No siempre a quien quieres, te quiere también.
—Entonces… ¿te has enamorado de mi hermano menor?
Changmin asintió, aferrando su mano a la mano de Minho.
—Si, así es.
—¿Y no que tú estabas saliendo con un tipo mayor a ti y no sé que cosas?
—Eso se acabó. Yo, amo a Minho.
Siwon sonrió, caminando despacio dentro de la estancia, con aquella manzana en la mano. La expresión tranquila en su rostro y la soledad que les hacia compañía a los tres presentes.
—Amor… ¿Saben ustedes siquiera el peso de esa palabra?
—Sé que solo queremos estar juntos.— Minho había hablado, con la mirada más segura que nunca antes. –Y sé que haríamos cualquier cosa para estar juntos. El resto del mundo no importa.
—¿Entonces por qué han venido a contarme que han empezado una relación?
—Por que eres lo más importante para Minho después de sus padres. A ellos se los diremos esta noche durante la cena.
Ciertamente Siwon se sintió enternecido, Minho había bajado la mirada, ligeramente avergonzado por esa realidad que Changmin había soltado como si nada.
—Espero que no hagas estupideces Changmin. Por que Minho también es de las personas más importantes en mi vida. Si lo lastimas, yo te lastimo otra cosa.
Golpeteó la cabeza de Shim suavemente. Con su expresión amenazante visiblemente dibujada. Pensó que vergüenza con vergüenza se pagaba. Y a él no le costaba admitir aunque sea una vez en mucho tiempo lo mucho que su hermano le importaba. Por que Minho vivía ese amor, que a él le faltaba.
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El sol que se extendía esa mañana era devastador, al menos relativamente. Yoochun intentaba hallar una excusa lo suficientemente convincente que aplacara el hecho de sentirse tan incómodo por tener a Junsu tan cerca y no poder siquiera pronunciar palabra alguna.
De vez en cuando su mirada se deslizaba por encima del hombre, su expresión concentrada, la manera cuidadosa en la que tomaba la brocha y la deslizaba sobre el mural que estaban encargados de pintar.
Hacía calor y la gente andaba de un lugar a otro, riendo, conversando, bebiendo un poco de agua o limonada. Haciendo amistades mientras colaboraban con la labor del día, igual que tantos meses atrás cuando conoció a Junsu. Casi iba a ser un año, si es que no se equivocaba en los cálculos.
Y ahí estaban, de nuevo como cuando empezaron. Con la incomodidad latente entre ambos aunque en esta ocasión no fuera por el hecho de ser completos desconocidos. Intentaba concentrarse en la labor que le habían encomendado, pero tenerlo tan cerca. Después de tantos ir y venir. Era complicado.
Aplacó las emociones y prefirió concentrarse. Tratar de hacer algo correctamente alguna vez, a pesar de solo recibir monosílabos por parte de Junsu cuando le preguntaba algo, o cuando necesitaba algo, era más que incómodo. Apenas cruzaban miradas sobre el otro, por que después de todo estaban compartiendo un espacio. Apenas se escuchaban sus voces más allá del tiempo necesario. Y en ningún momento, por más extraño que parezca, se habían mirado a los ojos.
…
…
Era un buen día, una buena mañana y Choi Siwon estaba de buen humor.
Tenía esa sonrisa resplandeciente en el rostro, el día libre y muchas ganas en mucho tiempo de pasar tiempo de calidad con su hermano menor. Cierto era que cuando eran más jóvenes mucho tiempo no habían compartido entre su innegable popularidad y el amor intenso que Minho vivía con Changmin pues no habían tenido la ocasión para estrechar lazos, que existían, pero no salían de vez en cuando aunque sea a comer algo.
Minho confiaba en él y él en Minho.
Pero sentía, que de algún modo salir era una buena idea, conversar. Tal vez ir al cine, quería pasar tiempo con el menor, quizá por que la dichosa boda les estaba pisando los talones.
Todavía no podía tomar consciencia de que en verdad su hermano menor quisiera casarse, siendo tan joven todavía. Amaba a Heechul, pero la idea de una boda aún no era apropiada. Sin embargo Minho y Changmin no parecían pesar igual.
Detuvo sus cavilaciones cuando lo visualizó en el sillón más grande. Con su celular en la mano y una sonrisa en los labios. Ni siquiera necesitaba ser adivino para saber con quien hablaba.
—Estaba pensando.— Ni siquiera se tomó la molestia de ver el ceño fruncido de su hermano ni la mirada asesina que le envío en cuanto se hubiera sentado a su lado y tapado el celular para llamar su atención. –Que sería buena idea que pasemos un tiempo juntos. Como hermanos. Hace mucho que no salimos.
