- Así que…moriré pronto – Esas palabras salían de mi boca mientras mi mente se negaba a asimilar aquella nueva realidad.
- Sé que para un joven de tu edad debe ser difícil…- La voz de aquel doctor se oía claramente, sin embargo mis oídos intentaban escapar de ella. – Tu condición, tu deficiencia cardiaca ha empeorado demasiado en muy poco tiempo – Sostenía entre sus manos los exámenes médicos que fui a enseñarle aquella tarde.
- ¿Qué debo hacer ahora? – Aún no entiendo como podía hablar, mis ojos estaban fijos sobre el rostro del doctor, tenía miedo mucho miedo.
- Nuestra única opción es un trasplante de corazón – Podía sentir el pesar en cada una de sus palabras, su lástima. – En tu condición actual eres prioridad, eres el primero en la lista – dejó de lado los exámenes para mirarme a los ojos. – JaeJoong, debes hospitalizarte de inmediato - .
Al instante una oleada de dolor me azotó, pude sentir como se esparcía por todo mi cuerpo, poco a poco comenzaba a comprender la noticia. Aquél había sido el mayor de mis temores, desde que me enteré de mi deficiencia cardiaca temía que algún día fuese necesaria una hospitalización una que no me permitiese regresar a mi vida cotidiana y me obligase a morir postrado en una camilla de hospital.
Todos esos miedos se acrecentaron, sentado ahí, frente al doctor comencé a sentir la humedad en mis ojos, mientras las lágrimas luchaban por abrirse paso.
- JaeJoong – Salté al oírle pronunciar mi nombre. – Tranquilízate, no es bueno que te alteres…podrás salir adelante, haremos todo lo que esté en nuestras manos para que así sea – Me brindó una sonrisa, quizás tratando de animarme de alguna manera.
Esos son los recuerdos que tengo de aquella tarde en que supe que estaba al borde de la muerte. Sé muy bien que todos moriremos algún día, jamás he estado demasiado apegado a la vida, al nacer lo único seguro es que moriremos, pero el saber con certeza que nos queda muy poco tiempo cambia las cosas.
Por aquel mismo motivo ese día me rehusé a ser hospitalizado de inmediato, el doctor me hizo notar que era un gran error, aún así no di mi brazo a torcer. Quería disfrutar un par de días más siendo yo, esos últimos días en los que intentaría sentirme libre…era casi imposible ya que mi cuerpo era mi cárcel, mi propio corazón era mi sentencia a muerte.
En esos días asistí a clases de manera normal, me sentía demasiado agotado y mi pecho dolía, tomaba los medicamentos pero estos ya no tenían el mismo efecto de antes. Disfruté de las clases como siempre y compartí con mis compañeros, ninguno de ellos conocía mi estado, tampoco era de mi interés el informarlos. Regresé a casa cada tarde y como de costumbre oré frente al pequeño santuario de mis padres, conteniendo las lágrimas, tratando de sonreír frente a sus fotografías.
Mis padres murieron hace cinco años, en un accidente automovilístico, yo iba con ellos y fui el único sobreviviente, mi madre me salvó, me sostuvo entre sus brazos recibiendo todo el impacto. Gracias a este accidente los doctores pudieron notar la anomalía presente en mi corazón, viví un par de años con familiares pero no quise ser una carga, así que comencé a mantenerme solo.
Curioso ¿no?, gracias a la muerte de mis padres me enteré de mi enfermedad. Los extraño tanto…pero sigo adelante con la esperanza de que algún día, tal vez pronto, volvamos a estar juntos.
Finalmente llegó el día, me encontraba en la sala de recepción del hospital St. Laurent, sosteniendo un bolso con mi mano derecha.
“Pesa demasiado” pensaba en ese momento, las fuerzas me abandonaban con el pasar del tiempo, a penas podía respirar y ni siquiera había caminado una cuadra desde el taxi hasta la recepción. Cosas como esas son las que detesto, si debía morir que así fuese…después de todo ya no tenía razones para seguir con vida, pero…no quería que sucediera de esa forma, no quería terminar siendo un inútil, no quería depender de otros.
- Lo siento – una dulce voz se disculpaba por haberme pasado a llevar.
- No, no es nada, no te preocupes – dejé caer el bolso, ya no pude sostenerlo por más tiempo.
- ¿Te ayudo con eso? – las manos del chico, sostuvieron mi maleta.
