Impregnado de ti cap 1

Hoy era el comienzo del primer día de clases en una escuela nueva y Jung Yunho no tenia deseos de pisar mas allá de la línea que separaba la escuela con la vía pública, aunque estaba contra sus principios de igual manera deseaba asesinar a su padre por meterlo a una escuela de clase media donde estaría rodeado de niños pobres. Esos eran sus más peores pensamientos, que se le pegara la peste de los de clase media.

Había llegado en su gran limusina llamando la atención de muchos, los mismos que ahora no dejaban de mirarlo con mucha curiosidad mientras sus pasos eran parsimoniosos y elegantes, haciendo sonar la suela de sus zapatos negros al pisar la loseta. Cada mirada y cada susurro alteraban sus nervios, sintiendo ese sudor frío recorrerle la espalda descendentemente por su espina dorsal lentamente.

-llevo prisa, llevo prisa! – un chico con unos centímetros más bajo pasó a su lado rozando su hombro (que no tardó en sacudir). Llevaba una pila de carpetas sobre sus brazos dificultándole la vista al caminar o más bien correr. Lo vio perderse por el pasillo tambaleándose de un lado para el otro sin dejar de alzar la voz al caminar.

Al llegar a su salón ya varios chicos se encontraban dentro en silencio a esperando que el profesor llegase. Al dar un solo paso dentro de esas cuatro paredes volvieron a fijar las vistas sobre él, no es que tuviesen gran diferencia con Yunho, todos tenían el mismo uniforme, lo que los hacía observarlo era esa mirada de asco que les dedicaba Yunho y estaba mas que decir que todos lo vieron llegar en ese elegante y costoso transporte.

Tomó un asiento, el último de la fila al lado de la ventana, prefería estar en un rincón mucho mas aislado de los demás, así nadie lo miraría a menos que se voltearan para hacerlo. El que sería su tutor no tardó en llegar y con ello los alumnos que faltaban, ocupando todos los pupitres incluyendo el que se encontraba a su lado. Como maldecía que no fuesen separados.

Sus ojos se movían de un lado para otro observando su alrededor, a sus nuevos compañeros de clases, con los que por desgracia pasaría el resto del año y lo más seguro que el próximo también. Dos años socializando con los de la clase media y lo que es peor, no los podía siquiera ignorar.
El seco sonido de algo dar contra el piso siquiera lo escuchó, estaba más concentrado en ver lo que hacían los demás que en pensar siquiera lo que él mismo hacía sin darse cuenta.

-hey – un susurro que le causó un escalofrío y un peso sobre su hombro lo sobresaltaron dirigiendo inmediatamente la vista hacia su lado – se te cayó esto – su compañero le mostraba un lápiz esperando que lo tomara pero aquella acción nunca sucedió, Yunho solo lo miró y esperó a que dejase el lápiz sobre su pupitre una vez mas.

Le causaba gran repugnancia tocar a un “pobre”. Tenía muy bien metido en la cabeza que luego, cuando nadie lo estuviese mirando desinfectaría ese lápiz o mejor lo tiraría al basurero, ya no le hacía falta. Y como le hubiese gustado limpiar la silla donde ahora estaba sentado.

La hora y media que duró la clase le pareció eterna. A penas sonó el timbre anunciando el receso el profesor los dejó salir y en menos de lo que canta un gallo Yunho ya caminaba a pasos veloces por los pasillos buscando una salida para salir al patio, lejos de la peste. Buscó una banca en donde descansar, lejos de la civilización. Se sentía tenso, sus hombros se sentían pesados pero el cerrar los ojos y cargarse completamente en el respaldo de la banca lo tranquilizaba un poco, pero la tranquilidad no dura para siempre, escuchaba voces acercarse. Aun no se sentía preparado para socializar.

Rápidamente se puso de pie y sin siquiera mirar hacia atrás comenzó a dar pasos rápidos y largos alejándose cuanto antes de ahí. Entró al segundo edificio de la escuela buscando un refugio. Pensaba mientras caminaba y una gran idea llegó a su mente iluminando su día completo, se haría pasar por enfermo, mentiría y así se quedaría lo que restaba del día en la enfermería sobre una camilla, aunque tuviese que aguantar la presencia del encargado estaba dispuesto, después de todo solo sería una persona nada mas.

Estaba perdido, no sabía donde quedaba la enfermería y el miedo a preguntarle a uno de los que paseaban por ese sector era mucho más grande que quedarse en clases. No queriendo preguntar siguió con su búsqueda. Salió de ese edificio para entrar al tercero.

La última vez que había estado tan rodeado de clase media había sido cuando insistió a su padre en querer acompañarlo al centro de la cuidad, solo por curiosidad, quería conocer las calles y sus tiendas pero lo que mas llamó su atención fueron las miles de personas que transitaban y dos mendigos pidiendo limosna.

Por fin había llegado, el pequeño letrero que decía “enfermería” lo hizo suspirar del alivio. Dio dos toques a la puerta y entró encontrando a un chico alto y con una bata blanca hasta las rodillas. Esa mirada bajo esos anteojos que le dieron un aire a intelectual se posó sobre él, regalándole una sonrisa distinta a la que algunos le habían regalo esa mañana.

