-Padre, no sé cómo empezar. Nunca fui devoto de la Iglesia, pero realmente necesito confesarle este secreto que llevo guardado dentro hace ya cinco años. Me tranquiliza el hecho de saber que usted no dirá una sola palabra de lo que yo le contaré.
-Así es, hijo mío, es mi deber cumplir las leyes del secreto de confesión. Pues bien, cuéntame tu historia.
-Hmm… todo comenzó hace 13 años, cuando me presenté en un casting para bailarines. Yo en ese entonces era un joven adolescente con ideales, sueños y metas por cumplir.
Mi vida fue muy complicada. Pasé hambre y sufrí la pobreza extrema teniendo que cuidar a mis hermanas. La música era lo que me hacía más feliz, ya que me olvidaba de los problemas. Cuando me enteré del casting, me anoté de inmediato.
El primer día de audiciones me presenté vestido con mis únicas prendas y mis aros con forma de cruz, amuletos de suerte. Estaba entusiasmado aunque un poco asustado. Me formé detrás de una fila de chicos que también se habían anotado. Estuvimos una hora y media esperando formados en la calle, hasta que nos hicieron entrar al estudio. Era un lugar muy basto, limpio y decorado con los logos de la empresa.
Pasamos a un salón más sencillo en el cual había un pequeño escenario, y enfrente una mesa con el jurado.
Uno tras otro fueron pasando. Todos eran muy buenos y vestían prendas deportivas costosas. Recuerdo que me conmovió la voz de un chico en particular llamado Changmin. ¡Ese niño sí que cantaba!
Después de ver semejantes actuaciones, me sentí más que insignificante.
Cuando llegó mi turno, subí al escenario temblando. Un hombre del jurado me dijo que comenzara. Hice una vista panorámica del lugar. Todas las miradas estaban puestas en mí. Hice una pausa, tragué saliva y empecé a cantar. Casi lloro de la emoción, pero contuve las lágrimas. Tenía los brazos pegados al cuerpo. Estaba muy nervioso. En un momento observé que ya nadie, excepto el jurado, me prestaba atención.
Por fin terminé. Bajé del escenario casi empapado de sudor. Fui caminando rápido hasta el fondo del salón, cerca de la entrada y me mezclé de nuevo con los otros. Me senté en el piso y suspiré aliviado.
“Ya está” -me dije a mí mismo.
-“Las audiciones han terminado” -dijo un miembro del jurado en voz alta.
vamos continua
ResponderEliminarno lo dejes asi
>.<
CONTIII ^^
ResponderEliminar