Capítulo Uno: Despertar.
No soy fácil de engañar, no soy de mente inocente y definitivamente no creo cualquier porquería que me dicen. Con mi mala suerte he tenido que saber arreglármelas para que no me vean la cara de idiota a cada momento, así que he aprendido a ver mentiras en donde el resto ve la más grande revelación de sus vidas. He entrenado mi cerebro para detectar al instante el más mínimo atisbo de duda en una persona, tal que sé cuando me mienten, sé cuando me dicen verdades a media y sé que todo esto es demasiado loco para ser verdad, por mucho que lo parezca.
– ¿Quiénes son ustedes? – Me atrevo a preguntar cuando recupero el aliento y la suficiente calma para hablar con claridad, y no gritar como desesperado otra vez.
– ¿No nos reconoces? – Me preguntó una de las personas que estaba más alejada. Ahora que lo veo bien… no sé decir si es un hombre o una mujer, ya que sus hombros son anchos y su cabello es largo y negro, su cara y su voz no ayudan nada en la distinción, sus facciones son delicadas y tiernas, como de un niño antes de la pubertad y su voz es algo aguda para ser de un hombre y demasiado grave para ser de una mujer, así que es… alguna combinación de hombre y mujer, posiblemente sea hermafrodita o un experimento genético.
– ¿Reconocerlos? ¡Nunca los he visto! – Le contesté, repentinamente iracundo. No entiendo nada, no sé que sucede, no cabe en mi cabeza que hace 10 minutos estuviera muerto y ahora esté hablando y además aparece esta tipa o tipo con cara de infante y cabello de la niña del Aro y me pregunta si le reconozco ¡es el colmo!
– Pero estabas correspondiendo el beso de YunHo, así que tuviste que reconocerlo. – Me aclaró el joven que estaba junto al primero que me habló. Tenía pómulos marcados, ojos muy rasgados y sus labios parecían de comercial de lápiz labial. La primera impresión que tuve al verlo es que se trataba de una chica, mas su voz grave me indicó lo contrario. No entiendo que sucede ¿Por qué esos dos son tan… andrógenos?
– No sé quien es YunHo y no sé quienes son ustedes, montón de locos. – Si, montón de locos sacados de película de kung fu china. – Díganme qué hago aquí, dónde es aquí y porqué me tienen aquí. – Sentí sus miradas curiosas, al parecer no entendían mi actitud y mis reacciones tan agresivas, pero no puedo evitarlo ¡Yo estaba muerto y debería ser cenizas ahora!
– ¿No… no me recuerdas? – Consternado llevé mi vista hacía el tipo que ha estado todo el tiempo frente a mí. Sus ojos oscuros me observaban anhelantes, como si desearan que yo lo recordara en verdad.
– Nunca te he visto, ni a ti ni a ninguno de esos dos de por allá, y si no me van a responder será mejor que me vaya… – Saqué fuerzas de algún lugar y me puse de pie, intentando parecer digno en medio de toda esa situación, sin embargo, (posiblemente causado porque estuve muerto dos días) mis piernas flaquearon y nuevamente la gravedad aumentada que siempre me hacía terminar en el suelo reapareció.
– ¿Estás bien? Será mejor que te recuestes… – No le presté gran atención al tipo que me había tomado en brazos evitando que cayera al suelo una vez más, no le presté atención al hecho de que había vuelto de la muerte, no le presté atención a nada, sólo a ese pequeño y negro lunar que danzaba sobre esos labios de caramelo. Oh, pero que besos dan esos labios…
– ¡Bájame! ¡No me toques! – Como pude me aparté de esa persona, esa persona con dulces labios y que me miraba incrédulo ¿cómo es tan cínico para mirarme así? ¡Ni que fuese yo el que secuestra muertos de sus ataúdes para revivirlos y besarlos!
– Jejuko, trata de serenarte. Soy yo, YunHo, tu YunHo…
– ¿Jejuko? ¿De qué hablas? Yo no soy Jejuko, ese es nombre de mujer japonesa ¡Me llamo JaeJoong, Kim JaeJoong, pedazo de imbécil! ¡Y créeme cuando te digo que no sé de donde sacaste que eras mío! ¡No te conozco! – Lo herí, lo sé, me acabo de dar cuenta de que mis palabras lo hieren mucho.
– Pe-pero Jeju… ¿Cómo no te vas a acordar de YunHo? ¿o de nosotros? ¿no te acuerdas de mí? ¿De tu amiga SeoYeonnie? Jeju, sé que ahora tengo cuerpo de hombre… – ¿Cuerpo de hombre? ¡Es un macho! – Pero fuimos mejores amigas… – Dijo… ¿Amigas? ¡Pero si es hombre! Por mucha cara tierna que tenga, no deja de ser hombre.
– No sé de qué manicomio se escaparon ustedes y no sé que tienes en la cabeza para pensar que eres mujer y que fuimos amigas, lo que sé es que me quiero ir de aquí y lo voy a hacer. – Decidido comencé a caminar a lo que pensé era la salida, ya que por todos lados sólo veía antorchas y estatuas de animales, y cuando pasé por el lado del tipo que se creía mujer y el de los labios de supermodelo, éste último me detuvo.
– ¿Te vas a ir desnudo? – Y ahí caí en cuenta de ese pequeñísimo pero muy importante detalle ¡No traía ropa encima! Sólo unos garabatos inteligibles que me recorrían desde las falangetas de los dedos de los pies hasta lo que alcanzaba a ver de mis hombros, pasando por mis brazos y todo el torso. Y no era lo peor, eso era sólo lo que alcanzaba a ver ¡Quizás donde más tendría esa porquerías!
– ¡Ah! ¡Mi ropa! ¡¿Dónde está mi ropa?! – Cómo pude (lo más dignamente posible) me cubrí con las manos, pero poco duró mi desnudes total, ya que en medio de mi vergüenza sentí como ponían una tela suave y liviana sobre mis hombros, era lo bastante larga para cubrirme hasta las rodillas y lo bastante ancha para darle la vuelta completa a mi cuerpo.
– Usa esto por mientras… – Me volteé, encontrándome con un chiquillo de no más de 15 o 16 años, tenía cara de sabiondo y una expresión de total calma que me hacía desconfiar de sus buenas intenciones. – Te traeremos ropa en un momento. – O tal vez no era tan malo y yo sólo lo estaba mal juzgando.
– Gracias… – Lo miré de arriba abajo, analizándolo. Era alto, fornido. Sus hombros eran anchos y la línea de su cintura era casi nula. Seguramente entrenaba mucho su físico, ya que podía distinguir sus marcados músculos aún bajo la tela negra de sus ropas. Su cabello castaño y liso caía desordenado por los lados de sus mejillas, sus facciones a medio desarrollar le daban un toque de inocencia, pero sus ojos reflejaban una sabiduría que un niño de su edad no debería tener. Era como ese tópico literario que me enseñaron el la clase de literatura: Puer Senilis o joven sabio.
– Maestro, no parece recordar nada ¿no nos habremos equivocado de persona? – Consultó el tipo que antes me había hecho percatarme de mi desnudez, ese de los lindos labios.
– No YooChun, el joven aquí presente es el indicado. Háganme el favor de abandonar esta sala y retirarse a otro lugar, yo hablaré con JaeJoong. – ¿Qué? ¿El niño se iba a encargar de todo? – JunSu, por favor tráele ropa a nuestro invitado lo antes posible.
– Si maestro. – ¿Maestro? ¿Por qué le decían maestro a un quinceañero que hablaba como anciano? No pude siquiera plantearles la pregunta, ya que ambos jóvenes se retiraron del lugar en segundos, perdiéndose entre dos grandes estatuas. Suspiré, buscando calmarme y consiguiéndolo un poco. Junto a este niño siento una extraña tranquilidad, de esa clase de tranquilidad que se siente al ser abrazado por tu abuelito.
– YunHo. – Lo oí llamar al tipo que antes me había besado, ese que había permanecido como estatua todo el tiempo desde que le grité que no lo conocía.
– Dígame, maestro.
– Vete tú también, tus emociones descontroladas no ayudaran en esta situación.
– Comprendo, llámame si me necesita. – Comenzaba a retirarse, pero el niño a mi lado volvió a llamarlo, a lo que el tipo volteó de forma automática, haciendo una venia. – ¿Si, maestro?
– Quiero que vayas inmediatamente a trotar cincuenta vueltas a la base de la montaña. – ¡¿Cincuenta vueltas?! ¡Y a la base de una montaña, para rematar! – Estás muy tenso y necesitas aire. – En ese caso que vaya a dar un paseo, pero… ¿Hacerlo correr cincuenta vueltas no era un exageración? – Cuando termines vuelve aquí. – ¿Qué volviera? Pues eso sería mañana, porque no creo que tenga súper velocidad y pueda volver muy rápido, a menos que la montaña que le indica este niño tenga un diámetro muy pequeño.
– Como ordene, maestro. – Y se desapareció del lugar en medio de un salto, como en las películas de Ninjas, dejándome sorprendido y solo con el adolescente.
– ¿Te gustaría un poco de té, JaeJoong? Debes tener sed. – Asentí levemente a su invitación, llevaba dos días sin comer o beber nada, principalmente porque estaba muerto, pero eso ahora me pasaba cuenta y mi boca pastosa rogaba por algo de beber. – Disculpa a mis discípulos por todo este alboroto, pero estaban realmente emocionados por volver a verte. – Me entregó una pequeña taza de fina porcelana color jade, con un líquido semi traslúcido que dejaba escapar un poco de vapor. Le di un sorbo, maravillándome con el embriagante sabor del té de jazmín, y sin darme cuenta me terminé el té de una vez. Dejé la taza en el suelo, cerca de él, que estaba sentado frente a un pequeño juego de porcelana.
– Explícame que está pasando aquí… – Le pedí, tuteándolo, y al instante sentí que estaba haciendo algo incorrecto al hablarle de igual a igual. Él no pareció molesto, tan sólo sonrió levemente y le dio un sorbo al té de su propia taza. – ¿Por qué estoy desnudo, lleno de garabatos, entre tipos que me llaman por un nombre de mujer y sobre todo… por qué estoy vivo?
– Tienes muchas dudas y lo entiendo JaeJoong, pero todo tendrá sentido en su debido momento. Por ahora será mejor que te vistas. – ¿Vestirme? ¿Con qué? ¿Con té de jazmín? – JunSu, dale su ropa al joven JaeJoong, por favor.
– Si, maestro. – Volteé al oír esa voz, encontrándome con el chico de expresiones tiernas y que, según él, era mi mejor amiga. – Espero que te queden bien, antes éramos de la misma talla y confío que aún lo seamos… – Lo quedé mirando, intentando no ser demasiado obvio con mis pensamientos ¿Insistía con eso de que nos habíamos conocido en algún momento? Está más loco de lo que pensaba. – ¿Cuánto mides? – Me ofreció un trapo húmedo, supongo que para limpiar la tinta negra de mi cuerpo, y lo tomé, comenzando a borrar las marcas que lograba ver.