—¿Y?— Minho intentaba que la mano de Siwon se quitara de encima de su celular, trataba de sonar lo más indiferente posible aunque la fuerza de Siwon fuera mayor y le resultara casi imposible arrancarle el celular de las manos. –Pareces esos padres que cuando el hijo está por casarse buscan pasar el tiempo que no compartieron a como de lugar.
—Puede que me sienta así.
—Y puede que a mí no me importe.
Siwon lo miró de mala manera y Minho bufó hastiado. Estirando las piernas y sacudiendo un poco su propio cabello con exasperación.
—Oh, vamos Siwon ¿es en serio?— Trataba de afirmar sus pocos ánimos por complacer al mayor, pero eso no parecía disuadirlo y él verdad tenía buenos planes con Changmin esa día. —¿Tiene que ser necesariamente hoy?
—O mañana, pero prefiero que sea hoy. Mañana voy a ir a una playa con Heechul.
—¿Lo ves? Yo hoy tengo planes con Changmin.
Siwon, con una pequeña sonrisa le demostró lo poco que le importaba.
—Casi nunca pasamos tiempo los dos solos, además ¿qué súper plan tienes con Changmin que no puedes postergar para mañana?
—Iremos al cine.
La respuesta sencilla del menor mientras levantaba los hombros hizo a Siwon enarcar una ceja visiblemente.
—¿Es en serio? ¿Me estás diciendo que prefieres ir a encerrarte a una sala fría y oscura para arrimarte a buscar calor con quien sabe quien a tu lado? Aunque bueno, a estas alturas ya se bien a un lado de quien, pero…
De pronto los ojos del mayor perdieron visión, como si analizara algo que no había estado lo suficientemente claro antes y que ahora capturaba casi su total atención. Moviéndose incómodo sobre el sillón. Buscando el celular entre sus bolsillos y marcando un número que quizá se sabía de memoria.
—Bueno, tal vez tienes razón. Mejor anda con Min. Que la pasen bien y disfruten del día. A lo mejor podemos salir otro día.— De repente Minho vio al mayor levantarse de su asiento mientras esperaba que le contestaran. Todavía sorprendido por el repentino cambio de planes por el que su hermano había optado. —¿A qué cine irán Changmin y tú?
—Al del centro.
—Bien.— Le regaló una sonrisa, de esas encantadoras que aplastaban cualquier reclamo y poco a poco se fue alejando por los pasillos de la habitación. —¿Heechul? Mmh… Si, bien. ¿Qué te parece si vamos a ver una película?… Claro, al cine que está en el norte. Si…
Entrecerró los ojos con una expresión indignada mientras lo veía subir las escaleras, con su sonrisa más ensanchada todavía. Abandonando sus planes de pasar tiempo en familia por ir a retozarse con Heechul a quien sabe que hora. Era de lo último, aunque bueno, eso Minho siempre lo había sabido.
…
…
—Va a ser un día ligero al parecer.
La voz de Yunho se perdió un poco al entrar al taller, notando que sus empleados se encontraban deambulando de un lado a otro. Aunque claro, tampoco había mucha afluencia de trabajo por esos días. Saludó con una sonrisa la cual fue devuelta sin problemas.
Pero había algo extraño en el ambiente, como un ambiente en conspiración que se cernía sobre él sin que alcanzara a medir el nivel o las consecuencias de ello. Únicamente pudo caminar de largo y entrar en la oficina todavía con esa sensación extraña en el pecho.
—Buenos días jefe.
La sonrisa cómplice. La expresión aletargada de sensualidad que se explayaba sobre aquel que se encontraba sentado sobre su escritorio, con las ropas de trabajo que parecían no ir con alguien como él. Su piel blanca sobresaliendo tersa ante el contraste que se presenciaba.
Era como si alguien como Jaejoong no estuviera destinado, de ningún modo a ese tipo de trabajo. El trabajo duro y extenuante. Alguien como Kim Jaejoong era más bien alguien digno de ser admirado. Contemplado. Como esas pequeñas muestras de artes que te quedarías viendo por horas.
Yunho lo comprobó en cuanto lo vio vestido con sus ropas de mecánico, con esa sonrisa en el rostro y esa invitación a los sentidos que placía tomarlo ahí mismo sin importarle que sus empleados estuvieran afuera esperando por un poco de trabajo.
Tomó sus manos con cuidado y las besó tranquilamente. Logrando que Kim se sonrojara ante su acción, siendo la primera vez que lo hacía, como si fuera algo que no había tomado en cuenta. Pero en verdad, esas manos de Jaejoong estaban destinadas para crear belleza, como lo hacía con su comida. Crear arte, de algo que Yunho consideraba que por si solo ya era una obra de arte.
—Hola, Jae.
Si bien el sonrojo había disminuido, todavía quedaban vestigios mientras poco a poco Jaejoong trataba de sacudir la cabeza y salir del estupor que ese simple gesto de Jung le había provocado.
