Keun Munjega cap 1

Era uno de esos días que le gustaban a Kim Jaejoong. Ni muy soleado, ni muy nublado, ni con frío ni calor. El ambiente era suave, rozaba su piel con cada suave brisa que se colaba por su enorme ventanal, casi acariciándole y rememorándole infinidad de bellos momentos que lo llevaron hasta su posición actual. Sonrió, alegre, su vida era un verdadero sueño... lástima que aquel estuviera incompleto; aún le faltaba lo más importante... tener a Jung Yunho en su cama. Todos los días de su vida, claro. Poseyéndolo hasta la saciedad, acariciando su blanca piel y ah, muchas cosas que iba imaginando conforme pasaba el tiempo con el menor.

El tema en cuestión caía en que el líder era... de una manera muy interesante y, a la vez, estresante, el hombre más lento y poco atento a las indirectas que hubiera conocido jamás. Con todas las cosas en doble sentido que le decía, las caricias poco sutiles, las voces graves hablándole al oído... ¿Es que alguien podía ser tan idiota? ¿Ah? ¡¿AH?!

Un colosal "¡SÍ!" irrumpió en su mente entonces. Yunho poseía una inocencia tan única que incluso ladeando su cabeza confundido, lograba verse masculino y tremendamente sexy... idiota. Jung Yunho era un total y completo idiota, mira que tener a Kim Jaejoong colado por sus huesos no era algo "poco importante" -modestia aparte-, como para pasar así de él. ¿Tan difícil era de entender? ¡Si hasta JunSu, con lo lento que era, lo había descubierto hacía meses! ¡Demonio!



Suspiró largamente, tratando de destensar sus músculos y calmar el revoltijo de pensamientos nada agradables que llenaban su cerebro en aquel momento. Él tendría a su líder, oh sí. Le valía madre si todo el mundo lo averiguaba, o si se ganaba el odio de más de alguno -Porque Yunho no podía no tener fans ni gente que moría por él, oh no... maldito estúpido. ¿Por qué nació tan sexy? -tendría a ese ejemplar de hombre para él.



El problema radicaba en que no era el único dentro de aquel departamento que pensaba lo mismo. Lo sabía, y detestaba ese hecho casi tanto como odiaba pasar un día más sin haber probado la suave y tostada piel de U-know. Al tan "adorable" bebé de la casa, se le había ocurrido, por esos azares del destino que él no comprendía -ni quería, por lo demás-, enamorarse profundamente del líder del grupo. Intensamente, no como esos enamoramientos pasajeros y sin importancia como los que habían mantenido con una considerable cantidad de mujeres a lo largo de sus carreras, si no que era real. ¿Y cómo lo había descubierto? ¡Es que Minnie era tan obvio!

Se pasaba el día mirando a Yunho tan fijamente y con tanta melancolía que por un tiempo llegaron a pensar que estaba enfermo; intentaba tan arduamente quedar con él para algo, cualquier cosa -como por ejemplo, compartir habitación- y, por encima de todo, cada vez que el líder se dirigía expresamente hacia él mostraba una sonrisa tan amplia y radiante que parecía que ni el mismísimo sol brillaba tanto.



Absurdo, se dijo. Quería a ChangMinnie como si fuese su hermano pequeño... pero llevaba tantos años detrás del moreno bailarín que ni siquiera ese cariño fraternal que sentía por el menor le impediría luchar por aquel hombre que llevaba amando y deseando desde que lo conoció.



Sonrió con verdadero pesar, y decidió ir a ver al causante de todos sus males... que a esas horas de la mañana se encontraría recostado, leyendo o haciendo alguna bobería muy a lo Yunho. Se levantó del sofá marrón y, a paso lento, llegó hacia la puerta de su habitación. Golpeó suavemente repetidas veces y aguardó, pero pasados los minutos no recibió respuesta; curioso, decidió entrar y, cuidadosamente, como palpando terreno, abrió la puerta y entró, cerrando tras de sí.

La oscuridad lo invadió. Aguardó unos segundos hasta acostumbrarse y descubrió una leve luz proveniente de la ventana que alumbraba únicamente la figura recostada del menor... y de alguien más. Su mirada se tornó tenebrosa y amenazante. ¿Quién estaba en la habitación de SU Yunho?

Abrió su boca para hablar y reclamarle al sujeto, más fue detenido por una voz conocida que por momentos sólo logró aumentar su cólera:





-Está dormido.





