De promesas, ambigüedades y sistemas.
Si cerraba los ojos, en ocasiones Minho podía percibir las miradas de las demás personas sobre su espalda. Murmuraban y hablaban infinitas cosas que calaban dentro de sus pensamientos y lo volvían, en ocasiones, un poquito más inseguro.
No le gustaba sentarse en aquella banca en el patio central del instituto. Las miradas se posaban con más facilidad sobre él, y desde un comienzo cuando hubiera pisado aquel instituto y la popularidad de su hermano y los hermanos Kim fuera tan evidente, se había abstenido de ser tan extrovertido.
Se había caracterizado por ser en extremo sociable, vivaz y des complicado. Sarcástico, irónico en ocasiones. Llamaba la atención de las personas con facilidad y a veces sin pretenderlo. Hasta que descubrió lo que era popularidad en verdad y llegó hasta aquel lugar donde veneraban cada respiración de Choi Siwon o de Jaejoong o Junsu o Changmin en su defecto.
No había sido inseguro, hasta que conoció a Shim Changmin.
La gente había murmurado cosas cuando Changmin había salido durante un tiempo con Rain, pero parecía ser noticia nacional, que ahora, él y Changmin salieran. Las especulaciones, las ideas de que estaba mejor con alguien maduro y mayor como Rain, lo molestaban, lo hacían sentirse inseguro.
Minho era divertido, entusiasta, sociable, perfecto para todos.
Excepto para estar con Shim Changmin.
Parecía quedarle grande el papel de estar junto a alguien que prosperaba, era inteligente, educado, y que sin duda heredaría las empresas de la familia. Minho no parecía estar a la par.
Entonces Minho sonreía, fingiendo que aquello no le afectaba. Trataba de hacer oídos sordos y apretar fuertemente la mano de Changmin, para tratar de entender las razones por las cuales Changmin se había enamorado de él. Luego lo miraba a los ojos y la paz llegaba, como un bálsamo absoluto que eliminaba los susurros y miradas ajenas.
—¿Con sueño?
Minho abrió los ojos, Changmin acababa de sentarse junto a él en aquella banca, con un pequeño libro entre las manos, y las miradas de medio instituto se posaron otra vez sobre ellos. Minho no entendía, ¿por qué de pronto Changmin lo había elegido a él? Y temía preguntar. Temía que no hubiera una razón y de pronto ese sentimiento desapareciera.
—No, en realidad. Solo pensaba.
—¿Y en qué?
Changmin pareció ocuparse, buscando la última página que había leído. Minho contempló su perfil, sus pestañas no tan grandes y sus labios gruesos. Entonces sonrió.
—Nada en particular, tonterías sin importancia.
Cuando Changmin levantó la mirada con sus ojos clavados en su rostro. Minho sonrió. Había una razón. Los ojos de Changmin lo veían con esa chispa diferente que es tan notable y embelesa. Había una razón, por la cual Minho algún día preguntaría.
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Lo odiaba.
Odiaba tener que comportarse como un adolescente enamorado, escapándose a horas de la noche, yendo hasta la casa de Minho, viéndose a escondidas. Era tan asquerosamente cursi que incluso le provocaba escalofríos.
Él no estaba para estas cosas, es más ¡él ya debería estar casado!
Suspiró resignado. Minho siempre lo llevaba a hacer cosas estúpidas, poco verosímiles y carentes de entendimiento humano. Y a veces, sencillamente no le importaba. Pero esto era ridículo. Y sin embargo por alguna razón, haber encontrado la forma de ver a Minho, aunque fuera a escondidas, calmaba un poco su afectada relación.
—¿Dónde estabas?
La voz de Ohn cerca de las escaleras lo paralizó. No había echo ningún ruido.
¿Cómo es que su padre lo había encontrado?
Detrás de él apareció Rye, y entonces Changmin palideció, bajó la pierna que había levantado para subir el siguiente escalón y bajó lo poco que había avanzado, con un suspiro en los labios y el rostro agotado.
—Salí a ver a Minho.
—Vaya, al menos eres sincero.— Ohn se cruzó de brazos, mirándolo con recelo a pesar de Changmin solo apretara un poco sus puños. –Es bueno, por que Yoohee y Taesung, ya nos habían llamado para comentarnos acerca de tu ‘inusual’ visita.
Los ojos de Changmin mostraron sorpresa. Carente de pretensiones. Pero en ese instante Rye suspiró, mirando a su esposo y luego a su hijo.
