9:36 Entró Yunho silenciosamente en su casa. Había estado buscando a su compañero de piso la noche anterior por todo el local, pero al parecer se fue… y se sentía un poco culpable por haberle dejado solo tanto tiempo, pero no pudo hacer otra cosa.
- Buenos días… -dijo muy muy bajito.
Quiso comprobar en que condiciones se encontraba su amigo y abrió la puerta de su cuarto levemente un poco más de lo que ya estaba. Había ropa en el suelo…
Ropa no sólo de una persona…
Y ahí estaba dormido en su cama totalmente desnudo, abrazando a una muchacha de pelo rizado, también desnuda. Le estaba tocando un pecho, con suavidad, atrapando un erecto pezón entre sus dedos, el otro brazo restante hacía de almohada de la chica, que se recostaba en su hombro tímidamente.
Yunho prestó atención a la imagen que esta presenciando, centrándose en aquellas manos desconocidas, acariciando el trasero de su compañero.
Dios… como me gustaría estar en su lugar, pensó.
La boca de Yunho no podría habérsele abierto más ante tal excitante escena, no pudo evitar pensar cual de esas dos personas era mas bonita.
De pronto, ante su ensimismamiento decidió darse una ducha para dormir tranquilo.
Se fue al baño y se encontró, nada más ni nada menos, que con una prolongada erección suplicante.
- Joder… buenos días a ti también.
Fue una ducha más caliente de lo previsto, mientras se masturbaba, proyectaba la imagen de la noche en que conoció a Jae, cuando le hizo la felación y lo que acababa de ver. Ahogaba sus gemidos en su brazo, besándolo y mordiéndolo, trasladando toda la frustración y deseo reprimido en él. En cada movimiento de muñeca, la imagen de Jae, su cara perfecta, sus ojos profundos, su pelo liso y suave y… esos labios carnosos que piden a gritos ser devorados…
Cada vez más rápido, más sexual, el agua caliente deslizándose por la piel llevándose toda la vergüenza, y maldita sea, simplemente sólo podía verle a él, ¿por qué de repente esta obsesión? ¿Qué era lo que le atraía de aquel hombre? Obviamente había una clara atracción física, pero tenía que ser algo más… Ahg… maldito alcohol, como le hubiera gustado recordar con más claridad la noche de hace ya dos días, aunque lo poco de lo que se acordaba servía…
Servía para la libertad, para la liberación física de esta tensión muscular, de esta congestión sanguínea en la pelvis, de este ardor interno, de esta excitación. Descargas musculares, humedad, y por último esas deleitosas contracciones, finalizando aquel ritual que todo hombre hace.
Salió del baño y se encontró a la chica, que ahora estaba vestida.
- Hola… Nos has… Yo soy Charlotte –dijo muy entrecortadamente.
- ¡Oh! Charlotte, ¿de que país eres? No hacía falta que te hubieras puesto la ropa –continuó Yunho.
Charlotte no entendía muy bien como debía tomarse aquel tono de voz, así que simplemente se terminó de poner sus tacones y le dio una nota a Yunho.
Poco después salió de la habitación Jaejoong, con unos boxers puestos.
- Hola ¿Qué hora es? –dijo Jaejoong tapándose con una mano su bostezo.
- Toma, la chica de anoche te ha dejado esto -dijo Yunho que miraba la semidesnudez del otro, el cual leía la nota sin darse cuenta de la mirada examinadora de Yunho, con los ojos poco abiertos, la piel ardiente, con marcas de sexo en el torso y llevando tan solo unos boxers negros.
Tenía un cuerpo perfecto, musculoso, lo suficiente para delineársele brazos y abdominales, de espalda fuerte y grande, y un trasero irresistiblemente mordible.
- Dios… ponte algo de ropa… -continuó Yunho–. Me voy a dormir, adiós -y marcó el punto y final con un portazo.
- ¿Pero qué le pasa ahora? –me pregunté.
A lo tonto tuve que irme ya hacia el trabajo, de nuevo a recuperar la amada y odiada para otros, rutina.
20:42 El estrés a flor de piel, por dos motivos, Boossy, chef principal, no había venido hoy a trabajar por su salud y casualmente, se nos acababa de informar que era muy posible que hoy estuviese cenando un crítico gastronómico muy importante.
Tomé el relevo y me dispuse a cocinar lo mejor que sabía, ajustándome al menú.
Fue una noche muy estresante he de admitir, pero tuvo su compensación.