—Tú si que no me dejas sorprenderte por completo.
—Me has sorprendido y bastante Jaejoong.
Luego de eso la sonrisa de Kim hizo aparición, tomando con sus manos el rostro de Yunho y juntando sus labios en un sencillo beso que sabía a saludo pero parecía más bien una invitación. Decidió incluso que cuando se hubieran separado, sus alientos todavía se rozaran y sus bocas estuvieran apenas centímetros de distancias, manteniendo el agarre en su rostro todavía.
—Es mi forma de decirte que algún día espero verte cocinar para mí.
Yunho sonrió divertido y besó nuevamente a Jaejoong, disponiendo una de sus manos en la espalda de Jaejoong para que sus cuerpos se pegaran un poco más. Las piernas de Jaejoong entonces no tardaron en envolverlo y afianzar el beso como si tan solo hubiera esperado su absoluta disposición.
—Espera Jae… Los chicos están afuera y…
—Oh, ya no lo están.— Yunho miró intrigado a Jaejoong y él solo sonrió un poco. –Les he pedido que nos dejaran solos todo el día. Que le regalaran esta mañana a su jefe.
—No deberías hacer eso, ¿te crees el jefe?
El comentario burlón hizo a Jaejoong abrazarlo con fuerza. –Bueno, como si lo fuera. Me has pedido matrimonio. Así que la mitad de lo tuyo es mío y viceversa.
Yunho levantó la mirada, separándose con cuidado del mayor para poder mirarlo a los ojos y capturar con sus manos ese rostro perfilado y tranquilo.
—¿Eso quiere decir que aceptas casarte conmigo?
—¿No te basta con lo que acabo de decir?
—¿Por qué no puedes simplemente decirme ‘si’ o ‘no’?
—Por que no me da la gana.
Y otros de esos besos que roban el aliento se dio paso entre ambos, cortesía de la aventurera lengua de Jaejoong que abrió paso en la boca de Yunho, juntando un poco más sus cuerpos y arrancándole sutiles gemidos al menor mientras sus manos se deslizaban sobre la amplia espalda.
Dejando en susurros sus próximas palabras, con sus labios rozando la oreja de Jung.
—Es quizá mi venganza por esa propuesta de matrimonio tan inestable.— Pudo sentir a Yunho suspirar ante su aliento rozando su oído. Incluso pudo visualizarlo con los ojos cerrados. –Responderé entonces mil veces tan ambiguamente como tu propuesta, a menos que ésta cambie.
Y si había un intento de alguna renovada propuesta Jaejoong no lo descubrió y luego de un rato tampoco le importó, los labios de Yunho volvieron a estar sobre los suyos, besando asiduamente, recostándolo sobre el escritorio, mordiendo con sus labios espacios de piel en ese níveo cuello. Aprovechando ese día que Jaejoong le había regalado. Blandiendo un poco sus sentidos.
…
…
Probablemente había sido demasiado obvio.
El momento en que la pintura se había terminado. Y Yoochun se había ofrecido de inmediato, incluso antes de que Junsu tuviera oportunidad de notarlo, de ir por la pintura. Con una sonrisa poco convincente en los labios y un andar que intentaba ser calmado.
No es que de pronto no quisiera estar junto a Junsu, tan solo que esa frialdad que ahora se había establecido entre ambos lo había dejado completamente noqueado en un primer momento y cada hora que transcurría en el más absoluto de los silencios lo hacía sentir con menos ganas de seguir ahí.
Bajó las escaleras hacía el pequeño sótano, el lugar que había escogido como depósito o bodega de todo aquello que estaba entre los recursos para la obra de ese día. Sentía que iniciar una conversación de cualquier tipo regular con Junsu sería demasiado falso, y no quería hablar del pasado a menos que Junsu lo planteara.
Junsu. ¡Junsu! ¡JUNSU!
No había otra cosa que rondara por su cabeza, y empezaba a cansarse de ello. Sus pensamientos volaban hacía el muchacho, como si él hubiera sido él único en equivocarse, pero se habían impuesto distancia, se habían perdonado mutuamente. O al menos quería creer eso. Ahora era difícil retomar lo que ya se había desecho.
—¿Yoochun?— Escuchó su nombre desde esa voz que le provocaba escalofríos cada tanto, desde la parte superior de la escalera. Esa voz indescriptible, tan profunda, tan característica, que hacía que su nombre sonara como el más exquisito de los placeres. —¿Estás bien?
Y Junsu bajó las escaleras, maldito su nombre que lo hacía olvidarse del amor propio y lo obligaba a mirarlo con oculta veneración. Idiotizado por el solo hecho de que se había preocupado por él, por más superficial que esta preocupación fuera.