ChangMin estaba frente a la cama de su amado, observándolo detenidamente como si tuviera todo el tiempo del universo, sentado sobre un sillón. Jaejoong gruñó fuertemente, intentando espantar al menor del grupo y sacarlo del lugar... más éste no obedeció. Seguía sin quitar su mirada de un punto en específico, sobre el cuerpo de Yunho...



La curiosidad le ganó, y, dubitativo, decidió descubrir qué era lo que mantenía tan concentrado a su amigo y rival. Descendió su mirada entonces, y su pálido rostro se enrojeció violentamente.



Ahí, frente a sus ojos -y los de ChangMin- recostado sobre la cama y envuelto torpemente por las sábanas... se hallaba un desnudo Jung Yunho.
Pero eso no era todo, menos lo que había hecho a su rostro adquirir aquel tono; Aquel hombre por el que moría y que se encontraba observando detenidamente sin una pizca de pudor... estaba excitado. Y no tenía un paquete precisamente pequeño como para pasar desapercibido...

Sintió un escalofrío recorrerle y un calor especialmente particular descender desde su garganta hasta el vientre bajo. El cuerpo del menor era tan perfecto y apetecible... de sólo verlo comenzaba a excitarse de manera increíblemente rápida y placentera, sólo posando su mirada sobre esa inmaculada y bronceada piel sentía que incluso podía tener un orgasmo.



Dios, es que era tan endemoniadamente sexy.



Recordó entonces que no era el único que presenciaba tan magnífica escena, y por segundos quiso asesinar a sangre fría a su tan querido amigo por mirar el cuerpo de SU Yunnie -bueno, su futuro Yunnie. Porque sería suyo, claro que sí- así que, amenazante, se le acercó, cuidando de no despertar el tan pesado sueño de su amor. Llegó hasta el cuerpo del menor y de nuevo abrió su boca para hablar, más fue nuevamente interrumpido por esa voz juguetona pero madura que caracterizaba al pequeño:



-No me voy a ir.




Contuvo sus deseos de lanzársele y desgarrarle la garganta, sólo por no despertar a su líder. Suspiró pesadamente intentando relajarse y, siseando cada sílaba como si le doliera, murmuró:



-¿Cuánto llevas aquí?





Changmin no despegó su mirada de aquel punto, y Jaejoong comenzaba a enfurecerse. Decidió responderle al mayor por miedo a que reaccionara mal y provocara el despertar del azabache, así que, molesto, contestó.




-No mucho más que tú -el mayor le miró desconfiado. ChangMin suspiró, intentando calmarse-. Llegué sólo un par de minutos antes, vine a dejarle el desayuno.



-No es inválido -gruñó, enfureciéndose. ¿Quién era él para servirle a su Yunnie?-, puede traérselo solo.



-Lo sé -suspiró-, sólo quise venir a dejárselo, antes de que Yoochun se lo devorara. ¿Algún problema?



-Sí, tengo un problema. No eres su novia como para servirle el desayuno.



-Tampoco tú, Jae -gruñó. Jaejoong por poco salta a atacarlo-. No sé por qué actúas como novia celosa, sólo eres su amigo.



-Por ahora.





Ambos se despedazaron con la mirada, enviando al contrario veinte metros bajo tierra. El rubio se acercó peligrosamente a la silueta del menor, dispuesto a lanzar una considerable cantidad de improperios en su contra para sacarlo de aquel lugar, más fue repentinamente interrumpido por un sonido que erizó la piel de ambos amigos.



-Ahh...





El color rojo irrumpió en sus rostros, sintiendo cómo aquel conocido hormigueo comenzaba a recorrer sus cuerpos, provocándoles descargas eléctricas que por poco los hacía saltar. Sus mentes divagando caóticamente, creando situaciones tan increíblemente placenteras que ambos protagonizaban con el sujeto sobre la cama, excitándolos de tal manera que casi pierden el control.



-Ahh... ahhh...





"Por Dios", pensó Jaejoong. Yunho gemía de una forma tan vulgar para su pervertida mente... que no podía evitar la erección que comenzaba a formarse en su parte baja. Colocó ambas manos sobre aquella zona, comenzando a sentirse adolorido. ChangMin le siguió repitiendo la acción, tapando a la vez su boca que por poco lanza un jadeo de sorpresa y excitación, desviando rápidamente su mirada para no acabar lanzándose sobre el cuerpo del azabache y violarlo ahí mismo, más su mente no parecía querer obedecer pues su mirada no lograba permanecer alejada de aquella imagen tan adictiva para los ojos de ambos. Yunho era simplemente irresistible.



