Sweet cap 2

Yoochun abrió la boca en shock. Alguien estaba hablando con él. «¡OMFG!» pensó, y sólo continuó con la vista fija y una obvia expresión de asombro en la cara.

Junsu alzó las cejas hacia Yoochun, inocentemente. Se sintió un poco incómodo mientras el silencio crecía constantemente.
—Err… Hola… —dijo, sólo por decir.

—Hola —respondió Yoochun con voz apenas audible. Parecía que su voz lo había dejado por completo junto con su alma.

***
Los tres adolescentes increíblemente atractivos lo veían fijamente desde el otro lado de la mesa. Lo miraban como si estuvieran viendo algo muy interesante en exhibición. Yoochun se movía nerviosamente en su lugar, la constante atención lo estaba poniendo muy incómodo, como si temiera vaciar el contenido de su estómago en la mesa frente a ellos.

—Entonces… —comenzó Yunho, quien fue apartado de su libro por Jaejoong. Yoochun levantó la vista tímidamente, interrogante. Yunho miró la placa plateada en el bolsillo izquierdo del pecho de Yoochun—. ¿Park Yoochun?

Yoochun asintió.
—¿Sí?

—¿De dónde eres? ¿A qué escuela ibas? ¿Te gustan los pasteles? — soltó Jaejoong de repente. Debió haberse estado aguantando todas esas preguntas. Junsu le dio un codazo cuando vio la expresión en blanco de Yoochun.

«¡No sé qué hacer!» Yoochun entraba en pánico mentalmente.

—Respira Jaejoong —dijo Yunho y lo miró curiosamente. Después de todo Jaejoong nunca era así de entusiasta con un chico nuevo—. Además…

—…¿Qué tiene que ver él con cocinar? —terminó Junsu.

—Tengo mis razones- dijo sonriendo maliciosamente.

Cuando Junsu estaba a punto de preguntar algo, Changmin, el cuarto y más joven miembro del grupo, llegó. Acompañado por una tonelada de libros y un panecillo a medio comer en la boca. Dejó los libros junto a Junsu y se sentó. Soltó un largo y profundo suspiro y se metió el resto del pan en la boca.

— ¿Dónde estabas? —preguntaron al mismo tiempo Yunho, Junsu y Jaejoong.

Changmin tomó un libro, y sin mirarlos comenzó a hojear las páginas.
—Ocupado con la investigación —respondió en tono monótono.

—¿Investigación de qué? —pregunto curiosamente Junsu. Estaba muy intrigado de cómo Changmin, el menor de ellos, lograba mantenerse al día con su tarea, tener una vida social y aún así tener tiempo para actividades extra.

Changmin levantó la vista del libro para mirar a Junsu y explicarle cómo aun cuando le dijera no sería capaz de captar ni la más mínima parte, cuando notó la silueta de una persona sentada frente a él.

— ¿Quién es él? —preguntó un poco rudamente, como si estuviera lanzando dagas al extraño frente a él.

Junsu miró a Yoochun y luego a Changmin.
— ¡Oh, cierto! ¡Ustedes no se conocen!

—Hola, soy Park Yoochun. Gusto en conocerte –dijo, haciendo una pequeña reverencia a Changmin, quien sólo gruñó en respuesta.

—Acaba de ser transferido del lado Oeste —informó Jaejoong—. Está en la clase de Junsu.

Changmin observó al chico frente a él. «Cabello negro, brillante, complexión normal, de aspecto limpio y sin chiste».

Yoochun se estaba riendo de algo gracioso que dijo Junsu, cuando captó la mirada de Changmin, pero rápidamente miró hacia otro lado. «Muy inseguro» añadió Changmin a su nota mental «mucho muy inseguro».

***
La campana sonó, dando por terminado el primer día de clases. Junsu esperaba a Changmin en la entrada de la escuela, ya que Changmin le había prometido llevarlo a casa. Podría decirse que eran mejores amigos. Camaradas desde la secundaria, se contaban todo y hacían casi todo juntos, si los otros dos (Yunho y Jaejoong) no los acompañaban.

