Capítulo Tres: Desolado
No llegaba, YunHo no llegaba y encontrar su auto con la puerta abierta y su teléfono destrozado en el piso del estacionamiento no era una buena señal. Algo le había sucedido a su líder, algo malo, algo horrible, lo sentía por la angustia que oprimía su pecho, lo sabía por las míseras tres gotas de sangre que había en el suelo y lo confirmaba el ir y venir de los policías por todo el lugar, acordonando la escena con la cinta amarilla que pensó sólo era cosa de las películas.
Podía ver a su manager conversar con la jefa del departamento de desaparecidos, podía ver a lo lejos a sus vecinos murmurando cosas, podía ver a los amarillistas reporteros aglomerarse en la entrada de vehículos, intentando en vano pasar a través de la muralla humana que hacían varios agentes de policía ¿Cómo se habrían enterado tan rápido? Apenas un par de horas atrás habían llamado a las autoridades para informar de la desaparición de su líder y para esa hora todo Corea debía estar al tanto de que Jeong YunHo, líder de Dong Bang Shin Ki, había desaparecido sin dejar pistas.
Se giró sobre sus propios tobillos, dándole la espalda a los molestos flashes que sólo querían captar su cara descolorida y sus ojos hinchados por las lágrimas que había derramado a lo largo de la noche, y buscó a sus dongsaeng con la vista. YooChun y JunSu parecían estar en su propio mundo, abrazados tras un pilar de cemento, sufriendo acurrucados en los brazos del otro y lejos de las indiscretas y frívolas cámaras fotográficas de ésos que sólo querían dinero a partir de su desgracia.
ChangMin estaba a unos pasos de él hablando por teléfono con quien intuyó era alguno de los familiares de su líder, ya que el más joven prestaba especial cuidado al utilizar sus palabras e intentaba por todos los medios calmar a la persona al otro lado de la línea. Lo miró, suplicante, deseando que ChangMin dejase de mirar el techo mientras hablaba y que entendiera el mensaje escrito en sus pestañas.
Quería un abrazo.
Necesitaba más que nada en ese momento un abrazo protector que le diese seguridad, necesitaba una figura de la cual aferrarse y poder desahogar todas sus frustraciones, necesitaba alguien con voz dulce que le prometiese que todo estaría bien, que su líder volvería sano y salvo, que le dijese que esa sangre era de un ladrón que había corrido con la billetera de YunHo y que éste lo había seguido, terminando al otro lado de la ciudad y que volvería algo sucio, pero sonriente, con su billetera llena de recuerdos en la mano, necesitaba…
Dios, necesitaba a YunHo como nunca pensó que lo necesitaría.
Nunca había pensado con seriedad como sería su vida si YunHo ya no estuviera junto a él. Había pensado incluso como sería su vida cuando el líder se casara y se fuese a vivir a otra casa, lejos de él. Eso era horrible, pero por lo menos podría ir a visitarlo cuando quisiese. Mas nunca había pensado que sucedería si YunHo desapareciese de repente, si de un día para otro su risa suave no lo contagiase, si de un día para otro no tuviese que ir a despertarlo con suaves caricias en su hombro, si de un día para otro esos obstinados brazos no buscasen su cintura, siendo que sabía lo mucho que detestaba que lo abrazaran precisamente por esa parte del cuerpo…
Si de un día para otro YunHo no estaba y sus sentimientos se perdían con él…
Porque ahora lo sabía, sabía que por YunHo sentía algo más fuerte que esa amistad tan poderosa que los unía, sabía que las veces que había sentido ganas de besarlo no habían sido alucinaciones suyas, sabía que las veces que le había pedido acompañarlo en su cama cuando tenía pesadillas no eran más que excusas para dormir abrazado a él. Ahora lo sabía.
Amaba a YunHo…
…y lo peor es que había tenido que esperar a que éste desapareciera para darse cuenta de eso ¿Y si se lo hubiese dicho antes? ¿Y si se lo hubiese confesado y YunHo lo hubiese correspondido? Puede que no se sentiría tan vacío, seguramente no estaría con el remordimiento de no habérselo dicho y que YunHo jamás lo sabría, ya que no aparecería…
¿No aparecería?
Esa idea fue como una puñalada directa en el corazón ¿y si de verdad su líder y mejor amigo no aparecía? ¿Y si nunca lo hallaban y no podía confesarle lo que sentía? En ese momento JaeJoong lo decidió, en el mismo instante que volviese a ver a YunHo se arrojaría a sus brazos, besaría sus labios y le susurraría al oído sus sentimientos.
Y si por el contrario, YunHo no aparecía, se encargaría personalmente de que el mundo entero se enterara de su amor por YunHo, saldría con un megáfono a las plazas a gritarlo, empapelaría las calles con afiches coloridos y llenos de corazones, publicaría en todas las páginas de Internet que pudiese un mensaje de amor para su líder, pagaría lo que fuese necesario para que saliese en las portadas de todos los periódicos y revistas que Kim JaeJoong amaba a Jeong YunHo, de esa forma se aseguraría de que sus sentimientos le llegasen fuese como fuese y mientras YunHo siguiera vivo se podría enterar de que había alguien que lo esperaba y amaba.
– Hyung… – Alzó la vista del suelo, fijándola en la figura alta y delgada de su dongsaeng, quien estiraba los brazos, pidiendo sin palabras que le correspondiera esa necesidad de cariño. JaeJoong no lo pensó dos veces y se arrojó a los brazos largos de ChangMin, ocultándose de inmediato en la curvatura de su cuello, huyendo de los flashes que aún con los ojos cerrados podía percibir, y lloró.