-se te ofrece algo? – se puso de pie alejándose de su escritorio para acercarse a Yunho que aun yacía de pie en la entrada – no vas a entrar? – parpadeó un par de veces y dio un paso cerrando la puerta tras de si.

-vera… - ahora que se daba cuenta siquiera había pensado en alguna mentira, el enfermero de turno lo miró esperando a que terminase de hablar pero no hizo falta, una idea llegó a su cabeza y solo le sonrió.

-entiendo, toma la camilla que quieras – no lo podía creer, tan fácil había sido? Feliz de su logro caminó a una de las camillas corriendo un poco la cortina blanca, dejándose ver la camilla de sabanas blancas.

-“estarán limpias?” – y otra vez esos pensamientos indecorosos. De todas formas aflojó el nudo de su corbata y se quitó los zapatos para dejarse caer sobre el blando colchón y suaves sabanas.

Los minutos pasaban junto con la tranquilidad del lugar, el encargado casi no hacía ruido alguno. A veces lo escuchaba murmurar pero todo se silenció al caer dormido.
Sentía que flotaba entre las nubes y el viento fresco chocaba en su rostro, removiendo lo cabellos parsimoniosamente de su frente.

Su cuerpo siendo acariciado por suaves roces. Trataba de tomar esas vaporosas nubes y abrazarlas para acurrucarse más entre ellas, pero un fuerte sonido resonó entre sus sueños, como si dejase de flotar y cayera contra el piso en un fuerte golpe trayéndolo a la realidad.

Frunció el seño antes de abrir lo ojos para que la luz lo cegara por segundos, acostumbrándose al los rayos del sol que se colaban por la ventana se frotó los ojos y se giró tan solo un poco para quedar boca arriba mirando el cielo de la sala.

-aaah… - se sentó rápidamente cargándose en ambas manos – uhmm – su piel se erizó al reconocer aquel tipo de quejidos – aaa–aah… ¡AAHH!

-sshhh… no grites… - estaba seguro que esos gemidos y esa voz pertenecían a dos hombres.

-be–besame – en seguida escuchó el húmedo beso que parecían estar dándose junto con el rechinar de la camilla.

Si los de clase media les parecía repugnantes esto ya sobrepasaba todo. Dos chicos teniendo ese tipo se relaciones en la enfermería de la escuela, y el encargado de turno? Es que acaso permitía ese tipo de cosas. O quizá era él el que se encontraba al otro lado de la cortina pues cabía la posibilidad que fuera así.

Tenía que salir de ahí y sin hacer ningún ruido, le sería más vergonzoso que supiesen que él estaba ahí oyendo sus obscenidades. Bajó lentamente de la camilla tratando de no hacer ni el más mínimo sonido y tomó sus zapatos sin colocárselos, así no haría ruido al caminar. Se acercó a la cortina contraria que separaba la otra camilla y la atravesó casi sin correr las argollas que la sostenían. Miró hacia el escritorio del encargado no encontrándolo ahí. Caminó de espaldas a la puerta para asegurarse que no se fueran a asomar, sentía que la salida estaba cada vez mas lejos de su alcance, dio unos pasos mas, en uno de ellos casi cae tropezándose con sus propios pies pero cuando por fin llegó escucho a sus espaldas el clic de la parilla al girarse.

-profesor Geun Suk! – y un fuerte golpe y empuje en su espalda lo hicieron caer hacia adelante boca abajo. Los gemidos se detuvieron y el chico culpable de su caída se le acercó tan rápido tomándolo de un brazo para ayudarlo que ni tiempo le dio para mirarlo al rostro. Era él el que ahora lo tenía tomado del brazo y lo arrastraba hasta el otro lado de la puerta.

No lo pensó y comenzó a correr descalzo sin darse cuenta de su acción hasta que se detuvo lo suficientemente lejos de la enfermería, tomando aire con dificultad.

-¿te encuentras bien? – un toque en su hombro lo sobresaltó enderezando su columna y fijándose recién que había arrastrado a un desconocido consigo y de la mano.

-no me toques! – dijo casi gritando, sacudiéndose el hombro como si tuviese polvo sobre el.

-que grosero, solo me preocupe por ti después del golpe que te di – el chico de casi su misma altura lo miró con reproche – bien, si ya estas bien me devuelvo – de tan solo verlo darle la espalda lo sujetó de nueva cuenta de la muñeca.

-espera! – y luego de eso no supo que decir, no quería tocarlo pero tampoco quería que entrase a la enfermería y descubriera a dos chicos indecentes teniendo sexo en la escuela. El chico movió las cejas, con eso queriendo preguntar que quería.

-alumno Shim – y esa voz los hizo mirar a ambos hacia el frente, encontrándose con el encargado de la enfermería – me buscaba? – y ese tono para Yunho sonó tan indecente que temió de lo que antes pensaba.

Siguiente