—Creo, Changmin. Que ya han entendido el por qué del castigo, ¿verdad?
Ciertamente, no. Changmin no entendía aún el por qué.
—Empatía, Changmin.— Ohn habló con parsimonia. –Para que entendieran como se sienten ahora Junsu y Yoochun. Para que además se dieran cuenta de lo horrible que es que intenten manejar tus afectos, acciones y emociones, por un bien externo al suyo.
Shim bajó la cabeza, se oía peor cada que se lo recordaban. En realidad ellos no habían actuado con maldad. Al menos no con la intención de dañar. Con egoísmo tal vez, pero jamás con ganas de herir a alguien.
—Eres un adulto, Minho también lo es. Ya no tenemos por qué castigarlos. Solo enseñarles lecciones de vida. Lo has entendido. ¿Cierto?
Los ojos de Changmin viajaron directos a los de su madre.
—Eso quiere decir que…
—Puedes ver a Minho, solo… ¿A dónde vas?
Changmin que ya había caminado de regreso a la puerta principal, detuvo sus pasos y sonrió. Sinceramente.
—Pensaba ir a ver a Minho.
—Acabas de verlo.
—¿Y?
Lejos de sarcasmo, Changmin miró interrogante a Rye y ella solo sonrió divertida mientras Ohn negaba con la cabeza presa de esa efusividad que los jóvenes tenían cuando estaban enmarados.
—Anda, ve rápido antes de que me arrepienta.
Ohn sacudió un poco su mano y Changmin sonrió ampliamente en esta ocasión, agarró por el rostro al hombre y besó su mejilla, de igual forma con su madre y lo apresurado que se encontraba de pronto.
—Gracias.
Y luego de eso, sencillamente abandonó la mansión.
…
…
—Es impresionante como el ser humano por convicción y voluntad propia es masoquista.
—¿Por qué lo dices?
—Por ti. Prefieres alejar a Yoochun, en vez de intentar arreglar las cosas. Y hablar.
¿Cuándo Eunhyuk se había convertido en un hombre maduro?
No llegaba al entendimiento de Junsu, como aquel muchacho desaliñado, tímido y algo inseguro de pronto se había convertido en aquel hombre que ahora le aconsejaba y lo miraba con desaprobación por su actitud, según sus propias palabras, infantil.
Aunque claro, para aquello, habían pasado años de amistad intacta, de su propia influencia en el joven hombre que Eunhyuk era, modestia aparte, pero sin duda Eunhyuk incluso lo había sobre pasado. Era ahora un hombro en el que apoyarse y que lo guiaba cuando más perdido se encontraba.
Suspiró por quinta ocasión, sentado en la blanda cama de su habitación, en medio de la oscuridad de la noche y la poca luz encendida desde del baño en la recamara. Desajustó la corbata en su cuello, y pensó que por un momento esa tranquilidad era tan voluble que le traía buenos, o malos recuerdos. Dependía del punto de vista en que se viera.
Tomó una decisión en el momento en que se encontraba despojándose de sus zapatos. Giró hacía la pequeña mesita de noche donde se encontraba su celular con poca batería y buscó entre la lista de contactos el nombre de esa bella mujer que conocía desde hace años.
Esperó un par de tonadas, y su suave voz lo recibió como siempre. Amable y encantadora.
—Junsu, que bueno que me llamas. Estaba a punto de marcarte.
—Hola, Boa. En realidad necesitaba pedirte un pequeño favor.
—Claro, tú dirás.
Inseguro todavía, Junsu suspiró.
Remediar las cosas no era lo importante. Lo importante era ese instante cuando las convicciones se vuelcan contra uno y enmudecen el prototipo calmado de apología.
…
…
Era muy tarde ya, cuando Changmin finalmente se estacionó frente a la residencia Choi.
Sin embargo, y a pesa de la hora, con su oscura pijama. Minho lo esperaba en la puerta, con una sonrisa amplia y devastadora que impulsó a Changmin a caminar cada vez un poco más rápido mientras Minho hacía lo mismo hasta él.
—¿Lo puedes creer? Se acabó esta locura.
Minho sonó emocionado, pasando los brazos por su cuello en un fuerte abrazo y sus cuerpos estrechos en una flamante expresión de añoranza.
—Si, la verdad esta tontería de vernos a escondidas me tenía cansado.
Minho rió un poco, suspirando y pasando una mano por su cabello. Como si un peso se librara sobre su espalda. Changmin lo contempló un instante, preguntándose si Yoohee y Taesung le habían hecho entender también a Minho el por qué del absurdo castigo.