El GRAN problema llegó cuando, por esos azares del destino -que estaban completamente en su contra- éste comenzó a acariciar su miembro, con los ojos cerrados, mordiéndose el labio inferior... Alguien definitivamente los odiaba.



"Oh Dios mío..." balbucearon ambos, presionando fuertemente sus manos contra sus erecciones que rápidamente comenzaban a ser molestosas e increíblemente dolorosas. Jaejoong trató de relajarse y pensar en cualquier otra barbaridad, cualquier cosa que llegara a cruzarse por su mente... más la imagen de un Yunho masturbándose, lanzando suaves jadeos mientras su perfecta y tostada piel se perlaba por el sudor... no era de mucha ayuda. Recordó luego los momentos que pasaron juntos como mejores amigos, e incluso aquellos tiempos cuando ni siquiera se toleraban hasta el punto de hacer llorar a Junsu... le parecía increíblemente absurdo e irónico que de aquel odio terminase en una situación como aquella. Y nuevamente, su mente y sus pensamientos se vieron brutalmente irrumpidos y dominados por aquella imagen tan exquisita y maravillosa, pero a la vez tan dolorosa y angustiosa.

Podían salir de aquella habitación sin ningún problema, luego se darían una ducha fría -o le pedirían ayuda a su buena amiga, la mano derecha- y asunto arreglado... pero de cierta manera enfermiza y retorcida, ambos sentían que si alejaban sus ojos de su líder se arrepentirían el resto de sus existencias. Así que, dispuestos a observar aquella escena por al menos un par de minutos más, se acomodaron de pie frente a la cama del azabache y se quedaron así, observándolo sin perder detalle alguno del movimiento de sus masculinas manos por su -realmente grande- miembro.



ChangMin cerró sus ojos, imaginando a su hyung poseyéndolo hasta la saciedad, gimiendo con esa voz tan masculina y elegante en su oído, susurrándole esas palabras de amor que llevaba ansiando desde hacía mucho tiempo. Se sentía tan enamorado de su líder, que ni el mismísimo Jaejoong podría evitar siquiera que luchara por conseguirlo. Por mucho que adorara a la "madre" del grupo, no se iba a dejar vencer ni intimidar por él... aunque la relación que mantenía con Yunho fuera considerablemente más cercana, no lo haría. Y se sentía más convencido que nunca, dentro de aquel cuarto, observando la maravillosa pero angustiosa escena que ambos presenciaban; Jung Yunho sería suyo. Suyo y de su cama.

Éste siguió acariciando su masculinidad suave y lentamente, ajeno a las presencias que irrumpieron en su habitación y privacidad, disfrutando el contacto, jadeando silenciosamente... inmerso en su placentero sueño. Había llegado tan cansado el día anterior a su hogar, que tardó centésimas de segundos en correr hacia su habitación y caer rendido en la comodidad de su cama, sin importarle el resto del grupo. Además, llevaba tanto, tanto, sin un poco de acción que comenzaba a desesperarse... Claro, pero sin hacer alguna estupidez, como buscarse a cualquier idiota por ahí que accediera a acostarse con él -que no eran pocos, no señor- sino que se limitaba a tener sueños húmedos y utilizar su mano derecha de vez en cuando. Por todo aquello había terminado en aquella situación de masturbarse entre sueños, jadeando y sudando, llevando a los límites a los enamorados presentes. Éstos jadearon sin poder evitarlo, sintiendo un particular ardor corroerlos y embriagarlos, cegándolos con una necesidad descomunal que de a poco iba dominando sus cuerpos y mentes.



Jaejoong sentía que en cualquier momento explotaría. Las sensaciones que su amado líder le provocaba eran demasiado para él... tanto dolorosas como placenteras. Y dolorosas no sólo por la erección que comenzaba a torturarlo, si no que también le hacía daño a su corazón que de a poco comenzaba a perder esperanzas. Era demasiado pedir que Yunho se enamorara de él, o de cualquier persona. Era demasiado para todos, inclusive él mismo.



Continuaron observando su tormento por al menos unos diez minutos, deteniéndose justo después de que el azabache parara todo movimiento con su –descomunal- miembro. Ambos sonrieron entonces, arrepentidos y avergonzados, dirigiéndose hasta la entrada, dispuestos a marchar. El mayor miró a su “pequeño hijo” y rió suavemente, intentando amenizar el pesado ambiente que ambos habían creado con su casi absurda rivalidad.



Decididos, abrieron la puerta, pero sus movimientos fueron detenidos por una voz dura y varonil:





-¿Qué hacen ustedes aquí?





Ambos abrieron sus bocas, más ningún sonido salió de ninguna de ellas.


Continuará...