Changmin apareció pronto, con la misma tonelada de libros en sus manos. Los puso junto a Junsu y se sentó a su lado. No hay duda de que Changmin tenía muchos músculos. Cargaba esos libros todos los días, además de los libros de la escuela.

Cuando se contaron las cosas interesantes de su día, un repentino silencio se instaló entre ellos.

—Él es raro —exclamó Changmin de repente mientras se ponía su mochila a los hombros.

—¿Quién? —preguntó Junsu.

—Esa extraña, inquieta y pequeña cosa que llamas Park Yoochun —dijo Changmin con un dejo de sarcasmo en la voz.

—¿A qué te refieres con raro? —dijo Junsu frunciendo el ceño.

Changmin arrugó la nariz mientras pensaba en una forma apropiada de explicar su razón.
—Erm… Sólo digamos… que huele a pobre.

Silencio.

— ¿Eh? —dijo Junsu, sorprendido—. ¿Qué quieres decir con que “huele” a pobre? ¿Cómo puede alguien siquiera oler a pobre? —dijo enarcando una ceja.

Changmin arrugó la nariz de nuevo mientras lo pensaba.
—Él simplemente tiene ese olor de la gente pobre… Además, sabes cómo soy. Soy un muy buen juez de carácter.

—Lástima que tu propio carácter apesta —dijo Junsu en tono de broma. Changmin lo miró fijamente—. Como sea, ¿cuál es tu problema con la gente pobre, Changmin? —preguntó Junsu cambiando el tema y levantando una ceja.

Cuando Changmin estaba a punto de replicar, una bocina lo interrumpió. Miró y descubrió que su chofer había llegado. Entró en el coche, seguido por Junsu.

—Llegas tarde —le dijo al chofer, quien se disculpó por la demora.

—Oi… ¿Estás tratando de evadir la pregunta? —preguntó Junsu, poniendo su mochila junto a él.

Changmin miró a Junsu directo a los ojos mientras respondía.
—No… Yo no, repito, NO tengo ningún problema con la gente pobre.

—Tus acciones dicen lo contrario —dijo Junsu—. Además, sabes que no puedes mentirme.

Changmin se giró para ver por la ventana y soltó un suspiro. Era verdad. No importa cuán duro tratara ni cuán buena fuera su actuación, su mejor amigo y compañero de tanto tiempo, Junsu, siempre descubriría la verdad. No tenía sentido esconderle secretos a ese chico.

Changmin a veces pensaba que Junsu lo veía como un libro abierto. Lo leía como si fuera la cosa más natural que pudiera hacer. Tal vez por eso eran amigos en primer lugar.

Y era exactamente lo mismo para Changmin. Podía leer los pensamientos de Junsu, y predecir qué podría hacer su divertido amigo enseguida.

Podría decirse que tenían telepatía. Una conexión oculta entre ellos.

—Si insistes con eso, entonces sí —se giró y vio a un curioso Junsu—. TENGO un problema con la gente pobre.

— ¡HA! ¡Lo admites! —dijo Junsu triunfantemente.

—Cállate…

***
Yoochun arrojó la mochila al pequeño futón y se dejó caer en el suelo con gran resistencia. Gruñó y rodó como un gusano un poco. Después de rodar unos momentos se encontró boca arriba, acostado de espaldas viendo la cubierta desgastada del techo.

Las paredes de la habitación parecían bastante delgadas, principalmente porque lo eran. El cuarto era simple; un baño, una pequeña cocina, sin dormitorio o algún mueble. Carecía totalmente de cosas cálidas que le dieran un aire de hogar. No olía a arroz recién hecho, sin risas o voces felices. Nada. Estaba vacío. Como si todo alrededor estuviera muerto. Estaba tan callado que podía oír el aire entrar y salir de su cabeza.