—Supongo que esto nos queda de experiencia.
Changmin sonrió. –Si, a la próxima no te sigo en tus planes improvisados.
Choi frunció el ceño indignado y Changmin rió divertido en esta ocasión, tomando por sorpresa a Minho de la quijada para depositar un corto beso en sus labios.
—¿Quieres entrar?
La propuesta de Minho fue tentadora, pero Changmin resignado prefirió negar.
—No lo creo, tus padres están dentro y…
—Ellos se acostaron a dormir hace un rato.
Minho había sonreído, de esa manera tan relevante que convencía a Changmin de hacer cualquier cosa que el menor se propusiera. Y había sellado aquella orden escondida como invitación, con un beso. Un beso que derrumbó a Changmin y que lo hizo querer buscar contacto con esa piel.
—Está bien, pero no hagamos ruido.
Entre el beso, Minho sonrió. Sintiendo las manos de Changmin fuertemente posadas sobre su espalda. Sus labios jugando sobre su boca, apoderándose y contagiando esa voluble pasión que de pronto los albergaba.
Por que se habían extrañado, sus bocas, sus manos, sus alientos.
Su ser entero, había extrañado a su complemento. Y cada que cerraba los ojos, se convencía un poco más de que ese, era el lugar al que pertenecía.
…
…
—Entonces, recuerden que estamos a pocos meses de finalizar en año escolar. Es su último año por tanto deben esforzarse el doble. Por el momento concluiremos con la lectura respecto a la literatura francesa. Que irá dentro del examen final.
Rain se deslizaba por el salón, las miradas inevitablemente lo seguían, era como un imán a los sentidos. Fugaz y atento que permanecía aunque la retina se volviera predecible y planeara guardarlo para siempre.
Era sin duda su caminar, el andar y la forma elegante con la que solía pararse frente a todos mientras leía de aquel libro en sus manos capturaba una atención de la cual se había apoderado desde el primer momento en que puso un pie en ese salón.
Y no era novedad, que ese encanto repercutiera en la gran cantidad de estudiantes.
Si lo pensaba con tranquilidad, era como un circulo vicioso. Mir tenía mala suerte en el amor. Aunque amor como tal no era, por que no había tenido la oportunidad de tener una relación lo bastante seria como para decir que tenía experiencia.
Sin embargo que en un principio le hubiera gustado Changmin, y ahora Rain. Era simplemente masoquismo.
Suspiró mirando las pocas anotaciones en su cuaderno mientras los pasos de Rain todavía resonaban en el salón, mientras algunos escuchaban atentos y otros conversaban imperceptiblemente. Maldito momento en el que había posado su mirada en aquel hombre.
Si bien la presencia de Rain había evacuado a Changmin de su sistema. Había logrado en él cosas peores. Por que si Changmin estaba demasiado lejano, Rain lo estaba mucho más. Y suspiraba y suspiraba. Cual muchacho ridículo y cauteloso por ser descubierto.
La hora de clase transcurría y él casi se perdía entre su mala suerte y lo poco que faltaba para que el año se acabara. Maldecía estar en su último año, por que entonces no lo vería más. Entonces volvía a suspirar, y las anotaciones vagamente incrementaban.
Contrario a eso y esa actitud despreocupada que de un momento a otro Mir había adoptado. Rain guardó silencio un instante y observó al menor, que parecía no haber escuchado su reciente orden del leer el poema en la página siguiente y analizarlo.
El mutismo en el salón era agradable, acompasado por suaves sonidos externos que ahuyentaban cualquier razón para empeorar el estupendo estado de ánimo en el que se encontraban. Mir demoró en percatarse del silencio que había y en que todos parecían estar ocupados en algo.
Miró de un lado a otro, y antes de preguntar a uno de sus compañeros, levantó a mirada y observó a Rain. Craso error, el hombre lo miraba fijamente, como intentando descifrar lo que ocurría por esa joven e inexperta cabeza suya.
Los nervios hicieron su aparición y un desgastado rubor cubrió sus mejillas de inmediato antes de bajar la mirada y fingir que buscaba la hoja adecuada en el libro de estudios. Mirando de soslayo a sus compañeros para ubicar la página y ver en lo que trabajaban.
Rain entonces se quitó los lentes del rostro, masajeó un poco su nariz. Y suspiró.
Fueron tres segundos, pero Rain pudo darse cuenta fácilmente de lo que pasaba por esa joven e inexperta cabeza de Mir.