Se ha preocupado, sabe que estoy ahí. Aunque nos ignoremos, no le soy completamente indiferente. Era lo único. Lo único que pasaba por su mente, aunque su expresión variara entre la sorpresa de tenerlo ahí y la preocupación de que notara su verdadero estado de ánimo.
—Ehm… Si, solo no encontraba la pintura.
—Demorabas demasiado.— Junsu bajó un poco más todavía, Yoochun comprendió que si cerrara la puerta sería benditamente feliz, por que Junsu temía a los lugares cerrados y oscuros. Y él moría por tenerlo entre sus brazos aunque sea un instante. Por más egoísta que fueran sus deseos. —Pensé que necesitabas ayuda o algo.
O algo, o todo. Yoochun necesitaba tantas cosas de Junsu que le resultaba corto el día para contarlas. Pero solo sonrió un poco y suspiró.
—La verdad no sé donde a dejado Boa los tacho de nuestra pintura.
—Bueno, ella suele colocar los colores fuertes en la parte superior de las repisas, ya sabes para que no esté al alcance de cualquiera.
En cuanto Junsu terminó de bajar las escaleras y sus pies tocaron el suelo, la puerta se cerró con un estruendoso ruido que provocó que el cuerpo de Junsu se estremeciera, ante la inminente oscuridad que los rodeó en ese instante. Pero Yoochun no se sintió tan dichoso como lo había esperado. Junsu tenía su rostro serio, intentaba fingirse tranquilo aunque por dentro no lo estuviera. Oh, es que Yoochun lo conocía tan bien.
—Yo… Creo que sería bueno llamar a Boa.
Park asintió sacando su celular, mucho más tranquilo que lo que las manos de Junsu demostraban que estaban.
—No tengo señal.
—Yo tampoco.
Hubo un suspiro apagado entre ambos. La primera vez que cruzaron miradas directamente y por tanto tiempo. Yoochun optó por tomar asiento en los primeros escalones. Junsu sin embargo continuó parado un rato más. Moviéndose a ratos, sobando sus manos. Completamente incómodo. Con el silencio de ambos sin aportar demasiado.
Finalmente para tranquilidad de Yoochun, Kim se sentó a su lado, en el estrecho escalón que ahora compartían y que hacía que sus cuerpos casi se rozaran.
Casi~
Maravillosa palabra que hacía a Yoochun creer firmemente que si se movía lo suficientemente desapercibido podía al menos rozar su mano, llamar su atención y volver a mirarlo a los ojos. Quizá abrazarlo en post de apoyo ante su inminente temor. Pero era pensar demasiado y actuar escasamente.
Junsu golpeteaba con el pie el suelo, la mirada ansiosa y las manos todavía encaramadas la una sobre la otra. Recién entonces se percató que al pie de Junsu se encontraba un pequeño tacho de pintura con una brocha dentro, de color blanco. Muy parecido al que andaban buscando.
—¿Por qué me has rehuido todo el día?
Las palabras de Junsu lo sacaron de sus pensamientos. Lo miró nuevamente, pero Kim solo miraba el suelo, con sus manos apretadas. Él no le rehuía, el le rehuía a la sensación de abandono que estar junto a Junsu le provocaba.
—Solo creí que era incómodo para ti estar pasando tanto tiempo juntos.
—¿No lo es para ti?
—No lo sé.
Estaba siendo sincero, mortalmente sincero ante las preguntas de Junsu mientras el muchacho aún no se dignaba a mirarlo a los ojos. Se sentía extraño, como si en mucho tiempo no hubieran compartido una charla civilizada.
Tampoco había cabida para unas disculpas que resultaban difíciles.
Él se había equivocado, Junsu se había equivocado. Ambos tan horrendamente, que disculparse no solo era incómodo sino que amenazaba con revivir viejos rencores.
Quizá Junsu tenía razón y lo mejor era empezar desde cero.
Cado uno por su lado.
—Hola.— Junsu sonrió, tan estupendamente que Yoochun por un momento se sintió perdido, aún más cuando Kim se levantó estirando una de sus manos hacía él. –Soy Kim Junsu.
—Ehm… Hola, soy Park Yoochun.
Estrechó su mano, con un abanico de emociones. Inseguridades y dudas. Todo aglomerado en una sola mirada que fue la que le envío a Junsu y fue la razón por la cual Kim sonrió un poco más.
—Seré sincero, acabo de pasar por una relación un poco ¿tormentosa? Así que no me interesa salir con nadie por un buen tiempo.— Junsu hablaba, Yoochun escuchaba. Trataba de encontrar la razón por la que de repente tomaba la brocha con pintura entre sus manos. –Sin embargo, me gustaría que nos conozcamos.
Yoochun sonrió, quitándole velozmente de las manos la brocha al menor. Manchando la punta de su nariz levemente. Haciéndolo saltar sorprendido e indignado. Pero Yoochun solo sonrió, con el déjavù entre ambos y su voz sonando tan falsamente apenada.
