Cielo de Amor cap 2

La noche se hace cada vez más fría, pero mis recuerdos no se van. Siguen reproduciéndose una y otra vez. Cazándome. Y yo sólo puedo suspirar y perderme de nuevo en el tiempo. Recordándote.

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Junsu estaba acostado en su cama preparándose para dormir. Había sido un largo día y todo lo que quería era descansar tranquilamente. Hyukjae había estado hablando con él por mensajes de texto toda la tarde, todo acerca del mismo tema. Que si Changmin esto, que si Changmin lo otro, que si Changmin aquí, que si Changmin allá…

Junsu soltó un bufido preguntándose internamente cuándo fue que su amigo se volvió un romántico empedernido. Lo mareó tanto con su plática que hasta se le había olvidado hablarle de su… uh… ¿Cómo debería llamarlo? ¿Admirador secreto?... ¿Pretendiente?... ¡¿Acosador?!

Se rió suavemente de su propia broma. Aunque la idea de tener un “acosador” no le agradaba mucho, ¿de qué otra forma podía calificarlo? No sabía quién era el tipo, y por lo que le concernía bien podría ser un asesino destazador que va por ahí seduciendo chicos buenos para después llevarlos a un lugar apartado y, cuando menos se lo esperen, sacar un cuchillo cebollero y cortarlos en pedacitos y guardarlos en la nevera para luego comerlos y…

Una enorme y ruidosa carcajada se escuchó por toda la casa. Junsu se llevó las manos al estómago para tratar, inútilmente, de disminuir el dolor por reírse tanto. Cuando había conseguido calmarse un poco, la puerta de su habitación se abrió.

—¿Tú estás drogado o qué te pasa? —preguntó Junho, su hermano mayor, mirándolo con una ceja levantada—. ¿O ya terminaste por volverte loco?

Junsu sólo respondió con más risas, así que Junho salió de nuevo, no sin antes mirarlo con cara de estar ante el ser más retrasado del universo. A Junsu le tenía muy sin cuidado, sin embargo, pero ya hasta le comenzaba a doler la espalda de tanto reír, así que hizo un gran esfuerzo y se tranquilizó.

«Las tonterías que piensas, Junsu» se dijo. Soltando un suspiro se acomodó mejor sobre la cama y cerró los ojos.


El sonido de su celular sonando lo sacó de su sueño un par de horas después. Como en piloto automático, Junsu se levantó y tomó el aparato del buró. Sin siquiera fijarse en la pantalla, contestó.

—¿Diga? —dijo con la voz cargada de sueño.

—Soy yo —contestó una voz que Junsu reconoció al instante, logrando que se sentara en la cama.

—¿Qué quieres?

—¿Estabas dormido? Tu voz adormilada es bonita —Junsu casi pudo escuchar la sonrisa en su voz.

—Estoy despierto —dijo un poco indignado, un poco enojado.

—Oye, ¿mi número es el número uno en tu agenda? —preguntó.

—¡No! —contestó molesto y colgó—. ¿Pero qué se habrá creído este? —dijo mirando el celular.

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Se había vuelto una rutina en la vida de Junsu el recibir al menos una llamada al día de parte de su “stalker” como a Hyuk le había dado por decirle. Al principio contestaba cortantemente, sin confiar demasiado en una persona que ni siquiera daba su nombre en primer lugar.

—¿Por qué me llamas siempre? —preguntó una vez, levantándose del suelo cuando su mamá casi lo barre junto con el polvo.

—Tu mamá está siempre en casa, ¿verdad?

—¿Me estás escuchando? ¡Ya deja de llamarme!

Pero poco a poco ese chico iba ganándose un poquito de la confianza de Junsu. Las conversaciones comenzaron a hacerse más largas y más participativas de su parte. Y aunque Junsu no quisiera aceptarlo, esperaba ansiosamente cada llamada.

—Dime tu nombre —dijo casi susurrando—. Y en qué año y qué clase vas.

—Ah, ya comienzas a interesarte en mí —fue su respuesta. Junsu sintió cómo se sonrojaba lentamente y se alegró de que el otro no pudiera verlo.

—¡No es eso! —se apresuró a contestar—. Pero es normal que tenga curiosidad.

Un leve silencio siguió a eso y Junsu se lamentaba internamente por haber arruinado una linda conversación. La grave voz del otro lado del teléfono lo regresó a la realidad.

—Mi nombre es… —comenzó, y Junsu retuvo el aire inconscientemente—… ¡un secreto!

Junsu cortó la llamada con un bufido.

No puedo evitar reír al recordar eso. Siempre te gustó molestarme de esa manera, incluso después de conocernos. No creo habértelo dicho nunca, pero esos detalles fueron les que me hicieron enamorarme de ti aún sin ver tu cara.

