XIII: Escape Fase Tres: La Llave.
Nota: Perdonen la demora XD tuve una crisis inspiracional que ya se resolvió por fin. Y gracias por seguir esta saga terrorífica.
Cuando Junsu regresó al castillo se encontró a toda la guardia esperándolo en la entrada. Cinco o seis pares de manos lo sujetaron por todas partes y lo arrastraron hasta la sala del trono. Ahí lo arrojaron frente al trono. Afortunadamente el pelirrojo puso las manos primero y no se lastimó la cara. Cuando miró hacia arriba se encontró con una visión terrible: el rey Changmin, todo vestido de negro, y su cabello había desaparecido. Se lo había cortado demasiado, apenas le llegaba a las orejas. Jadeaba, conteniendo un enojo y un odio enormes, y lo miraba como si quisiera matarlo con los ojos.
-¿Dónde estabas? – rugió el rey.
-E…estaba…-intentó responder Junsu. Escucharlo así le daba aún más miedo.
-¿Dónde está el capitán?
-Salí a buscarlo, señor, - rápidamente ideó una mentira, - lo vi salir a caballo y lo seguí.
-¿Y dónde está, pedazo de idiota? – Changmin sacó un látigo y golpeó su hombro.
-Lo encontré ahogado en un río, señor. Lo siento – siguió mintiendo el pelirrojo, intentando parecer sincero pese al terror que sentía y sobándose el hombro herido.
-No. No lo sientes – murmuró el rey, apretando los dientes, - por sus estúpidos jueguitos merecen la muerte ustedes dos. Y ahora el cobarde del capitán decidió adelantarse su suerte para quitarme el gusto – de nuevo sintió que algo mojaba sus mejillas. Junsu lo miraba, confundido. ¿Qué había pasado mientras no estaba? ¿Por qué estaba llorando el rey ahora?
-No comprendo, majestad.
Por toda respuesta el rey se levantó, lo sujetó por el cabello y lo arrastró por los pasillos hasta llegar frente a su habitación. Entonces lo soltó y abrió la puerta, entrando él primero y deteniéndose frente a su cama. Junsu se levantó, sobándose la cabeza, y miró a donde estaba el rey. Frente a él, tendido en la cama, estaba Yoochun. Inmóvil.
-¿Está…?.
-Así debería estar el capitán, no mi poeta – dijo secamente Changmin, ni siquiera esperó a que Junsu terminara de formular la pregunta- les pareció muy divertido engañarme, ¿verdad?-añadió- Disfrazar a Yoochun de señuelo mientras ustedes dos salían a no sé qué hacer…
-Se lo juro, seguí al capitán y lo encontré ahogado en el río…
-¡Silencio! Te mataré de hambre, Junsu. Es lo menos que te mereces… no comerás nada más que lechuga a partir de hoy hasta que te mueras. ¡Vete ya!
Junsu se alejó de la habitación caminando hacia atrás, y lo último que vio antes de que un soldado le cerrara la puerta en la cara fue al rey abrazando al poeta muerto. Aún no podía creerlo. Yoochun estaba muerto. Como sonámbulo bajó hasta los calabozos y se detuvo frente a la celda de Yunho.
-¿Qué sucede? ¿Tienes la llave, Junsu? – dijo el príncipe al verlo. Junsu se dejó caer de rodillas y empezó a llorar. Estaba solo contra Changmin. Sólo quedaba él para liberar al príncipe Yunho y mientras tanto aguantar lo que al rey se le ocurriera para desquitarse.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás llorando?
- Casi todo salió bien, señor, - respondió tras unos segundos, - el capitán está a salvo.
-¿Pero…?
-El rey…mató al poeta. Creyendo que era el capitán lo asesinó.
Yunho tampoco podía creer lo que escuchaba.
-¿Estás seguro?
-Lo vi, señor. Tendido en la cama del rey, muerto, usando un uniforme militar. Changmin está furioso. Creyó que había sido una broma del capitán.
-¿Y qué le dijiste?
- Que el capitán se ahogó en el rió y que yo lo había seguido, buscándolo y que lo encontré bajo el agua. Creo que sí me creyó.
-Eso espero.
Junsu asintió.
-Aún no lo termino de creer. Yoochun está muerto. Él era el único que podía tranquilizar al rey sin importar lo enojado que pudiera estar, o lo sediento de sangre. Y ahora no está. Yoochun, el gran poeta, ya no está.
Yunho miro al pelirrojo doblarse, llorando. Le estaba doliendo la pérdida. Yoochun había sido un amigo para él, y un aliado. Junsu no podía evitar llorar un poco. Primero por la muerte del poeta, y segundo por el terror y la impotencia que sentía.
-¿Qué vamos a hacer? – el pelirrojo se secó las lágrimas con el reverso de la mano.
-Bueno…no sabemos si Yoochun consiguió la llave o no. Y en todo caso si la recuperó, Changmin debe haberse dado cuenta en cuanto murió de que la tenía en la mano. O se dará cuenta. En ese caso tendrás que robársela tú, Junsu.
-Ni siquiera él pudo contra la maldad de Changmin. ¿Cómo pretende que haga yo para robar la llave siendo yo, majestad? Lo más cerca que he podido estar de él es cuando me…-tragó saliva y un escalofrío lo recorrió, - y eso sucede de espaldas. ¿Qué podría hacer yo para robar la llave sin que me mate?