– Un metro ochenta. – Un tanto extrañado le contesté, pero pareció muy satisfecho con mi altura. La tinta salía de inmediato al contacto con el paño húmedo, que a su paso me dejaba impregnada en la piel una suave fragancia a lavanda. Me llamó mucho la atención que no hubiese cicatrices en mi torso, esas que obligatoriamente deberían estar producto de las tres puñaladas que me dejaron medio muerto. Tampoco estaba la cicatriz que me dejó la apendicitis, ni las que invadían mis rodillas, codos y palmas. Mi piel estaba como nueva, totalmente blanca y sin la más mínima marca ¿Estar dos días muerto borrará cicatrices?
– Oh, aún me sigues pasando por dos centímetros. Ten, te quedará perfecto. – Me pasó unas cuantas prendas de color rojo sangre confeccionadas en fina seda, con detalles y el cinto en negro satinado. Las ropas eran de diseño chino tradicional, con el cuello alto y los botones que bajaban por todo el torso, dejando un hueco justo bajo el cuello. Seguramente al ponérmelo se podría ver parte de mi pecho.
– Gra-gracias… – Sonrió… no, eso era algo más que una sonrisa, expresaba tanta alegría, tanta satisfacción, que no pude evitar contestarle con una que quiso ser igual, pero me salió algo tímida. Me quedé mirando su cara unos segundos más, preguntándome en donde era que lo había visto. Tenía algo, alguna de sus facciones, puede que la forma de sus ojos o de sus labios. El cabello no era, eso era seguro, no hacía más que confundirme al ver su cabello azabache caer sobre sus hombros trabajados. – ¿JunSu, cierto? – El asintió levemente.
– Si, JunSu… ¿Por qué me miras así?
– N-no lo sé… ¿podrías… podrías apartarte un poco el cabello de la cara, por favor?
– ¿Y eso por qué?
– Sólo hazlo, será por un segundo. – Un tanto confundido JunSu tomó el cabello que caía por sus hombros y lo alzó con una de sus manos por detrás de su cabeza. Sólo en ese momento pude estar seguro de que había visto su cara en alguna otra parte o por lo menos una cara muy parecida a la de él. – ¿Eres pariente de algún Kim JunHo?
– ¿JunHo? ¿Cómo lo sabes? ¿Conoces a mi hermano?
– ¿Es tu hermano?
– Sí ¿Por qué lo conoces tú?
– Es… era mi mejor amigo en la universidad.
– ¿Universidad? ¿JunHo fue a la universidad? Oh… no puedo creerlo…
– ¿Por qué? ¿tiene algo de malo?
– No, para nada, es… es una excelente noticia. El siempre soñó con ir a la universidad desde que éramos niños y nos colgábamos de los trapecios del circo.
– Cierto, JunHo me lo contó también. Dijo que trabajó en un circo hasta los 15 y se retiró por un incidente. Nunca me dijo que sucedió, sólo que no se sintió capaz de continuar.
– ¿Desde los 15?
– Si, ¿Por qué?
– Yo morí cuando teníamos quince. Posiblemente por eso se retiró del circo…
– Puede ser. JunHo me contaba historias sobre su hermanito y él haciendo travesuras, y por como hablaba de… bueno… de ti siempre pensé que seguías vivo, pero… con el tiempo me fui dando cuenta de que las historias sólo llegaban hasta su adolescencia y luego… pues… nada.
– Gracias por contarme sobre JunHo. – Me dijo él, con su voz un tanto aguda, en lo que hacía una reverencia. – Él fue muy importante para mí en esta vida.
– De nada…
– Ya puedes retirarte, JunSu, y dile a YooChun que le traiga algo de comer a nuestro invitado. – JunSu (porque así le diré, no le pienso decir SeoYeon como él dijo hace rato) hizo una venia que me pareció muy suave para considerarla masculina.
– A sus órdenes, maestro ChangMin. – tomé nota mental del nombre del chiquillo, mientras, y al igual que YunHo hace unos minutos, JunSu se desapareció en el aire en medio de un salto ¿Me Habré transportado a la dimensión de las películas de Kung Fu chinas? Ya me podía imaginar a Brus Lee salir de la boca de unas de las estatuas de animales dando salto, patadas y gritos.
– Vístete, JaeJoong. – Asentí y un tanto cortado aparté de mi cuerpo la tela blanca que antes me cubría, dejándola caer hasta el suelo.
Comencé a ponerme la ropa que me había dado JunSu… o por lo menos eso intenté, ya que nos les encontraba el lado correcto y no hacía más que revolver la tela entre mis dedos, intentando despegarla de mi piel, ya que se adhería a esta casi con estática. Tras unos cuantos intentos fallidos alcé la vista, esperando encontrar a ese adolescente mirándome, pero muy por el contrario, estaba mucho más concentrado en servirse otra taza de té.
– Ehm… Cha… – Me detuvo la sensación de estar haciendo algo incorrecto, se supone que el chiquillo es alguien importante y si todo lo que me decía era verdad, había sido una figura de respeto para mí en mis vidas anteriores. Suspiré, recordándome mentalmente tratarlo con más respeto. –… ¿Maestro ChangMin…? – Lo llamé nuevamente, avergonzado, en lo que me volvía a cubrir lo esencial con la tela blanca de antes. El chiquillo levantó la vista en lo que dejaba su taza de té recién servida frente a él.
– ¿Algún problema, JaeJoong?
– Bueno… ¿Qué rayos tiene esta ropa? – Le consulté, mostrándole la prenda que llevaba ya un rato tratando de ponerme. – Es muy extraña, cuando intento ponérmela se me pega a los brazos y a las manos y se enreda entera.
– Lo sé, se supone que eso sucede con la ropa de JunSu, es normal.
– ¿Normal?
– Sí. ¿Necesitas ayuda para ponértela?
– Pues… la verdad es que no me molestaría el que me ayuda…ra. – El sólo asintió levemente y poniéndose de pie se acercó a mí con una sonrisa en los labios.
– No es necesario que uses lenguaje formal conmigo, JaeJoong, ya que veo que no te acomoda mucho. Puedes llamarme por mi nombre a secas hasta que estés más conciente de ti mismo. – Tomó delicadamente el revoltijo que yo había hecho y de un movimiento certero le dio una sacudida, dejándola perfectamente estirada y permitiéndome apreciar que era la parte superior del conjunto. Con que eso se tenía que hacer…
– Gracias… por las dos cosas. – El sonrió como llevaba ya rato haciendo, elevando apenas un par de milímetros sus comisuras y entreabriendo los labios lo suficiente para que sus dientes parejos y blancos se lucieran con cierto encanto infantil.
– Descuida. Nunca te han gustado mucho los formalismos, al igual que este tipo de tela, pero es ideal para JunSu y sus habilidades.
– ¿Habilidades? ¿Qué habilidades?
– Eso lo hablaremos mejor por la mañana, ahora debes vestirte.
– OK… – Ayudado por ChangMin pude finalmente vestirme, sorprendiéndome al notar como la tela se ajustaba de forma automática, por no decir sobrenatural, a cada uno de mis contornos. No estaba seguro de que fuese una tela elástica, pero seda normal no era. – Se siente extraño… – Comenté, terminando de acomodar la tela del pantalón a mis pantorrillas, ya que no llegaban más abajo, dejando mis tobillos al descubierto. El cinto me apretaba la cintura y me obligaba a estar totalmente erguido y sentía que sobraba un poco de tela sobre mi pecho y trasero, pero no se notaba demasiado, ya que en pocos segundos esta se iba ajustando y pegándose a mi cuerpo. – No logro acostumbrarme… – Le dije, removiéndome en todas direcciones, intentando que la tela se despegara de mi cuerpo.
– No será necesario que te acostumbres, por la mañana usarás tus propias vestimentas. – Me dijo ChangMin, mientras tranquilamente se sentaba en posición de loto en el lugar que antes usaba y volvía a tomar su taza de té. – Ah, sí… casi se me olvida. Ponte esto. – Me lanzó un colgante… o una especia de talismán. Lo que fuese, era un adorno perfectamente confeccionado en lo que creo es jade blanco y entre las filigranas y los detalles en oro el hanja “Grulla” estaba resaltado por sobre lo demás.
– ¿Qué es esto? – Consulté, en lo que me lo ponía. Quedaba perfectamente acomodado en el hueco que dejaba la ropa de JunSu, mezclándose con el blanco de mi piel y dándole un toque extraño al conjunto en general.
– Algo que debes usar porque es tuyo. – ¿Mío? Yo no recordaba haberlo visto nunca, pero era mejor no contradecir al enano sabiondo si es que quería explicaciones.
– OK… ¿Me explicarás ahora que está pasando aquí? ¿Por qué estoy vivo? – Me senté frente a él, ya que me hacía señas para que lo hiciera, mientras me ofrecía otra taza de té de jazmín. Había vuelto a usar el lenguaje informal con él, ya que se me hacía extraño hablarle de “Usted” a un niñato al que fácilmente le llevaba casi una década de diferencia.
– Respóndeme tú esto primero: ¿No te pareció extraño tener conciencia de tu propia muerte y estar todo el tiempo al tanto de lo que pasaba a tu alrededor? – Se llevó la taza a los labios y lentamente bebió de ella. ¿Qué si eso me había parecido raro? Pues nunca estuve muerto, así que no puedo saber si eso pasa siempre.
– Pensé que era normal y que al ser cremado, pues… ya no estaría unido a mi cuerpo. – Y me sorprendí al descubrir que estaba muy tranquilo frente al chiquillo, bebiendo té de jazmín, vistiendo ropas chinas y metido en lo que creo es un templo, luego de estar muerto dos días y ser revivido en medio de un ritual que aún no entiendo. – ¿Qué tiene eso que ver?
– Tiene mucho que ver. – Bajó la taza hasta el suelo, dejándola reposar entre unas cuantas piezas más de porcelana. – El alma de ser humano se desprende de su cuerpo en el mismo instante en el que el cuerpo muere. Que tu alma no se desprendiera significa que aún no era tu momento de morir, por eso estás aquí ahora.
– Eso no tiene sentido. – Rió levemente y tomó una vez más su taza.
– Muchas cosas en este mundo no lo tienen, JaeJoong, pero si dedicas tu existencia a tratar de darles sentidos desperdiciarás tu vida. – Me sonrió, puede que tratando de reconfortarme, y le dio un nuevo sorbo a su té, acción que imité. – Ahora te diré porqué estás aquí.
– Dime, por favor.
– Estás aquí…
– ¿Si…?
– Estás aquí porque nosotros te trajimos. Simple, ¿no?
– No seas ridículo, no tengo tiempo para bromas. – Si, estaba enojado. Un niño me estaba diciendo estupideces luego de todas las cosas raras y sin sentido que me habían sucedido, por supuesto que estaba muy enojado con su actitud.
– Oh, si lo tienes, tienes todo el tiempo que te queda de vida para bromas. Después de todo no tienes nada más que hacer.
