- ¿Qué edad tienes? –me preguntas, sonrió sin poder evitarlo.
- ¿Qué edad crees que tengo? –te respondo.
- No lo sé, veinticuatro
- Exacto –te respondo- tengo veinticuatro.
- ¿Y a qué te dedicas?
- Soy un empresario –te respondo con lo primero que se me viene a la mente.
- oh –susurras- ¿tienes novia o novio? –vuelvo a sonreír.
- Si, tengo –te mueves algo incómodo – tú –noto cierto cambio en tu ritmo cardiaco, la noticia te gusta.
- No recuerdo que me lo hayas pedido –me respondes levantándote para mirarme.
- entonces debo suponer que te gustaría que lo hiciera –acarició tu rostro y me acerco para besarte, pero me detengo un centímetro antes - ¿quieres ser mi novio? –siento como tu respiración se agita.
- Si –me respondes y acortas la distancia entre nuestros labios.
Nuevamente atrapado entre tus labios me siento excitado. Besas mi cuello y me desabrochas la camisa dejando huellas de saliva en mi pecho descubierto. Bajas acercándote peligrosamente a mi vientre y no pretendo detenerte, el calor de una boca húmeda sobre tu pene es lo más exquisito que incluso como inmortal puedes llegar a sentir. Tu lengua lame la punta de mi miembro y yo no puedo evitar gemir, tu aliento cálido añaden otro toque de placer a mi pene. Tus manos acarician mi pecho mientras tu boca devora mi miembro, me siento perdido entre tus brazos.
Te acomodas pasando una pierna a cada lado de mis caderas y acercas tu trasero a mi pene y lo acomodas para ser penetrado. Bajas con lentitud y te quedas quieto, como si el rose te doliera, “Me… duele”, me dices. Te mueves lentamente de arriba abajo hundiendo mi pene con más profundidad sobre ti, pero no pareces estar disfrutándolo del todo, “Es diferente, es más real”, tu comentario me desconcierta dentro del placer que me provocan tus movimientos. Tomo tu miembro y comienzo a masturbarte, tu rostro me muestra ahora placer.
Decido dejar que todo pase sin beber tu sangre, necesito saber si lo que me dice Changmin es verdad, si mi mordida es capaz de hacer que una persona pierda su voluntad. Tomo tus caderas y te ayudo con los movimientos, gimes y te quejas al mismo tiempo, llegas al orgasmo confundido y aliviado de que deje tu entrada. Me retiro de ti a pesar de no haber alcanzado el orgasmo.
- Me ha dolido mucho –me dices- algo fue diferente –me miras confundido como si hubieras despertado de un sueño, me acerco para besarte y correspondes a mi beso aunque un poco más frío.
- No quise lastimarte –me defiendo, pero todo parece tener sentido, esta vez no te mordí, mi poder no te durmió en un sueño de placer.
- No es tu culpa, creo que hoy perdí definitivamente mi virginidad, me habían dicho que dolía, pero no lo había sentido, así que lo dudaba –parecía más relajado ahora.
- Eso quiere decir que has hablado con otros sobre mí –me sentí alagado.
- Si, bueno es que en unos días más será mi fiesta de cumpleaños y me estaban preguntando si necesitaba una pareja o si ya tenía una, así que como comprenderás les hable de ti –lo miré sorprendido.
- Iré, sólo tienes que decirme cuando será y el lugar –acarició tu hermoso rostro y te vuelvo a besar- Me tengo que ir –te sorprendes y pareces asustado- vendré pronto, te lo prometo –Me acerco a tus labios y te beso mordiendo con cuidado tus labios, hundo mi lengua en tu boca al tiempo en que la muerdo y dejo que sangre para combinar mi saliva con ella para que pase a tu boca, hoy te marcaría como mío para que nadie más se acerque a ti. La dulzura de mi sangre hace que tu beso se vuelva más penetrante invitándome a jugar con tu lengua. Me separo con lentitud –tu rostro muestra hambre, una reacción natural a la sangre de un inmortal, los humanos siempre quieren más, pero no la resisten y se duermen al poco tiempo.
Tú no eres la excepción y te duermes sobre mi pecho, “Descansa ahora, mi novio”, te susurro, coloco sobre tu cuello un regalo, saco de mi cuello un collar de oro.
Este collar era muy especial, puesto que había aprendido que si quería proteger a un humano ó vampiro de otros de mi especie sólo debía marcarlo con mi sangre. Así que había creado un collar con una cruz colgando de ella rellenada con mi sangre en caso de tener que hacer algo así. Este era el momento de usarlo, con él sabría dónde encontrar a Yunho, porque de alguna manera mi sangre contenida en el collar seguía atada a mi cuerpo.
- Usa esto siempre Yunho, no te lo saques ni siquiera para dormir –te dejo susurro- prométeme que lo usarás siempre.
Dejo dinero sobre tu mueble, y me marcho dejándote desnudo sobre tu cama, me río de mi desfachatez, pero qué puedo hacer, soy un vampiro.
Al llegar al departamento, el exquisito olor de Changmin me anuncia que ya se encuentra ahí. Al ingresar me sorprende con un besó delicioso en los labios. Puedo sentir el calor de su víctima en ellos y el aroma de su sangre en tu boca.
- Hueles a humano –me dices apenas separándote de mí- un hombre, hueles a semen, ¿tuviste sexo? –me preguntas y te separas definitivamente de mí.
- Eso no es de tu incumbencia pequeño –pareces enfadado, ¿Celoso?.
- ¿Quién es él? –insistes y me sigues mientras me dirijo a mi habitación para tomar una ducha.
Me quito la ropa sin sentir la más mínima vergüenza de tú presencia ahí. Noto que te apenas, así luces más adorable de lo normal.
- ¿Vienes? –te preguntó y tú volteas como si estuvieras enojado.
- No tengo ganas de hacer el amor contigo, cuando sé que vienes de hacerlo con alguien más –te dispones a salir.
- Vi a tú amigo… Junsu –te detienes y volteas a mirarme sorprendido- me ofreció un trueque muy tentador por tu vida.
- ¿Me entregarás Jae? –tu pregunta me molesta.
- No seas estúpido Changmin, ¿crees que yo sería capaz de vender a uno de los mío? –saco una toalla de mi closet sin dejar de mirarte – sin embargo, me dijo algo que en verdad me sorprendió. Dijo que tú tienes una deuda con él y algo me dice que no me has contado toda la verdad con respecto a tú relación con él –bajas la cabeza y noto cierta tristeza. Espero tú respuesta, pero no contestas- si quieres mi protección, más te vale decirme la verdad, si me entero por otros medios, te dejaré en la calle y te aseguro que no me importará tú destino.
Concluyo la conversación entrando en el baño, dejándote parado como una estatua.
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