Yunho reflexiono unos segundos.
-¿Qué? – insistió Junsu. Estaba desesperado.
-No lo sé- se resignó el castaño.
- Grandioso. Y ahora el rey no quiere ni verme – murmuró, jugando con una paja del suelo.
-Espera a que se le pase. Conozco a mi hermano. Las rabietas se le pasan en un día o dos, dependiendo la gravedad.
-Pues está enojado porque mató a su amante. ¿Cuánto tiempo cree que necesite para recuperarse?
Yunho tragó saliva. No lo había visto de esa manera. ¿Cuánto tiempo necesitaría él para recuperarse de haber asesinado a Jaejoong?
-Tampoco lo sé. Como te dije, tendremos que esperar. Aún más.
Efectivamente pasaron días y días y Junsu seguía bajo el régimen de lechuga con el que el rey pretendía matarlo de hambre. Mientras tanto Yunho esperaba en su celda el momento en que Junsu volvería triunfante con la llave para liberarlo. En cuanto al rey… día tras día en su habitación, saliendo muy poco a comer, a veces a cazar, o simplemente a pasear, pero volviendo siempre, muy temprano. Cerraba la puerta con llave y se acostaba en la cama, de lado, mirando a Yoochun. Acariciaba su cabello, besaba su frente, sus labios y lo abrazaba, se recargaba en su pecho hasta que se quedaba dormido, a veces llorando un poco. Había días en los que Changmin mandaba un mensaje al médico para que ayudara a conservar a su poeta. Para él no estaba muerto, o al menos procuraba repetirse que no lo estaba, que sólo dormía. Pero no siempre funcionaba.
-Yoochun. Y yo creía que el único que podía hacerme feliz. Que me podías ayudar a ser menos…yo. Y ahora ya no estás conmigo. ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Claro que sabía por qué. Pero jamás se echaba la culpa a sí mismo, sino al capitán. Jamás reconocería que su sed por la sangre y por el dolor ajeno lo había cegado tanto que había asesinado a Yoochun sin darse cuenta que era él y no el capitán a pesar de las miles de diferencias que había entre ellos. No. Era culpa del capitán por huir en dejar a Yoochun disfrazado de militar para engañarlo. Lo peor era que el cobarde se había suicidado, impidiéndole vengarse. Sólo le quedaba recostarse al lado de su poeta y fingir aún que dormía.
Incluso una vez Junsu entró a la habitación y, al verlo tan destrozado, abrazando el cuerpo de Yoochun, intentó convencerlo de que dejara a Yoochun en paz.
-Majestad. Él está muerto. Debe dejarlo ir.
Por toda respuesta el rey le arrojó cuanto encontró a la mano, desde el contenido de un cajón hasta el propio cajón de madera. Resignado, Junsu se alejó rápidamente de la habitación. Fúrico, Changmin entró al baño para refrescarse lavándose la cara. Se encontró con su reflejo al mirar al frente y por alguna razón se sintió incómodo y aún más enojado. Tanto que golpeó el espejo a puño cerrado, como si golpeara el otro rostro que lo miraba frente a él, para luego seguir golpeando el resto de la superficie. Ignoró la sangre que brotaba de sus dedos. Una vez deshizo el espejo del baño continuó con el resto de las superficies reflejantes de toda la habitación. Con el alboroto llegaron unos cuantos soldados y el consejero.
Lo regresaron a su cama y el pelirrojo se encargó de curarle las manos. ¿Masoquista? En realidad Junsu quería saber dónde estaba la llave, si el rey la tenía o no.
-Debe calmarse señor – intentó Junsu por innumerable vez. Changmin sólo se dio la vuelta en el colchón, dándole la espalda.
-Le daré un consejo, uno de verdad esta vez, - se le ocurrió, - recuerde los buenos tiempos con Yoochun, nada más. Eso le ayudará.
Dicho esto Junsu salió de la habitación. Changmin volvió a girarse y miró al poeta tendido cerca de él. Cerró sus ojos con fuerza, mojándose de nuevo las mejillas, y esperó hasta que se quedó dormido.
Poco después despertó al sentir una mano en su cabello. Abrió los ojos y encontró el oscuro iris de los ojos de Yoochun frente a él, llenos de luz.
-Yoochun, ¿eres tú?
-¿Quién más podía ser, majestad? – le sonrió con esos labios rosados e hinchados que le encantaban. Aún no salía de su sorpresa cuando sintió esos labios sobre los suyos. Cerró sus ojos y le correspondió.
-Majestad, hace mucho que no lo hacemos – lo sorprendió con una mano entre sus piernas, - ya lo extraño.
Aliviado de ver a su amante de nuevo, el rey se abandonó a las caricias que le proporcionaba en su piel después de quitarle cada prenda de ropa, muy despacio.
-Yoochun…ah…
Extrañaba sus manos sobre toda su carne, especialmente en esa zona de su cuerpo que ahora vibraba por más. Y por supuesto su poeta no lo defraudó y le dio más, introduciendo su miembro en su boca.
