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Arualthings

Amor - Cap. 19

No dejes que me vuelvan a romper el corazón.



Su cuerpo estaba en un estado casi inerte.



No sentía, no percibía, sencillamente ni respiraba.

Y aguijones atacaban a su garganta en un doloroso proceso que dificultaba incluso el no mostrarse tan afectado como en realidad lo estaba.



Pero revivió cuando un tacto suave se posó en su brazo, un ligero roce producto de un olor a rosas que llegó a sus sentidos. Como si uno a uno sus sentidos de pronto despertaran él pudiera mirar de soslayo a la muchacha que se había colocado a su lado.



—Yunho.— Namin estaba ahí, como una tabla de salvación ajena que lo hacía olvidar por un momento de la mirada de Jaejoong y la furtiva vergüenza que Yoona experimentaba. –Tus padres te están buscando.— Esas palabras le hicieron recordar que estaba en pleno termino de la graduación. –Quieren tomarse un par de fotos y felicitarte por supuesto.



Si, era verdad.

Existía un mundo aparte de Jaejoong y Yoona. Había un mundo allá afuera que no desaparecía solo por que su vida amorosa fuera un desastre.



Ni siquiera volvió a mirar a Jaejoong, solo lo escuchó dar un paso hacía adelante, pero luego solo se detuvo. Él por tanto, asintió y tomó la mano que Namin le ofrecía, la apretó con fuerza, quizá demasiada para aquella muchacha. Pero ella nunca se quejó, ni dijo algo al respecto. Ni siquiera mencionó algo respecto a Yoona o Jaejoong.



Solo fue se tomó fotos junto a él y su familia, habló cuando él se quedaba callado. Sonrió por los dos. Vivió por los dos, por que él, en ese preciso instante, solo era un despojo. Y Yunho agradeció tanto tenerla ahí, que en un momento dado cerró los ojos la abrazó con fuerza. A pesar de la manera en la que Goongsu lo miró, como si estuviera cometiendo un gran error o estuviera dolido.













—¿Qué ha pasado?



Yoona sonaba intrigada, apretaba su brazo y Jaejoong solo seguía mirando hacía el lugar por donde Yunho se había marchado de la mano de Namin, y ahora sencillamente se tomaban fotos juntos, sonrisas furtivas y abrazos de por medio.



—No sabía que eras amigo de Yunho.

—¿Por qué has venido?



La pregunta de Jaejoong fue tosca, sus ojos lo miraban fuertemente y el ceño fruncido, moviéndose hacía un lado. Como si su presencia le incomodara o peor, le provocara fastidio.



—Es tu graduación, quería darte una sorpresa. No pensaba cruzarme con Yunho, pero tampoco imaginaba que ustedes fueran…

—¡No debiste venir!— Al poco rato, Jaejoong pareció pensarlo mejor y moduló su voz. –Quedamos en que nos veríamos en la noche.



—Lo sé, pero…

—Yoona… quiero estar solo.



Jaejoong había empezado a masajear su sien, como si de pronto le doliera demasiado la cabeza y con los ojos cerrado, respiraciones sutiles, mientras que Yoona solo había colocado las manos en su cadera y fruncido el ceño.



—No tienes por que hablarme de esa manera, cuando se te pase el mal humor me llamas.



Y los tacones de ella se escucharon mientras se alejaba, Jaejoong solo suspiró, regresando su mirada al lugar que Yunho y su familia ocupaba hasta hace un rato. Pero ya no estaban ahí, y el peso en su estómago fue mucho mayor.













—Eres un orgullo para la familia, y estoy muy agradecido de haber vivido para verte convertido en todo un hombre. Ahora solo te espera la Universidad y un nuevo mundo de oportunidades.



Goongsu sonrió, aunque no estaba de ánimos para hacerlo, champagne en mano y un poco en alto mientras su abuelo dirigía el pequeño brindis ante el resto de la familia. Luego vino el tradicional ‘Salud’ y todos lo llenaron de felicitaciones y abrazo.



Él estaba acostumbrado a repartir sonrisas, a ser amable cuando bien le convenía, pero hoy le resultaba particularmente difícil. Le había aconsejado a Yunho que tomara una decisión por el bien de todos.



Yunho la había tomado, y esa decisión había sido Namin.

Respiró profundo en la segunda compa de champagne que tomaba. Necesitaba algo mucho más fuerte.



—Oh, Goongsu.— Esa era la voz de su tía, cerró los ojos por una fracción de segundo y luego volvió a dibujar esa sonrisa estilizada que se le venia haciendo costumbre aquel día. –Felicitaciones muchacho.



Un abrazo de por medio y cuando la abrazó cerró los ojos.

Quería ver a Namin, aunque eso ya era más que imposible.



—Muchas gracias tía.



Y agradeció internamente la presencia de todos y de aquella pequeña fiesta organizada en su casa, que más que social era familiar. Por que de otro modo estaría en algún bar o discoteca en esta etílico tratando de entender por que su mejor amigo tenía que quedarse con la primera chica que en verdad le gustaba.



Pero Yunho no tenía la culpa.

Por que Yunho no sabía.