…
…
—Traigan los calamares para poder agregarlos en el plato, por favor.
Desde esa perspectiva, Jaejoong era realmente inspirador. Parecía vigilar cualquier detalle dentro de la cocina. Cada plato, cada postre, cada ínfima cosa que pudiera estar en mal estado o sin cuidado. Yunho lo comprendió cuando entró en la cocina del restaurante aquella mañana.
Apenas se había asomado por la puerta y los meseros entraban y salían cada tanto, apurado y ocupados en sus quehaceres, consultó la hora en su reloj. Eran casi las once de la mañana. Y si suponía bien, Jaejoong ni siquiera había desayunado.
—Señor, lo buscan…
La mujer rubia que se había acercado a Jaejoong habló en una voz realmente baja y tímida, pero Kim había levantado un poco la cabeza, identificado de inmediato y sonreído.
—Espérame un momento.
Yunho asintió, complacido de aquella expresión que Jaejoong le había regalado en ese instante. Y esperó lo que tuvo que esperar. Que terminara de decorar el plato, que diera un par de indicaciones más a los otros chefs.
Finalmente Jaejoong se había acercado, quitándose el mandil y con una fresca sonrisa besado sus labios. Oh, hermosas vibraciones que se extendieron por su cuerpo entero. Satisfacción y cariño absoluto.
—¿Qué te trae por aquí, Yunho?
—Bueno pensé en tomarme la mitad de la mañana libre. Seguro no has desayunado y por si no te has dado cuenta, siempre has sido tú quien me saca del trabajo. Ahora lo haré yo.
Jaejoong sonrió, divertido y alejándose un poco ante el pequeño abrazo que habían compartido. Casi no lo pensó. Lo presentía, por eso había demorado tanto en ir hasta él. Asintió con tranquilidad y sostuvo su mano.
—Está bien. Un poco de descanso me vendría bien.
Yunho empezó a caminar de regreso al estacionamiento donde su auto se encontraba, contrastaba con la gran mayoría de autos lujosos que eran los clientes de la familia Kim. A veces le contrariaba el hecho de esa impresionante distancia que había entre sus ingresos con respecto a Jaejoong.
Luego, Jaejoong parecía tan cómodo en su departamento. Más cómodo que en su lujosa casa y Yunho olvidaba las tonterías. Jaejoong era feliz, donde él estaba. Y él era feliz donde Jaejoong se encontrara. Mediaban entre sus estabilidad y construían esa pequeña estabilidad con esfuerzo y tranquilidad.
…
…
Minho abrió los ojos lentamente, boca abajo contra la cama, y la ligera sábana cubriendo a medias su cuerpo. Una complaciente sonrisa en el rostro mientras capturaba la mirada de Changmin sobre él, justo a unos pocos centímetros de su cuerpo.
—Hasta que despiertas.
—¿Dormí mucho?
Changmin negó. –No, pero pasan de las once.
—¡Eso es mucho!— Minho se sentó, pasando una mano por su alborotado cabello. –Perdí las dos primeras horas de clases en la universidad.
—Yo también, aunque pude haberme ido cuando desperté.
—¿A qué hora te despertaste?
—A las ocho.
Minho enarcó una ceja, Changmin sin embargo seguía recostado junto a él. Perezoso de siquiera levantar un poco más la cabeza.
—¿Y por qué no te fuiste?
—Era más cómodo aquí.
Changmin se encogió un poco de hombros y Minho sonrió deliberadamente, exhalando un poco de aire por la quietud y el ligero silencio que había dentro de la habitación.
—Estaba pensando, ahora que todo a medio pasado… ¿Volveremos en algún momento a nuestro plan inicial?
—Mmh…— Changmin elevó un poco la mirada. –Yo aún quiero casarme, supongo que si.
Esta vez no hubo un abrazo efusivo o un grito de aliento ante la noticia recibida. En verdad, en esta ocasión, Minho sonrió ampliamente, acarició un poco el rostro de Changmin y se recostó a su lado.
—¿Nos casamos en las vegas a escondidas entonces?
—Si no hay de otra… Si.
Minho rió divertido, cortando su carcajada en el momento en que Changmin besó sus labios de improviso y luego se alejó con una sonrisa en las facciones de su rostro.
—Hablo en serio.
Por primera vez Minho quiso aferrarse a esa intempestiva efusividad por parte de Shim y suspiró, con el calor corporal abrigándolo y el aroma de Changmin aún permanente, fusionándose con el suyo. Paz y calor, planes y metas confiscadas en medio de sus besos ausentes.