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Los días se hacían semanas, y las semanas meses. Junsu estaba cada vez más intrigado. Tenía unas ganas tremendas de conocer a ese chico en persona, y ya no sabía de qué manera pedirlo. Y la verdad, eso comenzaba a impacientarlo.

Hyukjae le decía que no se preocupara tanto, que si el tipo no quería presentarse por algo sería. Quizá fuera un hombre horrible, de unos 35 años, calvo, con ojos bizcos, una enorme joroba, los dientes podridos, aliento de cañería y con un extraño fetiche de masturbarse mientras veía Disney. Ahí fue cuando a Junsu le quedó claro el por qué eran tan buenos amigos.

Aunque no es que Hyuk estuviera la verdad muy al pendiente de esa situación. Prefería pasar el tiempo con su adorado novio.

Sí, Hyukjae y Changmin habían comenzado a salir casi inmediatamente después de conocerse. Tal vez unos dos o tres días después. Al menos a Junsu le sorprendió, teniendo en cuenta cómo Changmin había mostrado interés primero en él. Hyuk si que había sabido cómo jugar sus cartas… O eso fue lo que creyó al principio, pero todo cambió ese día que fue a visitar a su amigo sin avisar.

Habían pasado unos dos meses más o menos, desde que Hyuk comenzara a salir con Changmin. Junsu pasaba cada vez menos tiempo con su amigo (ya que éste estaba casi siempre con Changmin y aquél extraño amigo de él), y lo extrañaba mucho, por eso cuando supo que sus padres habían salido de viaje a Jeju, no dudó en aparecer de sorpresa en su casa. Pero apenas había dado unos pasos dentro cuando unos ruidos llamaron su atención.

Pensando que su amigo pudiera estar en peligro, Junsu se apresuró en subir a la habitación de Hyukjae, pero sin hacer mucho ruido. El elemento sorpresa era la clave. Pero cuando llegó, el sorprendido fue él. La puerta del cuarto de su amigo estaba entreabierta, dándole perfecta visión de lo que ocurría adentro.

Changmin tenía a Hyukjae contra el armario, sus manos se perdían dentro de la camisa del más bajo, y éste le rodeaba el cuello con los brazos. Se besaban. Pero no era un beso cualquiera… «Parece que quieren extirparse las amígdalas esos dos» pensaba Junsu. Poco a poco los enamorados rompieron el beso y Junsu estaba a punto de girarse, pero la voz de Changmin lo detuvo.

—¿Estás seguro de esto, amor? —preguntó con preocupación. Hyuk sólo sonrió ampliamente.

—Estoy seguro —respondió—. Yo soy quien debería preguntarte eso… Después de todo, a ti te gustaba Junsu —dijo, bajando la vista.

A Junsu le dieron unas ganas enormes de gritar “¡No es cierto!” pero eso no sería muy apropiado. Como que tal vez lo descubrirían. Y además tenía curiosidad de lo que respondería Changmin.

—No me gustaba —respondió, y Hyuk levantó la vista con los ojos brillantes—. Yo quería conocerte, pero no podía ni acercarme a ti sin que me temblaran las piernas —admitió con un tierno sonrojo—. Pensé que si era amigo de Junsu… podría lograr que… te fijaras en mí —susurró.

—Entonces…

—Sólo eres tú, Eunhyuk —dijo Changmin llamándolo por el mote cariñoso que le había puesto—. Siempre has sido sólo tú.

Hyuk no contestó nada más, y avanzó para besar a Changmin con tal fuerza que ambos cayeron, invariable y convenientemente, sobre la cama. Junsu parecía pegado al suelo, mirando con ojos desorbitados cómo la ropa que cubría a los chicos desaparecía en cuestión de segundos. Sabía que lo que hacía no estaba bien. Sabía que debía irse… Pero simplemente no podía hacerlo.

Changmin giró sus cuerpos y quedó sobre Hyuk, quien de inmediato separó las piernas y las puso alrededor de la cintura del más alto. Junsu veía todo con una avidez casi enfermiza, y su respiración se volvió tan pesada como la de los otros dos chicos.

Vio claramente cómo Changmin llevaba una mano a la boca de Hyukjae, quien comenzó a lamer sus dedos casi con desesperación. Vio la forma en la que Hyuk arqueaba la espalda mientras el menor lo preparaba. Escuchó los gemidos de ambos cuando por fin unieron sus cuerpos. Una parte de su mente le gritaba que saliera de ese lugar, que ese momento era muy personal y no debería irrumpir así en la intimidad de sus amigos… Pero no podía hacer caso.

Después de varios, varios minutos en ese vaivén extasiante, Changmin gimió fuertemente al mismo tiempo que Hyukjae casi le enterraba las uñas en la espalda cuando ambos terminaron en sincronía. Respiraban pesadamente tratando de controlar la descarga de sensaciones que los invadía.

—Changmin —susurró Hyukjae, y el menor de inmediato le respondió con un beso más tierno que pasional.