Me vi obligado a mirarle a la cara, era un joven mas o menos de mi edad, su sonrisa se dibujaba de oreja a oreja, era una de las más sinceras que había visto, sus ojos reflejaban tanta bondad que era casi imposible dejar de mirarlos.
-¿Ehh? – fue lo único que pude decir.
- Lo entiendo – soltó un par de carcajadas, mientras extendía su mano libre hacia mi. – Kim Junsu, es un placer conocerte…- Levantó una de sus cejas dejando la frase inconclusa.
- JaeJoong, Kim JaeJoong… - entendí luego de un par de segundos que preguntaba mi nombre, tomé su mano en señal de saludo.
- Bueno JaeJoong, vamos en busca de nuestras suites de lujo – Comenzó a caminar y fue entonces cuando noté que cargaba dos bolsos.
Realmente agradecí su gesto, aquella tarde conversamos un poco mientras esperábamos por nuestras habitaciones, lo curioso es que jamás hablamos acerca de nuestros motivos para estar en un hospital, solo compartimos gustos y anécdotas. Su sonrisa era demasiado contagiosa, me brindó un poco de felicidad, algo que necesitaba mucho en esos momentos.
Su cuarto quedaba en el mismo piso que el mío, a unos cuantos metros de distancia pero no volvimos a encontrarnos, desde ese día mi tratamiento fue intensivo, apenas podía abrir los ojos y eso solo en los días en que amanecía bien.
Recuerdo una mañana en particular, me desperté y pude ponerme de pie, salí del cuarto y por instinto miré hacia la habitación de Junsu, quería acercarme a visitarlo, pero pensé que tal vez ni siquiera se acordase de mi.
- ¿si te das cuenta de que andas con bata de hospital? – alguien hablaba a mis espaldas.
Me volteé de inmediato, encontrándome de frente con un muchacho más alto que yo, de cabellos castaños desordenados, tez morena y ojos cafés un tanto irónicos. Me miraba divertido, sonriendo, caminó unos pasos hacia mi obligándome a retroceder un poco.
- ¿Qué? – pregunté, mientras aún retrocedía.
- Se te ve toda la espalda descubierta, menos mal que usas ropa interior – soltó unas carcajadas para luego detenerse.
De inmediato sujeté mi bata, comprobando que lo que ese muchacho decía era cierto, me avergoncé mucho al notar que había podido observar mi ropa interior, creo que me sonrojé demasiado.
- No te avergüences, no es para tanto somos hombres – se notaba que contenía las carcajadas mientras me daba palmadas en el hombro. – Soy Changmin – se alejó un poco tratando de recuperar su postura.
- …Me llamo JaeJoong –dije desviando un poco la mirada.
- Un gusto conocerte JaeJoong, a ti y a tu trasero – no pudo resistir mas tiempo y se largó a reír, mientras comenzaba a caminar por el pasillo.
Yo solo me quedé en el mismo lugar parado, tratando de asimilar sus palabras y la vergüenza que sentía, volteé a verlo y fue entonces cuando noté que se detenía frente a la puerta de Junsu…su expresión cambió por completo, sus ojos se entristecieron y sus labios formaron una sonrisa melancólica, estuvo ahí parado un par de segundos hasta que golpeó la puerta y entró.
- ¿Se…conocen? – me apoyé en la pared, con la mirada fija en dirección a aquel cuarto.
Comencé a sentir algo extraño en mi pecho…no era dolor, por lo menos no físico…era algo más, algo que en ese entonces no comprendía…quería ser Junsu, quería tener a alguien a mi lado…no quería estar solo.
¿Cómo podría haber adivinado en ese entonces, que nuestros destinos estaban entrecruzados?.
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entrecruzados????
ResponderEliminarwaaa que interesanteee
nuestros destinos estaban entrecruzados!!!!
ResponderEliminarque linda frase!!!!
quisiera ser junsu!!!
que lindo, que lindo!!!!
continualo por fa!!!
Goosh~ T.T mi Jae! ;O;! mi Jae! mi Jae! nooo! ;O; tan joven y con ese problema u.ù! solo me queda esperar al siguiente cap (ojala no sea mucho xD). Me usto! x3
ResponderEliminarBae~
waa espero que no sea como el fic de tan solo quiero abrazarte ppk ahora si es vdd que no resisto y paro la lectura T_T mi jaeeeeeeeeeeeeeeeeee
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