Prólogo.
Estaban siendo atacados por los hombres del mejor amigo y aliado de su padre eso lo sabía bien por el emblema grabado en sus escudos. Gritos de gente, sangre derramada, muertos por doquier era lo que sus ojos llegaron a ver antes de ir corriendo por el enorme pasillo que daba hasta los aposentos de su padre. Tenía que alertarlo y salvarlo de una u otra manera, a él y a su hermano menor que traía consigo agarrado de la mano. No debía titubear. No ahora, ya que era el príncipe, el hijo mayor del Emperador a pesar de ser muy joven aún podía blindar una espada todo gracias a los entrenamientos que su padre le ofreció; Y con tal de protegerlos no dudaría en usarla. Debía ser rápido y listo necesitaba llegar antes de que los soldados romanos entren y hagan de las suyas en el palacio.
–Rápido Min, debemos llegar con mi padre antes de que sea tarde —dijo el mayor de los dos jalando con mayor fuerza a su hermano.
Agitado, cansado y un poco adolorido por el esfuerzo sobre mayor que estaba haciendo y no iban a ser obstáculos para detenerse. Quería cerciorarse de que su padre se encontraba bien, con vida. Sonrió al distinguirlo pelear con agilidad contra unos de sus contrincantes.
-¡Padre! —grito ocasionando atraer la atención de su padre antes de dar el golpe final a uno de sus rivales.
-¡Yunho!, ¡Chagmin! —apoyando una rodilla en el suelo extendió sus brazos a los lados recibiendo con alegría y amor a sus primogénitos— Me alegro de verlos con vida —besa la cabeza de ambos obteniendo sonrisas como respuesta— Vengan es hora de irnos.
Tras envainar su espada, toma cada una de las manos de sus hijos dirigiéndose a la salida más próxima del palacio antes de que descubrieran que estaban vivos. En su trayecto se agolparon lágrimas de odio y rabia en sus ojos al ver a su pueblo destruido y en vuelto en llamas. Jamás perdonaría la traición de ese su supuesto hermano el cual orgulloso le nombraba padre.
-Niños este es el resultado de creer en un… desconocido —dijo tras soltar un suspiro y apretar con fuerza las dos manos de sus hijos— Prométanle a su padre nunca confiar en nadie —ambas miradas de los menores se posaron en el rígido y serio rostro de su padre dándole sin pensar un asentimiento afirmativo con su cabeza.
Dicho lo anterior suelta ambas manos de sus hijos tras recibir una flecha en su hombro y su pierna derecha. “Padre” les escucho decir preocupados a sus muchachos arrodillándose cada uno a su costado. Los habían descubierto pero como si él era el único que sabía los pasadizos secretos ese que fue su hogar.
-Demasiado listo para mi gusto, Jung —escucho aquella voz grave arrastrando un tono burlesco que le hizo abrir con desmesura sus ojos. Sin pensarlo dos veces toma de la muñeca al mayor de sus hijos atrayendo su total atención.
-Escucha con atención las últimas palabras que tu padre te va decir…
-Padre no digas e-
-¡Escúchame! —alzó la voz al oír los pasos de los soldados acercándose— Mas allá de las montañas vive un anciano que les dará su protección y cuidado tanto a ti como a tu hermano. Su nombre es C-Jes, vayan y díganle que los envía Jung —dicho esto les sonríe y le hace entrega de su espada a Yunho— Llévatela contigo, úsala bien —a duras y apenas logro pararse con la ayuda de sus hijos y sin decir más se voltea lentamente buscando con la mirada su ahora enemigo.
-Mátenlos —con una señal de mano bastó para que los soldados apresuraran el paso.
-¡Váyanse! —ordeno logrando sacar de su cavilación a Yunho quien dé un impulso toma la muñeca de su hermano echándose a correr.
-Que no se escapen —vocifero el otro señalando a los dos chicos perderse de su corta vista.