– ¿Qué? ¿Qué quieres decir? Tengo muchas cosas que hacer ¡Tengo una vida! Tengo una familia, amigos, tengo clases en la universidad, tengo un trabajo de medio tiempo…
– No, no los tienes. Moriste ¿No lo recuerdas? – ¿Morir? Ah, cierto, yo estaba muerto. Esto de ser revivido realmente confunde mucho. – Esas cosas se fueron con tu antigua vida. Ahora, en esta nueva vida, no tienes la familia, los amigos o las responsabilidades de antes. Haz renacido JaeJoong, tu cuerpo ha sido renovado y tus oportunidades de vivir también.
– ¡Claro que tengo familia! Tengo a mi mamá y a mis hermanas y…
– Y ellas están en este momento esparciendo tus cenizas en el Hangang, como tú alguna vez les pediste. – Dejé la taza en el suelo, ya que temí porque se me pudiera resbalar de las manos, y sentí una extraña opresión en el pecho ¿Lo había perdido todo? – Sobre lo del nombre de mujer… – Alcé la vista, encontrándome con la pasiva imagen del adolescente sirviendo más té en su taza. – Ese es tu verdadero nombre. – ¿Mi verdadero nombre?
– No, mi nombre es JaeJoong. – Le contesté, completamente seguro. Eso era lo único de lo que estaba totalmente seguro en ese momento, de mi nombre, eso no me lo quitarían nunca.
– Ése es el nombre que tiene tu cuerpo, el que tenías en tu antigua vida, Jejuko es el nombre de tu alma y el que has usado en todas tus vidas anteriores.
– ¿Qué quieres decir? – ¿Vidas anteriores? O sea que… ¿ah?
– Quiero decir que en tus vidas pasadas fuiste mujer y te llamaste Jejuko. Ahora que haz muerto como JaeJoong tu verdadera esencia va a tomar control de tu cuerpo, vida y acciones. Fuiste, eres y serás Jejuko.
– Yo no soy y no seré mujer. Tal vez lo fui en algún momento, pero no me transformaré en una mágicamente. – ¿O si? Si me pudieron revivir seguramente tienen algún ritual raro de castración e implante mamario.
– Claro que no ¿Crees que soy tonto? – Un poco, pero no lo voy a decir en voz alta. – Es obvio que no te puedes convertir en mujer… bueno, con unas cuantas cirugías estarías muy cerca, pero ese no es el caso. – Maldito niño ¿Qué estaría cerca? ¡¿Qué cree?! ¿Qué porqué me vestían de niña hasta los cinco y se me confesó un chico cuando tenía 10 años sería mujer? Pues que burla. – Lo que quiero decir es que tu antiguo tú, Jejuko, aflorará en ti nuevamente.
– ¿Algo así como si me poseyera un espíritu? – Eso era lo único medianamente razonable que podría suceder.
– No, el espíritu ya lo tienes, sólo que aún no te haz dado cuenta. – ¿Tengo un espíritu dentro? ¡llamen a un exorcista!
– ¿Y que pasará cuando me de cuenta? ¿Lo olvidaré todo y actuaré tan rato como los tipos de antes y como tú? – O puede que hasta más raro ¿Quién sabe?
– Debiese pasar la acción inversa. – ¿Inversa? ¿O sea que actuaré más normal? – Debes recordar, recordar tus antiguas vidas, tus antiguas habilidades, compañeros y maestro… recordar todas las veces en las que fuiste Jejuko, pero sin olvidar que fuiste JaeJoong. – Suena más complejo que actuar normal…
– Pero no recuerdo haber sido Jejuko, nunca. – No, para nada, con suerte recordaba mis traumáticos días de vestidos de princesa y las tardes en la casa de la abuela, esas en las que me regañaba cada vez que intentaba sacarme las cintas del cabello. Recuerdo algo de eso, pero ¿Recordar ser más mujer que eso? No, nada.
– Es extraño… debiste recuperar tus recuerdos al instante mismo de revivir… mmm… – ¿Mi condición no era anormal, incluso para él? ¿Sufría algo así como…“Amnesia Almeal”? – Ya lo recordarás, tranquilo, hasta que eso pase todos te llamaremos JaeJoong, ya que veo que no te agrada el nombre Jejuko.
– ¿Todos? O sea…los tipos de antes y tú… ellos… ¿ellos también…?
– ¿Son unos revividos? – Asentí a lo que me preguntaba ¡había leído mi mente! – Si, todos lo somos y ya recordamos y coexistimos con nuestras antiguas existencias.
– ¿Por eso JunSu decía que se llamaba SeoYeon y que fuimos “amigas”?
– Si, por eso lo decía. JunSu fue mujer al igual que tú y renació en esta vida como hombre. Cosas del Karma, ya sabes. – No, no lo sé. Lo poco y nada que sé de budismo lo aprendí de mi excéntrica abuela que sólo quería una nieta más, alegando que en su última vida ya le habían dado demasiados nietos hombres. – Él recuerda todo su pasado y su nombre, pero prefiere que le llamen JunSu ahora que es hombre, al parecer le acomoda más. – A cualquiera…
– ¿Y los otros dos?
– YooChun es relativamente nuevo, como tu. Pasó por este proceso hace unos meses atrás y tiene todos sus recuerdos intactos, pero aún hay cosas a las que no se acostumbra, entre ellas al hecho de que JunSu sea hombre. – ¿O sea que…?
– ¿Acaso ellos eran… eran…? – ¿Cómo lo digo? ¿Eran novios? ¿Pareja…? ¿Gays?
– Son complementos perfectos, las dos partes de un entero, Yin y Yang… fueron creados el uno para el otro y fueron pareja en todas sus anteriores vidas, al igual que tú y YunHo. – ¿YunHo? ¿cuál era ese?
– ¿Te refieres a ese tipo que me besó? – Más bien el que intentó comerse mi boca.
– No te besó. – ¿Qué no me besó? ¡Claro! No me besó, tan sólo puso sus labios sobre los míos y metió su lengua en la boca ¡porque pensó que era un helado! ¿Qué me va la cara de idiota este crío? Si eso no fue un beso no sé que más pudo ser. – Te transmitió energía vital proveniente de su espíritu Yang. Sólo con eso se puede traer a la vida a un cuerpo con un espíritu Yin.
– ¿Qué? – ¿Yang? ¿Yin? ¿Trasmitir energía vital y qué?
– Tú, JaeJoong, tienes un espíritu Yin, tu alma tiene la naturaleza de lo femenino y lo pasivo y YunHo tiene un espíritu Yang, o sea él tiene la naturaleza de lo masculino y lo agresivo. Por eso se complementan y se potencian el uno al otro.
– Yo no soy femenino. – No, aunque mi abuela me hubiese tratado como a su nieta e intentó enseñarme todas las cosas de niña que pudo, no soy afeminado.
– No, pero tu alma si lo es. – Maldita resurrección… esto es estúpido.
– Quiero irme de aquí, no me gusta todo esto. – No, lo odio, odio todo esto. Estaría mucho mejor muerto y hecho cenizas, esparcido por las aguas del Hangang.
– Lo lamento, pero no puedo permitir que te vayas. – ¿Qué? ¿Me pensaba secuestrar? – Correrías mucho peligro si no reaprendes tus viejas habilidades, además… aquí te necesitan. – ¿Necesitarme? ¿Para que? ¿para usarme de lienzo? ¡JaeJoong la carta humana!
– ¿Qué peligro puedo correr? ¿Me voy a morir de nuevo? – ¡Gran cosa! Ya estuve muerto, eso no me asusta.
– Lo que te podría pasar es mucho peor que volver a morir, JaeJoong. – ¿Qué es peor que la muerte? – Quédate un tiempo, conoce a los chicos, aprende un par de cosas y luego decidirás si te vas o te quedas. – ¿Me quedaba de otra? Para la sociedad Kim JaeJoong había perdido la vida hace dos días y ya no existía, ni siquiera mis parientes más cercanos creerían que yo estaba vivo, pese a que me pudieran ver otra vez. – Hazle juicio a las palabras de este viejo maestro.
– ¿Viejo maestro? Eres apenas un niño… ¿Tú que sabes de la vida?
– Sé más cosas de las que crees, JaeJoong, y en cuanto recuerdes algo de tu vieja esencia lo tendrás más claro. – ¿Más claro? Pero si está más claro que el agua, es un niño. Punto final. – Puede que por fuera sea sólo un quinceañero, pero por dentro llevo siglos de conocimientos y experiencias. Tus 23 años no son nada juntos a mis 2278. – ¿Dos mil doscientos… setenta y ocho? – Ahora ¿Por qué no mejor comes algo?
– ¿Comer…? – ¿Qué iba a comer? ¿Aire?
– Si, preparamos tu favorito. – Pegué un salto cuando inesperadamente una bandeja apareció frente a mí. – Discúlpame, te asusté. – Se disculpó el que había traído la comida, el de los labios pintados… ¿Cómo se llamaba?
– N-no… está bien… – Lo quedé mirando un segundo más, curioso. Algo en su cara se me hacía familiar, no sé que era, pero algo tenía en su cara o su porte, puede que hasta su presencia, no lo sé, pero lo había visto antes.
– ¿Por qué me miras con esos ojitos? – Me consultó, con una sonrisa divertida. Seguramente me sonrojé, porque sentía mi cara arder. – Por cierto, la ropa de JunSu te queda muy bien…
– Gra-gracias… – Por instinto bajé la mirada, avergonzado y hasta cierto punto incómodo. Me estaba adulando un hombre, maldita sea, y eso dentro de mi heterosexualidad era bastante malo, pero recordé en ese momento que tenía algo más importante que preguntarle, mucho más importante que sentir vergüenza por un comentario que dicho con la amabilidad suficiente parecía ser un intento de hacerme sentir cómodo. – Eh… ¿C-cómo te llamas?
– YooChun o si prefieres Micky Park, así me decían en esta vida.
– ¿Micky Park? – ¡Sabía que lo conocía! – ¿Cómo el velocista olímpico?
– El mismo que viste y calza, baby.
– ¿Lo conoces, JaeJoong? – Me preguntó ChangMin con curiosidad, ladeando levemente su cabeza en un gesto infantil e inocentón que iba demasiado bien con sus facciones de niño.
– La verdad no personalmente, sólo sé que era un deportista de alto nivel y no participó en lo juegos olímpicos porque murió. Fue necesario reemplazarlo en el último momento. No sé ni lo que le pasó, hubo muchos rumores al respecto, pero… – Volteé a mirar a YooChun una vez más, quien me miraba con esa expresión pasiva y relajada. – ¿No qué deberías estar muerto?
– Si, muerto al igual que tú, pero te irás dando cuenta que para nosotros la muerte no es más que un mero trámite. Era necesario que muriera para estar ahora aquí. Los rumores son sólo un toque por parte de mi Karma.
– ¿Cómo moriste? – Consulté y me arrepentí al instante, tal vez era un tema delicado para él.
– ¿De verdad quieres saberlo? – Pero esa sonrisa algo juguetona me hizo recobrar la confianza. Al parecer el tema de su muerte no lo molestaba en absoluto.
– Pues… si, quiero saberlo.
– Oh… bien… me morí de un paro cardiaco fulminante tras aspirar una tira de cocaína cuando estaba en un Jacuzzi lleno de champagne en plena orgía con cuatro chicas fabulosas, una rubia de ensueño, una latina sabrosa, una mulata voluptuosa y una pelirroja sexy… si, fue una buena forma de morir.
