Your heart, My heart Cap 2

Mi situación empeoraba día a día, pero aquella sensación no desaparecía, me había acostumbrado a la soledad por lo que no entendía lo que me sucedía. ¿Por qué quería a alguien a mi lado?, no encontraba la respuesta.

Siempre veía en mi mente la imagen de ese chico, Changmin, su sonrisa y el cambio en ella al entrar a aquella habitación. Es que ¿de verdad desearía ver a alguien sufrir de esa manera por mí?.

Siempre que me llevaban a terapias o exámenes, pasaba frente a la habitación de Junsu y lo veía ahí… Changmin sentado junto a él, brindándole una sonrisa. Me lo encontraba a menudo por los pasillos y me sonrojaba al verlo, solo le saludaba con un movimiento de cabeza mientras él me sonreía…pero de una manera diferente…Aquella sonrisa que me brindaba no cargaba ningún sentimiento, estaba vacía, poco le importaba lo que me sucediera, yo no era su amigo…no era Junsu.

Los doctores me visitaban con frecuencia, estaba en condición crítica, me quedaban pocos días de vida, ya no podía respirar por mi cuenta por lo que me intubaron y conectaron a un respirador artificial. Lo único que me conectaba a lo que sucedía a mi alrededor eran mis ojos y mis oídos, con mis ojos veía los rostros de preocupación y desaliento y con mis oídos podía escuchar los lamentos de las enfermeras y doctores.

Fue así como un día oí los gritos de un doctor “¡¡Encontramos un donante compatible, prepárenlo para a cirugía!!”, abrí mis ojos apenas un poco, y pude observar las siluetas borrosas de un par de enfermeras moviéndose con prisa. Todo pasó tan rápido, a esas alturas ya había perdido por completo la noción del tiempo.

Desperté luego de la cirugía, me encontraba en otra sala, sentí un gran ardor en mi pecho, aparté mi camisola y pude ver un gran parche, esa era la razón, me habían operado al fin. Sentí unos latidos fuertes y constantes, completamente diferentes a los míos, entonces me dí cuenta de que mi corazón ya no se encontraba ahí…aquel era un corazón ajeno…no era mío.

Me sentía diferente, una idea estúpida me asaltó “Es que ¿Acaso ya no soy yo?, este corazón ¿Me hará cambiar?”. Contemplaba el techo, sintiéndome tranquilo y con ganas de vivir, aquello me asustaba, pensé que tal vez no era yo quien sentía eso, si no la persona dueña de ese corazón.

- ¿Cómo te sientes? – el doctor se encontraba frente a mi, sonriendo.

- bien – contesté, estaba demasiado abrumado como para seguir hablando.

- Genial muchacho, de verdad me alegro, todo salió muy bien – revisaba mi ficha clínica. – Podrás volver hoy mismo a tu cuarto – se oía entusiasmado.

Esa misma noche me regresaron al cuarto de antes, me llevaron en camilla, al pasar frente al cuarto de Junsu levanté la cabeza pero no fui capaz de verlos.

Al tercer día luego de la operación ya era de capaz de caminar, me permitieron salir por los pasillos acompañado de una enfermera. Al salir todo mi cuerpo parecía buscar algo o a alguien, una fuerza extraña me atraía hacia el cuarto de Junsu, pero él no era a quien buscaba.

Me acerqué lo suficiente, casi al llegar vi salir a Changmin de la habitación…Aquel nuevo corazón saltó al verle, latía rápidamente, gritaba su nombre. Jamás me había sentido de esta forma ante la presencia de alguien, era como si ese corazón solo latiese por él, sentí…algo extraño…una calidez me inundó al tenerlo cerca, era como si nos volviésemos a encontrar luego de habernos distanciado. No pude quitarle los ojos de encima, los deseos de abrazarlo y acercarlo a mí crecían con cada segundo que pasaba.

El no parecía notarme, se encontraba absorto en sus pensamientos, sostenía un bolso…el bolso de Junsu, por lo que pensé que ya le habían dado de alta. Quería hablarle, pero no era capaz de emitir palabra alguna. Pasó por mi lado y sin pensarlo sujeté su brazo, impidiéndole avanzar.

- Hola… - fui capaz de decir al fin.

Changmin no se movía, volteó su rostro a penas unos centímetros, solo lo suficiente para verme a la cara, sus ojos se encontraban abiertos de par en par, en ellos pude ver el reflejo de una profunda tristeza logrando que mi corazón latiera fuertemente una vez mas inundándome al instante una sensación de pesadez, solo quería llorar, llorar por su sufrimiento. Pude notar que se estremecía ante mi tacto, también noté sorpresa en él, como si esperara que yo fuese otra persona.

- Hola…chico del trasero al aire – trató de sonar alegre, pero algo me decía que era solo una fachada.

- ¿Junsu, ya lo dieron de alta? – al instante sentí que no debí haberlo nombrado.