—Oh, lo siento. ¡Lo siento mucho!— Junsu entrecerró los ojos, una graciosa mueca en los labios. –He desperdiciado pintura del mural… Y oh, por supuesto mira como te he dejado.
—Está bien, no te preocupes.
—¿Cómo que no me preocupe? Al menos déjame recompensarte.— Yoochun se paró firme, con una pequeña sonrisa bailando en los labios. –Te invito a almorzar. Cerca hay un restaurante muy bueno que me han recomendado.
Junsu bajó por un momento la mirada, sonriendo como no lo hacía hace tiempo. Con esas sonrisas que solo Yoochun era capaz de sacarle.
—Insisto que no es necesario.
—Pero quiero hacerlo. Mi torpeza a veces no tiene límites.
Junsu se fue acercando, tan lentamente que esa sonrisa parecía hipnotizar a cada paso.
—Tal vez me bastaría con un beso.
—¿Un beso?— Yoochun acarició la mejilla de Junsu levemente, apenas un contacto. —¿No te parece demasiado pedir un beso por una simple mancha en la nariz?
—Tal vez me estoy retractando respecto a eso de no tener una relación en mucho tiempo.
Yoochun pasó su mano por la nuca de Junsu, por esa zona donde el cabello de Junsu era ya escaza y sus ojos transmitían más de las palabras que quería expresar. Ahí donde morían los remordimientos y las disculpas se amilanaban únicamente con esa escasa distancia que ahora tenían.
Podía sentir la fragancia de Junsu, su aliento, su calor. Sus ojos, su sonrisa. Su todo. Y llevó sus labios a los suyos. A los de él que sabían exactamente igual, mucho antes de que todo se malograra. Él y sus labios gruesos que se acoplaban a los suyos y hacían el contacto más efímero de lo que parecía.
Aunque fuera corto.
Aunque fuera simple.
—¿Ha valido la pena?
—Si, ha valido la pena.
Yoochun sonrió ante la respuesta del menor, sin percatarse del momento en que Kim le había quitado de la mano la brocha y ahora manchaba su mejilla torpemente. La risa de Junsu escuchando claramente.
—¡Oye!— Yoochun pasó la mano por su rostro manchado. –Habías dicho que estaba bien.
—Si, pero nunca dije que no podía tomar revancha.
Cuando la puerta se abrió y ambos giraron hacía ella, todavía muy cerca el uno del otro. Boa los miró primero sorprendida. Luego sonrió, rodando los ojos y pronunciando algo que ellos ya no pudieron escuchar pero que se asemejaba mucho a algo como ‘tanto drama y poca acción’
Yoochun retomó un poco de confianza, sus manos en la espalda de Junsu. En una especie de abrazo, cerrando los ojos ante la cercanía de sus cuerpos. Un susurro de sus labios que fue interrumpido por el de Junsu cuando cerró sus brazos alrededor de la cintura y juntó sus cuerpos.
—Te había extrañado tanto.
—Yo también, Su.
Y aunque ya no se encontraban encerrados ni en medio de la oscuridad, por que por suerte Boa había dejado la puerta abierta, Yoochun se regocijó agradablemente. Por que había obtenido un abrazo. ¡Incluso un beso! Una proyección a futuro y ese sentimiento latente entre el pecho de que esas heridas, quizá en un tiempo serían solo cicatrices.
…
…
El tiempo últimamente pasaba demasiado rápido.
Siwon lo sentía en cada momento cuando salía de viaje, regresaba y Heechul se encontraba montado en algún nuevo proyecto sea personal o laboral.
Lo veían en los planes que Minho y Changmin iban armando. Que si la fiesta, la música, la luna de miel. Que si el video, que si la ropa. Eran jóvenes, y más allá del compromiso que tanto habían buscado, también deseaban una buena fiesta, celebración, licor y descontrol. Aunque dudaba que sus padres les permitieran tal descontrol, pero al menos guardaban la esperanza.
Estaba entrando en la oficina de Yunho, luego de su viaje a China de tres días, cuando lo descubrió de espaldas mirando entre una cosa y otra. Y temió por que volviera a preguntarle por algo y esta vez la suerte no estuviera de su lado.
—Hola.
Besó su cuello, hablándole muy cerca del oído. Sintiendo el cuerpo de Heechul relajarse ante su abrazo al reconocerlo.
—Hola, ¿qué tal te fue?
—Muy bien, ya cerramos el contrato.
—Esa es una muy buena noticia.
—Aquí está.— Jaejoong entró a la oficina con una revista en la mano. Siwon se separó lentamente, notando una repentina confianza entre los dos mayores que ciertamente lo desconcertó. –Te dije que lo había visto en alguna parte. Oh, hola Siwon.