– ¿D-de verdad? – Definitivamente mi curiosidad un día de estos terminará por matarme… otra vez.
– No, ¿cómo crees? Sólo quería tener una muerte más trágica que la tuya, pero nos ganaste a todos en esta vida. Mi muerte fue la más aburrida, estaba conduciendo ebrio y estampé mi automóvil contra una pared de granito. Nada más.
– ¿Qué? ¿así nada más?
– Estaba hecho polvo cuando lo sacamos del ataúd. Fue muy desagradable. – Comentó ChangMin, bebiendo tranquilamente de su taza.
– Sí, se me reventaron todos los órganos internos y estuvieron como dos días intentando renovar mi cuerpo para revivirme. – ¿Renovar su cuerpo…? ¡Oh, cierto! ¿y mis heridas, cicatrices, manchones y demases cosas que deberían estar en mi piel?
– ¿Cuánto se tardaron en renovar mi cuerpo?
– Alrededor de siete horas. – ChangMin tranquilamente dejó su taza en el suelo, llenándola una vez más con té ¿Cuántas tazas había bebido ya? – Tú columna estaba rota, tenías contusiones cerebrales, el hígado perforado y muchas heridas, raspones y cicatrices.
– ¿Les di mucho trabajo?
– No más que yo. – Tranquilamente YooChun alzó una mano, como echándose le culpa de algo, y luego miró a ChangMin, quien tan sólo le echó una miradita rápida y devolvió su atención a su té. – ¿Me retiro ahora, maestro?
– Si, vete y vigila que YunHo no se sobre ejercite, está muy perturbado y en ese estado se excede con facilidad.
– Si Maestro. – YooChun hizo una reverencia y luego se perdió en una ráfaga de aire… o más bien e una estela de polvo… lo que fuese, la cosa es que había desaparecido en milésimas de segundo, haciéndole honores a su título de ex velocista olímpico, perdiéndose entre las estatuas llevado por sus rápidas piernas que, para con mi poco entrenado ojo, no se veían.
– Come, necesitas reponer energías. – Me dijo el niño, dejando de lado su tarea de beber té pare servir una taza nueva para mí.
Tomé los palillos delicadamente tallados y dudoso miré los platillos servidos en la bandeja. Me quedé inmóvil mirando la comida, incómodo. Olía fantástico, pero no se me antojaba comer nada. Aún tenía ese nudo en la boca del estómago desde que había recobrado por completo la conciencia y los músculos de mi abdomen se mantenían contraídos dolorosamente esperando que a mi mente la asaltaran los recuerdos de las puñaladas que me atravesaron el torso. De alguna forma mi cuerpo aún reaccionaba a esos recuerdos, pese a que los tenía ya asumidos y, tras mi muerte, incluso superados.
– ¿Pasa algo? – Preguntó ChangMin, mientras me ofrecía esa taza de té que había estado sirviendo para mí.
– Es que… no me gusta comer solo. – Le dije, aceptando la pequeña taza. Odiaba comer solo, lo odiaba desde que mi (muy deschavetada) abuela me dejaba prácticamente amarrado a la mesa, atiborrándome de comidas que según ella eran buenas para una “Jovencita” en desarrollo. Vieja loca. A veces era capaz de tenerme toda una tarde metido en la cocina, mientras ella cocinaba y preparaba cosas que sabían bastante extraño.
– Veo que haz conservado muchas de tus viejas costumbres… – Comentó, sonriendo con lo que pude intuir era satisfacción. – Pero debes comer, de verdad lo necesitas.
– Pero…
– Come.
– Come conmigo. – Le dije, alargando mis brazos hasta poner los palillos cargados de comida frente a su boca. Siempre hacía eso con mi amigo JunHo en la universidad y más que nada era una costumbre adquirida con los años, ya que me negaba rotundamente a comer en soledad y si tenía que casi obligar a alguien a comer pues poco me importaba, Kim JaeJoong no comía solo, no señor. – Vamos, Minnie… – Me sorprendí por el diminutivo que usé para referirme al chiquillo, pero no pareció ofenderse por como lo llamé. Él solo río levemente y aceptó el bocado que yo le ofrecía, negando luego con la cabeza al tragar lo que tenía en la boca.
– Tú no cambias nada.
– ¿Perdón? – Consulté, llevando, esta vez, los palillos a mi propia boca, cargados con algo que no sabía que era, pero que olía bien, y pese a su dudosa composición se me hacía agua la boca con la sola idea de probarla. No era algo que hubiese comido antes, ya que parecía comida tradicional china, pero era algo a lo que me podría acostumbrar con facilidad.
Debo admitir que nunca he comido algo realmente chino, a lo más unas míseras golosinas que decían ser de dicho país: “Manufacturadas en China” recuerdo que decía el envoltorio, pero más que eso nada.
Una vez JunHo quiso intentar una receta china para el arroz, pero terminamos con una gran olla de sopa con un revoltijo pegajoso en el fondo que se asemejaba a lo que quedaba en los sartenes cuando dejabas enfriar demasiado el aceite tras freír una chuleta. En resumen… no fue nada agradable, pero milagrosamente descubrimos un nuevo pegamento. Vaya uno a saber si de la misma forma los creadores de la crema para afeitar tuvieron problemas al hacer el merengue para un pastel.
– Sigues con esa mala costumbre de llamarme “Minnie”. Nunca me mostraste mucho respeto.
– ¿Y eso es malo? – Le dije, ofreciéndole otra vez de mi comida. Este pasivamente recibió la comida que yo le ofrecía, sonriendo después de tragar. – Disculpa si te ofendí.
– No hay problema, eso forma parte de ti, así que es bueno. Tienes costumbres muy arraigadas y que forman parte integra de tu esencia, entre ellas la de dar de comer a los otros cuando no quieres comer a solas. Además yo llevo más de dos mil años oyendo ese diminutivo, así que no me molesta en lo más mínimo. La verdad… – Bebió tranquilamente de su taza de té. –… es que ya lo extrañaba.
– Oh… eres muy extraño. – Comenté, llevándome nuevamente la comida a la boca y luego ofreciéndole una porción a él.
– No más que tú, créeme. – Dijo, antes de aceptar la comida. Continué comiendo luego, siguiendo esa dinámica: Una para él, una para mí, una para él, dos para mí, una para él, tres para mí… esto está delicioso.
– Y dime… Minnie ¿Cuándo rayos fue mi primera vida? – Esto de las reencarnaciones me confunde y por como veo las cosas en este lugar… debemos llevar un par de siglos con esto de volver a nacer.
– Veamos… naciste en lo que hoy es Pekín, pero te criaste junto a los demás en Xilinhot más o menos en el 250 A.C., en los inicios de la dinastía Qin, cuando XiaoWen asumió el cargo del país.
– ¿XiaoWen? – Recordaba ese nombre, días antes de mi muerte tuve un examen de la historia de China y esos nombres lo conocía, XiaoWen… XiaoWen fue el segundo rey de la dinastía Qin y… el que duró un año al cargo. – ¿Conocí al emperador *Qin Shi Huang? Ese de la tumba con los soldados de terracota…
[i]*[URL=http://es.wikipedia.org/wiki/Qin_Shi_Huang]Qin Shi Huang[/URL]: Nombrado el “Primer Emperador”. Mundialmente reconocido por la magnificencia de su tumba en la que metió más de 7.000 figuras de terracota de soldados armados, vigilando la entrada de su mausoleo.[/i]
– Sí, lo conociste y desgraciadamente te convertiste en su segunda esposa.
– ¿Qué…? – ¿Me había casado con un emperador?
– Lo que escuchaste. Fuiste la segunda esposa de Qin Shi Huang.
– Pero… en los libros no se menciona nada de una segunda esposa.
– Digamos que… pues… tú no estuviste muy de acuerdo con eso de ser su esposa y tampoco duraste demasiado con esa connotación.
– ¿O sea que me obligó a casarme con él y luego nos separamos? – Estaba confundido. Ojala pudiese recordar lo que ChangMin me cuenta, de esa forma no tendría tantas dudas… alto… ¿Por qué habría de acordarme?
No se supone que todo esto sea lógico, más bien… creo que estoy en coma y todo lo que creo estoy viviendo no es más que un delirio de mi mente aturdida por lo sedantes y los golpes. Si, eso debe ser… una especia de sueño producto de los medicamentos que me suministran en el hospital, ya que nunca me morí y milagrosamente estoy ahora en terapia intensiva y en coma inducido, hasta que mi cuerpo se recupere… si, eso debe ser… así que no debo tener miedo… nada de esto es real y por ende no importa mucho lo que haga… después de todo cuando despierte lo recordaré y me reiré… puede que hasta escriba un libro…
– No precisamente. Verás… nuestro deber reside en proteger ciertos artefactos alojados en las cámaras de este templo. El emperador Qin Shi Huang, en su afán de unificar China a cualquier precio, supuso que la existencia de estos artefactos y de nosotros por igual significaría un peligro para sus planes y decidió eliminarnos.
– OK, OK… ¿y cuando me casé con el tipo si era tan malo?
– Déjame terminar. Cuando conociste a Qin Shi Huang ya eras una mujer adulta, de unos… 20 años si no me falla la memoria, tenías una vida formada e ideales marcados. Qin y sus tropas intentaron invadir las tierras colindantes al templo y no hubo más alternativa que defender el territorio.
>> Cuando las batallas ya no llevaban a nada se hizo un pequeño alto al fuego y tú, junto a YunHo, fueron en representación de nuestras fuerzas para establecer un alto al fuego y de preferencia una retirada por parte de Qin. Nunca me contaron que pasó exactamente esa noche, pero Qin se enamoró de ti y en un acto de traición intentó asesinar a YunHo, quien era tu pareja. No entiendo como aceptaste casarte con él, pero supongo que eso lo hiciste para que Qin detuviese el avance de sus tropas, tampoco me cabe en la cabeza que YunHo te permitiese tal cosa, ya que para ese entonces esperaban a su primer hijo… pero seguramente no estaban enterados aún.
>> Volviste al templo casi un año después de irte junto a Qin Shi Huang, con un niño en brazos y con el sello imperial colgado del cuello como evidencia de tu victoria. Obviamente en los libros de historia no aparece tu nombre, mucho menos se menciona que su segunda esposa le dio muerte al emperador Qin, pero cuando lo recuerdes sabrás el motivo por el que le diste fin a su vida.
– ¿O sea que yo lo maté?
– Sí… haz memoria. Yo no puedo contarte qué sucedió porque no estuve presente y tampoco me relataron que sucedió, pero ese recuerdo es uno de los que abordaba tu mente con regularidad y en todas tus vidas me comentas que no lo haz podido borrar de tu cabeza. Supongo que al ser uno de los primeros recuerdos traumantes de todas tus vidas tu mente no lo olvida.
– Espera… me estás confundiendo… Qin Shi Huang enloqueció y mandó a matar a YunHo porqué…
– Porque se había enamorado de ti y te quería como su esposa.
– OK, OK… pero YunHo no murió y yo me casé con este tipo por alguna razón “X” y luego… ¿maté a Qin Shi Huang? Eso es estúpido.