-Chunnie…ah… hagámoslo ya, te necesito…
Sonriendo, Yoochun se quitó toda su ropa y se tendió sobre él, moviendo su cadera, provocando una exquisita sensación al rozar su miembro con el del rey. Changmin se aferró a su espalda, jamás se lo había hecho así. Esto era casi un sueño, uno del que no quería despertar. Tener a su poeta entre sus piernas otra vez, acariciándolo, besándolo, vivo… aún no podía creer lo que veía. Cerró los ojos, gimiendo, disfrutando la sensación, y luego los volvió a abrir.
-¿Yoochun? – se sentó, sobresaltado. Yoochun ya no estaba encima de él. Miró en derredor y lo encontró a su lado, acostado, inerte. Había sido sólo un sueño. Pero había sido tan real. Incluso su hombría estaba despierta. Sintió cómo su pecho empezaba a temblar otra vez y cómo su respiración se alteraba, mientras sus mejillas volvían a mojarse. Gritando volvió a abrazar su cuerpo con fuerza. Alguien tenía que pagar por hacerlo sufrir así.
Yunho. Toda la culpa era de su hermano mayor. Él siempre había sido el favorito de su padre, él iba a ser el rey y Changmin no. Él tuvo un amante mucho antes que Changmin y encima todas las chicas lo volteaban a ver cuando salían a pasear. Y era un experto en el arte de la espada. Yunho, el perfecto, el favorito, el único de los dos que lo había tenido todo y le había robado todo al menor. Yunho tenía que pagar por todo eso, que ciego había sido Changmin al no darse cuenta antes y limitarse a drogarlo en lugar de matarlo. Depositando a Yoochun devuelta sobre el colchón se levantó y buscó la cadena colgando de su cuello. No la encontró. Qué extraño. Pero si quería ejecutar a Yunho necesitaba esa llave para sacarlo del calabozo y llevarlo a la guillotina, a la horca o a la hoguera. O a todas juntas. Se levantó de la cama y buscó en todos los cajones y en toda su ropa. Nada.
-¡Junsu!
El pelirrojo llegó frente a él tan rápido como pudo. Sabía que en la inestable condición del rey no era conveniente hacerlo enojar.
-¿Has visto una cadena con una llave? – le preguntó el rey. Junsu lo miró, extrañado. ¿La cadena con la llave de las cadenas de Yunho? ¿No la tenía?
-No señor, no he visto una cadena así.
-¿Seguro? Es de plata y la llave igual.
-Seguro, señor. No la he visto.
Changmin resopló. Tenía que controlarse. Tanía que encontrarle el mejor lado a eso. Lentamente volvió a sonreír mientras la solución llenaba su mente. Despidió a Junsu de su habitación y partió escaleras abajo hasta los calabozos.
-Hola, Yunho – le saludó en cuanto llegó frente a su celda.
-Changmin –murmuró el príncipe prisionero.
-Adivina qué. Me deshice de la llave que te daría libertad. Así que ahora te pudrirás en esta celda por el resto de tus días. Es mucho mejor que mandarte ejecutar, ¿no crees?
Riendo triunfante salió del calabozo, dejando atrás a un Yunho histérico que agitaba con fuerza sus brazos, intentando zafarse de las cadenas.
Regresó a su habitación y se acostó al lado de su poeta, acariciando su cabello negro y su mejilla.
-Todo irá mejor para nosotros, Yoochun. Ya verás.
Besó sus labios fríos y se volvió a dormir.
****
Ya entrada la noche, Junsu bajó a los calabozos.
-Señor, le tengo una mala noticia.
-No me digas, Changmin se deshizo de la llave.
-¿Eso le dijo?
Yunho asintió frustrado.
-Pues a mí me preguntó por ella, muy preocupado. No creo que se haya deshecho de ella si la estaba buscando. La perdió.
Yunho reflexionó.
-Ahora que lo plateas así, es probable que la haya perdido el día que Yoochun murió.
-Tal vez. ¿Quiere decir que quizás Yoochun consiguió robar la llave antes de morir?
-Quizás. Tendrás que revisarlo.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Junsu.
-¿A un muerto?
-Es nuestra única opción, Junsu.
-No creo que la tenga, señor. Changmin se habría dado cuenta, rara vez se aleja de él. Si la tuviera en la mano o en alguna parte ya lo habría descubierto.
-Tienes razón. Entonces sólo puede estar en un lugar.
-¿Dónde?
-En el mismo sitio en el que murió Yoochun.
Junsu retrocedió, cayendo de sentón en el suelo al tropezarse con un barril.
-¿En el Edificio Gris?
Yunho asintió.
-Te lo vuelvo a decir, Junsu. Es nuestra única opción – resaltó con fuerza la palabra única, - lo haría yo pero como puedes ver no puedo, no sin esa llave.
Yunho tenía razón. Junsu tragó saliva, tranquilizándose y armándose de valor.
-Está bien. Iré a buscarla de inmediato.
-Así se habla –sonrió Yunho, - buena suerte.
****
-Iré a buscarla de inmediato – se imitó Junsu mientras caminaba fuera del palacio con una antorcha en la mano, - de inmediato, en medio de la noche, al Edificio en el que Changmin torturó y asesinó a tantas mujeres y a Yoochun. Claro, iré de inmediato por una llave ahí. ¿Por qué no?
Era una noche helada, silenciosa, lo único que escuchaba eran sus pasos sobre la tierra y el crujir de las ramitas consumidas por la flama de la antorcha. Pasó al lado de la caballeriza y de la armería y se encontró a escasos metros del Edificio Gris. Tragó saliva.