Sacando de golpe sus flechas alcanzo a desvainar una espada de uno de los soldados que iban tras sus hijos dándole lucha a los siguientes que venía. Sin importar sus heridas ni la sangre que escurría de su cuerpo su deber más importante como padre era protegerlos al menos hasta que pudieran escapar de las manos de los traidores. Empuño con más fuerza la espada deshaciéndose con gran maestría de los que escoltaban a su ahora nuevo emperador. No por algo le temía sus enemigos era el Emperador Jung uno de lo más agiles, precisos, inteligentes y certeros que había en la nación pelear con él significa tu muerte.
Con la respiración entrecortada, con pequeñas y grandes heridas rasgando su cuerpo no fueron motivos para señalar con la espada a su adversario diciéndole con una sonrisa que luchara con él.
El otro hombre respondió al reto lazando un golpe arriba de la cabeza del otro quien consiguió difícilmente a esquivarlo logrado rasgar su hombro lastimado. Esta dura lucha podía ser divisada por ambos chiquillos que andaban cuesta arriba de ese extenso bosque los cuales rezaban a los dioses por sacar victorioso a su padre aunque resultara imposible.
De repente se vieron acorralados por dos soldados quien uno de ellos tomó el tobillo del menor haciéndolo caer de manera bruta al suelo. Yunho, sin pensarlo, desfundo la espada atravesando el pecho del hombre el cual estaba a punto de matar a su hermano. Sin miramientos saca rápido el arma y la entierra en el cuello del otro. Cayo de rodillas al suelo al ver lo que había hecho era la primera vez que mataba a unos hombres a sangre fría.
-Yunho ¿Estas bien? —le pregunto su hermano arrastrándose hasta él debido a su tobillo lastimado.
Más no obtuvo respuesta ya que se encontraba perdido en sus pensamientos de ver con horror sus temblorosas manos manchadas de sangre ¿Qué es lo había hecho? Esa era la pregunta que rondaba en su cabeza. Nunca se imaginó que matar a alguien fuera así y él que siempre le pedía a su padre acompañarlo a ver los entrenamientos/masacres de los soldados. Despertó de su ensoñación al sentir la mano de su hermano en una de la suyas.
-Gracias… por salvarme —murmuro el otro sonriéndole tratando de transmitirle paz y valor.
Dejando escapar un suspiro se tranquilizó, sin embargo, no duro su apacibilidad debido al grito ensordecedor que emitió su padre al verse gravemente herido de su espalda y ver rota una de sus piernas. Ambos chicos se horrorizaron de ver tal imagen. Era el final de todo pensó Yunho al ver el supuesto amigo de su padre acercaba la punta de su daga un costado del cuello. Atrajo el rostro de su hermano pequeño al pecho antes de ver degollado su padre. Volteo su rostro luego de escuchar los sollozos de su sangre esto hizo que su respiración se alterara y apretara con faena sus labios. Lo odiaba, odiaba ese hombre. Cerró por un momento sus ojos, no podría creerlo toda la felicidad y alegría que compartieron junto con ese señor se fue al demonios todo por conseguir ser nombrado emperador de toda Roma. Poco a poco fue abriendo sus ojos encontrando a la vista su espada. Fue ahí donde nació su determinación.
Iba a matar a ese hombre, pase lo que pase si eso significara matar mil hombres él con gusto lo haría. Tomaría su venganza…
-¡Viva el emperador Soo Man Kim! ¡Líder de toda Roma!
…Y lo haría llamarlo, como fuera lugar, Emperador.
Wow.. esta muy bueno!!
ResponderEliminarTienes que seguir subiendolo
vale?? Espero ansiosa!!!
Conti!!!!!!! por favor!! :D
ResponderEliminaresta muy padre gracias! cuando saldran los otros personajes???
Arigato!!!!
OwO Se ve bueno, me gusta espero la continuacion
ResponderEliminarahhh me gustaaaaaaaa!!!
ResponderEliminarse ve muy interesante !!
espero la conti !!!! yaa !!!! kyaaaaaaaaaaaaaa yunjae y yoosu super !!!!