Nadie se dio cuenta de la ausencia del chef principal, y los que se dieron, tuvieron una repuesta positiva, encontrando mis platillos más deliciosos que los de Boossy.
- Jae, otro cliente quiere darte la enhorabuena –Sunny.
- Gracias dile que pase –sonreí abiertamente, me encantaba que me halagasen.
- Has fallado a tu palabra.
- Umg…-me atraganté con un poco de sopa que estaba probando en ese momento. Reconocía su voz, el tío arrogante del día anterior.
- Dijiste que serías mi camarero –Changmin.
- Cambio de planes –dije cortante sin darle ni siquiera la cara, de espaldas con mi sopa.
- Me lo dijiste… ¿Cómo me lo vas a compensar?
Aquellas palabras sonaron realmente cerca de mi nuca, y bingo, cuando me giré para comprobarlo estaba asombrosamente cerca de mí, se había movido sigiloso como un lince, y ahora el aire de su boca rozaba mi piel provocándome piel de gallina.
Aquel escalofrío sorprendente y arrebatador me dejó perplejo y aturdido por un instante, perdiendo la movilidad de mis manos, y dejé caer la cuchara al suelo.
– Joder, ¿qué coño haces? –le dije empujándolo levemente con el codo. Su actitud de verdad que la odiaba, tan ambiguo, tan provocador, como buscando problemas, si tanto lo desea, que diga abiertamente que quiere que le parta la boca.
- Perdona -dijo alejándose-. No sabía que te pusiera tan nervioso –¡SERÁ!... relax, relájate Jae, olvídalo, estás trabajando.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Conocerte, averiguarte… -Changmin.
Creo que en ese momento pude mantenerle la mirada de forma natural… aquellas palabras tocaron la tela de mi alma, no sabía muy bien por qué, pero ahora yo también tenía curiosidad sobre aquel individuo.
- Jae, hay una persona que quiere preguntarte una cosa de… Perdón ¿interrumpo? –Kiss.
- No… ahora mismo voy –contesté.
- Mañana a las 00 en el puente de Tokio –Changmin.
Iba a replicarle que me venía mal la hora, o quizás que más quisiera el quedar conmigo, o cualquier cosa cuando interrumpió…
- Estoy seguro que el restaurante se llevara una buena crítica si vienes –y se marchó. Dejándome boquiabierto, maldiciéndole mentalmente.
Se me hizo bastante tarde y tuve que volver a casa, donde me esperaba Yunho. Y yo esperaba que su enfado matutino se hubiera sustituido por el enfado que me provocaba cierto sujeto pesado que me acechaba en el trabajo.
- Hola, ¿qué tal estamos?
- Bien, viendo la tele, ¿has cenado? –Yunho.
- No… me ruge la tripa
- Hay una macedonia que he preparado, y han sobrado fresas, ¡ah! y hay nata y… -no sé si él también se dio cuenta de que aquellos ingredientes sonaban demasiado pornosos y por ello paró de recitar.
- Gracias.
- Puedes venir conmigo a ver la tele… -no me había dado cuenta de donde procedía la voz de Yunho, pero era cierto, estaba en su cuarto, tumbado en la cama viendo la televisión, sus palabras sonaron bastante solitarias y no pude negarme a su oferta, a parte el hecho de comer en la cama siempre me había gustado.
Y así hice, recordé la primera vez que estuvimos los dos juntos en ese cuarto, nada bueno podía pasar, lo intuía. Aun así, paredes vacías, un escritorio con su silla, libros y revistas apilados, un equipo de música, y tomando protagonismo, un televisor de pantalla plana y no sé cuantas pulgadas. Avancé.
Estábamos viendo X-man, un show de variedades muy divertido, cuando era pequeño siempre quise salir en la televisión e ir a programas graciosos donde hiciera pruebas.
- ¿Conoces a ese cantante? Es un amigo mío –Yunho.
Era curioso, el mantener un contacto natural con Yunho me era muy simple, pero cuando me venían a la cabeza pensamientos de índole sexual, era más complicado, no entendía muy bien como debía reaccionar, me era muy difícil estar cómodo… Quizás es que en mi mente, Yunho tan solo era como un amigo, lo veía como tal, no que pudiese aspirar a más… Pero claro, tipos de amigos, con diferentes privilegios…
Afirmé ante su pregunta.
Pasaron los minutos y la risa actuó como cierto calmante. De repente, al acabar el programa, no sabía muy bien si debía volverme a mi cuarto o que debía de hacer, Yunho no tenía intención de irse a la cama.