– Puede que ahora te lo parezca, pero tus motivos tuviste en ese momento.
– Entonces… ¿Fui un… – Detuve mi oración, recordando repentinamente que yo había sido mujer. –… una asesina?
– JaeJoong… – ChangMin alargó lo brazos y tomó mis manos, haciendo que dejara los palillos descansar en la bandeja ya sin comida. – Estas manos que tienes cargan con la sangre de muchas personas… pero estás pagando por tus culpas, por eso no debes preocuparte.
– ¿Qué quieres decir? – Me levanté de mi puesto, sobresaltado. – ¿Cómo que no debo preocuparme? – Aparté sus manos de las mías, ya que no me había soltado cuando me puse de pie y al parecer pretendía que con ese gesto yo me calmase. – ¡Soy un asesino, maldita sea! ¡MATÉ A QIN SHI HUANG!
– JaeJoong… calma… todos cargamos con vidas en nuestras manos, pero ellos no están muertos.
– ¿Q…qué? ¡Me acabas de decir que los maté ¿Cómo no van a estar muertos ahora?!
– Escúchame y escúchame muy atentamente. – Me volví a sentar cuando me hizo una seña junto a él, acepté el abrazo que ChangMin me ofrecía y que me trajo mucha paz, dejándome relajar por las caricias que repartía por mi espalda, haciendo leves presiones en algunos puntos específicos. Por alguna razón no me extrañó que hiciese tal cosa, ya que en mi mente algo me dijo que eran puntos de presión y que estaba bien dejar que ChangMin los estimulase para que pudiese calmarme. – Las personas que alguna vez perecieron en nuestras manos ahora viven para ser protegidos por nosotros… por la mañana iremos a ver al que ahora es Qin Shi Huang ¿te parece? Le dará gusto verte luego de tanto tiempo…
– No entiendo nada… Qin Shi Huang está muerto… yo lo maté… no lo podemos ver… – ChangMin deslizó una de sus manos hasta colarla por mi cuello, presionando con la yema de uno de sus dedos tras mi oreja. – ¿Qué haces…?
– Estás demasiado ansioso, sólo lo hago para que te relajes. – Tras unos segundos retiró sus dedos y una sensación de bienestar me invadió. – Podemos ir a ver a Qin por la mañana si lo deseas. Se ve algo más joven en su nuevo cuerpo, pero de seguro lo reconocerás y él a ti. Como ya no te pretende y obviamente su alma fue purificada no hay porqué temer…
– Quiero… quiero despertar… – Le dije a ChangMin, aferrándome a sus vestimentas. Estaba confundido, asustado… posiblemente estaría histérico o con un ataque de pánico si ChangMin no supiese como relajarme con los puntos de presión, pero de sólo pensar que de ser un simple y muy desafortunado joven normal pasé a ser la reencarnación de la asesina de quien sabe cuantas personas, todo mi organismo se desestabilizaba.
– Estás despierto, JaeJoong. – Me dijo él, volviendo a acariciar mi espalda, prestando especial a tención a la zona cercana a mis hombros y a la base del cuello.
– No es cierto… estoy sedado y tú eres una ilusión, al igual que todos los tipos de antes…
– Creo que necesitas descansar, estás delirando.
– ¡No deliro! ¡Tú deliras! – Una furia inmensa me lleno por completo en ese instante. Era un maldito sueño, se supone que yo tenía el control de lo que sucedía a mí alrededor, no tenía porqué llegar un niñato a decirme que hacer. – ¡Eres un niño odioso! – Lo golpeé con fuerza en su pecho duro como roca, pero el ni se inmutó, nada más me miró con resignación y casi con un gesto paterno terminó por deslizar una de sus manos por mi cuello.
– Lamento tener que hacer esto… – Me miró de forma severa a los ojos, antes de golpear con la punta de uno de sus dedos la base de mi cabeza. Un hormigueo incómodo me atravesó en ese momento y luego mis piernas y brazos cedieron, mis extremidades estaban totalmente lacias… ¿Qué rayos me había hecho? Prácticamente me fui de cara al suelo, pero a menos de cinco centímetros una de sus manos me detuvo con demasiada facilidad, atajándome por la ropa. Aún podía mover los ojos y los músculos faciales, sólo que no me respondía nada del cuello para abajo. – Siempre haz sido así de explosivo… – Me volteó y acomodó mi cabeza sobre su regazo, quitando algunos de mis cabellos de mi cara. – Me temo que así no podrás llegar a tu habitación…
– ¡¿Qué rayos me hiciste, niño del demonio?! – Intenté moverme de cualquier forma, pero nada más conseguía balancear un poco mi cabeza de lado a lado. Él sonrió levemente, asintiendo con gesto paciente, antes de golpear con dos de sus dedos mi frente. – ¡Au!
– Te merecías un One-Touch por escandaloso. – Me incorporó empujándome por los hombros y quedé sentado casi desparramado al no sentir nada del cuello para abajo. – ¿Dejarás de gritar si te desbloqueo los movimientos?
– ¡Deja de jugar conmigo! – Juro que pude haberlo mordido de no ser porque su mano se movió a una velocidad vertiginosa lejos de mi boca.
– Vaya… al parecer alguien está de mal humor. – Descuidadamente me dejó caer al suelo, en el que me golpeé como si fuese un costal de arena, haciéndome algo de daño en la espalda. – Si me permites, JaeJoong… – Pude ver como se ponía de pie. –… tengo cosas más importantes por hacer que soportar a prepotentes jovencitos insultándome, golpeándome e intentando morderme.
– ¡Óyeme! – Pero ni siquiera se volteó a verme, tan sólo continuó caminando lentamente hasta tomar un par de objetos del suelo, que estaban al centro del salón, junto a cientos de velas. Pude reconocer un pincel de caligrafía y un cuenco con lo que intuía era tinta. – ¡Ven acá y libérame! – Me ignoró… ¡Me ignoró! Si incluso parecía que la tinta negra con la que jugaba dibujando garabatos en un papel era mucho más interesante que yo. – ¡Minnie, por favor! ¡Lamento lo que dije! – Esta vez se giró hacia mí, alzando entre sus manos el papel que acababa de escribir.
– Así está mejor… – Caminó de vuelta a mi posición y con esa sonrisa suya que ya me estaba hartando me volteó usando uno de sus pies.
– ¡Oye…! – Apenas pude quejarme, estaba ahogándome con mi propio peso.
– Shh… se un bueno niño. – No sé ni con qué me golpeó, supongo que con su talón, pero el dolor que inició entre mis hombros y se esparció por mi cuerpo me sobrecogió por unos segundos, atontándome lo bastante para que no me diese cuenta de cuando él me volvió a girar y con un movimiento pegó en mi frente el bendito papel lleno de garabatos de hace un rato.
– Du-duele… – Me retorcí y contorsioné sobre mí mismo, arqueando mi espalda. Dolía horrores. Era como si me hubiese dado un calambre general, en todos los músculos de mi cuerpo, pero tras unos segundos el dolor menguó de paso me dejó con una sensación de relajo en cada uno de mis nervios, permitiéndome moverme una vez más.
– Quita ya esa cara, que no duele nada. – Lo miré con el seño fruncido. La verdad es que apenas lo podía distinguir con el papel pegado en la frente y veía al chiquillo atravesado por una franja blanca.
– ¡Tú qué…! – Me fue imposible seguir hablando… ¡El papel me tapaba la boca! ¡EL PAPEL! Se había movido hasta cubrir mis labios, sin siquiera despegarse de mi frente, y me impedía seguir gritando. Comenzaba a pensar que me asfixiaría con semejante cosa tapándome la boca, pero se aflojó en pocos segundos. – ¡¿Qué es esta…?! – ¿Otra vez? ¡Maldito papel!
– Ahora si podremos hablar. – Lo miré de mala forma, a la espera de que el papelito me dejara de molestar.
– ¿Tú crees? Cada vez que hablo el papel se mete en mi boca y… espera… ¡No ha pasa…! ¡MMMM! – ¡Condenado papel!
– El pergamino te cubrirá la boca cada vez que grites, así que mientras mantengas un tono moderado de voz no tendría porqué incomodarte.
– Quítamelo. – Exigí.
– No.
– ¡Quítame…! – ¡Oh, no! Kim JaeJoong no iba a perder contra un papel ¡Antes muerto… Ehm… dos veces! Con mis dos manos tomé el papel en cuanto se despegó de mi boca y jalé de él con todas mi fuerzas ¡No se rompía! Y peor aún ¡No se despegaba de mi frente! – ¿Qué le pasa a esta cosa? – ¡Dios mío! ¡El papel estaba fusionado con mi piel! Si seguía así terminaría por arrancarme un pedazo de carne de la frente.
– Pasa que no te lo puede quitar tú, debe quitártelo otra persona.
– ¡Pues quíta…! – Suspiré resignado, esperando. – ¿Me lo quitarás?
– No, aún no.
– ¿Y cuándo lo harás?
– Por la mañana, cuando estés más calmado. Ahora será mejor que vayas a dormir.
– ¿Y cómo crees que dormiré con un papel pegado en la cara?
– Eso no es problema mío, ahora… ¿Quieres ir a descansar o te pongo un conjuro de patadas en el trasero?
– ¿Existen? – ¡Mi curiosidad me traiciona!
– ¿Quieres averiguarlo?
– No, gracias… prefiero ir a dormir.
– Comprendo. YunHo te guiará a tu habitación.
– ¿YunHo? – ¿Y ése cuál era…?
– YunHo, lleva a nuestro invitado a su habitación para que pueda descansar.
– Como ordene, Maestro. – Sobresaltado al reconocer la voz me volteé a mirar a quien había hablado. Ése era YunHo, el que antes me había besado y que aparecía en medio de la estancia, con su cabello algo revuelto, las ropas con algo de polvo y sus facciones afiladas y serias, con el lunar negro que me exasperaba rígido en su lugar sobre el lado izquierdo de su labio superior.
– Veo que rompiste algunas cosas… YooChun, dame el reporte de los daños. – ¿YooChun? Pero si el no está… ¡¿eh?! ¿Cuándo llegó YooChun al salón?
– Una docena de árboles, tres de las columnas que sostienen la base de la entrada están desechas, tenemos un nuevo estero y a los peces Koi parece gustarle, pero lamento informarle que sus azaleas perdieron unas cuantas ramas. – Dijo YooChun, como si nada, llevándose los brazos por detrás de la cabeza. Pude ver como YunHo bajaba su cabeza, avergonzado, y apretaba las manos formando puños, blanqueando sus nudillos heridos. Pude ver también que los protectores que cubrían sus antebrazos y los dorsos de sus manos estaban casi desechos y poco faltaba para que se cayesen a pedazos. ¿Estaban así antes o se estropearían mientras corría?
– Comprendo… tendremos que arreglar eso por la mañana. – Comentó tranquilamente el niño. – Puedes retirarte YooChun. – El ex velocista hizo una venia y salió de la habitación desapareciendo ante mis ojos, nuevamente envuelto en esa estela de polvo y ráfagas de aire de hace un rato. ChangMin devolvió su mirada a mí, sonrió con amabilidad. Cínico… – JaeJoong, irás a dormir ahora, es muy tarde y necesitas descanso. YunHo te guiará a tu habitación.