…
…
Las paletas de las muestras de colores estaban por todas partes.
Había también imágenes de pequeñas decoraciones por un lado y por otro, cuadros, y demás artilugios que servían para decorar estancias o lugares. Siwon miró curioso cada cosa que había sobre el escritorio de Heechul.
—¿Qué haces?
Colocó sus manos en la delgada cintura de Kim y él solo pareció un poco sorprendido antes de girar un poco su rostro y besar sus labios.
—Planeo re decorar la oficina de Yunho.
Ahora que el trabajo de la fusión de empresas había terminado, ambos parecían tener un poco más de tiempo libre y Heechul al parecer, ya había encontrado en qué ocuparlo. Miraba receloso las muestras en sus manos, concentrado en la decisión que estaba a punto de tomar.
Siwon admiraba realmente ese empeño que Heechul ponía en su trabajo, no importaba la magnitud de este. Apoyó la quijada en el hombro de Heechul sin hacer demasiada fuerza, y trató de hallar la diferencia entre aquellos dos colores que mantenían indeciso a Kim y que para él eran prácticamente el mismo color.
—¿Cuál te gusta más Siwie?
Los dos colores estuvieron frente a sus ojos. Y Siwon decidió dejarlo a la suerte.
—El de la izquierda.
Heechul sonrió deslumbrante. —¡Es perfecto! Es el mismo en el que estaba pensando.
Kim lució incluso más entusiasmado que antes al descubrir que compartía el mismo gusto en colores con Siwon. Aunque Choi más bien se inclinaba por que aquello había sido un flechazo de suerte.
Pero, ¿había sido suerte en verdad?
O… ¿una maravillosa conexión estática?
De cualquier forma, Siwon continuó abrazado a él, aspirando su sofisticado aroma. Tan propio de él, tan embelesadoramente Kim Heechul.
…
…
—Estuvo delicioso.
Jaejoong limpió su boca con cuidado, complacido con el lugar que Yunho había elegido para su desayuno – almuerzo. Sin embargo Yunho había estado particularmente callado el día de hoy, a pesar de los varios intentos de conversación que Jaejoong había empezado, pero que morían después de unas cuantas frases compartidas.
Yunho estaba extraño, no estaba ausente. Más bien estaba relativamente pensativo. Conectado con él, pero parecía divagar entre los matices de sus acordonados impulsos que no terminaban de salir y mantenían en el vilo a Kim.
—¿Nos vamos?
Se había levantado de pronto, sorprendiendo a Jaejoong que ni cuenta se había dado del momento en que Jung canceló. Absortó en mirarlo, a Jaejoong no le quedó más que levantarse y caminar junto a él hasta la salida.
Lo miraba a ratos mientras caminaban hasta el auto, la salida habían empezado bien. Pero entonces Yunho se había sumergido en sus pensamientos como si no se atreviera a decirle algo, o no hallara el momento adecuado.
—Jae…— Inesperadamente Yunho le había abierto la puerta del auto, y aunque se sintió algo extraño, prefirió entrar, mientras Yunho sostenía la puerta, empezando a cerrarla con su entrada. —¿Por qué no nos casamos?
¿Qué?
La puerta se había cerrado, Jaejoong se había quedado estupefacto mirando el lugar que Yunho hubiera ocupado hace un momento antes de cerrar la puerta con cuidado.
El dijo… ¡¿qué?!
Fueron años para Jaejoong hasta que Yunho ingresó del lado del conductor y se sentó junto a él en el modesto auto propiedad de Jung.
—¿Qué dijiste?
Su voz fue como un susurro, disperso y etéreo ante la imagen relajada y tranquila por parte de su pareja, que parecía no haber dicho nada en realidad.
—Yo no he dicho nada.
—¡Claro que lo dijiste! ¡Me pediste matrimonio!
Yunho frunció el ceño. Oh, Jaejoong tuvo tantas ganas de mandarle el puño a su rostro. En realidad parecía no entender. ¡Era un descarado! Se estaba haciendo el desentendido por completo.
—No juegues Yunho. Te escuché a la perfección.
—Entonces, ¿por qué preguntas?
Aquello… ¿Fue una pregunta o una afirmación?
Yunho encendió el auto y este arrancó a una velocidad prudente entre las calles de Corea, Jaejoong volvió a suspirar, mirando fuera de la ventana. Dando vueltas a aquello que había llegado de pronto y había comprimido su estómago.
