Belong. Te pertenezco Prólogo

A su corta edad, apenas unos ocho años, Jaejoong ya comprendía que su belleza era más un castigo que una virtud.
Su madre siempre había querido tener una hija, tal vez porque así, el día que se casase, ellos recibirían una dote por entregarla en matrimonio, más aún si era entregada a un hombre de recursos, y no ser ellos, en su precario estado, quienes deban dar parte de lo que tienen… y dado que el pequeño siempre había poseído ese “encanto”, lo vestía y educaba como si fuera una chica.
Pero Jaejoong no era tonto y pronto descubrió, viendo a unos niños del barrio bañándose desnudos en el río, que él era como esos a los que llaman chicos, lo único que lo diferenciaba era su blanca piel, que lucía tan delicada como la de cualquier dama.
Él quería ser como los demás, pero su madre no se lo permitía, así que siguió siendo criado en las maneras femeninas, aprendiendo a cocinar, a escribir y leer correcta y pausadamente, bordar… en fin, todo aquello que se supone una mujer debía saber hacer.
Jaejoong se sintió horrible cuando, tras la muerte de su madre, pensó que al fin era libre para ser lo que era realmente, un hombre… pero lejos estaba, a sus trece años, teniendo que cuidar de su padre, de saber lo que el destino le tenía preparado.
- “Perdóname Jaejoong”- lloraba el padre abrazado a sus faldas, porque la única ropa que él tenía, la que había heredado de su madre, era de mujer- “perdóname Jaejoongieh”- repetía, haciendo que sonase más a nombre de chica
- “¿qué ocurre padre?-, preguntaba temeroso de la respuesta, más aún porque, hacía un tiempo, había un hombre bastante orondo, con la cara ligeramente deformada, que producía arcadas con sólo verlo, que lo miraba como con lujuria, relamiéndose…
- “tenía una mano perfecta…” comenzó a explicarle su padre, quien era adicto al juego desde que Jae tenía memoria, y pronto dejó de escucharlo, pues ya sabía lo que había pasado… si su padre había jugado y perdido, lo único que ya quedaba en la casa que pudiera tener algo de valor para un usurero, era él.
Fue así como Jaejoong terminó viviendo, por decirlo de algún modo, en un local de alterne, donde en la noche, acudían todo tipo de depravados.

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