Jaejoong apenas lo miró, con una sonrisa en los labios antes de enfrascarse con Heechul en una conversación distante sobre que usar y que no en la remodelación que estaban haciendo en las oficinas y el taller de Jung. Lo cual lo llevaba a una gran duda, ¿en dónde se encontraba él?
Supuso que ese envoltorio en que el que se había convertido su oficina no era tan de su agrado, por lo que optó por salir sin hacer ruido, aunque estaba seguro que aún así no lo notarían. Lo descubrió dándole un par de indicaciones a sus empleados sobre que hacer con uno de los carros, y Siwon pensó que nunca tuvieron la oportunidad de intentar llevar las cosas en paz. A pesar de toda la historia que habían arrastrado con sus respectivas parejas.
Yunho asintió en cuanto lo vio, y Siwon pensó que si Heechul y Jaejoong habían logrado un punto estable en su relación al punto de trabajar juntos sin problemas y entre confianzas relajadas. Él y Jaejoong que habían terminado de buena forma relativamente, ¿por qué no podían Yunho y él al menos charlar decentemente?
—Hola.
—Hola, Heechul que me contó que estabas en China.
En cuanto estuvieron frente a frente Yunho se mostró complaciente con poder conversar un poco, al menos por las veces en que no tuvieron oportunidad anteriormente.
—Si, pero pude regresar antes. Todo está un poco loco por aquí ¿no?
—Si, demasiado.
Compartieron una sonrisa. Igualando el sentido de incomodidad ante el hecho de que todo aquel lugar estuviera en una remodelación que Jung no había pedido pero tampoco se quejaba.
—¿Has almorzado?— Yunho lo miró, rascando un poco su nuca y visiblemente afectado.
—La verdad es que no. Jae y Chul están tan enfrascados en eso que ni han querido salir de aquí.
—Pues yo solo he probado la comida del avión, ¿te parece que vayamos juntos?
Yunho confirmó la hora en su reloj, miró hacía su oficina un rato y luego suspiró. Era misión imposible sacar a esos dos de ahí a menos hasta que terminaran. Sonrió un poco más y asintió divertido.
—Si, por favor. O moriré de inanición.
—De acuerdo, vamos.
De pronto estaban caminando juntos, sin problemas y con pequeñas charlas sobre cualquier cosa en particular. Que si algún deporte en común. Que si la política, que si la boda del ChangMinho. De pronto Siwon descubrió que Yunho era agradable, que en otra situación como ahora, hubieran sido buenos amigos. Y tal vez, no era demasiado tarde.
…
…
—¿Disculpa?
Rain no había comido esa mañana, era la hora del receso y tampoco había tenido la oportunidad de poder llevar algo a su estómago. Quizá era por eso que sentía un retorcijón extraño en la boca del estómago. Tal vez por eso es que de repente se sentía mareado, que las piernas le fallaban y que muy probablemente su mente había retrocedido unos seis años. Y todo por culpa de aquel muchacho frente a él.
Estaba nervioso. Terriblemente nervioso.
Posiblemente más que el mismo Mir. Lo cual era inaudito.
—Dije… Que me gusta, estoy enamorado de usted profesor.
El muchacho bajó la mirada, su sonrisa esplendida brillaba por la ausencia. Y Rain seguía ahí. Más paralizado que antes, más sorprendido. Si, lo sospechaba. Si, lo atizaba lentamente en sus pensamientos. Pero en serio, no pensó en ningún momento que Mir de pronto se armara de valor y se lo dijera tan directamente. Que lo citara en la hora del receso en aquella terraza y lo mirara con tanta firmeza.
No tan pronto al menos.
Estaba paralizado, incluso podía sentir el aire de la mañana tan pesado que movía su cabello, que sacudía su ropa. Ni siquiera podía comportarse lo suficientemente decente como para darle una respuesta al menor.
Y cuando dio el primer paso, el primero directo hacía Mir…
El timbre sonó.
Y con él se esfumaron sus intentos por a menos intentar decir algo, aclarar algo, pensar adecuadamente. Mir pareció recordar que había un mundo allá afuera y respiró hondo. Lo miró con más suavidad.
—Tengo clases, con permiso.
El menor asintió sutilmente y se marchó; de la misma manera en que llegó, tan seguro e imponente, que desde los primeros segundos, derrumbó cualquier barrera en él.
…
…
—¿Entonces Dubai?
—¿No te parece muy extravagante?— Minho negó y Changmin sonrió, sacudiendo los cabellos de Choi. –Eso es muy costoso, mocoso.
—Que molesto eres…— Minho hizo un pequeño puchero. –Y no es TAN costoso.
—No, nada más un año de salario entero.
Minho rodó los ojos, dejando la maleta sobre los sillones del salón principal. Ahí, donde curiosamente su madre y la Changmin se encontraban entretenidas con un montón de carpetas, hablaban bastante. Consultaban demasiado.