—Y… ¿si en verdad lo hubiera dicho?— El comentario casual de Yunho lo hizo levantar la mirada nuevamente. —¿Qué me dirías?
Jaejoong sonrió. –Tal vez te diría que si.— Pero luego levantó sus hombros, en un gesto despreocupado, mientras regresaba su mirada a la calle. –Pero como no lo dijiste, ¿Quién sabe?
Yunho rió, tan alegremente. Masculino y efusivo mientras mantenías las manos en el volante. Frenando en una de las calles cuando el semáforo varios carros más adelante, cambió a rojo.
—Entonces, Jae… ¿Te casarías conmigo?
Jaejoong se estiró un poco, sin soltar el cinturón de seguridad y besando los labios de Yunho con parsimonia. —…Tal vez.
Antes de que Yunho pudiera decir algo de nueva cuenta, el semáforo había cambiado y los carros empezaban a sonar sus claxon. Impulsando a Yunho a continuar y mirar divertido a Jaejoong, quien ya había cerrado los ojos disfrutando del viaje de regreso al trabajo.
…
…
Tenía tiempo sin ir a aquel lugar.
Llegó con un delicioso pastel entre las manos. Una sonrisa plasmada en el rostro y justo antes de entrar respiró profundo. Sus problemas personales lo habían alejado lo suficiente de todo aquello.
El asilo se posaba ante sus ojos limpio y pulcro como cada vez que iba. Se quedó justo frente a la puerta del salón principal donde los mayores se reunían para ver televisión o simplemente sentarse a conversar.
—¡Yoochun, eres un tramposo! ¡Muchacho del demonio, eso no es jugar póker!
La voz de uno de los mayores lo desencajó por un momento. Escuchó solo un segundo después la risa de Park, evidentemente divertido y se asomó un poco. Yoochun estaba sentado en una de las mesas, rodeado por varios de los ancianos del lugar jugando cartas con ellos.
Apretó con fuerza la charola donde reposaba el pastel que había llevado. No tenía la menor idea de que Yoochun había seguido yendo después de aquella vez que lo invitó. Entonces, su corazón latió apresurado.
Aquella imagen, su sonrisa, la forma en la que parecía haber congeniado al fin con todos ahí, lo hizo suspirar apesadumbrado.
—Oh, Junsu…
La enfermera tras de él lo asustó. –Kinhin, me tomaste por sorpresa.
—Lo siento.— Ella sonrió. —¿Por qué no entra? Han estado preguntando mucho por usted, hace mucho que no venía.
Junsu mordió un poco su labio inferior.
—La verdad no creo poder hoy, ¿podrías entregarles esto?— Estiró un poco el pastel y la muchacha lo tomó sin problemas. –Solo no les digas que lo he traído yo. O sino me reprocharán la próxima vez no haber entrado. Estoy algo apurado hoy.
La mujer pareció dudar un poco, pero al final solo asintió. Junsu deslizaba su mirada hacía el interior constantemente. Y ella sonrió.
—¿Tiene mucho tiempo viniendo?
—¿Quién? ¿Yoochun?— Junsu asintió sutilmente. –Si, bastante. Se me hacía raro en un inicio que viniera sin usted, pero ya luego… Se nos hizo costumbre verlo por aquí.
Más risas, Junsu bajó un poco la cabeza, y escondió las manos dentro del pantalón.
—Bien, me tengo que ir.
—¿Está seguro que no quiere entrar?
La muchacha parecía presentirlo, pero Junsu únicamente asintió y empezó a caminar.
—Si, vendré otro día. Cuida bien de todos.
Casi de inmediato, como si huyera de algo, Junsu avanzó hasta el estacionamiento, se encerró dentro de su auto un par de minutos y luego arrancó.
…
…
—Adiós, no molesten demasiado a las enfermeras.
—Cuídate muchacho que la próxima partida de póker no nos ganas.
—¡Ya dejen al muchacho lindo! Cuídate y vuelve con bien. Y si es posible con Junsu agarrado del brazo.
Varias de las ancianas rieron divertidas mientras los hombres murmuraban cosas inentendibles, Yoochun sacudió su mano una última vez y salió del ancianito, casi cuando la noche empezaba a posarse en el lugar.
Respiró hondo, un poco cansado. Pero contento con el hecho de no tener clases en la universidad ese día. Mir se encontraba sentado en una de las bancas cerca del césped principal, andaban en su celular y parecía recién duchado.
