Noche enjaulada

Título: Noche enjaulada
Autor: Coco
Pareja: JaeMin
Género: Lemon
Extensión: Oneshot
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Importaba todo y nada, seguían confiando el uno en el otro, y aunque fuera en secreto vivirían su amor, es una historia acabada sin final, una historia perdida en el mar, una historia que se lee en una terraza de Italia bebiendo café, una historia prohibida.

Un gran telón negro, personajes sin nombre que retocaban hasta el último poro, curiosos personajes que aunque toquen la piel de los más conocidos no son nadie y en realidad son creadores de aquella perfección, son los que hacen seres extraordinarios de belleza imposible.

- Y hoy en nuestro programa… Tohoshinki – MC

Una entrada espectacular, aplausos, gritos y te quieros.
Seria una entrevista un poco larga, comenzaba la función y cada uno debía actuar como su personaje exigía.

Llevaban en Japón varios años viviendo y sus noches aun sonreían melancolía, ninguno se dirigió a su casa al terminar el programa salvo Changmin, en la que esperaba una decena de libros.

El paseo post-estudio fue tan mágico como siempre, se respiraba a ciudad y solo podía encontrarlo más hermoso si estuviera acompañado de cierta persona que se había entrometido en su cabeza, que hacía vibrar la imperturbabilidad de su alma epicúrea.

La concentración llegó después de una pila de libros, tareas, cuadernos, papeles y una imagen de sus padres orgullosos. Pasadas unas horas, harto del estudio, lo que más le apetecía era perder unas cuantas neuronas con whisky cargado de recuerdos, cuyo brillo le hacía sonreír codiciosamente.

Solo en aquella suave noche de verano, con las ventanas abiertas y con los ojos cerrados, escuchando los gritos de la ciudad, los chillidos de las paredes de hormigón, la risa de personas poseídas por el alcohol y los murmullos de los coches…
Solo en aquella noche descansando de teoremas y palabras en extranjero, sumido en pensamientos difuminados, borrosos, con fondo blanco impoluto, a la mente un nombre, un hombre…
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Mirándose en el espejo del ascensor, directamente a los ojos, preguntándose en que pensará su reflejo, en si el tendría las ideas más ordenadas en su cabeza de cristal, demasiadas preguntas… demasiado cansancio.
No estaba cansado de jugar, estaba cansado de besos sin final feliz, de besos interrumpidos del anhelo de la intimidad, del deseo de ésta.

Al abrir la puerta allí estaba, a solas con él, con el sujeto que más cariño le daba detrás de las cámaras, no sabía como comportarse, y si se habían esfumado los momentos incómodos como pasaba siempre, entre golpes y risas, entre humor infantil y nostalgia.
Besos olvidados, escritos, de labios que no se le tenía permitido recordar.
No sabía si en realidad Shim Changmin le utilizaba como objeto en el que desahogar frustraciones de todo tipo y de la manera que le apeteciera, no le importaba, la respuesta era dejar al margen esas ideas que tanto dolor, que tantos paisajes de lluvia le traían.

-¿Qué haces?- Jaejoong
-En realidad nada- contestó cortante.

Esbozando una sonrisa le robó la copa que tenía entre sus manos.
-Los enanos como tú no deberían beber estas cosas- Jaejoong

Changmin se levantó abandonando su palacete de soledad, quizá acercándose demasiado y con un gesto de medición en la mano.
-¿Enano?- dijo.
-Serás cabrón

Risas.
Jaejoong se acerco a la bodeguita sirviéndose mas del whisky maltes que tanto le gustaba en el mismo vaso robado.
-¿No habíais quedado con los de super juniors? - Changmin
-Sí - Jae
-¿Y?
-La verdad quería estar solo.

La 1.30 a.m. la situación era perfecta para desenmascarar sentimientos, las palabras no existían, sonaban todas demasiado comerciales, demasiado de película, y mientras el otro sentado en el sofá, despistado, ajeno a todo lo que no fuese aquella amarga bebida.
Entre puntos suspensivos y palabras sin acabar se acerco al personaje sentado
-Veras…- Changmin
-Si

Creyó ver la cosa más dulce y hermosa del planeta, de perfectas facciones y con los ojos más brillantes que la luna podía haber iluminado.
Sinceramente, no se pudo resistir a sus labios, Jae entre la sorpresa y brusquedad del momento intentaba deshacerse del invasor, con los ojos cerrados entre golpes y batallas de fuerza que el mas joven vencía, quizá fue la impotencia, quizá el dolor o la felicidad, pero sus ojos se desbordaban dándole un toque salado a ese dulce beso, en el que cedía cada vez más, dejando al inexperto al mando, aunque fuese una locura.