– Pero… – Sí, iba a reclamar, pero un leve golpe me llegó en la frente. – ¡Au! – Miré enojado como el chiquillo tenía alzados dos de sus dedos, los cuales separó luego para hacer el signo de “Amor y Paz”.
– No contradigas a tu maestro. Ve a dormir, es de madrugada y por la mañana, a primera hora, tenemos cosas que hacer.
– Está bien… – De mala gana me levanté del suelo, donde había estado desde que el niño me bloqueó los movimientos, y sacudiéndome la ropa miré a YunHo.
El pergamino de antes hacía que una franja se interpusiera en mi visión, pero podía distinguir lo rígido de su postura. Me tomé unos segundos para analizarlo. Era alto, más alto que yo o que el mismo ChangMin, sus hombros estaban exageradamente trabajados, así como sus brazos, torso, piernas… todo él era músculos. GRANDES músculos. Vestía de blanco y los detalles en turquesa de su ropa le quedaban perfectos, formando un contraste muy agradable entre su moreno tono de piel, el rosa de sus labios y el negro de su cabello. Era un tipo atractivo, no podía negarlo, pero eso no significaba que me cayera bien. La verdad es que desconfiaba de él, sentía que en cualquier momento me acorralaría contra un muro y me besaría como hace un rato.
– ¿Nos vamos? Tengo sueño y no me siento muy bien.
– Como gustes. – Me miró analíticamente y me sonrojé al percatarme de que miraba el pergamino pegado en mi frente. Tonto papel, de seguro YunHo se está aguantando las ganas de reírse de mí.
– ¿Qué miras?
– El conjuro de silencio parcial que tienes en la frente… te ves chistoso con el puesto.
– Pues si no me lo vas a quitar mejor que ni lo mires o comentes nada sobre él.
– Maestro… – Escuché que llamaba al niño, quien nos daba la espalda en lo que había vuelto a beber té. Pude, en ese momento, darle una mirada al hermoso bordado en hilos de oro de un dragón en su espalda. Era impresionante, casi parecía que se saldría de la tela y se iría caminando.
– Dime, YunHo. – Dijo, sin quiera voltear a vernos. Dejó su taza en el suelo y tras eso comenzó a recoger el resto de las porcelanas.
– ¿Puedo quitarle el conjuro de silencio a JaeJoong?
– Puedes, pero los gritos serán una consecuencia con la que tendrás que lidiar tú solo.
– Comprendo. – Devolvió su mirada hacia mí, permitiéndome apreciar sus ojos color chocolate y ese brillo especial que no sabía qué interpretación darle. Acercó sus manos a mi rostro y con delicadeza posó una sobre mi mejilla derecha. Era impresionante, sus manos eran grandes y a la vista algo toscas, pero me tocaron con tanta delicadeza y dulzura que apenas noté cuando retiró el pergamino de mi frente usando su otra mano. – ¿Mejor así?
– Si, gracias. – Y no hubo más que decir. Su leve sonrisa y la caricia que me regaló en la mejilla me atontaron. Nunca un hombre me había tratado con tanta delicadeza. Mi padre me había tratado a golpes la mayor parte de mi infancia, hasta que mi madre lo echó de la casa. Mis hermanas sólo eran amor y besos conmigo, mamá me consentía en todo. JunHo era el primer hombre con el que se podría decir que mantenía un contacto más cercano, ya que en la escuela sólo tuve un par de amigas, y con él nos tratábamos a empujones y pellizcos. Normal entre hombres, supongo yo, así que ahora ser tratado con tanta… devoción sólo me provocaba vergüenza y porqué no decirlo, algo de miedo también.
– Que descanse, Maestro. – Dijo YunHo, apartando lentamente su mano de mi cara. Volteé a mirar al niño, quien ya había terminado de coger las porcelanas y caminaba pasivamente hacia un par de estatuas en forma de dragones entrelazado con la bandeja de mi comida cargada con las tazas y una pequeña tetera.
– Ustedes también. – Dijo, volteándose apenas, dejándome entrever en su perfil una sonrisa juguetona. – YunHo, ve lento.
– Si maestro. – ¿Qué fuese lento? ¿Con qué? – Vamos, tienes que dormir ahora. Son casi las dos de la madrugada. – Asentí a lo que me decía y pestañeé varias veces mientras miraba la mano que me ofrecía… ¿quería que nos tomáramos de la mano? Cuando no atiné a reaccionar él se me adelantó y me tomó una mano, comenzando a caminar en dirección a dos estatuas de osos panda comiendo bambú.
– ¿Q-qué haces…? – Le pregunté, andando a tropezones. Me sentía muy torpe y pese a que él no caminaba rápido sus piernas largas daban pasos de casi un metro por vez, así que fácilmente me quedé atrás, observando su ANCHA espalda y por sobre todo el agujero circular que había en su ropa, dejando entrever un enorme tatuaje del *Taijitu en el que sólo estaba estampada en su piel la parte negra y la que vendría a representar el Yin. Era un tatuaje de unos 25 centímetros de diámetro, así que le debió doler horrores hacerse tal tortura.
[i]Taijitu: Más comúnmente conocido como “Yin Yang”. Taijitu es el nombre formal que recibe la típica imagen usada para representar el equilibrio entre las dos partes de un entero. Para las que han visto Shaman King… vale, le puse al líder el tatuaje de Ren Tao, demándenme. Les dejo una pic de ese personaje para que entiendan de qué va el tattoo del líder, sólo que a él no se le ve completo, sólo el Taijitu: [URL=http://a7.idata.over-blog.com/0/38/59/28/tao_ren__shaman_king_.jpg]Ren Tao y su tattoo[/URL] [/i]
– Te llevó a nuestra habitación.
– ¿Nuestra? – Detuve mis pasos, ya que había comenzado a caminar por un pasillo largo e iluminado por antorchas, dejando atrás ese gran salón lleno de estatuas, y me solté de su mano.
– Si, nuestra. La compartes conmigo… – Me aclaró YunHo, que de un momento a otro estaba serio. Me impresionó el rápido cambio de sus emociones y su voz dolida me sobresaltó. – ¿Te molesta?
– Pues… – Y no pensaba moderar mis palabras para no herir a alguien que no conocía. – N-no… no me molesta… – Bien, no pude decirlo. Quería decirle que me molestaba mucho, pero no pude hacerlo. De repente me tomó por un brazo, haciendo que me detuviera, y por inercia alcé mi vista para mirarlo a la cara ¿Qué pretende? ¿besarme otra vez? No sé porque, pero internamente lo deseaba más que nada.
– Te molesta. – Dijo, totalmente convencido de lo que decía. – No me puedes mentir, te conozco demasiado. – Me miró directo a los ojos por unos segundos más, segundos en los que no pude apartar mi mirada de él ni de ese lunar negro y coqueto sobre su labio superior, hasta que finalmente me soltó, alejando su mano de mí en una suave caricia que se alargó hasta la punta de mis dedos. – Dormiré en otra habitación para no incomodarte.
– ¿No será mejor que yo me mude a otra habitación? – Eso para mi era razonable. Se supone que soy algo así como el invitado o el recién llegado, así que era yo el que debía adecuarme a las situaciones y espacios que me correspondieran.
– No, el maestro ChangMin ordenó específicamente que te guiara a tu habitación y esa siempre ha sido tu habitación, así que ahí te quedarás. – ¿Mi habitación? – Posiblemente te ayude a recordar… – ¿Recordar? ¿Recordar qué? – YooChun, JunSu. – Dijo re repente, confundiéndome. Estábamos solos en el pasillo ¿Por qué llamaba a los otros dos?
– ¿Qué pasa, Yunnie? – Di un brinco al escuchar claramente la voz de JunSu tras de nosotros. Me volteé al instante, encontrando a YooChun y JunSu a unos pasos de YunHo y de mí.
– ¿Creen que al maestro le moleste que use otra habitación? – ¿Había más habitaciones? ¿Entonces porque debía compartir una con YunHo?
– No lo sé, sabes lo maniático del orden y disciplina que se pone a veces y ya todas las habitaciones están asignadas. – Comentó YooChun, sonriendo de una forma medio rara que me pareció como… burla. – ¿Por qué lo preguntas?
– JaeJoong necesita dormir solo.
– ¿Solo? ¿Por qué? – Consultó JunSu, colgándose del brazo de YooChun.
– Porque si, JunSu, no preguntes cosas innecesarias. – Sentenció YunHo. – Simplemente necesita descansar cómodo y mi presencia no le acomoda en lo absoluto.
– En ese caso creo que él comprenderá, en el peor de los casos nos podemos intercambiar de habitaciones y que JaeJoong escoja con quien se sentiría más cómodo durmiendo. – El ambiente estaba algo tenso y comenzaba a sentirme muy inoportuno. De no ser mi llegada no tendrían que tomarse tantas molestias.
¡¿Pero que digo?! Se merecían esas y más molestias inclusive. Nunca les pedí que me revivieran o que me trajeran a este templo, o que me permitieran quedarme, mucho menos pedí que me asignaran una habitación o que YunHo se mudara. Digo… no quiero tenerlo cerca, pero no lo puedo echar de SU habitación sólo por eso. O sea… realmente no quiero causar problemas, pese a que se lo merecen por todo el embrollo en que me habían metido, pero ver ese sentimiento de dolor en YunHo no me gusta.
– ¡Yo quiero dormir con Jejuko! – Gritó de repente JunSu, dando un pequeño salto y rompiendo de una vez la incomodidad que sentía. Se me echó encima, abrazándome melosamente por el cuello y ahí se quedó.
– JaeJoong. – Le corregí, sin intenciones de hacer que me soltara. Era grato tener a JunSu cerca, de una forma rara y posiblemente muy mística me sentía cómodo con su cercanía y no podía evitarlo, me transmitía un sentimiento de mucha alegría y espontaneidad.
– Eso ¡Yo dormiré con JaeJoong! ¿si? ¿puedo, JaeJoongie? ¡Será como una pijamada! – Si, definitivamente con JunSu si podría compartir la habitación.
– JunSu, el debe dormir, no jugar a las pijamadas. – Le pidió ¿o advirtió? YunHo. Lo que fuese JunSu me soltó y se fue a parar junto a YooChun, notablemente triste.
– Lo siento, JaeJoong. – Se disculpó, bajando la vista.
– No importa, no me molesta JunSu y me encantará compartir habitación contigo. – Y era la verdad, la cercanía de JunSu no me alteraba, creo incluso que me hacía sentir ehm… en contexto. Supongo que eso de ser ambos espíritus Yin ayudaba a que compatibilizáramos o el hecho de que me recordase tanto a mi mejor amigo.
– ¡Si! Me escogió a mí, me escogió a mí~. – Cariñoso se ancló a mi brazo. Debimos de ser grandes “amigas” en el pasado para que buscara mi cercanía todo el tiempo. – Te prometo que no te arrepentirás.