—¿Qué hacen?
Preguntó curioso, sin notar la mirada reticente de Changmin desde la entrada y la manera en que había preferido mantener la distancia.
—Oh, nada en especial. Rye y yo empezábamos a ver lo de los invitados, el lugar, las invitaciones. Tantas cosas de las que definitivamente no se han preocupado.
Yoohee habló tan despreocupadamente, que Minho sintió pavor.
—Pero nosotros no queremos tanta cosa. Solo una recepción espectacular, pero en el sentido de que estén nuestros amigos, haya buena música y comida y ya.
—¿Cómo que y ya?— Yoohee se levantó indignada. –Tanto drama para que se casen como si fuera cualquier reunión, de ningún modo.
Rye entonces se levantó también. –Si tantos dolores de cabeza nos han dado, al menos déjennos encargarnos de esto. Hace un par de meses se casó la hija de Han, y fue una recepción por todo lo alto. La de ustedes no va a ser menos.
—Pero…— Minho murmuró bajito y pronto sintió la mano de Changmin sobre su hombro negando suavemente. –Es nuestra boda…
—Déjalas. Estar ocupadas las hace feliz.
La voz bajita en la que hablaron logró que las mujeres los ignoraran y volvieran a lo suyo entre muestras y menús que ya no les interesaba. Minho suspiró, pensó que Changmin tenía razón. Había que dejarlas ser. Total, estaría junto a Changmin. Se casaría finalmente con él. El resto del mundo dejaba de importar.
…
…
Yoochun sonrió en cuanto ingresaron en el restaurante. Jaejoong y Heechul parecían quejarse de haber sido abandonados durante pleno trabajo. Yunho y Siwon simplemente parecían resignados a escuchar.
La llamada de Jaejoong para invitar a Junsu a almorzar había llegado de pronto. Y Junsu pensó que sería buena idea unírsele a las dos parejas que se encontraban a punto de almorzar. Se sintió primeramente temeroso, nervioso quizá. Pero en cuanto la distancia estuvo a punto de ser saldada Junsu había tomado su mano. Con fuerza.
—Te dije que más tarde iríamos almorzar, Yunho no tenías por que venirte con Siwon y dejarnos a la buena de dios.
—Exacto, ¿qué se piensan? ¿Qué podemos sobrevivir sin alimentarnos? Eres un desconsiderado Siwon.
Y las excusas estaban a punto de llegar por parte de Jung y Choi, sino fuera por la presencia de ambos. O más bien la de Yoochun que pareció sorprender a los cuatro mientras guardaban silencio y los miraban expectantes.
—Lamento la demora.
Junsu sonó amable, con una pequeña sonrisa en los labios. Y Yoochun solo optó por asentir un poco a modo de saludo. Hubo un escaso silencio. Lento y parsimonioso, que fue roto por el mismo Junsu unos segundos después cuando rodó los ojos y bufó exasperado.
Las manos que ambos mantenían entrelazadas estuvieron a la vista, lo suficientemente en alto como para que los cuatro presentes las vieran. Yoochun apenas pudo reaccionar cuando Jaejoong se lanzó sobre Junsu para abrazarlo.
Cuando las felicitaciones llegaron, cuando Yunho pudo respirar aliviado luego del momento tenso y Siwon los felicitó de nueva cuenta. Heechul lo miró y se levantó tranquilo para abrazarlo, para susurrarle un cuidadoso ‘me alegra que ya todo vuelva a estar bien’
Fue reconfortante palpar el cariño, los buenos deseos. Fue como si en algún momento deseara echarse a llorar. Por esa felicidad que antes no conocía. Por esa gente que ahora lo rodeaba y que era parte de un mundo que hasta hace meses Yoochun desconocía. Un mundo más allá de él y de Mir. Ese mundo que le había sido arrebatado cuando era un niño, que ahora por fin rozaba con la yema de los dedos.
Ese mundo de felicidad gratuita, de paz continua.
Y de amor encerrando en un nombre: Kim Junsu.
…
…
—No olvides que mañana tenemos la exposición de Literatura.
Mir asintió tranquilo, guardando sus últimos cuadernos dentro de la maleta mientras Seungho palmeaba un poco su espalda. —¿Te esperamos?
—No, vayan. Quiero caminar solo a casa.
—Mmh… De acuerdo. Ve con cuidado.— Seungho le sonrió antes de alcanzar a los demás que seguramente ya andaban por los pasillos. El salón casi vacio de no ser por él. Respiró hondo, pero la poca tranquilidad que había guardado se esfumó en cuanto escuchó la voz de su amigo antes de salir del salón. –Hasta mañana profesor.