Era el único lugar en el lado Este que estaba vacante y acorde a su rápidamente disminuido presupuesto. La renta de este pequeño, incómodo, malsano, húmedo y sofocante cuarto era aproximadamente la mitad de la paga de sus tres trabajos juntos.

Eran las 11pm y se moría de cansancio. De hecho, su cuerpo se sentía tan pesado que no cree capaz de moverse ni un centímetro. Después de la escuela fue derecho al restaurante donde trabaja como chef (lo que significa cocinar arroz y sólo arroz), después a la lavandería (recogiendo cualquier cosa olvidada cuando los clientes se van) y después de todo eso, la casa de baño (ayudando a viejos a limpiar su piel). Todo seguido y sin descanso o lo que sea entre cada cosa.

No había comido nada desde el almuerzo en la escuela, y su estómago gruñía en agonía. Cerró los ojos mientras un retumbo muy largo y lento hizo eco en sus oídos. Puso sus manos en su estómago.

—No hoy —le decía—. Lo siento —su estómago retumbó más fuerte en protesta—. Te alimentaría —le dijo de nuevo a su estómago—, pero no tengo nada con que alimentarte.

Más furiosos retumbos de su estómago.

Yoochun suspiró. Su presupuesto no le permite comprar nada. Así que, básicamente, tener 3 comidas al día era imposible. De hecho, sólo puede permitirse 1 comida al día, el almuerzo en la escuela, si quiere sobrevivir hasta el siguiente día de paga, para el que faltaba un mes. Era mucho tiempo.

Yoochun era pobre. Extremadamente pobre por decir lo menos. Era asquerosamente pobre, de hecho. Las hormigas eran más ricas que él. Era un milagro que haya podido entrar a esa prestigiosa escuela privada, Toho Boys Academy.

Sólo pensar en la escuela hacía que el corazón de Yoochun doliera. Si no fuera por la escuela, no estaría en esta situación ahora. Podría estar en casa, envuelto en tibias sábanas, acurrucado con su hermanito. Probablemente su estómago estaría lleno. Sería amado, y recibido cálida y amorosamente cuando llegara a casa.

Si no fuera por la escuela, no les hubiera mentido a sus padres. Probablemente seguiría teniendo una familia.

Yoochun cerró los ojos cuando las lágrimas comenzaron a formarse. El dolor en su pecho crecía a cada segundo. Les mintió a sus padres egoístamente y los dejó, diciéndoles que había encontrado un trabajo con muy buena paga, cuando en realidad, había obtenido una beca para ir a la escuela privada. Pensó que con mejor educación, un día podría tener un buen trabajo y pagarle a sus padres por todo.

Y ya que les dijo que tenía un trabajo, ellos esperarían algo de dinero cada mes, lo que explica el ridículo número de empleos que había tomado.

Yoochun se cubrió la cara. Era sólo el primer día de escuela y ya sentía el peso de su decisión. La culpa y los remordimientos lo devoraban vivo. Además, si seguía viviendo aquí más tiempo, el dinero que debería enviarle a sus padres será inexistente.

Yoochun se puso de pie, respiró profundamente, enjugó sus lágrimas y se dijo en voz alta:
—Necesito otro empleo.

Yoochun pensó una y otra vez su decisión. No quería saltar a conclusiones rápidas sobre su estatus financiero, pero no había otra forma de evitar estar quebrado que tomar otro empleo.

Yoochun se rascó la cabeza mientras revisaba las páginas del diario del día anterior. Cocinero de pasta, cajero de una gasolinera, barredor de calles. Frunció el ceño ante la última. No había trabajos adecuados, para nada. Ninguno de los trabajos paga lo suficiente.

Cuando estaba a punto de rendirse e ir a dormir, sus ojos cayeron sobre un anuncio de empleo. Lo revisó superficialmente y sus ojos se abrieron de emoción.

¡Era el trabajo perfecto!

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