00.12 Marcaba el reloj, cuando me giré a mirarlo Yunho había cambiado de canal… Y no a un canal “normal”.
Me quede cierto tiempo mirando descaradamente al televisor, observando a esas dos personas sin vergüenza alguna, mostrando en primer plano zonas que se supone que son intimas. No pude apartar la mirada, lo sé, mal por mí, pero venía en mi naturaleza de hombre. Llegó un punto en el que mi cuerpo empezó a reaccionar de manera común, y no era adecuado permanecer ahí, ¿o quizás sí? La mayoría de los hombres… lo hacen… se masturban juntos…
Miré a Yunho en busca de respuestas, en busca de lo que el estaba haciendo, en busca de imitar, y me lo encontré para mi sorpresa mirándome, mirándome a mí, su mirada fija en mí, una mirada no muy cordial parecía.
Lo entendí como un gesto de amenaza y me levanté para marcharme. Una mano me detuvo, me agarró por la muñeca y me arrastró hacia su dirección.
Tropecé con sus labios.
Y volvió a mí esa sensación de deseo y a la vez intranquilidad.
Una mano se removió hasta mi cuello, empujándolo, haciendo que aquel beso, en un comienzo superficial, se profundizara, se acomodara a la cama.
Como me gustaba, como me agarraba, me estaba dejando llevar otra vez, y ahora consciente de todo, consciente de que era un compañero de piso, consciente de que era un amigo, consciente de que… no podía tener el lujo de enamorarme.
Se oían de fondo los gemidos de la actriz, altos, potentes, claros, y si eran falsos, eso ya no lo sé. Y los del hombre, más bajos, más del tipo fatiga, de cansancio, como cuando corres.
Y los que si podía escuchar eran los de Yunho, resonantes en mi cerebro, gemidos de falta de aire, gemidos de presión en las ingles.
Sólo pude apoyarme encima de él, sosteniéndome con los brazos para no caerme, mientras él, semi-tumbado debajo de mí, hacia malabarismos para mantenerse también erguido, sin despegar su húmeda y cálida boca de la mía.
Pronto me temblaron los brazos del peso, y tuvimos que cambiar de postura, ya totalmente caímos en la cama, y él se puso encima de mí. De rodillas. Colocando una rodilla entre mis piernas. Metiéndome la mano por debajo de la camiseta.
- Yunho… mmm no sé si… - Conseguí decir cuando aparto sus labios para bajarlos por mi clavícula, directos a mi cuello.
Ya me había conquistado, al besarme esa zona ya perdí todo aquello que podía pensar. La mente se nubló, sólo notaba, súlo sentía, sólo degustaba su sabor a menta, sólo olía su cuerpo a gel, a limpieza, sólo oía los gemidos, el sonido de los dos cuerpos húmedos al chocarse, la brusquedad de las embestidas del actor, los crujidos de la cama.
Era realmente impresionante el poder que podía ejercerse en mí con sólo saber tocar esa parte, mi talón de Aquiles, el pelo de Sansón.
Después de un rato en mi debilidad, bajó bruscamente hasta mi ombligo, dándome besos en la línea que se marcaba entre mi vientre y mis caderas. Subió hasta mis abdominales, dibujados en mi piel por sus labios, subió y subió deshaciéndose de la molesta camiseta, provocándome un escalofrío, un cambio de temperatura ahora a más frío.
Continuaron sus besos y mordiscos, recorriendo cada poro de mi piel, humedeciéndola. Tocó con sus manos mis pectorales, suavemente, pasando levemente las yemas de los dedos por encima, produciéndome un cosquilleo y endureciendo aún más mis pezones. Pronto acercó su boca a ellos, mordiéndolos sin delicadeza, haciéndome suspirar de dolor y de placer.
- Yunho… ah… ¿Qué estamos haciendo? –volvió a mí la incertidumbre.
Mi mirada confusa no obtuvo una respuesta clara, parecía que en aquel instante todo había vuelto a la normalidad, Yunho paró con sus movimientos, apoyado sobre mi torso, cabizbajo, ocultando su mirada, ausente. Seguramente estaba pensando en la respuesta a mi pregunta. Acerqué mi mano para acariciar su pelo, y levantarle la cabeza.
Antes de que hiciera cualquier movimiento, me volvió a sujetar por la muñeca, clavando sus rasgados ojos en mí.
Se acercó lentamente hacia mi cara, los dos con los ojos cansados, levemente cerrados, próximo a mis labios, musitó:
- Conocernos… –Yunho.
Y me volvió a besar.
Y recordé esas palabras.