Lloró de impotencia por no poder hacer nada, lloró de rabia por que alguien en alguna parte tenía a su querido líder, lloró de dolor por no tenerlo en ese momento entre los brazos, lloró de miedo al no saber dónde, cómo o con quién estaría YunHo, lloró de pena porque era el sentimiento que más fuerte punzaba en su corazón, lloró porque no lo podía evitar y porque llorar era lo único que recordaba como hacer en ese momento.
– Quiero… quiero a YunHo de vuelta… – Logró decir, esperando que su voz tuviese el volumen suficiente para que ChangMin pudiese escucharlo y responderle.
– Volverá, hyung, él volverá. – JaeJoong no sabía si creerle o no, pero no tenía más opción que hacerlo.
ChangMin era en ese momento la única persona en la que podía buscar apoyo, el único que no estaba como un bebé llorando a lágrima vida, el único que parecía mantenerse entero y firme como pilar del grupo y JaeJoong lo agradeció, ya que ése papel le correspondía a él por ser el mayor y no se sentía capaz de asumirlo, lo agradeció porque ChangMin se veía más maduro que cualquiera de ellos y porque sabía que podía acudir a él si quería palabras de consuelo, palabras que no servían de mucho, pero que lo calmaban un poco.
Estaba orgulloso de ChangMin.
Estaba orgulloso de que sin pedírselo éste hubiese asumido el rol que más necesitaban dentro del grupo en ese momento, estaba orgulloso de que el menor no se hubiese puesto a llorar como en tantas otras ocasiones, cuando algo le salía mal, estaba orgulloso de que fuese él quien, sin proponérselo, le diese un poco de la protección que necesitaba y no se atrevía a pedir.
– ¿Con quien hablabas antes? – Consulto JaeJoong, soltando el cuello de su dongsaeng y secando apurado sus lágrimas.
– Con el señor Jeong… – ChangMin repasó con sus pulgares las mejillas irritadas de JaeJoong, terminando de secar las lágrimas que el mayor no había arrastrado con sus mangas húmedas. – Su familia ya está enterada y están bastante afectados con al noticia.
– Gracias por hablar tú con ellos, yo no hubiese podido hacerlo. – Y se forzó a curvar sus labios enrojecidos de tanto morderlo, intentando en vano emitir una sonrisa que parecía más un puchero por el temblor de su labio inferior.
– No tienes que sonreír si no quieres, hyung. No hay necesidad de aparentar nada. – Y ahí estaba de nuevo, ChangMin, a quien hace unos meses aún consideraba un niño y que ahora veía más adulto que nunca, lo obligaba a abandonar su mascara de chico fuerte, para entregarse al llanto y el miedo, como debía ser y como sabía era lo más sano también.
– Jóvenes, lamento interrumpirlos, pero… – Ambos voltearon al oír esa voz femenina, encontrándose con una oficial de estatura media y aura maternal. JaeJoong volvió a secar las lágrimas que inundaban sus ojos y agradeció mentalmente que ChangMin posara su brazo sobre sus hombros. – Necesitamos que vayan los cuatro a la estación de policías a testificar. Es un trámite solamente, no se tardarán mucho.
– Entiendo, gracias Oficial. – Respondió ChangMin a lo que la mujer hizo una venia y se retiró a hablar con otros oficiales del lugar. – Vamos por los chicos.
– Si… – JaeJoong caminó, movido por ChangMin casi como un muñeco de trapo, y juntos llegaron hasta uno de los pilares de cemento que sostenía el techo y por ende al resto del edificio también. Ahí estaban YooChun y JunSu, aún unidos en ese abrazo que a JaeJoong le parecía eterno desde que se lo habían dado por la noche y que parecía acunarlos a ambos, dándoles la seguridad que él añoraba sentir en los brazos de su líder.
– ¿Pasó algo? – Consultó YooChun, con la voz más grave de lo normal y los ojos casi cerrados, formando dos líneas negras rodeadas de piel hinchada y enrojecida.
– Tenemos que ir a la estación de policías a testificar. – Contestó el menor de todos, con voz suave para no espantar a sus hyung que aún estaban shockeados.
– P-pero si nosotros no hicimos nada… – Comentó JunSu, despegándose un momento del pecho de YooChun y revelando la mancha mojada que habían dejado sus lágrimas en la camisa arruga de de YooChun.
– Es sólo rutinario, tranquilo hyung. – Y JaeJoong estuvo seguro que por un segundo pudo escuchar a YunHo en la voz de ChangMin, con esa seguridad y paz que proyectaba, con esa dulzura que convertía las palabras en caricias y que necesitaba oír para verdaderamente sentirse calmado.
Agradeció el momento de ilusión tomando la mano que ChangMin había dejado colgando a un costado de su cuerpo y la arropó entre sus dedos, ya que ahora estaba fría. ChangMin sólo lo miró con gesto comprensivo y afianzó el medio abrazo que tenía sobre los hombros de JaeJoong, acercándolo más a su cuerpo para darle a entender que estaba ahí, que podía confiar en él y que no lo dejaría solo en ese momento tan crítico para la banda.
– Quiero que YunHo vuelva pronto… – Confesó JunSu, volviendo a esconder su cara en el pecho de YooChun, derramando lágrimas amargas y susurrando cosas que no tenían sentido nada más que para él.
– Me too, baby… – Le respondió YooChun, apretándolo contra su pecho y acariciando su espalda.
En ese momento JaeJoong deseó ser JunSu para sentirse consolado por lo brazos de YooChun, así como los brazos de YunHo lo consolaban antes.
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Yunho! T________________________________T
ResponderEliminarNo nos lo mates ;O;
Me gusta, me gusta (:
La redaccion es muy buena (: