Marionette cap 1

No se asusten mis pequeños, solo por que las luces del circo se han apagado, pues ahora contare lo que sucedió en el pasado. Dos amantes que se querían, mas de lo que se imaginan, su vida hubiera sido placentera… llena de felicidad y risas… Lastima, todo termino en tragedia.

Lo que esta noche les voy a contar, no es por que yo los quiera espantar si no para que ustedes sepan valorar… lo que tienen de verdad. Por un idiota, pagaron todos; la envidia, lujuria y la ira lo corrompió, quedándose así con el premio mayor. ¡Ah! pero no se dejen engañar… el pago peor que todos los demás. Al final “el amor se vengó”.


Todo comenzó un día cuando nuestro joven Yoochun, salió cabreado de su casa.


- “¡No me casare con esa pueblerina!” gruño azotando aquella enorme puerta de madera, escuchándose con fuerza el sonido del metal de la manija y de los demas decorados de esa vieja puerta.

Frustrado por todos sus problemas, decidió dar una larga caminata por la ciudad, todo parecía transcurrir normal; las personas seguían atrapadas en un mundo, reglas que ellos mismos se imponían; denigrando a la gente entre “clases” o mejor dicho “razas”. Mercantiles, aristócratas y clase baja se combinaba en el centro de aquel lugar. Gente pidiendo comida, peones cargando enormes cajas para tiendas de clase alta, mujeres regocijándose entre exquisitas joyas y perfumes tan deliciosos que embriagarían a cualquier hombre. Carruajes que empujaban a la gente pequeña y policías que solo “hacían su trabajo” con los menos desafortunados.

-Esto es una porquería- Exclamo fastidiado de aquel lugar, observando todo detalladamente, desde cosas buenas como la generosidad y la amabilidad de unos como la codicia y la prepotencia de muchos.

Sin nada mas que decir para si mismo, siguió caminando hasta llegar al límite de aquella pequeña ciudad; rodeada de enormes árboles y donde no existía ningún alma… o al menos eso creía.

Caminaba como si fuese un león enjaulado por el borde de aquellas piedras bien apiladas creando el camino de la ciudad y delimitando el camino de tierra que era para adentrarse a un nuevo lugar; pensando en que debía de hacer con su pequeño problema, algo distrajo sus pensamientos, algo llamo su atención y eso no era normal. Vio como unos arbustos se movían de la nada y después un frío aliento acaricio su nuca erizándole la piel, el solo la toco y comenzó a masajearla mientras veía aquel oscuro camino.

-¿P... pero que? – Balbuceo mientras veía como una figura resaltaba detrás de los árboles, solo se podía ver la mirad de su cuerpo, la cual solamente era la de abajo. Sus pies estaban descalzos y muy sucios de los tobillos; manchados de algo marrón ¿Sangre acaso? Su rostro no se veía, solo era una sombra oculta entre los árboles
-Ho… ho-la… ¿qui-..Quien eres?- siguió tartamudeando al solo poder ver sus pies, ¿un indigente o acaso… ¡un ladrón!? fue lo que le paso fugazmente. Busco con la mirada para tomar rápido una piedra y poder defenderse pero… aquel extraño ya se había ido como un parpadeo.

Yoochun, no se podía explicar que era lo que había visto, nuevamente un escalofrío recorrió su cuerpo y soltó la piedra de golpe.

“Solo fue mi imaginación” – Pensó mientras trataba de relajarse, sugestionándose a si mismo, de que lo que había visto no era real. Respiro hondo y miro fijamente aquel lugar donde estaba ese individuo, lo observo por unos minutos, sin despegar su mirada de ahí.

Y después solo existía un enorme silencio.

De repente soltó un grito y un pequeño brinco hacia atrás al escuchar como unos cuervos salían volando repentinamente entre los arbustos. Asustado, con la respiración agitada, sintiendo como su corazón bombeaba diez veces de lo normal… Solo se hecho a reír.

-¡Pero que idiota he sido! Asustarme con unos simples pájaros- Siguió con aquella estúpida risa nerviosa, recargaba sus manos en sus rodillas al momento de encorvarse un poco y recuperar su aliento.

-¡Soy un hombre!- exclamó –No una gallina y no dejare que nadie ni nada me espante- presiono sus puños con fuerza y titubeando un poco antes de poner un pie en el camino de tierra... Tardo un poco al colocar el otro pie, suspiro y se dijo a si mismo para animarse –Vamos Yoochun, ¿Qué te puede pasar, que te saquen los ojos?- Volvió a reírse un poco pero por dentro sabia que se moría del miedo pues ya no eran horas para que un joven como él de clase media se paseara en las afueras de la ciudad.

Ladrones, matones y otras pestilentes personas <<.como el los llamaba.>> podrían rondar por aquellos lugares. Por precaución, tomo una piedra y una rama gruesa para poder rompérsela a la primera persona que lo atacara.

El todavía no estaba preocupado, pues aun había luz en el cielo, pero cada vez mas se alejaba de su hogar, aunque el ocaso iluminaba hermosamente el cielo con colores indescriptibles, las copas de los árboles ocultaban gran parte de este, dejando a la suerte de la visión del joven.

El miedo comenzó a apoderarse de él cuando empezó a escuchar el sonido de las ramas romperse, los arbustos moviéndose bruscamente, creía que eran los malditos cuervos, pero cuando golpeaba con su enorme vara estos no había nada que los moviera. Sus dientes castañeaban, sus rodillas se doblaron y solo faltaba un toque para que este saliera despavorido de ahí. Trago saliva, mojo sus labios y comenzó a hablar para si mismo. –Tranquilo Yoochun, tranquilo… no hay nada que… temer…. tu… tú eres mas fuerte y…. mas rápido- Caminaba de espaldas, sujetando con fuerza aquella piedra y rama las cuales tenía en el pecho como si fuese algo muy preciado para él.

Fue entonces cuando la gota derramo el vaso; al caminar de espaldas, no contó con chocar contra alguien, un ser que sujeto con fuerza su hombro a punto de enterrar sus uñas en el; sintió un helado aliento en su nuca y un olor pútrido, como si fuese carne echada a perder con sangre fresca. Escuchaba cerca de su oreja una respiración pesada y jadeante.

El pobre joven, no sabia que hacer; quería correr, quería salir despavorido gritando que lo ayudaran o lo sacaran de ahí pero sus pies no reaccionaban a lo que su cerebro ordenaba, su cuerpo lo estaba traicionando.

La mano lo presiono un poco mas y sintió como aquel ser se acercaba a su oreja, erizándose mas al sentir como algo espeso se derramaba por su cartílago bajando lentamente como la gota de sudor que resbalaba en su cien, aquel liquido llegó hasta su lóbulo, goteando un poco en su hombro, mancando su traje oscuro. El cerró los ojos con fuerza y abrió un poco la boca, trataba de gritar pero su voz había desaparecido como su valentía que había tenido al caminar por ese lugar

“Ayúdame”

Fue un leve susurro cerca de su oído y como un parpadeo se esfumo aquella presencia, la mano, el sonido jadeante de una respiración. Lo único que quedo fue el pestilente olor a carne y aquella sustancia espesa que seguía fresca en su oreja.
Grito, cuando todo pasó, grito tan fuerte que sentía que se cerraría su garganta por ese aterrador sonido. Salió corriendo como pudo, chocando con piedras, pedazos de troncos y telarañas de los árboles, sus ropas se desgarraban conforme iba corriendo, se tropezaba cayendo de rodillas, pegándose con rocas mas grandes sobre ellas, no le importaba el dolor; no quería detenerse de hecho no quería permanecer otro segundo mas en ese escalofriante lugar.

Se resbalaba con el pasto al tratar de levantarse de las tantas veces que se caía por el miedo de volver a sentir ese extraño ser, solo faltaba que mojara sus pantalones. Cuando llego a la orilla de la ciudad, un viejo con una carreta se asusto al verlo salir sorpresivamente, dio un paso hacia atrás, tomo una pala para defenderse pero el anciano reconoció sus ropas hechas de ese lugar y se acerco a él lentamente. Yoochun estaba en tan mal estado que el señor le pregunto si estaba bien, él no respondió por estar tan agitado de tanto correr; su rostro reflejaba terror, solo se desplomo en aquel camino de piedras. Quedando inconsciente.

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