Y pensé en él.
Y no entendí muy bien por qué, pero los besos se me hicieron más amenos. Más transcendentales. Más curiosos.
Sin casi haberme dado cuenta, absorto en mis pensamientos, habíamos perdido los pantalones. Y notaba más de cerca su piel, su calor, su contacto.
Estaba envuelto en su cuerpo, dando vueltas en la extensión de la cama, frotándonos el uno contra el otro.
Sentía nuestras erecciones chocar a través de la ropa interior.
El calor y la humedad que se producía entre ellas, el placer de cada roce.
Yunho penetró una mano por el interior de mi bóxer, apartando levemente la tira, dejando al descubierto la prolongación de mi miembro.
Lo empezó a masajear arriba y abajo, con un ritmo cada vez más veloz, y con mayor firmeza en sus manos, de repente se detuvo, abrí los ojos para cerciorarme de lo que podía ocurrir.
Yunho se coloco detrás de mí, moviéndome con él de frente a la tele, girando mi cuerpo 45 grados para que contemplase de primera mano la olvidada película que estábamos viendo.
Ante tales escenas eróticas dolía mi erección, era inaguantable, necesitaba desahogar la saturación de la sangre de aquella zona, y Yunho no lo estaba poniendo fácil.
Reaccioné cuando fui a tocarme a mí mismo, estaba sujeto totalmente por él, y a penas podía ejercer fuerza alguna.
- Yunho…
- ¿Qué es lo que más te gusta? –dijo refiriéndose al porno. Detrás de mí, besando mi nuca, encerrando con sus caderas y mi espalda su erección.
- … ah... los... gemidos… -logré contestar torturado por la situación.
- Los gemidos ¿de quién? –Yunho.
- De ella…
No es que tuviera una preferencia a la hora de escoger, pero en algunos aspectos me gustaban más las mujeres, y este era uno, me deleitaba con sus voces suplicantes y con sus gemidos excesivos, tienen mayor facilidad que los hombres en eso.
Yunho pareció satisfecho, y me liberó de las cadenas de la tortura, me tocó de nuevo.
Me posicioné delante de él esta vez, para darle gusto. Abiertos de piernas, juntando nuestros miembros viriles. Olvidando el pudor.
Respiré su olor de nuevo, hundido en su hombro, a masculinidad.
No sabía hasta donde quería llegar aquella noche, y eso me aterraba en cierto modo.
Entre dolor, terror y placer sólo se me ocurrió decirle que acabase ya, que me diese el triunfo, que viajásemos los dos hasta el clímax.
Agarré su mandíbula, y le besé, sujeté con fuerza su pelo hacia atrás, apartándolo de su cara, mientras con la otra mano, ayudé en el contacto de nuestros penes, creando una barrera con nuestras manos, juntándolos al máximo. Muy cerca.
Aún con dificultad logramos mover nuestros cuerpos, nuestras caderas, siguiendo el mismo ritmo, perlando nuestros cuerpos de sudor.
No podía estar más cerca y a la vez más lejos de esa persona.
Sumidos los dos en un estado de no conciencia, en una voluptuosidad, en éxtasis.
Llegó el final con los últimos movimientos bruscos, fuertes, salvajes. Mis manos se cerraron, se agarraron a las sábanas, y lo mismo ocurrió con los dedos de mis pies.
Como el rigor mortis, le petite mort.
La culminación del acto sexual, el momento de mayor sensación, y pérdida del dominio de sí mismo y de la situación. Desapareció la tensión muscular, desapareció la congestión pélvica, desaparecieron en una avalancha de placer.
Fue para mí difícil, pero abandoné aquella cama, dejé atrás a mi compañero, el cual había apagado la televisión y miraba relativamente perdido su reflejo en la pantalla negra.
- Buenas noches Yunho –finalicé, y sin nada puesto, caí en picado en mi fría y solitaria cama.
waaaaa continuara odio esa frase ó_ó
ResponderEliminarasadas ahora qe pasara con Min? *w*
ResponderEliminaryo qiero lemon MinJae x3!! y.. Min posesivo y arrogante *w* OMO! y tambn qe se lo viole asi.. rico(?) *w* -maxima perversion a la edad de 14 años-
waaasadasdasdasdadadasdsd me encantooo es muy porno xDDD
ResponderEliminarke pornoso! xD me enkanta lo de la tortura esa sexual pa konsegir info xDD
ResponderEliminarkuando el jaemin??
kontinualo, esta muy bien
continualo!!! =DDDDDDDDD
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