—¿Y esa novedad? ¿Viniste a recogerme?
Mir levantó la mirada y sonrió. –Si, no puedo desproteger a mi hermano así como así.— Yoochun enarcó una ceja y Mir rió brevemente. –Está bien, estaba en la casa de un amigo haciendo unos deberes y decidí pasar por aquí para irnos juntos.
Esta vez Mir se levantó de su asiento y Yoochun notó con pesar que su hermano menor ya lo estaba pasando en altura. Era exasperante.
—¿Ves? Eso me suena más convincente.
Caminaron un par de metros antes de terminar la cuadra, hasta que una pareja, bajando cosas de un auto los detuviera. Mir incluso sintió su corazón bombear fuerte al distinguir a Rain, a pesar de que la presencia de Boa, igual que cuando la vio en el instituto, le dejó un sabor amargo.
—¿Boa? ¿Qué haces por aquí?
—Oh, Yoochun.— Ella sonrió, con su cabello recogido y su ropa informal. Yoochun recordó por que le había gustado tanto la primera vez que la vio. Boa besó su mejilla y sonrió. –Aquí preparando todo para una nueva obra justo para este acilo. ¿Y tú?
—Vengo de visitarlos un momento. No sabía que estabas trabajando en algo.
—Pues si, fue un plan algo exprés si podría decirse, junto con Rain.
Jihoon se acercó, cruzando sus manos y asintiendo ante la presencia de Mir junto a Yoochun quien ya había sonreído apenas.
—Ni siquiera sabía que se conocían.
—Si, fuimos compañeros en el instituto.— Boa sonrió, golpeando suavemente el brazo de Rain. –Pero como este malvado se fue al extranjero y me abandonó. No habíamos podido hacer más trabajos de caridad juntos. Pero ya que regresó lo voy a poner al tanto.
Rain sonrió. Y Mir se sintió peor a cada momento. Era casi la misma historia de Yoochun y Junsu, al menos en la forma que supuestamente se conocieron. Lo que los unía. Las miradas la madurez y la edad que compartían. Oh, Mir se sintió tan estúpido por fantasear con ideas absurdas que nada más cabían en su cabeza.
—Le había comentado a Boa.— Empezó a hablar Rain, con una sonrisa fugaz en el rostro. –Que sería buena idea llamarte, estábamos preguntándonos quien tendría tú número. Tú sabes… a parte de Junsu.
Yoochun asintió, un poco contrariado pero amable.
—Me encantaría participar, ¿cuándo es el evento?
—Mañana a las nueve en punto. Vamos a arreglar este lugar, pintarlo, adecuarlo un poco más. Ya sabes.
Los tres mayores parecieron sumergirse en esa burbuja de abastecimiento, y Mir se movió incómodo. Comparecido ante las conexiones que habían y que él no poseía. Inconsciente de la preocupada mirada que Rain lanzaba sobre él cada tanto.
…
…
—Este hotel del centro, también esta adecuado para la siguiente fusión de compañías, ¿no crees?
Heechul asintió, Siwon parecía muy concentrado en los papeles que tenían entre manos. Ambos sentados en el salón principal de residencia Choi. Pero era ya de noche y en verdad le placía dormir, aunque le resultara incómodo hacerlo en la casa de Siwon.
—Creo que es tarde, Siwon. Ya debería irme.
Heechul consultó su reloj y suspiró. Sin embargo Siwon únicamente había dejado de lado los papeles y levantado una ceja.
—¿Y por qué no te quedas a dormir?
—Ehm…— Heechul dudó. –Están tus padres y dormir juntos… no sé, Siwon.
Choi rodó los ojos, con una sonrisa burlona en el rostro.
—Changmin durmió ayer aquí, apenas nuestros padres y los de Changmin les permitieron verse de nuevo.
—Oh…
Siwon sonrió, viendo la forma en la que Heechul abría los ojos sorprendido. Pero prefirió no acotar nada cuando vio a Minho pasar justo detrás del sillón, pegado aún al teléfono.
—Este muchacho, lleva como dos horas hablando por teléfono.
—Siwon déjalo. De seguro habla con Changmin.
—Es eso lo que lo hace divertido.
Heechul lo miró con interrogante, mientras Siwon se dirigía a la pequeña mesa junto al sillón lateral y desconectaba un pequeño cable que se ajustaba a la base del teléfono inalámbrico. Entendió de inmediato, y el grito de Minho no se hizo esperar.
—¡Siwon! ¡Maldita sea, se que fuiste tú!
