El amor, ha sido infravalorado.
“Tienes que tomar una decisión. No puedes… Solo fingir que esto, no está pasando”
Varias veces, Yunho pensó que su vida estaba delicadamente planeada, sin demasiadas presiones, más allá de las que la sociedad exigía. Algún día tendría una linda novia, de la cual se enamoraría, con la cual en algún momento se pelearía, pero si las cosas iban bien, en algún momento se casarían. Y tendrían hijos, él sería un profesional y blah, blah, blah…
Todo aquello establecido que sin pretendérselo Yunho ya lo había concebido, que era tan fácil, tan sencillo. Que su mundo entero giraba en una sola dirección. Donde lo complicado era algo tan común, que no pasaba a ser tan relevante.
“Te estás haciendo daño a ti mismo. No sé si Jaejoong sea bueno o no para ti. Solo tú debes saberlo, pero no puedes cegarte y en el camino, lastimar a Namin.”
Y ahora esperaba, sentado en aquella pequeña mesa, en la cafetería a unas cuadras de la casa de Namin, esperaba y pensaba. Recordaba, las palabras de Goongsu, su expresión seria que pocas veces había visto. Lo maduro que se había vuelto en algún momento y lo frágil que él se sintió, aunque nunca lo demostró.
“No eres solo mi amigo, Yunho. Eres mi mejor amigo, y sé lo infravalorada que esa palabra está, pero lo eres. Y no me importan esos tontos prejuicios que están pasando por tu cabeza ahora, sigues siendo el mismo para mí, te sigo queriendo igual. Sigues siendo una de las personas más importantes para mí.”
Por que todo se resumía a miedo, al temor inherente de todo lo que le tocaría enfrentar ante los demás, no solo por estar de la mano de un hombre. Sino, por Jaejoong en si, en todo su ser. Y el deje de desconfianza que desde un inicio los había abrigado.
Bebió un poco de agua, solo un poco más mientras aclaraba sus pensamientos y el rostro apacible de Namin hacía aparición. Con su diminuta sonrisa y expresión afable.
—Siento la demora, Yunho Oppa.
—Está bien, no tenía mucho tiempo esperando.
Ella asintió, sentándose frente a él. Observando curiosa el pequeño menú a su disposición. Yunho la observó fijamente. Lo linda que era en realidad, su inteligencia, su voz. Todo en Namin era considerable para ser esa linda novia que estaba predestinada en su camino, por más paradójico que sonara al ser Jaejoong quien los presentó.
Pero ella lo notó. Esa mirada, esa atención. Levanto los ojos y miró el rostro de Jung, su expresión confundida y desesperada, inconfundible. Supo entonces que esa cita hoy, no duraría demasiado. Dejó el menú de lado, y colocó deliberadamente sus manos sobre las de él.
—Oppa…— Yunho sintió el pequeño apretón de sus manos y clavó su mirada en la pequeña diferencia de tonos de piel cuando sus manos estaban juntas. No se atrevía a mirarla a los ojos. –Te amo, no te amé desde la primera vez que te vi, por que eso no es amor.
—Namin…
—Un maestro, una vez me dijo. Amor a primera vista, es solo el reflejo narcisista de uno mismo, al creer a primera impresión, que esa persona que está junto a ti, es ideal. Como si se tratara de un espejo. Conocer, es amor. Aprender del otro, es amor. No es soportar, es reconocer las cosas buenas y malas del otro. Amor es algo tan grande, que es una pena que esté tan infravalorada en estos días.
Yunho en ese momento descubrió y sintió, que no quería soltar su mano nunca más. Y sin embargo, solo sería el acto egoísta del que Namin hablaba. Ella era ideal, no merecía que la lastimara. Pero tampoco podía estar con ella sin corresponderle en verdad.
—El punto, es que te amo y estoy sujeta a lo que decidas, Oppa. Pero tampoco voy a esperarte por siempre. Decidas lo que decidas, por favor házmelo saber.
Y la calidez de sus manos juntas desapareció. Namin había levantado sus manos, con una débil sonrisa. Antes de levantarse de la mesa e irse sin decir algo más, su cuerpo pequeño se alejó. Y Yunho solo pudo recordar el tacto delicado de sus manos. Sus palabras y su voz.
Se quedó estático un rato más. Deseando dejar de ver a Jaejoong en sus pensamientos una y otra vez. Arrastrándolo cada vez, más lejos de Namin.
…
…
Afuera, dos segundos después de haber cruzado la puerta de aquella pequeña cafetería. Namin no pudo más y tapó con una mano su boca, cerrando los ojos y con su cabello ocultando un poco su rostro alicaído.
Fue tan fácil llorar, sentirse miserable y apenada.
Dolió intensamente, ser tan tonta como para dejarle el camino libre y dejando tan expuesto su corazón, vacío de sentimientos recíprocos y efímeros momentos que parecían desvanecerse.
Temió por que Yunho saliera y la viera así. Entonces corrió, lo más rápido que pudo para que su corazón dejara de doler y al menos se agitara, para que las lágrimas se confundieran un poco y ese nudo en la garganta desapareciera.
Cuando lo conoció, Yunho fue su ser. Fue tan distinto, a Jaejoong.
Fue el escape de Yunho para vencer a Jaejoong, ella lo supo desde un inicio. Ella siempre estuvo entre los dos. En otra vida, sin tantos malos sentimientos de por medio. ¿Hubieran podido ser buenos amigos?
No importaba, ya no importaba más. Su corazón estaba herido otra vez.
Tenía una cicatriz más.
Le había gustado Jaejoong muchos años atrás, pero ahora se había enamorado de Yunho. Jung no solo había cambiado su apariencia, había cambiado su ser. Y ahora solo le quedaban esas lágrimas y esa ínfima, casi nula esperanza por que él, volviera, por que tomara su mano otra vez.
…Aunque tal vez eso no volviera a suceder.
…
…
“Así se disfraza el amor para su conveniencia, aceptando todo sin hacer preguntas y dejando al tiempo la estocada a muerte.”
Que difícil, tantos sentimientos encontrados.
ResponderEliminarGracias!!!
es tan patetico yunho
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