-Bien, Junsu, ya llegaste hasta aquí, no es momento de acobardarse.
Se acercó y empujó la puerta de entrada. Estaba cerrada pero no con llave. La abrió y se adentró al pequeño pasillo que precedía el caos.
-¿Junsu?
Escuchó una voz detrás de él. La piel se le erizó y lentamente volteó. Yoochun estaba frente a él. Dejando caer la antorcha saltó para abrazarlo y se encontró de bruces en el piso.
-¡Auch!
Miró atrás y Yoochun seguía ahí, de pie frente a él, mirándolo.
-¿Por qué te moviste cuando te iba a abrazar?
-No me moví. Me traspasaste.
Junsu se heló.
-¿Eres...eres un…fantasma?
Yoochun asintió.
-¿Qué otra cosa podría ser?
-Bueno, al menos no vas por los pasillos del palacio asustándonos a todos.
-Créeme, ganas no me faltan.
-¿Pero?
-Sería una pérdida de tiempo. Aún tengo asuntos pendientes, por eso sigo aquí.
-Ya veo – comprendió Junsu, levantándose.
-Te guiaré a donde se quedó la llave.
-¿De verdad?
Yoochun asintió.
-Sígueme.
Junsu recogió la antorcha y siguió al fantasma de Yoochun, que flotaba lentamente sobre el piso, hacia el interior del edificio, al cuarto de torturas. La imagen de un fantasma entre los distintos aparatos era demasiado aterradora, pero Junsu procuró mantenerla lejos de su mente y, parecido a lo que hacía Changmin, suponer que seguía a un Yoochun vivo.
-Ahí está – señaló Yoochun bajo un aparato que Junsu no se tomó la molestia en mirar con detalle. Agachándose encontró la llave y la sacó de ahí.
-Gracias Yoochun – sonrió Junsu, mirando la llave de plata en su mano.
-Por nada.
-Espera, ¿por qué sigues aquí? ¿Qué no al resolver el asunto que tenías pendiente deberías de dejar la tierra e irte al cielo?
-Sí.
-¿Y luego? Ya me diste la llave. ¿No era ése tu asunto pendiente?
-Eso creía yo también.
-Bueno, Supongo hay algo más que tienes pendiente. Iré a llevarle la llave a Yunho, ¿si?
-Espera Junsu.
-¿Qué pasa?
-No me dejes aquí.
Junsu lo miró, perplejo.
-¿Cómo puedo no dejarte aquí? Es decir, ¿cómo te sacó de aquí? ¿No me puedes seguir?
-No. Necesitaría algo mío para poder seguirte. Los fantasmas sólo nos podemos mover libremente cerca de las cosas que nos pertenecieron o cerca del lugar en que morimos.
-Ya veo. Iré por una de tus plumas de poeta y te la traeré.
-Gracias Junsu – sonrió Yoochun.
Y tal como prometió, el consejero fue temprano en la mañana a la que había sido la habitación de Yoochun, tomó una de las plumas del poeta y regresó a la entrada del Edificio, para luego regresar al palacio con Yoochun flotando cerca de él. Ahora eran tres contra Changmin, y eso le daba gran valor al pelirrojo.
Cuando Junsu regresó al castillo se encontró a toda la guardia esperándolo en la entrada. Cinco o seis pares de manos lo sujetaron por todas partes y lo arrastraron hasta la sala del trono. Ahí lo arrojaron frente al trono. Afortunadamente el pelirrojo puso las manos primero y no se lastimó la cara. Cuando miró hacia arriba se encontró con una visión terrible: el rey Changmin, todo vestido de negro, y su cabello había desaparecido. Se lo había cortado demasiado, apenas le llegaba a las orejas. Jadeaba, conteniendo un enojo y un odio enormes, y lo miraba como si quisiera matarlo con los ojos.
-¿Dónde estabas? – rugió el rey.
-E…estaba…-intentó responder Junsu. Escucharlo así le daba aún más miedo.
-¿Dónde está el capitán?
-Salí a buscarlo, señor, - rápidamente ideó una mentira, - lo vi salir a caballo y lo seguí.
-¿Y dónde está, pedazo de idiota? – Changmin sacó un látigo y golpeó su hombro.
-Lo encontré ahogado en un río, señor. Lo siento – siguió mintiendo el pelirrojo, intentando parecer sincero pese al terror que sentía y sobándose el hombro herido.
-No. No lo sientes – murmuró el rey, apretando los dientes, - por sus estúpidos jueguitos merecen la muerte ustedes dos. Y ahora el cobarde del capitán decidió adelantarse su suerte para quitarme el gusto – de nuevo sintió que algo mojaba sus mejillas. Junsu lo miraba, confundido. ¿Qué había pasado mientras no estaba? ¿Por qué estaba llorando el rey ahora?
-No comprendo, majestad.
Por toda respuesta el rey se levantó, lo sujetó por el cabello y lo arrastró por los pasillos hasta llegar frente a su habitación. Entonces lo soltó y abrió la puerta, entrando él primero y deteniéndose frente a su cama. Junsu se levantó, sobándose la cabeza, y miró a donde estaba el rey. Frente a él, tendido en la cama, estaba Yoochun. Inmóvil.
