socio menor de su jefe en una compañía de velorios. Su trabajo no era muy bien visto para algunos, puede que haya conocido varias chicas pero luego de que supieran de qué constaba su trabajo las relaciones se tornaban poco amistosas y sin saber perdían contacto.
Tenía bastante dinero, pero era uno de aquellos ecologistas que prefería caminar, compartir el auto, y hasta viajar en subterráneo. Pero lastimosamente su preciado auto había sido embestido por una conductora desquiciada y tendría que estar en el taller por unos días más. Realmente no tenía ganas de caminar esa mañana, iría con el ganado. Todo por la tierra.
Tenía en claro que una vez que bajaba los escalones al mismo infierno, no hay vuelta atrás. Tenía su condenado boleto en la mano y paso por esos aparatos llenos de microbios que giraban sin parar todo el día. Una voz serena anunciaba por los parlantes al próximo tren, como si fuera a quitarte el stress que te seguiría del resto del día. Era inexperto en esto de los “subtes” luego de ver varias películas tenía una simple idea pero no tardo en ser atropellado por detrás y llevado a la fuerza hacia adentro. Perdió el maletín de su mano y quedo en el piso del vagón entre todos esos pies. No podía ni agacharse para estirar la mano. Esperaría hasta la próxima parada y lo tomaría, es lo seguro.
El suave timbre sonó y las puertas se abrieron. Extendió su pequeña mano, pero se encontró con otra, un hombre con una bata blanca, lapiceras en el bolsillo y el nombre “Dr. Kim Jaejoong” bordado en negro al borde, fueron los primeros detalles que miró.
El subterráneo se vació un poco y dejo espacio para movilizarse en el vagón. Junsu agarró el maletín con fuerza y se lo arrebató de las manos, quizás creía que le robaría. Se hizo unos pasos al costado.

- Discúlpame, solo te quería ayudar. – ajustó sus gafas de Carey.

- Estoy bien así, gracias.

- Si así lo dices… De todas formas no necesitaba ese maletín.

Ya empezaba a caerle mal. Había olvidado que en esta clase de transportes el aire falta.
- Empecemos de nuevo, me llamo Kim Jaejoong. – estrechó su mano.

- Yo soy Kim Junsu. – miró de reojo su mano y agarró con las dos manos el maletín.

- Esta bien… ¿Cómo es tu trabajo?


- Es de muerte…

- Debe de ser muy bueno, o muy malo.

- No – lo miro duramente – trabajo en una funeraria.


- Jajaja, - lanzó una carcajada – que buen chiste.

- Es en serio.

- Está bien.

- Supongo que eres doctor.


- Pediatra.

- Interesante.

- Me bajo en dos paradas más, ¿tu?


- También.

- No tienes por que ser tan cortante. Así no conocerás gente con esa actitud.

- No hablo con gente desconocida.

Un breve silencio incómodo paso por la boca de Jaejoong. Minutos después reaccionó.
- Después de todo, no soy un desconocido, ya sabes como me llamo.

- Acabo de conocerte. No se nada de ti. Falta una parada.

- Bueno está bien si así lo quieres… - se quedó mudo un segundo y observó de arriba abajo al chico - ¿Alguna vez alguien te dijo que tienes trasero de pato?

- ¡¿Qué rayos?! – lo miró con los ojos enormes.

- No tienes por que enojarte…

- Claro. – dijo sarcásticamente.

- Bueno, después de todo, esto es raro, tú te ganas la vida con la muerte de las personas y yo con la vida. ¿No es demasiada coincidencia?

- No creo.

- Bueno, basta, trata de no ser tan cortante, ya te lo dije.

- ¿Acaso crees que eres mi madre?

- No, pero sé de modales.

- Mira quien habla… Hm… trasero de pato… -miró su parte trasera.

El cubículo se quedó sin luz y se paró abruptamente. Una suave voz informaba de que hubo un corte de luz imprevisto, y ya volvería el servicio en instantes. Dicho y hecho, las luces se prendieron al instante. Junsu estaba tirado en el piso y Jaejoong arriba de él con una cierta pose comprometedora.
- ¡Bájate de mí! ¡Caradura! – trataba de levantarse del suelo.

- Como si no te gustara…

Sus cachetes enrojecieron por completo. Levantó de sí al doctor que lo estorbaba.
- Total ya me iba a levantar, no creas que iba a darte el placer de quedarme ahí.

- ¡¿Qué rayos te crees?! Loco de mierda… lo que uno viene a conocer en el “subte”.

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