– JunSu, por favor. – Pidió YooChun. No sé a que habrá venido esa petición, pero JunSu sólo le mostró la lengua y apartó la cara, haciéndole un desprecio.
– Sigamos, la habitación está al final de este pasillo. – Dijo YunHo, devolviéndome a la realidad.
Seguimos caminando por esos largos pasillo, iluminados por unas cuantas antorchas por un lado y la luz de la luna llena por el otro, dejándome con una parcial vista de un enorme jardín Zen lleno de flores, árboles y algunas imágenes religiosas de dioses chinos tradicionales. Tal vez de día la vista sería más reveladora, pero con lo que alcanzaba a ver ahora se notaba que era un lugar hermoso.
Nos internamos en un pasillo largísimo lleno de puertas dobles con hermosos tallados, hasta detenernos frente a un par en particular en las que había dos animales, un pájaro y lo que creo es un tigre.
– ¿Qué pájaro es? – Consulté, acariciando la oscura madera sobresaliente que representaba al ave. No sé la razón, pero me agradaba ese dibujo del pájaro. Se le veía garboso, sutil… no sé, como si pudiese salir de la puerta en cualquier momento e irse volando.
– Una grulla blanca. – Me respondió YunHo, en tono que pretendió ser amable, pero salió algo forzado. Ubicó sus grandes y masculinas manos sobre las dos puertas y las empujó, obligándolas a abrirse. Sólo alcancé a poner un pie dentro y ya no pude avanzar más, estaba deslumbrado. La habitación era simplemente hermosa… – ¿t-te gusta? – Me consultó, en tono suave e incluso esperanzado, más se le notaba algo cortado, como… tímido.
– Me encanta… – Di un paso más, quedando junto a YunHo, y desde ese punto pude apreciar la totalidad del espacio.
Era una habitación increíble, el piso estaba adornado con un elaborado mosaico de mármol blanco y negro, formando lo que creo es un enorme signo de Taijitu que dividía de forma sinuosa la totalidad del piso. Las paredes eran de piedra caliza levemente teñida de azul cielo, dejando entrever el veteado natural de la piedra. Había columnas en cada una de las esquinas de la habitación que sostenían el alto techo, y a lo largo de ellas cientos de tallados y relieves de lo que creo son ramas de bambú se distribuían hasta fusionarse con el techo.
El techo mismo era otra de las cosas que llamó mi atención, era una cúpula con una réplica del mosaico del suelo, sólo que en vez de los típicos círculos de colores intercambiados los hanja “Grulla” y “Tigre” los reemplazaban. En las paredes e iluminando el lugar había unas lámparas de aceite a potencia media, supongo yo, ya que la luz sutilmente bañaba la habitación.
Sobre una base cuadrada a unos diez centímetros del suelo una cama circular se alzaba justo en medio de la habitación y unos delicados velos satinados colgaban de cuatro postes ubicados estratégicamente a los lados de la cama, creando una especie de techo que dejaba la cama oculta en una intimidad invitante. Había muebles a los lados de la habitación, de formas cuadradas y colores oscuros. La madera estaba teñida de negro y destacaban sinuosamente los tallados levemente aclarados.
Observé cada uno de los detalles desde mi posición, anonadado… siempre creí que ese tipo de decoraciones las usaban sólo en las producidas películas chinas en las que salía el emperador y cosas así, mas ahora me salían con que esa habitación, tan hermosa y a leguas costosísima, era mía (Y bueno, de YunHo también).
Cuando me despabilé un poco logré dar unos pasos más dentro de la habitación, dejando atrás a los chicos que me observaban desde la puerta. Avancé hasta poder tocar la cama y acariciar así el cobertor, era tan suave al tacto como me lo imaginé al verlo y su color verde agua a matices con el azul turquesa era sencillamente hermoso, y aún analizando cada rincón del lugar me senté en el borde del colchón, desde dónde tenía una vista panorámica del lugar.
Me sorprendí un poco al echarme en la cama y dar de inmediato con mi reflejo. Pegado al techo que formaban los cuatro postes había un espejo con finos grabados en los bordes, reflejando la totalidad de la cama circular. Me sonrojé al pesar para qué sería usado ese espejo y es que sólo en las películas había visto tal detalle, que era usado por las parejas que al hacer el amor miraban su propio reflejo.
Volví a sentarme, demasiadas ideas extrañas y cosas sin sentido invadían mi mente.
– Está todo… muy pulcro. – Comenté, impresionado al no ver nada, ni la más mínima mota de polvo posada sobre alguna de las superficies.
– Me he esforzado en mantenerla limpia y ordenada como a ti te gustaba, para… – Comenzó a hablar YunHo, dando dos pasos largos para acercarse hasta mí y luego se detuvo a mitad de camino y dio un paso corto hacía atrás. – Bueno… para que no me regañaras cuando volvieras…
– ¿Me enojaba con facilidad? – ¿Y que más me quedaba? Debía asumir que en una vida pasada que no podía recordar YunHo, YooChun y JunSu habían formado parte de mi círculo de conocidos. Seguirles la corriente era mejor que ir en contra de lo que me decían, de esa forma me ahorraría problemas, confusiones y molestias.
– Sólo cuando dejaba mi ropa tirada en el suelo o mi lado de la cama sin hacer. – Nada fuera de lo normal, eso aún me disgustaba mucho cuando lo hacía JunHo al quedarse en mi departamento o mis hermanas cuando vivíamos juntos en casa de nuestra madre. – Estuve horas limpiándolo todo, incluso tu ropa está lavada y planchada en tu lado del armario.
– ¿Por qué no me lo dijiste? Le hubiese llevado su ropa, de seguro se le vería mejor que la mía. – Alegó JunSu, entrando en la habitación al igual que YooChun.
– Con lo que se ponga se verá bien, JunSu. – Comentó YunHo, como si la cosa fuese normal. Yo me sonrojé, alterado ¿estaba adulando mi apariencia… otro hombre?
Nervioso moví mi mirada, dando de lleno con un enorme retrato en la pared cercana a la puerta principal. Uno de ellos era claramente YunHo, un YunHo de otra época y cabello largo atado en esas coletas altas tipo samurai, con algunas de sus facciones más maduras y otras ropas más elaboradas y pesadas, tipo armadura china de general de guerra.
La segunda persona era la mujer más hermosa que haya tenido la oportunidad de ver. Su piel era pálida, casi marmórea, sus ojos grandes y profundos, sus labios gruesos y rojos, su cabello largo y negro caía por uno de sus hombros y delineaban con delicadeza su fino rostro. Su cuello era largo y estilizado, su torso delgado y su cintura estrecha, sus pechos eran, a mi parecer y teniendo en cuanta el promedio de las chicas asiáticas, enormes y se lucían de forma sinuosa a través de su escote. No podía decir mucho de sus caderas, ya que estaba sentada, pero aún así se veían anchas y sobra decir que atractivas. Sus ropas parecían ligeras y muy finas, además de pequeñas. Se parecían a las que yo estaba usando ahora, sólo que sus colores iban desde el más intenso azul cielo hasta un azul oscuro que más que nada parecía negro y obviamente dejaban entrever mucha más piel.
– ¿Eres tú? – Le pregunté a YunHo por el hombre del cuadro, intimidado por la sola posibilidad de preguntarle por la mujer y que dijese que era yo.
– Si, somos tú y yo en plena dinastía Ming. – ¿Dinastía Ming? ¿No era esa la dinastía de los jarrones caros? – En esa vida en particular… pues te gustaba mucho lucir tu figura. – ¿O sea… que la mujer era yo? No puede ser… digo, esa es mucha mujer, demasiada, nunca pude ser algo así ¡Nunca pude tener esas… esas…curvas! – ¿No lo recuerdas? – ¿Recordarlo? ¡Eso pasó hace más de 450 años! ¡Es imposible que recuerde tal cosa!
– No, la verdad es que no lo recuerdo. – Dije de la forma más amable que pude, pese a que quería gritarle en plena cara que estaba deschavetado si quería que yo creyese que semejante pesado de mujer había sido yo.
– Bueno, ya lo recordaras. – Dijo despreocupadamente YooChun, apoyándose en el marco de la puerta. – Por ahora será mejor que descanses, te dejaremos dormir.
– Si, eso. Pero debo ir por mi pijama. ¿me acompañas, YooChunnie? – Consultó JunSu, colgándose del brazo de YooChun.
– Por supuesto. YunHo ¿Por qué no le muestras la habitación a JaeJoong por mientras? – ¿Pensaban dejarme a solas con él?
– Si, Yunnie. Se bueno y dile a JaeJoongie donde están sus cosas. Vamos YooChunnie. – Campantes, ese par de chicos salió de la habitación, dejándome a solas con YunHo, el tipo raro que me había besado y me producía sentimientos desconocidos.
– Tus viejas armas y armaduras están en el baúl de esa esquina. – Comenzó a decir de repente, dando unos pasos y acercándose a un gran baúl oscuro con filigranas de oro e incrustaciones de vidrio de colores. Su actitud me desconcertó, era como un robot, así plástico y tieso, parecía… estreñido. Tenía cara de estar aguantándose de hacer algo.
– Oye… – Lo llamé, quería saber que le sucedía. No sé, pero algo en él me llamaba profundamente la atención, puede que esto de las vidas pasadas sea real y que involuntariamente reaccionara a todo lo que hacía antaño.
– Tu ropa de pelea está junto a la de vestir, bajo la de entrenamiento, todo en el closet que está de este lado. – Pero me ignoró y siguió mostrándome todo en la habitación, pasando frente a mí y potenciando esa expresión de molestia cuando se acercaba a mi cuerpo.
– Oye, escúchame…– Lo volví a llamar, renuente a pronunciar su nombre.
– Hay un baño pasando por esa puerta, pero es pequeño. Los baños comunitarios están a un par de pasillos de aquí, junto a las aguas termales y… – Me ignoraba ¡y adrede!
– ¡Oye! – Cuando pasó cerca de mi lo tomé por el brazo, haciendo que se detuviera y parara de una vez de describirle la habitación. – Deja de mostrarme la habitación, ya la revisaré luego. – Intenté buscar su mirada, pero la mantenía alejada de la mía y eso me molestaba, quería mirarlo a los ojos, quería ver sus sentimientos transparentarse en cada una de sus facciones y de alguna forma sabía que podría identificar lo que sentía sólo con hacer eso.
– Lo lamento… – Se disculpó y deseé que se refiriese a su actitud tan extraña o por lo menos a ese beso que me dio al revivirme. – Pero no sabes donde están tus cosas y…
– No me importa eso. – Lo que sucede en este momento en mucho más importante que cualquier cosa que se supone es mía y debía saber donde estaba.
– Es importante. – ¡No lo es!
– No me in-te-re-sa. – Dije lentamente, sílaba a sílaba, para darle más fuerza a esa palabra que pretendía ser la más importante de mi corta oración. – Si vas a hacer las cosas de mala gana mejor ni lo hagas, no lo necesito. – Solté su muñeca, casi lanzándola lejos de mí. Estaba molesto, YunHo me molestaba, su actitud también, su apariencia, su porte, sus ojos, sus labios, ese desgraciado lunar negro que me provocaba… lo odiaba todo.