-¿Está…?.
-Así debería estar el capitán, no mi poeta – dijo secamente Changmin, ni siquiera esperó a que Junsu terminara de formular la pregunta- les pareció muy divertido engañarme, ¿verdad?-añadió- Disfrazar a Yoochun de señuelo mientras ustedes dos salían a no sé qué hacer…
-Se lo juro, seguí al capitán y lo encontré ahogado en el río…
-¡Silencio! Te mataré de hambre, Junsu. Es lo menos que te mereces… no comerás nada más que lechuga a partir de hoy hasta que te mueras. ¡Vete ya!
Junsu se alejó de la habitación caminando hacia atrás, y lo último que vio antes de que un soldado le cerrara la puerta en la cara fue al rey abrazando al poeta muerto. Aún no podía creerlo. Yoochun estaba muerto. Como sonámbulo bajó hasta los calabozos y se detuvo frente a la celda de Yunho.
-¿Qué sucede? ¿Tienes la llave, Junsu? – dijo el príncipe al verlo. Junsu se dejó caer de rodillas y empezó a llorar. Estaba solo contra Changmin. Sólo quedaba él para liberar al príncipe Yunho y mientras tanto aguantar lo que al rey se le ocurriera para desquitarse.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás llorando?
- Casi todo salió bien, señor, - respondió tras unos segundos, - el capitán está a salvo.
-¿Pero…?
-El rey…mató al poeta. Creyendo que era el capitán lo asesinó.
Yunho tampoco podía creer lo que escuchaba.
-¿Estás seguro?
-Lo vi, señor. Tendido en la cama del rey, muerto, usando un uniforme militar. Changmin está furioso. Creyó que había sido una broma del capitán.
-¿Y qué le dijiste?
- Que el capitán se ahogó en el rió y que yo lo había seguido, buscándolo y que lo encontré bajo el agua. Creo que sí me creyó.
-Eso espero.
Junsu asintió.
-Aún no lo termino de creer. Yoochun está muerto. Él era el único que podía tranquilizar al rey sin importar lo enojado que pudiera estar, o lo sediento de sangre. Y ahora no está. Yoochun, el gran poeta, ya no está.
Yunho miro al pelirrojo doblarse, llorando. Le estaba doliendo la pérdida. Yoochun había sido un amigo para él, y un aliado. Junsu no podía evitar llorar un poco. Primero por la muerte del poeta, y segundo por el terror y la impotencia que sentía.
-¿Qué vamos a hacer? – el pelirrojo se secó las lágrimas con el reverso de la mano.
-Bueno…no sabemos si Yoochun consiguió la llave o no. Y en todo caso si la recuperó, Changmin debe haberse dado cuenta en cuanto murió de que la tenía en la mano. O se dará cuenta. En ese caso tendrás que robársela tú, Junsu.
-Ni siquiera él pudo contra la maldad de Changmin. ¿Cómo pretende que haga yo para robar la llave siendo yo, majestad? Lo más cerca que he podido estar de él es cuando me…-tragó saliva y un escalofrío lo recorrió, - y eso sucede de espaldas. ¿Qué podría hacer yo para robar la llave sin que me mate?
Yunho reflexiono unos segundos.
-¿Qué? – insistió Junsu. Estaba desesperado.
-No lo sé- se resignó el castaño.
- Grandioso. Y ahora el rey no quiere ni verme – murmuró, jugando con una paja del suelo.
-Espera a que se le pase. Conozco a mi hermano. Las rabietas se le pasan en un día o dos, dependiendo la gravedad.
-Pues está enojado porque mató a su amante. ¿Cuánto tiempo cree que necesite para recuperarse?
Yunho tragó saliva. No lo había visto de esa manera. ¿Cuánto tiempo necesitaría él para recuperarse de haber asesinado a Jaejoong?
-Tampoco lo sé. Como te dije, tendremos que esperar. Aún más.
Efectivamente pasaron días y días y Junsu seguía bajo el régimen de lechuga con el que el rey pretendía matarlo de hambre. Mientras tanto Yunho esperaba en su celda el momento en que Junsu volvería triunfante con la llave para liberarlo. En cuanto al rey… día tras día en su habitación, saliendo muy poco a comer, a veces a cazar, o simplemente a pasear, pero volviendo siempre, muy temprano. Cerraba la puerta con llave y se acostaba en la cama, de lado, mirando a Yoochun. Acariciaba su cabello, besaba su frente, sus labios y lo abrazaba, se recargaba en su pecho hasta que se quedaba dormido, a veces llorando un poco. Había días en los que Changmin mandaba un mensaje al médico para que ayudara a conservar a su poeta. Para él no estaba muerto, o al menos procuraba repetirse que no lo estaba, que sólo dormía. Pero no siempre funcionaba.
-Yoochun. Y yo creía que el único que podía hacerme feliz. Que me podías ayudar a ser menos…yo. Y ahora ya no estás conmigo. ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Claro que sabía por qué. Pero jamás se echaba la culpa a sí mismo, sino al capitán. Jamás reconocería que su sed por la sangre y por el dolor ajeno lo había cegado tanto que había asesinado a Yoochun sin darse cuenta que era él y no el capitán a pesar de las miles de diferencias que había entre ellos. No. Era culpa del capitán por huir en dejar a Yoochun disfrazado de militar para engañarlo. Lo peor era que el cobarde se había suicidado, impidiéndole vengarse. Sólo le quedaba recostarse al lado de su poeta y fingir aún que dormía.