Y las risas llegaron, casi de inmediato.
…
…
Esa mañana estaba reluciente.
Había una claridad asombrosa, un viento ligero y por suerte mucha gente había acudido a ayudar con lo del acilo. Cuando Yoochun llegó, con una pequeña gorra en la cabeza, tuvo que abrirse paso puesto que Boa ya se encontraban dando instrucciones a los presentes.
Suponía que Rain llegaría en la tarde, cuando las clases en el instituto terminaran. Entre las personas que empezaban a dispersarse, Yoochun por fin pudo hallar el modo de llegar hasta ella.
Y había estirado su mano cuando una mujer lo empujó sin pretenderlo por el lado derecho, cayendo sobre un muchacho de vestimenta clara y gorra blanca.
—Oh, lo siento mucho.
Fue como si el destino le mostrara una vez más lo mucho que le gustaba jugar con ellos. Junsu había levantado la mirada, con la gorra blanca en su cabeza cubriendo sus cabellos. Se miraron por un instante. Olvidando como hablar. Olvidando la última vez que habían estado tan cerca.
Yoochun retrocedió un par de pasos, asintiendo a modo de saludo.
Junsu seguía inmóvil.
—Bien, ustedes dos son los únicos que me faltan.— Boa se había colocado entre ambos, con una pequeña carpeta entre las manos, leyendo ávidamente la información. –Se van a encargar del ala derecha del asilo. Solo pintar, los colores se los entregaran en bodega.
Ella sonrió, como si nada ocurriera y ambos fueran lo suficientemente maduros como para trabajar sin problemas. Se fue creyendo en ello. Y Yoochun pasó una mano por su frente. Tensionado e incómodo.
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Cuando su relación con Minho empezó, por su propio peso acaecieron muchas dudas, miedos e interrogantes que entorpecían su actitud demandante y segura que siempre lo había caracterizado.
Y es que junto a Choi Minho, Shim Changmin no podía ser simplemente tan descarado como usualmente podía serlo. Ambos habían ido por su propio camino durante un tiempo. Minho sabía de Rain, pero él no sabía absolutamente nada de aquel sujeto con el que Minho había salido, o algo parecido.
¿Era tan importante ese sujeto como para resguardarlo en un secreto?
…Incluso sobre él.
Lamentaba las insinuaciones de la gente, esa que sus oídos escuchaban por error. ‘Minho es extrovertido, entusiasta, divertido. ¿Cómo puedes estar con alguien con Shim?’ Nunca supo si lo hacían con el ánimo de hacer sobresalir a alguno de los dos. Pero aquello lo acosaba.
¿Y si Minho se aburría?
Si el amor le era fugaz, ¿y si prefería volver con aquel otro sujeto?
Changmin sencillamente no podía tomarse las cosas con calma ni dejar la relación fluir cuando pesaba la mirada de los demás sobre su espalda, y la sombra dispersa de aquel sujeto que le había demostrado con su presencia, lo odiosos que pueden ser los celos. Lo enloquecían.
A veces, solo a veces miraba por largo ratos a Minho, tratando de hallar la razón, por la que le podía decir con tanta facilidad que lo amaba, cuando a él le costaba tanto. ¿Por qué lo amaba? ¿Por qué él era mejor que el otro sujeto? Quería saberlo, para poder incrementar aquello y que Minho no lo dejara.
Pero al mismo tiempo le asustaba saberlo.
Y descubrir que se pudo haber tratado solo de un golpe de suerte.
—¿Con sueño?
Al fin había llegado hasta Minho, sus pestañas largas y sus ojos grandes y negros lo recibieron de inmediato, con una pequeña sonrisa y una expresión relajada. Changmin no entendía, como esa amistad en algún momento se volvió necesidad y luego lo llamó amor.
—No, en realidad. Solo pensaba.
—¿Y en qué?
Se sentó junto a él, con esos temerarios pensamientos deambulando todavía, fingiendo que leía algo en el libro que había traído solo para que no notara, lo mucho que le importaba.
—Nada en particular, tonterías sin importancia.
Cuando Minho le ocultaba cosas tan sencillas como esas Changmin suspiraba, miró los ojos del menor y se sintió en paz en cuanto la sonrisa de Minho lo alcanzó. Era en esos momentos que dejaba de importarle como había sido la transición de amistad – amor.
Estaba enamorado de él y ya.
Solo eso importaba.
Solo eso, y que Minho, lo quisiera siempre de la misma manera.
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