– Quiero hacerlo… – ¿Q-qué…? ¿Quería hacerlo? ¿Qué cosa? ¿Acaso…? ¡Violador! – Quiero mostrarte la habitación. – Ah… eso es distinto. – Quiero… quiero que recuerdes, porque… – Posó con gentileza sus manos en mis brazos, haciendo que mi corazón palpitara con fuerza contra mi pecho, recordándome que estaba vivo. – Te necesito… – Cerré mis ojos, entregándome al abrazo tan repentino que me había dado YunHo. Sus manos grandes abarcaban buena parte de mi espalda y sus brazos como dos gruesas pinzas de acero me envolvían y abarcaban en su totalidad. – No sabes cuanto te necesito, Jejuko.
– JaeJoong. – Le corregí de forma inconciente, dejándome llevar por el calor de su cuerpo y deslizando mis manos hasta ubicarlas cerca de su cintura musculosa. Me sentía confortado, seguro, sentía que ese era mi lugar, entre esas extremidades poderosas que me abrazaban con tanta ternura. Nunca pensé sentir algo así, menos con un hombre, mas algo en mi interior me gritaba que estaba bien tenerlo cerca. Pese a que a ratos lo odiaba, lo detestara, lo quisiera ahorcar con mis propias manos… al tenerlo lo bastante cerca sólo deseaba poder tocarlo.
– Eso, JaeJoong… – Su respiración tibia chocó contra mi hombro, haciéndome estremecer. Juro que estaría así por siempre, sin importarme nada más…
– Tórtolos~ – ¿Tó-tórtolos? Asustadísimo aparté a YunHo de un fuerte empujón, pero obviamente él no se movió, fui yo… ¿Cómo es que terminé a tres metros de él? ¿Me teletransporté? – Nice jump… – Soltó YooChun, con burla, mientras pasaba tranquilamente sus brazos por detrás de su cabeza.
– Lamentamos interrumpirlos. – Dijo JunSu, haciendo una venia. – Pero el maestro ChangMin dio órdenes claras de que JaeJoong descansara. – Miré a YooChun y JunSu por entre mis pestañas, ya que había bajado la vista para que no notaran mi rostro sonrojado. – Ya mañana recuperarán tiempo perdido, ahora debemos dormir. Así que chicos… ¡Fuera de nuestra habitación!
– Que rápido te adueñas de MI habitación. – Comentó YunHo, caminando hacía la salida y pasando junto a JunSu, quien sonreía triunfante.
– Que duermas bien, Yunnie. – Dijo JunSu, con su sonriente expresión anclada en la cara. Pero pude notar cierto tono de diversión y hasta malicia. – Una cosa, YooChunnie a veces sueña que entrena, así que se puede mover un poco. Espero que no termine por sacarte a patadas de la cama.
– Jaja… muy divertido. – YunHo caminó hasta llegar a YooChun, quien sonreía cómplice a YunHo. – Vámonos YooChun.
– Vamos, YunHo, a la habitación de los MACHOS.
– ¡ÓYEME, ¿CÓMO QUE HABITACIÓN DE MACHOS?! – No faltó más, JunSu místicamente salió volando y en un parpadeo estaba junto a YunHo y YooChun, con sus dedos presionando algún punto de sus cuellos que hizo que ambos se retorcieran de dolor sobre ellos mismos, para finalmente ser echados del lugar de una patada. – ¡ESO LES PASA POR SER UN PAR DE MACHISTAS INSENSIBLES! – Y las puertas se cerraron, dejando tirados en el pasillo a unos doloridos YunHo y YooChun. JunSu desde ahora es mi héroe. – Machos… ¿qué se creen? ¿Qué porque una fue mujer y no acepta su actual masculinidad es menos hombre…? – ¿Debería preocuparme por la gran confusión de géneros que esa oración tenía?
– Eres muy fuerte. – Comenté, haciendo que JunSu saliese de su mundo de sexismos y se sonrojara levemente.
– Sólo sé donde golpear, no es nada del otro mundo. – Recogió su pijama del suelo y caminó hacia el centro de la habitación, tirándose en la cama. – ¡Oye! No sabía que tenían un espejo en el techo.
– Ni yo.
– YunHo es un pervertido, mira que poner un espejo sobre la cama… – Tomó un cojín y se lo puso bajo la cabeza, terminando por mirarme a los ojos. – por cierto, no me he presentado formalmente: Yo soy Kim SeoYeon, o JunSu, como prefieras. En esta vida fui circense, hasta que me morí a los quince años. Mmm… ahora tengo 22 años, mi signo es tigre, mi elemento es fuego… emh… me gusta la música y las flores de durazno… y… no sé que más. Mucho gusto.
– Tranquilo, con eso es suficiente. Yo soy Kim JaeJoong, tengo 23, fui un estudiante universitario hasta que me morí hace dos días… ahm… no sé de signos, pero si no me equivoco soy búfalo… y… eso. El gusto es mío.
– OK, ya nos conocemos. Ahora no me pesará en la conciencia meterme en la cama con un desconocido. – ¿Me perdí de algo? – ¿Quieres que durmamos ya? Ha sido un día de locos y por la mañana el Maestro ChangMin nos sacará a patadas de la cama.
– Está bien, durmamos ya. – En pocos minutos estuve en pijama, que no era otra cosa que una especie de yukata japonesa o algo muy parecido, claro, no me pude desvestir solo, la ropa que antes JunSu me había prestado estaba tan ajustada a mi cuerpo que con suerte quedaba espacio dentro para moverse y el pijama me lo pasó él desde el armario que antes YunHo me había mostrado. Me metí a la cama algo cortado, nunca había dormido en un lugar como ese, si incluso me incomodaba más dormir en sábanas de seda que estar en la misma cama con una persona que acababa de conocer, ya que al ver a JunSu sólo me podía imaginar a JunHo con peluca.
– ¿Qué miras?
– Tú y tu hermano se parecen mucho.
– Eso es porque somos mellizos… me gustaría mucho volver a verlo.
– ¿No puedes?
– No, lo tenemos prohibido.
– Que mal…
– Bueno, basta de lamentaciones. A dormir se ha dicho. – Aplaudió dos veces y las lamparitas de aceite se apagaron al instante. Atontado y desorientado miré a mi alrededor. Entraba algo de luz por una ventana al otro lado del cuarto y de eso nada más, pero servía para ubicarme dentro de la misma cama. – ¿Pasa algo, JaeJoongie?
– No, nada. Buenas noches, JunSu.
– Buenas noches, JaeJoongie. – Me acomodé en la cama, dándole la espalda a JunSu como solía hacer al dormir con JunHo, y me sorprendí cuando me quedé dormido sin siquiera darme cuenta. Estaba más cansado de lo que pensaba y entre tantas emociones y cosas raras mi cuerpo estaba agotado.
Sólo un pensamiento se quedó dando vueltas en mi cabeza cuando cerré los ojos, esa frase que algún filósofo ingenió y que decía “Mañana será otro día” y que mi amigo JunHo bromeaba al decir que esa frase la decía un idiota que simplemente recalcaba algo muy obvio. En fin, pensando en la mañana siguiente, en ChangMin, YunHo, YooChun, JunSu e incluso Qin Shi Huang es que me quedé dormido.
OHHHHH!!!!!
ResponderEliminarMe encanto demasiado! es muy bueno, jamas imagine a TVXQ en un mundo a si, !muy original!
Muchas gracias, estare esperarando por el siguiente!!
bye bye. =)
wow!!!
ResponderEliminar¡Qué imaginación tienes! Muy bueno ^^
buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Ojala esta vez actualizen pronto ;_;
ResponderEliminarwaaaaaaaaaaaaaaaa SUPER bueno!!
ResponderEliminaractualizen el 2 capiiii x3333
esta genial!!!
ResponderEliminarya volvi
pero eso si esta demasiado largo
¬¬
ME LLORARON LOS OJOS T-T
PERO ESTUVO GENIAL
YO KERIA VER LEMON EN YUNHO Y JAEJOONG
ACCION!!!
JAJAJAJAJA
YA ME BOY
AKI ELI
ASI UNA NOTICIA BUENA
AKA EN MONTERREY HAY UN CLUB LLAMADO YORUM.NO JIMITSU ALGO ASI CREEO NO ME ACUERDO
HOY FUI AL CINE A VER DBSK
DE PARTE DE CINEPOLIS
UN CINE DE AKA
VIMOS EL TOUR 4 FINAL 2009
``THE SECRET CODE``
ESTUVO GENIAL
EN LA PANTALLA
GRANDE!!!
ME BOY
OK
SAYO
UN COMPRARON UN PASTEL
ResponderEliminarDE DBSK Y ME TOCO LA PIERNA DE JAEJOONG
!!!!!
K EMOCION Y TODAS AHI GRITANDO Y CANTANDO
KON GLOBITOS DE ECTRELLA CHIKILLOS COLOR
ROJO SANGRE EL COLOR DE CASSIOPEIA
!!!
GENIAL
Y LUEGO SE HISO UNA RIFA
1 DISC DE SHINEE,DBSK AND WONDER GIRL
Y NO ME LO GANE
U.U CHANGOS YO K LOS KERIA
Y PUES HICIERON UN VIDEITO
DE MIDUHYO!! KON KARTELES DEL MISMO
PARA MANDARLO SENGUN ELLAS
Y BUENO ESTUVO GENIAL
= K EL CUMPLE DE JUNSU
Y FELIZ ANIVERSARIO DBSK !!!
TE AMO
SOBRE TODO JAEJOONG!!!
AKI ELI
No podré leerlo aún pero solo diré:
ResponderEliminarAL FIN LO ACTUALIZARON! *______________________* xDDD
buenisimo, eres increible. *v*
ResponderEliminartambien esperare impaciente la prox actualización.
Y ya lo leí hace rato, había olvidado comentar.
ResponderEliminarDios mío, es excelentemente genial! En serio me gustó demasiado! *___*
Realmente te admiro porque escribes genial :B Eres una de mis autoras favoritas
Y asdf... Para que decir?? Quiero actualización!! x333
Me encanta todos los cosos chinos que mencionas, es como que además de divertirme leyéndolo puedo aprender la historia de China xD!! *w*
Pobre Jae, debe estar horriblemente confundido... Pero ya se dará cuenta de que le tiene ganas a Yunho y harán coshinadas en la cama... con espejo *-* (Tirarse barro y esas cosas, que pensaban sucias?? ówo!! xD)
Eso *-*... Espero no demores tanto en actualizar pero no te voy a apurar :B... Tomate tu tiempo (Como que lo qe dije fue algo contradictorio? xD)
*3*!!!
CONTI PRONTO ESTA GENIAAAAAAAAAAAAAAL *---*
ResponderEliminardivertido y original, me gusto mucho...
ResponderEliminarespero ke lo kontinues pronto
PD: changmin el sabio maestro? xD
PD2: junsu deberia ir a ver a un psikologo para ke le ayudara kon su konfusion de generos... de todos modos ai algo ke yo tampoko entiendo, porke solo kambiaron de sexo tras la resurrekcion junsu y jae (las tias)? eso tiene algun sentido o era solo para ke kuadrase? :O