El chico Nuevo cap 7

Me levanté muy cansado, gracias a Mizato no logré dormir bien pensando en que podría volver a entrar. Desayuné entre muchas risas y conversaciones sin sentido, mi desgracia fue me sentaron junto a Mizato que no dejó de molestarme con sus manos bajo la mesa. Por fin escuché la bocina del auto de Junho que fue como mi salvador personal. Tomé mi chaqueta y antes de que pudiera salir mi madre me abordó.

- ¿A dónde crees que vas? –me dijo con una media sonrisa.
- Mamá tengo nuevos amigos, déjame disfrutarlo mientras me duren –no quise ser duro con ella, pero ya me tenía harto.
- Por lo menos lleva a Mizato para que no se sienta sola aquí –Mizato se quedó mirándome con rostro triunfal.
- A dónde voy hay sólo chicos, no es correcto que una joven educada como Mizato vaya conmigo –dije devolviéndole la mirada.
- No se preocupes tía, Jae ha prometido llevarme al cine mañana, ¿verdad Jae? –esta vez me ganó, su sonrisa triunfal era evidente.
- Si –respondí sonriendo- la vamos a pasar muy bien.

Abrí la puerta y salí me subí al auto, Junho me miró extrañado, miró hacia la puerta de mi casa y ahí estaba Mizato despidiéndose con su mano.

- Vámonos –le pedí evidentemente enojado.
- Al parecer tuviste una noche larga –me dijo Junho.
- No tienes idea Junho.

Esperé a que estuviéramos lo bastante lejos de mi casa para pedirle que se estacionara.

- ¿Qué sucede? –me dio Junho.
- Junho, bésame –le dije, me miró sorprendido
- A tus ordenes –me contesto riendo, luego se me acercó y me besó.

Aquellos labios me encendieron al instante, mi cuerpo lo anhelaba, yo lo anhelaba, era exquisito sentir esos cálidos labios sobre mi boca. Lo aferré con fuerzas y pronto nuestra respiración se hizo rápida, sus manos cobraron vida y se fueron a mis caderas y luego a mi trasero apretándolo, gemí al instante.

- Llévame a un lugar dónde podamos estar solos –le pedí, yo estaba ardiendo.
- Tú mandas amor –me dijo y encendió el auto nuevamente.

Llegamos a un hotel muy hermoso, la verdad yo no quería ir a algo tan ostentoso, pero con Junho no se podía saber. Apenas estuvimos en el interior de la habitación me abalancé sobre Junho y comencé a besarlo, me sentía realmente desesperado por él. Lo lancé a la cama y comencé a quitarle la ropa, Junho estaba tan confundido y excitado que no paraba de reír. Finalmente lo tuve frente a mí desnudo y listo para la acción.

- Junho… ¿Puedo hacerlo yo? –le dije casi en un susurro, me miró sonriendo.
- Si yo te lo hice a ti, tú también puedes hacérmelo si quieres –me respondió acercándome nuevamente a su boca.

Como yo sabía exactamente lo que dolería la primera vez, intenté ser cuidadoso, acaricié su pequeña entrada y la moje con mis fluidos, y cuando estuvimos lo suficientemente excitados lo penetré. El cuerpo de Junho se tensó al instante, supe todo lo que sentía, yo mismo lo había sentido en carne propia, pero lo que no sabía era lo que se sentía penetrar a alguien, la desesperación te invade completamente y deseas salir y entrar de aquella entrada una y otra vez, cada vez con más fuerza, cada vez con más rapidez, y yo estaba a punto de llegar al orgasmos entre los gemidos de Junho. Acabé dentro de él, y a los pocos segundos Junho también acabó. Me quedé sobre su cuerpo descansando. Junho no dijo nada, hasta que yo me digne a mirarlo. Lo besé de nuevo, estaba en verdad agradecido de haber compartido algo así con él, me sentí más hombre que nunca y liberé la ansiedad que había sentido desde que Mizato salió de mi habitación.

- ¿Ahora me dirás, qué pasó? –me dijo acariciando mi rostro.
- Junho… anoche Mizato se desnudó en mi cuarto –la confesión lo puso pálido – la tuve a mi merced, si hubiera querido le habría hecho el amor, incluso me sentí tentado a hacerlo en un momento –me acomodé a su lado y Junho se alzó para mirarme – sin embargo, no pude… Me sentí tan impotente Junho, cualquier hombre lo habría hecho, pero yo no pude y al levantarme sentí la urgencia de ser un hombre y es por eso que yo… -me sentí avergonzado así que no continué.
- ¿Quisiste saber que siente penetrar a alguien? –me sonrojé hasta la médula- Jae amor, eres un hombre no porque yo te haga el amor o me lo hagas tú sino porque lo eres en esencia. Hacer el amor no se trata de quien penetre a quién, sino de entregarse en cuerpo y alma a la persona que amas, yo te amo, y soy tuyo en la manera que quieras, ya sea arriba de ti o debajo.
- Junho, tengo miedo.
- Lo sé, y yo también -Me besó tiernamente.
- ¿Te dolió mucho? –le pregunté.
- Bueno tú lo debes saber, no te preocupes me acostumbraré con el tiempo, espero que la segunda vez duela menos –me dijo.
- Mejora –le respondí.
- ¿podemos intentarlo de nuevo si quieres?.

Se subió sobre mí y comenzó a besarme, Junho se recuperaba rápido. Me mordió la oreja y el cuello, yo gemí, al parecer había descubierto mi punto débil. Lo besé con desesperación, me calenté tan rápido que me sorprendí de mi mismo, al parecer yo no me conocía tan bien como pensaba. Tomé a Junho por las caderas y lo acomodé, él me ayudó con sus manos tomando mi miembro y acomodándolo en su entrada en un movimiento tan sexy que me dejó sin aliento. Finalmente estuve en su interior y fue Junho el que comenzó a moverse de arriba, abajo, lentamente, tenerlo así me excitó tanto que aferré mis manos a su trasero y lo ayudé con el movimiento. Luego con una mano tomé su miembro y lo frote al ritmo de nuestro vaivén eso volvió loco a Junho que aumentó el ritmo. Gemí sintiendo como mi miembro entraba y salía de Junho, y al parecer Junho ya se estaba acostumbrado porque tuvo el orgasmo antes que yo así que se levantó metió mi miembro en su boca y lo lamió hasta que yo acabé. Fue una tarde extraña, hicimos el amor cuatro veces antes de darnos cuenta de que estaba anocheciendo, incluso habíamos pedido el almuerzo al cuarto.

- ¿Cómo serán las cosas de ahora en adelante Jae? –me preguntó mientras nos vestíamos.
- ¿A qué te refieres? –lo miré.
- Me refiero a si, vas a ser mi novio o no –lo pensé por un momento.
- No haría esto con un desconocido Junho, pero no veo necesidad de ponerle nombre. Sin embargo, si eso es lo que tú quieres, seré tu novio –Junho me sonrió feliz- ¿pero podemos mantenerlo en secreto por ahora?
- Tú haces las reglas, yo simplemente quiero estar contigo.

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