El amor… Podía venir de distintas maneras.

Yunho quería, necesitaba y debía creer en eso.



Se había enamorado dos veces en su vida, la primera vez de aquella hermosa mujer mayor a él, de presencia dogmatica y hermosa sonrisa, de sus manos suaves y estilizadas, de su voz dulce. De la presencia. Todo en ella era maravilloso.



De verdad la amó, con mucha fuerza, con veneración.



Pero las cosas no funcionaron, su corazón se rompió por primera vez, Yunho agachó la cabeza y aceptó que Yoona ya no lo quería. Estaba bien, aunque dolió y se perpetuó en un estado lastimero. Tuvo que aceptarlo. Quizá ella no era para él.



Entonces apareció Jaejoong, imponente, relajado, sensual. Un mundo completamente nuevo para él, una relación de odio, pasión y amor. Un juego de fuerzas y dominios. De luchar por ser el vencedor. Adrenalina pura y una pasión irrefrenable que muchas veces nublaba su consciencia.



Eso era Jaejoong en su vida, algo nuevo, pasional e irrefrenable.



Por eso le asustaba, ese mundo de posibilidades y descubrimientos que lo arrastraron hasta los pies de Kim. Al punto de lastimarlo por el miedo y de terminar lastimado por que Jaejoong quizá nunca lo amó. Por que un día Yunho abrió los ojos y se encontró enamorado.



Asquerosa palabra, que planeaba no usar más, por que carecía de sentido.



Quizá su error había sido refugiarse en ese torbellino de hormonas que era Kim Jaejoong, por que él no podía amar, no sabía como. Solo sabía salirse con la suya y ganar a como de medida, Yunho tal vez lo aprendió de la peor manera.



Pero sabía que ahora no estaba cometiendo un error. Ahora no.

Namin no era ni de cerca lo que Yoona o Jaejoong fueron en su vida.



Ella era completamente distinta, por más que conocerla hubiera sucedido de la manera menos pensada. Por más que en algún momento ella hubiera sido una mera herramienta para una vez más enfrentarse a Jaejoong.



Si lo pensaba, Namin era una victima más, incluso mucho más que él, aunque él mismo no podía considerarse una victima. Solo había sido muy estúpido al enamorarse de quien menos debía.



Pero ella había estado enamorada de Jaejoong, había sido utilizada por él, y ahora que se habían conocido, en un primer momento él también la utilizó. Namin se había enamorado dos veces de la persona equivocada.



Pero Yunho no quería que fuera así, Namin merecía una relación de amor verdadero. Era demasiado etérea para ser real, sus ojos que lo miraban con amor, sus manos que acariciaban su rostro. Ella que parecía dispuesta a estar a su lado, a comprenderlo, a quererlo de verdad.



Ella, que no interfería. Solo se hacía a un lado lo dejaba escoger.

Le daba tiempo. Aunque saliera lastimada, ella no influía en su decisión y lo apoyaba.



¿Por qué demonios tenía que Namin ser así?



Yunho sintió el roce de su piel desnuda con la de ella, con las sabanas ligeras entreveradas entre sus cuerpos y el sutil aire acondicionado dentro de aquella habitación de hotel. Era hermosa.



Su rostro dormido, apoyado sobre las almohadas, tapada apenas por la sabana que Yunho había colocado sobre ellos. Yunho acarició su rostro. No había sido sexo, de ninguna manera, había sido un acto de amor, la primera vez de ella. Y las manos de él acariciando su cuerpo con premura.



Namin era hermosa, no solo por dentro, sino por fuera.

Ella había pronunciado un ‘Te quiero’ y él la había besado con fervor, con todo el que podía, no había pensado en Jaejoong, la había visto a ella, sus ojos enamorados.



Había estado con Namin, solo con ella.

Nadie más importaba.



Entonces esos ojos pestañearon, Namin frunció un poco el entrecejo, como si le costara acomodarse a la luz de nuevo, pero en cuanto vio el rostro de Yunho, con una pequeña sonrisa en los labios y la cabeza apoyada en una mano, contemplándola. Ella sonrió y se dejó caer nuevamente sobre la cama.



—¿Qué hora es?

—No lo sé… Han de ser las diez u once de la noche.



La mano de Yunho recorrió el brazo de Namin. –Gracias por estar aún aquí.

Ella sonrió. –No te preocupes, le dije a mis padres que saldría de viaje con unas amigas.



Yunho sonrió, acariciando el rostro de ella nuevamente. Viendo su expresión adormilada mientras cerraba los ojos y se acurrucaba mejor en la cama. Namin era verdaderamente única.



Se acomodó mejor en la cama, su brazo sobre el cuerpo de ella. Abrazándola lo mejor que podía, susurrando muy cerca de su oído, una petición que sonaba más bien a confesión.



—Namin… Por favor no dejes que me vuelvan a romper el corazón.



Por que Yunho sabía en esta ocasión.

Que Namin era la indicada.













“Tomó mi corazón, y luego simplemente se marchó. Olvidó volver por mí. ¿Dónde está? ¿Se perdió en el camino a casa? Por favor, si alguien lo ve, díganle que trate de volver.”

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