Incluso una vez Junsu entró a la habitación y, al verlo tan destrozado, abrazando el cuerpo de Yoochun, intentó convencerlo de que dejara a Yoochun en paz.
-Majestad. Él está muerto. Debe dejarlo ir.
Por toda respuesta el rey le arrojó cuanto encontró a la mano, desde el contenido de un cajón hasta el propio cajón de madera. Resignado, Junsu se alejó rápidamente de la habitación. Fúrico, Changmin entró al baño para refrescarse lavándose la cara. Se encontró con su reflejo al mirar al frente y por alguna razón se sintió incómodo y aún más enojado. Tanto que golpeó el espejo a puño cerrado, como si golpeara el otro rostro que lo miraba frente a él, para luego seguir golpeando el resto de la superficie. Ignoró la sangre que brotaba de sus dedos. Una vez deshizo el espejo del baño continuó con el resto de las superficies reflejantes de toda la habitación. Con el alboroto llegaron unos cuantos soldados y el consejero.
Lo regresaron a su cama y el pelirrojo se encargó de curarle las manos. ¿Masoquista? En realidad Junsu quería saber dónde estaba la llave, si el rey la tenía o no.
-Debe calmarse señor – intentó Junsu por innumerable vez. Changmin sólo se dio la vuelta en el colchón, dándole la espalda.
-Le daré un consejo, uno de verdad esta vez, - se le ocurrió, - recuerde los buenos tiempos con Yoochun, nada más. Eso le ayudará.
Dicho esto Junsu salió de la habitación. Changmin volvió a girarse y miró al poeta tendido cerca de él. Cerró sus ojos con fuerza, mojándose de nuevo las mejillas, y esperó hasta que se quedó dormido.
Poco después despertó al sentir una mano en su cabello. Abrió los ojos y encontró el oscuro iris de los ojos de Yoochun frente a él, llenos de luz.
-Yoochun, ¿eres tú?
-¿Quién más podía ser, majestad? – le sonrió con esos labios rosados e hinchados que le encantaban. Aún no salía de su sorpresa cuando sintió esos labios sobre los suyos. Cerró sus ojos y le correspondió.
-Majestad, hace mucho que no lo hacemos – lo sorprendió con una mano entre sus piernas, - ya lo extraño.
Aliviado de ver a su amante de nuevo, el rey se abandonó a las caricias que le proporcionaba en su piel después de quitarle cada prenda de ropa, muy despacio.
-Yoochun…ah…
Extrañaba sus manos sobre toda su carne, especialmente en esa zona de su cuerpo que ahora vibraba por más. Y por supuesto su poeta no lo defraudó y le dio más, introduciendo su miembro en su boca.
-Chunnie…ah… hagámoslo ya, te necesito…
Sonriendo, Yoochun se quitó toda su ropa y se tendió sobre él, moviendo su cadera, provocando una exquisita sensación al rozar su miembro con el del rey. Changmin se aferró a su espalda, jamás se lo había hecho así. Esto era casi un sueño, uno del que no quería despertar. Tener a su poeta entre sus piernas otra vez, acariciándolo, besándolo, vivo… aún no podía creer lo que veía. Cerró los ojos, gimiendo, disfrutando la sensación, y luego los volvió a abrir.
-¿Yoochun? – se sentó, sobresaltado. Yoochun ya no estaba encima de él. Miró en derredor y lo encontró a su lado, acostado, inerte. Había sido sólo un sueño. Pero había sido tan real. Incluso su hombría estaba despierta. Sintió cómo su pecho empezaba a temblar otra vez y cómo su respiración se alteraba, mientras sus mejillas volvían a mojarse. Gritando volvió a abrazar su cuerpo con fuerza. Alguien tenía que pagar por hacerlo sufrir así.
Yunho. Toda la culpa era de su hermano mayor. Él siempre había sido el favorito de su padre, él iba a ser el rey y Changmin no. Él tuvo un amante mucho antes que Changmin y encima todas las chicas lo volteaban a ver cuando salían a pasear. Y era un experto en el arte de la espada. Yunho, el perfecto, el favorito, el único de los dos que lo había tenido todo y le había robado todo al menor. Yunho tenía que pagar por todo eso, que ciego había sido Changmin al no darse cuenta antes y limitarse a drogarlo en lugar de matarlo. Depositando a Yoochun devuelta sobre el colchón se levantó y buscó la cadena colgando de su cuello. No la encontró. Qué extraño. Pero si quería ejecutar a Yunho necesitaba esa llave para sacarlo del calabozo y llevarlo a la guillotina, a la horca o a la hoguera. O a todas juntas. Se levantó de la cama y buscó en todos los cajones y en toda su ropa. Nada.
-¡Junsu!
El pelirrojo llegó frente a él tan rápido como pudo. Sabía que en la inestable condición del rey no era conveniente hacerlo enojar.
-¿Has visto una cadena con una llave? – le preguntó el rey. Junsu lo miró, extrañado. ¿La cadena con la llave de las cadenas de Yunho? ¿No la tenía?
-No señor, no he visto una cadena así.