No necesitaba girar para saber de que profesor se despedía Seungho. El profesor de la última hora ya se había marchado hace unos minutos. Y todo ese valor con el de pronto se enfrentó a Rain durante el receso ya se había ido. Fue un momento de adrenalina, extraño y confuso en el cual ya no soportaba más seguir sin hacer nada y que el amor se le fuera de las manos, por más imposible que este fuera.
—Mir…
Quisiera poder arrancarse los oídos, no presenciar ni ser testigo de la poca voluntad que tiene de la fuerza que lo abandona cuando Rain le habla, cuando su voz se dirige hacía él y carece de sentido el resto del mundo. Pero está ahí, con su cabeza gacha, sin atreverse a mirarlo a los ojos. El valor ya se ha ido. Solo quedan vestigios de ese Mir aguerrido que enfrentó a Rain a media tarde.
—¿Si?
—Creo que tenemos que hablar.
La voz de Rain sonaba repleta de dudas. ¿Por qué se asombraba si ya lo suponía? ¿Por qué le hería saber que lo que el mayor buscaba era no lastimarlo con su rechazo? Debía estar más preparado para aquello, y sin embargo, las cosas jamás le salían como él esperaba.
—No, yo sé.— Se colocó a maleta en la espalda. Como si cargara sus ilusiones para llevarlas a otra parte, como si buscara un pequeño escape que menguara la angustia. –Yo solo quería que usted lo supiera.
—Mir, no puedo corresponderte. Somos profesor y alumno. En verdad…
Si intentaba fingir que no había cometido la estupidez de confesar sus sentimientos, quizá la vergüenza fuera menos. Pero tal vez seguiría preguntándose entonces que hubiera pasado si lo hubiera hecho. He aquí su respuesta entonces. Un rechazo vago y una mirada complaciente de Rain, como si buscara una anestesia para el corazón.
Mir sonrió, débilmente. Lo más que pudo estirar sus labios y asemejar una mueca en su rostro.
—Está bien, nos vemos mañana. Disculpe la molestia.
Su voz fue perdiendo tono.
Molestia, angustia, remordimiento. Lo que fuera. Mir no quería eso.
Quería gritarle, expresarle que no era un niño, que era casi un adulto. Que podía quererlo de la misma forma que Boa podía. Quería que creyera en sus sentimientos y al menos le cediera la ventaja de la duda. Pero no tuvo el valor, ni la audacia.
Salió lo más rápido que pudo del salón, la voz de Rain pronunciando su nombre.
Otra vez, su nombre en esos labios. Su nombre en esa boca.
Su nombre aletargadamente delicioso a sus oídos. Cuando Rain hablaba y él lo contemplaba.
Antes, mucho antes de que decidiera abrir la boca y arruinar las cosas.
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—¿Piensas casarte algún día?
—Por supuesto que lo haré.
—Pero… ¿lo harás con Changmin?
—Y ¿por qué no lo haría? Es la persona que amo.
—Pero… es un hombre.
Minho es tarde había levantado la mirada, tan impulsivamente y con tanta fiereza que la muchacha frente a él se había encogido en su asiento, recibiendo las miradas de reproche del resto de sus compañeros por igual.
—A mi no me importa si Minho es un hombre, una mujer o un simio. Es de quien estoy enamorado y no voy a permitir que cuestiones lo que siento. Si, voy a casarme con él algún día. Y ese día, contrario a ti seré feliz sin importarme lo que el resto del mundo piense.
Minho sabía, sabía tantas cosas que prefería callar. Sabía de la posición de aquella muchacha que se llenaba la boca de ser tan correcta. De esa relación de noviazgo que llevaba por mera apariencia cuando en verdad estaba enamorada de la hermana de quien era su novio ante los demás. Sabía tantas cosas que prefería mejor callar.
Esa tarde, a los pocos minutos pudo sentir la mano de Onew sobre su hombro. Esa sonrisa cálida y la expresión tranquila. Seguido de él, Joonghyun, Taemin y Key. Con los refrescos en las manos y mirando distraídos a cualquier parte como si nada hubiera pasado en realidad.
—El día que te cases con Changmin.— Había empezado Key, con una sonrisa de esas traviesas que solo a él le quedaban. –Por favor no tengan sexo en plena recepción solo eso les pido. Sean decentes al menos ese día.
Todos rieron divertidos, y el mal sabor de boca se disipó. Posiblemente la muchacha que se había quedado sola en el restaurante, quizá lloraba. Tal vez debería ir a verla y consolarla. Pero probablemente era hora de que ella misma se diera cuenta de sus errores.
Ese día caminó con sus amigos por horas, charló de largo y se divirtió como nunca.
Prometió que el día de su boda, estuvieran donde estuvieran. Él les haría llegar la invitación de su boda. Y cumpliría con su palabra de portarse lo más decente que pudiera.
…O al menos, haría el intento.
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