- ¿Lo conoces? – parecía intrigado, se volteó por completo, quedando frente a mí.

- No…digo si… - su mirada me incomodaba, me sentía demasiado avergonzado, pero por dentro deseaba que no apartase su vista de mí. – Solo hablamos un día, pero me pareció un chico agradable y no he dejado de pensar en él – sonreí por instinto, cosa extraña en mí.

Al verme sonreír Changmin se acercó a mí, tal vez demasiado, sin importarle la presencia de la enfermera sujetó mi brazo, con su mano libre acarició la comisura de mis labios y me envolvió en el más cálido de los abrazos.

- Chang…min – susurré sobre su cuello, dejando caer mis manos hacia los lados.

Jamás esperé aquella reacción, “¿Por qué me abraza tan repentinamente?” pensé. No me gustaba o más bien no estaba acostumbrado a ese tipo de contacto, pero mi corazón saltaba de… felicidad, una felicidad que comenzaba a inundarme por completo, de pronto sentí deseos de rodearlo con mis brazos y así lo hice.

Era extraño, muy extraño, pero no quería dejarle ir y el parecía sentir lo mismo, nos vimos interrumpidos por la enfermera.

- Disculpen… - oí una voz frágil a mi lado. – El joven debe regresar a su cuarto – parecía apenada.

Changmin me soltó de inmediato, pero sus ojos aún me observaban, tal vez trataba de buscar una explicación a sus acciones.

- Claro… - contestó mirando a la enfermera. – Bueno…nos veremos…en alguna otra oportunidad – volvió su mirada hacia mí, parecía más una pregunta que un hecho.

- Si – contesté y la esperanza de volver a verlo floreció dentro de mí.

Volví a mi cuarto, lugar en donde la soledad se me hacía insoportable, de verdad había cambiado. Antes me sentía cómodo estando solo, ahora…necesitaba de alguien más. Comencé a pensar que posiblemente no volvería a ver a Changmin ya que Junsu había sido dado de alta, él ya no tenía razones para regresar, ante esto una inmensa tristeza se apoderó de mi pecho.

Los días pasaban y no había rastros de su presencia “Que cruel…al darme esperanzas” le culpaba por mi decepción. Por las mañanas me sentaba frente a la ventana de mi habitación a observar la ciudad, añoraba con salir y volver a mi vida, una de esas mañanas, mientras mis ojos examinaban edificios oí un golpeteo sobre mi puerta.

- Adelante – dije en voz alta, pensando que alguna enfermera venía a examinar mi estado.

- Buenos días – era su voz, era Changmin.

Se me erizó la piel con tan solo oír su voz, mi corazón comenzaba a danzar con aquel ritmo tan poco usual en mí, la felicidad de aquel día en que me abrazó había regresado me volteé de inmediato y mis labios formaron una sonrisa, entonces noté que solo sonreía de esa forma estando junto a él.

- Buenos días – Contesté lleno de ánimos.

Me brindó otra sonrisa, una diferente, esta tenía algo de sentimiento, pensé que quizás podríamos llegar a ser buenos amigos.

- Supe que te trasplantaron un corazón – me dijo mientras se sentaba sobre la camilla, dejando sobre la mesita veladora un ramo de flores. - ¿Cuándo puedes salir de esta cárcel? – terminó de hablar para recostarse en la camilla.

Aquella actitud me pareció demasiado graciosa, se desenvolvía con naturalidad, era como si nos conociéramos desde hace ya un tiempo.

- Creo que la próxima semana ¿Por? – me acerqué a él, sujetando mi bata de hospital.

- ¿Sabes que si vienes frente a mi no es necesario que sujetes la bata?...de todas formas no puedo ver tu trasero…o ese intento de trasero – soltó una carcajada irónica, mientras colocaba sus manos detrás de su cabeza.

- hmmm… - me senté a los pies de la camilla. - ¿intento de trasero? -.

- Estas muy flaco, deberías comer más – cerró sus ojos, parecía muy cómodo.

- No tienes modales – le reproché.

- Y tú no tienes trasero – me respondió.

Puse una cara de berrinche, pero a los pocos segundos me largué a reír, siendo acompañado por las carcajadas de aquel chico.

- Avísame cuando te den de alta… - su tono de voz había cambiado a uno más serio.

- Lo haré – apoyé mis manos contra la camilla.

Esa felicidad que sentía estando junto a él comenzaba a agradarme, poco a poco iba aceptando las nuevas sensaciones que se hacían presentes.

- Seamos amigos – me propuso, aún con los ojos cerrados.

Aquella propuesta me hizo sentir que jamás volvería a estar solo, me daba mucho miedo pensar algo como eso…ya que una vez que tienes a alguien a tu lado es muy difícil….dejarlo ir.

Poco o nada sabía en ese entonces, lo que nos deparaba el futuro.

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