-¿Seguro? Es de plata y la llave igual.
-Seguro, señor. No la he visto.
Changmin resopló. Tenía que controlarse. Tanía que encontrarle el mejor lado a eso. Lentamente volvió a sonreír mientras la solución llenaba su mente. Despidió a Junsu de su habitación y partió escaleras abajo hasta los calabozos.
-Hola, Yunho – le saludó en cuanto llegó frente a su celda.
-Changmin –murmuró el príncipe prisionero.
-Adivina qué. Me deshice de la llave que te daría libertad. Así que ahora te pudrirás en esta celda por el resto de tus días. Es mucho mejor que mandarte ejecutar, ¿no crees?
Riendo triunfante salió del calabozo, dejando atrás a un Yunho histérico que agitaba con fuerza sus brazos, intentando zafarse de las cadenas.
Regresó a su habitación y se acostó al lado de su poeta, acariciando su cabello negro y su mejilla.
-Todo irá mejor para nosotros, Yoochun. Ya verás.
Besó sus labios fríos y se volvió a dormir.
****
Ya entrada la noche, Junsu bajó a los calabozos.
-Señor, le tengo una mala noticia.
-No me digas, Changmin se deshizo de la llave.
-¿Eso le dijo?
Yunho asintió frustrado.
-Pues a mí me preguntó por ella, muy preocupado. No creo que se haya deshecho de ella si la estaba buscando. La perdió.
Yunho reflexionó.
-Ahora que lo plateas así, es probable que la haya perdido el día que Yoochun murió.
-Tal vez. ¿Quiere decir que quizás Yoochun consiguió robar la llave antes de morir?
-Quizás. Tendrás que revisarlo.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Junsu.
-¿A un muerto?
-Es nuestra única opción, Junsu.
-No creo que la tenga, señor. Changmin se habría dado cuenta, rara vez se aleja de él. Si la tuviera en la mano o en alguna parte ya lo habría descubierto.
-Tienes razón. Entonces sólo puede estar en un lugar.
-¿Dónde?
-En el mismo sitio en el que murió Yoochun.
Junsu retrocedió, cayendo de sentón en el suelo al tropezarse con un barril.
-¿En el Edificio Gris?
Yunho asintió.
-Te lo vuelvo a decir, Junsu. Es nuestra única opción – resaltó con fuerza la palabra única, - lo haría yo pero como puedes ver no puedo, no sin esa llave.
Yunho tenía razón. Junsu tragó saliva, tranquilizándose y armándose de valor.
-Está bien. Iré a buscarla de inmediato.
-Así se habla –sonrió Yunho, - buena suerte.
****
-Iré a buscarla de inmediato – se imitó Junsu mientras caminaba fuera del palacio con una antorcha en la mano, - de inmediato, en medio de la noche, al Edificio en el que Changmin torturó y asesinó a tantas mujeres y a Yoochun. Claro, iré de inmediato por una llave ahí. ¿Por qué no?
Era una noche helada, silenciosa, lo único que escuchaba eran sus pasos sobre la tierra y el crujir de las ramitas consumidas por la flama de la antorcha. Pasó al lado de la caballeriza y de la armería y se encontró a escasos metros del Edificio Gris. Tragó saliva.
-Bien, Junsu, ya llegaste hasta aquí, no es momento de acobardarse.
Se acercó y empujó la puerta de entrada. Estaba cerrada pero no con llave. La abrió y se adentró al pequeño pasillo que precedía el caos.
-¿Junsu?
Escuchó una voz detrás de él. La piel se le erizó y lentamente volteó. Yoochun estaba frente a él. Dejando caer la antorcha saltó para abrazarlo y se encontró de bruces en el piso.
-¡Auch!
Miró atrás y Yoochun seguía ahí, de pie frente a él, mirándolo.
-¿Por qué te moviste cuando te iba a abrazar?
-No me moví. Me traspasaste.
Junsu se heló.
-¿Eres...eres un…fantasma?
Yoochun asintió.
-¿Qué otra cosa podría ser?
-Bueno, al menos no vas por los pasillos del palacio asustándonos a todos.
-Créeme, ganas no me faltan.
-¿Pero?
-Sería una pérdida de tiempo. Aún tengo asuntos pendientes, por eso sigo aquí.
-Ya veo – comprendió Junsu, levantándose.
-Te guiaré a donde se quedó la llave.
-¿De verdad?
Yoochun asintió.
-Sígueme.
Junsu recogió la antorcha y siguió al fantasma de Yoochun, que flotaba lentamente sobre el piso, hacia el interior del edificio, al cuarto de torturas. La imagen de un fantasma entre los distintos aparatos era demasiado aterradora, pero Junsu procuró mantenerla lejos de su mente y, parecido a lo que hacía Changmin, suponer que seguía a un Yoochun vivo.
-Ahí está – señaló Yoochun bajo un aparato que Junsu no se tomó la molestia en mirar con detalle. Agachándose encontró la llave y la sacó de ahí.
-Gracias Yoochun – sonrió Junsu, mirando la llave de plata en su mano.
-Por nada.
-Espera, ¿por qué sigues aquí? ¿Qué no al resolver el asunto que tenías pendiente deberías de dejar la tierra e irte al cielo?
-Sí.
-¿Y luego? Ya me diste la llave. ¿No era ése tu asunto pendiente?