—Te amo, Hyukkie —dijo Changmin, y esas palabras fueron las que obligaron a Junsu a salir de su estado de estupor y salir de la casa de su mejor amigo, sintiéndose la peor clase de persona por no haber sabido respetar la vida privada de Hyukjae.

Hyuk todavía no lo sabe… ¿Crees que se enojaría conmigo si le cuento? Sinceramente, yo creo que sí. Puede no parecerlo, pero tiene un carácter de los mil diablos… Mejor no le digo nada, ¿verdad?

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Las llamadas no sólo habían aumentado en duración, si no también en cantidad. Ahora eran más o menos de dos a tres al día. Podían hablar de casi cualquier de tema, y Junsu estaba cada vez más hundido en algo que ni siquiera sabía qué era.

Comenzaban a compartir detalles de ellos mismos que muy pocas personas sabían. Junsu le hacía escuchar sus canciones favoritas y él hacía lo mismo. Había veces en las que Junsu se sorprendía contándole sus miedos, sueños y esperanzas, como no lo había hecho ni siquiera con Hyukjae.

No terminaba de sorprenderle la confianza que le tenía a ese chico. Ese día, por ejemplo, habían estado hablando por horas y horas.

—Mira por la ventana —le dijo de pronto. Junsu hizo lo que le pidió, y se sorprendió.

—Ah, ¿ya es de de día? —lo último que recordaba, era que había recibido la llamada justo después de cenar. ¿Tanto tiempo habían estado hablando?

—No es eso, mira por la ventana.

Junsu se paró de la cama y caminó hasta su ventana. Cuando la abrió vio el cielo perfectamente azul, excepto por un cosa.

—¡Es un rastro de humo!

—Toma una foto —le dijo—. Será un recuerdo de nuestra mañana juntos.

Junsu sintió cómo su pulso se aceleraba un poco. Aún le incomodaba un poco el control que el chico tenía con sus emociones, pero eso no le impidió sonreír felizmente.

—De acuerdo —respondió—. Voy a colgar.

Cortó la llamada para poder tomar la fotografía. Era una foto hermosa, recuerdo de un día hermoso. En otro lado de la ciudad, otro chico tomaba una fotografía del mismo rastro de humo.

Ése día fue en el que me di cuenta de que me había enamorado completamente de ti. Aún sin conocerte. Ése fue el día que marcó mi destino para siempre. Desde ese día no he dejado de amarte.

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Junsu había estado inusualmente callado durante la llamada de ese día.

—¿Qué te pasa? —le preguntó el chico—. Pareces triste.

—Este cumpleaños no fue divertido —susurró Junsu—. Mis padres estuvieron peleando toda la tarde.

Junsu ya no dijo nada más, y por un momento todo fue silencio, hasta que del otro lado de la línea se escuchó una fuerte voz.

—¡Saengihl chugha hamnida! —se escuchó de repente, y Junsu sonrió—. ¡Saengihl chugha hamnida! ¡Saranghaneun Kim Junsu! ¡¡Saengihl chugha hamnida!!

Después de eso se escuchó un fuerte ruido, como de algo al caer. Junsu reía de buena gana, agradecido de que su amigo se preocupara tanto por él. Se sentía feliz como nunca lo había estado. El deseo de conocerlo se hizo más fuerte que nunca, pero ya no quería pedirlo, temiendo que al otro le molestara.

—Junsu-yah —escuchó en un susurro.

—¿Sí? —contestó dejando de reír.

—Ven mañana a la piscina de la escuela. Aunque sea un día después, celebraremos tu cumpleaños.

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Junsu se paseaba incómodo por el lugar. Sus nervios eran enormes y notorios. Pero cómo no estarlo, si por fin conocería al chico detrás de la voz que le había estado robando los pensamientos por meses ya.

Con la ayuda de Hyuk se había esmerado en su apariencia. Se sentía un poco raro porque normalmente no se arreglaba tanto, pero quería dar una buena impresión. Había apoyado los brazos en los barandales que rodeaban la piscina, dándole la espalda a la misma, apreciando la vista de alrededor.

«Por favor, que venga» repetía como un mantra en su mente. Tenía miedo de que a última hora él decidiera mejor no presentarse, de que pensara que Junsu no valía la pena. «Por favor» pensaba.

De pronto, escuchó unos pasos detrás de él. Sintió que el corazón se le iba a salir del pecho por la fuerza de sus latidos. Poco a poco, como con temor, se dio la vuelta para ver a la persona que se acercaba.

Aún recuerdo los nervios que me invadieron. Tenía miedo de verte, pero tenía más miedo de no verte. Y cuando por fin lo hice, sentí que el estómago se me hacía un nudo. Mi mente quedó casi en blanco. Un solo pensamiento cruzaba por ella…

«No. Puede. Ser».

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