La fuerte llama de aquel beso era inextinguible, estaba avivada por el fuerte latido de corazones, por la pasión reprimida, y el deseo de la desnudez del otro.
El mayor, envuelto por el beso, por la lengua juguetona y los labios del otro, profundizó el húmedo beso con caricias eliminando la molesta ropa que dificultaba el éxtasis de sensaciones. Admiro su torso desnudo, piel café, palpitante, hechizante, de músculos marcados y olor a colonia cara.
Comenzó con mordiscos en el cuello, luego en los grandes pectorales que el más alto poseía. Éste, en un giro frenético, deseoso de justicia, desabrocho la camisa, arrancando botones, delineando su cuerpo. Un cuerpo entregado, excitado, que pedía más y más. Entre tanto lió de piernas enredadas, arañazos y lengüetazos en los pezones, el menor decidió dar un paso comprometedor, un paso que no se podía olvidar por muchos golpes mutuos.
Desabrocho el pantalón. Dejándolo desnudo y sonrojado. Avergonzado cubriéndose, Shim aparto las frías manos de Jae de sus escondidas partes, para obsérvale y darle el placer que exigía su erección.
-Changmin no…- interrumpió.

Evitando aquellas palabras, el reclamado cogió el miembro del otro, masajeándolo con deseo, observando como reaccionaba su amante ante el deleite. Gustoso de sus gestos, profundizo la experiencia introduciéndolo suavemente en su boca, escuchando gemidos. Jae coloco sus manos sobre su cabeza para marcarle un ritmo, acariciándole mientras el otro jugaba con boca y manos en sus genitales.

El momento termino con un orgasmo, mientras Changmin saboreaba lo poco que quedaba de la esencia de Jae en sus labios.
Labios que fueron otra vez degustados en símbolo de agradecimiento por el mayor, más acalorado por el momento y el pudor.
Besos cada vez más vaporosos ante la que se volvía una fría noche.
Cambiando de habitación por la incomodidad del sofá, entraron en el blanco cuarto en el que dormían con sus amigos, con los labios pegados, suspiros y fatiga, la emoción y travesura debía continuar.
Las largas y bonitas manos que tanto admiraba Jae lo colocaban tumbado en la cama, Changmin se quito también los pantalones y la ropa interior mostrando entre la oscuridad de la calle su excitación.
Fue el momento más brusco y frió de toda la noche para Jae, pero su amor era así, una mezcla de ternura y arrebato.
Un punzante dolor desgarrador invadiendo el cuerpo de Jae, la penetración fue tan descuidada, tan desconsiderada y seguramente ingenua, que quería vengarse, cuando arqueo la espalda aproximándose al cuerpo del otro, le mordió y araño de forma que las sabanas se ensuciaron un poco de sangre, no grito, simplemente sentado encima de el, mirándole a los ojos, mareado y extasiado escuchó.
-Perdona… - Changmin

No contesto, se limito a lamer la sangre de los labios. Mirándose, sin ejercer movimiento alguno para que la entrada de Jae se acostumbrase a el gran intruso palpitante. Mirándose en silencio conocían lo que pensaban, sabían que ya no iban a poder dar marcha atrás, que no podían ocultar sus sentimientos, que tan solo la muerte podría borrar esa noche de verano.
Desafiante, en aquella batalla de miradas, Changmin comenzó el frenesí, moviéndose dentro y fuera de el que sin cesar de mirarle, con la boca medio abierta gemía, gemían, despacio, bajito y suave, se perdían como niños en aquella dulzura y ni por un solo segundo querían rehuir del dolor que ese placer traía, lento vaivén de caderas, dos sombras iluminadas por la luna.
La erección de Jae estaba siendo complacida por el roce de los dos torsos que juntos se movían provocando una tracción cada vez mas fuerte, aumentando el ritmo, desgastando la piel en melodía, agarrando con mas fuerza la cintura del otro, ojos cerrados, mayor humedad, terminó dentro de él, después el otro entre los dos, manchando sábanas y decencia.
Changmin se hundió en el pecho del otro, fatigado sintiendo los fuertes latidos, mientras el otro olía su cabello, y le agarraba las manos evitando pensar, disfrutando de la esencia del momento, la esencia de la habitación, la esencia de él.

Importaba todo y nada, seguían confiando el uno en el otro, y aunque fuera en secreto vivirían su amor, es una historia acabada sin final, una historia perdida en el mar, una historia que se lee en una terraza de Italia bebiendo café, una historia prohibida.

Fin