-Eso creía yo también.
-Bueno, Supongo hay algo más que tienes pendiente. Iré a llevarle la llave a Yunho, ¿si?
-Espera Junsu.
-¿Qué pasa?
-No me dejes aquí.
Junsu lo miró, perplejo.
-¿Cómo puedo no dejarte aquí? Es decir, ¿cómo te sacó de aquí? ¿No me puedes seguir?
-No. Necesitaría algo mío para poder seguirte. Los fantasmas sólo nos podemos mover libremente cerca de las cosas que nos pertenecieron o cerca del lugar en que morimos.
-Ya veo. Iré por una de tus plumas de poeta y te la traeré.
-Gracias Junsu – sonrió Yoochun.
Y tal como prometió, el consejero fue temprano en la mañana a la que había sido la habitación de Yoochun, tomó una de las plumas del poeta y regresó a la entrada del Edificio, para luego regresar al palacio con Yoochun flotando cerca de él. Ahora eran tres contra Changmin, y eso le daba gran valor al pelirrojo.
waaaaaaaaaaaaaaaa gracias gracias me encanta este fic mil gracias porfiss no tardes y sigue con los capisss que estan muy interesantes
ResponderEliminarme encanta sigue plisss
ohhhh!!!
ResponderEliminargracias, gracias gracias!!!
estare esperando por el siguiente
bye bye..
pobre changmin oppa ;-;... pense que la escena iba a ser tipo quills XD.. donde el abad le hace el amor a la lavandera muerta D:..creepy yay :D!!
ResponderEliminarahh mi yoomin ;O;!!!
escribe pronto pri :D!! en tu servicio social :D XD
OMG!!!
ResponderEliminardioses que hacer contigo quieres matarme verdad, primero me haces sufrir con la muerte de mi chunie T__T , luego me ilusionas con esa escena yoomin tan secshi *¬* luego de nuevo al hoyo al recordar a mi chunie muerto X_X y al final lloro de felicidad al ver que mi chunie sigue vivo!! weno no literalmente pero su espiritu vive y se convirtio en un angelito bello hermoso *ww* (weno asi lo imagine io XD)
dios que sera eso pendiente que tiene que hacer mi chunie O_O??
kyaa!!
ta muy weno continualo pronto!!! *O*
Madre mia...mira que sufro cada vez que leo!!!
ResponderEliminarAsih ya pense que ChangMin se encabritaria con Jae...y eso que noe sta cerca XD
Pero lo del fantasma de YooChun me dejo perpleja!!!
que es lo que tiene pendiente???
Por dios que no sea fastidiar a Yunho y a JunSu!!!
espero que lo sigas prontooo >.<
Bravo¡¡¡¡ gracias por semirevivir a Yoochun... waaa Yoochun aun siendo fantasma eres genial... =´D gracias aemin sigueeeee
ResponderEliminarwaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarfantasma waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
mi chunnie, amor eres un fatasma
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
hola
ResponderEliminarchicas creo que necesitaremos un psicologo con tantas cosas nuestra escritora pone en este fic, primero nos deja tristes,luego nos ilusiona y por ultimo nos da el tiro de gracia pero aun asi queremos seguir leyendo
siempre nos deja en suspenso ahora me intriga saber cual es el asunto pendiente de chunnie?
continuacion.... saludos!
ahi Dios mio!! waaa ke felicidad!!!
ResponderEliminarwuuuu
chunnie ghost! xD
break out!!
todo es bello, yo quiero mi single xDD
aaa jesus!! mil gracias por la actua Aemin
y yo tambien quiero saber que tiene pendiente chunnie?! X3
waa!! quiere violar una vez mas a min? xD
naa quien sabe, espero ansiosa por el siguiente cap :) y pido permiso para pasar este fic a mi pc xD no tiene fines de lucro... solo quiero tenerlo seguro para mi disfrute personal :) para enseñarselo a mis nietos xDD
(mostrarle porno a los niños?) no es cierto d=
bueno pues me retiro ya fue demasiado comentario xD YO TE ADMIRO AEMIN!! fighting! -3-
chunnie sera kien mate a changmin
ResponderEliminarFIN
xDDDD
la verdad q yo creo q las tipas si se daban vuelta a mirarle...o sea...es changmin....un perfecto dios griego *¬* lo q pasa es q cmo es tan despistado....changmin hubieras visto la cara q puse cuando pasaste a mi lado, ni me fije en yunho q lo sepas xDDD
Diooooossshhh tu eres experta en torturarmeee ¬3¬ NOOOO me muero de ganaaaas...
ResponderEliminarme kede :O!!!! con el fantasmita de chuniee >o< que sera lo que tiene pendient?? arreglar la mente sanguinaria de mi hermoso min?? >o< diossh!! x DBSK plxx actualizaa rapidoo TTOTT...
amoo este fiiicc <33
waaaaaaaaaaaaa ( x 100)
ResponderEliminark fic tan besho~....*o*
aunk da algo de miedo xDD
deosh...!! x fas!! continua el fico!!
está suuuuuuuuuuper interesante!!
x k Changmin tiene k ser tan malvadoo!! TOT
..........Lía-Min♥
Aunque sea como fantasma pero
ResponderEliminarestoy super feliz de saber que
Yoochun aun sigue con ellos!!!!!